Todo Gracias a mi Cuaderno de Historias (+18)

Autor: Lyhh_mt
Género: Romance
Fecha Creación: 21/04/2011
Fecha Actualización: 26/09/2012
Finalizado: SI
Votos: 16
Comentarios: 87
Visitas: 117132
Capítulos: 28

 

La vida de Bella Swan no es color de rosas. El hombre al que amaba ni la miraba. Al no poder transmitir sus sentimientos, plasmaba todas sus fantasías con ÉL en un cuaderno. Un día, ese cuaderno cambiará su vida para siempre... ¿cómo? averígualo aquí.

 

Amor… odio… dolor… felicidad… y sobre todo… suspenso… muuucho suspenso…

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Hola, me llamo Lyane y este es mi primer fanfic. Bueno, qué decirles… me gusta mucho escribir y espero la opinión de ustedes, las lectoras (yo también soy lectora, por eso sé la importancia de la opinión y críticas de ellas a las autoras). Me encantaría saber lo que piensan… claro, pondré todo de mi parte para que esta historia sea de su agrado… yyy con respecto a los mensajes que sé que envían en donde incluyen insultos y demás, pues solo los ignoraré… si es que en esos mensajes, e incluyen algo así como críticas constructivas, que me ayuden a mejorar, que es lo que me importa, entonces, los tomaré en cuenta; mas no aquellos que solo ofendan…

Bueno, espero que les guste la historia y espero sus opiniones…

Lyhaane.

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Capítulo 24: CHAPTER 23

DISCLAIMER: Los personajes le pertenecen a la grandiosa Stephenie Meyer... la admiro tanto!... okz okz... yo solo plasmo las ocurrencias de mi mente y juego con sus personajes.


EDWARD POV

Bella estaba… embarazada.

Embarazada… y todo este tiempo… ¿Dónde había estado?

Mi corazón estuvo a punto de salirse. No podía creerlo. Mi hijo crecía en su vientre… otra vez… pero lo más importante… ella estaba viva.

Viva… Ahora, todo sería como antes. Ahora…

Fui sacado de mis pensamientos cuando una mueca de dolor se pintó en el rostro de mi Bella. Ella se cogía el bajo vientre y su espalda se inclinó hacia adelante. Al siguiente segundo, vi cómo su cuerpo perdía el equilibrio y caía, como en cámara lenta. Por instinto, alargué mis brazos y la cogí rodeándola y dejando que su cuerpo chocara suavemente con el mío. Mi cuerpo se movió por sí solo. La amoldé lo más que pude a mí. Mi rostro se inclinó y hundí mi nariz en su cabello. Después de mucho tiempo, volví a respirar larga y profundamente.

Fue como… como si mi alma hubiese vuelto a su lugar. Sentí como si nuevamente perteneciera a este mundo… como si el pequeño ancla que me sostenía en la tierra de un momento a otro se hubiese vuelto más grande y más pesado, no dejándome ir. Bella estaba conmigo nuevamente… eso era todo lo que necesitaba…

-¡Aaaah!- gimió ella en mi pecho, amortiguando su grito en mi camiseta. Fue ahí cuando lo sentí.

Su vientre… estaba más duro que una roca… así como cuando… ¡Oh por Dios!

Bella estaba de parto. Ella iba a dar a luz a nuestro hijo.

En el momento en que ese pensamiento surcó mi mente, sentí unas pataditas en estómago. Mis ojos se llenaron de lágrimas. Mi cuerpo estaba fuera de control. No me obedecía. Mi mente comenzó a volar en mi subconsciente. Imágenes de Bella, Kat, yo y un hermoso bebé en los brazos de su madre nublaron mi vista. Mis brazos la aprisionaron aún más a mi cuerpo, sin querer soltarla nunca más. Ella me correspondió. Sus manos apretaban mis brazos con fuerza, como queriéndome demostrar lo mismo. Su agarre se apretaba más… más… tanto que estaba empezando a ser doloroso. No sabía que ella podía tener tanta fuerza. Una vez me había dejado marcas, pero fue cuando estábamos en el hospital, unas horas antes de que…

-¡Aaaah!... Ed… ¡Aaaah!- sus gemidos de dolor comenzaron a subir de tono y fue ahí cuando mi mente y cuerpo volvieron a mí. Bella estaba sufriendo. Y yo no podía hablar. ¡Maldita voz! Cerré los ojos para concentrarme en lo que tenía que hacer. Había estado en shock por la aparición de Bella, pero más tarde tenía tiempo suficiente para preguntarme a mí mismo “¿Cómo había sido posible?” tantas veces como yo quisiera. Ahora, Bella necesitaba ayuda médica. Y pronto. Cuando volví a abrir los ojos, estos se dirigieron a mi esposa, y mi voz salió por instinto.

-¡Llamen a una ambulancia!- logré gritar mientras veía cómo Bella se retorcía en mis brazos.

-¿Qué pasa, Edward? No grites. No ves que… ¡Oh por…!- Alice dejó de hablar, quedando en shock, casi como había quedado yo cuando vi a Bella en el umbral de la puerta. Pero no me estaba ayudando. Un doctor tenía que atender a Bella, pero ya.

-Alice… por favor… ¡Llama a una maldita ambulancia!- le grité, pero ella seguía ida. Desesperado, chillé a todo pulmón- ¡Ayuda! ¡Alguien llame a un doctor!- ¡Carajo! Mi padre es doctor- ¡Carlisle! ¡Carlisle!

-Hijo, qué tanto escándalo. Los niños…- Esme tampoco ayudaba. ¡Maldición! ¿Qué no podían shockearse en otro momento? De pronto, escuché una carcajada. Reneé.

-¿Qué les pasa, chicas? ¿Por qué…? ¿Qué miran?-Al igual que Alice y mi madre, ella se quedó inmóvil, pero a diferencia de las anteriores, se tornó tan pálida que parecía que desaparecería en cualquier momento. Al siguiente segundo, cayó al suelo, inconsciente.

Pero mis ojos dejaron la imagen de mi suegra, al sentir un muy fuertísimo apretón en mis brazos. Bella comenzó a gritar. Muchas lágrimas caían de sus ojos. Y cuando posé mis ojos en su vientre, lo vi.

Sangre. Mucha sangre pintaba de rojo el suelo de madera.

Por un segundo, mi cuerpo no respondió las órdenes de mi cerebro y el miedo me invadió. No la podía perder de nuevo. No esta vez. El destino no me la podía arrebatar de nuevo. Además, ahora no solo era ella, sino tamb…

-¿Mami?- escuché la voz de mi pequeña hija. Cuando la vi, ya todos se encontraban allí sin moverse, pero ella al ver que se trataba de su mamá, se soltó del agarre de Emmett y echó a correr hacia nosotros. Quise ordenarle que se detuviera… quise que alguien se interpusiera en su camino y que no la dejara ver en estas condiciones a su madre, pero al segundo siguiente ella ya estaba a mi costado… llorando a la vez que abrazaba a su madre. Bella la miró con adoración y una sonrisa pintó su rostro, pero eso cambió por una mueca de dolor y un grito asemejado a un aullido que salió de su boca. Fue en ese momento en que Kat vio la sangre.- ¡Mami!

Todo pasaba muy rápido. No sabía qué hacer primero. Mi mente trabajaba lento, confundido, estaba a punto de explotar. Grité sin poder evitarlo y cuando volví a ver a Bella retorcerse y toda esa sangre en el suelo, me olvidé de los demás. La tomé en mis brazos y me encaminé al exterior. Las llaves del auto siempre estaban en mi bolsillo derecho, así que, sin más, me dirigí al Volvo. Pero Kat me seguía aún, llorando por su madre. Ella no podía venir.

-Emmett, coge a Kat… ¡Ahora!- le grité a mi amigo. Él se recuperó y corrió hacia Kat, para luego cargarla. Mi hija comenzó a gritar.

-¡No, tío! ¡Suétame! ¡Mami! ¡Mamita, no te vayas! ¡Papi! ¡No!- y escuchando con mucho dolor los alaridos de mi hija, corrí hacia el auto, coloqué a Bella en la parte de atrás y me metí con rapidez al asiento de piloto. Arranqué y aceleré hasta el fondo.

Las llantas chirriaron en el asfalto y en un movimiento rápido ingresé a la carretera, donde comencé a manejar como un loco. Mis ojos se dirigían al espejo retrovisor y veía a Bella cogerse del borde del asiento, apretándolo con fuerza, y mordiéndose fuertemente el labio hasta casi sangrarle. Tenía los ojos cerrados. Por el movimiento de su pecho, me daba cuenta que intentaba calmarse y respirar hondo para no marearse con la sangre, pero no estaba funcionando.

Aceleré más, provocando que mi espalda, como la de Bella, chocara con el respaldar del asiento.

-¡Cálmate, Edward!- mis ojos se dirigieron a mi costado, al asiento del copiloto y vi ahí a mi padre. ¿En qué maldito momento había entrado?- sé sensato, si sigues manejando así, no llegaremos vivos al hospital. Para un momento, yo conduzco.

-Carlisle, necesito llegar lo más pronto posible al hospital, ¿no ves que Bella…?

-Lo sé perfectamente. Y creo que no la pasaría tan mal si estuvieras allí con ella, apoyándola. Ahora para el maldito auto y vete para atrás. Yo conduzco.- cuando lo vi a los ojos, estos se mostraban duros y decididos. Por puro instinto, pisé el freno y sin apagar el motor, salí del auto para entrar al asiento trasero. Bella seguía cogida al borde trasero del asiento con los ojos cerrados. Entré rápidamente, y cerré la puerta. El auto se puso en marcha nuevamente.

Lo que atiné a hacer fue sujetarla, estirar su cuerpo a lo largo del asiento, con las piernas flexionadas, le arranqué el sucio polo que traía y apoyé su cabeza en mi regazo. Luego, me incliné y cogí sus manos en las mías, apretándolas, dándole fuerzas.

Pero la sangre seguía saliendo. Mi corazón golpeaba fuertemente mi pecho, como ordenándome que haga algo más, que la ayude más. Pero no sabía cómo.

-¡Aaaah! ¡Duele… mucho!- gritaba ella. Pero yo solo la observaba.

-Edward, si te quedas ahí callado, no ayudas mucho. Háblale, dile algo. Mantenla despierta ¿Me oyes? No dejes que duerma, no dejes que quede inconsciente. ¡Háblale!- los ojos de mi padre encontraron los míos en el espejo retrovisor, dedicándome la misma mirada que cuando me ordenó que me pasara al asiento trasero.

Cuando él volvió la vista a la carretera, la mía se fue directa al rostro totalmente sudado de Bella.

Mi condenado cerebro decidió reaccionar en ese momento.

-Bella… cariño… todo saldrá bien… Quédate conmigo…- en vez de una voz de aliento, sonó más a súplica, pero sirvió para que ella abriera los ojos y buscaran los míos.

-¿Edward?

-Sí, amor. Tranquila, cielo, todo va a salir bien. Ya vamos a llegar al hospital.- los ojos de ella se llenaron de lágrimas nuevamente y sus labios comenzaron a temblar. Una de mis manos, por instinto nuevamente, se soltó de su agarre y se dirigió a su rostro, posándose suavemente en su mejilla, borrando el rastro de esas lágrimas de dolor que no dejaban de salir.

-Edward… regresé, amor… yo… volví a ti…- me decía ella a duras penas. Un nudo obstaculizó mi garganta en ese momento y mi respiración se trabó. Ella tenía razón. Había vuelto a mí… como me prometió la noche antes de que se subiera al maldito avión.

Traté de tragar saliva como pude para no dejar de hablarle.

-Lo sé, amor… volviste… y ahora no te dejaré ir… Bella, nunca más te alejarás de mí.- mi voz, que comenzó fuerte, terminó en un susurro. Ella se quedó mirándome y me apretó más la mano que aún sostenía la suya. Las lágrimas seguían cayendo de sus ojos.

-Edward… yo… si hoy… escúchame, por favor.- dejó de hablar por unos segundos. Volvió a tomar aire y continuó.- sé que no estoy bien… sé que… sonará melodramático… pero, puede pasar… prométeme que si hoy… los médicos te piden salvar una vida… por favor… no dejes que nuestro hijo muera… por favor… Edward, sálvalo.

Sentí cómo mi corazón dejó de latir por una milésima de segundo y luego volvió a su extremadamente rápida velocidad.

-Bella…- ella no me podía pedir eso. No cuando la había vuelto a recuperar.

-Prométeme, Edward… por favor… tienes que salvarlo… yo…

-Bella, no…

-Todos estos meses… lo único que deseaba era… volver a verte… tocarte… sentirte… volver a ver a Kat… los extrañaba muchísimo… Ahora que… mi deseo se cumplió… si mi vida termina hoy… me iré feliz, Edward… y estaré aún más feliz porque… este bebé que aún está en mi vientre vivirá para… conocer a su padre y… a su hermanita… por eso… tienes que salvarlo…

-No… no puedo…

-Por favor… Edward…

-No…

-Ed…

-¡No! No… ahora me vas a escuchar a mí, Bella. Mírame.- le ordené fuera de mis cabales. Mi ser se rehusaba a prometerle lo que ella me pedía. Era imposible. Nunca haría eso.- Estamos a punto de llegar al hospital. Carlisle se encargará de todo. Todo saldrá bien, ¿entiendes?- ella comenzaba a negar con la cabeza sin dejar de llorar, y para que deje de hacer lo primero, mi mano se cerró en su mandíbula y la retuvo ahí. Con sus ojos nuevamente en los míos, continué- Bella… yo no puedo hacer lo que me pides… no puedo dejarte ir nuevamente… Bella, escúchame. Si tú deseaste volver a verme a mí y a Kat… yo todo este tiempo deseé volver a tenerte conmigo, volver a ser felices como antes… quería encontrarte y no volver a dejarte ir… ahora que te tengo nuevamente conmigo, escúchalo bien. No. Te. Voy. A. Dejar. Ir. No lo haré, Bella.

Ella me miró aún con sus labios temblando y luego, posó una de sus manos en mi mejilla. Mi cabeza se inclinó hacia un lado, buscando más contacto con ella, ansiando fundirme en sus brazos, sentir sus labios…

-Entiendo todo el amor que sientes por este bebé, Bella… Yo también lo amo… Por Dios, es nuestro bebé… nuestro amor está dando frutos nuevamente… pero… no puedo hacer eso que me pides, Bella… no puedo si quiera considerarlo un segundo. He esperado tanto tiempo por que este día llegara y ahora que te tengo… nada ni nadie me va a convencer de que te aleje de mí otra vez…- mi respiración que estaba cada vez más errático, se calmó por un momento. Había extrañado decir nuevamente esas palabras que estaban a punto de salir de mis labios, que el solo pensarlo, me estremecía el estómago- Esa elección que me pides, para mí nunca existirá, Bella. No puedo siquiera concebirlo en mi ser porque… porque… eres la mujer de mi vida, Bella. Siempre te lo he dicho… sin ti aquí, yo me sentiría perdido. Tanto como estuve todo este tiempo… pero siempre tuve la esperanza de volver a verte… de que estarías viva en algún lugar. Por eso fui a buscarte y no sabes lo que sentí cuando no di contigo. Aún así, nunca dejé de comunicarme con investigadores en Brasil para ver si tenían noticias tuyas, porque en mi interior, sabía que tú no podrías estar muerta. Por eso nunca perdí las esperanzas de que un día volvería a abrazarte, a sentirte… a besarte… a decirte que… te amo… te amo con todo el alma y por eso nunca podré dejarte ir… nunca.

Bella nunca dejó mi mejilla, por lo que ahora se encontraba limpiando mis lágrimas y yo las suyas. Ambos nos mirábamos como si no hubiera un mañana… fue como si el tiempo se hubiese detenido. Respiré hondo cuando terminé de decir lo que más había ansiado en los últimos meses. Y no hablarle a una foto, a un video o a una… lápida, sino decírselo a ella misma, en persona. Ahora, me sentía libre… como antes. El dolor que antes había sentido, desapareció de un momento a otro, como si nunca hubiese estado en mi pecho y en su reemplazo sentía unas ansias extremas por abrazarla… besarla…

Pero cuando su mano en mi mejilla comenzó a temblar y la sonrisa en sus labios de distorsionó, volví a la realidad.

Bella comenzaba a cerrar los ojos, por lo que me alarmé… las palabras de mi padre vinieron a mi mente en ese momento… “no dejes que quede inconsciente”. Con los nervios de punta, acuné su rostro con una de mis manos y le di pequeñas palmaditas en su mejilla.

-Bella, amor, quédate conmigo… vamos… cielo, ya vamos a llegar, falta muy poco… quédate conmigo… Mírame, Bella.- la forcé a abrir los ojos y enfocarlos en mí- Eso es. Mírame. No dejes de verme. Aquí estoy. Falta muy poco.

-Edward… no puedo… mis ojos…

-Shh… solo un poco más… solo unos minutos más, Bella.- ya no sabía qué más decirle, así que decidí apresurar a Carlisle- Papá, acelera. La estoy perdiendo. Bella se duerme… ¡acelera!- el auto dio una sacudida debido al aumento de velocidad. Mis ojos no se despegaban de los de ella. Cada vez que veía que sus párpados caían, le hablaba… le exigía que su mirada no dejara la mía, que se quede conmigo… que tenía que aguantar, por el bebé… por su bienestar y el de ella. Con eso, conseguí mi cometido. Sabía que si le daba por ese lado, ella sería capaz hasta de ir caminando solita al hospital; pero, viendo su cuerpo tan débil, llegaría un momento en que absolutamente nada tendría el poder de mantenerla consciente.

Y justo cuando sus ojos se cerraban nuevamente, escuché la voz de Carlisle.

-¡Llegamos!- dijo en un grito. En un acto de desesperación, solté el rostro de Bella, alejé su cabeza de mi regazo, abría la puerta y salí del auto. Fui corriendo lo más rápido que pude al otro lado, y luego de abrir la puerta, cogí a Bella en brazos y volví a correr a la entrada del hospital. Apenas crucé las puertas de cristal, comencé a gritar como loco. Me volví a olvidar de todo y de todos. Lo único que me importaba era lo que en ese momento, tenía en brazos.

-¡Ayuda! ¡Un médico, por favor!- grité corriendo hacia cualquier lado, pero nadie reaccionaba con la rapidez que yo quería. Al siguiente segundo, se escuchó la voz de Carlisle dando órdenes.

-¡Una camilla! ¡Trasládenla al quirófano! ¡Ahora! ¡Está en trabajo de parto y tiene una hemorragia! ¡Vamos, muévanse! Enfermeras y doctores corrían de un lado a otro y de lo próximo que fui consciente fue de correr junto a una camilla, donde se encontraba Bella, tomando una de sus manos en la mía. Ella aún seguía consciente, pero poco faltaba para que eso cambiara, así que corrí más rápido, obligando a todos los demás a que apresuraran su paso.

Cuando llegamos, no tuve que decirle a Carlisle que no me movería de ahí. Me cambié con rapidez de ropa y volví al quirófano, donde Bella ya se encontraba conectada a varios tubos y tenía puesto una bata ligera. Su cabello había sido capturado en una gorra quirúrgica y las enfermeras a su alrededor le hablaban como yo había hecho en el auto. Pero ella buscaba algo con sus ojos… en ese momento, supe lo que era. Corrí a su lado, sin importarme en empujar a las enfermeras y volví a coger una de sus manos.

-Aquí estoy, amor. ¿Lo ves? Ya estamos aquí. Ya falta muy poco. En pocos minutos, tendremos a nuestro bebé. Así que tienes que quedarte conmigo. ¿Tienes tantas ganas como yo de conocer a nuestro hijo? ¿Eh?- ella solo pudo asentir con debilidad- Entonces, no dejes de mirarme. Mírame y verás que pronto todo habrá acabado.

Los doctores, incluyendo a Carlisle, trabajaban por detener la hemorragia, mientras yo seguía acaparando la atención de Bella. De pronto, la voz de mi padre, me distrajo.

-Edward… hemos hecho todo lo que podemos… pero si Bella no puja de inmediato, el bebé sufrirá. Tenemos que practicarle una cesárea. No hay otra opción. Hemos parado la hemorragia, pero Bella ha perdido mucha sangre. Su cuerpo está muy débil y no soportará mucho más. Tenemos que sacar al bebé en este momento o…

-¡Doctor Cullen, sufrimiento fetal!- gritó una enfermera.

-¡Edward!- llamó mi padre. Yo salí de ligera inconsciencia y le respondí

-Sí. Háganle la cesárea. Rápido.- logré decir. Mis ojos volvieron hacia los de Bella por necesidad. Ella me miraba asustada y apretaba su agarre en mi mano, aunque no tan fuerte como antes. Podía ver cómo ese ligero apretón significaba un gran esfuerzo por su parte.- Todo saldrá bien… te lo prometo, Bella.- ella solo asintió ligeramente una vez y volvió a apretar su agarre.

Minutos después, escuché por primera vez a mi hijo… o hija.

-Ven a cortar el cordón, hijo.- me llamó Carlisle, ahora con una sonrisa en sus labios.

Yo, miré a Bella antes de soltar su mano con suavidad y dirigirme casi con las piernas como gelatina hacia donde mi padre tenía en sus brazos un muy pequeño bebé.

Cogí las tijeras y con mis manos igualmente temblando, corté el cordón. Me volví hacia Carlisle.

-Es un varón, Edward. Es más pequeño de lo normal, pero está bien. Sin embargo, tenemos que hacerle algunos exámenes para asegurarnos.- yo no pude despegar mis ojos del pequeño bebé, incluso cuando se lo llevaron para acobijarlo con una manta azul. Ahora ya pareciendo un bultito, la enfermera lo trajo hacia mí sonriendo.

-Conozca a su hijo, señor Edward.- me dijo con amabilidad, entregándome a mi pequeñín. Mis brazos automáticamente se colocaron en la posición correcta para acunarlo y cuando mi piel tuvo contacto, aunque no directo, con mi hijo, mi pecho se hinchó de felicidad. Volví a sentir esa felicidad que un día me invadió y no se volvió a ir hasta aquel fatídico día. Aquella felicidad que ya no pensé volver a sentir, a menos que muriera y me encontrara con la mujer de mi vida. Pero qué equivocado había estado.

Una vez totalmente en mis brazos, apreté a mi hijo a mi pecho y lo cogí solo con un solo brazo, ya que era tan pequeño que incluso sobraba espacio. Con la otra mano, retiré un poco la manta para verle el rostro. Tenía los ojitos cerrados, pero su pechito se movía insistentemente, signo de que su respiración era normal. Henchido de  emoción, me volví hacia Bella, que tenía la cabeza girada en mi dirección y luchaba por mantener los ojos abiertos. Caminé hacia ella y le mostré a nuestro bebé.

-Míralo, amor. Es tan perfecto. Como nuestra Kat.- el rostro de Bella se pintó con una sonrisa débil pero alegre y de sus ojos comenzaron a salir lágrimas como pequeños ríos. Yo acerqué más al bebé para que lo pueda ver mejor, pero ella me indicó con sus brazos que quería que se lo entregara. Con cuidado, pasé al pequeño a los ansiosos brazos de su madre, aunque no lo solté totalmente, ya que la fuerza de Bella podría traicionarla.

Estaba muy cerca de Bella. Lo único que nos separaba era nuestro hijo, pero ni aún así pude escuchar lo que ella le susurró en llanto. Luego, depositó un tierno beso en su frágil frentecita y dejó caer su cabeza en la camilla. Poco a poco, sus ojos se fueron cerrando, hasta que sus brazos perdieron fuerza y aflojaron su agarre alrededor del bebé. Yo lo cogí al instante, pero mi cuerpo se alarmó cuando Bella quedó totalmente inconsciente. Levanté mi rostro en busca de mi padre, y lo encontré justo al otro lado de la camilla, con una sonrisa aún.

-Tranquilo, hijo. Ella está muy cansada. Es mejor que duerma, mientras se cura. Le coloqué un sedante. Sabes que así es mejor, y ella se recuperará aún más rápido.

Volví a respirar con tranquilidad cuando oí sus palabras. Así que, me incliné para dejar un suave beso en la frente de mi esposa, luego me enderecé con cuidado de no lastimar a mi hijo y me volví hacia mi padre. Él no dejaba de sonreír y hasta podía ver sus ojos humedecer, pero la iluminación del cuarto no ayudaba.

-Bien, papá, tenemos que llevar al pequeño a realizarle los exámenes pertinentes y a darle un baño.- me dijo mi padre, a la vez que una enfermera se acercaba a mí para que le entregase a mi hijo.- mis brazos se rehusaban a dejarlo ir, pero sabía que era necesario. Sin embargo, Carlisle se dio cuenta- Vamos, hijo. Dáselo a Martha. Podrás acompañarlo en todo momento. Te lo prometo. Y luego lo podrás tener y llevarlo a la sala de espera donde está toda nuestra familia, esperando por noticias. Me acaban de informar que Alice, Esme, Reneé, Rosalie y Vanessa preguntan cada 30 segundos por si se sabe algo de Isabella Swan. Así que hay que apresurarnos o ellas se echarán abajo a todas las enfermeras y puertas que se interpongan en su camino.- yo sonreí por eso. Ya todos nos estaban esperando allá afuera. Y cuando salga, les diría con toda la felicidad del mundo que tanto Bella como el bebé estaban bien.

Le di un último beso, por el momento, en la frente a mi hijo y se lo entregué a la enfermera. Ella se dirigió a otra habitación y mi padre me indicó que la siguiera.

Después de hacerle todos los exámenes requeridos y de dejarlo bien limpiecito, me devolvieron a mi bebé. Ahora ya se encontraba despierto. Sus ojos eran tan o más verdes que los míos y miraban absortos a su alrededor, aunque sabía que recién nacidos, los bebés no veían más que sombras que se movían. Con dos de mis dedos, acaricié una de sus mejillas, tan suave como las de su madre. Y era tan rosadito, como cuando Bella se ruborizaba. Embelesado como la primera vez que tuve a Kat en mis brazos, lo mecí y le canté una melodía nueva que escapó de mis labios sin que pudiera evitarlo. Luego de unos minutos, o eso creía yo, llamé a la enfermera para que me ayudara.

Iba a ir a darle la noticia a toda la familia, pero lo del bebé sería una sorpresa. Así que, volví a colocar a mi hijo en los brazos de la enfermera y le conté lo quería hacer. Ella asintió con una sonrisa y me siguió en silencio hasta llegar al pasillo que daba a la sala de espera. Se quedó allí escondida con mi hijo y yo me dirigí hacia donde estaban todos. Podía escuchar las protestas de Alice y Esme, diciendo que tener a un doctor como familiar no servía de nada si igual no les daban noticias de Bella. Yo solo me reía en mi interior y antes de entrar a la amplia habitación, recompuse mi rostro, para que no sospecharan. Volví mi cabeza por última vez antes de cruzar el umbral y ver a mi pequeño y a la enfermera, que con su mano me deseaba buena suerte y yo solo asentía. Le había dicho que le haría una señal para que saliera y me entregara al niño cuando esté a punto de terminar el pasillo.

Respiré hondo por última vez, y me adentré en la sala de espera. En el momento en que mi rostro se asomó, todos dejaron de hablar, incluso parecía que de respirar, y después de varios segundos, reaccionaron otra vez. La primera en acercarse fue Reneé. Podía sentir la angustia que llenaba su ser y las ansias por conocer el estado de su hija y nieto. Despegué mis ojos de los de ella y lo próximo que vi fue a Charlie, que se acercaba con lentitud y se colocó detrás de su esposa, de la cual cogió del hombro y se lo apretó dándole fuerza y paciencia. Los demás me miraban expectantes y mi madre sin saber si acercarse o no, se encontraba al costado de Alice. Ambas tenían lágrimas en los ojos y me rogaban con la mirada que les dijese que todo había salido bien.

Di una respiración lenta y hablé.

-Bella perdió mucha sangre en el camino y…- vi cómo las manos de Reneé se juntaron y se entrelazaron para luego apretarse fuertemente.- ella estaba de parto y su cuerpo estaba muy débil, por lo que era imposible un parto natural. Así que… Carlisle le practicó una cesárea porque el bebé estaba sufriendo… y…- en ese momento, Reneé perdió todo signo de paciencia. Se me acercó y me tomó de los brazos, apretándomelos.

-¿Y mi hija? ¿Cómo está ella ahora? ¿Está bien? Dime, Edward… por favor.- casi me suplicó.

-Ella… ella está fuera de peligro, Reneé.- cuando lo dije, todos dieron un suspiro de alivio al igual que Reneé, pero a ella se le debilitaron las piernas y si no la hubiera sujetado, se hubiese ido de bruces al suelo. El llanto la invadió, aunque supe que ahora ya no lloraba de tristeza. Charlie la tomó por detrás y me indicó con la cabeza que él la iba a sostener. Yo la solté y vi cómo mi suegro acunaba a su esposa en su pecho y reclinaba su rostro en el hombro de ella, donde dejó escapar una solitaria lágrima. Nunca lo había visto llorar. Ni cuando todos pensaban que Bella estaba muerta. Pero supongo que este momento acabó con todas sus fuerzas de resistencia.

Lo siguiente que sentí fueron los brazos de mi madre rodear mi cintura y su rostro chocar con mi pecho, amortiguando su llanto. Luego, sentí que me volvían a abrazar y supe que esa era Alice. Como siempre, ni mi madre ni ella me dejaban caer. Estaba ahí siempre para darme apoyo.

-¡Ay, hijo! No sabes cuánto me alegra escuchar eso. Dios mío, gracias. Ahora todo volverá a ser como antes y…- ella dejó de hablar y separó su rostro de mi pecho. Al segundo siguiente, Alice había hecho lo mismo y cogió las manos de mi madre que ya no rodeaban mi cintura y las apretó, como si ella pensara lo mismo que Esme. Los labios de mi mamá temblaron un poco antes de que vuelva a hablar- ¿Y el bebé, Edward? ¿Cómo está el bebé? ¿Está bien, verdad?- todos volvieron a girar sus rostros hacia mí y esperaron mi respuesta. Reneé volvía a tener esa angustia en los ojos, imaginándose, pensaba yo, cuán doloroso sería para su hija si su nieto no había sobrevivido.- ¿Edward?- mis ojos se volvieron a encontrar con los de mi madre y al momento que una sonrisa se dibujaba en mis labios, dije:

-Él está bien, madre. Nació sano, a pesar de ser prematuro.- todos me acompañaron en mi felicidad y rieron conmigo. Estaban tan distraídos en su algarabía, que aproveché ese momento para darle la señal a Martha, quien entendió lo que quería decir y trajo a mi bebé. Justo antes de que llegara a la entrada a la sala de espera, me acerqué a ella y tomé en mis brazos a mi hijo. Él seguía muy despierto, incluso parecía más despierto que Kat cuando nació. Lo apegué a mi pecho como hice antes y me dirigí hacia nuestra bulliciosa familia.

-Familia, su atención.- todos dejaron de hablar al escuchar mi voz.- Les presento al nuevo integrante Cullen.- escuché el grito de las mujeres y en un segundo estuve rodeado de todas ellas, que veían con lágrimas en los ojos al pequeño, que seguía con los ojos muy abiertos. Y ahí, en ese momento, todo volvió a la normalidad.

-¡Oh, se parece tanto a ti, Edward!- dijo mi madre.

-¡No es cierto! Mi nieto tiene el rostro de la familia Higginbotham- decía Reneé.

-Yo creo que se parece más a Bella.- esa fue Rosalie.

-Ay, ¿pero no son tiernos sus ojitos? Nunca había visto unos ojos como esos.- decía Alice teatralmente dando un suspiro. Yo decidí entrar al juego.

-¿Y yo qué? Los ojos de mi hijo son idénticos a los míos.

-Oh, no hermanito. Déjame decirte que no es así. Los ojos de mi sobrino tienen un brillo que tú no tuviste de bebé.- me rebatió mi hermana.

-¿Y cómo lo sabes si tú ni siquiera nacías?- le pregunté divertido.

-Ah, fácil. Existen las fotografías. Y en ninguna de ellas, tú…

-Ya basta, niños. Asustarán a mi nieto. Más tarde pelean.- terminó Esme con nuestra pequeña discusión.

-Esme tiene razón. Este bebé necesita…- comenzó Reneé, pero no pudo terminar, ya que fue interrumpida.

-¿Papi?- escuché la voz de mi princesa. Cuando mis ojos la buscaron, ella se encontraba al otro lado de la habitación, entrando de la mano de Zafirina.

-Zafirina la llevó a pasear un momento. Ella no dejaba de preguntar por Bella y ya no sabíamos qué decirle.- me susurró Esme. Yo solo asentí con la cabeza, sin despegar los ojos de mi hija. Me acuclillé en mis rodillas y sosteniendo a mi hijo con un solo brazo, estiré el otro y llamé a Kat a que se acercara.

-Ven, mi cielo. Mira, hay alguien que quiere conocerte.- la llamé con suavidad. Todos habían vuelto a guardar silencio y miraban expectantes cómo lo tomaría Kat.

Mi hija soltó la mano de su nana y caminó hacia mí con duda. Yo hice un ademán con la mano para darle más confianza, pero ella no me veía. Sus ojos achocolatados se concentraron en su hermanito y así caminaba, sin dejarlo de ver. Cuando llegó a mí, la rodeé por la cintura y la senté en una de mis rodillas. Ella seguía sin despegar sus ojos del bebé, y al ver que se trataba justamente de un bebé, agrandó los ojos y ya ni siquiera pestañeaba.

Yo llamé su atención, colocando mi mano en su mejilla y haciendo girar su rostro hacia mí. Aún así, no dejó de ver a su hermano. Así que lo intenté de nuevo.

-Kat, cariño, mírame.- ella, con dificultad, me obedeció  y plantó sus grandes ojos en los míos.

-Mira, te quiero presentar a tu hermanito.- ella abrió aún más los ojos y su boquita se abrió formando una “o” pequeña.

-¿Mi hemanito, papi?- me preguntó.

-Sí, princesa. Es tu hermanito.- una sonrisa sincera se pintó en los labios de mi hija, pero luego de unos segundos, se transformó en una mueca de tristeza. Me volvió a mirar.

-¿Y mi mami, papi? ¿Dónde está? ¿No se fue ota vez con diosito, no papi?- mi corazón se apretó al escuchar sus palabras y mis ojos picaban al recordar esa noche en que le dije a Kat, o le hice entender, que su madre había muerto.

-No. No, princesa. Mamá está durmiendo, ya que estaba muy cansada.- la tranquilicé.

-Pero, ella se hizo daño. Yo vi… yo vi…

-Shh. El abuelito Carlisle ya curó a mami y ahora ella está descansando, cariño. Mami está bien.- ella volvió a sonreír, solo que esta vez su sonrisa se ensanchó hasta abarcar casi todo su rostro y después, me rodeó el cuello con sus bracitos.

-Te quiedo mucho, papi.- me dijo dándome un beso en la mejilla. Yo le devolví el beso, aunque más grande, lo que le hizo reír, mientras le decía:

-Y yo a ti, mi princesa. Te quiero demasiado.

-Y tamién quiedo mucho a mi hemanito.- dijo mi hija soltando su agarre de mi cuello. Se paró de mi rodilla para arrodillarse ella al costado de su hermano y depositar un sonoro beso en una de sus pequeñas mejillas.

En ese momento, otra pequeña se acercó a mí y se colocó al costado de Kat, arrodillada también. Mi hija le sonrió y le dijo con alegría:

-Mida, Kadi, ete es mi hemanito.- la niña sonrió y comenzó a susurrarle algo al bebé.

No sé si entendí mal, pero o estaba hablando en vos tan baja que no entendía nada o estaba hablando en otro idioma. Solo escuché lo último que dijo.

-¿Membi? ¿Bella?- preguntó mirando hacia alguien, que vi cuando seguí la mirada de la niña. Era un muchacho, de piel trigueña casi como del color de Jake. Él solo asintió con la cabeza, teniendo una sonrisa en los labios. Lo miré con confusión, pero luego esta menguó cuando mi madre comenzó a hablar.

-¡Oh Dios! Hijo, nos olvidamos de mencionarte… Con todo el alboroto y la alegría por las noticias que nos diste, se nos olvidó mencionarte que Bella no vino sola. Ese muchacho junto con la niña vinieron con ella desde Brasil.

Mis ojos se agrandaron y con toda la delicadeza que pude, me puse de pie, sin despegar mis ojos del sujeto. Él había ayudado a mi Bella a volver. Gracias a él la tenía de vuelta. Él la debió encontrar y la ayudó. Él la mantuvo viva. Le debía tanto a ese muchacho.

-Madre, ¿puedes coger al bebé un momento?- le pedí.

-Por supuesto, hijo. A ver… venga para acá.-y diciendo eso, recibió a su nieto en brazos, se fue hacia uno de los sofás y se sentó. Al instante, Kat y la niña se acercaron a ella y comenzaron a hablarle al bebé y hacerle caras graciosas.

Por mi parte, no dejé de ver al muchacho, quien, incomodado por mi inspección, desvió la vista hacia un lado.

-¿Tú… tú ayudaste a Bella? ¿Tú la encontraste?- inquirí, sin importarme si él hablaba inglés o no.

-Uhm… no. En realidad, fue mi abuela. Yo… estudio en la ciudad… y no había ido a visitarla en unos meses… Cuando llegué a su… casa… encontré a su esposa ahí y cuando la vi su rostro se me hizo conocido. Recordé haber visto una… fotografía de ella en la televisión.. y que la mostraban como desaparecida… y que su esposo la estaba buscando y ofrecía una… recompensa al que… la encontrara. Entonces… le pregunté a mi abuela qué había pasado y… ella me dijo que… la había encontrado un día en el bosque… que estaba muy mal y que… tenía heridas y decidió ayudarla porque… la señora Bella se lo había pedido… o eso es lo que piensa mi abuela porque… me dijo no haber entendido nada… pero que la ayudó de igual manera… Yo estaba algo enojado… porque había sido una locura tenerla… y no informar a nadie que ahí estaba… y encima estaba embarazada… fue entonces cuando… la señora se dio cuenta que yo hablaba inglés… ya que me habían enseñado el idioma en la universidad. Ella me pidió que la trajera aquí… y yo le dije que no tenía dinero… entonces, ella me dijo que me prestara dinero de dónde sea y… y que luego ella me lo devolvería… pero que solo quería regresar… entonces, decidí hacerlo, compré los boletos, y… y llegamos.

Yo lo escuchaba absorto, imaginándome por todo lo que había tenido que pasar Bella para llegar a Forks.

-Sí, hijo. Sé que en ese momento ni te fijaste, pero en el exterior de tu casa había un taxista, que dijo estar esperando que le pagaran por sus servicios. Al parecer, Bella le ofreció una cantidad de dinero con tal de que los hicieran llegar a Forks y pues tuvimos que pagarle antes de venir al hospital. También, tuvimos que arreglar el asunto del préstamo, ya que Edú recibía llamadas del sujeto del dinero a cada rato, así que… espero que no te moleste, pero le depositamos en su cuenta la cantidad de lo que Edú se prestó de él más los intereses correspondientes.- mi madre hablaba aún con el bebé en sus brazos, quien estaba siendo distraído por las pequeñas y movía sus pequeñitos brazos dirección a ellas.

-No… está bien, mamá. Gracias por haberse hecho cargo.- volví mi vista al joven, quien veía con una sonrisa en la cara cómo la otra niña, al costado de Kat, reía alegre. En ese momento, sin poder evitarlo, corté nuestra distancia en un par de zancadas y lo abracé- Muchas gracias… Edú. No sabes… te debo tanto por esto. Gracias por ayudar a mi esposa. Muchas gracias.- él, que tenía sus brazos pasmados a sus costados, me correspondió el abrazo con lentitud y me dio tímidas palmadas en la espalda.

-De… de nada.

-Señor Cullen… disculpe pero es hora de llevarme al pequeño hacia el cuarto de recién nacidos.- escuché la voz de Martha. Ella miraba a todos con una sonrisa, y todos se la correspondían.

-Oh, claro. Disculpe, es que con tantas cosas…

-No se preocupe. Entiendo.- me dijo ella con amabilidad.

-Sí… uhm… madre, ya escuchaste a la enfermera. Tiene que llevarse al bebé.

-Ou. ¿Por qué tan pronto?- se quejó ella haciendo un puchero. Miró a sus costados asintiendo a las niñas, quienes la copiaron y me miraron con tristeza. Yo no pude más que reírme de la escena, al igual que todos en la habitación.

Edú le dijo algo a la niña en su idioma y ella se separó del bebé y caminó hacia él con desgano. Kat le dio un último beso a su hermano y le dijo que más rato jugarían juntos. Claro, cómo si eso fuese posible. Pero, mi hija aún era una niña. Después le explicaríamos que eso no podía ser posible.

Mi madre, sin ganas de soltarlo, se paró y se dirigió despacio donde la enfermera. Dudó en darle el bebé, pero finalmente lo hizo. Todos la miraban divertidos.

-Mamá, en unos días tendrás todo el tiempo del mundo para mimarlo a tu estilo. No te pongas así.- le dije aún con una sonrisa en su rostro.

-Ains, lo sé, pero ya me había acostumbrado. Es que es tan lindo. Me recuerda a ti cuando eras un bebé.- me dijo ella con nostalgia y a punto de humedecérsele los ojos nuevamente.

-Ya, madre. Ya no quiero verte llorar.- la consolé abrazándola.

-Papi… ¿no puedo vé a mi mami toavía?- me preguntó mi pequeña desde un sofá, donde se encontraba sentada.

-No, cariño. Mami sigue durmiendo. Pero mañana sí la podrás ver.

-Oouuu… ¿mañana?- puso en marcha su plan “parecer al gato de Shrek” que su tía Alice le había enseñado, pero esta vez no caería. Sin embargo, antes de poder hablar, se escuchó otra voz.

-Kat, tu padre tiene razón. Mañana todos podremos ver a Bella y le podrás dar muchos besos. Ya verás. Pero hoy, tu mami necesita descansar y nadie le puede molestar. ¿Tú no quieres molestarla, no?- intervino mi padre, que no sé en qué momento entró en la sala de espera.

-No, abelo Calai.

-Eso es mi niña. Mañana vienes muuuy temprano y vas a ver cómo tu mamá te recibe muy alegre. Y lo mismo va para todos ustedes. Vayan a descansar. Mañana regresan por la mañana.- se dirigió a todos utilizando el tono de voz de doctor muy estricto.

-Está bien.- dijeron todos al unísono, pero desganados.

Cada uno se fue despidiendo del bebé, que aún seguía ahí, en brazos de Martha, luego se despedían de mí y fueron saliendo cada uno a sus casas.

-Bueno, hijo, yo también me voy. Uhm… Edú y Kari se quedarán en nuestra casa por el momento. Ya se lo ofrecimos y aceptó, así que con eso no hay ningún problema.- me informó Esme.

-Está bien, madre. Gracias.

-Así, la sala se fue vaciando, hasta que quedamos Kat y yo. Y yo me pregunté en ese momento: ¿por qué Esme no se llevó a Kat si era obvio que yo sí me quedaría con Bella?

-¿Papi, nosotos tamién nos vamos?- me preguntó mi pequeña, que dio un gran bostezo.

-Bueno, hija…

-Sí, Kat. Papá y tú también se van. ¿Verdad, hijo?- me presionó Carlisle.

-Pero, papá, tú sabes que…

-No, Edward. Tú también necesitas descansar. Y estar con Kat. No la puedes dejar sola esta vez, hijo. Mañana ambos vuelven por la mañana a visitar a Bella.

-Pero…

-Edward, es mi última palabra. Kat y tú se irán a su casa y volverán mañana.- me ordenó mi padre.

Resignado, suspiré con pesar, y sostuve de la manita a mi hija, que se encontraba en las mismas condiciones que yo. Kat se despidió de su abuelo y así sin más salimos del hospital. Conduje despacio mirando hacia la carretera y de vez en cuando echándole una mirada al espejo retrovisor para ver a mi hija. Ella veía los árboles, pero ya no tenía esa mirada vacía de antes. Su brillo había vuelto y una pequeña sonrisa adornaba su rostro. A veces, ella me sorprendía viéndola y ensanchaba su sonrisa. Yo sentía que por fin todo estaba volviendo a ser como antes. Incluso mejor que antes. Ahora otra felicidad había llegado a mi vida… mi hijo.

Cuando aparqué en mi casa, Kat esperó a que la sacara de la silla, lo cual yo ya no hacía, ya que desde que le dije que su madre se había ido con diosito, ella misma se soltaba el broche y salía corriendo. La liberé del asiento y la levanté en volandas, dándole vueltas y haciéndole cosquillas en la barriga. Ella reía sin parar. Sus carcajadas… cuánto había extrañado sus carcajadas de alegría… esas que con solo escucharlas me hacían reírme a mí también. Cuando creí que ya había tenido suficiente, la rodeé con mis brazos y la apegué a mi pecho… satisfecho porque todo había salido bien hoy. Por fin algo había salido bien.

-Papi… ¿ahoa sí sedemos muuuuuuuuuuuuuuuuy felices?- me preguntó con su vocecita y alzando los bracitos como acostumbraba hacer antes.

-Sí, mi princesa. Ahora seremos muy, muy, muy felices.- le conteste contento y seguro de que así sería.

 

 

Continuará…



Holaaaaaaaa chicas… cómo están??? Las hice esperar mucho??? Sorry!!! Se suponía que iba a tener el cap listo para ayer, pero… me dio sueño… estaba muy cansada y me quedé dormida con la laptop encendida y con la ropa puesta. Pero hoy sí… akí está el cap… espero que les haya gustado…

Aiinnnss muuuuuuuuchas muchas gracias por todo su apoyo… por sus palabras tan lindas… k casi me hacen llorar… en verdad, son muy especiales para mí… *.*

Bueno, uhmm… en esta ocasión no tengo mucho qué decir… peeeeeeeero… uhm solo kería preguntarles una cosita…

¿Qué piensan acerca de la pareja Renesmee&Jacob? ¿Les gusta? ¿Les disgusta?

Me responden pliiiiiiiiiiiizzz… es importante… ahora sí, nos vemos en el prox cap… yyyyyyyyy espero sus opiniones eh… chauuuuuuuuuuuu cdns mucho…

Lyhaane.

Capítulo 23: CHAPTER 23... ADELANTO! Capítulo 25: CHAPTER 24

 
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