Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18)

Autor: AnneHilldweller
Género: + 18
Fecha Creación: 27/12/2012
Fecha Actualización: 03/02/2013
Finalizado: SI
Votos: 52
Comentarios: 70
Visitas: 172250
Capítulos: 20

Secuela de ¿Estás libre esta Noche?

Primera parte de este fic AQUI

 

Summary

Bella y Edward se conocieron de una forma poco común, una desconocida le dio a ella el número del celular de él. La noche de su cumpleaños lo llamó debido a su soledad. Él le impuso tres reglas a seguir, sólo se trataba de sexo casual, jamás se imaginaron el giro que darían esos encuentros y hoy se encuentran frente a frente creyendo estar enamorados.

Ella, en un afán por comprobar que sea verdadero amor lo que sienten y no sólo algo físico, repite la cuestión del primer encuentro, imponiendo tres nuevas reglas:

Número 1: No mentiras

Número 2: No arranques de celos

Número 3: No sexo durante un par de meses

Él, en un afán por demostrarle que sí es una cuestión de sentimientos y que está dispuesto a que lo conozca mejor decide contarle su historia, de a poco cada noche en lugar de tener sexo.

¿Qué sucederá cuando ella conozca toda la verdad?

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Capítulo 14: Tú me vuelves loco

Practicamos el amor entre estas sábanas

La dulce fragancia de tu esencia baña mi piel

Estoy impregnado de ti

Apaga la luz, quítate eso

Mi amor por ti, insaciable

Enciéndeme, nunca pares

Quiero probar cada gota

No hay palabras

Sólo existe la verdad

Inhalando, exhalando

No existe otro sonido

Nos movemos juntos arriba y abajo

Insaciable la forma en que te estoy amando

 

Ya era lunes y me encontraba en el aeropuerto de Londres, no tenía ninguna noticia de Bella, no había respondido mis mails ni había podido comunicarme con ella durante todo el fin de semana y mi preocupación había aumentando considerablemente, de sólo recordar lo que había pasado con Tanya mi corazón se desgarraba y sabía bien que no podría volver a vivir lo mismo, esta vez sí moriría, así que me regresaría a Nueva Jersey para corroborar que Bella estuviera bien.

 

Hice un último intento de llamarle mientras hacía fila para comprar el boleto y afortunadamente me respondió, mi corazón latió nuevamente tranquilo al escuchar su hermosa voz, le hice saber sobre mi preocupación y mi decisión, me dijo que no era necesario que viajara, después me complació el escuchar que ya había comprado la web cam, otra de las cosas nuevas y diferentes que experimentaría con ella.

 

Regresé al hotel y cené, después subí a mi habitación y miré un poco de televisión, luego me dormí un rato para hacer tiempo a que fuera de noche en Nueva Jersey y poder, al fin verla, aunque fuera por una simple cámara. El despertador sonó y me levanté de la cama, me conecté a la red justo a la hora que habíamos quedado y ella ya estaba conectada, de inmediato la saludé y después ambos pusimos nuestras manos sobre la pantalla del notebook, como deseaba estar junto a ella y poder tocarla realmente. Le propuse mi juego y casi al instante aceptó.

 

El verla acariciarse mientras la guiaba era una extraordinaria experiencia y lo suficientemente excitante para que yo me acariciara también, aunque deseaba que fuera su mano la que estuviera sobre mi erecto miembro en lugar de la mía. La vi llegar al orgasmo y yo conseguí el mío segundos después en tanto la miraba con sus ojos cerrados y como su pecho subía y bajaba por lo descontrolada que se encontraba su respiración. Me dijo que se lavaría las manos, yo me subí el pantalón y fui a lavar las mías también. Al cabo de pocos minutos estábamos de nuevo frente a frente.

 

– ¿Cómo te sientes? – pregunté mientras me acomodaba en la silla.

– Relajada – respondió con una sensual sonrisa.

– Me encanta haber contribuido con eso – entonces deseé saber si ya había cumplido con su promesa – Bella, no quiero arruinar el momento pero necesito saber algo que me está quemando – no podía imaginar que no la cumpliera aún – ¿ya terminaste con él? – pregunté serio.

– Sí, descubrí que andaba con otra, curioso, ¿no?, ambos vivíamos en una mentira.

– Lo sabía, por eso no quería que te tocara – exclamé sin pensar debido al entusiasmo que me dio al escuchar la noticia de su ruptura.

– ¿Qué dijiste?, ¿tú sabías que Jacob tenía una amante? – dijo totalmente desconcertada – ¿cómo lo supiste? – añadió en tono de enfado.

– Un día lo vi en un restaurante, pero él no se dio cuenta.

 

Tuve que mentirle de nuevo, odiaba hacerlo, pero aún no sabía si podría ser capaz de entenderme, debía reconocer que mi comportamiento con ella en un principio era frío y en ocasiones hasta cínico, porque no sabía bien cómo manejar esto, en cierto modo era nuevo para mí, así que no le había dado muchos indicios de mis sentimientos hacia ella, además la forma en la que me había enterado era poco honorable, hurgando en algo tan personal como lo es un celular, otro delito más a mi lista de actitudes psicópatas.

 

Empezó a recriminarme y con toda la razón, así que le dije un par de verdades y se molestó más, al grado que se desconectó sin despedirse. Inmediatamente tomé mi Nextel y le marqué, pero cortó la llamada sin contestarme, volví a marcarle y me respondió el buzón, seguramente lo había apagado y mi corazón se oprimió, entonces comprendí que si supiera que la había mandado investigar no me lo perdonaría, eso debía callármelo para siempre.

 

Opté por enviarle mails pidiéndole perdón de mil formas diferentes, explicándole más detalladamente mis motivos, agregándole frases que busqué en la red. Ahora no sabía si había sido buena idea callármelo, es que no era posible que ese imbécil todavía le estuviera haciendo sombra a nuestra relación y que hubiéramos discutido por su culpa.

 

Derrotado y casando me fui a acostar, tenía que levantarme tres horas más tarde para ir al aeropuerto por uno de mis socios que llegaría para la junta que tendríamos dos días después. De pronto, una idea cruzó por mi mente, Bella y yo no podíamos estar enojados hasta que yo regresara, no tenía idea si era rencorosa y quizá ya no querría ir conmigo a la boda de Alice, así que me levanté de nuevo y busqué por internet un boleto de avión para el primer vuelo que saliera rumbo a Nueva Jersey, después de una exhaustiva búsqueda encontré uno, pero, tendría que esperar un día y de inmediato lo compré.

 

Fui por mi socio y mientras nos dirigíamos al hotel le dije que tenía que regresar a Estados Unidos por un problema familiar y que no me sería posible estar presente en la junta, afortunadamente, me dijo que no habría ningún problema y no me pidió detalles. Esa noche no pude dormir bien, así que tomé una hoja y empecé a escribirle a Bella lo que sentía por ella, esperaba que eso funcionara para que me perdonara.

 

“Tienes razón en pensar esas cosas de mí, no puedo pedir tu confianza cuando soy el primero que la traiciona, pero no tienes idea de lo que siento por ti, es mucho más fuerte que yo y me asusta, porque aun sin conocerte demasiado te has metido hondo en mi corazón y no sé qué sería de mí si tú no sintieras lo mismo, Bella, hace mucho que rompí la tercera regla, incluso antes que las otras dos, eres lo más importante para mí y estoy dispuesto a hacer lo que sea con tal de demostrártelo.

Tuyo por siempre

Edward Cullen”

 

Si supiera que rompí la tercera regla casi desde el primer día que la conocí, que mi corazón late con más fuerza tal sólo al pensar en ella, que su pañoleta la llevaba conmigo a todas partes y que ahora la tenía debajo de mi almohada con tal de sentir su presencia, de embriagarme en su aroma, sí, era demasiado fuerte lo que sentía por ella, me había enamorado completamente sin poder evitarlo, sin saber cuándo ni cómo, simplemente Bella se había convertido en mi razón para existir y me asustaba ese hecho, me daba miedo que ella no me correspondiera y más que nada, que pudiera perderla, prefería mil veces perder un negocio y millones de dólares antes que quedarme sin ella.

 

Quería sorprenderla no sólo con mi presencia, sino con algo más, pero no se me ocurría que podría comprarle, las flores eran algo tan trillado y lo es lo más típico que se regala cuando se quiere obtener el perdón, yo debía ser original, que se diera cuenta de mi esmero con tal de que olvidara lo que había sucedido.

 

Me encontraba ya en Nueva Jersey, iba en un taxi que me conducía a su trabajo, en un semáforo en rojo me dio por voltear del lado derecho y vi en el aparador de una juguetería un hermoso y enorme oso blanco de peluche, entonces le pedí al taxista que se orillara para poder bajar y a regañadientes lo hizo porque estábamos del otro lado de la calle. Me bajé rápidamente y compré el oso, el taxista se molestó más cuando lo puse en el asiento de adelante, a su lado, así que le dije que le pagaría el doble de la tarifa y fue cuando se le paso un poco el enojo.

 

Fui el blanco de todas las miradas al entrar al edificio cargando el enorme oso, pero, no me importó. Mientras me registraban, saqué el sobre que tenía la nota que le había escrito y anoté encima “Léeme por favor”, el oso sería mi emisario.

 

– ¡Qué hermoso detalle!, sin duda su novia es muy afortunada – dijo una de las recepcionistas en tanto yo caminaba al elevador.

 

Ese comentario me llenó de alegría, Bella mi novia, sí, al fin ya no había ningún impedimento para que fuera así y seguro se derretiría en cuanto viera su regalo y me perdonaría. Mientras subía el ascensor se incrementaban los latidos de mi corazón ante el hecho de tenerla nuevamente frente a mí y estaba sumamente nervioso, ¿y si el regalo no funcionaba y no me perdonaba?, no importaba, ya encontraría otra forma de hacerla cambiar de opinión.

 

Me bajé en el piso de la agencia y caminé rumbo a su oficina, a mi paso fui escuchando murmuraciones, todos estaban sorprendidos y se preguntaban para quien era el oso hasta que vieron que me paré fuera de la oficina de Bella, se quedaron callados, afortunadamente tenía la puerta abierta y coloqué al oso frente a ésta y toqué escondiéndome para aguardar a que leyera la carta. Escuché como sacaba la hoja del sobre y la desdoblaba, me paré bajo el marco de la puerta y la vi leyendo con una expresión indescriptible en su rostro.

 

– Perdóname por favor, nunca fue mi intensión herirte, pero cuando se trata de ti pierdo la perspectiva de todo, no puedo pensar coherentemente, se me ocurren las más extrañas locuras, por eso estoy aquí, no me importó faltar a la junta de socios con tal de venir a aclarar las cosas contigo – le expliqué mientras ella seguía con la cara clavada en la carta.

– Por mí puedes regresarte a tu junta – exclamó dándome la espalda sin mirarme – yo también tengo mucho trabajo – agregó seria y casi me da un infarto al escucharla, quizá la había subestimado y sí era rencorosa.

– No me digas eso Bella, por favor, si tú no me perdonas lo demás ya no importa – dije abrazándola y pegándome a su cuerpo, de inmediato noté su tensión al sentirme – ya perdóname, ¿sí corazón? – musité en su oído asegurándome que mi aliento se colara por él.

– ¿No más mentiras ni engaños?

– Te lo prometo – aseguré y así sería en adelante.

 

Se giró y nos besamos desesperadamente, con urgencia, mientras le acariciaba la espalda y ella deslizaba sus dedos por mi cuello, sentí como mi miembro empezó a despertar ante el contacto de nuestros cuerpos, pero, el grandioso momento fue interrumpido por su jefe.

 

Me presenté con él, me reconoció y me miró con desconfianza, me dio la impresión de que yo no le caía muy bien. Me asomé después de que salió de la oficina y cuando me aseguré que había entrado al ascensor, cerré la puerta de la oficina y le puse el seguro para que nadie nos interrumpiera, no podía esperar un segundo más para hacerle el amor.

 

– Tengo que terminar unos pendientes – objetó Bella, aunque no muy convencida.

– Este es el más importante, todo lo demás puede esperar.

 

Nos besamos nuevamente, tan ávidos y frenéticos como minutos antes para culminar haciendo el amor de una forma presurosa, pero no por eso menos satisfactoria. Después que terminamos tomé su rostro con mis manos y bromeé con ella, diciéndole que la haría enojar más seguido sólo para poder reconciliarnos de esta manera, ella me advirtió que quizá la próxima vez no sería así.

 

– Te quiero Bella, te quiero – le dije finalmente, ya no podía callarlo más.

– Yo también te quiero Edward – respondió haciéndome sumamente feliz.

 

Otra vez nos fundimos en un beso, pero esta vez sin segundas intenciones, cargado de emoción, de ternura y porque no decirlo, de amor, ambos nos queríamos y esa era una manera de demostrarlo, después nos abrazamos fuertemente y de pronto ella se separó y me miró un tanto asustada señalando el hecho de que no había usado condón esta vez, lo había olvidado, no me había llevado ninguno a Londres porque sabía muy bien que no los necesitaría y a decir verdad, no me importaba si la embarazaba, porque sería el fruto de nuestro amor y así se lo hice saber, aunque no exactamente con esas palabras porque el miedo seguía presente en su cara, tal vez no se sentía preparada para eso y le afirmé que seguiría usando si eso la tranquilizaba.

 

Me preguntó cuando regresaba a Londres y no me gustó para nada su comentario ni el tono de su voz cuando le expliqué los motivos por los cuales estaría sólo un par de días en Nueva Jersey.

 

– Bella, yo no te voy a dejar sola, ¿ok?, siempre he sabido administrar mi tiempo y debes creerme cuando te digo que nada es más importante que tú, nunca, grábatelo bien, nunca mis negocios han estado por encima de las personas que quiero, tengo todo planeado y organizado para poder pasar el fin de semana entero en Miami para la boda de Alice, a la que tú me vas a acompañar, por cierto.

 

Le expliqué y una traviesa sonrisa se dibujó en su rostro y me respondió que no sabía si iría, así que le comuniqué que estaría ahí sin importar como, entonces aceptó acompañarme, pero agregó que la dejara trabajar. Yo aproveché para llamar a Londres y revisar mis mails en el blackberry, había algunos urgentes y los respondí.

 

Como hora y media después salimos de su oficina, ella me tomó una foto cargando al oso mientas se reía, me encantaba verla así de contenta, adoraba su sonrisa. Le pregunté si podía quedarme en su departamento, ya que Jennifer me había enviado un mail pidiéndome permiso para quedarse en el mío porque habían fumigado el suyo, así que no era opción ir ahí porque no quería que nada nos interrumpiera estos días que estaríamos juntos, sabía que sería poco el tiempo que compartiríamos porque Bella estaba trabajando y yo quería que esos momentos fueran perfectos.

 

Al llegar al departamento dejé el oso en su habitación y después me dijo que no tenía nada para cenar, así que le sugerí que pidiera una pizza, mientras lo hacía yo le besaba el hombro por encima de la blusa, pero ella me hacía gestos para que me detuviera porque no se podía concentrar en hablar por teléfono. Cuando me dijo que llegaba en media hora le indiqué que era tiempo suficiente.

 

– Eres insaciable Edward, ¿te tomas algo?

– Tú eres mi mejor estimulante y esta noche lo único que quiero es hacerte feliz, amarte como mereces – respondí, a decir verdad me tomaba unas vitaminas, que aunque no fueran estimulantes sexuales, me ayudaban.

 

La despojé de su blusa y de su sostén, mi lengua impaciente recorrió uno de sus senos y jugueteé con su pezón, mordiéndolo y succionándolo, después hice lo mismo con su otro seno en tanto mis dedos se abrían paso por su centro que se humedecía poco a poco y sus gemidos se dejaban escuchar. Bajé lamiendo por su abdomen, me entretuve en su ombligo y luego le quité el resto de la ropa, dejándola completamente desnuda. Le abrí las piernas para sumergir mi cabeza y mi lengua fue recorriendo su cavidad, sus paredes y su clítoris que lamí y saboreé como el mejor de los manjares.

 

– Oh, Edward, ah, Edward – exclamaba Bella estimulándome a seguir.

 

Era tan fascinante escucharla decir mi nombre con la voz entrecortada, así que continué dándole placer hasta que sentí que llegaba al orgasmo y bebí sus líquidos como si se tratara de una ofrenda de su parte mientras la escuchaba chillar por el intenso momento que estaba experimentando.

 

Llegó la pizza y cenamos mientras veíamos televisión, después ella se fue a lavar los platos y al regresar se sentó en mi regazo y fue besándome el cuello, excitándome, entonces la cargué y la llevé a la habitación. Le hice el amor luego de recorrer su cuerpo con besos y caricias, al terminar me acosté a su lado. Bella colocó su cabeza sobre mi pecho y empezó a acariciar mi abdomen, entonces yo bajé mi mano hasta sus nalgas y fui frotando en medio de ellas, su respuesta fue subirse en mí y besarme desenfrenadamente, así que continué con esa caricia y me atreví a introducirle un dedo, rompió el beso para emitir un quejido, así que saqué el dedo y me mordió el labio para luego reírse. Bajó y se devoró mi miembro dejándolo listo para volver a entrar en ella, por lo que se sentó sobre él, dándome la espalda y moviéndose de manera exquisita en círculos y después brincando haciéndome llegar una vez más al orgasmo al mismo tiempo que ella.

 

Descansamos unos minutos y volvimos a amarnos, nunca tendría suficiente de ella, comprobaba que era como una droga, mientras más la “consumía” más adicto me volvía a ella y la necesitaba con mayor fervor. Nos movíamos cadenciosamente, “Edward”, susurraba Bella una y otra vez con la voz entrecortada en tanto yo aumentaba la velocidad de mis embestidas, disfrutando del deleite de su cuerpo. “Bella” repetía yo sin parar mirando su rostro retorcido por el placer hasta que volvimos a llegar juntos al clímax.

 

– Hasta mañana Edward – exclamó en voz baja.

– Hasta mañana corazón, te quiero – respondí besándole su mano.

– Yo también te quiero.

 

Y nos quedamos dormidos. Como odié el molesto ruido del despertador cuando sonó por la mañana, no quería levantarme ni separarme de ella, entonces la seduje y lo hicimos sin prolongar mucho el momento, fue breve, conciso y delicioso. Sin duda y por mucho, había sido el mejor de los despertares, con ella a mi lado después de una apasionada noche, podría acostumbrarme con tanta facilidad a una vida así. Ahora la escuchaba cantar desde el baño y sonreí, abracé la almohada para embriagarme con su aroma mientras esperaba que saliera de ducharse, quizá podría convencerla de no ir a trabajar para poder pasar todo el día juntos.

 

Fragmento de la canción: Insatiable.

Intérprete: Darren Haynes.

Traducción: Anne Hilldweller.

Capítulo 13: Eres para mí Capítulo 15: Solo mía

 
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