Todo Gracias a mi Cuaderno de Historias (+18)

Autor: Lyhh_mt
Género: Romance
Fecha Creación: 21/04/2011
Fecha Actualización: 26/09/2012
Finalizado: SI
Votos: 16
Comentarios: 87
Visitas: 117116
Capítulos: 28

 

La vida de Bella Swan no es color de rosas. El hombre al que amaba ni la miraba. Al no poder transmitir sus sentimientos, plasmaba todas sus fantasías con ÉL en un cuaderno. Un día, ese cuaderno cambiará su vida para siempre... ¿cómo? averígualo aquí.

 

Amor… odio… dolor… felicidad… y sobre todo… suspenso… muuucho suspenso…

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Hola, me llamo Lyane y este es mi primer fanfic. Bueno, qué decirles… me gusta mucho escribir y espero la opinión de ustedes, las lectoras (yo también soy lectora, por eso sé la importancia de la opinión y críticas de ellas a las autoras). Me encantaría saber lo que piensan… claro, pondré todo de mi parte para que esta historia sea de su agrado… yyy con respecto a los mensajes que sé que envían en donde incluyen insultos y demás, pues solo los ignoraré… si es que en esos mensajes, e incluyen algo así como críticas constructivas, que me ayuden a mejorar, que es lo que me importa, entonces, los tomaré en cuenta; mas no aquellos que solo ofendan…

Bueno, espero que les guste la historia y espero sus opiniones…

Lyhaane.

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Capítulo 25: CHAPTER 24

DISCLAIMER: Los personajes le pertenecen a la grandiosa Stephenie Meyer... la admiro tanto!... okz okz... yo solo plasmo las ocurrencias de mi mente y juego con sus personajes.



EDWARD POV

Esa noche solo pude dormir unas cuantas horas. A las 5 am, me fui a dar un baño, me cambié, preparé mi desayuno y cuando terminé, me quedé sentado en uno de los sofás, sin hacer nada, esperando que los segundos pasaran para ir a despertar a Kat y luego juntos visitar a Bella. Sin embargo, a las 6 am, me di con una sorpresa.

-Papi, ¿ya nos vamos?- preguntó mi hija. Ni siquiera había escuchado sus pasos bajar las escaleras, ni la había sentido cuando se despertó. Pero ella estaba aquí, al frente de mí, vestida con un pantalón mal puesto, un polo manga larga muy estirado, una casaca colocada al revés y unos tenis con los pasadores flojos, sin amarrar y, para finalizar, puestos en los pies equivocados.- papi, ¿ya? Vamos. Vamos.- reaccioné cuando sentí sus manitas en mi mejilla. Mis ojos buscaron los suyos y encontré con su mirada dulce, que brillaba como hace mucho tiempo no hacía, y con la ilusión de todo niño de su edad.

-Sí, cariño. Ya nos vamos, pero…- había ensanchado sus labios en una sonrisa, pero al escuchar el “pero”, se borró instantáneamente, y la cambió por un fruncimiento de ceño- tenemos que cambiarte.

-Pero… ya me cambié, papito. Mídame. Estoy lista. Vámonos.- comenzó a decir tirando de mi mano.

-Kat, cielo, ¿qué te parece si mejor subimos y te pongo tu traje favorito? Ese que mami te compró en tu cumpleaños. Ella se alegrará mucho cuando te vea con él. ¿Qué dices?- ella lo consideró por unos segundos poniendo su barbilla hacia arriba y luego asintió.

-Está bien… pero dápido, dápido. Mami se va a despetá, y no me va a vé y yo quiedo despetala. Vamos, papi.- me dijo jalándome nuevamente de las manos. En mi rostro se dibujó una sonrisa de verdadera alegría. Sí, yo también quería despertarla. Así que, sin pensarlo más, me puse de pie, cargué a mi hija y fuimos al segundo piso casi corriendo.

La vestí, la peiné, o eso intenté, y le di de desayunar en tiempo récord… bueno, tiempo récord para mí. A las 6:30, salimos corriendo y nos subimos rápidamente al auto, que aceleré apenas lo prendí, pero no pisé tan afondo para no asustar a mi pequeña. Aún así, no tardamos mucho en llegar. Cuando me estacioné y apagué el motor, me solté el cinturón de seguridad y me bajé del auto para sacar a Kat, pero me encontré con ella nuevamente ya fuera del auto. ¿Cómo lo había hecho? No lo sabía. Solo la sentí jalarme nuevamente de la mano hacia la puerta principal del hospital. Por lo que sabía, las visitas empezaban a las 8 am, y ni siquiera eran las 7. Esperaba poder encontrar a mi padre y que él me ayudara. De no ser así, no me creía capaz de esperar más de una hora. Y menos Kat. Ella parecía ser la más desesperada por ver a Bella. Ojalá Carlisle se compadezca de nosotros.

Mi hija y yo corrimos hacia la entrada, y cuando encontramos a una enfermera le preguntamos por mi padre. Ella me dijo que podía dirigirme hacia su consultorio y preguntar a su secretaria si estaba libre para poder verlo. Así lo hicimos y Linda nos dijo que efectivamente estaba libre. Así que, sin avisar, entramos. Bueno, Kat entró, ya que cuando entendió que su abuelo no estaba atendiendo a sus pacientes, soltó mi mano y corrió hacia la oficina de Carlisle, abrió la puerta sin avisar y lo saludó gritándole un “buenos días, abelito Calai”. Yo solo reí con Linda, pero segundos después, también entré. Encontré a mi padre teniendo en sus brazos a Kat, que parecía aún más ansiosa.

-Buenos días, papá.- lo saludé solo dándole un apretón en la mano.

-Hola, hijo. Veo que hablaban más que en serio cuando decían que vendrían muy temprano. Pero creo que se les pasó la mano. Las visitas aún no comienzan.- nos dijo, lo que causó que el rostro de Kat entristeciera.

-Pero… abelito, yo quiedo vé a mi mami. Po favó. Po favó.- le pidió mi hija tomándolo de las mejillas y dándole “la mirada”. Ya lo había hecho antes, y al instante sus víctimas caían. Veamos si ahora tiene ese mismo efecto.

-Pero, cariño…

-Quiedo vé a mi mami. Quiedo vé a mi mami. ¡Quiedo vé a mi mami!- exigió amenazando con llorar. Apenas su labio inferior empezó a temblar, Carlisle habló.

-Está bien, está bien, mi pequeña. Pero no llores. Saben que no me gusta verte llorar. Haré una excepción  y les dejaré pasar…

-¡Síííííííííííííí!- gritó Kat interrumpiéndolo

-Pero, será un secreto, así que no tenemos que hacer nadita de ruido, ¿entendido? Shhh.- le dijo él a mi princesa, colocando el dedo índice en sus labios, lo que ella imitó con los suyos. Finalmente, él le dio un dulce beso en la mejilla, que ella devolvió con entusiasmo, y la dejó en el suelo.

Como Bella había sido traslada a un cuarto privado, con la cama y todas esas cosas, no nos resultó incómodo sentarnos en el gran sofá y esperar a que ella despertara. Pero Kat estaba muy ansiosa y no paraba de preguntarme si ya iba a despertar su mami.

-Papi, ¿ya?- preguntó por enésima vez.

-Ya falta poco, hija. Tenemos que esperar.

-Pero ya espedé mucho. Y mi badiguita tá sonando de nuevo.- se quejó colocando sus dos manitas sobre su estómago. Yo la miré ceñudo ya que la señorita me había mentido.

-Te lo pregunté, Kat. Y me dijiste que con el cereal y la leche bastaba. ¿Por qué no me dijiste que aún tenías hambre?- intenté regañarla.

-Es que… yo quedía vé a mi mami… y yo quedía despetala y… es que… la estañé y yo quedía…- sin dejarla terminar de hablar, la abracé con fuerza, pegándola en mi pecho. Ella me correspondió rodeándome con sus bracitos. La besé en muchos lugares de su rostro, ocasionando que se riera a carcajadas. Pero segundos después, paró tapándose la boca y señalando con su dedito a su mami, que seguía dormida. Yo solo asentí dándole la razón.

-Princesa, ¿qué te parece si llamo a una enfermera y vas con ella a comer algo en la cafetería?- le propuse.

-Pero mi mami…

-No querrás que mami escuche tu barriguita sonar de hambre, ¿verdad que no? Sabes que a ella no le gusta que tengas hambre.- ella lo pensó por un minuto, hasta que aceptó.

-Está bien.- respondió quejumbrosa.

Llamé a la oficina de mi padre. Me contestó Linda y me dijo que ella misma podía llevar a Kat, ya que el movimiento no comenzaba hasta las 8 am, cuando empezaban las visitas y las citas con los doctores. Acepté y le dije que venga a la habitación de Bella a recogerla. Así lo hizo. Pero antes de irse con ella, Kat me pidió algo.

-¿Puedo dale un beshito a mami? ¿Po favó?- nadie pudo resistirse a su carita, así que con cuidado la alcé y la acerqué hacia Bella. Le dio un suave beso en la mejilla y la acarició con una de sus manitas- ahodita degueso, mami. No tado. 

Y diciendo eso, me pidió que la bajara para que se vaya con Linda.

Apenas ambas salieron por la puerta, entró mi padre.

-¿Por qué aún no despierta? Pensé que para esta hora, la anestesia habría pasado.- le dije sin rodeos.

-Hubo… un problema, pero…

-¿Un problema? ¿Qué pasó? ¿Y por qué no me avisaste? ¡Contéstame, Carlisle!- exigí dirigiéndome hacia él a paso rápido.

-Tranquilízate, Edward. Y no grites.

-¡Dime qué rayos sucedió, Carlisle!

-Ya basta. Te lo explicaré, pero tienes que calmarte, hijo.- traté de respirar hondo.

-Te escucho.

-La herida de la cesárea no estaba bien cosida y…

-¿Qué? Pensé que tú…

-Yo no se la cocí, Edward. Y cuando la revisé nuevamente ella ya estaba en esta habitación. Como te decía, la deficiencia en el cocido de la herida ocasionó que se produjera otra hemorragia…

-¡Dios! ¿Por qué no me llamaste, papá?- le pregunté a punto de desesperarme otra vez.

-¿Me dejarás terminar?- me dijo ya molesto.

-Lo siento. Continúa.

-No fue tan grave. Lo detuvimos fácilmente. La anestesiamos nuevamente para que se cure más rápido, por eso aún el efecto no pasa.- vio cómo yo me quedaba observando el rostro de Bella con preocupación. ¿Cómo no pudo haberme dicho nada? Le dije que me avisara ante cualquier problema que hubiera- Ella está bien, hijo. Si no te llamé fue porque no quería preocuparte por algo que ya teníamos controlado. De no haber sido así, te juro que te hubiese avisado al instante. Pero ella no corrió riesgo. La hemorragia fue ligera y nos dimos cuenta inmediatamente. Ella no estuvo en peligro, Edward. No lo permitiría.

Suspiré con fuerza y me senté a un costado de donde estaba Bella, sobre la cama.

-Lo siento, padre. Es que… no puedo controlarme cuando se trata de ella.

-Te entiendo, hijo. En serio. Solo que en estos casos, al menos tienes que intentarlo. Nada consigues con desesperarte. Así no la ayudas.

-Lo sé, papá. Discúlpame. Te prometo que no volverá a pasar.- le dije mirándolo por unos segundos a los ojos, para luego volver a los párpados aún cerrados de Bella.

-Bueno, la hora de atención se va acercando, ya tengo que irme. Solo vine a avisarte sobre el pequeño problema que hubo, aunque no me imaginé que reaccionarías así, pero ya lo sabes ahora.

-Gracias, Carlisle. Gracias por mantenerla con vida.- le expresé con todo el sentimiento que tenía dentro.

-Yo solo hago una parte, hijo. La otra la hace ella misma. Es muy fuerte. Ahora entiendo cómo pudo sobrevivir todo este tiempo.

-¿A qué te refieres exactamente?- le pregunté extrañado.

-Ella no estuvo tomando ninguna vitamina que siempre se receta a las gestantes. Ni siquiera sabemos cómo se alimentó todo este tiempo. Pero no puedo hacer nada mejor. El bebé, si bien fue prematuro, solo tuvo las complicaciones comunes. Le faltaba desarrollar un poco más sus pulmones, pero eso es lo de menos. Como sabes, ya está controlado. En lo demás, no hubo signos de desnutrición o debilidad en sus huesos recién en formación ni nada por el estilo. No sé cómo lo hizo, pero… su alimentación fue casi la recomendada a todas las embarazadas. Ella hizo un buen trabajo. Gracias a su esfuerzo, el pequeño ahora no tiene complicaciones en su crecimiento y desarrollo. Él está en buenas condiciones. Es más, cuando Bella despierte, mandaré que lo traigan para que su madre lo amamante. Porque el bandido no acepta bien las fórmulas, así que veremos si lo que realmente necesita es la leche de su madre.- terminó diciéndome con una sonrisa en sus labios.

Cuando me di cuenta, yo también tenía una en los míos.

-Bueno, hijo, ahora sí tengo que irme. Te aseguro que mis pacientes ya me están esperando. Son siempre tan puntuales. Nos vemos más tarde. De eso estoy seguro.

-Nos vemos, padre.- y sin más, salió por la puerta dejándome solo con mi esposa.

Y como por arte de magia, como si ella también hubiera sentido que ahora estábamos solos, vi cómo sus párpados se movían ligeramente. Mi respiración se atoró en mi garganta y aguanté el aliento esperando a ver qué sucedía.

Su mano derecha comenzó a moverse un poco, sus dedos palpaban las sábanas. Su respiración se volvía más ligera y su cabeza comenzaba a moverse también. De pronto, lo que estaba esperando por tanto tiempo, al fin sucedió.

Ella abrió los ojos.

 



BELLS POV

Sentía mi cuerpo ligero, como una pluma, y me imaginaba volando o flotando como lo hacían los astronautas en el espacio. No sentía dolor… solo paz. Y por eso me preguntaba… ¿eso significaba que estaba muerta? ¿Habría sucedido realmente? ¿Había logrado salvar a mi hijo y luego había muerto? Porque mi hijo estaba bien, ¿no? ¿Realmente di a luz? ¿Volví a Forks como recordaba? ¿O era uno de los tantos sueños que tenía? ¿Todo había ocurrido de verdad?

En un instante, localicé mis brazos, mis manos, mis piernas, mis pies, mi cabeza. Lo sentía todo. Intenté moverlos y lo conseguí rápidamente. Pero aún seguía en la inconsciencia. Lo sabía porque no veía nada real a mi alrededor. Todo era blanco. Pero poco a poco, ese blanco se tornó gris y ese gris comenzó a tomar color. Traté de abrir los ojos lentamente; no quería marearme por el fuerte impacto. No sabía si era de noche o de día, así que más vale prevenir que lamentar.

Una sombra apareció al frente de mí. Aún estaba borroso, no lo podía distinguir. Veía ligeramente su silueta, pero poco a poco la imagen se fue aclarando. Abrí y cerré los ojos varias veces, apretándolos para intentar ver con más claridad y lo estaba consiguiendo.

Fue ahí que lo vi.

Frente a mí, allí, viéndome con los ojos húmedos y una sonrisa en sus labios. Su mirada me atrapó, sus ojos esmeralda me convirtieron en su prisionera, y no me dejaron abandonarlos. No pude apartar mis ojos hasta que él dirigió los suyos a otras partes de mi rostro. Y al igual que él, lo analicé. Tenía pequeñas ojeras en sus párpados, estaba un poco más delgado que antes, pero seguía siendo el mismo. El mismo desordenado cabello broncíneo, los mismos carnosos y rosados labios… el mismo rostro hermoso del que me enamoré hace tantos años atrás. Seguía siendo mi Edward. Porque él era de verdad mi Edward, ¿no? ¿Verdad que no era un sueño? Yo sí volví, ¿no?

-Ed…- estuve a punto de llamarlo para que me confirmara que en realidad estaba ahí, que no era un sueño, que no era de aquellos que siempre se convertían en pesadillas, pero me detuve cuando sentí sus manos tomar la mía, que descansaba a mi costado. Esa fue mi respuesta. No necesitaba más. Él estaba conmigo… lo que significaba que todo había sucedido realmente. Edú, el nieto de aquella mujer brasilera, me había ayudado a regresar con mi familia… yo había llegado a mi hogar… vi a Edward y luego… un dolor… un dolor intenso en mi vientre…

Mis manos volaron instintivamente a mi… pero no tenía nada. Ya no había nada allí. Bajé mi vista hacia mis manos, que seguían posadas en mi vientre, y cuando vi nuevamente a Edward, él estaba viendo mis manos para luego volver a unir nuestros ojos. Su mirada relajada y dulce, me tranquilizó. Su sonrisa sincera me llenó de paz, como siempre había logrado. Lentamente, vi su rostro acercarse al mío. Era lo único en que se centraba mi campo de visión. Sus ojos más cerca… sus labios cada vez más cerca de los míos. Pero de pronto, sentí una de sus manos posarse sobre las mías. Al verlas unidas, como en mis sueños, el brillo de su aro de matrimonio atrapó mi mirada. Y me di cuenta de que mi aro no descansaba en mi dedo anular.

Los minutos pasaban y ambos seguíamos en silencio… mirándonos.

Pero él seguía acercándose… más… más… hasta que sentí su mano en mi mejilla. La acariciaba con suavidad, pasando sus dedos por todos los contornos asegurándose de que era real eso que tocaba, mientras yo buscaba más contacto inclinando mi rostro hacia su mano y recargándola más en ella. Cuando me di cuenta, ya podía sentir su aliento confundirse con el mío, refrescándome, agitando mi corazón debido a que sabía que aquello que había estado esperando todos estos meses, por fin sucedería. Mis ojos volaron a sus labios que aún formaban una sonrisa y mis manos se liberaron y se dirigieron por instinto a su rostro a centímetros del mío. Con mis dedos temblando, lo palpé para convencerme de que no era mi imaginación, y luego deslicé mis palmas por sus mejillas, sintiéndolas por fin. Mis ojos se cerraron mientras la sensación de alivio recorría todo mi cuerpo. Mis manos viajaron por sus ojos, su nariz, sus labios, su mentón, hambrientas por tener más, hasta que llegaron a sus cabellos. Los masajeé como solía hacer siempre y tiré de ellos como hacía siempre también, ganándome un jadeo que terminó en gemido. Cuando abrí mis ojos, vi los suyos cerrados, y sentí su respiración cada vez más acelerada.

Poco a poco, me fui acercando, sin dejar de mirar entre sus labios y sus ojos una y otra vez… hasta que por fin pude rozarlos. Mi boca tembló y fue invadida por una corriente de electricidad cuando hicieron contacto. Por fin, por fin podía besarlo nuevamente… lo necesitaba tanto… tanto… que, por más que lo intentara, no podía ser delicada. Mis manos en su cabello se apretaron y tiraron de ellos nuevamente a la vez que lo empujaba hacia mí, ocasionando que nuestros labios chocaran con salvajismo y desesperación. Sin esperar una reacción por su parte, lo besé con ganas, con todos esos sentimientos que había guardado este tiempo alejada de él… con pasión, tristeza, dolor, abandono, alivio… con amor. Sin poder evitarlo, ambos nos sumergimos en las sensaciones que nos invadían, mientras nos seguíamos besando con desesperación. Sin que pidamos permiso, arremetimos en nuestras bocas buscando nuestras lenguas… sintiendo nuestro sabor… ese que tanto había anhelado… pero queriendo más. No fue hasta más tarde que me di cuenta que mi rostro estaba siendo enmarcado por sus manos apegándome más a él, a la vez que sentía casi su peso encima de mí. Mis manos viajaban desquiciadas por su rostro, explorando más allá hacia su garganta, su pecho, subiendo por sus hombros, sintiendo sus brazos, que tanto había extrañado sentir mientras me rodeaban por las noches.

Pero todo lo que empieza… tiene que terminar. Y el responsable de ello era, una vez más, el maldito oxígeno. Nos separamos jadeantes, pero ansiosos por más, sin embargo, sabíamos que tendríamos tiempo más adelante para besarnos y… hacer otras cosas. Ahora, teníamos tanto qué decirnos, al menos yo a él. Sin dejar de tocarnos, nos sonreímos con ese característico brillo en los ojos y los labios hinchados. Él se acercó nuevamente, rozó mis labios, y luego se separó.

-Hola, amor. Por fin despertaste.- me susurró mientras apoyaba su frente en la mía.

-Edward…- sin haberlo planeado, mi voz se quebró avisando que estaba por empezar el llanto.

-Shh… ya pasó, cariño. Estamos aquí, juntos… eso es lo más importante.- yo cerré los ojos y asentí sin decir una palabra.- ¿Cómo te encuentras? ¿Te duele algo? ¿Necesitas algo?

-No… estoy bien. Bueno, tal vez… un poco de agua…- no tuve que decir más para que me soltara y vaya por la bendita agua, para lo que fue al otro extremo de la habitación, cogió una jarra llena de agua y llenó uno de los vasos que había junto a esta. Volvió casi corriendo, me entregó el vaso con cuidado y se sentó a mi costado, cogiendo el vaso por si acaso la fuerza me traicionaba. Bebí hasta que me sacié, e hice ademán de retirar el vaso, pero él hizo el trabajo, dejándolo sobre el velador al costado de la cama. Sin poder esperar más, rodeé su cintura, sin importarme el suero ni cualquier otra aguja o tubo que tuviera conectado, y lo apreté con fuerza. Él me correspondió al instante y recostó su cabeza sobre la mía, que estaba acurrucada en su pecho, para después besar mis cabellos.

-Tuve tanto miedo, Edward. Pensé que…

-Shh, amor, ya no pensemos en eso, por favor. Sé que en algún momento me vas a contar qué fue lo que sucedió después del accidente… sé que quieres hacerlo, pero no ahora. Solo hay que disfrutar de este momento, que estamos juntos nuevamente, y que me has vuelto a hacer el hombre más feliz del mundo.- ahí lo recordé nuevamente… mi bebé. Me separé abruptamente de mi esposo y fijé mi vista en la suya.

-¿Cómo está…? ¿Está bien? ¿Edward? ¿Cómo…?- mi corazón había comenzado a latir con fuerza por la angustia de saber cómo estaba mi bebé, pero Edward me calmó.

-Bella, cielo, tranquilízate. No es bueno que te agites. Nuestro bebé está bien. Fue niño, ¿lo recuerdas?- me habló con dulzura, buscando en mis ojos el recuerdo de mi bebé.- Estabas muy débil, así que quizás no lo tienes claro, pero…

-Sí… lo recuerdo.- lo corté. Claro que lo recordaba. El bebé más hermoso del mundo. Era la mujer más afortunada. Traje al mundo a la niña y al niño más bellos del planeta… qué planeta, del universo. Y tenía a mi esposo perfecto.- Nuestro bebé… quiero verlo… ¿dónde está? ¿Estás seguro de que nació bien?- las preguntas salían sin que yo las pudiera controlar, pero es que era algo que quería saber.

-Sí, amor. Todo salió muy bien al final. Tuvieron que practicarte una cesárea para sacar a nuestro bebé, ya que era prematuro, pero él está bien. Carlisle me dijo que había evolucionado bien y que más tarde en la mañana nos lo traería para que le des de lactar, ya que no acepta bien las fórmulas que le han dado. No le gustan.- me informó con una sonrisa. Yo no pude evitar devolvérsela.

-¿Y dónde está…?- pero ella interrumpió mi pregunta.

-¿Mami?- mis ojos la buscaron con desesperación y la encontraron paradita en el marco de la puerta mirándome. Detrás de ella estaba una enfermera, pero no me preocupé en reconocerla. Mis ojos se clavaron en mi pequeña hija. Cuánto la había extrañado. La recorrí entera para ver todo cambio que me haya perdido y me di cuenta de que su cabello estaba más largo, y había crecido, lo que había ocasionado que se le vea más delgada. Traía en sus manos un jugo de naranja en un vaso descartable con tapa, de donde sobresalía un sorbete (N/A: he visto en algunos fics, que este objeto recibe también el nombre de “pajilla”). Mi hija se había quedado ahí, parada, solo viéndome, pero no se acercaba a mí. Edward se puso de pie, pero ella no se molestó en mirarlo. Sus ojos se agrandaron un poco y vi cómo su labio inferior temblaba ligeramente. Un movimiento casi imperceptible, pero yo lo vi. Tendí mis manos hacia ella, indicándole que se acercara. Ella seguía sin moverse. No despegaba sus ojos de los míos. De reojo, pude ver cómo Edward trataba de caminar hacia ella, pero con una mano, se lo impedí. Quería hacerlo yo. Quería que Kat venga a mí, porque yo la estaba llamando, porque quería demostrarle que era yo realmente la que estaba frente a ella, que era su mamá, que nunca había dejado de serlo. Y ella me tenía nuevamente a su lado.

Volví a extender mis brazos hacia ella, pidiéndole que me dé un abrazo. Pero ella no reaccionaba. Intenté lo último que tenía en mente.

-Kat, pequeña… hijita… soy yo… mami… ven, amor…- intenté llamarla, pero solo conseguí que su labio inferior temblara más. A estas alturas, estaba luchando porque mis lágrimas no cayeran de mis ojos. Así que, tratando de ocultar mi llanto, incliné mi rostro hacia un costado y pestañeé, tratando de eliminar las lágrimas que aún no caían.

En ese pequeño lapso de segundos, sentí volver a ser rodeada, volver ser llenada de ese calor que me había hecho falta.

Kat me abrazaba tan fuerte como sus bracitos le permitían y trataba de rodearme toda, mientras escondía su carita en pecho. Mis brazos reaccionaron y la apretaron más a mí, sintiéndola por fin. Sintiéndola mía nuevamente y sabiendo que allí, en mis brazos, siempre estaría segura.

-Corazón… mi niña… cuánto te extrañé, cielo.- aquellas lágrimas que había querido botar fuera, regresaron, y ahora no pude detenerlas. Bajaron como ríos por mis mejillas, mientras mis labios besaban cada parte que alcanzaban de mi hija. La abracé por no sé cuánto tiempo, y ella no habló. Mientras yo seguía llorando, pero ahora de alegría, ella se fue separando de mí. Sus ojos me buscaron y frunció el ceño ligeramente, preocupada, cuando vio mis ojos. Yo le sonreí mientras le acariciaba sus cabellos, retirando aquellos que le caían por los ojos. Ella, por su lado, siguió apoyada en mi cuerpo, pero levanto sus bracitos, reposando sus manos en mis mejillas, limpiando mis lágrimas.

-No llodes, mami. No llodes. Yo te cuido.- me susurró con su vocecita quebrada por el llanto. Yo, con mis manos temblando,  la tomé del rostro y besé su frente.

-Yo sé que me cuidas, princesa… siempre.- le susurré de vuelta, dejando suaves besos en sus mejillas.

-¿Ya no te vas a id, mami? ¿Vedá?- me preguntó con sus ojitos aún aguados.

-No, mi vida. No me iré nunca.- le dije sin dejar de mirar sus grandes ojos. Ella me sonrió de vuelta y con sus ojos brillantes de felicidad, me dijo:

-¿Vedá que Diosito te dejó vení poque papi y yo te estañamos mucho?- cuando me dijo eso, me di cuenta de que Edward le había dicho que yo estaba… muerta. Y me dolió en el pecho haber hecho sentir tanto dolor a mi familia. Pero tenía que deshacerme de él; ahora las cosas eran diferentes. Ahora, íbamos a ser felices.

-Sí, cariño. Diosito me dejó volver con ustedes porque solo con ustedes soy feliz. Solo con ustedes.- ella aún sonriente se acurrucó en mi pecho y allí se quedó. Yo besé sus cabellos y recosté mi rostro allí para absorber su dulce olor. Pero mis ojos buscaron los de Edward, que se encontraba aún parado cerca de la puerta y me miraba con tristeza en los ojos y vocalizó en silencio un “perdóname”. Sabía que era por lo que Kat me había dicho; porque ella pensaba que yo estaba muerta. Claro que mi hija tenía su forma de expresarlo y suponía que eso le había dicho Edward: que yo estaba con Diosito.

Yo solo negué con la cabeza y le dije con los ojos que no me afectaba. Ya no. La voz de mi hija me hizo prestarle atención nuevamente.

-Yo sabía que Diosito es muuuyy beno, poque yo le pedí que te taiga de nevo y ahoda aquí estás comigo, con papi y mi hemanito. Te quiedo mucho, mami. Y a Diosito tamién lo quiedo mucho- me dijo abrazándome. Mis lágrimas luchaban por salir nuevamente. Con solo imaginarme a mi pequeña pidiéndole cada noche a Dios en sus rezos que traiga de vuelta a su mamá, se me partía el corazón.

No podía hablar. Si decía una sola palabra, o si lo intentaba, mi voz se quebraría y mi hija me había pedido que ya no llorara. Así lo iba a hacer, pero ella no me lo estaba poniendo fácil. No cuando me había dicho todo eso.

-Mami y yo también te amamos, cielo. Y también agradecemos a Diosito porque mamá y tu hermanito estén sanos y con nosotros.- dijo Edward acercándose, hasta quedar al lado de Kat y abrazándola tanto a ella como a mí. Nos quedamos en esa posición por lo que me parecieron segundos, pero sabía que había pasado más tiempo, hasta que mi pequeña comenzó a hablar, como era común en ella.

-¿Y cuándo voy a ver a Andiu? Quiedo cuidalo y quiedo…- Edward reaccionó antes que yo.

-¿Andrew? ¿De quién hablas, princesa?- le preguntó con el ceño fruncido.

-Ay, papi. Mi hemanito Andiu. Yo ecogí su nombe… ¿te guta?- tanto él como yo nos quedamos mirando a nuestra hija.- ¿te guta, mami? ¿Así se puede llamá mi hemanito?- me preguntó mirándome ahora fijamente mis ojos, expresándome con los suyos mucha ilusión. Yo le sonreí y asentí. Andrew me parecía un muy lindo nombre. Y con el que yo había escogido, o el que siempre estuvo en  mi cabeza desde que quedé embarazada por primera vez, hacían el nombre perfecto para mi bebé.

-Sí, cielo. Tu hermanito se llamará Andrew.- ella saltó en la cama de alegría gritando y riendo por su triunfo, pero Edward la detuvo, ya que el movimiento que provocaba me incomodaba la herida de la cesárea.- Pero, princesa, yo también tengo un nombre para él. ¿Qué te parece si le agregamos ese nombre al que tú escogiste?- le propuse, a lo que ella frunció el ceño al principio, pero luego me miró y me preguntó:

-¿Y qué nombe ecogiste tú, mami?

-Gabriel. ¿Te gusta?-le pregunté con una sonrisa, viendo su carita concentrarse. Puso su manita en su barbilla y pensó.

-Uhmmm…- murmuró algo para sí misma, como probando los dos nombres juntos, y luego continuó- siiii, me guta mucho, mami.- saltó a mis brazos, provocándome algo de dolor, pero no se lo expresé porque no le quería hacer sentir mal, pero Edward sí se dio cuenta. Sin embargo, evité que dijera algo.

-Entonces… tu hermanito se llamará oficialmente Andrew Gabriel  Cullen Swan, ¿qué tal?- le pregunté, pero también buscaba la aprobación de Edward, que me miraba feliz y supe que también le había gustado.

-Síííííííííííí… me guta muchooooo… pero… ¿cuándo lo vamos a vé? Es que quiedo dale muuuuuchos besitos… ¿dónde está mi hemanito, mami?- Edward respondió por mí.

-En un rato más, lo traerán, princesa.- le dijo alegre.

-¿De vedá?- casi podía decir que se le salían los ojos a mi hija.

-Sí, cariño. Ya falta muy poco.

Nos quedamos conversando de cosas triviales. Yo solo escuchaba a mi pequeña contarme todo lo que había hecho en mi ausencia, y qué travesuras me había perdido de sus primos, pero que ella no había formado parte de ellos, porque era una niña buena y ya era grande. Sonreía divertida cada vez que ella lo decía con su expresión seria, como de una adulta. Y ella no paró de hablar… hasta que tocaron la puerta. Edward contestó con un alegre “adelante”, debido a las ocurrencias de mi hija. Nos estaba mostrando qué carantoñas hacerle al bebé para que no se aburriera y no llorara. Las caras que hacía eran tan graciosas que de tanto reírme, mi herida me comenzó a doler. Pero no le di importancia. Intentaba respirar hondo para calmarme, ya que tampoco quería que los puntos se rompieran y todo se complicara.

-¿Se puede? Hay un pequeño aquí que reclama a su mami.- Entró Carlisle acarreando una especie de cuna de plástico con rueditas, donde estaba mi bebé.

-¿Y yo?- reclamó Kat, colocando sus manitas firmes en sus caderas y frunciendo el ceño a su abuelo.

-Y a su hermana mayor, también, princesa. Sabes que el bebé te quiere mucho.- le dijo con dulzura para que no se enojara.

-Quiedo velo, quiedo velo.- repetía una y otra vez, dando saltitos en el suelo. No me había dado cuenta en qué momento se había bajado, pero ahí estaba ella, intentando llegar al extremo superior de la cunita donde estaba su hermanito, que ya se estaba inquietando por el alboroto.

Carlisle lo tomó en brazos para entregármelo, lo que ocasionó que Kat jalara su pierna hacia abajo para que su abuelo haga caso a lo que ella quería.

-Abelito, quiedo… quiedo…- le decía dando saltos.

-Primero, tengo que dárselo a tu mami para que lo alimente, princesa.- le dijo con paciencia a mi hija.

-Pero yo quiedo… quiedo…- decía mientras Carlisle avanzaba, hasta que llegó a mí y colocó en mis brazos a mi bebé, que tenía los ojos bien abiertos y ahí pude darme cuenta de lo verdes que estos eran. Iguales a los de su padre. Pero su mata de cabellos desordenados no eran tan cobrizos. Era como una mezcla de mi color de cabello con el de Edward. Ni tan claro ni tan oscuro. Lo acomodé para poder amamantarlo, mientras seguía escuchando los reclamos de Kat, hasta que…- ¡Ahhh!- exclamó mi pequeña tapándose sus ojos con sus manitas. Todos la miramos en silencio, hasta que habló- ¿Po qué mi mami muesta su bubi?- preguntó haciendo que se ruborizaran sus mejillas. Yo solo reí porque había olvidado que mi hija nunca había visto a alguien amamantar a su bebé.

-Así le da de comer a tu hermanito, cariño.- le respondió Edward, tomándola en brazos y quitando sus manitas de sus ojos, aunque al principio se rehusó a hacerlo. Ella miró primero hacia mí y luego volvió sus ojos a los de su papá.

-¿Po qué mi hemanito no come como yo?- le preguntó.

-Porque él es muy pequeñito y no puede comer lo que todos comemos. Además, no tiene dientes aún, así que solo alimentarse de leche.

-Pero mi hemanito no está tomando lechita de un vaso como yo.- dijo Kat confundida. Edward estaba tratando de encontrar las palabras para explicarle.

-Verás, princesa, cuando una mami va a tener un bebé… uhm… sus bubis, como les dices, se llenan de lechita, como si fueran… uhm… mamaderas, como la de tus primitos, ¿te acuerdas?- ella solo asintió sin dejar de verlo con sus grandes ojos llenos de curiosidad por lo que le estaba diciendo su papá.- Bueno, pues, las bubis de mami son como mamaderas para tu hermanito, y así él puede alimentarse- Kat abrió ligeramente sus labios y volteó hacia mí, pero no me miró exactamente, sino miró a su hermano que succionaba con ganas uno de mis senos. Edward siguió hablando.- Cuando tú eras una hermosa bebita así de pequeñita, mami también te alimentaba como ahora hace con tu hermanito.- al decirle eso, ella se volvió hacia él y esta vez sus labios sí formaron la perfecta O.

Kat pataleó un poco, indicando que quería que su papá la bajara, y así lo hizo Edward. Ella caminó hacia la cama y quiso subirse, pero no alcanzaba. Edward la ayudó y mi hija se sentó a mi costado sin dejar de ver a su hermanito alimentarse. En un momento, el bebé se atragantó con la leche, por lo que comenzó a sollozar, pero lo calmé meciéndolo un poco y cantándole una melodía a la vez, mientras frotaba la parte de atrás de su cabecita. Kat me imitó y comenzó a tararear despacito y acarició con cuidado la cabecita de su hermanito, como si supiera realmente cuán frágil era aún.

De pronto, una luz dio en mi cara, inquietando un poco a Andrew, que ya estaba dormido en mis brazos. Cuando levanté mi rostro, vi a Edward con la evidencia en sus manos: una cámara fotográfica. Él solo me devolvió la mirada con una sonrisa y encogió sus hombros como restándole importancia. Pero Kat, cuando se dio cuenta de por qué su hermanito casi se había despertado y había empezado a llorar, miró a su papá con el ceño fruncido y levantando su dedito índice, lo señaló, colocó su otra manita en su cadera y lo regañó. Ni Edward ni yo entendimos lo que ella dijo porque lo susurró para no despertar a su hermano, pero igualmente Edward se disculpó haciendo un puchero, que Kat aceptó. Luego, volvió a arrullar a Andrew, nuevamente profundamente dormido.

Sentí que Edward nos tomó más fotografías, pero no por el flash, ya que lo había sacado para que no nos diéramos cuenta; pero, sentí el casi imperceptible zumbido que hacen las cámaras al tomar una fotografía, y como nos encontrábamos en una habitación en silencio, lo escuchaba más claramente.

Lástima que el silencio no sería eterno. Aunque eso yo ya lo sabía. Y el dueño del alboroto al inicio fue… sí…

Emmett.

-¿Dónde está Belli…?- pero fue cortado por una muy enojada Kat que se bajó de un salto de la cama para detener a su tío que había despertado totalmente a su hermano y este había comenzado a sollozar. Sin molestarme por la presencia de mi amigo, comencé a alimentar nuevamente a mi pequeño, ocasionando que Emmett se me quedara bien, pero bueno no realmente a mí, sino ahí donde se encontraba mi hijo succionando con ganas. Ante esto, Edward se dio cuenta y le dio un golpe en la nuca, y cuando Kat vio hacia dónde miraba su tío, corrió nuevamente hacia a mí, y no sé cómo, pero saltó, se subió a la cama y me cubrió con su cuerpo, mientras miraba ceñuda a Emmett. ¿Es que acaso él nunca había visto a Rosalie alimentar a sus hijos?

-No hagas que te golpee más, Emmett.- lo amenazó Edward.

-No mides el bubi de mi mami, tío Em.- le exigió mi hija sacándole la lengua. Luego, mi amigo reaccionó.

-Oh, sí, lo siento… fue solo… ¡Bella!... uhm… Sor… ¿presa?- dijo tartamudeando y tendiéndome un arreglo floral y unos globos que decían “It’s a boy”. Yo le sonreí.

-Muchas gracias, Em. ¡Vaya! Sí que extrañé tus tonterías.- quería decirle más cosas, pero él dejó de ser el único visitante.

-Amiga…- escuché que su inconfundible voz me llamó. Alice y Rose estaban paradas en el umbral de la puerta de la habitación, sonrientes, pero con los ojos rojos, vestigio de que habían estado llorando. Al instante, me emocionaron, pero no podía llorar. Me hija me lo había pedido, recordé.

-Chicas… No se queden ahí… vengan a darme un abrazo.- traté de aligerar el momento. Ellas reaccionaron al instante y vinieron a mí. Alice me sacó una sonrisa con sus conocidos saltitos. Si no la conociera de hace tantos años, juraría que aún era una adolescente. Cuando llegaron, recibí un abrazo múltiple. Pero que no duró mucho, ya que Kat nos separó.

-Mi hemanito no pede despidá.- dijo ella haciendo a un lado a Alice y Rose. Ellas la miraron divertidas.

-¿Y cómo lo sabes, corazón? Yo lo veo muy bien dormidito.- le preguntó Alice.

-Poque… poque… yo sé.- solo respondió, indicando que no iba a decir más.

-Está bien. Nosotras hablaremos después.- le dijo Rose.

Y siguieron llegando las visitas.

No me había dado cuenta, ya que mis ojos se habían concentrado en mi bebé y los arrullos que le hacía mi pequeña princesa. Pero un sollozo me hizo levantar la vista. Y como si de una atracción magnética se hubiese tratado, lo primero y lo único que vi fue a mi madre parada en la puerta, con un pañuelo en sus manos y lágrimas cayendo mientras me miraba. Fue muy duro para mí no seguir su ejemplo, pero respiré hondo y lo único que pude hacer en ese momento, ya que mi voz se había perdido, fue sonreírle. Cuando ella empezó a caminar, me di cuenta de que a su costado estaba Esme, también con los ojos rojos, y detrás de ellas venían Carlisle y Charlie. Mi suegro apretando el hombro de mi padre, cuyos ojos estaban húmedos, pero no dejaba salir sus lágrimas. Él llegó al lado de Reneé y la tomó de la cintura. Enseguida, Esme se hizo a un costado y fue con Carlisle, que la recibió en sus brazos al igual que mi padre a mi mamá.

En ese momento, al verlo así, juntos, me di cuenta de cuánto los había extrañado. La sensación de necesidad de ellos me golpeó y quise abrazarlos… abrazarlos muy fuerte.

Con esa decisión, cogí a mi bebé y lo coloqué con suavidad en la cunita en la que había llegado. Kat, casi instintivamente, se bajó de la cama y fue con su hermanito, que gracias a Dios seguía dormido. Cuando lo hube dejado bien acomodadito, miré nuevamente a mis padres, y en ese momento, mis fuerzas flaquearon… Fracasé. Dos lágrimas cayeron por mis ojos, y rogué porque mi hija no las haya visto. Al ver que mis papás se habían detenido, atiné a extender mis brazos, indicándoles que los quería cerca. Les sonreí y ellos a mí. En un abrir y cerrar de ojos, tenía a Reneé casi sobre mí, llorando en mi pecho, y a mi padre al otro lado abrazándome lo que podía y besando mis cabellos.

-Mi hija… estás bien… al fin puedo abrazarte… No sabes cuánta falta… nos has hecho, hija… cada noche… cada segundo del día… siempre estabas con nosotros.- y diciendo esto, mi mamá comenzó a repartir besos por toda mi cara. En ese momento, tenía a mis padres llenándome de besos por aquí y por allá como cuando era una niña y lograba hacer algo nuevo. Yo solo pude reír por haberme sentido así. Al fin tenía a mis papás nuevamente junto a mí y podía sentir sus abrazos y todo el amor que ellos me brindaban.

-Yo también los extrañé… mucho… pero ahora estoy aquí… mamá… ya no llores.- ahora sonaba como mi hija conmigo hace unas horas. Y pensando en ella, hizo acto de presencia.

-Sí, abelita Dené. Ya no llodes. Tienes que deíd… pero no hagas duido poque mi hemanita se despieta. Shh.- eso logró sacarle una sonrisa a todos los presentes, y a mi mamá tenderle los brazos para recibir a su nieta, que fue corriendo hacia ella de puntillas, y la abrazó y besó.

Todos estaban aquí… Bueno, claro que los pequeñines no habían venido, ya que siendo tantos y tan chiquitos aún, no podrían controlarse y no hacer ruido, así que los habían dejado al cuidado de sus niñeras. Pobrecillas. Controlarlos ellas solitas. Me compadecía de ellas. Pero prácticamente, todos mis amigos estaban aquí. Solo faltaban Jake y Nessie, quienes, según nos había dicho Alice, ya estaban en camino. Habían tenido un problemilla con la niñera de Will, que no había podido quedarse con el pequeño, y estaban viniendo los tres y ver si lo podían dejar un momento en la guardería del hospital, mientras me visitaban. Y, claro, no podía olvidarme de Edú y Kari, que en estos momentos estaban teniendo una cita con el pediatra, ya que Kari no se había sentido bien. Al parecer, el clima no le había caído bien, pero ya estaba controlado. Con saber que los tendría en mi habitación en un rato más, bastaba para que mi sonrisa volviera a mis labios. Eso era todo lo que necesitaba. A todos juntos nuevamente. Respiré feliz y muy hondo, viendo cómo mis amigas, mi suegra y mi madre le hacían carantoñas a Andrew, pero este no les prestaba atención a ellas, sino a su hermana, que parecía divertirse haciéndole caritas a su hermano. Mi padre, Emm, Jazz y Carlisle hablaban del último juego de fútbol americano, como siempre. Y Edward… Edward…

En ese momento, como si de un poder telepático se hubiese tratado, sentí sus brazos rodear mi cintura. Recosté mi rostro en su pecho y recibí de su parte un beso en mis cabellos y que sus brazos me apretaran más hacia él.

-Bienvenida a casa, amor.

-Extrañé mucho sentirme así, Edward. Pensé que no…- pero él me interrumpió, poniendo dos de sus dedos sobre mis labios.

-Shh… esas palabras no deben salir de tus labios… Ni siquiera deberías pensarlo. Es pasado, amor. Ahora estamos juntos. En casa.- me dijo besándome lento, pero no duró mucho, ya que se escucharon gargantas aclararse. No separamos y yo solo sonreí.

Sí que estaba en casa.

 

Continuará…

 



Holaaaa chicas….. aiinnsss me perdonan por la tardanza?? Pliiizzz… es k estuve en crisis… Fue mi semana de parciales y estaba ya bien estresada, pero no solo eso… han escuchado de la Saga Hush Hush… el 4 de este mes salió el 3° libro y estaba muy ansiosa por leerlo, pero mi inglés no es bueno =(    Sin embargo, unas chicas de un foro lo tradujeron todito y para el  fin de semana ya estaba listo y… y… no pude contenerme… necesitaba leerlo y… lo leí. Perdónenme, perdónenme… pero ya pasó, lo terminé de leer… y me puse a escribir como loca… con todas esas emociones que me dejó el libro…

Bueno, espero que les haya gustado el cap… lastimosamente, tengo k decirles k ya stamos llegando al fin de esta historia… ayy me pone muy triste…. Terminarlo… suena como algo tan… no sé… no pensé llegar hasta aquí… pero gracias a ustedes, aquí estoy…Les agradezco mucho su apoyo, sus hermosas palabras y el no haberme abandonado T^T

Ayy yaa… mucho sentimentalismo… uhmm solo para terminar, les digo k como ahora estoy libre… el domingo les tendré el prox cap bien listo y posteado como recompensa por haberme esperado hasta ahora… uhmm yyyy recuerdan k les pregunté si les gustaba Nessie & Jake??? Es k hace un time, un OS de ellos nubla mi mente… y por más k he tratado de ver a Ed & Bells en vez de los anteriores, no he podido… es como si el OS fuera para Nessie & Jake y nadie más… así k kería saber si les gusta o no para escribirlo o mejor me pongo a pensar en otro proyecto… a ver k hay… así k les agradecería mucho saber k piensan acerca de esto y claro del cap de hoy… ahora sí me despido… chauuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu y cdns mucho… nos leemos prontitoooo

 

Lyhaane.

Capítulo 24: CHAPTER 23 Capítulo 26: CHAPTER 25

 
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