Ayer lo subí pero algo hice mal que no estaba, les pido disculpas y espero ahora lo pueden disfrutar.
ec07. Erika.
POV Edward.
Mañana en la noche era el gran día, faltaban algunas horas para que Isabella fuera completamente mía, frente a Dios y los hombres, era feliz, no podía negar que mi vida cambió radicalmente desde que volví a Forks hacía ya dos meses, desde que la vi en el bosque como Mi Ángel Desnudo, no podía, ni quería apartarme o cambiar cualquier cosa que pudiera separarnos.
Después de haber aceptado mi anillo y la propuesta de casamiento frente a toda la familia y conocidos, no la había soltado en toda la noche, pero tampoco habíamos podido escaparnos para hablar, esa misma noche mis padres hicieron que se mudara al cuarto de Alice, tuve una larga e incómoda charla con mi padre, porque Isabella le había contado lo que pasó en la cabaña, agradeció que nos habíamos cuidado porque no quería ser abuelo muy temprano.
Durante los dos meses de preparación para el matrimonio, no habíamos vuelto a intimar, no porque no lo quisiéramos, lo que pasaba era que no nos dejaban solos ni que lo pidiéramos, mi madre decía que yo era su bebé y que había estado mucho tiempo fuera de casa, por eso estaba tan sobre protectora que asustaba y mi papá porque había hecho la promesa de cuidar a Bella. Lo peor era que si ellos no estaban se encontraba mi hermanita que ya no era tan querida.
Estaban muy ilusionados con la boda y solo se hablaba de eso todo el tiempo, claro Emmet no quiso casarse y papá tenía la ilusión de llevar a sus niñas al altar, decía me estoy poniendo viejo y pronto llegaran los nietos, contradictorio porque no quería ser abuelo temprano.
La condición de dejarnos casar tan jóvenes era que no podíamos irnos de su casa o sea viviríamos todos juntos, menos Emmet que se había marchado sin preguntar, bien por él.
El primer día de instituto luego de mi llegada, comprendí que Bella nunca ocultó que estábamos juntos aunque antes del compromiso fuera una pantalla, eso me dejó tranquilo, todos sabían que ella me pertenecía y que si alguien quería algo más, Jacob había estado jugando el papel de cuida para mí, era un muy buen amigo y también lo era de Bella.
No pude escaparme de que Tania me acorralara detrás de las gradas en el gimnasio, tuve que explicarle de mil maneras que amaba a Bella y que lo nuestro, como decía ella, fue hace mucho y terminó antes de empezar, rogó por una última noche de sexo justo antes de que apareciera mi ángel buscándome y escuchando.
Todo lo contrario de cualquier mujer Bella no me hizo una escena de celos, se comportó a la altura de la situación, dejando que me enamorara mucho más si era posible.
Mañana en la mañana sería mi esposa en lo civil y como era tradición según todos, la novia no duerme en la misma casa que el novio o sea Bella, Alice y mamá se fueron a su casa, hice no se cuantos malabares para que le llegara un mensaje a su celular sin que lo leyeran, quería encontrarla y amarla antes de casarnos, complementarnos y llegar a ser solo uno e ir a cielo donde ella pertenecía antes de conocerme, recorrer cada parte de su cuerpo de porcelana y perderme en la entrada de su olimpo.
Me sorprendió porque llamó en vez de contestar con otro mensaje.
-Ángel.-desde la noche en la cabaña, éramos los ángeles que compartieron ese amor puro que solo se da algunas veces en la vida y que nosotros tuvimos suerte de conocer y corresponder.
-Bella, mi Ángel, no sabes cuanto te extraño, ¿puedes escaparte?.-le rogué.
-no es correcto, romperíamos las tradiciones.
-mi amor, ya rompimos todas, no llegarás pura al matrimonio, aunque eso ya no se usa, no nos conocíamos antes de comprometernos, arreglaron la unión por una promesa, nos entregamos sin saber ni siquiera nuestros nombres y te aseguro que no quiero ver tu vestido, necesito sentirte.-lo último sonó a ruego y lo era, la necesitaba.
-Edward quieres…-la interrumpí.
-hacer el amor Bella.-sonrió y bajó el volumen de su voz.
-en media hora pasa por mí, estaré en la esquina.
-te amo.
-lo se.
Corté la comunicación con una sonrisa en los labios que no se quitaría tan fácil e imaginaba que Bella estaría sonrojada, de esa manera tan sexy que me hacía viajar al momento de amarnos por primera vez, creo que ya me encontraba tan necesitado de ella que no podía pensar en otra cosa que en su cuerpo desnudo en contacto con el mío, sentirme libre de amarla sin interrupciones o tener que escondernos para robarle un beso en los recreos del instituto.
No nos dejaban solos y cuando digo no nos dejaban solos era de esa forma, cuando teníamos unos minutos nos besábamos con desesperación pero al llevar alguna de mis manos a su cuerpo siempre se escuchaba la aclaración de la garganta de alguien, me estaba asustando al pensar que después de casados viviendo en esa casa volviéramos a sentir ese ruido que me perseguía en mis pesadillas.
Sucedió, al cerrar la puerta de mi cuarto muy despacio para no hacer ruido y llegar a mi tan ansiado encuentro, escuché la aclaración de la garganta de alguien, salté por el susto y mi corazón se disparó, giré lentamente para encontrar a mi hermano sonriendo.
-escapando hermanito.
-Emmet por favor me volveré loco si no la veo.-creo que mi necesidad era tan fuerte que se vería en él rostro.
-¿a donde la llevaras?.
Me entregué a la situación, ya me había encontrado infraganti, intentando escapar, ¿que podía pasar? ¿que me delatara?.-a la cabaña.-dije en un suspiro y bajé mi cabeza, la levanté cuando vi que me entregaba un juego de llaves.
-mejor en mi camioneta, pensarán que me fui yo, no tú.
-gracias.-salió en un tono un poco alto y me hizo callar para que no nos escucharan, le di un abrazo como no lo había hecho en años que fue correspondido de la misma manera.
-no es nada, yo también fui joven.
-tienes 25 años Emmet, no eres tan viejo.
-gracias hermanito, disfruta, me quedaré en tu cuarto cubriéndote, pero no llegues al amanecer.
-lo intentaré.
Bajamos en silencio para no despertar a nadie, a pesar de ser las 10 de la noche todos dormían porque mañana tenían que estar bien, llegamos al garaje y me ayudó a empujar su camioneta hasta el portón de entrada, de esa forma no escucharían cuando arrancara y me fuera en busca de mi ángel.
Estacioné en la esquina de su casa, con los nervios a flor de piel, no por sentirla mía, sino porque parecía que estábamos cometiendo un crimen y nos encontrarían como lo hizo Emmet, esa adrenalina lo hacía más ansiado, pensaba bajar a buscarla o acercarme lo suficiente para ver si podía salir, pero no fue necesario, venía caminando rápido por la acera hasta la camioneta.
-hola.-dijo nerviosa mordiendo su labio inferior.
-sube.-le abrí la puerta sin bajar de la camioneta y ella ingresó, llevaba una mochila que tiró al asiento de atrás, después de darme un pequeño beso en los labios.
-pensé que vendrías en tu auto.
-Emmet me está cubriendo.
Sonrió y agregó.-Alice me cubre con tu mamá.
-¿le contaste?.-le pregunté mientras encendía la camioneta y ponía en marcha hasta la cabaña, antes de ver a mi hermana corriendo para que no la llevara.
-no, me tomó del pie cuando pensaba escapar, sabías que esta muy rara, se quedó a dormir en el piso de mi habitación, porque presentía que me escaparía.-tenía razón, Alice aparecería en cualquier momento.
Sonreímos y me abrazó con su brazo izquierdo y con el derecho acariciaba mi pierna de la rodilla hasta casi mi intimidad, logrando que me desconcentrara.
-Bella amor, chocaré con un árbol o peor explotaré.
-no queremos eso, necesito que estés presentable mañana.-se sentó muy tranquila en su lugar con sus manos a la vista y con una sonrisa en sus labios.
Manejé como un loco por los caminos desparejos y llenos de pozos, pero agradecía que fuera la camioneta de Emmet porque el volvo no soportaría tanto salto descuidado.
Estacioné a un lado y luego de suspirar unas dos o tres veces bajé, parecía mentira que lo hubiéramos logrado, Bella permaneció dentro hasta que abrí su puerta y la ayudé a bajar tomando su delicada mano.
No nos soltamos hasta que estuvimos dentro de la cabaña, que curiosamente olía a ella, encendí la estufa y la admiré, ponía su mochila en la mesa y se quitaba el abrigo, quedando con una camisa morada que se ajustaba a su cuerpo sensualmente, en definitiva todo parecía provocador y me incitaba a tenerla cerca, sonreí al recordar que en unas pocas horas sería mía para toda la vida.
Nos acercamos sin perdernos de vista, permaneciendo conectados como la primera vez que me perdí en sus ojos chocolate, que sentí que nos esperábamos desde toda la vida.
Tomamos nuestras manos y acaricié su dorso con mis pulgares, sonriendo ambos nos acercamos hasta rosar nuestras bocas, hasta perdernos en el cálido beso que no tenía urgencia, era tierno y lleno de amor, tomando el tiempo para disfrutarnos, después de todo estábamos solos por primera vez luego de dos meses.
Terminamos el beso en silencio y me ayudó a colocar el colchón en el lugar de la última vez, nos arrodillamos de frente y acaricié su cara, llevé mis manos a su nuca y desaté su cabello, necesitaba tanto de ella, el aroma que desprendió nubló mis sentidos inspirando varias veces en su cuello para degustarlo más intensamente, su piel se estremecía, bajó el cierre de mi campera deportiva y se deshizo de ella, para luego levantar mi remera y sacarla por mi cabeza, con manos temblorosas recorrió todo mi pecho generando calor ante su contacto, necesidad, urgencia y adicción.
-te necesito tanto amor, que no tienes idea.
-yo también Edward.-cuando pronunció mi nombre supe que en esta oportunidad todo sería mucho más mágico e irreal, porque no solo nos amaríamos conociéndonos un poco más, siendo ángeles como la última vez, sino que seríamos Edward y Bella.
Comencé el trabajo arduo de sacarle su camisa, desprendiendo suavemente los botones, pero con ganas de rasgarla porque no aguantaba la espera, juntamos nuestros sexos aún con los jeans puestos y se me escapó un.-wow.-cuando logré abrir su camisa y divisar su ropa interior, era la primera vez que la veía con ropa.
-¿te gusta?.-preguntó sonrojada.
-me encanta, es la primera vez que te veo con ropa.-sonó a que durante estos dos meses estuvo desnuda todo el tiempo, pero ella entendió que me refería a la ropa interior.
-tienes razón, es la primera vez que nos desnudamos y me gusta.
Mientras la besaba con pasión, ella liberaba mi erección y la tocaba con delicadeza, sentir sus dedos envolverme dio la sensación de flotar, de nadar en el inmenso cielo, en la suavidad de las nubes que eran su contacto, mi razón de ser y sentir, como pude le terminé de sacar la camisa, el sujetador no tuvo tanta suerte, se rompió porque no podía desprenderlo.
-Alice me mata.-dijo sonriendo.
-no me importa, si fuera por mí no usarías.-acaricié sus senos que ya se encontraban erguidos, listos para ser devorados por mi boca, que no perdió el tiempo y degustó como ese manjar del cielo solo destinado a ser mío.
La cabaña por segunda vez se volvió a llenar del canto de los ángeles, nuestros gemidos mezclados como las nubes y el aire en toda la inmensidad del cielo, ambos nos pertenecíamos, nos deseábamos y estremecíamos por igual.
Como pude bajé sus jeans hasta sus rodillas pero no podía tocarla como quería, así que la recosté en el colchón y los retiré suavemente acariciando sus piernas, en un rápido movimiento también me quité toda la ropa, ya no aguantábamos, queríamos amarnos hasta fundirnos en el cuerpo del otro, hasta desfallecer de placer, tocar el cielo y permanecer todo el tiempo posible juntos.
Se abrió para mi como el cielo cuando sale el sol, permitiendo que sus rayos lo penetren y recorran generando calor e iluminando a su paso, así me sentía, volvería a pecar y ella lo permitiría, la recorrería en toda su extensión y me perdería dentro del calor de su cuerpo, de la humedad de su boca.
Introduje dos dedos dentro de su centro, ese templo que me pertenecía desde hace tiempo y que me negaba a aceptar, sin siquiera conocer, pensando que era una obligación, sus manos volvieron a envolver mi dureza y gimió mi nombre, me perdí en el placer de la voz melodiosa al pronunciar al culpable de su corrupción, de su pecado y sobre todo de su corazón.
Sin dejar de bombear en su interior con ambos dedos, comenzó a presionarlos con sus paredes, intentando que no me alejara, convulsionando y derramando el elixir de su amor en mi mano, al mismo tiempo que yo explotaba en las suyas, ambos llevamos nuestros dedos hasta la boca, enloqueciendo nuevamente cuando vi que le gustaba y que su amor era mucho más rico de lo que recordaba, volviéndome adicto a su olor y sabor.
-por favor.-dijo en un susurro sonando a ruego y necesidad, el mandato de Dios al permitirme pecar, volver a sentir y perderme en la inmensidad de su cuerpo.
No lo pensé dos veces me posicioné en ella y la penetré sin miedos, volviendo al mismo inicio de los tiempos, al lugar que pertenecía desde hacía dos meses, donde iría a pagar mi penitencia sin protestar, allí en el calor de su interior, mi perdición, mi dulce, caliente y suave perdición.
Por un momento me moví lento y constante en su cuerpo, la fricción que ejercíamos era majestuosa, te elevaba al cielo sin pedirlo, flotando en el valle del placer, cuando sentí que llegaría a su orgasmo, en un movimiento rápido nos giré para que quedara sobre mí y llevara el ritmo de nuestros cuerpos.
-muévete para mí ángel.
Apoyó sus manos en mi pecho, se mordió el labio inferior en un gesto endemoniadamente sexy y se movió a su ritmo, la veía disfrutar con los ojos cerrados sin dejar de moverse en mi dureza, volviéndome loco y necesitado de más.
-¿así está bien?.-dijo mirándome profundo y jadeando.
-más…-fue lo único que alcancé a decir antes de ayudarla con mis manos en sus caderas.
Llegamos juntos mirando la conexión de nuestros cuerpos, allí donde nos fundíamos y perdíamos la conciencia compartiendo hasta la última célula de nuestro ser, explotando en el más exquisito de los placeres.
Sin apartarse se dejó caer en mi pecho, acariciaba sus cabellos sintiendo su respiración justo en mi corazón, de repente se apartó levantándose sin decir nada, me dio miedo de su huída, de perderla, de no tenerla, de no compartir el mismo espacio al estar conectados de esa forma mágica que solo con ella había vivido de esa manera, la tomé del pie, logrando que casi se cayera, pero en algo que no supe como lo hizo mantuvo el equilibrio, miró mi mano y comenzó a reír.
-¿a donde vas?.-pregunté un poco desesperado, no quería alejarme de ella por nada del mundo.
-necesito algo dulce.-la solté y aclaró.-no puedes negar que eres el mellizo de Alice, parecía un flash back cuando quise escapar de mi casa.
-yo no me parezco a esa duende endemoniada.-dije intentando parecer ofendido.
Tomó su mochila de la mesa y se sentó a la indio frente a mí, la imite mientras decía.-no te preocupes amor, las diferencias que tienes con Alice, es lo que hace que te ame.-creo que la miré extrañado porque levantó su mano y la deslizó por todo mi pecho hasta tocar mi excitado miembro, en definitiva me volvía loco con solo hablar, creo que no era un ángel de la guarda, sino uno que me incitaba a pecar todo el tiempo, gustoso no me negaba, ni me negaría mientras vagara en la tierra y yo me encargaría que lo hiciera mientras durara mi existencia.
Jugó con mi autocontrol, enloqueciéndome al máximo posible, no aguanté su juego y retirando la mochila que cayó sonora en el suelo, no quería saber lo que tenía, solo tener a mi ángel lo antes posible, sonrió y dejó que la recostara, le di el tiempo necesario para recibirme.-te amo.-dijo, cuando me hundí en su calor abrasador.
-lo se.-contesté y nos perdimos ambos en el cielo, en el complemento de nuestros cuerpos.
Al apartarme, porque no le permití moverse, la reduje debajo y la disfruté por entera, su piel era igual al primer encuentro, sedosa y su aroma embriagador, perfecta en todo el sentido de la palabra, volvió a sentarse pero su respiración costó más tiempo en recuperarse.
Sacó dos chocolates y mientras desenvolvía el suyo preguntó.-¿Edward, tu piensas que…-no continuó, se sonrojó y se notaba nerviosa, no lograba sacar del todo el envoltorio.
-¿que…-le pregunté dejando el espacio para que continuara.
-¿que…cuando…nos casemos estaremos juntos más seguido?.-lo último lo dijo muy rápido, si no me encontrara a su lado no hubiera entendido.
-¿te refieres a hacer el amor?.-asintió mirando el suelo y mordiendo su labio, ese gesto era tan sexy y me encantaba su timidez.-lo prometo.-le di un besito en sus labios, luego de levantarle la barbilla para que me mirara y perderme en sus ojos.
-esta vez fue hermoso, no dolió solo te sentí.-dijo más tranquila, distendida.
-así será siempre.-le afirmé.
Comimos en silencio robándonos miradas, llenas de pasión y deseos escondidos, me recosté de costado y ella lo hizo boca abajo, podía acariciar toda su espalda perdiéndome en la textura de su piel y su estremecimiento a mi contacto.
En un momento se levantó.-creo que mejor nos vamos.
-no quiero.
-yo tampoco, pero…
-no, por favor no arruines el momento con un pero.
-yo no lo arruino, pero tu hermana puede que sí, no debemos tardar en volver.-bufé malhumorado no quería apartarme de mi ángel a quién no me cansaría de corromper.
Nos vestimos lentamente y luego vi que dejaba una muda de ropa en el baño con un par de botas de goma.-¿eso porque es?.
-la última vez la llevé y siempre tengo una aquí.
Empecé a sonreír.-mi amor, pensé que te habías ido con una toalla.
-nop, Emmet me levantó en la carretera.
-curioso nunca te había preguntado. Habrá sido cuando dejó gasolina en el volvo.
Sonrió.-por eso venía rumbo a Forks cuando me levantó.-dijo más para sí.
Luego de una sesión larga de besos, no tanto como me hubiera gustado, la dejé en la esquina de su casa y me hipnoticé mirando como caminaba sensual hasta que la perdí de vista.
Llegué con una sonrisa en el rostro, por suerte nadie notó mi ausencia, Emmet esperaba en mi cama y luego de sus típicas bromas y preguntar no se cuantas veces, ¿como lo había pasado?, se fue a su recámara con las llaves en la mano, no sin antes decir que era su regalo de bodas.
-nadie te superará, solo no cuentes que fue.
Me despertó papá muy temprano, lejos de encontrarme cansado me sentía renovado, feliz y completo.
Me duche lentamente, y al momento de desayunar casi me atraganto con el café, papá habló muy tranquilo.-¿como te fue ayer?.
-dormí como un angelito.-respondí.
-crees que no se que te escapaste y que tú lo ayudaste.-primero se dirigió a mí y luego a Emmet, que ponía caritas de no saber nada, él único que sonreía era Jasper que pasó la noche con nosotros.
-puedo explicarlo…
-no es necesario, debo pedirte perdón fuimos un poco absorbentes y cuidas.
-¿un poco?.
-bueno no te pases, hay momentos que me olvido que son jóvenes y lo que no entiendo es como no se escaparon antes.
-ni yo.-no le diría que lo habíamos intentado dos veces, sin lograrlo.
Pronto comprendí porque Jasper pasó la noche en mi casa, no querían que se escapara con Alice, si pensaba que eran cuidas con nosotros, mucho más con su bebé como la llamaba mamá y papá a mi hermanita.
De repente la tostada me quedó en la garganta sin querer bajar, al estar desayunando con mi papá recordé que no usé protección cuando hicimos el amor con mi ángel.
-¿todo bien?.-preguntó papá cuando miró mi cara de susto que no pasó desapercibida.
-si, son los nervios, falta tan poco.-creyeron mi explicación porque no hondaron en el tema.
La ceremonia civil fue muy rápida pero nunca nos dejaron solos para hablar de ese tema, nos permitieron besarnos y estar todo el tiempo de la mano, pero siempre había alguien con nosotros hablando de lo jóvenes que éramos y porque nos casábamos de apuro, yo rogaba porque no hubiera quedado embarazada o hablarían todo el tiempo y en todo el pueblo, que el apuro fue por descuidados o por niños inexpertos, realmente no se porque sucedió, creo que la necesidad de Bella era tan grande que solo pensé en poseerla y se me olvidó por completo en cuidarnos.
No tenía excusas lo hecho, hecho estaba y no había vuelta atrás.
Cuando terminaron los presentes de saludarnos se la llevaron, suena raro, pero parecía que vivía un cuento, precisamente Romeo y Julieta porque hacían lo imposible por separarnos, pero luego de esta noche no lo permitiría.
Entiendo que las mujeres deben de tener mucho tiempo para arreglarse, pero yo no lo necesitaba y me aburrí hasta que llegó la noche, el peluquero era imposible, mi pelo siempre fue indomable y lo seguiría siendo aunque pusieran kilos de gel para mantenerlo en su lugar, el traje llevaba solo unos minutos, no tenía mucha ciencia colocárselo, a lo sumo pediría ayuda con el moño ya que no usaría corbata, pero ellas eran dos novias nerviosas, se entendía, nos reímos con Jasper un buen rato y se sacó la tensión, porque no podía ya de los nervios, yo en cambio estaba tranquilo creo que ayudó la sección de sexo en la noche, que mi querido cuñado no disfrutó y me alegraba que no lo hubiera hecho, después de todo era mi hermanita.
Llegó el tan ansiado momento, ambos esperando en el altar a nuestras esposas junto a nuestras madres, creo que ellas estaban más nerviosas que nosotros.
Se abrieron las puertas por completo, todo estaba decorado con flores blancas y candelabros con velas encendidas, pero todo quedó en nada cuando ingresaron del brazo de mi padre, ambas a cada lado, con una sonrisa en los labios que hacía perder la razón, olvidar el resto de la gente para centrarse solo en ella, no puedo negar que mi hermana estaba hermosa, pero Bella era una visión, mi ángel, la mujer que salvó a Alice, que me hizo perder el corazón al entregarlo en una noche de pasión.
Primero entregó a mi hermana a Jasper que temblaba al recibirla y luego a mí, nunca miré a mi padre, lo escuché pero mis ojos estaban hipnotizados con los de ella, así como los de ella con los míos.
La ceremonia duró el tiempo justo para disfrutarla sin ser aburrida, reaccioné cuando miró al padre y le dijo “si, acepto”, presté atención porque me tocaba el turno y no quería hacerla esperar, la culminación, el beso que no permitió profundizar, dejándome con un puchero muy gracioso, porque no dejaba de sonreír.
La limosina era para los cuatro, por eso no quiso escaparse y saltarnos la fiesta, en realidad porque mi hermana me miró tan feo que asustó, parecía que me mataría si seguía con el tema de irnos los cuatro a disfrutar la luna de miel.
Toda la reunión con los familiares y amigos, conocidos y gente que en mi vida había visto, duró hasta las seis de la mañana, ya no podía ni con mis pies, porque Bella y Alice no pararon en toda la noche, con Jasper las acompañamos, papá estuvo un poco preocupado por Alice, pero al verla tan feliz desistió de hacerla sentar.
A las ocho estábamos rumbo a Acapulco en un avión, ni bien subimos creo que los cuatro por igual terminamos durmiendo, fuimos despertados para abandonar el avión, pagamos un taxi y llegamos al paraíso.
En el hotel nos dieron dos habitaciones y dándonos las buenas tardes, noches, lo que fuera, entramos a la vez llevándolas en andas, no era nuestra casa pero era la tradición para tener felicidad en el matrimonio.
El lugar era majestuoso pero mi esposa lo opacaba, no podía dejar de mirarla, estaba muy sencilla con jeans, remera y su pelo alborotado como el mío, recorrió todo el lugar, tenía una habitación con una cama de dos plazas que fue lo único que quise mirar y luego una sala de estar, balcón hacia la piscina y vista al mar, por último el baño, todo muy bonito pero nada que la superara.
Dejaron las maletas en la sala y apenas se fue el botones me miró sonriendo y dijo.-¿que vamos hacer?.
-consumar el matrimonio.-corrió alrededor del sillón dos o tres veces sin dejar de sonreír y creo que al ver mi desesperación por tenerla fue hacia el cuarto y esperó para caer en la cama juntos, pero como siempre sonó su celular.-¿porque lo dejaste prendido?.
-es una alarma, la puso tu padre.-hizo que me levantara, porque la tenía bajo mi cuerpo, fue hasta su mochila y sacó el celular, lo apagó sonriendo y luego buscó una caja, cuando vi que tomaba una pastilla, no pude dejar de preguntar.
-¿que es?.
-anticonceptivas.
-wow.-respiré con alivio, desde la última noche en la cabaña no había podido preguntarle.
-¿no lo sabías?.
-no.
-pensé que si, porque no te cuidaste en la cabaña.
-no lo sabía, fue sin querer.-me encogí de hombros.-¿mi padre?.-pregunté ya se había pasado de protección, aunque no podía negar que se lo agradecía.
-si, pero no te enojes, si piensas que es muy sobre protector conmigo, ni te imaginas con Alice, vive sonando su celular entre las medicinas para su corazón y estas.-sonrió y le pregunté porque realmente quería saber, no por morbo solo quería saber.
-Alice y Jasper ya…
-no.
-¿no?.-había llegado a la cama y se sentó frente a mí, tomándome las manos.
-cuando se pusieron de novios, Alice se enfermó casi enseguida, se cansaba y Jasper ni lo sugería, luego se cansaba hasta de respirar y fue muy duro verla así, él estaba destruido y lo menos que pensaba era estar con ella de esa forma, solo quería que viviera y luego…Alice tiene vergüenza de su cicatriz, pero se que Jasper la ama y el amor todo lo puede, hasta juntar a dos ángeles perdidos.-se mordió el labio inferior y no quise saber más, ya me enteraría luego, ahora era el tiempo de amarnos.
Casi con desesperación por parte de ambos nos sacamos la ropa, sonriendo la tomé de su mano y la hice dar una vuelta, a la luz del sol todo era distinto no se como describir lo que sucedía estando en contacto con su piel, en mirarla directamente a los ojos, no solo era deseo, necesidad, pasión, seducción, calor, suavidad, pérdida si se alejaba, era algo más grande, era AMOR.
La deslicé lentamente en la cama y me posicioné en su cuerpo, que desde la primera vez que corrompí me pertenecía.-ahora si eres…MI ANGEL DESNUDO.
-te amo.-dijo.
-lo se.-respondí.
FIN.
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Hola a todos, se que es cortito pero se me ocurrió y quería compartirlo con ustedes, espero les haya gustado.
Saludos desde Uruguay y gracias por su apoyo en todas mis historias.
ec07. Erika.
Reitero el pedido de AYUDA.
Acabo de llegar a la página y me entero gracias a AniCullen17 y Silmo que están subiendo tres de mis fics a una página de Facebook sin autorización.
Pido ayuda para que lo saquen, el que tenga posibilidades de dejar comentario, lo agradecería, tengo que agradecer también a lunanuevameyer que dejaron comentario solicitando que lo retiraran, gracias por su apoyo.
Casamiento por interés, Mi ángel desnudo y No pienso hacerte mujer.
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se llama “mera” o así le dicen.
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