Nuestra luna de miel (+18)

Autor: Jeibi
Género: + 18
Fecha Creación: 26/11/2010
Fecha Actualización: 26/11/2010
Finalizado: SI
Votos: 16
Comentarios: 28
Visitas: 56665
Capítulos: 8
La aventura en Isla Esme desde el punto de vista de Edward. Sin tapujos. Sin penas… solo amor puro...
bn inicialmente tengo ke decir ke este fic no me pertenece...
este fic es de la maravillosa Kokoro ...
espero de todo corazon ke les guste como me gusto a mi  JB!!!
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Capítulo 4: parte 4

Traté de hacer todo lo posible para hacer que Bella olvidara de una maldita vez por todas la idea de… de…

Hacer el amor.

Ella me lo había estado haciendo difícil como era de costumbre, mi salud mental estaba tendiendo de un hilo pero tenía que aferrarme a ese pedazo de cordura antes de atreverme a lastimarla de nuevo.

Jamás me lo perdonaría.

Lo mejor que pude inventar, fue hacer senderismo y agotarla para dejarla sin fuerzas para replicar por… sexo. Exploramos una pequeña jungla, vimos los animales de la zona, contemplamos el alba, nadamos con delfines… o más bien fue un “intento” de nadar con ellos. Los delfines eran animales lo bastante inteligentes como para acercárseme. Solo necesité estar en el agua y ellos huyeron despavoridos. ¿Quién decía que los animales no eran listos?

Era una situación lo bastante cómica y frustrante, si alguien me preguntaba. Si Bella quería ver películas tranquilamente, me afanaba convenciéndola en que el atardecer desde tal punto era genial, o que las tortugas marinas esperaban ansiosas por nuestra visita. No dude en resplandecerla con mi apariencia y mi encanto vampírico -algo bueno tenía que sacar de mis habilidades- y ella a fin de cuentas aceptaba a ir a donde fuera.

Cuando regresábamos a nuestra estancia… Bella estaba tan exhausta y hambrienta, que prácticamente se quedaba dormida sobre el plato de su cena, de hecho en una ocasión lo hizo.

Yo le había estado cocinando esos días. Y había notado que cada vez Bella incrementaba más y más su gesta de alimentos, supuse que era normal… sobre todo por toda la actividad física a que la había estado sometiendo.

Aun así… Bella seguía luchando por seducirme… y maldita sea… esa era la peor y mejor parte de todas.

Quería “razonar” la situación, pero yo siempre la debatía con un: No. A pesar de su molestia y sus preciosos pucheros dormía siempre a mi lado, siempre junto a mí.

Ya no nos quedábamos en la habitación blanca ya que continuaba llena de… plumas. Nos habíamos instalado en la habitación azul, era más pequeña y la perturbadora cama no era tan enorme. Realmente el único problema en eso, era que Bella dormía más pegada a mí… tentándome con su cuerpo pecaminoso.

Esa, sí que era tortura: tenerla tan cerca y no poder tocarla.

Bella, al ver que “no funcionaban” positivamente sus seducciones, empezó a utilizar lencería sexy… -demasiado sexy diría yo- para dormir. Cada noche se presentaba con un modelo peor, más desgarrador y más sensual. Tenía que hacer un esfuerzo enorme por no hacer tiras el modelito y tomarla como tanto aclamaba.

Mi rostro tendía a mostrarse inmutable, mientras que por dentro me estaba desmoronando de deseo. Tan solo pensar en su cuerpo temblando debajo del mío, gimiendo, aclamando mi nombre, tensándose al borde del orgasmo…

Gruñí imperceptiblemente y me tensé. Intentaba esconder lo más que podía mis sentimientos. Estaba seguro que si Bella se daba cuenta de lo mucho que la deseaba, sería mi perdición, y de una u otra forma conseguiría su objetivo… que la poseyera y la hiciera mía una y otra vez…

Lograría que la lastimara de nuevo.

Bufé frustrado. Cada vez que miraba su piel al descubierto, notaba los cardenales que gracias al cielo estaban sanando y tenían un mejor color. No tenía ninguna intención de hacerle nuevos o empeórale los que ya tenía.

Escuché la perilla de la puerta del baño y volteé a ver a mi Bella.

Con un demonio… mi mandíbula casi se caía al suelo.

El modelito negro y con encaje de esa ocasión, era definitivamente el más sexy de todos los que se había probado. Mis ojos se salieron de sus cuencas y me excité como un adolescente empedernido.

¿Por qué rayos me lo hacía tan difícil?

¿Qué no se daba cuenta de cómo luchaba por cuidar de ella?

No. Venía y se ofrecía como carnada, demasiado dispuesta para este desesperado y hambriento león. Luché contra el impulso de gemir y relamerme los labios mientras mi vista - casi imperceptiblemente- recorría su piel descubierta. “Casi”, porque vi una pequeña sonrisa de sus carnosos labios. Ella sabía que me moría por ella… por probar su piel una vez más.

– ¿Qué te parece? –preguntó, dando vueltas mientras me retorcía de deseo.

Forcé a mis manos a quedarse en su sitio. La ponzoña bañó mi lengua y la tragué rápido y en seco antes de que me mi musa se percatara. Me aclaré la garganta en un intento de despejar mis ideas.

–Estás muy guapa. Como siempre.- mentí descaradamente. Ella siempre era hermosa… pero esa noche, no solo era guapa o hermosa… era sexy y sensual.

–Gracias –dijo con voz acida.

Probablemente estaba dolida al creer que no ocasionaba mucho en mi. Pero esa mujer no podía ni imaginarse lo mucho que me excitaba y lo mucho que me dolía la excitación en mi entre pierna.

En cuanto se colocó en la cama, la rodeé con mis brazos y la acerqué a mi pecho, ese acto fue tan doloroso, como la mañana que descubrí como la había dañado, pero no podía mantenerla lejos ya que la temperatura de la habitación era caliente y sola abrazada de mi gélido cuerpo es que podía dormir tranquila. Tenía que tener cuidado en que no se diera cuenta de que tanto me había provocado esta vez.

–Te propongo un trato – dijo, entre dormida, entre despierta.

–No voy a hacer ningún trato contigo –contesté sin siquiera dudarlo.

–Ni siquiera has escuchado lo que te voy a ofrecer.

Ya sabía que sería lo que me ofrecería: su cuerpo… y su vulnerabilidad en charola de plata. Ni pensarlo.

–No importa.

Suspiró.

– ¡Maldición! De verdad quería… bueno.

Bella quería algo… jamás me pedía nada, no podía negarme a que mínimo expusiera su punto.

Puse los ojos en blanco.

–De acuerdo. ¿Qué es lo que quieres?

Rechinó los dientes un poco y alcancé a distinguir una pequeña sonrisa de sus preciosos labios.

–Bueno… estaba pensando que todo el rollo de Darthmouth era supuestamente una coartada, pero sinceramente, un semestre en la universidad probablemente no me mataría. Apuesto a que Charlie se emocionaría con las historias de Darthmouth. Por supuesto, podría ser embarazoso si no consigo seguir el ritmo de esos cerebritos. De todas formas… dieciocho, diecinueve… No es que haya gran diferencia. No es como si me fueran a salir patas de gallo el próximo año.

–Lo harías. Permanecerías humana.

Se quedó en silencio y traté de analizar su oferta. Sería humana por más tiempo a cambio de…

Poseerla, tocarla, probarla, penetrarla… marcarla… lastimarla…

No. Eso no era razonable. Era una maldita tortura.

– ¿Por qué me haces esto? –dije con la mandíbula tiesa y enfadado – ¿No es ya bastante duro sin todo esto? – Agarré un puñado del modelito de encaje que caía por su muslo y lo arrugué en un impulso. De verdad quería destrozarlo para poder ver su piel. Tenía que controlarme. –No importa. No voy a hacer ningún trato contigo.

–Quiero ir a la universidad.

–No, no quieres. Y no hay nada que merezca tanto la pena como para arriesgar tu vida otra vez, como para que te haga daño.

No. Aunque fuera la experiencia más gloriosa del mundo; no valía la pena si el resultado era ver a Bella en un ataúd.

–Pero quiero ir a la universidad. Bueno, no es la universidad en si lo que quiero, pero quiero ser humana durante un tiempo más.

Cerré los ojos y expiré aire por la nariz, –cosa que muy rara vez hacía por necesidad- por primera vez en mucho tiempo estaba realmente enfadado con ella.

Habíamos discutido infinidad de veces porque yo quería que fuese humana y ella no lo deseaba. Y ahora, sus deseos carnales querían darme la contraria. Eso era jugar sucio.

– Me estás volviendo loco, Bella. ¿No hemos tenido esta discusión un millón de veces, y siempre suplicabas que te convirtiera sin demora?

–Sí, pero… bueno, tengo una razón para querer ser humana que antes no tenía.

– ¿Y qué razón es?

–Adivina… –dijo, arrastrándose sobre las almohadas para besarme.

Le devolví el beso cortésmente, no quería desairarla, pero juro que en ese momento estaba tan molesto que no podía corresponderle el beso como era debido. Ella quería hacer el amor conmigo y a cambio permanecería más tiempo como humana; una oferta demasiado tentadora… si no fuera porque podría terminar dañada, o inclusivamente muerta.

Como me atormentaba mi pequeña y frágil humana.

Me controlé todo lo que pude y la aparté suavemente después de un momento y la acuné en mi pecho.

–Eres demasiado humana, Bella. Te controlan las hormonas – reí. Pero no había mucha gracia en el comentario.

–Esa es la cuestión, Edward. Me gusta esta parte de ser humana. No quiero dejarlo todavía. No quiero esperar durante años de ser una neófita loca por la sangre para que sólo parte de todo esto vuelva a mí.

Yo también me sentía ansioso de volver a tenerla de esa forma en mis brazos. Ella no era la única que lo deseaba, pero tenía que soportar la tentación.

Bella bostezó probando así su fragilidad. Estaba exhausta, como cada noche desde que me lo había propuesto. Sonreí. Mi plan no había fallado.

–Estás cansada. Duerme, amor. –Empecé a tararear la nana que le había compuesto en aquellos tiempos cuando me atormentaba en un debate interno de amarla o simplemente dejarla ir.

–Me pregunto por qué estaré tan cansada – murmuró sarcásticamente –No puede ser parte de tu plan, ni nada.

Descubierto.

No pude evitar sonreír, pero seguí tarareando.

–Con todo lo cansada que estoy, cualquiera diría que podría dormir bien.

Dejé de tararear.

–Has estado durmiendo como un tronco, Bella. No has dicho ni una sola palabra en sueños desde que llegamos aquí. Si no fuera por los ronquidos, me preocuparía que te hubieras quedado en coma.

– ¿No he estado dando vueltas en la cama? Es raro. Normalmente me retuerzo mucho cuando tengo pesadillas. Y grito.

– ¿Has estado teniendo pesadillas?

–Y muy vívidas. Me dejan agotada –bostezó –No puedo creer que no haya estado farfullando todas las noches.

– ¿Pesadillas sobre qué?

–Sobre muchas cosas diferentes… pero a la vez iguales, ¿sabes? Por los colores.

– ¿Colores?

–Todo es muy brillante, y real. Normalmente, cuando sueño, sé que estoy soñando. Pero con éstas, no sé que estoy durmiendo, y eso las hace más aterradoras.

Eso si me inquieto. Normalmente Bella, hablaba entre sueños. Y más si tenía pesadillas. Era raro que no pronunciara ni una sola palabra.

– ¿Qué es lo que te da tanto miedo?

Se estremeció ligeramente.

–Sobre todo…

– ¿Sobre todo…? –

–Los Vulturi –susurró.

Apreté los dientes y la estreché con más fuerza. Los malditos Volturi provocaban en Bella intranquilas noches de sueño. Pero ya no tenía de que mortificarse, pronto sería una vampiresa, sus temores ya no tendrían fundamento y además, me tenía mí para protegerla… siempre.

–No nos van a molestar nunca más. Vas a ser inmortal muy pronto, así que no tendrán razones para ello.

Acaricié su espalda con cuidado. Le susurré palabras reconfortantes. Traté de hacerle ver que no había nada que temer, pero su cara estaba cada vez peor. Como si el miedo la domara y estuviera completamente desolada.

– ¿Qué puedo hacer para ayudar?

Negó con la cabeza.

–Son sólo sueños, Edward.

– ¿Quieres que cante para ti? Cantaré toda la noche si eso sirve para mantener los malos sueños lejos.

–No todos son malos. Algunos son bonitos… Muy… coloridos. Bajo el agua, con los peces y los corales. Parece que está sucediendo de verdad, como si no estuviera soñando. Puede que la isla sea el problema. Todo es demasiado brillante aquí.

– ¿Quieres volver a casa?

–No, no. Todavía no. ¿No podemos quedarnos un poco más?

–Podemos quedarnos tanto tiempo como quieras, Bella –le prometí

– ¿Cuándo empieza el semestre? No presté demasiada atención.

Suspiré. Comencé a canturrear de nuevo y en cuestión de segundos, su respiración había cambiado la candencia. Estaba profundamente dormida.

Suspiré preocupado. No tenía ni idea de las pesadillas de Bella. Había estado evadiendo los problemas de cama, sin considerar que había otro tipo de problemas “de cama”. Me recriminé por ser tan poco observador. Acaricié la piel de mi amada esposa y canturrié su nana en un intento de hacerle sentir que aunque durmiera, estaba a su lado.

Eso era lo único que quería… estar a su lado.

Pasé el resto de la noche observándola, sin dejar de tatarear hasta que un gritó que me desgarró por dentro hizo que casi me diera un infarto… -y eso era prácticamente imposible considerando que ya no latía-

– ¿Bella? –susurré, sacudiéndola suavemente. – ¿Estás bien, cariño?

Volvió a gritar. Su rostro estaba totalmente confundido y comenzaron a caer lágrimas. Me sentí en mil pedazos.

– ¡Bella! –la llamé ya alterado – ¿Qué pasa?

Limpié con mis gélidos dedos las lágrimas que resbalaban por sus mejillas, pero estas no cesaban.

–Sólo era un sueño.

Traté de consolarla. Pero no se calmó. Sollozo más fuerte y las lágrimas no dejaban de bañar sus mejillas.

–Todo está bien, amor, estás a salvo. Estoy aquí –la acuné adelante y atrás, en un intento desesperado por calmarla– ¿Has tenido otra pesadilla? No era real, no era real.

–No era una pesadilla –sacudió la cabeza frotándose los ojos. –Era un buen sueño –su voz se quebró de nuevo.

¿Un buen sueño? ¡Qué rayos!

–Entonces ¿por qué lloras? –pregunté, desconcertado.

–Porque he despertado. –gimió, rodeando mi cuello con sus brazos, y sollozando contra mi garganta.

Una risa nerviosa salió de mi pecho. No era muy lógico que llorara por un sueño que era bueno.

–No pasa nada, Bella. Respira hondo.

–Era muy real. Quiero que sea real.- aclamó llorando.

–Cuéntamelo. Tal vez eso ayude.

–Estábamos en la playa… – se apartó y me vio melancólicamente.

– ¿Y...? –apremié.

–Oh, Edward…

–Cuéntame, Bella…–supliqué angustiado.

Pero en vez de decírmelo, rodeó mi cuello y su boca bebió con fiereza de la mía.

En cuanto sentí sus labios, los míos respondieron inmediatamente. Solo quería besarla, amarla, ser parte de ella. Pero en ese momento lo entendí…

Había soñado que hacíamos el amor. Todo se removió en mí, así que la separé delicadamente en cuanto vislumbré ese hecho.

No podía ser posible… Bella no podía hacerme eso.

–No, Bella – reafirmé, viéndola mortificado. Ella estaba mal, no había lugar para su comportamiento.

Dejó caer los brazos en un signo de derrota y empezó a llorar más fuerte…

Fue la peor escena que había presenciado en mi vida. Su hubiese podido llorar… sin duda la hubiese acompañado.

–Lo s-s-s-siento… –farfulló.

La acerqué en un estrecho abrazo. Era la peor tortura, tenía que haber otra manera de consolarla.

–No puedo Bella, no puedo –dije agonizando de dolor.

–Por favor…–rogó contra mi piel –Por favor, Edward.

¡Maldita sea!

Desde el momento que me había visto así…

Desde el instante en que me había rogado…

Desde el momento que había llorado…

Lo sabía.

Sabía que cedería. Que cedería porque la amaba… por qué no podía negarle nada. Porque no podía soportar ser el causante de su dolor… de su agonía.

Lo sabía porque yo también la deseaba… y con todo mí ser.

Dejé que la cordura se fuera de vacaciones. Me acerqué a sus labios y gruñí ante mi excitación propia y el dolor de verla sufrir por mi causa.

Fue entonces que me dejé llevara por mis deseos más salvajes… los más primitivos…

Solo un hombre y una mujer.

Solo amor entre pareja.

Yo, Edward Cullen, amando a mi esposa: Bella Cullen… para toda la eternidad.


Hola a todas^^ Como vieron… nuestro pobre Edward sufría cada vez que Bella se aparecía con lencería sexy –Gracias Alice- ahahaha.... bn es pero le guste este nuevo capi comenten vale??? jajajaja!!! JB

Capítulo 3: parte 3 Capítulo 5: parte 5!

 


 


 
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