Mis padres un día antes habían mandado todas las cajas por un camión de mudanza, nosotros iríamos en avión, seria relajante, me enfocaría en ver por la ventana donde desde arriba todo se vería cómico, sería como observar una maqueta viviente. Allí estaba mi padre, su cara no reflejaba ninguna emoción porque todos al igual que el tendríamos que hacer nuevas amistades, lo cual parecía irritarlo un poco, mi madre al contario no se cansaba de repetir que iba a hacer la gran experiencia de nuestras vidas como familia. Charlie discutía con el vecino para que se encargara de revisar la casa ya que el traslado fue rápido y no le dio tiempo de venderla. A lo mejor Renee se encargaría de ir y venir en cuanto pudiera para hacer el negocio, mi madre estaba muy interesada en venderla tal que quería montar su primer negocio en Forks. Mi padre se despidió del vecino y tomamos un taxi hacia el aeropuerto, allí empezaría nuestra “gran aventura”.
En todo el viaje observe por la ventana, el paisaje era encantador, pero cuando ya nos alejábamos, el ambiente empezó a cambiar, toda estaba relativamente nublado, entonces cuando revise el mapa que cargaba en mis piernas me di cuenta que ya estábamos cerca de Forks, me quede atónita viendo por la ventana, mientras mi padre conversaba con mi madre. Cuando nos bajamos del avión percibí un aire más fresco que el de Texas, pero a este pueblo le faltaba un poco de calor, todo era frio, pero las personas lo hacían cálido. Era viernes por la tarde y el sol ni siquiera tenía intenciones de mostrarse; cuando mi padre busco el equipaje estaba conversando con un señor, era el alguacil del pueblo, lo reconocí porque tenía más distintivos que el otro policía que lo acompañaba, nos miro e hizo una mueca de saludo. Ellos estaban encargados de llevarnos a nuestro nuevo hogar y a mostrarnos el poblado.
Nos montamos en el automóvil del alguacil con nuestro pequeño equipaje y dijo- Hey Swan tus pertenencias llegaron ayer por la noche, yo las envié a su nuevo hogar- aseguro con un tono policial. El camino del aeropuerto a mi nuevo hogar se hizo interesante era un poblado pequeño frio y hasta con matices grises, esto no impedía a los habitantes de hacer sus actividades diarias.
Llegamos a nuestro hogar tenía dos pisos, un porche de un tamaño mediano, estaba pintada de blanco marfil y el césped estaba bien cuidado, cuando entramos el piso era de madera, estaba completamente limpio, subí corriendo a mi recamara donde contiguo a la habitación tenía su propio baño, decidí a mirar por la ventana a respirar el aire frio que circulaba por todo el poblado, después baje corriendo y estaban las interminables cajas, teníamos mucho trabajo por delante. Primero nos enfocamos en organizar las habitaciones, la mía y la de mis padres, pasamos en esto como 4 horas hasta que anocheció sacamos una que otra cosa para darle color a la cocina, entonces mi padre dijo:- bueno saldré a afinar unos detalles con el alguacil y hacer u poco de mercado para que cocinemos.
- Sera para que Bella y yo cocinemos amor- dijo mi madre con un tonito vacilador.
Mi padre regreso al rato, traía junto con el muchas bolsas y algunos materiales de electricidad para arreglar el alumbrado de afuera, mi madre y yo nos colocamos a cocinar algo ligero y rápido ya que nos ganaba el hambre, por ser nuestra primera noche comimos en el suelo, alrededor de tantas cajas. Cuando terminamos seguimos desempacando hasta medianoche, donde el sueño nos reino y decidimos ir a nuestras habitaciones, mi madre dijo: - Bella el lunes te inscribirás en la secundaria, para que no pierdas clases corazoncito.
- Aja- dije con entusiasmo. No me había detenido a pensar que el lunes tenía que encajar en una nueva escuela, con nuevos compañeros, estaba completamente nerviosa pero llena de expectativas, aunque a quien quería engañar, yo era demasiado introvertida como para convertirme en compinche de media escuela en el primer día. Decidí dejarle esos pensamientos turbios al día de mañana, estaba muy cansada como para colocarme a pensar en eso, entonces me volvieron a invadir esos ojos dorados, lo cual determinaba que estaban cerca de mí.
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