-¿Bella? Llevas como quince minutos llorando en silencio-Rose me sacó de mis pensamientos.

-Oh, no, no, sólo es la sorpresa… Entiendo que tengas miedo, pero todo va a estar bien.

-No, Bella, es que… Yo te quiero contar algo.

Yo asentí y la llevé al sillón para que me contara la historia.

-Bueno, a los dieciocho años yo me embaracé, de Emmett claro, pero también descubrí que en nuestra familia hubo muchas pérdidas, por eso yo tenía miedo, y sin aviso alguno, perdí mi bebé dos días antes de cumplir dos meses…

No me lo podía creer, ella había pasado también por la pérdida de un hijo y yo sólo pensaba en mí. Pero yo no conocía esa parte de su historia, y no podía sentirme tan culpable por hacerla recordar. Tanto ella como yo estábamos llorando y nos abrazamos por mucho tiempo, mis sollozos eran menos intensos que los de Rose.

-No te preocupes, Rose-le dije frotando su espalda con mi mano- todo en tu embarazo va a salir muy bien, si te atiendes en el hospital de Forks te trataran muy bien y tu embarazo será de los mejores, tu bebé nacerá fuerte y sano y…

-No, Bella, es que también tengo miedo de que mi bebé tenga alguna enfermedad porque…-calló en ese momento.

-¿Por qué, hermanita?-dije para que siguiera.

-Es que, creo que también en la familia de mi esposo hay problemas porque… Nessie tiene asma-dijo aun llorando.

-¿Quién es Nessie?-no quería importunar con mis preguntas pero necesitaba entender.

-La hija de Edward y Tanya…

No pude evitar soltar un jadeo, aunque más por su hija que por ellos, estaba celosa de que ellos pudieran tener a su bebé, a su niña.

-Lo siento, Bella, sabía que tenía que callarlo…

-No es por eso, Rosalie-la interrumpí rápidamente para que no se preocupara.

Después el tema se volvió más trivial.

-Cuéntame, Rosy, ¿qué haces en Forks?

Recuerdo que a ella le agradaba más que le dijeran Rose pero  de cariño yo le decía más Rosy que Rose, y también nuestra madre.

-Bueno… No sé si tú te lo has encontrado, pero…-por el tono que usó supe a quién se refería-bueno, el lleva viviendo aquí poco más de cuatro años y hemos decidido venir a pasarla con él y su hija.

-¿Y Tanya?-no pude reprimir las ganas de preguntar eso porque no la mencionó.

-Ella… Ella los dejó-dijo algo feliz, pero al mismo tiempo enojada y con sufrimiento.

-Oh, no… No lo sabía.

-No te preocupes, él ya se repuso, pero la que no se ha repuesto es Renesmee…

-¿Renesmee?

Ese era un nombre de los que, una y mil veces, Edward y yo habíamos querido poner a nuestros hijos… Pero yo en especial a mi hija. Era la combinación del nombre de sus dos abuelas. Reneé y Esme. Y por supuesto yo le habría puesto así a mi nena querida.

-Sí, aunque es un poco raro porque nadie sabe el origen del nombre…

-¿Quién lo puso?- ¿Y si había sido él? ¿Y si se había acordado de mí?

Mi corazón di un salto por aquellos pensamientos, pues yo aun seguía amando al maldito de Edward Cullen, aun después de todo lo que me hizo e ilusionó.

-Edward-de seguro mis ojos se llenaron de lágrimas pero las forcé a quedarse allí, quería escuchar más-yo había creído que no había querido participar en el nombre, pero cuando las fue a recoger al hospital de Seattle, en cuanto la vió, dijo ``Se va a llamar Renesmee´´.

Quedé muy impresionada en cuanto dijo todo aquello, pero no podía decir nada, si lo hacía, le tendría que contar sobre mi hija, y eso lo haría cuando fuera tiempo.

-¿Y Tanya que dijo con lo del nombre?-quería saber todo, aunque me matara.

-Ay, pues… Nada, ella le dijo ``Elígelo tú, Eddie, que al fin y al cabo tú eres el padre´´-dijo imitando a la perfección su horrible voz chillona.

-Ah…-suspiré…-Tenemos que ir al hospital de Forks, Rose.

-¿Te pasa algo? ¿Te sientes mal?-preguntó parándose del sillón.

Reí ante su olvido, ella siempre había sido tan maternal conmigo y Jasper, era la mayor y se hizo cargo de nosotros desde sus 17 años, ya que nuestros padres habían muerto, también Jasper y yo le ayudábamos, pero no hacíamos mucho que digamos. Sin duda sería buena madre.

-No, Rose- respondí riendo ligeramente-tienes que comprobar si estás embarazada y si es así, que estoy segurísima que sí, tienes que hacerte un chequeo general.

-Pero… Vamos a Seattle-dijo temblando.

-¿Por qué? El de Forks es muy bueno, sobre todo en ginecología…

-Es que… Ahí trabaja Edward…

Con razón no me lo había encontrado, yo no iba a ese hospital, siempre iba a Seattle para saber si tenían algo de mi hija, aunque fuera una simple consulta, aunque fuera un largo viaje. Ya me sabía de memoria cada uno de los datos de niñas perdidas, pero ninguna era mi linda bebé.

-Vamos aquí, es mejor-le aseguré yo.

-Es que… No quiero incomodarte si te lo encuentras…

-Eso ya pasó, Rosalie, además, lo echo, hecho está y no se puede hacer nada para cambiarlo.

-Es que, quiero que primero lo sepa Emmett, mi esposo, no mi cuñado-la entendía, yo había querido que lo supiera primero mi novio.

-Rosalie, tenemos que darnos prisa, así que iremos al hospital de Forks y sin protestas-le dije abriendo la puerta de mi hogar.

Suspiró derrotada y caminó hacia la salida.

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*fenanda*