Pov Santiago.
El ángel de mi oscuridad, la princesa de mis sueños; mi cantante... tantos nombres tenía para ella y todos ellos se perdían en la niebla ya que ella nunca los podría escuchar. La había perdido, ella mi dulce Gianna estaba con Alec. Pude ver como se miraban, como se lo decían todo con una simple mirada; sus rostros llenos de felicidad, sus acciones; como se compenetraban los dos, como ella aceptaba con gusto los halagos de Alec; como el soportaba su dulce aroma; era como si fuesen uno solo.
Pero lo que hizo confirmar mis sospechas fue lo que vi en el jardín, les observaba desde la lejanía, igual que Demetri, pero este no me importo nada. Lo que de verdad hizo que tirase la toalla fue cuando Alec acercó sus labios a los de ella; no conseguí ver el beso, pero me lo imaginaba. Tenía que salir de ese lugar, mi ser no soportaría ver esa escena, y así lo hice, me aleje todo lo que pude.
Dolor y celos. Eso era lo que sentía; me había centrado tanto en Demetri que no me di cuenta de Alec, ¿Por que? ¿Por que no fui valiente y me declaré a ella? La culpa me perseguiría hasta el fin del mundo; hasta el fin de mi inmortalidad.
Pero ya nada podía hacer, ella estaba feliz junto a el, ¿quien era yo para arrebatar esa felicidad? yo tenía respuesta para eso, nadie; solo era un simple demonio de la oscuridad que no jugó bien las cartas.
Camine cabizbajo por los pasillos del castillo, reteniendo esa hermosa imagen que me cautivaba; la de Gianna. Ella era tan hermosa; tan dulce; tan... ¿que podía decir de ella? era un ángel caído del cielo, el cual me iluminó con su preciosa luz y me hizo salir de la penumbra.
Me recosté en una de las paredes del pasillo, quería ahogar mis penas; quería sentir la culpabilidad dentro de mi.
- Santiago
Y de la oscuridad procedente del pasillo salió Renata.
- Hola Renata - dije intentando parecer normal
- ¿Que te ocurre? - dijo esta mientras se acercaba a mi
Renata era una persona en la cual se podía confiar; había pasado tantos siglos con ella que la había cogido cariño, era una buena amiga. Pero en estos momentos no sabía si contarle lo que me pasaba o no; ya que si se lo contaba el dolor se haría más grande; y eso no lo soportaría.
- Nada; ¿debería? - dije mientras me quitaba del apoyo que tenía
- Santiago, ¿hace cuanto que nos conocemos? ¿cinco siglos? ¿tal vez seis? tu a mi no me engañas; te pasa algo.
- De verdad Renata no me pasa nada - y dicho esto estaba dispuesto a irme pero esta me lo impidió con un dulce apretón en la mano
- Santiago por favor; sabes como soy, y no me gusta ver a la gente mal, sobre todo a la gente que me importa.
De perdidos al río, ¿no? otra cosa no podía hacer, sabía que si no se lo contaba ahora ella estaría todo el rato detrás de mi, intentando sacarme la verdad, y tarde o temprano lo conseguiría.
- Gianna - dije en un susurro
- ¿Que ocurre con ella? - dijo preocupada
- A ella no la ocurre nada; pero sin embargo a mi si. Ella esta con Alec
- ¿Como que esta con Alec? - dijo enarcando una ceja
- ¿Acaso no los has visto hace un rato? Están juntos; son el uno para el otro. Antes les seguía hasta el jardín y pude ver como Alec acercaba sus labios a los de ella, y ...
- ¿Se besaron? - preguntó incrédula
- No lo se, no lo vi. Pero entonces, ¿que intención tenían? - dije dolido - me duele verle con el; me pone de los nervios...
- Santiago, ¿que sientes por Gianna?
- Absolutamente todo. Ahora ella es mi existencia. La quiero, la adoro, y encima ella es mi cantante. La quiero proteger de cualquier mal. Me gustaría tenerla entre mis brazos; me gustarían tantas cosas... pero es imposible
- ¿Ella lo sabe?
- No, además si ella se enterase de esto, ¿cambiaría algo? ya te lo digo yo, no. Desde el primer momento ella se fijó en Demetri y no en mi, intente protegerla de el; ya que el solo quería jugar con ella; la veía como una simple humana; la cual estaba perdidamente enamorada de el. Y el sabía que en cualquier momento la podría tener, con tan solo una mirada, una sonrisa, con tan solo un gesto... y por eso me encargué de que ella se alejase de el; entre en sus sueños y la hice creer que el era inalcanzable para ella, y parece que lo conseguí; pero no jugué bien mis cartas, ya que Alec... - y en ese momento me puse a sollozar.
- Santiago - dijo Renata mientras me abrazaba - tranquilizate por favor
- ¿Como quieres que me tranquilice? La perdí; no tengo nada que hacer, no puedo competir contra Alec, no puedo...
- Niente è impossibile (nada es imposible) - y cuando me dijo estas palabras me dio un beso en la frente - escúchame por favor, no tires la toalla. Lotta per essa (lucha por ella).
Pov Demetri.
¿Y ahora? ¿Que podría hacer?
La tenía donde quería; la tenía en la palma de mi mano y eso no lo aproveche.
Rabia, culpabilidad, dolor, angustia y celos. Esas eran las emociones que recorrían mi frío cuerpo.
Jugué con ella y con su corazón. Ahora el destino me devolvía la jugada.
Por así decirlo gracias a Alec descubrí lo que sentía por Gianna. La quería con todo mi ser, me di cuenta que a lo primero me confundí, intente engañar a mi ser, ya que... ¿era lógico que un vampiro se enamorase de una simple humana?
Ella estaba con Alec, el tenía el privilegió de tenerla entre sus brazos, de protegerla, de darla felicidad; y en estos momentos me pongo a pensar en que si yo no me hubiese engañado ahora sería yo el que estuviese en esa situación, en el puesto de Alec.
Tenía que recuperar su amor; tenía que recuperar esa mirada que me volvía loco, esos dulces latidos y esa frenética respiración cada vez que me veía; tenía que hacer lo imposible para tenerla de nuevo conmigo.
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