Ella se apegaba a mí con entusiasmo, estrechando su pecho contra el mío en un intento de recibir alguna respuesta de mi parte. Gimió cuando intenté apartarla, preso del pánico.
-Ayúdame, Edward. Quiero escapar de aquí –me decía entre sollozos.
Mi instinto de protección ante el pequeño y hermoso cuerpo me venció, y lentamente pasé mis brazos por su espalda, apretándola contra mi pecho. ¿Con quién estaba hablando?
Claro que lo sabía.
Las descargas eléctricas habían desaparecido, por lo menos aquellas que eran reales. Ahora sentí un temblor recorrer mi columna vertebral cuando volvió a sollozar, su dolor me calaba hasta el alma, haciéndome llorar en lo profundo de mi ser, con ella.
-Te amo, Bella, te amo. Te extraño –le dije sollozando sobre su cabeza. Ella tembló.
-Te amo más, Edward. Mucho más. No sabes la falta que me haces –murmuró rápidamente. Alzó la mirada hacia mi rostro, pasando sus dedos por mi cabello.
Me incliné para juntar sus labios con los míos como tanto había soñado, como anhelaba desde hace años. Me acerqué más, esperando su reacción. Ella cerró los ojos con una tímida sonrisa y me acerqué más, pero ella jadeó, apartándose.
Abrí los ojos confundido, un poco herido, pero el dolor fue reemplazado por la angustia cuando la vi forcejear con su cuerpo, a tres pasos de donde estaba.
-¿Bella? –inquirí asustado. Ella jadeaba alejándose, di un paso adelante, ella levantó una mano temblorosamente, deteniéndome.
-¡No te me acerques! –me gritó.
-¿Bella? –Pregunté una vez más cuando se agarró el pecho -¿Estás bien, amor? –inquirí.
-¡Cállate! –Gritó cerrando los ojos -¡Es mi cuerpo! –gritó para sí misma.
Entonces supe lo que pasaba.
Estaban discutiendo, peleándose el poder del cuerpo.
Siguió forcejeando internamente hasta que jadeó triunfante, cayendo de rodillas al suelo.
Fueron los peores tres minutos en mucho tiempo.
Di un paso adelante, asustado, ¿debía dejarla sola? ¿Quién había ganado la batalla que había tenido enfrente de mí? ¿A quién debía hablarle ahora? ¿A mi esposa? ¿A Newton?
-¿Estás bien? –pregunté elevando un poco mi mano. Ella jadeó, asintió y me miró fieramente.
-Aléjate de mí, Cullen –el corazón muerto se me encogió, haciéndome retroceder un poco.
No había ganado mi esposa.
-Bella Newton –saludé un poco frío. Ella sonrió socarronamente.
-De nada, Edward. Te dejé hablar con ella, pero no iba a dejar que se besaran en mi presencia. Sigue siendo mi cuerpo –dijo inclinándose para ponerse en pie. Me alejé cuando ella avanzó hacia mí, incapaz de decir nada –Ahora por favor, vete, tengo que descansar –asentí y me volteé, vi a Alice debatirse en la puerta de entrada, entre entrar o no, pero al ver mi expresión asintió para sí misma.
Me iré a la casa, te espero a mitad de camino me dijo y desapareció.
-Hasta luego, Bella –susurré y salí corriendo detrás de ella.
-Chao –murmuró, sin saber que mi despedida era para mi esposa.
Esto era desesperante, frustrante. ¿Cuánto podía sufrir un corazón y esperarse de él que siguiera latiendo?
Me reí solo. Alice se detuvo y volteó.
-¿De qué te ríes? –casi me gritó, furiosa.
-Estoy loco –me encogí de hombros y pasé corriendo por donde ella estaba. Me siguió el paso.
-¿Qué pasó? –me preguntó, intentando en vano seguirme el paso.
-Lo escuchaste todo –le dije y la sobrepasé. Perdiéndola de vista, e ignorando sus pensamientos, necesitaba estar solo.
¿Qué mierda iba a hacer?
Quería recuperar a mi esposa, ella estaba viva, lo sabía, lo había sentido. De alguna manera siempre lo supe.
Pero también estaba Isabella Newton.
Ella merecía también una vida, una existencia pacifica, por lo menos una de ahora en adelante. No era justo arrebatarle su vida porque yo quería tener la mía conmigo, ¿cierto? Pero ese no era su cuerpo, ¿o sí?
Llegué a la puerta de la casa, nadie estaba esperándome, como suponía, no necesitaba público. Nessie estaba dormida sobre el pecho de Jacob, quien me miró fijamente cuando abrí la puerta de su cuarto. Pasaba su mano por el cabello de mi hija, mientras ella posaba sus manos sobre su pecho, para abrazarlo. ¿Cuántas veces no había estado así con mi Bella? ¿Con mi reina? ¿Cuántas veces no había escuchado su respiración tranquila, sus voces en sueños, su corazón latiendo a mil por hora solo con acercarme?
Cómo la extrañaba.
Cerré la puerta sin hacer ruido y me fui a mi habitación. Llegué a mi piano, me senté enfrente de él, y destapé las teclas. Coloqué las manos sobre ellas y empecé a soltar mis ideas. Empecé con notas diferentes, con una melodía triste, que poco a poco se fue convirtiendo en la nana de Bella.
La música fluía entre mis dedos, sin que yo pensara en ello.
Odié con todas mis fuerzas no poder llorar.
Golpeé el teclado cuando me di cuenta que no podía seguir tocando, el golpe resonó en la habitación y en la casa. Apoyé mi cabeza, sollozando incapaz de botar lágrimas, contra el piano, destrozado.
¿Por qué nada podía ser fácil en esta vida? ¿Por qué no podíamos ser felices plenamente?
-No me dejas dormir –murmuró Jasper.
Volteé asustado, por un segundo no supe quién me habló. Estaba recargado en el umbral, con aspecto desarreglado, en una sudadera café.
-No sabía que podías –le dije con sarcasmo.
-Por lo menos lo intento, y Alice tiene más suerte que yo. Yo tengo que lidiar con tu dolor, por eso no puedo –dijo caminando dentro de mi cuarto, sentándose en el sofá.
-no puedo evitarlo.
-Lo sé.
-¿Qué quieres que haga?
-No hay nada que puedas hacer.
-Tiene que haber algo.
-No, no lo hay.
-¡Jasper!
-Te estoy diciendo lo que quieres que te digan –se encogió de hombros y se recostó en el espaldar. Suspiré y me volteé otra vez al piano.
-Deberías estar con tu esposa –mi tono me sorprendió –no desperdicies el tiempo.
-Está dormida –replicó.
-Mejor aún, ve ahora que puedes verla dormir plácidamente –dije mientras empezaba una nueva melodía.
Lo pensó por un momento, y me palmeó el hombro al salir de la habitación.
Mi propia frase se repitió en mi mente Ve ahora que puedes verla dormir plácidamente
¿Podía yo verla dormir plácidamente? ¿Por lo menos verla dormir?
Salí de la casa, sin decir nada a nadie, sin dar explicaciones. Con rumbo a la casa de mi esposa. Estaba en penumbras, como supuse que lo estaría. Me asomé a la ventana y la encontré dormida en el suelo, a la pata de la cama. Estaba hecho un ovillo sobre su propio cuerpo, con una ropa de dormir que se había puesto después que me despidiera, su cabello estaba húmedo, lo que me decía que se había bañado también. Su cabello y sus manos ocultaban su rostro, por lo que no lo podía ver, pero podía escuchar su respiración tranquila, acompasada. Estaba dormida.
-Vete… -murmuró Bella Newton –vete, no te quiero aquí… -dijo revolviéndose.
Contuve mi respiración con el pie derecho en el suelo de madera, y la mano sobre el marco de la ventana. ¿Era posible que ella me estuviera hablando a mí? ¿Por lo menos en sus sueños?
Intenté no darle importancia a sus palabras y me adentré en la habitación. Su aroma me envolvió como tanto tiempo atrás, y me quedé inmóvil cuando ella se estiró un poco y se acostó en suelo, al fin un poco más cómoda.
¿Era muy poco caballeroso para mí subirla a la cama mientras ella dormía? ¿Descubriría ella que había sido yo? Sí, lo haría sin duda, no debía y no podía hacerlo. Me decidí a sentarme cerca de ella sin llegar a tocarla, simplemente acompañándola. Me acomodaba según ella lo hacía, corriéndome cuando ella lo hacía, estirándome o encogiéndome al ritmo de su cuerpo. Como si fuéramos imanes. Incluso llegué a tener la ilusión de estar durmiendo, aunque sus palabras no me dejaban llegar a aquel estado de satisfacción.
Palabras como vete, aléjate, no me dejes sola, no puedo, Edward, Nessie, Cullen y Swan no dejaban vagar mi mente en la nada.
Ella no soñaba, como yo llegué a pensar, simplemente sus pensamientos salían de sus labios sin que pudiera evitarlo, ¿cómo lo sabía? No se revolvía cuando las decía, solo las pronunciaba entre suspiros.
Pronto, demasiado pronto, llegó el alba. El sol empezó a flirtearse por entre el vidrio de la ventana, lo que hizo que mi princesa se retorciera en busca de las sombras, al no encontrarlas se tapó los ojos, frunciendo el ceño.
Estaba despierta.
Desaparecí, saliendo de la habitación hacia la sala, donde me oculté en el sofá. La escuché moverse por entre el cuarto, pasos, tropiezo, pasos. Una maldición en voz baja y luego el colchón grujir. Un gruñido de desespero y su corazón acelerarse.
-Tonta, tonta –murmuró contra sí misma.
¿Qué estaba pensando?
Cuando escuché la tela deslizarse de su piel y el suave sonido que produjo al chocar contra el suelo, supe que hora de mi retirada. Esa era la privacidad que yo le daría. Por lo menos mi depravación no llegaba a tanto.
Estaba en mi puesto de biología, esperando paciente a que el resto del salón llegara y junto con ellos, Bella.
Pero jamás llegó.
La busqué en la cafetería, consciente de no ser el único, pero tampoco apareció.
-¿Dónde creen que está? –susurró Jacob mientras Jasper y Alice llegaban con la bandeja de comida para todos.
-Yo creo que está demasiado cansada para venir –dijo Nessie –Ayer la ocupamos toda la noche, no pudo haberse despertado temprano. Eso es –trataba de convencerse.
Negué y todas las miradas se posaron en mí.
-Despertó esta mañana con los primeros rayos del sol –guardé silencio –. Estuve en su cuarto toda la noche –me encogí de hombros, mirando hacia la ventana.
-¿Por qué has ido? Ella merece privacidad –replicó Rosalie. Me encogí de hombros.
-No lo hagas, Edward –repitió.
-Es inevitable, solo quiero verla dormir, no es como si la acechara cuando se baña, apenas veo que se quiere quitar la ropa ya yo he desaparecido. No soy un depravado, Rosalie, no busco entre su ropa para oler su perfume y acercarme a sus labios tanto como pueda, ni olfateo su cuerpo para sentirme bien. Solo me siento a una distancia prudente y la observo mientras duerme –expliqué, sabiendo perfectamente que ella no se refería a esa clase de privacidad. Ella se refería a dejarla vivir su vida, así sea su vida en sueños, sola.
-Me callo porque es más cómodo engañarse –dijo Alice cantando una de sus canciones, estaba de moda por esos tiempos. ¿El nombre? Lo había olvidado.
Suspiré.
Decidí no ir a su casa ese día, de todas maneras estaba algo abstraído por todo, necesita tiempo para mí mismo. Así que cuando llegamos a la casa, me fui a cazar.
Antes que pudiera notarlo, incluso antes que pudiera presentir o imaginarlo, llegó la noche. Me encontré entre penumbras, que no eran tales para mi, buscando mi siguiente presa. Entonces supe que ya había cazado lo suficiente. Me regresé caminando a casa, no quería correr, quería tiempo para mí mismo, así como le estaba dando tiempo a Bella.
Llegué a la casa con el tiempo para cambiarme y volver a salir hacia el instituto.
-¿Solo cazaste? –me preguntó mi hija, pasando su pequeña mano por mi cintura. Rodeé sus hombros con mi brazo y le sonreí. Jacob nos miró por encima del hombro, y me sonrió. Ya estábamos caminando en el parqueadero.
-Sí, necesitaba estar solo un rato, hija –le respondí. Ella sonrió.
-Necesito tu ayuda en biología, Edward –dijo cuando uno de los humanos pasó cerca de nosotros. Me reí.
-Dale, hermanita. ¿Hoy estudiamos…? –dejé la pregunta en el aire, porque el humano estuvo lo suficientemente lejos para no oírme.
-Me molesta no poder decirte papá –se quejó.
-Sería un poco extraño que mi hija fuera tres años menor que yo –le expliqué sonriendo.
No llegamos hasta el edificio cuando Alice se tensó y se detuvo, con los ojos en blanco, siendo ayudada por Jasper, quien intentó tranquilizarla. Todos los Cullen nos detuvimos, y Jacob, para mirar a Alice.
Vi la visión de Alice, tan solo un segundo antes de que la camioneta de Bella entrara en el parqueadero. Me volteé, haciendo que mi hija también lo hiciera.
Bella saltó del camión y cerró fuertemente la puerta del copiloto.
De la puerta del piloto salió un muchacho. Cabello castaño oscuro, su tono de piel era moreno, sin llegar al color de Jacob, pero sin llegar al mío, sus ojos eran de color miel.
Él dio la vuelta al camión casi corriendo hasta llegar a Bella y decirle algo de lo que no presté atención, ambos rieron.
¿Quién es el que está con Bella Newton? Era la pregunta de los Cullen, de Black, de todo el instituto… y la mía.
-Sé que no se siente bien, pero tengo que decir que te lo dije –se carcajeó el muchacho, caminando animadamente con Bella.
Intenté leerle la mente, pero me encontré con una barrera espesa. Como los de Charlie Swan, como una radio mal sintonizada. ¿Qué Bella y los Swan no eran los únicos? ¿Será él un Swan? ¿Newton? Me quedé estático, volteando hacia el frente para no ver deliberadamente a Bella cuando pasó al lado de nosotros.
A través de los ojos de Nessie pude ver cómo ella le sonreía a mi hija tímidamente, mientras el muchacho la instaba a seguir caminando.
-¿Quién es ese? –me preguntó Nessie.
-No lo sé.
-¿No puedes leerle el pensamiento? –la preguntó fue más una acusación en la voz de Jasper. No le respondí, y seguí caminando.
-¿Por qué? –casi se ahogó Rosalie.
-No lo sé –repetí con fastidio. Me despedí de Nessie silenciosamente solo con los ojos y caminé hacia biología. Mi primera clase con Bella, diariamente.
-Buenos días, señor Cullen –me saludó el profesor cuando entré al salón. Bella estaba sentada en el puesto que compartíamos, garabateando en su cuaderno con un lápiz. La observé tensarse en cuanto estuve cerca.
Me senté sin hablar, pero mirándola fijamente. Al principio de la clase intentó en vano ignorar mi mirada inquisitoria, pero al llegar a la mitad suspiró fuertemente, cansada.
-¡Ya! ¡Deja de mirarme así! –me cuchicheó en mitad de la exposición de un grupo.
-¿Quién es? –pregunté lentamente. Ella bufó.
-No tengo por qué darte explicaciones de lo que hago, no eres mi dueño –pero tú sí eres mi dueña pensé para mis adentros.
-¿Cómo está… uhm… ella? –debía preguntarlo, después de todo no debía olvidar que la que me hablaba era Newton.
-Está… rabiosa conmigo, pero en términos generales, está bien –dijo cerrando los ojos momentáneamente.
La vi enzarzarse en una pelea interna, ahora lo comprendía. Ella se enfrascaba en su discusión, en su conversación a menudo. Simplemente hablando con mi esposa. Todas las veces que la vi fruncir el ceño, todas las veces que se detenía en los pasillos, era porque estaban hablando.
-¿Qué dice? –reprimí la sonrisa al imaginarme a Bella rabiosa por algo, era la perfecta imagen de un gatito creyéndose tigre.
-Nada, lo mismo de siempre –respondió sin entusiasmo.
-¿Quién es? –volví a mi pregunta principal, al sentir que la exposición había terminado.
-No te diré.
-¿Estudiará aquí? –inquirí cuando la vi mirar hacia la puerta. Ella se mordió el labio.
-Sí.
-¿Por qué? –casi gruñí.
-Porque me va a cuidar de ti –respondió un segundo antes que la campana sonara, y desapareciera por la puerta de biología.
Hola chicas !
Yo creo q esto se está poniendo un poco.. interesante, les parece? Dejenme comentarios y consejos. por que esto esta cada vez mas enrededado, ahora resulta que Newton tiene un amigo.. o seran mas q amigos?
Y entonces Bella y Edward no podran estar juntos? Sera q Edward puede aceptar vivir sin su amada princesa?
Coments, me los merezco o no? (:
Pd: gracias por ser pacientes jajaja
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