Pov Gianna.
¿De verdad es esto lo que yo quiero?
Inexperta en esta situación me deje llevar por sus labios. Estos eran fríos como el hielo, su lengua dura como el mármol, pero a pesar de todo esto sus labios eran dulces y acogedores. Realmente me sentía ¿extraña? sentía tantas sensaciones y emociones en ese momento... pero ninguna de esas emociones y sensaciones tenían nombre.
Algo dentro de mi estaba conforme con este beso pero no era lo suficiente. Lo que yo tenía entendido era que con un beso veías todo, absolutamente todo de esa persona; veías el cariño, la pasión, el deseo, te sentías otra persona; te sentías libre en su boca, te sentías única; en definitiva, te sentías completa.
Pero mi caso no era ese; me sentía bien; pero mi corazón no se llenaba de vida y mi ser tampoco. Yo quería otros labios, yo quería a...
En ese momento pude comprobar como me faltaba el aire; ya no se cuanto tiempo llevábamos en esa situación, me sentía mareada. Alec se dio cuenta y lentamente separó sus labios de los mios. Su frío aliento choco contra mi rostro haciendo que reaccionase y que saliese de ese embrujo. Le mire a los ojos y pude ver como algo en ellos cambiaba, este me miro avergonzado.
Aunque nuestras miradas eran distintas, aunque los dos notamos como ese hechizo se perdía con el viento nos seguimos mirando. De nuevo esa sensación vino a mi, tenía ganas de protegerlo y tenerle entre mis brazos. Pude notar como mi corazón intentaba mandarme señales a través de sus latidos; pero no sabía lo que me queria decir.
Como si fuese una necesidad nuestros labios se juntaron de nuevo; era como si a través de ellos descubriría la verdad, aclarar mis dudas.
Sensaciones y emociones cobraron vida en mi interior, poco a poco fui descubriendo sus nombres, poco a poco me iba dando cuenta de las cosas y poco a poco descubrí lo que sentía por Alec.
Lentamente nos separamos; de nuevo nuestras miradas estaban unidas. Y en ese momento sentí como mi mente se aclaraba y a la vez mi corazón.
Le quería, le quería con toda mi alma. No podía vivir sin el. Era amor lo que sentía por el, verdadero amor.
- De hermanos - dijimos los dos al mismo tiempo.
El también se había dado cuenta de la situación en la que estabamos, para el también se rompió el hechizo; los dos nos confundimos, confundimos el amor de hermanos con el amor verdadero.
Yo le quería, pero como un hermano. El hermano que nunca tuve. Quería protegerlo de cualquier mal; quería tenerle conmigo; pero solo como un hermano; como mi hermano pequeño.
El amor que sentía por el era demasiado para compararlo con el amor verdadero; yo nunca había sentido ese sentimiento, y gracias a Alec le conocí.
Sin pensarlo me abracé a el. Quería sentirle conmigo.
Este me devolvió el abrazo gustoso. Acaricio mi pelo con suavidad y con admiración. Sentí como mi vida iba cogiendo forma, sentía como poco a poco encajaba en este mundo, solo faltaba una pieza esencial.
Sin más mis ojos empezaron a crear miles de lágrimas cristalinas. Solo de pensar en el, solo de pensar que el era esa pieza especial...
- Gianna - dijo Alec con dulzura mientras levantaba mi rostro con sus manos - ¿que te ocurre?
- Nada - dije intentando agachar la cabeza, pero este lo impidió
- Gianna por favor. No me gusta verte en esta situación. Cuéntamelo, ¿acaso no confías en mi?
- Claro que confió, desde el primer momento. Pero no quiero hacerme más daño, no quiero sufrir más por su culpa.
- Te llevaré a casa. Deberías dormir algo. Eso te hará bien. Quiero que sepas que no te obligaré a nada; cuando me lo quieras contar yo te escucharé, pero primero deberías dormir.
- Alec gracias... pero no hace falta. Deberías cazar algo; tienes los ojos negros; y tal vez te pueda tentar...
Alec me miro ofendido, vaciló por unos momentos y me contestó.
- Escúchame por lo que más quieras Gianna. Yo nunca te haría daño; eres algo especial para mi; te quiero como una hermana. Se que desde hace muy poco nos conocemos, y apenas hemos cruzado palabras, pero con nuestras miradas nos hemos comunicado, nos hemos transmitido sentimientos... si algo te pasara por mi culpa nunca me lo perdonaría. ¿Entiendes?
No me dio tiempo a contestarle, ya que este me subió a su espalda y me llevo hasta casa, exactamente hasta mi habitación. Me recostó en la cama con delicadeza.
Lo último que sentí antes de quedarme profundamente dormida fueron unos brazos realmente fríos a mi alrededor y un dulce beso en la frente. Alec.
|