Capitulo 22. Al aire libre.
Edward POV
Mi Bella me había dicho que me amaba. Me amaba.
No podía estar más feliz por eso. Pero a pesar de saber que me amaba, me hacía más feliz que compartía conmigo algo muy importante en su vida, y más aun cuando, ese infeliz la había hecho sufrir demasiado.
Flash Back
-Se nos va a hacer tarde, Edward, mejor ve por Bella, ¿si?
Asentí a las palabras de Alice y emprendí rumbo hacia la habitación de mi Bella.
Casi llegaba cuando escuche los gritos de Bella.
-¿Que pensabas? ¿Qué no me había enterado? –Peleaba con alguien, solo esperaba que no fuera Tanya de nuevo- lo único que lamento es haberme entregado a ti, era una niña estúpida pero ya no. –Ok. Definitivamente no era Tanya. ¿A quién se había entregado? No quería que nadie tocara a mi Bella. -Así que, ¡LARGATE DE MI VIDA!
-Eso nunca lo hare, Bella. –una masculina hablo con determinación. La sangre me empezaba a arder. Bella quería que la dejara en paz y eso mismo haría.
-¿Qué no escuchaste, idiota?
Los dientes me rechinaban. Los músculos se me tensaron, a la menor provocación le arrancaría la cabeza a ese tipo que tenía enfrente. Mi mano estaba sobre su hombro y al mirarme se sorprendió.
-¡LARGATE DE UNA BUENA VEZ!
-Está bien, Bella. No te enojes. ¿No me vas a presentar a tu amigo?
-Soy su novio, no su amigo. –Me interesaba un comino y la mitad de otro quien era ese tipejo, solo quería dejarle claro quién era y que Bella era mía. –Edward Cullen.
Pase a un lado del rubio invasor y camine hacia Bella, la tome por la cintura y bese sus labios.
-Te ves hermosa. –Bella me sonrió dulcemente pero todavía no estábamos solos. -Y tú, lárgate de aquí, no me hagas sacarte yo mismo.
El tipo salió despacio de la habitación, pero antes de salir se detuvo a hablar. -Un placer volver a verte, Bella, y a tu novio también.
No sabía que le causaba tanta gracia, pero sonrió y salió. Bella camino a la puerta y la cerro de un portazo.
-¿Qué fue eso, Bella? ¿Quién es él?
Camino de nuevo hacia mí y me abrazo. -No me preguntes nada ahorita, Edward. Solo bésame.
Y la bese. De verdad necesitaba sentir sus labios sobre los míos, sentir sus manos tocándome, la amaba como a nadie, pero no quería asustarla. Si ella no sentía lo mismo que yo, moriría de dolor. Bese su frente y la atraje hacía mí.
-Quiero que me platiques quien es él. –No tenía opción. Quería saber quién era ese tipo en la vida de mi Bella. –Pero ahora no, ya casi son las 6 y debemos irnos, Alice y Rosalie me mandaron por ti.
-Está bien, te lo contaré mañana.
Tome su mano y la bese antes de salir.
-Como se tardaron. –Habló Rosalie entre los brazos de Emmett. –ya estábamos dudando seriamente en ir a buscarlos, no los vayamos a interrumpir como Alice.
Bella estaba como ida, ni siquiera se molesto por las bromas. -No te preocupes, Alice, -miro a Alice que se había ocultado tras Jasper, enseguida giro hacia Rose, -y tuve un contratiempo, por eso nos tardamos. -Emmett trataba de aguantarse la risa. –no esa clase de contratiempos, Emmett.
-Está bien –dijo Jasper poniendo orden. –es mejor irnos de una vez. Todavía tenemos que ver que nos toca para cantar.
Subimos al Jeep, pero Bella iba muy seria.
-¿Estás bien? –no quería que los chicos preguntaran los motivos por los que Bella no estuviera bien, así que mientras acariciaba su mejilla con mi nariz, se lo pregunte en un susurro.
-Si –susurró bajito, de ese modo solo yo pude escucharla. La bese tiernamente y la acurruque de nuevo en mis brazos, mientras aparcábamos en el bar.
El concurso paso sin mucha atención para mí. Lo único que me importaba era Bella, aun seguía enferma, pero lo que de verdad me preocupaba era lo que pensaba. Estar callada no es lo que habitualmente hace ella. Ese tipo había dejado estragos en Bella.
Pasamos la semifinal y para sorpresa de todos, el grupo de Tanya también paso.
Cuando llegamos a la Academia, nos despedimos de los chicos y la lleve a su habitación, me quedaría a dormir con ella como los últimos días. No quería dejarla sola, menos hoy que estaba sumamente rara.
Tomo su pijama y entro al baño, escuche como el agua caía, se estaba bañando. Me acomode en la cama para cuando saliera. Cuando así lo hizo, extendí mis brazos hacia ella, necesitaba sentirla cercas.
-Ya, tranquila. –Acariciaba su espalda, quería que olvidara todo mal trago en su vida.- todo estará bien, mi Bells. Nunca te dejare sola.
-¿Me lo prometes?
-Te lo juro, mi amor. –Nunca te dejaría sola, mi amor. Si en mis manos estaba jamás haría eso. Te amo más que mi propia vida.
Me miro con esos grandes ojos color chocolate. Bella era hermosa, maquillada cuando la arreglaban las chicas se veía hermosa, pero jamás igualaría la belleza que poseía cuando estaba al natural. Acaricie sus mejillas y la bese de nuevo.
-Ahora descansa, Bella. –le dije cuando se acurruco en mi pecho.
Los minutos pasaban y se respiración se fue haciendo tenue. –Edward… Te amo.
¡Me había dicho te amo! Mi corazón se acelero de la emoción. Y esa noche no pude dormir. Velé su sueño toda la noche. Lo más importante en mi vida, dormía plácidamente entre mis brazos.
A la mañana siguiente deseaba preguntarle, deseaba que me repitiera que me amaba, pero no la presionaría. Además primero teníamos que hablar de lo sucedido ayer.
Después de sacarme de mi salón de clases con tanta urgencia y besarme estampándome contra los casilleros, me llevo a su habitación, sabía a lo que íbamos, me contaría todo.
La escuche atento. Cada palabra que decía, me confirmaba que sufrió bastante. Cuando me conto como era antes y el motivo por el que se había vuelto así, hacía que con más razón odiase a ese tipo. Nunca la trato como ella se merecía, no era más que un cobarde infeliz, ni siquiera la hizo sentirse especial cuando Bella se entrego a él, aun sabiendo que era su primera vez, pero yo no la haría sufrir, cuando Bella y yo estemos juntos, la hare olvidar todo lo que ese malnacido le hizo. La hare sentirse amada.
Fin de Flash Back
Me jure a mi mismo hacerla sentir amada, pero para eso necesitaba hacer unas cuantas cosas.
Me ausente todas clases excepto las que compartía con Bella, no quería que se diera cuenta de lo que estaba paneando.
Faltaba una semana para la final. Después de clases ensayábamos, por ende, este fin de semana nos merecíamos un buen descanso.
-Entonces, ¿me ayudan chicas?
Tenía todo más que planeado, pero necesitaba que Bella estuviera fuera toda la mañana, para terminar los preparativos.
-¡Claro que te ayudamos, Edward! –me chillo la pequeña Alice mu cercas del oído, me cogí de hombros levemente.
-Que al fin y al cabo a nosotras ni nos gusta salir de compras, ¿verdad Alice? –La aludida y yo saltamos unas pequeñas risas a las palabras de Rose por su claro sarcasmo.
-Se los agradezco chicas. –dije dándoles un abrazo a cada una. –Cuídenla, ¿sí? Me tengo que ir, si quiero tener todo preparado para cuando ustedes acaben mañana.
Me despedí de ellas y emprendí mi camino. Mañana será una noche especial para Bella y para mí.
Bella POV
¿Cómo fue que les creí a este par de demonios?
Flash Back
-Bella, ¿nos acompañas a Rose y a mí, mañana, por algunas cosas que necesito del centro comercial?
Hice muecas mientras caminaba hacia la última clase del viernes. –Mmm –dudé- ¿Compras?
-Bella, si digo que es en el centro comercial y que necesito algunas cosas es porque las comprare, ¿no crees? –Alice me hablaba con si fuera lo más obvio y pues la verdad si o era. –No me las regalan, aunque eso sería estupendo. –había perdido de nuevo a Alice, ya se encontraba brincando y aplaudiendo. –Entonces, ¿aceptas?
-Está bien, Alice. –suspire rindiéndome y si antes pensé que Alice brincaba me equivocaba. –Pero con una condición.
Alice frunció el ceño y coloco sus manos sobre su cintura. –Habla-
-Que no vayan a las 7 de la mañana a despertarme, es sábado y merezco dormir más.
Allie rió pero acepto. Se despidió de mí diciendo que iría a aviarle a Rosalie, lo de mañana. Yo camine hacia mi última clase, la emocionante clase de Cálculo.
Fin de Flash Back
Ah, sí. Ya me acorde.
-Vamos, Bella. –Hablo Rosalie sacándome de mis recuerdos. –Ya casi acabamos.
-Ya casi acabamos. –trate de imitar la voz de Rose. –eso me lo viene diciendo desde hace dos horas.
Alice rio y me miro. –Si solo son unas cuantas cosas, Bella.
-Unas cuantas cosas, si como no, Alice, tu llevas cinco bolsas en cada mano, solo porque tienes las manos un poco más pequeñas que las nuestras, Rosalie siete y yo otras ocho. Ya me quiero ir, además me muero de hambre, ni siquiera me han dejado comer algo.
-¿Ese es el problema, Bella? –hablo Rose-esperen un segundo.
Camino a un puesto que se encontraba al centro del pasillo. De esos típicos puestos donde venden comida. A los pocos segundos regreso con una malteada y un panecillo de chocolate.
-Toma, ahora come y camina mientras visitamos, ahora sí, la última tienda.
Sobra decir que el panecillo lo devore en segundos, de verdad me moría de hambre. Camine tras de las chicas, como es posible que pudieran caminar con tanta elegancia y facilidad cargando todas las bolsas que traía. Entre con ellas a la última tienda. De repente me vi rodeada de diferentes tipos de ropas intimas, sujetadores de diferentes colores, tamaños y diseños, al igual que las bragas, solo había un lugar así.
-¿Qué hacemos en Victoria Secret, Alice?
-Deberás tengo que contestar esa pregunta, Bella.
Rosalie rio y negó con la cabeza. –Anda Bella, que tenemos que comprarte ropa linda.
-¿Qué no se supone que esto es para ustedes?
-Es para las tres, Bella. –Me respondió el engendrito. –Hoy tenemos una cita importante.
-¿Perdón? ¿De qué cita hablas, pixie?
-Cierto, se nos olvido avisarte Bella. –Dijo Alice sonriendo. –Hoy los chicos nos llevaran a cenar, por eso venimos a comprar ropa.
-Tú lo has dicho, Alice, a cenar, para que tenemos que comprar ropa intima, y sobretodo lencería.
Alice me vio con horror cuando tomaba unas pequeñas bragas rosas con un lindo moño al frente.
-Estas delirando, ¿verdad? –antes de dejarme contestarle, volteo a mirar a Rosalie. –Rose, acuérdame la próxima vez darle de comer algo antes de venir de compras.
Rosalie rió y miro un lindo conjunto color rojo. –De acuerdo Alie, sigamos que nos falta mucho que hacer.
-Dijeron que sería la última tienda. –replique al instante.
-Y lo es, pero todavía falta arreglarnos, así que muévete y pruébate este conjunto.
Rosalie me entrego el conjunto rojo que había agarrado y a regañadientes fui a medírmelo.
Después de una hora, nos dispusimos a pagar.
-Me podrían explicar lo de la lencería otra vez, ¿Qué tiene de importante si iremos a cenar?
Rosalie manejaba su convertible rojo y suspiro. Alice rio y rodo los ojos. –Yo lo hago, Rose.
Rosalie sonrió y se dedico a conducir. Alice se coloco de rodillas sobre el asiento y volteo a mirarme.
-Esta será la última vez, Bella, espero que entiendas ¿Ok?
Fruncí el ceño y me cruce de brazos. –Está bien.
-Perfecto. –La pixie sonrió y se dispuso a explicarme. –La lencería es importante en una cita porque te hace sentir sexy, ósea, ¿Cómo te sentirías si llevaras unas clásicas bragas debajo de un vestido y estas se te marcaran? ¿No es mejor una diminuta tanga? Eso te haría sentirte sexy y te ahorraría la pena de que se te marcaran.
Buen punto. –Ok, ya entendí. La lencería sube la autoestima haciéndote sentir sensual.
-Bravo, Bella. Lo entendiste.
Las tres reímos y a eso de las dos de la tarde llegamos a la academia.
-Tenemos tanto que hacer. Primero que nada, metete a bañar, Bella, nosotras haremos lo mismo y nos vemos en tu cuarto en quince minutos.
Camine a mi cuarto y me metí a bañar. Salí poco después y me lleve tremendo susto.
-¡DIABLOS! –suspire y tomo un poco de aire. -¿Qué no dijeron que a en quince minutos?
Alice y Rose rieron. –Bella, llevas dentro casi media hora. Seriamente pensábamos en esperar o entrar a rescatarte.
-¿Enserio? Perdón, se me paso el tiempo volando.
-Si, si, si, lo que digas. –me hablo Alice mientras me jalaba al pequeño banquillo frente a sus "herramientas". –Ahora a los que nos truje, chencha.
Ni siquiera me dejaron vestirme.
Rosalie como siempre empezó con el cabello mientras que Alice se encargaba de mi maquillaje.
Cercas de las seis de la tarde, habían terminado conmigo. Mi cabello caía en risos, perfectas ondas que se desenvolvían desde mi cabeza hasta el final de mi cabello, dándole un perfecto look sensual. Mis ojos solo con un pequeño delineado y mis pestañas rizadas con mucho rímel, según Alice, desde la base de las pestañas hasta la punta, como difuminado. La verdad no le entendía mucho, pero lo que es verdad es que siempre me enseñaba algo útil, según ella. Mis labios con un lindo color rojo carmesí, del mismo color que las uñas de mis dedos.
-Toma. –me hablo Rose y me sonrió. –Ve vístete, mientras nosotras nos arreglamos.
Tome la ropa que me tendía y me dirigí al baño. ¿Se acuerdan que les dije que no me dejaron vestirme? Así es. Solo traía la toalla que me envolvía.
Rose me dio un lindo conjunto de lencería color negro con detalles rojos de encaje. Las bragas, si se pueden llamar bragas, era una diminuta tanga negra con las orillas rojas. No es que me molestara usar tanga, solo que no usaba tan frecuentemente. El sujetador era strapple en forma de corazón, con una tira de encaje rojo donde hacia forma dejando muy lindos mis senos.
Saque el vestido del guardapolvo, era diminuto pero no tanto, de cuero, color negro, los tirantes era de corte caído. Me lo coloque, me llegaba a medio muslo. Iba a salir cuando una mano entro por la puerta y me tendió unas botas negras de gamuza.
-Toma.
-Gracias. –dije tomando las botas. La puerta se cerró y me coloque las puse.
Me mire al espejo y de verdad me veía sexy. Más que las anteriores veces. Siempre me sorprendía lo que ese par podían lograr conmigo.
Salí del cuarto de baño para encontrarme con otras dos bellezas. Rosalie traía un vestido blanco, un blusón mas bien, le llegaba justo a medio muslo, dejando sus perfectas piernas expuestas a la vista de todos, las coordino con unas zapatillas cerradas de color azul rey; su cabello, que normalmente lo trae en ondas ahora lo traída perfectamente lacio, sin marcas de que su cabello fuera en rizos. Se veía cual ángel bajado del cielo. Su maquillaje, natural, como ahora iba. Se miraba aun más linda.
Alice por otra parte, llevaba un vestido strapple plateado que se sujetaba en pliegues en el busto, al igual que nosotras le llegaba hasta a medio muslo. En la cintura un cinturón de estoperoles se cerraba en torno a ella marcando aun más su pequeña cintura. Las zapatillas que portaba eran negras con pequeños decorados plateados y de un tacón muy alto. Sus cabellos como siempre, apuntando en diferentes direcciones, se vea demasiado linda con esos ojos sensuales gracias a sus sombras, casi podía jurar que parecían ojos de gatos. Las sombras negras con unos ojos azules como los de ella, se miraban demasiado sexys; un ligero gloss en los labios y listas.
¿Cómo era posible que pudieran hacer todo eso en cuestión de minutos? Nunca lo sabría.
-WOW
No se me ocurrió algo más que decir. Las tres lucíamos estupendas, más que estupendas, lucíamos espectaculares.
-Gracias, Bella. Lo mismo para ti.
Alice rio cuando me ruborice por las palabras de Rosalie.
Pasadas las siete de la noche, salimos rumbo al pórtico. Mis accesorios: una cartera de estoperoles y una chamarra de negra.
En la puerta nos esperaban los chicos. Todos con un perfecto traje de diseñador color negro, seguro Alice tuvo que ver en eso. Pero la verdad es que había elegido muy bien.
Todos iban iguales pero a la vez diferentes.
Emmett con su traje negro, pero la camisa era de un lindo color azul cielo. La cual resaltaba sus ojos negros. Camino a Rose y le entrego una rosa blanca. Hermosa como estaba Rose este día, después le dio un ligero beso en la mejilla y le susurro algo, la cual hizo que Rosalie se sonrojara. Algo muy difícil en ella.
Jasper al igual que Emmett le entrego una rosa a Alice, pero esta era amarilla. Un color propio de Alice. Le hizo una reverencia y le tendió el brazo, el cual Alice acepto gustosa dándole un beso a Jasper en la comisura de sus labios. Jasper traía una camisa amarilla, casi del mismo color que la rosa.
Edward era otra cosa. Al igual que Jasper y Emmett me dio una rosa, pero una rosa roja. Preciosa, la rosa más hermosa que había visto en mi vida. Edward tomo mi mano y la beso.
-Te ves bellísima, Bella.
No más que tú. Pensé. Y es que Edward, en un traje negro, con una camisa gris, casi negro, resaltaba su tez blanca, sus ojos verde esmeralda y sus cabellos cobrizos y rebeldes. ¿Cómo es posible que el solo mirarle me alterara la respiración?
Me sonroje por sus palabras, me ofreció el brazo. -¿Vamos? La cena se enfría.
Tomé su brazo y los seis caminamos hacia los autos. Edward me dirigió a su volvo, pero los demás irían en el Jeep. Lo mire extrañada.
-Nosotros iremos en mi auto, amor.
No le di importancia. Me abrió la puerta y subí. Después de cerrarla y subir al volvo también, encendió el auto y arrancamos. Tomo mi mano la coloco en la palanca, así, tomados de la mano fue conduciendo.
De repente Edward tomo una intercepción, y empezó a conducir por en medio del bosque.
-¿A dónde vamos, Edward?
-A cenar. –me contesto como si fuera lo más obvio.
-Pero los chicos siguieron de frente, ¿A dónde nos dirigimos, Edward?
Edward suspiro y volteo a mirarme. –Confía en mí, Bella.
Sus ojos reflejaban sinceridad, amor, todo. Confiaría en él.
Suspire y me dispuse ver el camino por donde Edward me llevaba. No recordaba que hubiera algún restaurant en medio del bosque.
A lo lejos observe unas pequeñas luces que titilaban. Mientras más nos acercábamos, más podía distinguir que era. Era un camino.
Edward detuvo la marcha del carro. Bajo y camino para abrirme la puerta. Con una sonrisa en mi rostro y en el de él, tome la mano que me tendía.
Me condujo a un pequeño claro, donde se encontraba una mesa pequeña con dos velas al centro, dos platos con una cena que se veía deliciosa y una botella de vino tinto.
Separo una silla invitándome a sentar. Me sentía algo extraña. Nunca nadie había hecho algo así por mí. De verdad estaba teniendo una cena con la persona que amaba. Edward tomo asiento enfrente de mí y tomo mi mano nuevamente.
-Te vez preciosa. No me canso de mirarte. –Beso mi mano nuevamente y yo baje la mirada tratando de ocultar mi sonrojo. Se inclino sobre la mesa y tomo mi rostro de la barbilla, hizo a un lado el mechón de cabello que me cubría un ojo pero a la vez acariciando mi mejilla. –Y me encanta más cuando te sonrojas.
Reí bajo. Creo que mis risitas eran porque me sentía extraña y vulnerable.
-Edward, esto…
-Esto es una noche muy especial para ti y para mí. –soltó mi mano y destapo el vino. Sirvió dos copas a la mitad y me ofreció una. Después alzo su copa y siguió hablando. Yo imite su acto al alzar mi copa también. –Para mí, porque estoy con la persona que más amo en todo el planeta y para ti, porque esta noche será solo para complacerte.
Bebió su copa al igual que yo, sonrojándome por lo que dijo.
-Ahora cenemos, que se enfría.
Sonreí y probé bocado.
La cena paso entre broma y broma. Forks era un lugar frio, pero hoy había un clima realmente agradable.
Después de cenar y beber un poco más de vino, Edward se levanto y volvió a ofrecerme su brazo. Me sentía extraña, sumamente rara pero cómoda a la vez. Jamás me había sentido así, ni siquiera cuando estaba con James.
Me dirigió por un entarimado que se perdía tras unos árboles. Edward me abrió paso entre ellos y cuando enfoque la viste, cuál fue mi sorpresa al encontrarme una cama enorme con dosel de madera y tules, rodeada de 4 antorchas que iluminaban muy bien la cama. La colcha de un color blanco con grandes almohadones & llena de pétalos rojos. ¿Cómo había traído una cama en medio del bosque?
Había llegado la hora.
Edward camino a mi lado hasta llegar a la cama.
-Edward, yo…
Me silencio con un beso. –Shh… te dije que esta noche era para complacerte.
Me deje llevar por sus hermosos ojos verdes y por el roce de sus labios que se unían a la perfección en los míos. Me tomo de los hombros y fue acariciándome los brazos hasta llegar a mis manos, las cuales entrelazo con las de él.
Despacio y sin despegar sus labios de los míos, nos acostamos en la cama. Se tumbo arriba de mí sin dejarse caer. Me besaba el cuello y yo me sentía en el cielo. Con presura retire su saco y lo tire a un lado. No vi donde cayó, pues mi mente no hacía más que sentir los besos de Edward sobre mi hombro y sus manos recorriendo mi pierna. Sus manos subían desde mi rodilla y se adentraban bajo mi vestido, acariciándome el muslo. Suspiros fuertes salían de mi boca sin control.
-Te amo, Bella. Te amo demasiado.- Me dijo Edward mientras besaba mi oído y lo mordía ligeramente. Mis manos seguían ocupadas quitando la camisa de Edward, batalle un poco con los botones, pues al estar con los ojos cerrados sintiendo las caricias de Edward y como una burbuja de placer empezaba a formase entre mis piernas, me perdía por completo.
Edward encontró el cierre de mi vestido y lo bajo demasiado lento. Era una tortura para mí. Mis jadeos iban en aumento al igual que los suspiros y gruñidos de Edward cuando le besaba el pecho y le acariciaba la espalda ahora al descubierto. Me enderece y Edward quedo sentado y yo encima de él. Jalo mi vestido y alce los brazos dándole acceso a que me lo quitara quedándome solo con las pequeñas bragas y el sujetador.
Se me quedo mirando unos segundos en los que me miro de arriba abajo. –Hermosa.
Me atrajo de nuevo a él y volvió a besarme, pero ahora con mucha más pasión. Sus manos acariciaban mi espalda mientras las mías jugaban con su cabellos. Sentí como mi sujetador se aflojo dejando los cordones a los lados, pero sin caer, pues el pecho de Edward estaba pegado al mío. Sin ninguna vergüenza lo retire, era algo que nos estovaba, a ambos.
-Perfecta.
Mis pezones ya endurecidos rozaron el pecho de Edward. Me humedecí aun más. Edward dirigió sus manos por mi cintura y las fue subiendo hasta llegar a mis pechos los cuales masajeo a su gusto. Su boca fue dejando pequeños besos húmedos desde mi mandíbula hasta mis senos. Los beso, lamio, succiono y mordisqueó a su antojo. Inconscientemente me empecé a mover en círculos alrededor de su duro miembro, lo podía sentir. Mientras Edward se degustaba mis senos a su antojo, mis manos emprendían camino para liberar su pene de una opresión que sabía que sentía. Logre desabrocharle el pantalón y se los baje junto con el bóxer.
Me hizo volver acostarme en la cama. Nuestros labios se volvieron a tocar. Mis manos le acariciaban la espalda, sus bien formados músculos. Mi tanga estaba empapada, y era lo único que nos separaba. Dejo de besarme la boca pero emprendió camino abajo, besando y acariciando cada parte de mí que estaba a su alcance. Beso mi abdomen y yo arquee mi espalda hundiendo mi vientre. Tomo el dobladillo de mi tanga y comenzó a bajarla. Mis suspiros no podían ser más fuertes. Todo que Edward me estaba haciendo, hacia que me excitará cada vez mas. Se retiro y me miro. En su mirada había amor, el más grande amor que era correspondido de la misma manera.
-Te amo, Edward. Más que a mi propia vida.
Sonrió torcidamente como solo él sabe hacerlo. Tomo mi pierna entre sus manos y retiro mi bota. Beso desde la punta de mis dedos, pasando por mi pantorrilla y el interior de mi muslo donde se detuvo, jadeaba por sentirlo dentro. Repitió el mismo proceso con mi otra pierna, pero esta vez no se detuvo. El aire me falto un instante cuando sentí su lengua recorriendo mis pliegues, ahora no jadeaba gemía incansablemente. Mis manos tomaron sus cabellos hundiéndolo más en mí. Sus dientes mordisquearon levemente mi clítoris haciendo que de mi boca saliera un fuerte gemido. Sentía las piernas débiles a causa del placer que Edward me estaba regalando.
Mi burbuja de placer estaba por reventarse, sentía como mis paredes internas se contraían, cuando Edward paro dándome un respiro. Mi pecho al igual que el de él subía y bajaba demasiado rápido.
Se coloco encima de mí y me beso, dejándome probar el sabor de mis jugos que aun tenía en su boca. Me volví a humedecer al instante. Mis manos acariciaron su pecho y las baje hasta alcanzar su duro pene.
Edward jadeo con mis caricias, pero no lo deje de besar. Succione su labio inferior y gimo besándome. Sentía su miembro vibrar entre mis manos, apretaba suavemente su miembro, acariciando con mi pulgar la punta y después deslizaba mis manos desde las cabeza hasta la base.
Lo hice rodar de nuevo para tener un mejor acceso a Edward. Bese sus labios y al igual que él, mi meta estaba más abajo. Quería probarlo y así lo haría. Suspiros incansables salían de su boca. Y cuando por fin llegue, sin avisarle sople aire caliente sobre su pene. Edward era enorme, lo supe cuando me froté en él.
-Bella, no lo hagas.
Su cabeza reposaba sombre la cama. Tenía los ojos cerrados suspirando, jadeando con las caricias que mis manos le propinaban.
-¿Hacer qué? ¿Esto?
Sin avisarle el que, mordí ligeramente la cabeza de su miembro ganándome como recompensa un delicioso gemido de los labios de Edward. Mi lengua jugaba con glande dándole más placer, mientras mis manos subían y bajaban por toda su longitud. Bese su punta mientras él me tomaba de los cabellos y tiraba de ellos. Relaje mi garganta y me lo introduje completo a la boca. Edward gemía incontrolablemente mientras yo subía y bajaba lamiendo y succionando su miembro. Estaba cercas lo sentía en por las vibraciones en mi boca.
-Así no. -Edward me levanto y se coloco otra vez encima de mí y me beso. –Te dije que esta noche era para complacerte.
Comenzó de nuevo a besarme, sus habilidosas manos me acariciaban cada rincón de mi cuerpo. Suspiros y jadeos salían de ambos. Me sentía tocar el cielo. Se coloco entre mis piernas y suspire, lo amaba y sería suya completamente, Edward me amaba y yo no estaba teniendo sexo con él. Yo estaba haciendo el amor con Edward.
Me penetro poco a poco. Resbalaba sin dificultad dentro de mí. Podía sentir como se abría paso dentro. –Bella, estas tan estrecha.
Mis uñas se clavaron en la espalda de Edward. Gemía por sus roces. Edward empezó con el vaivén, entrando y saliendo de mi, podía sentir como se contenía por no hacerlo rápido., pero así lo quería yo, rápido y duro.
-Mas rápido, Edward.
Aumento los movimientos dentro de mí. Salía y entraba con mucha facilidad. Mi burbuja de placer iba en aumento. Mis piernas se cruzaron por la espalda de Edward haciendo que lo sintiera aun más dentro de ser posible. Edward me mordió un hombro haciéndome pegar un grito, pero no era de dolor sino de placer, el que me mordiera me gusto. Beso mi clavícula y alcanzo uno de mis pechos y se dedico a jugar con mi pezón mientras me seguía penetrando rápido y duro. Con su otra mano me acaricio el vientre y la bajo hasta localizar mi clítoris con su pulgar. Mis dedos aruñaron de nuevo la espalda de Edward. Casi podía tocar el cielo con la yema de los dedos pero a la vez era una tortura, una tortura que no deseaba que acabara.
Seguía dándome duro, dándome demasiado placer, mi cuerpo estaba pegajoso, Edward estaba igual, por el sudor que emanaban nuestros cuerpos.
-Mas, Edward, mas.
Casi llegaba, sentía mis paredes aprisionando a Edward dentro de mí. Él aumento el ritmo que tenía, tanto penetrándome como con su mano en mi clítoris. Gemíamos descontrolados. Cada uno repetía el nombre del otro. El cruce de mis piernas se hizo más férreo, y el orgasmo llego a mí, me abrace a Edward mientras gritaba de placer, poco después sentí Edward terminar dentro de mí. Había aguantado bastante.
Me abrace fuerte de Edward o con la fuerza que mis débiles brazos me permitían. Él se apoyo en un lado, después de salir de mí. Su cabeza reposo en mi pecho que seguía agitado. Acariciaba sus cabellos cobrizos mientras recuperábamos ambos el aliento.
Alzo su cabeza y me beso tiernamente mientras me acercaba a su cuerpo. –Te amo, Bella.
Sonreí y le devolví el beso con más premura.
Nos acurrucamos en medio de la cama. No había sentido el fresco que se empezaba a sentir, hasta que me estremecí entre los brazo de Edward.
-Es mejor irnos ya.
-No quiero.
-Te enfermaras y apenas te acabas de aliviar.
Fruncí el seño pero tenía razón, no quería tener que estar en cama otra vez con un termómetro en la boca. Con un suspiro de resignación acepte.
-Espera, deja junto la ropa.
Reí pero tenía razón. La ropa estaba tirada alrededor de la cama, en el bosque. Además me dejo una linda vista del trasero de Edward al pararse, pero también de las marcas que le había dejado en la espalda.
Cuando regreso y me tendió la ropa me disculpe. –Lo siento mucho, debí controlarme.
-¿Por qué?
Toque las marcas de mis uñas y siseo un poco. –Ah por eso, la verdad es que ni siquiera las sentía hasta que me tocaste ahorita, -me sonrió con dulzura y se arribo a dejar un casto beso en mis labios.- no te preocupes, en realizad me gusto.
Me sonroje y negué con la cabeza mientras sonreía. Me empecé a vestir, al igual que Edward, ninguno dejaba de sonreír. Me arregle un poco el cabello que seguramente era todo un remolino.
Cuando por fin nos vestimos, nos dirigimos al volvo. Edward me puso su saco y me abrazo, olía exactamente a él. Su aroma me encantaba. Con nostalgia, voltee a mirar sobre mis hombros aquel lugar, suspire y sonreí, tendría agradables recuerdos.
-No te preocupes, mi amor, volveremos.
Mire a Edward y sonreí.
Tome su mano entrelazándola con la mía y le di un ligero apretón. Sonrió de nuevo y me beso la frente.
Igual que siempre me abrió la puerta del auto. Subí y dos minutos después, estábamos rumbo a la Academia.
Me quede dormida en el camino. De rato fui consciente que ya no estaba en el volvo de Edward, sino que viajaba entre sus brazos.
Aun somnolienta, oculte mi rostro en el hueco de su cuello y deje un ligero beso. –Te amo, Edward.
Sonreía, lo sentía aunque no lo estuviera viendo.
Tiempo después me deposito en mi cama, pero no libere mi agarré.
-Quédate a dormir conmigo.
Escuche como reía bajo y me daba un beso en la frente. Solté mis brazos y lo sentí meterse en mi cama. Y abrazándome a Edward, dormí profundamente.
Bueno chicas, ¿Qué les pareció el Lemmon? .O espero que les gustara, se supone que hacían el amor así que ¿que tal me quedo eeh?
Un beso
Lunna(la autora)
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