Regresé a casa más animada. Tenía un primo gay con el cual debía casarme para conservar la casa donde vivía y poder ir a la universidad. Nada del otro mundo, al menos sería llevadero.
Mis padres también estaban felices de que aceptara. Creo que esperaban que hiciera berrinche, me tirara de los cabellos y me encerrara en mi habitación. Pero casi tengo 18 años, ya era prácticamente una mujer. ¿Acaso no podía comprender cuando me explicaban las cosas?
Así que el siguiente fin de semana fui de compras. Otra vez a la librería. Siempre regresaba a casa con más libros que ropa y no es que gastara mucho, solía comprar a veces libros usados porque eran antiguos y estaban llenos de historia, además si tenía suerte podría encontrar algún escrito en su interior. Me imaginaba las personas que los habían leído, quizás esos libros fueron regalos para alguien especial. Además que eran mas baratos, seamos sinceras, por cada libro nuevo podía comprar dos usados y con sorpresa.
Pero esta vez fui a la librería más grande de la ciudad, no encontraría lo que buscaba en libros antiguos. Necesitaba literatura gay. Ya que pasaría algún tiempo con alguien de “esas tendencias” era lógico querer estar bien informada.
Encontré todo un estante repleto de libros homosexuales. Revisé algunos, para asegurarme que no tuvieran imágenes. Era fácil aceptarlo, difícil comprenderlo, escalofriante imaginarlo, pero de allí a mirar, no, era demasiado para mi. Simplemente letras. Nada más. Ya tenía en la cesta “Sexo para Dummies” comenzaría con algo básico, saber exactamente como funcionaba, en dónde iba cada cosa y de paso quitarme algunos mitos y tabúes de esos que se te pegan en cada cotilleo. Tomé un libro titulado “Abriendo puertas”, trate de no imaginarme que puertas serían. En el reverso venía una breve descripción “Vivimos tiempos de sentimentalidad difusa. Negar esto es negar la realidad que nos rodea” Interesante, eso es lo que necesito, saber como se sienten.
- Pienso que este te gustaría más- oí una voz tan sensual y me giré inmediatamente sobre mis pies. Era un muchacho muy guapo, de cabello cobrizo y preciosos ojos verdes. Un sueño. Tal y como te pintan a los príncipes de los cuentos que te leen para hacerte dormir. Me ofrecía un libro “Café Sonata” y en la carátula estaba la foto de dos mujeres abrazadas frente al mar. ¿Uy, este guapo espécimen piensa que soy lesbi?
- Gracias- le dije tomando el libro que me ofrecía.
- Aunque creo que deberías comenzar con algo básico. Es importante primero que te afirmes y te reconozcas- continuó diciendo.
- En realidad ando buscando información para chicos: le dije Me miró sorprendido y luego sonrió - ¿Como para un amigo?- pregunto - Exactamente- le dije, quería dejarle en claro que yo era bien mujercita - Estamos en el mismo caso entonces- me dijo –Mi mejor amigo es gay y mañana es su cumpleaños- afirmo, yo quería saltar de alegría, este guapo chico era hombre.
- ¿Es difícil la amistad con alguien así?- pregunte
-En realidad la amistad es fácil solo que tienes que aceptarlo tal y como es, lo difícil en realidad son los demás y sobretodo la familia, ni te imaginas lo crueles que pueden legar a ser - Cuéntame, ¿tu amigo la ha pasado muy mal? - En ocasiones; en la escuela se meten mucho con el y sus padres dicen que lo aceptan pero a veces no lo toman en cuenta como que no esperan nada brillante de él. - ¿Como si estuviera enfermo? - Algo así, es mas algunos incluso piensan que es contagioso- y soltó una carcajada, que risa mas linda. Debo cerrar la boca antes de que empiece a babear.
- Y dime, a qué edad tu amigo supo con seguridad que era diferente- pregunte, a lo mejor mi primito tendría salvación.
- Bueno siempre supo que era diferente, pero como a los 14 se empezó a sentir distinto. Los demás chicos miraban a las chicas y bueno el nos miraba a nosotros. No a mi claro, yo soy su mejor amigo. Pero empezó a sentirse atraído hacia los chicos.
- ¿Y eso es definitivo?, digo, ¿no hay marcha atrás?- pregunté desesperanzada.
- Creo que no. Pero no sufras, con ustedes es más simple, son más discretas- dijo
- ¿Qué quieres decir con ustedes?- pregunté
- Deja ya de negarte y acéptalo. Te complicarás la vida si te lo niegas- y sonrió.
- Yo no soy lesbiana- le grité. Pero que se creía este tonto con su perfecta carita, acaso había dado señales de ser del otro equipo. A mi no me gustaban las mujeres, románticamente hablando, bueno ahora que lo pienso tampoco me han gustado los hombres, al menos ninguno en especial. ¿Oh Dios sería lesbiana y no me había dado cuenta? Nooo, a mi me gustaba Zac Efron, Robert Pattinson, hasta Brat Pitt me parecía guapo. Soy normal.
- No tienes que gritar, te creo- me dijo
- ¿Como se yo que no eres gay?- le pregunté ofendida.
- Ya te lo he dicho pero si no me crees es tu problema, no el mío- me dijo y se volteó a seguir buscando libros.
Mi cara estaba roja como un tomate. Estaba realmente ofendida. Decidí llevarme solo el primer libro que había elegido y salí de la librería. No lo vi cuando pasé por la caja a pagar mi ejemplar.
Y esperaba no verlo más, como se atrevía a cuestionar mi femineidad, sin siquiera conocerme. Eso me ganaba por ir a buscar literatura gay sola
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