Rodeando tu cuerpo
Yo pierdo el mío
¿Adónde me llevas?
¿Qué haces conmigo?
Me arrastras a fuerza
¿Qué siento en tus besos?
Me ahogo en el mar
Que llevas por dentro
Me matas y muero de ti
Sufrir tu deseo
Es lo que más quiero
Me rindo en tu cuerpo
Tu alma me tiene
Llegaste a mi corazón
Me matas y muero de amor
Te quiero
Te entrego mi vida
No tiene sentido sin ti
Accedió a subir al avión, pero no me dirigió la palabra para nada, eso me dolía, aunque no podía esperar que su actitud fuera diferente después de la gran idiotez que le había dicho, me daban ganas de romperme yo solo la boca por no saber tenerla cerrada. Se levantó y supuse que iba al baño, esperé unos minutos y después la seguí, otra de mis locuras se había hecho presente en mi mente y, más que nada, estaba buscando reconciliarme con ella, así que toqué discretamente la puerta del baño, me respondió que estaba ocupado y seguí insistiendo hasta que me abrió y la obligué a entrar, me dijo que estaba loco y le respondí que sí, por ella, no había otra verdad.
Comencé a besarla, pero su boca permanecía cerrada, sin un pequeño atisbo que me indicara que en algún momento me correspondería, mis manos recorrían su cintura y sus muslos, las de ella estaban a sus costados y ese rechazo me dolió mucho más que la bofetada que me había dado. Pero no me iba a rendir, no quería que siguiera enojada conmigo, mi lengua recorría sus labios tratando de entrar a su boca y mis manos subieron a sus senos, entonces Bella se rindió finalmente y su lengua recibió la mía que se unieron presurosas al tiempo que ponía sus manos en mi cuello y lo hicimos con urgencia en ese estrecho baño, cuanto había echado de menos su cuerpo.
Volví a pedirle perdón y me pidió que no abusara de ella, le di mi razón, aunque quizá no era suficiente para que me perdonara y finalmente me dijo que dependería de mi comportamiento, como deseaba volver el tiempo atrás para cambiar las cosas.
Regresamos a nuestros asientos y la abracé, después le entregué la letra de la canción y le comenté mis planes de cantársela a Alice, pero se negaba a aceptar porque le daba vergüenza cantar en público, hasta que debido a mi insistencia terminó por decirme que lo pensaría. Después le conté la historia de amor de Alice y ella me platicó sobre sus padres, la información que me dio yo ya la sabía, lo que ignoraba era la relación tan fría y distante que mantenía con ellos.
Llegamos a la casa y tomé su mano para entrar, de inmediato sentí sus nervios al ver a toda mi familia en la sala, se la apreté para infundirle confianza, yo sabía muy bien que la recibirían cálidamente. Todos la abrazaron y yo estaba emocionado viendo las muestras de cariño para con ella, no podían faltar las bromas de Emmett, pero, ni siquiera me incomodaron, toda mi atención estaba puesta en ella, que no daba crédito a la actitud de los Cullen.
Después Rosalie nos dio la noticia de que estaba embarazada y mi hermano orgulloso y feliz la abrazó, así que ahí me desquité un poco de sus comentarios, me daba tanto gusto que al fin fuera a ser padre, estaba seguro que sería el mejor.
Subimos a la recámara a arreglarnos para el ensayo, Bella de inmediato salió al balcón y yo fui tras ella y la abracé, le encantó la vista y a mí me encantaba tenerla ahí, conmigo, completando mi mundo, no podría pedirle más a la vida en ese momento. Le pedí que nos bañáramos juntos, pero se rehusó argumentando que teníamos poco tiempo, así que ella lo hizo primero y mientras tanto desempaqué. Luego fue mi turno y al salir, quedé maravillado al verla, estaba radiante con ese sencillo y bonito vestido de color beige, que no pude contenerme y la hice darse una vuelta diciéndole lo hermosa que se veía mientras ella se sonrojaba.
Bajamos a la terraza, donde ya se encontraban los principales invitados, Alice la presentó y yo no podía sentirme más orgulloso de mi novia, se sentía tan raro pensar en ella con esa palabra, antes creía que había salido de mi vocabulario. Mi mamá se acercó a mí y me puso su mano en mi hombro.
– Que gusto me da verte enamorado, hijo, siempre había respetado tu forma de ser, aunque no estuviera de acuerdo con ella así que no tienes idea de la satisfacción que siento en este momento por ti.
– Gracias mamá, francamente soy muy feliz y te voy a confesar algo, Bella es la mujer con la que quiero estar por siempre, así que pronto habrá otra boda en la familia.
– Me da mucha ilusión, este ha sido uno de los días más felices de mi vida, mi pequeña hija se casa, voy a ser abuela y tú estás planeando tu futuro.
– A mí también me da mucho gusto ver a mis hermanos realizados y en cuanto a mí, sólo te puedo decir que la amo demasiado.
– Y se ve que ella también a ti, además se nota que es una buena chica.
– Muy linda, mamá, ya la irás conociendo con el tiempo.
Después del ensayo, pasamos al salón para comer, al terminar, Bella y yo cantamos la canción, aunque era para Alice, la interpretamos para nosotros, en cada estrofa nos acercábamos más y cuando terminamos estábamos a milímetros de distancia.
– Junto a ti quiero estar el resto de mi vida, soy capaz de cruzar el Atlántico nadando sólo para llegar a ti, estoy profunda y totalmente enamorado de ti, Bella Swan – susurré en su oído, ella no respondió nada, pero no era necesario, su mirada de asombro me lo decía todo.
Cuando nos quedamos solos le toqué el piano, una melodía que había compuesto para ella, después la besé y acaricié ahí mismo, me detuvo diciéndome que alguien podría vernos, así que cerré todas las puertas y regresé a su lado, ella se rehusaba a que lo hiciéramos ahí, sin embargo, terminó cediendo y nos entregamos de una manera increíble, muy al estilo de una escena de la película Mujer bonita, sobre el piano.
– La noche apenas empieza corazón y juro que no te daré tregua – dije al terminar.
Luego de vestirnos, me pidió que le mostrara la casa, así que hicimos un pequeño recorrido por la planta baja y la llevé a la piscina, le sugerí que nadáramos y de nuevo puso de pretexto a mi familia y a la gente que andaba ahí trabajando, pero, otra vez la convencí. No sólo nadamos un poco, sino que hicimos el amor ahí mismo, entre el agua y la compañía de la luz de la luna que hicieron más memorable el momento.
– Te amo Bella – le dije finalmente, venciendo mis demonios.
– Yo también te amo Edward, con todo mi corazón – respondió y la emoción fue tal que podría jurar que mi corazón se detuvo por un segundo.
Íbamos subiendo a la habitación cuando nos topamos con Emmett, quien salió con uno de sus típicos comentarios, logrando incomodar a Bella, pero le dije que no le prestara atención, que él y Rosalie también tenían sus anécdotas. Entramos a la habitación y nos dimos una ducha rápida porque ambos estábamos tiritando de frío.
– Ni se te ocurra vestirte corazón – dije mientras se secaba.
– Estoy empezando a sospechar que sí ingieres alguna sustancia prohibida.
– Juro que no, sólo tomo vitaminas, además la comida fue de mariscos, se sabe muy bien cuáles son sus propiedades – aclaré y le quité la toalla mirándola sensualmente – y lo principal, te amo y eso es el mejor afrodisiaco – añadí lamiendo su cuello.
– Yo también te amo y me encanta que seas así – aceptó con una risita.
La besé apasionadamente y después la cargué para llevarla a la cama, la deposité ahí y me comí sus senos alternadamente mientras mis dedos se deslizaban hasta su intimidad que invadí con ellos y comenzó a jadear y a susurrar mi nombre, después me llevé mis dedos a la boca para disfrutar de su sabor. Dibujé sus labios con la punta de mi lengua entrando en su centro, Bella se arqueó al sentirme y se aferró a mi espalda, casi enterrándome sus uñas, fui embistiéndola lentamente en tanto la besaba, luego puse mi cabeza sobre su hombro, gimiendo ante la magnificencia de su cuerpo que se movía al unísono con el mío, apretándome con sus piernas y llevando sus manos hasta mis nalgas que empujaba para que llegara aún más adentro de su muy húmeda cavidad. Le hice a un lado unos cabellos que tenía sobre el rostro.
– ¿Te gusta? – le pregunté con voz ronca debido a la excitación.
– Me… encanta – respondió con dificultad.
– ¿Quieres más? – inquirí sobre sus labios, mirándola.
– Sí… mucho más… un poco más rápido.
– ¿Así? – cuestioné acelerando mis movimientos.
– Sí… así… Edward.
– Oh Bella… eres exquisita.
– Tú me vuelves loca… te amo.
– Y yo te amo a ti.
Aceleré aún más las embestidas, entrando y saliendo de ella de tal manera que se escuchaba el chocar de nuestros cuerpos que ya estaban cubiertos de sudor. Hice unos cuantos movimientos más y descargué en su interior, inundándola por completo mientras ella gemía delicioso, indicándome que también había llegado al mismo tiempo que yo. Después de unos segundos, bajé de ella y me acosté a su lado, pegándome a su cuerpo, con nuestras piernas entrelazadas hasta que nos quedamos dormidos.
A la mañana siguiente desperté y ella aún dormía, me acomodé para mirarla, definitivamente era un ángel reflejando paz y tranquilidad, con su labios color carmesí y no pude evitar sonreír al reconocer que ese ángel era sólo mío y que yo era de ella, sin ninguna duda, ambos nos pertenecíamos, nos completábamos y nos amábamos.
– Buenos días corazón – dije cuando despertó y le di un pequeño beso.
– Buenos días mi amor.
– Me encanta como suena eso.
Sí, me encantaba que me dijera así, saber que yo era su amor, ella era mi corazón, el motor de mi vida. Me fascinó que sugiriera que nos bañáramos juntos y lo hicimos de una manera sublime, con cada gesto, mi amor por ella se intensificaba. Después de vestirnos y peinarnos bajamos al comedor, donde ya se encontraba toda la familia. No podían faltar los clásicos comentarios de Emmett y hasta le dio lata a Alice, que me encantó su amenaza de subir un video de él a la red para que vieran como consentía a su esposa, ni quien se lo imaginara con lo rudo que es en el campo de futbol. Al terminar, le mostré a Bella el resto de la casa, le indiqué de quien era cada recámara y luego entramos la biblioteca, la cual tenía varios cuadros pintados por mi madre.
– Qué hermoso pinta tu mami – exclamó mirándolos maravillada.
– ¿Y tú como sabes que los pintó mi mamá? – pregunté sorprendido.
– Porque aquí dice – respondió señalando la ininteligible firma.
– Eres muy mala mintiendo, ¿lo sabías? – dije abrazándola por detrás.
– Bueno, yo también sé algunas cosas tuyas, señor vicepresidente de la fundación Carlisle Cullen.
– Con que me googleaste, ¿eh?, ¿cuándo? – cuestioné dándole un beso en el cuello.
– Cuando supe tu nombre y quedaron rotas las reglas, necesitaba saber más de ti.
Así que ella estaba igual que yo, también quería saber todo sobre mí, claro que había usado métodos más tradicionales, la verdad a mí no se me había ocurrido que podría conseguir información de ella en esa página. Ambos estábamos locos el uno por el otro y lo ignorábamos, los dos teníamos nuestros propios miedos y demonios, quizá nos pudimos ahorrar tantas cosas de haber sido sinceros desde un principio, pero, ¿cómo podíamos serlo con las reglas de por medio? Me agradó tanto saber eso, me sentí menos psicópata, tal vez algún día le contaría que la había mandado investigar, sólo esperaba que me comprendiera.
Cuando salimos de ahí nos topamos con Maggie, que se hizo la disimulada y no nos saludó, Bella fue a la habitación de Alice para que la arreglaran y yo me dirigí a la terraza, ahí estaba mi padre, Emmett y mis tíos, así que me puse a platicar con ellos, les conté que ya tenía novia y me felicitaron. Después entramos a la sala, donde se encontraba Maggie que no tardó en acercárseme.
– Vaya, veo que hoy sí viniste acompañado, pensé que esta vez sí se me haría.
– Pues no, ya es mi novia y por supuesto que tenía que acompañarme – dije serio.
– ¿Así que por esa me rechazaste?, pensé que tenías mejores gustos, es tan insignificante.
– Retira lo que dijiste, no me hagas olvidar que eres mujer y que eres amiga de Alice, no te voy a permitir que la insultes, ella vale mucho más que tú, no es una… buscona.
– Vaya, sí que te tiene comiendo de su mano, no es pecado expresar una opinión.
– Lo es cuando se trata de un muy mal comentario sobre la mujer que amo.
– Sí que es afortunada, la defiendes con tanto ahínco.
– Porque la amo, pero, no espero que tú entiendas eso, no sabes lo que significa.
Me miró con rabia y en eso vi entrar a Jennifer con su hermano así que fui a su encuentro a saludarlos, le dije a ella que subiera a la habitación de Alice y de inmediato lo hizo. Entonces, me puse a platicar con el tío Aro y le comenté que al fin había encontrado a la mujer que él alguna vez me había descrito y me dijo que le daba mucho gusto y que ya quería conocerla.
Luego de un largo rato de platicar con él subí a mi habitación para cambiarme y ahí estaba Bella ya lista. Le hice saber lo preciosa que se veía y me lo agradeció al igual que el dejarla entrar a mi vida, no entendí porque me decía eso ni la manera en la que me abrazó, así que le respondí que el agradecido era yo y me cuestionó desde cuando había roto las reglas y le dije la verdad, incluso le confesé que le había mentido el día que había llovido y le di mis razones para hacerlo. Me dijo que me amaba, quizá desde el primer instante en el que me vio y le contesté que al parecer yo también.
Minutos más tarde bajamos a la terraza, recibimos a varias personas y después se la presenté a mis tíos. Luego nos acomodamos en nuestros respectivos lugares y la boda dio inicio, en el momento indicado le coloqué el lazo a mi hermana, quien irradiaba felicidad a kilómetros a la redonda. Al término de la ceremonia nos dirigimos al salón; platicamos, bebimos, comimos y di mi discurso, se me había dificultado hacerlo, pero ahora, al tener a Bella ahí conmigo, todo se me aclaró y dije las primeras palabras que me salieron del corazón y que fueron muy bien recibidas porque todo mundo aplaudió emocionado y la expresión en el rostro de Alice era grandiosa. Luego le propuse a Bella que bailáramos y se dejó llevar. Más tarde bailé con mi madre, con mi hermana y con Jennifer que se veía ilusionada, supuse que había conocido a alguien, pero lo negó.
Llegó la hora de aventar la liga de la novia y lo que nunca, me acerqué, yo no creía en esas tradiciones y jamás me había llamado la atención participar, sin embargo, sentí el impulso de hacerlo esta vez, algo que no creí sentir algún día me había sucedido, la ilusión de casarme. La liga le tocó a un amigo de Alice que la presumió. Después fue el turno de las mujeres para cachar el ramo y le tocó a Jennifer que se entusiasmó sobremanera, ahí confirmé que sí había conocido a alguien.
– Gracias por el discurso y por la canción Edward – dijo Alice abrazándome.
– No tienes nada que agradecer duendecillo, fue de corazón.
– Y sé muy bien quien fue tu musa, me alegra muchísimo que al fin hayas abierto tu corazón, sobre todo a alguien como Bella que se ve que te ama.
– Lo sé, te quiero mucho hermanita, diviértete, en verdad te deseo lo mejor.
– Yo también te quiero mucho, gracias por todo, nos vemos en Navidad.
Abracé a Bella mientras Alice y Jasper partían rumbo a su luna de miel. La fiesta continuó otro rato y después tomé una botella, un par de copas y la mano de Bella, caminamos a la playa, al pequeño recinto que teníamos para descansar y tomar un poco de sol. Brindamos y luego nos amamos de manera celestial, experimentando una nueva forma, recorriendo nuestros cuerpos con múltiples besos y caricias, repitiendo nuestros nombres, gimiendo, disfrutando no sólo del momento, sino del ambiente, de la luz de la luna, del sonido del mar, del aroma de la playa que se mezclaba con el del sexo y después colapsamos juntos una vez más.
Le comenté que faltaba poco para que amaneciera, así que después de vestirnos nos sentamos a la orilla del mar para presenciar ese magnífico hecho que jamás había apreciado como esta vez, con la dueña de mi corazón entre mis brazos luego de haberla amado de forma tan gloriosa. Me percaté que se quedó dormida, me levanté con sumo cuidado y la cargué hasta la habitación, la dejé cuidadosamente en la cama y me acosté a su lado, durmiéndome casi de inmediato.
Otra vez desperté antes que ella, bajé a la cocina y le preparé el desayuno, aunque por la hora que era, más bien debía llamarlo almuerzo. Tomé una rosa del arreglo que había en la mesa del comedor y en las escaleras me topé con mis papás que ya regresaban a Seattle, vi como mi madre se conmovía ante mi gesto para con Bella, mi padre me palmeó y me dijo que la invitara a pasar las fiestas decembrinas con nosotros, les di un beso a ambos y terminé de subir.
Bella aún dormía, miré el reloj y teníamos que estar en dos horas en el aeropuerto, así que la desperté, acariciándole el rostro con la rosa, me sonrió sin abrir los ojos, entonces la besé en los labios y le dije que ya era hora de levantarse, que el desayuno ya estaba listo, se enderezó y miró sorprendida la charola, que coloqué sobre sus piernas. Desayunamos mientras comentábamos sobre la boda y después nos alistamos para regresar a Nueva Jersey. En la sala nos encontramos a Emmett y Rosalie que miraban televisión y nos comentaron que se quedarían ahí el resto de la semana, así que nos llevaron al aeropuerto, nos despedimos dándoles un abrazo y Bella le recomendó a Rosalie que se cuidara mucho.
En el avión le comuniqué a Bella sobre la invitación de mi padre, pero le dije que no había problema si ella iba a pasar esas fechas con sus padres y me dijo que no lo tenía planeado, que lo más probable es que sí fuera conmigo y eso me hizo muy feliz, me apenaba que no tuviera una buena relación con sus padres, sin embargo, mi lado egoísta era más fuerte y prefería mil veces que estuviera conmigo que con ellos, este fin de semana había terminado de comprobar lo importante que era ella para mí y que la amaba con locura y desenfreno, pasar la Navidad y el Año Nuevo con ella sería mi mejor regalo y ya estaba ansioso porque llegaran esas fechas.
Fragmento de la canción: Me matas.
Intérprete: Ragazzi.
|