Una hora había pasado desde que Edward se había ido y estaba preocupada por él. Era un buen conductor pero siempre iba muy rápido y eso me tenía con una sensación de angustia. Aún no debía haber llegado a Port Ángeles y esperaba con esperanza que pudiera encontrar un vuelo comercial o alguna avioneta para que no se viera obligado a manejar hasta Seattle, esa ruta era peligrosa y tomaba mucho tiempo.
Lo llamé y me contestó a la primera timbrada.
- Hola preciosa ¿ya me extrañas?- se oía muy feliz.
- Claro que si guapo. ¿Dónde estas ahora?
- En mitad del camino a Port Ángeles. Es bueno que todavía estemos en verano y no haya llovido, no podría manejar a esta velocidad con las pistas mojadas.
- No vayas tan rápido, no quiero que te suceda nada malo.
- ¿Preocupada por tu esposo? No pienso dejarte viuda.
- No te hagas el gracioso Edward, concéntrate en la carretera. Te llamaré en 1 hora.
- Estaré esperando tú llamada amor, te quiero.
La segunda vez que le llamé no me contestó. Minutos después mi celular sonó.
- Edward. ¿Dónde estabas?
- Lo siento preciosa, llegué a Port Ángeles y no hay vuelos a Seattle. Iré conduciendo. He visto que puedo hacer atajos y no demoraré tanto.
- Esas carreteras son peligrosas y te puedes perder. ¿Por qué no duermes en Port Ángeles hasta mañana? Seguro que hay un vuelo temprano.
- Aunque no lo creas, no me han querido vender el pasaje. La chica del counter me dijo en secreto que tenía órdenes de no vender pasajes a ningún Cullen. Así que imagino que Marcus está detrás de todo esto.
- ¿Que harás entonces? ¿No estarán siguiéndote?
- Regresaré unos 20 kilómetros solo porsiacaso. Y luego tomaré la 101 y me desviaré en la 104 y cruzaré el puente del canal Hood, seguiré en la 104 hasta Kingston, luego tomaré un bote de transporte que me lleve hasta Edmonds y de allí seguiré la 99 directo a Seattle. Calculo que no me llevará más de 5 horas Bella.
- Eso te llevará toda la noche Edward. Considerando que no tengas ningún inconveniente.
- Pero tengo mi linda esposa para darme ánimos y me prometió llamarme cada hora. Estaré tan ansioso esperando tu llamada que dudo que tenga sueño.
- ¿Te ubicarás bien? ¿No te perderás?
- Bella, este moderno auto tiene GPS y tengo mi laptop conmigo para ubicarme. No pensarás que iré preguntando como llegar.
- Oh lo siento olvidé que estaba casada con el chico Tecnology. Cuídate mucho te llamaré en una hora.
Lo llamé cada hora hasta que antes del amanecer estaba entrando en Seattle. Más tranquila me fui a dormir pero cuando estaba a punto de conciliar el sueño mi teléfono sonó. Lo tomé rápido y contesté.
- ¿Si?
- ¿Qué no duermes de noche mocosa?- era la insípida.
- Siendo esposa de Edward ¿quién podría dormir?- le conteste – ¿Que quieres?
- Pásame con mi primo le he estado llamando desde hace rato y no contesta mis llamadas.
- No puedo, está dormido y no me gusta interrumpir el sueño de mi esposo.
- ¿Segura que está contigo?
- ¿Qué quieres oírlo roncar?
- Solo quería avisarle algo pero a ti no te diré nada.
- Como quieras calabaza.
- ¿Cómo me llamaste pequeña tarada?
- Ya oíste o es que también eres sorda.
- Sólo dile que no se meta en los negocios de la familia- Y me colgó
Llamé inmediatamente a Edward.
- ¿Dime que quieres y mas te vale que sea importante?- me contestó algo irritado.
- Te quiero a ti y es importante.
- Amor lo siento, contesté sin ver el remitente. Tanya me ha estado llamando desde hace media hora.
- De eso quería hablarte, he hablado con ella hace un minuto, sólo me dijo que no te metas en los negocios de la familia. Ella sabe que planea Marcus y parece que quería decirte algo importante pero sabes que no nos llevamos bien y me colgó.
- ¿Crees que debería llamarle?- me preguntó
- Si, no pierdes nada, yo le dije que estabas durmiendo conmigo, simplemente dile que te desperté.
- Bien te llamo luego preciosa.
Me desperté con tiempo exacto para cambiarme e ir al instituto. A pesar de tener mucho sueño no iba a faltar porque los Cullen podrían sospechar.
Fui a casa de mis padres y rápidamente les conté lo que había pasado en La Push y cómo Edward había ido a Seattle. Mi padre pareció sorprendido.
Luego Emmet y yo fuimos a la escuela en mi camioneta.
El día transcurrió normal, como no me cruzaba con Edward nadie notó su ausencia. Ni siquiera Tanya pareció sospechar. Durante el almuerzo le llamé pero no me contestó. Nadie más parecía saber que había pasado con La Push, como habrían pasado la noche. Apenas terminaron las clases salí del instituto y fui directo a la casa de Carlisle y Esme.
- ¿Bella has sabido algo de Edward?- Me preguntó Carlisle preocupado.
- Desde esta mañana no he sabido nada, le he llamado pero no me contesta.
- Me llamó cuando salió de su casa anoche y me explicó brevemente lo de La Push- dijo el padre de mi esposo.
- He ido al supermercado a ver si me enteraba de algo pero parece no haber noticias- dijo Esme preocupada.
- Yo confío en que Edward volverá pronto- dije y ellos me abrazaron.
- Nos contó anoche que está enamorado de ti- dijo Esme. –Bella eso nos hace tan felices, nunca había visto a mi hijo tan radiante.
-Bueno no se cómo pasó pero yo también lo quiero mucho- les dije sonrojándome.
- Quédate con nosotros- dijo Carlisle
- A eso he venido Edward querría que estuviera aquí con ustedes.
Seguí esperando que se comunicara conmigo durante la tarde.
Antes de oscurecer Emmet me llamó.
- Bella ¿dónde estas?
- Hola grandulón estoy en casa de Carlisle ¿pasa algo?
- La pandilla de Sam estuvo por aquí. Buscaban a Edward o a ti. Se fueron para allá, no se veían muy amistosos. ¿Está pasando algo que yo no sepa?
- Pues sí pero es complicado. Te lo explicaré luego acaban de llegar.
Pude ver por la ventana que 5 grandes muchachos entraban por el jardín.
Salí a abrirles antes de que tocaran.
- Hola Sam, ¿que es lo que sucede? ¿Están todos bien? ¿Cómo está Jake?- pregunté desesperada.
- Lo siento Bella pero venimos llevarte con nosotros. Jake está herido desapareció por la tarde y recién lo encontramos inconsciente esta mañana. Nos dijo algo de ti y de tu esposo pero no le entendimos bien. No sabemos que pasa, nos tenían cercados anoche. Pero parece que el tal Marcus Cullen recibió una llamada y se fue. Esta mañana los policías que custodiaban la reserva también se retiraron. Los matones siguen allí pero no se atreven a atacar, parece que esperan algo.
- ¿Jake está herido? ¿Qué le pasó?- pregunté desesperada.
- ¿Por qué se quieren llevar a Bella?- dijo Esme preocupada.
- A Jake le dispararon. No es muy grave pero perdió sangre tratando de llegar a su casa. Su padre lo está atendiendo. Y nos llevamos a Bella de rehén. No sabemos que más hacer. Si ellos regresan esta noche necesitamos tener a alguno de ustedes para negociar. No vamos a permitir que nos ataquen sin luchar. En realidad veníamos por su hijo- dijo mirando a Esme. –Corre el rumor de que él es el heredero de es maldita empresa. Y Bella es ahora su esposa. Nos la llevaremos.
- Se la llevarán sobre mi cadáver- dijo Carlisle poniéndose frente a mi.
- No hay porque discutir Carlisle, iré con ellos, no estaré tranquila sabiendo que Jake está herido. Quiero verlo.
- TE acompañaré entonces- dijo él
- No lo queremos con nosotros- dijo Sam. –Sabemos que Marcus Cullen lo odia. No queremos una excusa más para que nos ataque.
- No perdamos tiempo. Vámonos de una vez- dije sin dudar. –Tengo mi camioneta afuera. Esme por favor préstame tu botiquín- y corrió a buscarlo.
Salimos a prisa, a penas y me despedí de ellos, Carlisle se quedó muy triste y preocupado.
- Sam condujo, en el camino le conté a él y a Quil, el mejor amigo de Jake, todo lo que sabía desde el día anterior.
- Bella eres la rehén mas cooperadora que haya visto- se burló Quil.
- No es rehén Quil, después de lo que no ha contado, sabemos que están con nosotros incluso su esposo, sólo espero que llegue a tiempo.
- Yo también, estoy muy preocupada no contesta mis llamadas- ya sentía un nudo en el pecho recordándolo.
Llegamos a la reserva y pude ver a lo lejos a los matones que custodiaban la entrada.
- Agáchate Bella no quiero que te vean- dijo Sam.
Me acurruqué hacia delante Quil puso su abrigo sobre mi. Sentí que la camioneta se detuvo.
- ¿Qué es lo que quieres indio? Pensé que habían huido como ratas asustadas- era la voz de un hombre muy déspota.
- Fuimos al pueblo por medicamento para nuestro amigo herido. Pero cuando nos diga quien le disparó haremos justicia por nuestra mano y ten por seguro que no quedará ni su recuerdo. Apártate- ordenó Sam con autoridad.
Llegamos a la casa de Jake y entré rápidamente. Billy estaba a su lado.
- Bella, que bueno que estás aquí, sabía que era un error unirte a esa familia pero tu padre insistió. Yo nunca estuve de acuerdo- Me dijo.
- No fue un error Billy, yo quiero a mi esposo. Él pronto vendrá con ayuda- le dije mirándolo fijamente.
- Eso no quita que su familia sea de lo peor. Mira lo que le han hecho a mi Jake, yo estoy seguro de que fueron ellos.
Me acerqué a la cama donde él dormía. Su herida no parecía muy grave pero estaba inconsciente. Le cambié los apósitos y en cuanto se movió un poco le dí de beber agua y un analgésico.
No había más que hacer que esperar. Yo seguía llamando a Edward y su teléfono estaba desconectado. Iba a ser una larga noche
***
Me había quedado dormida cuando escuché que me llamaban.
- Bella, ¿que haces aquí?- Era Jake que había despertado.
- Jake, estaba tan preocupada por ti. ¿Qué te pasó?
- Debes irte ese hombre quiere matarlos a ti y a Edward- dijo mi amigo
- ¿Quién?
- Marcus Cullen.
- ¿Él te disparó?
- Si, me encontró mientras regresaba a la reserva. Lo oí hablando a Seattle con alguien estaba dando órdenes para que atraparan a tu esposo.
Un frío mortal me recorrió. Sentí deseos de llorar y de gritar. No podía hacernos esto. No por su cochino dinero. Si él quisiera le firmaría lo que fuera no quería nada más que a mi esposo de vuelta. No me importaba ya ir a la universidad ni siquiera tener un bonito auto y sería feliz trabajando el resto de mi vida si podía pasar cada día con Edward. Comencé a sollozar.
- Bella ¿qué va mal?- dijo Jake
- No puedo comunicarme con Edward Jake, desde esta mañana no se nada de él- y sentí las lágrimas correr en mis mejillas.
Oí pasos de varias personas entrar en la casa, instintivamente me puse de pie para recibir a quien sea que llegaba.
- Pero que tenemos aquí. ¿Tan pronto celebrando tu viudez Isabella querida?- Era Marcus Cullen.
- ¿Qué le has hecho a mi esposo?- Le grité
- ¿Y me lo preguntas cuando acabo de encontrarte en la habitación de otro hombre a las cinco de la mañana?- Rió fuerte. Al parecer no había reconocido al hombre que hirió.
- ¿Dónde está Edward?- pregunté amenazante.
- No lo se, mis hombres se encargaron de él hoy. Es tan predecible. Pero continúa no te interrumpo según me dijo Tanya eres una mujer muy ardiente. Tengo evidencia suficiente por si estás embarazada de que ese hijo no sería de mi sobrino. Aunque no creo que vuelvas a ver el sol de todas formas, en dos o a lo sumo en tres horas atacaremos la reserva y no creo que quede nada en pie- dijo mirando la cabaña con desprecio.
Salió con mirada altiva y despreocupada.
Me desplomé en la silla y comencé a llorar desconsoladamente.
-¿Bella de verdad estás embarazada?- había olvidado a Jake.
- Eso no sería posible. Edward y yo nunca hemos estado juntos de esa forma- dije.
- Me alegra oír eso, aunque fuese lo último que pudiera escuchar. Pero saldremos de ésta Bells. Estaremos bien. Yo cuidaré de ti- dijo mi amigo acercándome y dándome un abrazo. A mi ya nada parecía importarme si atacaban o no La Push o si me mataban. Ya estaba destrozada por dentro. Edward había tenido razón siempre. Marcus había estado moviendo sus fichas y él nunca perdía un juego.
***
Un poco más de dos horas pasaron y yo seguía llorando. Pero luego me puse en pie. Así no iba a morir, no sin dar batalla. Y no aceptaría que Edward había muerto. Eso sería rendirme. Salí de la cabaña y vi a los hombres de La Push reunidos. Me acerqué a ellos.
- Hola, quería saber si tienen algún plan trazado. Marcus dijo que no teníamos más de tres horas.
- Bella, deberías ir al refugio con las demás mujeres y los niños- dijo Sam
- No me voy a esconder. Ese malvado ha confesado que mandó matar a mi esposo. Él fue el que le disparó a Jake. Acabaré con él así sea lo último que haga.
- ¿Fue ese desgraciado?- oí la voz de Billy y yo asentí.
-El muy cobarde de seguro que no estará en la ofensiva y se limitará a ver de lejos. Típico de la gente rica no ensuciarse- dijo Paúl y escupió al piso.
Escuchamos que se encendían los motores de las máquinas, a lo lejos se oían gritos y muchos ruidos de botas. Había comenzado todo.
Los habitantes de La Push también se formaron en una línea defensiva. Yo me mantuve al lado de Sam. Cuando los matones estuvieron cerca su jefe pareció mirarnos con duda.
- No queremos matar a nadie, simplemente tomen a sus mujeres e hijos y váyanse de aquí. Vamos a avanzar con nuestra maquinaria y tiraremos abajo sus casas pero si huyen no los perseguiremos.
Avancé unos pasos hasta que estuve a la vista de ellos.
- Soy Isabella Cullen, esposa de Edward Cullen, legítimo heredero de la empresa para la que trabajan. Mi esposo está en Seattle consiguiendo una orden para detener a Marcus Cullen. Todo lo que les haya dicho Marcus no es legal ni tiene la aprobación del consorcio. Marcus trató de asesinar a un miembro de esta reserva y presentaremos cargos. Sé que muchos no quieren hacer esto porque saben que esta mal. Aquellos que no estén de acuerdo con esto pueden retirarse, podrán conservar su empleo, les doy mi palabra.
- ¿Cómo sabemos que lo que dice es cierto? ¿Y porqué defiende tanto este lugar?-dijo el jefe de ellos.
- Yo estuve en su boda- Dijo Billy. –Bella es de Forks, creció aquí. ¿Creen que ella iba a permitir que talen estos bosques? Y ese tal Marcus le disparó a mi hijo, es un asesino. Pagará por eso. Si quieren avanzar háganlo, les daremos batalla, no nos sacarán de nuestro hogar sin luchar.
- Sra. Cullen, ¿usted nos garantiza que no perderemos nuestros empleos? Muchos de nosotros venimos desde lejos y no queremos ver a nuestras familias pasar hambre. Sólo por eso hacemos lo que se nos manda- dijo con sinceridad aquel hombre.
- Yo les garantizo que no les pasará nada. Mi esposo llegará pronto- dije queriendo creer en mis palabras.
- Estoy con ustedes entonces, soy Garrett- dijo en tono más bajo sólo para que nosotros lo oyéramos. –Pero hay quienes apoyan a Marcus, tendrán que elegir como yo lo hice.
- Compañeros- dijo gritando. –Yo declino luchar contra esta gente, no podemos destruir sus viviendas ni parte de su bosque. No es legal y lo sabemos. Trabajamos para un hombre que no cree más que en el dinero, yo no me voy a ensuciar las manos por eso. No quiero darles a mis hijos ese ejemplo. Los que quieran unirse a mi vengan conmigo, no lucharemos. Tenemos la palabra de la Sra. Cullen de que conservaremos nuestro empleo.
Muchos de los trabajadores avanzaron y se unieron a Garret, la mayoría eran los que conducían y manejaban las máquinas. Eran más de 20 los que dejaron sus puestos y se ubicaron a nuestro lado. Pero un grupo numerosos de seguro los matones que Marcus contrató se mantuvieron firmes y se burlaban de los trabajadores.
- Así que los cobardes huyen, quien lo diría Garrett. Apestas.
- No Santiago, no voy a matar a nadie y menos por dinero- dijo Garret.
- Entonces morirán también. Qué esperan suban a esas malditas máquinas y acabemos con esto de una buena vez- oí gritar a Santiago el jefe de los matones a los que quedaron con él. Muchas máquinas volvieron a encenderse y avanzaban contra nosotros.
Un ruido ensordecedor nos llegó del aire. Varios helicópteros sobrevolaban la zona.
Un ruido nos llegó del camino de la playa. No alcanzaba a mirar de qué se trataba.
De pronto la voz fría de Marcus me tomó por sorpresa. Había estado todo el tiempo en una de las grandes máquinas oyendo y viendo todo.
- Ataquen ahora. Contra ella- dijo señalándome. Todos los quileute me rodearon incluso los trabajadores liderados por Garrett se plantaron enfrente de mi.
- Qué no pueden hacer nada tira de miedosos- dijo Marcus increpando a su gente
Y sacando de pronto un arma avanzó hacia mí. Pero nadie se movió de su lugar.
Disparó dos tiros al aire y algunos se movieron asustados encontró un hueco y se abalanzó contra mi y disparó.
Sentí que era arrojada hacía atrás y con el golpe me faltó la respiración. Pero no sentí dolor en ninguna parte de mi cuerpo. Oí gritos y murmullos. Los helicópteros parecían haber aterrizado, más jaleo y más ruido de autos entrando en la reserva. A mi lado ví rastros de sangre mi giré a ver y vi a Garret tendido a mi lado con una mano en el costado. El olor de dio de lleno y sentí un mareo repentino estaba a punto de desmayarme cuando oí que me llamaban.
- ¡Bella!- Era su voz. Era él. Edward había venido por mi, tal y como me lo había prometido. Mis ojos se llenaron de lágrimas. Traté de incorporarme pero no pude porque él llegó primero.
- ¿Amor que te sucede? ¿Bella contéstame?- oí su voz quebrarse y sollozar.
- Calma, yo estoy bien- dije cuando me levantaba del piso. –Garrett está herido por favor atiéndanlo.
Me depósito en el suelo dándome un beso en la frente y se dirigió hacia el herido.
Ví como le apretaba la herida para evitar que saliera mas sangre. Se sacó la camisa hizo algo raro con ella y lo ató de tal forma que parecía haber inmovilizado su torso.
De pronto llegaron otras personas al parecer paramédicos y lo atendieron.
Ya me había puesto de pie cuando vi que habían detenido a los matones y a un grupo de trabajadores y a parte de los Quileutes.
- Alto- dije levantando mis brazos. –No todos son culpables.
- Por favor haga lo que mi esposa dice, al parecer ella ha estado aquí todo el tiempo y sabe quienes son los culpables- dijo Edward abrazándome.
Fui liberando uno a uno a los trabajadores y a los nativos hasta que quedaron sólo los matones.
De pronto dos de los uniformados trajeron apresado a Marcus.
- ¿Sra. Fue él el que disparó contra usted?- me preguntaron.
- Si fue él y no sólo contra mi también trató de matar a otra persona que está herida- dije recordando a Jake.
- Edward, veo que te liberaste- dijo Marcus sin ningún tipo de remordimiento.
- Si tío, al parecer tus hombres son muy fuertes pero poco inteligentes- le respondió mi esposo.
- Lo tendré presente- dijo el aludido. –Lastima lo de tu esposa- dijo mirándome con odio.
- Trataste de matarla Marcus eso no te lo perdonaré nunca- Dijo Edward furioso.
- Tal vez deberías dirigir tu furia hacia ella y preguntarle porque paso la noche con uno de estos indios apestosos- y se rió triunfalmente.
- Nada de lo que digas me hará dudar de la mujer que amo. Es un lástima que nunca te hayas sentido amado tío- dijo Edward abrazándome y vimos como Marcus era subido a un auto militar. Por primera vez su sonrisa había desaparecido.
Edward se giró a verme, había confusión en su rostro.
- Te amo Edward- le dije sin poder contener las lágrimas. Lo tenía de vuelta conmigo era mas de lo que podía pedir.
- Te amo Bella- me dijo y me abrazó.
Estuvimos unidos por unos segundos. Teníamos tanto que contarnos.
- ¿En serio pasaste la noche con alguien de aquí?- Me preguntó sonriendo.
- Si toda la noche- le dije devolviéndole la sonrisa.
- ¿No sería acaso el perro?
- El mismo.
- Uy vas a tener que bañarte- me miró divertido.
Lo tomé de la mano. Me aseguré que Garrett fuera llevado a un hospital ya que había salvado mi vida y quería agradecérselo. Si de mi dependía su familia no volvería a padecer hambre jamás. Edward estuvo de acuerdo conmigo.
Luego lo llevé a la casa de Jacob. Entramos en el dormitorio de Jake.
- Aquí pasé la noche- le dije acercándome a mi amigo que estaba recostado y con el brazo aún inmovilizado.
- No puedo culparte por no cuidarla- le dijo Edward a Jake.
- Tu tío me sacó de circulación demasiado pronto- se quejó mi amigo.
- Que te mejores perro, deberías ir a un hospital, no creo que tus lamidas basten para curarte.
- Gracias sanguijuela, lo tendré en cuenta. Y qué lástima que hayas regresado. Ya estaba haciendo planes.
- Ni lo sueñes, ya te dije que no te atrevas a poner una pata sobre mi mujer.
- Ya se que aún no es tu mujer, no tienes que mentir conmigo.
- Te aseguro que para mañana no será una mentira-dijo de forma amenazante. Me tomó en sus brazos y me sacó de allí.
- Edward bájame.
- Tenemos mucho de que hablar y quiero llevarte a casa. Luego quiero que me beses como la primera vez que lo hiciste. Hoy no te voy a detener