DESEOS PROHIBIDOS?TERMINADO

Autor: rake
Género: + 18
Fecha Creación: 16/11/2010
Fecha Actualización: 31/05/2011
Finalizado: SI
Votos: 32
Comentarios: 89
Visitas: 204465
Capítulos: 56

 

TERMINADO

FIC RECOMENDADO POR LNM CON 4 VOTOS!!!

 Si eres perseverante,los deseos se hacen realidad y aqui está la prueba que lo confirma.

Leer este fic que os aseguro que acabará por encantaros.

VOTAR Y COMENTAR MUCHAS GRACIAS.

 

 

                      

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 21: Intereses

Estaban tomando el té de las cinco,Edward estaba casi seguro.Contemplaba el jardín de su madre de pie junto a la ventana de su habitación.Sus sobrinas estaban sentadas a una mesa diminuta en sillas igualmente diminutas que Cayo les había hecho.En la mesa,había una teterita,tacitas y platitos.

Bella,la condesa de Forks,las acompañaba y servía un té imaginario.Edward se sentía completa y absolutamente hechizado por su ingenuidad,por la complacencia de su gesto mientras jugaba con las niñas.El destino era sin duda cruel al negarle la oportunidad de tener hijas propias.

—Toma,bébete esto—dijo su madre ofreciéndole una taza de café solo.

El aroma le produjo náuseas.Le dolía la cabeza y se sentía cansado.Aun así,le dio un sorbo a la infusión porque sabía que su madre no lo dejaría en paz hasta que lo hiciera.Aunque fuera un anciano,seguiría esperando que obedeciera sin rechistar y él lo haría.

—Me gusta tu condesa—comentó ella en voz baja para evitarle un mayor dolor de cabeza.

—No es mi condesa—aclaró él.Dio otro sorbo y sintió cómo el calor del líquido le recorría el cuerpo hasta la cabeza.Le había puesto algo a la bebida,estaba convencido.Su madre conocía toda clase de remedios caseros que obraban milagros.

—No puede tener hijos—le susurró como el que cuenta un triste secreto—.No tienes cura para eso,¿verdad?—añadió haciendo un gesto con la taza.

Aunque pudiera tener hijos,Bella seguiría queriendo casarse con un duque,pero al menos sería bastante más feliz.

Su madre negó con la cabeza y miró por la ventana.

—Una lástima.Tiene paciencia con las niñas.

—Y conmigo,por lo general.Me ha enseñado mucho desde que llegué a Londres.

—¿Le has dicho que la quieres?

Maldijo en silencio.Su madre siempre lo sabía todo:era omnisciente.Su extraordinaria habilidad para averiguar la verdad resultaba espeluznante a veces.Siempre sabía cuándo Emmett y él se habían peleado,aunque procuraran no darse en la cara y se esmeraran en no dejar rastro.La única vez que Edward copió en un examen,ella lo supo.No dijo nada,sólo lo miró,pero él se dio cuenta de que lo sabía.Supo cuándo Edward besó a una chica por primera vez y cuándo se llevó a la primera jovencita al henal.No entendía cómo podía saberlo todo,pero lo sabía.

—Que se lo dijera no cambiaría nada—admitió él por fin—.Aunque la verdad es que tampoco estoy seguro de que la ame.Le tengo mucho aprecio pero no sé si hay algo más—concluyó negando con la cabeza.

—Nunca habías traído a una chica a casa.

—No podía dejada sola en Forks Hall.

—No veo por qué no.

Cerró los ojos;el dolor de cabeza aumentaba.

—Ella oculta su pasado y no siente curiosidad por el mío.Yo me formé con todo lo que me sucedió antes de que nos conociéramos.Ella también.Pensé que si lo compartía con ella se sinceraría conmigo.No sé ni por qué me molesto.

—Creo que sí lo sabes—le dijo su madre dándole una palmadita de consuelo en el brazo.

—Nunca me aceptará.

—Mereces algo más que una mujer que «te acepte».

—Lo dices porque eres mi madre.—Se terminó el café y le dio la taza vacía—.Voy a llevarla a ver la escuela.

Dejó a su madre allí y salió al jardín por una puerta lateral.Entonces pudo oír mejor las risas,la de Bella y las de las niñas.Habían organizado una merienda por todo lo alto.No quería interrumpir,pero deseaba pasar un rato con Bella.Además,creía que le debía una disculpa.Tenía vagos recuerdos de la noche anterior y el café de su madre no había contribuido a aclararle las ideas.

Como si percibiera de pronto su presencia,Bella levantó la vista y sonrió;la ternura de aquella mirada casi lo paralizó.Parecía verdaderamente feliz en aquel entorno,pero Edward sabía que no podía ser.Ella buscaba una categoría y unos privilegios sociales y la aceptación de la alta sociedad.Nada de eso existía en aquel rinconcito del norte de Inglaterra.

—¿Quieres merendar con nosotras,milord?—preguntó.

Lo decepcionó percatarse de que la sonrisa formaba parte del juego al que jugaba con sus sobrinas.

—En realidad,milady,había pensado llevarte a ver la escuela en la que trabajaba.

—Estupendo—respondió ella y su sonrisa tomó cierto cariz de solemnidad,como si pasara repentinamente de la ficción a la realidad y no le complaciera del todo la excursión.

Edward le ofreció el brazo.Ella llevaba guantes,él no,ni pensaba ponérselos.Al menos no en Torterra,donde sus ropas siempre habían sido sencillas y sus modales corrientes.La ayudó a levantarse.

—Iremos dando un paseo,si no te importa—dijo Edward.

Ella asintió con la cabeza,volvió a mirarle las manos,hizo ademán de comentar que su atuendo no era del todo correcto,pero pensándolo mejor,se limitó a colocar la suya enguantada en el brazo del conde.

—Cuando quieras.

—Id con la abuela—les dijo Edward a sus sobrinas.

Las niñas salieron corriendo y él supo que harían lo que les había pedido.Era uno de los rasgos de la vida familiar en aquel pueblo.Los niños obedecían a sus mayores.

El trecho hasta el otro extremo del pueblo no era largo,pero el paseo se les hizo interminable,porque,igual que la noche anterior,la gente se detenía a saludar,no al amigo sino al conde.Edward empezó a notarse tenso.Se sentía atrapado entre dos mundos:aquel en el que había nacido y el que el destino había elegido para él.

Condujo a Bella por el camino de tierra que desembocaba en una plazoleta presidida por tres edificios:la iglesia,la escuela y la residencia de los estudiantes.

—¿Es un internado?—preguntó ella,rompiendo de pronto el silencio que parecía haberse instalado entre los dos.

El interés que Bella demostraba lo llenó de alegría.

—En su mayor parte sí.La gente de los pueblos cercanos más grandes traen aquí a sus hijos,que se alojan en ese edificio de allí.—Señaló un edificio de madera lejano,con tres niveles de ventanas—.Los chicos del pueblo sólo vienen durante el día,cuando ya han terminado sus tareas.—Edward siempre los había tratado a todos por igual,porque creía que la educación era un gran nivelador.

—¿No te parece extraño que la educación sea obligatoria,pero los padres tengan que pagar para que sus hijos aprendan?—preguntó ella.

La enseñanza había empezado a ser obligatoria en 1876,pero Edward sabía que algunos habían encontrado el modo de eludir la ley.Las familias más pobres preferían que sus hijos trabajaran.

—El coste de la enseñanza depende muchas veces de los ingresos de la familia y también hay muchas escuelas benéficas—comentó él.

Ella lo miró con los labios fruncidos.

—¿Y crees que ofrecen el mismo nivel de enseñanza que por ejemplo ésta?

—Admito que es un sistema imperfecto—claudicó él—.¿Qué propondrías tú?

—Más implicación del gobierno,una normativa más precisa.Un modo de ofrecer una buena educación a todo el mundo independientemente de sus ingresos.

—Da la impresión de que lo hayas meditado a fondo.

—Pienso en ello de vez en cuando.No imaginas lo difícil que es prosperar para una persona sin educación.

—Lo dices como si lo supieras por experiencia.

—No por experiencia propia—dijo ella mirando en otra dirección,de pronto interesada en los árboles que bordeaban el camino—,pero conozco la lucha de otros.

—¿De modo que no sólo te interesas por los problemas de los pobres sino también de los ignorantes?

—Me intereso por muchas cosas.

—Eso veo.

Deseó encontrar un modo de convencerla para que aumentara su interés en él.

Capítulo 20: Borrachera Capítulo 22: Cansado de esperar

 


 


 
14671142 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10905 usuarios