Bella respiraba intranquila, y yo me sentía demasiado mal por haber usado esa carta, pero estaba desesperado, la necesitaba cerca. ¿Por qué? Pues como ya lo dije, porque soy egoísta.
-Ella no me quiere cerca, Edward –detecté como intentaba convencerse a sí misma. Vi como se relajaba, pero aun no me atrevía a acercarme. Ya que ella seguía con las manos en alto.
-Eso no lo sabes –repliqué dulcemente. Ella respiró otra vez y presencié como una máscara se posaba en su rostro. Lo próximo lo gritó.
-¡Ella no me quiere a mí, Edward!
-Bella, eres terca como una mula –le recriminé, empezaba a desesperarme.
-Edward, será mejor que te vayas. No quiero… no quiero hacerte daño –eso me causo risa. De verdad que la idea de Bella haciéndome daño, era algo que jamás lo pensé. Pero me arrepentí al segundo siguiente al recordar el dolor en mi pecho que ya estaba despareciendo por completo.
-Bella, cálmate. Yo no estoy aquí para pelear contigo –ella miró sus manos. Luego las bajó respirando para calmarse. Miré por toda la calle, estábamos completamente solos. Pisé una vez adelante, mirándola a los ojos. Ella se veía a la defensiva, pero lo suficientemente tranquila como para no hacerme daño otra vez.
Trataba de no pensar en Bella como en mi Bella, porque la idea de mi esposa intentando dañarme… dolía mas que su poder.
-¿puedo acercarme? –le pregunté alzando las manos. Ella caminó hacia atrás sin quitarme la mirada de encima, sentándose en los escalones de su casa. Me quedé a un metro de su posición, de pie.
-Dime lo que me quieres decir y te vas –prácticamente me ordenó.
-¿Por qué no quieres hablar con nosotros? –le repetí.
-Porque son vampiros, y yo soy una bruja. Yo no debo… -se escuchó un golpe sordo dentro de la casa. Un cuerpo en el suelo… sentí el efluvio de Charlie.
Bella corrió a una velocidad increíble para un humano cualquiera… no, no era un humano cualquiera. Bella estuvo dentro de la casa en el segundo siguiente, peleando con la cerradura.
-¿Papá? –gritó a penas estuvo dentro. La seguí cuando gritó asustada -¡Edward, ayúdame!
Charlie estaba en el suelo, inconsciente.
Bella sollozaba en el camino al hospital. Yo manejaba mientras ella iba abrazando a Charlie en la parte de atrás de la camioneta de Bella, de vez en cuando ella me gritaba que fuera mas rápido.
Llegamos al hospital y corrí con ella hasta la zona de emergencias, donde estaba Carlisle esperándonos. Lo metieron en urgencias, y Bella caminó y dio vueltas por la sala de espera. Fui en busca de un té para calmar sus nervios.
-Toma –le dije deteniéndola, tomándola por un hombro y sentándola. Estaba tan mal que no se inmutó por el gesto.
-Gracias –susurró bebiéndose el vaso caliente de un solo sorbo.
-Tienes que calmarte –le dije sentándome a su lado. Ella asintió sin prestar atención a lo que yo le decía. Susurraba cosas, pero nada tenía sentido para mi, era otro idioma, o un murmullo sin lenguaje.
Quince interminables minutos después Carlisle salió de la zona de emergencias, y maldije por lo bajo al leer su mente. La vida se me devolvió, a cuando Bella perdió a su padre estando conmigo. No quería vivir eso otra vez, no quería que ella lo viviera otra vez. Pasé el brazo por los hombros de Bella y nos acercamos a Carlisle. Él intentó calmarla cuando lo dijo pero ella empezó a gritar y a decir que eso no era cierto. Exigió verlo y no me dejó entrar con ella.
-Bella, Bella. Vamos –le pedí entrando al cuarto después de cinco minutos de dejarla sola con el cuerpo de Charlie. Ella se pegó a la cama.
-No, papá, dile que se vaya. Tú estás vivo, tú no te has ido. Dile, díselo –siguió sollozando cuando la alejé de la camilla. Tomándola por los brazos, sin ser inconsciente de las descargas cada vez más fuertes.
-Vamos a casa, Bella –le decía mientras salía del hospital despidiéndome de Carlisle.
-Papá, papá, papá –sollozaba aferrándose a mi camisa con las uñas cuando la cargué como si fuera una bebé. Corrí hasta la casa, entrando por la ventana, acostándola en la cama. Ella estaba ya en una fase entre la inconsciencia y la consciencia, el sollozo no la dejaba dormirse completamente. Cuando intente zafar sus uñas de mi camisa, no me dejó, y vaya que esta nueva Bella tenía fuerza –No, Edward. Quédate –me pidió -Quédate, Edward. No me dejes sola, por favor –Bella regresó a la consciencia. Sus ojos cargados de lágrimas intentaron enfocarme, hizo más presión en la tela de mi camisa, y pegó su rostro a mi pecho –. Edward, te necesito –murmuró en un susurro roto.
Toda duda que pude haber tenido quedó en la nada cuando pronunció las últimas palabras. Me acosté a su lado, tratando de dejar a un lado los recuerdos inminentes, y ella se aferró a mi cuerpo como si se le fuera la vida en eso.
Ella empezó a llorar en cuánto estuve completamente acostado a su lado, aferrándose a mi pecho. Acariciaba su hombro con mi mano izquierda, mientras que con la derecha apretaba sus manos en mi pecho. Susurrándole que estaba con ella, que no la dejaría sola mientras ella me quisiera a su lado. Pero no parecía servir, ella solo lloraba, sin escucharme.
Pasada la media noche, su respiración se hizo lo más normal posible, pero no dejaba de hipar. Barbotaba el nombre de Charlie entre suspiros desgarradores.
Siguió así un tiempo, hasta que el agarre se soltó y se abrazó más a mí, ahora sin desesperación. Suspiró tranquilamente contra la base de mi cuello, enviando corrientes nada desagradables por todo mi cuerpo. Lo que me recordó las cargas eléctricas entre nuestros cuerpos, ahora su cuerpo estaba totalmente pegado al mío, las descargas eran más fuertes, pero ni siquiera las había notado antes.
Me dediqué a observar el espacio inexistente entre los dos, al ojo humano hubiera sido invisible, pero ahí, donde nuestros cuerpos se tocaban, existía una vibra visible para mis ojos vampíricos.
Escuché movimientos extraños en la parte de afuera de la casa, y pude distinguir los pensamientos de Jasper y Alice. Ambos preocupados por mi paradero.
-Estoy en el cuarto de Bella –dije a una voz normal. Bella se removió pero no se despertó.
-¿Qué haces aquí? –casi me insultó Alice cuando entró por la ventana, ella si tuvo la delicadeza de no hablar duro. Desde ese momento, todo fue un murmullo.
-Charlie ha muerto… -dije mirando el rostro de Bella. Tanto Jasper como Bella jadearon.
-¿Cómo?
-Un ataque al corazón. Creo que escuchó a Bella discutiendo conmigo esta tarde… creo que escuchó cuando ella dijo que yo era un vampiro y ella una bruja. Antes estaba débil.
-¿Discutieron? –esa fue Alice. No quité la vista de Bella. Suspiré y sonreí tristemente.
-Me electrocutó –susurré pasando las yemas de mis dedos sobre sus manos.
-¿Qué Bella hizo qué? –ese fue Jasper. Me quedé callado sabiendo que cualquier cosa que dijera en ese momento no iba a ayudar. Alice bordeó la cama para estar del lado de Bella.
-No es ella… -susurró para sí misma. Jasper habló.
-Es extraño esto, la veo… la huelo… pero no siento su presencia. Pero ahora que está dormida, es más extraño aún. Es una presencia extraña, no es normal.
-Ella no es normal –dijo Alice.
-Lo sé –respondió Jasper.
-¿Te vas a quedar aquí? –Alice rompió el silencio. Lo pensé un minuto.
-Sí, ella me lo ha pedido. No quiero… dejarla sola –expliqué lo último.
-¿Ella te pidió que te quedaras? –preguntó Jasper asombrado. Asentí –Pero ella te electrocutó esta tarde, ¿no es así? –volví a asentir. Él meneó la cabeza –No lo entiendo.
-Está vulnerable, aceptará cualquier ayuda… y yo era el que estaba ahí –respondí tranquilamente. Entonces bella se removió y musitó mi nombre, me quedé totalmente callado y Alice y Jasper se despidieron mentalmente, saliendo de la habitación rumbo a la casa.
Me las ingenié para zafarme de los brazos de Bella para acomodarla, estaba tiritando de frio y llevaba sus zapatos tennis. Saqué la cobija del armario, arropándola. Tambien quité sus zapatos, y casi muero de risa cuando empezó a tener cosquillas en la planta del pie al quitarle las medias.
Incluso solté su cabello amarrado en una trenza, ya que Bella siempre lo desataba antes de dormir, decía que la marca dañaba el cabello. ME senté al borde de la cama, sin tocarla, al estar fría.
Quince minutos después empezó a hiperventilar y jadear, quejándose en el sueño. La queja se convirtió en sollozo y me acerqué a despertarla pero ella se sentó en la cama con lágrimas en los ojos y ni siquiera me miró. Saltó de la cama y corrió al cuarto de Charlie, la seguí cuando escuché que se tiraba sobre la cama gritando.
-Bella, Bella, estoy aquí –murmuré al tomarla por los brazos. Ella se asustó emitiendo otro gritito. Me miró, me reconoció pero siguió gritando.
-¡Tiene que ser un sueño! –Gritó volviéndose a la cama, tirando las almohadas -¡Esto no es cierto! ¡Él no está muerto! –sollozó y lloró sobre las almohadas. Humedeciéndolas todas.
-Bella, vamos al cuarto, ¿Si? Vamos, tienes que dormir más –apenas eran las tres de la madrugada.
-No, no quiero, no quiero –refutaba abrazando la almohada más vieja.
-¿Quieres dormir aquí? –me senté enfrente de ella. Ella no dijo nada, pero las lágrimas estaban cesando. Se secó la cara y volvió a levantarse, caminando, sin que yo la tocara, de vuelta al cuarto. La seguí suspirando tranquilo, se estaba calmando, eso era bueno.
Me senté a su lado cuando se arrodilló en una de las paredes, arregostada a la pared y el escritorio. Pasé mi brazo por sus hombros atrayéndola a mí, y ella se acurrucó aún más, hipando.
-Yo lo mate –susurró. La abracé más fuerte y negué.
-Él estaba débil y enfermo, tú no hiciste nada. Era su hora de irse –intenté razonar.
-No, no. Él nos escuchó discutir, él escuchó cuando dije lo que éramos… él… yo… yo lo mate, Edward.
-Eso no es verdad –repetí. Ella pasó sus manos por su pecho, abrazándose, al tiempo que se acurrucaba más contra mí.
-Prométeme que no te vas a ir –murmuró y casi pude escuchar su sangre correr a sus mejillas.
-Te lo prometo, mientras me quieras aquí, aquí me tendrás –aseguré.
-Necesito que estés conmigo ahora. Ahora… estoy sola –susurró lo ultimo para no romper en llanto.
-No estás sola. La familia Cullen te apoya, yo te apoyo. Tienes a Jacob y Nessie, Jasper, Alice, Emmett, Rosalie, Esme y Carlisle. Todos estamos contigo.
-Que tú estés… es lo que te pido –alzó su rostro a la altura de mi cuello. Respirando sobre él.
-Te lo juro.
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