Bella POV
-Aléjate por favor- Le rogué mientras las lagrimas intentaban salir de mis ojos.
-No…-Murmuro con la vista fija en el piso.
Yo no conteste, el dolor que me causaba el simple hecho de pensar en mis próximas palabras hacia que mi dolor físico fuera una dulce tortura. Una vez más, sentía que mi cuerpo se destrozaría, pero esta vez no era que alguien más lo destrozara con acciones ni con palabras, era yo misma que lo estaba destrozando con el flujo de las decisiones que había tomado.
-Bella… yo necesito explicarte, por favor- Su mirada se levanto del piso, sus ojos cargaban dolor, un dolor que pareciese infinito ante el simple tacto. Pero de nuevo sabía que si yo no le ponía un alto en ese mismo instante mi corazón –De por sí ya inexistente- Terminaría por colapsarse.
-No… no quiero hablar contigo- Susurre mientras el dolor se iba haciendo dueño de mi cuerpo y llegaba hasta mi corazón.
Lo amaba, más que a mi propia vida, más que a él más importante de mis recuerdos, más que a mi propio cuerpo, más que a mi familia, más que a mis amigos, más que a todo el mundo. Pero por desgracia, el sentimiento no era correspondido.
-Bella yo…- Comenzó de nuevo, con su tono de voz que casi rayaba en la desesperación.
-No, aléjate de mi Edward. Sal de mi vida, por favor- Le rogué en un susurro mientras que la respiración se me iba acelerando.
-Bella, tranquila por favor amor, por favor tranquilízate- Susurro mientras que se ponía de pie y tomaba una de mis manos haciéndome estremecer con su gélido tacto.
Algo hizo chispa dentro de mí.
-No me digas amor- Susurre entrecortadamente- Yo nunca fui tu amor Edward Cullen, nunca te importe, demonios, nunca fui lo bastante buena para ti. Por eso te fuiste, por eso te juntaste con Tanya ¿No es cierto?. Pues bien, ahora afronta tus decisiones. No vengas aquí de hipócrita a decirme que me amas cuando los dos sabemos que no es cierto. Te libero de toda culpa Edward, te libero de todo el remordimiento de consciencia que tus decisiones han causado. En todo caso soy una simple humana ¿No?- Hice una mueca burlona- Los humanos somos coladores, olvidamos rápidamente. Pues bien te felicito, lograste lo que querías. Te voy a olvidar, así me cueste la maldita existencia Edward, te voy a olvidar.
Ipso Facto su cuerpo entero se congelo. Su mirada perdida en mis ojos, sus manos tomando fuertemente una de las mías, sus labios entre abiertos intentando encontrar alguna respuesta coherente –O eso pensé yo- A lo que yo le había dicho. Pero no habría ninguna, ninguna maldita respuesta que lo salvase de lo que hizo, y en todo caso no lo podía culpar ¿Cierto?. En el mundo había millones de personas, personas que por supuesto serian más adecuadas para él, simplemente yo no era una de ellas.
-Bella, por favor… ¿Cómo piensas que yo te haría algo así? ¿Cómo piensas que yo podría amar a alguien que no fueras…
Iba a interrumpirlo, iba a detenerlo con mis manos si era posible, pero mi corazón lo hizo mejor que yo.
El aparato holter comenzó a sonar fuertemente mientras que yo sentía que todo en mi interior se iba haciendo más pequeño, el aire en mis pulmones se escapaba como si tuviese una fuga y las lagrimas que tanto había luchado por guardar se desbordaron de mis ojos haciendo su fino recorrido por mis mejillas y terminar en mis labios dejando a su paso el suave sabor de la sal.
No tuvo tiempo de decir nada más. Los doctores y enfermeras entraron al instante para checarme. Todo esto era tan difícil.
Los ojos preocupados de Edward me observaban mientras que Carlisle lo sacaba suavemente del brazo. Era lo mejor que podían hacer en ese instante, no lo quería ver, no lo quería cerca de mí. Un asco gigante comenzó a secarme la garganta.
Tanya.
Mi mente recordó toda su plática en un instante, fue como si mil flashes de cámaras me hubiesen atacado en un solo segundo, recordé todo lo que me dijo, toda su historia. Toda la verdad.
Apreté más mis puños mientras todo lo que estaba a mí alrededor iba desapareciendo lentamente, el rostro de los doctores se iba haciendo cada vez más borroso y el sonido se iba bajando de volumen hasta quedar como un molesto zumbido que toponeaba mis oídos.
Quede en un suave estado de duermevela, estaba consciente de lo que sucedía a mi alrededor, las luces de las lámparas fluorescentes me lastimaban los parpados aunque los tuviese cerrados, mi respiración se volvió gradualmente más lenta y el aparato holter volvió a la normalidad.
El rostro de Edward aparecía tras mis ojos, como si fuese un luminoso aviso de que en cuanto los abriese me tendría que enfrentar a la realidad, aquella realidad con la que tanto había soñado pero que ahora rezaba por que se esfumara.
Esta no era, ni por cerca, la realidad que yo había soñado.
Desee poder ser pequeña, desee jamás haberme enamorado, desee en lo más profundo de mi alma poder regresar a esa etapa en donde las cosas no importaban, que los rayos de las tormentas me asustaban y los payasos me divertían, en donde simplemente se disfrutaba y no se sufría, en donde el amor hacia acto de aparición con imágenes dulces y honestas, no con sufrimientos y muertes.
Porque eso era lo que yo sentía en ese instante.
Edward estaba muerto ya para mí.
Una sensación de vacío me invadió el cuerpo, y aunque estuviese en el estado de duermevela podía darme cuenta de lo que estaba sucediendo, esta no era como los típicos vacios a los que estaba acostumbrada, no, esto era más grande.
Sentía como si me estuviese separando de alguna parte de mí, de alguna parte importante, y por supuesto sabia a que parte me refería, el corazón.
Me impresione.
¿Podría sentir una persona como yo- A la que le habían roto el corazón tantas veces- sentir dolor alguno?. Una vocecita en el fondo de mi cabeza me dijo que si, era una sensación demasiado extraña, porque no era como si me estuviesen rompiendo el corazón, era como si mi corazón jamás hubiese existido, jamás hubiese tenido lugar alguno en mi cuerpo, jamás hubiese formado parte de mí.
Dentro de mi estado de duermevela constante pude darme cuenta de que yo había perdido una de las partes más importantes, o quizás la más importante, de mi cuerpo, de mi alma, de mi mundo.
Había perdido el corazón.
Y de pronto, todo se volvió negro, pero no era como aquel abismo negro al que yo tanto me había acostumbrado en estos últimos meses. Era una escapatoria, una pequeña obscuridad en la que no podía sentir dolor, de hecho, no podía sentir nada.
Y prefería quedarme ahí a regresar, a ver las cosas y a enfrentarlas.
Era mi puerta de escape.
Mi obscuridad, de la cual, con suerte, jamás regresaría a lo que me esperase fuera de mi mente.
Edward POV.
“Hijo cálmate… el que estés así no te llevara a ninguna parte”- La voz mental de Carlisle intentaba tranquilizarme pero era un esfuerzo innecesario.
Nada podría tranquilizarme en este instante.
Las puertas del hospital se veían ya frente a mí, no me había dado cuenta de cómo o porque pero me encontraba fuera de el edificio, caminando de un lado a otro como león enjaulado mientras que a mi mente se venían imágenes, muchas imágenes que me confundían. Los orbes marrones y llorosos de mi ángel eran una de ellas, y junto con esa imagen me venían las palabras que me había dicho.
“Yo nunca fui tu amor Edward Cullen, nunca te importe, demonios, nuca fui lo bastante buena para ti”
¿Cómo que nunca fue lo bastante buena para mí? ¿Por qué demonios pensaba ella eso?.
Ella era la cosa más importante que había en mi vida, era por la que seguía en este maldito mundo, era mi razón de existir. Demonios ella era el amor de mi vida, la persona por la que tanto había esperado y a la que esperaría por el resto de mi inmortalidad. Ella era mi corazón, era mi mitad.
Y yo la había perdido como un niño que pierde su juguete.
De la manera más estúpida.
Sus palabras me taladraban la cabeza, las imágenes de su sufrimiento me venían a la mente haciéndome estremecer. Yo lo había causado, yo era el causante de que esas lágrimas se derramaran por sus ojos, yo era el causante de los vendajes que tenía en las piernas y manos, yo era el causante de que su corazón se estuviera debilitando, yo era el causante de su muerte.
Mi parte egoísta, por supuesto, gano sobre mi parte sensata. Sabía que era malo que yo me quedara con ella, malo que la rondara, malo que perteneciese a su vida. Pero yo no podría vivir sin ella, sin ver sus ojos marrones todos los días y el silencio proveniente de su mente. Aquí no importaba tanto el olor que ella desprendía, ese olor a Fresia que tanto me hacia enloquecer al principio, aquí lo único que importaba es que si ella se alejaba se llevaría una parte –y si no es que toda- de mi consigo.
Ella era mi mitad.
Para mi desgracia la conocía, la conocía tan perfectamente bien que sabía que esa idea no se le quitaría de la cabeza, Bella siempre había sido una cabezota… eso me encantaba de ella, pero por desgracia en este momento no ayudaba de nada.
“Edward… por favor… tranquilízate… ella necesita tiempo. Necesita su espacio por favor”- La voz mental de Esme me llego de momento mientras que sus dos pequeños brazos me detenían y me rodeaban la cintura.
Sentí por un momento un poco de paz, pareciese como si Jasper estuviera a un lado mío. Pero no, el estaba demasiado lejos. Mis hermanos se habían hecho cargo del cuerpo de Anthony, la verdad no entendí del todo bien que era lo que querían hacer, ni era que me interesase demasiado. Bella tenía mi mente acaparada en todo momento.
O mejor dicho Bella era mi mente.
Sentía que la cabeza me explotaría de tanto pensar, quería entrar a esa habitación y gritarle si era necesario que la amaba, que ella era mi sol, que ella era la estrella fugaz que había surcado mi cielo, ella era lo único que quería y necesitaba para ser feliz, sin ella todo estaría obscuro, todo seria negro.
Sin ella, nada tendría sentido.
Suspire pesadamente viendo a mí alrededor. Los únicos que por el momento estábamos en el hospital éramos Alice, Carlisle, Esme, Charlie y yo.
Necesitaba urgentemente ver a mi ángel, necesitaba explicarle todo, necesitaba que me perdonase. Rogaría si me lo pidiera, me arrastraría mil kilómetros si lo quisiera… todo por volver a estar con ella, por volverla a tener entre mis brazos y volver a tocar sus labios… todo porque ella volviera a ser mía.
“Edward lo siento…”- Dijo la voz mental de mi hermana sacándome de mis pensamientos. Alice estaba a tres pasos de mí, con cara de tristeza.
Yo solo asentí, sabía a qué se refería, sabía que me estaba pidiendo perdón por todas las cosas que me había dicho y las falsas acusaciones que había hecho. En todo caso la entendía, yo en su lugar habría hecho lo mismo, habría dicho las mismas cosas y habría defendido a Bella.
Yo era un estúpido. Y ella solo intentaba salvar a su mejor amiga.
“Edward… yo no sé qué decirte… siento haberte hecho todo esto, siento haberte dicho algo que te lastimara… no era mi intención. Pero sé que ella estará bien Edward… yo lo sé… Ella estará…”
Sus pensamientos fueron interrumpidos por una visión.
Todo era negro, demasiado confuso, todo era una maraña de visiones que no tenían sentido alguno. Yo mordiendo a Bella, Bella siendo una de nosotras, Bella en una cama de hospital con los ojos cerrados, Bella envejeciendo en la misma cama, pero había algo que jamás cambiaba en las visiones, yo siempre estaba a su lado y ella jamás despertaba.
Ella estaba en un sueño eterno.
-¿Qué sucede?- Pregunto Carlisle que ahora nos veía con ojos preocupados.
-Ella… Bella…-Susurraba Alice observándome con miles de preguntas en los ojos.
“Tienes que hacerlo”.
Negué con la cabeza… ella no podría… mi Bella no podría… ella no…
“Está enferma Edward, tienes que salvarla”- Contesto Alice mentalmente al ver que yo volvía a negar con la cabeza.
Antes de que otra cosa pudiera suceder una enfermera salió por la puerta.
-¿Señor Cullen?- Pregunto mientras que la cara de mi Bella abordaba a su mente.
-Si..- Murmure mientras que sentía que todo mi cuerpo se empezaba a debilitar.
-El doctor que está atendiendo a su esposa desearía hablar con usted.- Contesto.
Asentí con la cabeza mientras que la seguía dentro del hospital, seguido por Alice, Carlisle y hasta el final Esme.
Mi mente aun formaba mil conjeturas, los pensamientos de la enfermera no me daban nada seguro, solo podía ver la cara de mi ángel con sus ojos cerrados, se veía tan tranquila y tan en paz… que pareciese como si estuviera soñando con cosas lindas. Eso me tranquilizo un poco.
Llegamos hasta el área de espera donde Charlie se encontraba sentado en una silla, su mente gritaba mil cosas, gritaba que le dijeran que sucedía, gritaba que estaba preocupado, gritaba que el gustoso estaría en el lugar de Bella por salvarla.
El la amaba igual o quizás más que yo.
-Señores- Dijo el doctor que atendía a Bella.
Nadie dijo nada.
-Tengo noticias- Continuo- Bien, como saben Isabella despertó, pero por alguna razón que aun no sabemos… -Dudo un poco- ah caído en… la negrura.
“Dios… no…”-Pensó Carlisle
“Mi hija… ella no…”-Sollozo mentalmente Esme.
“¿Bella? ¿A qué se refiere?”- Grito en su fuero interno Charlie.
“Edward… tu eres el único que la puede salvar”- Chillo Alice en su mente.
-Isabella ha caído en coma- Continuo el Doctor- Lo siento mucho, lo único que nos queda es esperar. Por lo general el paciente se despierta cuando este psicológicamente listo… y eso es lo que Bella está haciendo… por algo, tal vez por el trauma de lo que le sucedió, se ha encerrado en su mente. Solo queda tener las esperanzas de que ella quiera despertar.
Las palabras del doctor no tenían sentido, las palabras de mi familia tampoco lo tenían, las paredes, el oxigeno, el agua, yo mismo… nada tenía sentido en ese instante.
Esto no podía suceder, Bella no podría estar en coma… no… ella había decidido vivir, ella había decidido seguir adelante. Ella no me podía hacer eso…
Ella no podía estar en coma.
Un grito ahogado salió por mi garganta al comprender a lo que se refería el doctor
“¡Edward cálmate! Ella estará bien. Tu sabes cómo salvarla”-Grito Alice en su fuero interno mientras me mostraba imágenes de Bella como una de nosotros.
-No…-Gruñí mientras me deslizaba contra la pared en la que segundos antes había estado recargado.
-Hijo…-Carlisle susurro- Es la única manera y lo sabes.
-No…- Volví a gruñir.
Yo jamás podría condenar a Bella a una vida como la nuestra, jamás podría quitarle su alma. Ella era un ángel y yo no tenía derecho a condenarla.
Pero, si no lo hacía… la perdería para siempre.
-Edward…- Murmuro suavemente Esme para que solo Alice, Carlisle y yo escucháramos- Piénsalo...no queda otra alternativa… por favor.
No conteste.
Tenía que haber otra alternativa, tenía que haber otra maldita alternativa, esa no podría ser la única. Yo no la podía condenar, yo no podía someterla a una inmortalidad solo por ser un simple egoísta, yo no podría.
-Hazlo…- Susurro una voz que no pensaba escuchar.
Charlie.
Ipso facto me congele.
-Hazlo Edward… se que tienes una forma de salvarla… no se cual pero sé que la tienes… haz lo que sea pero por favor regrésame a mi hija.- Imploro mientras lagrimas salían de sus irritados ojos, su tono era de desesperación mientras que apretaba sus puños.
¿El lo sabía? ¿El sabia que nosotros no éramos humanos? ¿Desde hace cuanto tiempo lo sabía? ¿Cómo se había dado cuenta?.
-No puedo…- Murmure suavemente mientras que ponía mi cabeza entre mis manos.
-Lo hare yo- Respondió Carlisle.
Negué con la cabeza.
-Lo hare yo.-Conteste.
Si ella iba a terminar como uno de nosotros entonces seria yo quien lo hiciera posible. Sentía miedo, miedo de que todo saliese mal, miedo de perder completamente a mi Isabella, miedo de que ella no sobreviviera.
Pero era peor verla muerta en una cama.
No me di cuenta de en qué momento los sollozos comenzaron a salir por mi boca, sollozos secos que iban acompañados con escalofríos. Sabía que esto era lo que ella quería, ella me lo había dicho y yo lo había visto en las visiones de Alice, pero aun así… la condenaría.
Y sería algo que jamás en mi inmortalidad me perdonaría.
-¿Cuándo?- Pregunto Esme que se encontraba entre los brazos de Carlisle.
-Hoy… en algunas horas- Contesto Alice mientras yo veía en sus pensamientos como iba a ser todo.
Sacaríamos a Bella del hospital a escondidas, la llevaríamos a nuestra casa y ahí la convertiría.
Un suave suspiro salió de mi boca.
Preferiría convertirla antes que separarme de ella.
“Edward tenemos que sacar a Charlie de aquí”- Pensó Carlisle mientras que yo tenía la mirada perdida en el piso, como si las líneas blancas que este formaba fueran las más interesantes que existiesen.
Yo solo asentí.
Carlisle se levanto lentamente y fue hacia donde Charlie, yo bloquee todos mis pensamientos, no podía pensar, no podía ni siquiera respirar.
Tenía que prepararme para esto, tendría que despedirme de la Bella humana… tendría que despedirme de todos aquellos detalles que tanto me encantaban de ella. Tendría que despedirme de mi Bella.
Intente imaginarla con ojos rojos y fuerza inimaginable, más bella de lo que ya era, más impresionante de lo que ya estaba. Pero aun así, sentía un vacio dentro de mí, vacio que sabía llevaría por el resto de mi existencia.
Pero prefería eso a perderla por completo.
Si ella morirá yo moriría con ella, si ella vivía yo viviría con ella. Aunque ella no me quisiese a su lado.
La rabia empezó a correr por mi cuerpo al pensar en todas las cosas que yo mismo le había causado, al pensar en todas las heridas que Victoria y Tanya le habían hecho… al pensar en cómo Anthony la había utilizado.
Pero al fin y al cabo yo era el único que había causado todo.
Gruñí.
Si tan solo me hubiese quedado, si tan solo le hubiese explicado que era lo que sucedía, cual era la razón por la cual no podíamos estar juntos, la verdadera razón y todo esto jamás hubiera pasado.
Mejor dicho si ella desde un principio no se hubiera interesando en mi de la misma manera en la que yo me interese en ella jamás estaríamos en esta situación, ella no estaría toda golpeada y mucho menos en coma. Ella estaría bien, estaría con alguien como Mike Newton o Tyler Crowley… alguien que no le causase tanto sufrimiento como yo lo había hecho.
Y aun así dudaba demasiado que yo la hubiese dejado sola.
Ella siempre sería el único amor de mi vida… ¿En qué maldito momento se me ocurrió una idea tan estúpida como la de estar con Tanya? ¿En qué momento mi cerebro se quemo como para aceptar casarme con ella?. Dios… no había palabras que pudiesen explicar que tan baja persona era yo.
Sentía que el monstro en mi interior ronroneaba suavemente, el monstro del egoísmo se regocijaba, por fin tendría a mi Bella, por fin seriamos iguales… por fin estaríamos juntos.
Claro… si ella me quería de vuelta.
Y esa era una de las muchas razones por las cuales no la quería condenar a una vida como la nuestra. ¿Y si ella ya no me quería? ¿Y si ella seguía adelante como yo le había pedido?.
Rezaba internamente porque no fuese así.
A mi alrededor nada cobraba sentido, gente pasando a mis lados, sollozos de personas que perdían algún familiar, pasos, camillas, sangre… todo y nada.
Todo era lo mismo.
Afuera por la ventana caía una suave lluvia mientras que el sol se empezaba a poner ya casi para el mediodía. Sabía que solo quedaban algunas horas. Y esas pocas horas las quería pasar junto a mi Bella, disfrutar del suave latir de su corazón que en cuestión de días se detendría, de su dulce y delicioso aroma que próximamente se convertiría en el típico de los vampiros.
Quería disfrutar a mi Bella humana.
Me pare silenciosamente del suelo ignorando olímpicamente los pensamientos de mi familia. Camine por el largo pasillo blanco, ese pasillo que lo único que decía en cuanto lo mirabas era un signo de muerte.
Llegue hasta la habitación número 12 en la que mi ángel descansaba. Abrí la puerta y me metí lentamente.
En medio de la habitación estaba una cama y en esa cama un ángel. Mi ángel. Aquel querubín que había sido mandado desde el mismísimo cielo para quitarme un poco el sufrimiento. Aquel por el cual daría todos los años de mi inmortalidad.
Me senté a su lado, admirando la belleza de su rostro pacifico, admirando la tranquilidad que se le veía esparcida en el rostro. Aquel sueño que tanto había cuidado y próximamente desaparecería.
Suspire.
Ella no se merecía esto, pero tampoco se merecía ser condenada. Todo esto era tan confuso.
La ventana estaba abierta, dejando ver así las gotitas de lluvia que pegaban en el cristal, el cielo nublado como era normal en Forks, pero que en aquel día se veía mucho más deprimente que en los otros. ¿O seria que ese día el cielo estaría así porque moriría un ángel?.
-¿Sabes?- Murmure suavemente aun viendo a la ventana- Cuando te vi en aquella clase de Biología la primera vez amor… pensé que eras un demonio mandado de mi infierno personal solo para torturarme- Sonreí suavemente mientras me giraba a ver su rostro, su pelo esparcido sobre la almohada. Ella era tan hermosa.-Pero ahora me doy cuenta que más bien eras un ángel, un ángel de salvación que vino a sacarme del verdadero sufrimiento en el que había estado viviendo. Y más bien yo era el demonio que te hizo la vida imposible.
“Te amo”- Susurre acercándome a su oído.
Roce sus labios con los míos.
Su piel aun se sentía suave y tersa cuando mis labios la rozaron, sus mejillas, sus parpados, su frente, sus sienes y volvieron de nuevo a su boca.
La calidez que emanaba era placentera, era la mejor sensación que podría existir.
Me recosté sobre su pecho, escuchando el suave latir de su corazón, aquel corazón que juraba que podría escuchar a kilómetros de distancia. Ella y yo estábamos tan sincronizados.
Y por un momento todo se olvido, sus palabras, sus ojos cargados de dolor, mi venganza, las últimas palabras de Anthony, la despedida.
Todo.
Solo quedábamos ella y yo, la suave brisa de la lluvia que llegaba desde la ventana y el suave latir de su corazón que pronto quedaría detenido.
-Te amo- Volví a susurrar mientras rozaba de nuevo sus labios con los míos.
Todo esto cambiaria, nada sería igual… ya no seriamos el vampiro y la humana, no seriamos vampiros, no seriamos humanos no seriamos nada.
Seriamos un mismo corazón, seriamos un mismo ser.
Y lo lograría aunque me costara la inmortalidad.
-Perdóname- Murmure
Y en ese momento una suave gota salió de uno de sus ojos.
Y con esa gota desaparecía la humanidad que yo tanto había soñado, la humanidad que yo tanto había protegido y la humanidad que yo mismo había arrebatado.
Con esa simple gota me despedía de Bella.
Con esa suave agua sabor a sal le decía adiós a lo que alguna vez fue lo más importante que cuidar.
Con esa suave y simple gota de agua sabor a sal le daba la bienvenida a mi nueva Bella.
A la que yo mismo cree y a la que yo tendría que recobrar.
Y con esa simple lágrima a lo que yo llamaba corazón se desprendía.
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que les pareció el cap mis niñas??????
espero que les haya gustado un beso y un abrazo cuidense saludos =)
espero sus comentarios jejejejeje
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