DISCLAIMER: Los personajes le pertenecen a la grandiosa Stephenie Meyer... la admiro tanto!... okz okz... yo solo plasmo las ocurrencias de mi mente y juego con sus personajes.
EDWARD POV
No me había podido quedar completamente dormido después de lo acontecido. Me sentía como en las nubes… Ok, eso sonó a mujercita… pero es así… así me siento.
¿En verdad había pasado? Oh, sí, sí había pasado. La hermosa mujer desnuda, acurrucada en mi pecho, me lo confirmaba. La atraje más a mí, anhelaba quedarme así con ella, para siempre. Deseaba tener la seguridad de que la iba a tener siempre, siempre a mi lado; pero lo que habíamos vivido juntos, me hizo darme cuenta de que si el destino, si el maldito destino así lo quería, podía separarnos y hacernos infelices.
O tal vez, no sea el destino… Tal vez, alguien quería distorsionarlo, cambiar su rumbo a propósito. Sí, eso era. Nosotros habíamos nacido para estar juntos. De eso, estaba seguro. Pero siempre había, y hay, alguien que no nos quiere ver así, que odia vernos así; pero ¿por qué? Habían muchas opciones, pero ninguna era lógica para mí.
Pero algo sí estaba más que claro; ese alguien podría intentar separarnos definitivamente, podría creer que ya no íbamos a estar más juntos, pero no descansaría hasta restregarle en la cara que estaba equivocado, que ninguna fuerza terrenal tendría la capacidad de separarme de Bella. Ninguna. Solo había una fuerza espiritual que me la podía quitar: la muerte. Esa sería la única forma de separarnos… de momento; porque si eso algún día sucediera… si Bella, por alguna inhumana razón muriera, yo la seguiría de inmediato. Porque sin ella aquí, yo era NADA. Estaba seguro de ello. Si la muerte me la quitara, me iría con ella al instante; sin pensarlo, haría lo que sea para seguirla… lo que sea… incluso beber veneno en su lecho de muerte… sí, Romeo me robó la idea.
Olvidas algo.
…
-¿Qué pasaría si algo te impide que la sigas?- me decía una voz interna, que ya se me hacía conocida.
-¿Y por qué ese algo tendría que interesarme?- contraataqué contra mí mismo… irónico.
-¿Qué sucede si ese algo tiene el poder suficiente para retenerte?
-Imposible.
-¿Qué pasaría si Bella...
-Edward…- Bella me despertó de mi ensoñación. Sí que estaba meditando. Y creo que estuve a punto de descubrir “ese algo” que me haría declinar ante mi decisión de morir con ella, de no querer la vida si ella ya no formaba parte de la mía.
La miré plácida, pacífica… hermosa, mientras mi nombre salía de sus dulces labios una y otra vez en un susurro… Perfecta. No creía posible la existencia de algo que me haga tomar la decisión de no estar a su lado.
La abracé más, más fuerte y enterré mi rostro en sus ahora alborotados cabellos. Respiré. Mi esencia favorita, el perfume más exquisito de todos. No, definitivamente no existía aquello que me haría preferir vivir si ella estuviera… muerta.
Acerqué mis labios a su oído.
-Te amo, Bella. Muchísimo.- susurré. Ella levantó una pierna y la colocó sobre mi cadera.
Peligro.
Ese movimiento no hizo más que hacerme rememorar la actividad realizada hace unas… ¿horas? La verdad es que no le había prestado mucha atención al tiempo. Y cómo hacerlo, si tenía a mi lado a una diosa… la chica perfecta en mi mundo… la mujer que amaba. ¡Y qué mujer! Cuando Bella y yo intimábamos, ella se entregaba en cuerpo y alma, al igual que yo. Pero ella… ella dejaba salir a una Bella que nadie conocía, solo yo. Esa Bella desinhibida, apasionada, insaciable, sensual… ¡Uf! Con tan solo pensarlo, mi amigo ahí abajo empezaba a reaccionar con rapidez.
¿Pero es que no había tenido ya suficiente? La verdad, no. Siempre quería más. Pero ella no se quedaba atrás… y cuando ella quería más, yo se lo daba… más que encantado.
De pronto, escuché a mi Bella gemir.
-Mmm… Edward…- comenzó a frotarse. Si seguía, esto terminaría… ¿mal? Por supuesto que no. Terminaría más que bien, pero ella solo estaba soñando… ¡Dios! Soñando que ella y yo estábamos…- sigue… ahh- se frotó con más fuerza y ya mi miembro estaba más duro que una roca. Traté de despertarla.
-Bella… amor…- susurré. Pero ella me calló con más gemidos.
-Edward… más…- sus manos se agarraron a mis hombros y apretó su agarre placenteramente. Ella no dejaba de ronronear. ¡Madre Santa! Me vengo… me vengo.
-Bella… por f…
-¡Oh, Edward… así!- no pude más. La volteé con rapidez, quedando ella debajo de mí y la besé con desesperación. No había vuelta atrás… al menos no para mí. Si paraba, mis bolas se tornarían azules. Estaba seguro.
Separé sus labios, tratando de que reaccione, para que deje de gemir porque estaba a punto de correrme y no sería agradable manchar sus sábanas, y por supuesto para terminar el acto, si no moriría. Qué dramático sonó eso… pero qué puedo hacer… ella me tiene así.
La seguía besando con ímpetu, cuando sentí que su boca cobraba vida y la abría para mí. Sin dudar, adentré mi lengua y saboreé todo a mi paso. Acariciaba su lengua incitándola a que me respondiera y lo logré. A los pocos segundos, ambos batallábamos por comernos, literalmente, al otro. Sentí sus manos rodear mi cuello y acercarme más aún y sus piernas se cerraron como tenazas en la parte baja de mi espalda. Eso provocó que nuestras intimidades se rozaran, lo que me hizo desesperarme aún más y sin poder evitarlo un fuerte gemido salió de mis labios.
Al parecer ella estaba tan o más encendida que yo, porque de un momento a otro, me volteó y de un tirón me hizo ingresar en su húmeda y caliente cavidad. Bella gimió en mis labios, mordiéndolos. Eso me excitó aún más si era posible, y sin más tomé sus caderas y las apreté, para ayudarla a impulsarse. Mis labios dejaron los suyos y volaron a su cuello. Ella hizo lo mismo. Poco a poco, me fue empujando hacia atrás, hasta que mi cabeza topó con el cabecero de la cama.
-Siéntate- susurró con voz ronca. Obedecí al instante. Abracé su cuerpo por la cintura y la apegué a mí. Ella llevó sus manos a los bordes del cabecero, lo que la ayudó a impulsarse más. En la oscuridad de la habitación, pude distinguir el brillo de sus ojos y cómo ella me miraba. Sus labios entreabiertos… pero, no… no duraron mucho tiempo en ese estado, ya que mordió su labio inferior, brindándome una imagen de lo más sexy. Me separé un poco de ella para tomar nuevamente sus caderas. Ya no soportaba más. Iba a correrme. Aceleré sus movimientos y los profundicé… veía sus pechos rebotar y eso no me ayudaba a resistir… pero no había tenido suficiente aún. Quería más… Ok, eso sonó a ninfómano.
Bella comenzó a caer con más fuerza sobre mí… parece que a ella tampoco le faltaba mucho.
-¡Oh, Dios… Bella! ¡Amor… sigue!- no sé por qué mi voz salió en un susurro. Lo que quería era gritar del placer que estaba sintiendo, pero la voz no me salía.
-Mmmm…- ronroneó ella en mi oído- ¿quieres más?- terminó succionando mi lóbulo para luego lamer mi cuello.
-No me provoques… no… lo hagas o…- ella empujó más hacia abajo, introduciendo casi todo mi miembro en ella, lo que hizo palpitar furiosamente a mi corazón, y se quedó ahí. La adrenalina… la sentía nuevamente en mí.
-¿O… qué?- siguió ella. Asegurando mi agarre en sus caderas, la volteé con suma rapidez y alcé sus piernas colocándolas sobre mis hombros… oh, sí… ahora sí tendría lo que quería.
-Ahora sí sabrás… quién soy.
-Uy… ¡Qué miedo!- me respondió sarcásticamente.
-¿Preparada?- tanteé mi miembro en su centro.
-Mmm… más que eso… y si no lo haces ya… juro que te violaré.- reí ante su respuesta.
-Créeme… no será necesario.- dicho esto, entré nuevamente en ella. Ahora sí no duraría más que unos cuantos minutos. Arremetí como loco en su interior… embestidas fuertes y constantes… Dios! Mi corazón saltará de mi pecho de un momento a otro.
Estaba casi llegando a mi clímax… y cuánto lo disfrutaba… nunca me cansaría de entrar y salir del cuerpo de Bella… era excepcional…
Estiré mis manos y acaricié sus pechos… los apreté, los masajeé y la boca se me hacía agua por probarlos de nuevo, pero la postura no ayudaba. Llegué al rostro de mi demasiado excitada novia y sin querer… juro que no lo planeé, pero me encantó… uno de mis dedos ingresó en su boca entreabierta. Ella hizo que se introdujera más y lo chupó, lo lamió, lo mordió sensualmente… y de paso, amortiguaba los gemidos que salían descontrolados de sus labios. Yo me mordía los míos para no gritar como animal. Ya estaba muy, muy cerca.
Una de mis manos voló a las nalgas de Bella. Subí a su baja espalda y la levanté un poco, acercándola más a mí y a mi hambriento miembro. Las estocadas fueron mucho más profundas y de un momento a otro mis ojos se voltearon hacia atrás. Ya estaba a punto… a punto… y… uff… llegué. La cabeza de Bella cayó hacia un costado, inerte… solo se escuchaba en la habitación nuestras respiraciones agitadas que luchaban por controlarse al igual que nuestras palpitaciones.
Cogí sus piernas y con suavidad las bajé de mis hombros. Luego, y a regañadientes, salí de ella y tomándola de la cintura, la atraje hacia mí. A pesar de que el ejercicio fue intenso, ya no tenía sueño. Me sentía incapaz de dormir. Ella también estaba despierta, pero supuse que quería seguir durmiendo, así que la cogí en brazos y nos acomodé en la cama para taparnos.
Una vez arropados, proferí un profundo suspiro y la atraje más a mí. Cuando pensé que ella ya estaba durmiendo, sentí sus labios húmedos en mi pecho…
Suspiré de nuevo.
-Bella, amor, eso que haces no me ayuda a calmarme. Si sigues así, no te dejaré dormir en lo que queda de la noche.- no habían pasado más de 3 segundos, cuando ella se tensó y se erguió con brusquedad, jalando las sábanas.
-En toda la noche… ¡Dios!... ¿qué hora es?- estaba nerviosa, desesperada… pero ¿por qué?- me erguí a su lado y rodeé su cintura.
-¿Qué sucede, cariño? No creo que sea muy…
-Mis padres llegarán a eso de las 11 pm. Si no me dices la hora, me dará un ataque cardíaco.
Mierda… mis suegros.
Rápidamente, me paré y busqué mis pantalones en la oscuridad. Cuando los encontré, rebusqué en los bolsillos hasta que encontré mi celular. Lo saqué y presioné una tecla para que se prendiera. Cuando vi la hora, casi me voy para atrás.
Caminé como zombi hasta la cama, me senté y no dije nada de nada… me quedé mudo… estaba jodido.
-¿Edward? No te quedes ahí. Dime qué hora es. ¿Ya es muy tarde? ¿Las 10? Edward, por favor. Dime.- Como no le respondía, intentó arrebatarme el celular, pero no la dejé. Respiré hondo y me volteé para mirarla, o intentar hacerlo, en la oscuridad.
-Son las 2 y 30 de la madrugada.- mi voz salió en un susurro. Bella se quedó en silencio asimilando lo que le había dicho y mis ojos repentinamente volaron hacia la puerta, esperando que un furioso Charlie entrara con su pistola en mano, listo para matarme, ya que no fuimos tan silenciosos que digamos hace un momento.
-Ay, no. Ay, no. Ay, no. Mis papás están aquí, están aquí… y nosotros acabamos de… ¡Dios! Tengo que detener a mi padre. De seguro Reneé lo está tratando de calmar, pero ahorita entra y te mata… nos mata, Edward.- se paró a velocidad de la luz, cogió una bata de su clóset, se lo puso y salió sigilosamente por la puerta. Esperaba escuchar gritos o algo así, signos de la furia de Charlie, pero nada. Después de un minuto, Bella volvió trayendo consigo un pedazo de papel. Cerró la puerta con seguro, se dirigió a la cama, donde me encontraba yo como una verdadera espada, y se sentó. Yo tragué saliva y me aclaré la garganta.
-Bella… tus…
-Ellos están aquí.- me cortó. Mi corazón se detuvo, pero al segundo me extrañé. No es que deseaba que Charlie entrara e intentara matarme por hacer cosas con su hija en su propia casa, y siendo él testigo, al menos de oídos; pero me parecía raro que no reaccionara de la forma que esperaba. A ver, digo, si se tratara de mi hija… ahora yo estaría estrangulando a mi “yerno”. Me volteé hacia Bella, quien tenía la vista posada en el papel en sus manos.
-¿Y ellos te dijeron algo de…
-Están dormidos.- me cortó de nuevo. ¿Dormidos? ¿Y no sintieron nada? ¡Gracias, Dios mío! ¡Gracias!
-O sea que no escucharon nada de lo que… ya sabes… hicimos.
-No… nada.- suspiré aliviado, pero a la vez extrañado. ¿Acaso estaban ebrios o algo?
-No es que hubiera querido que nos hayan oído, pero me parece extraño que…
-Encontré este papel pegado en la puerta de su habitación.- me cortó nuevamente. ¿ya se le estaba haciendo costumbre, no? Levantó el papel y me lo tendió. Lo cogí con manos temblorosas y lo abrí con lentitud.
“Querida hijita:
Tu papá y yo acabamos de llegar. Apenas entré, sabía que algo pasaba, y cuando vi algunas prendas tiradas en la sala, lo supe con exactitud. Así que, mientras Charlie pagaba al taxista, las recogí y las escondí. Subí rápido y al entrar en tu cuarto, vi lo que ya me estaba imaginando. No creas que estoy enojada o algo. Estas cosas pasan, pero creo que tu padre no es tan comprensivo como yo. Por eso, eché el seguro de tu puerta, por dentro, y salí. Charlie me dijo que quería darte las buenas noches, pero lo convencí de que “te dejara dormir”.
Bueno, ya me conoces, y sabes que siempre pienso en todo. Le ofrecí un café a Charlie y bajé rápido a la cocina a prepararlo. Pero, saqué una de esas pastillas para dormir… sabía que comprarlas en cápsulas era buena idea. Vertí el polvillo en el café de Charlie y en el mío también… No quería escuchar cosas por la noche. Tu papá y yo tomamos el café y luego yo me puse a escribir esto.
Dormiremos como ángeles. Tu padre no roncará y ustedes podrán hacer “cosas” por la noche, si es que se les antoja… ¡Dios! Créeme, no es fácil para mí decirte esto, pero así son las cosas. Ok, las pastillas duran 8 horas y sabes por experiencia que ni un terremoto nos despertará. Disfruta tu noche, hijita querida.
Ah y dile a Edward que espero con todo mi corazón que no se haya olvidado lo que le dije en la mañana, sino yo misma lo asesinaré ok.
Con amor,
Reneé.”
Amo a mi suegra… la amo… lo juro. ¡Dios! De la que nos había salvado… o más bien, de la que me había salvado… la quiero, la quiero, la q… esperen… esperen…
Oh, mierda, mierda, mierda, mierda, mierda.
Soy inocente, soy inocente… no, no lo soy… ella me lo dijo, ella me lo dijo.
De un momento a otro, me paré y comencé a caminar de un lado a otro, desesperado.
No lo sabía… no me imaginé que Bella prepararía esto hoy… me tomó desprevenido…
-¿Edward, qué sucede?- seguí con mi desespero, y no sentí que Bella se había puesto de pie, hasta que sentí sus manos tomarme de los brazos, deteniendo mi acelerado paso.- ¿Qué sucede? Me asustas.
Mi voz se rehusaba a salir, pero me esforcé porque no sea así. Tenía que darle respuestas a mi Bella. Y no quería asustarla… a pesar de que yo ya estaba más que asustado… aunque, la idea no me parece muy descabellada…
-Edward, si no me dices…
-Tranquila. Perdón. Es que estaba… aturdido y la verdad es que… estoy un poco asustado.- mi voz tenía un volumen bajo y hablaba un poco rápido.
-¿Asustado? ¿Por qué? ¿Pasa algo malo? Dime, Edward.- Tomé sus manos y la arrastré nuevamente hacia la cama. Nos sentamos y me dispuse a explicarle.
-Hoy en la mañana, hablé con tu madre y ella… me dijo que hiciera algo… y no lo… cumplí.
-¿Y qué fue eso?- no respondí- Edward…
-Perdóname, perdóname. Fui un imbécil. Tenía que estar preparado para esto, pero no estuve. Y todo pasó rápido y yo no me di cuenta… hasta ahora. No quiero que te eches la culpa. Si hay algún culpable ese soy yo.
-¿De qué hablas? Si no me explicas, iré a la habitación de mis padres y despertaré a Reneé a como dé lugar. Y no saldré hasta lograrlo y hacer que me diga qué rayos te dijo que hicieras.- no, no… lo que menos quería era que mi suegra despertara. ¿Cómo la miraría a la cara? ¿Y qué le diría? ¿”Reneé, mira, no me había imaginado lo que Bella tenía preparado para mí, y bueno yo no estaba preparado en ese sentido. Luego todo pasó demasiado rápido y… pues… quizás, en un mes, te enteres de que serás abuela”?
No, definitivamente, no se lo podía decir así. Pero tenía que calmarme y decírselo a Bella.
-Está bien, si no quieres decirme…- estaba por pararse, pero la detuve, haciéndola volver a su lugar.
-Tu mamá me dijo que… seamos cuidadosos… ya sabes…
-¿Te refieres a hacer las cosas con calma? Edward, yo quería hacer esto y no me arrepiento. Tú no me obligaste, además yo planeé lo que pasó hoy, así que no estamos yendo rápido. Lo hicimos en el momento indicado y…- empezaba a hablar rápido y estaba claro que no me había entendido.
-No, Bella… no me refería a eso.
-¿Entonces? ¿Qué es, Edward?
-Nosotros no nos… YO no me protegí, Bella. No usé protección.- ella al fin comprendió lo que quería decir y me miró… ¿tranquila?
-Oh, era eso.
-¿Pero no te das cuenta?- estaba un poco sorprendido por su reacción. Sabía que había dejado de tomar las pastillas. No tendría necesidad de hacerlo… ¿o sí? La manera como ella se lo estaba tomando, me hacía pensar que sí se estaba cuidando con pastillas o algo… ¿será eso?- Bella, ¿tú estás… tomando anticonceptivos… o algo?- ella me miró, pero se sonrojó y bajó su vista.
-Yo… no. Ni siquiera había pensado en consumirlas.- estábamos jodidos… no, YO estaba jodido. Charlie me mataría… y Reneé… la decepcionaría… y qué decir de mis padres… ¡Dios!
-Mierda.- no sé qué expresaba exactamente mi rostro, pero Bella me miraba de manera extraña. No sabía por qué ella estaba tan tranquila, mientras que yo estaba temiendo por mi vida. Mi hijo quedará huérfano y no lo podré conocer… no lo podré ver crecer… vivir esos momentos con él o ella… ella… una princesita mía y de Bella… no estaré ahí para ahuyentar a los mocosos acosadores…
-Edward…- Bella me sacó de mi muy imaginativa visión del futuro- ¿en serio crees que sería un verdadero problema para nosotros que yo quedara… embarazada?
-¿Qué?- me tomó desprevenido su pregunta.
-Eso… ¿qué pasaría si yo ya estoy embarazada? ¿Considerarías eso como un problema… como una carga para nosotros?- ella me miraba intensamente mientras esperaba por mi respuesta… respuesta que yo tenía más que clara.
-Bella…- tomé su rostro en mis manos y vi cómo sus ojos se llenaban de lágrimas- un hijo nuestro nunca, óyelo bien, NUNCA sería una carga para mí… NUNCA. ¿Sabes? Durante los últimos meses, una imagen tuya con un hermoso bebé en tus manos ha invadido mi mente y la idea cada vez me gusta más… sé que suena loco, porque nunca me imaginé que la idea de ser padre a los 19 me llegara a agradar tanto, pero es así. Tal vez, el bebé retrase algunos planes que nosotros ya tenemos, como estudiar en la universidad o cosas así, pero hasta ahí. Si estuvieras embarazada, buscaríamos la solución para todos los verdaderos problemas que se presenten y nos encargaríamos de criar a nuestro hijo con mucho amor… juntos. Un bebé sería el mejor de los regalos que me podrías dar… a excepción, claro, de que en vez de uno me des 2… ó 3.- sonreí y ella me acompañó. Las lágrimas de antes cayeron cuando pestañó, pero ya no había rastro de tristeza en sus ojos, sino de ternura y amor- Por lo tanto, amor, si ahora tuvieras a nuestro hijo en tu vientre, sería el hombre más feliz del mundo.- me acerqué a sus labios y los besé lentamente. Solo un beso casto, sin segundas intenciones. Ella, de un momento a otro, frunció su ceño.
-Entonces… no entiendo por qué reaccionaste así antes. Pensé que no querías… que si yo estuviera embarazada, no querrías a nuestro…- no pudo terminar la frase. Su voz se quebró al final, pero supe exactamente lo que quería decir- ¿por qué sentiste repulsión?
-No fue repulsión, Bella. Sé que sonará ridículo, y ahora que lo pienso, sí que estaba siendo exagerado y dramático… desde la mañana de ayer, estoy algo extraño, pero no importa. Si antes, reaccioné de tal manera fue porque… yo… temía por mi vida. Digo, Charlie no se lo tomaría de la mejor manera, y estoy seguro de que lo primero que se le ocurriría sería dispararme y matarme por haber embarazado a su dulce hija. Y Reneé… me traería de vuelta a la vida, para matarme nuevamente por haber hecho abuela siendo ella tan joven, a su juicio.- Bella me miraba con una ceja alzada y sus ojos expresaban incredulidad… ¿había sido demasiado inmaduro para pensar esto, verdad? Definitivamente, sí.
-¿Estás hablando en serio? ¿Solo era eso?- asentí avergonzado- Edward Cullen… me hiciste pensar cosas que en realidad no eran y casi pude sentir un fuerte dolor en mi corazón cuando lo pensé, y no era para menos. Eso me decía tu forma de actuar y las palabritas que soltabas. ¿Y todo porque pensabas que mis padres te matarían porque me hubieras embarazado?- volví a asentir. Estaba seguro de que mi rostro estaba ruborizado, pero gracias a la falta de luz, no se notaba mucho- ¿Y en serio pensabas que si eso que creías pasase, yo me quedaría ahí tranquilita viendo como Charlie te dispara y mi madre te tortura porque la convertirías en abuela siendo ella muy… joven? Me decepcionas, Cullen. Pensé que confiabas más en mí.- idiota, idiota. ¿Ya ves lo que provocas?
-Fui un ridículo de lo peor, Bella, perdóname. Actué como un verdadero estúpido. Por favor, perdóname, amor.- ella volteó la cara y me ignoró… ¿y ahora qué hago? ¡Maldito lado inmaduro y sin sentido! ¿En serio pensé todo eso? ¡Por Dios! Algo estaba sucediendo conmigo y ya me estaba preocupando- Cariño, no me ignores. Por favor, dale tu perdón a este idiota que te ama. Si quieres me arrodillo, me arrastro, pero dime que me perdonas.- en ese momento, se me ocurrió usar las caritas que hace Alice. ¡Rayos! Las cosas que tengo que hacer… pero que todo sea por el perdón de Bella… por ella haría esto y más, mucho más. Puse en marcha mi plan y vi cómo su rostro se iba dulcificando de nuevo. Estaba funcionando.- ¿Por favor? No me ignores. Es el peor castigo que alguna vez pueda recibir. Ya lo viví y sentía que moría. No lo hagas, Bells. Por favor.- después de un minuto, ella suspiró y me abrió los brazos. Salté como si me hubieran puesto un resorte y me hundí en su pecho, sintiendo la calidez de su piel y la abracé fuerte.
-Queda usted perdonado. Pero… prométame que nunca más me hará pasar un susto como este.
-No te lo prometo… te lo juro… NUNCA MÁS.- levanté mi rostro hacia ella y busqué sus labios. Nos besamos por un laaaaaaaaaaargo tiempo. Luego, sentí cómo ella empezaba a soltar su cuerpo, relajándose. Había olvidado que era de madrugada. Teníamos que dormir. Mañana me esperaba una buena. Charlie no sabía que me había quedado con Bella, así que tenía que ser cuidadoso en cómo decírselo.- Ven, amor, tenemos que dormir algo.- la tomé en brazos y la acomodé en la cama. Me recosté a su lado y nos arropé con las mantas. En menos de un minuto, ella estaba dormida. Y yo no tardé en seguirla. Lo último que recuerdo fue que nuevamente la imagen de Bella y mi hijo o hija se apoderaba de mi mente… y luego, perdí la consciencia.
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BELLA POV
Ahhh…
No podía dejar de suspirar. Había pasado la mejor de mis noches, al lado de mi Edward. Después del susto que me llevé con la actitud que había tomado Edward sobre mi posible embarazo, me encontraba viéndolo dormir y procesando todo lo que habíamos hecho la pasada noche… y tarde.
Se veía tan mono durmiendo… tan tierno… parecía un angelito. Y tengo que admitir que dormido, se le notaban algunas facciones infantiles en su rostro. En fin, con o sin facciones de niño o pensamientos propios de niños, lo amaba. ¡Qué bien sonaba eso! ¡Y qué bien me sentía al ya no callarlo o tener alguna duda de ello!
Volteé a ver mi reloj. Eran las 7 am. A ver, haciendo cuentas, suponiendo que mis padres hayan llegado a las 11 pm, y luego tomaron las pastillitas esas, ya no faltaría mucho para que despierten. Quería prepararles el desayuno, así que tenía que levantarme. Pero estaba tan calentito aquí, en sus brazos, que lo que menos me apetecía era levantarme.
Tienes que hacerlo, Bella. Hay que hacerle la patería a Charlie.
Ay, es cierto. NO quería que le haga problemas a Edward por haberse quedado. Tenía que ponerme en marcha.
Con mucho cuidado, tomé el brazo de Edward, que rodeaba completamente mi cintura. Empecé a separarme un poco, pero no pude moverme más. Parecía como si los brazos de Edward tuvieran un sensor, que al menor movimiento, se cerraban con más fuerza y no me dejaban salir. ¡Qué hombre! No quería despertarlo, pero tampoco me queda de otra.
Con mi mano derecha, acaricié su mejilla. Me acerqué más a él, enredando mis piernas con las suyas. Aprovechando tan cercanía, acerqué mis labios a su rostro. Besé sus párpados… sus mejillas… su nariz… y dejé para el último, sus carnosos y apetecibles labios. Solo los rocé con los míos. Quería tentarlo para que despertara. Después de unos minutos, poco a poco, sentí cómo su respiración se hacía más superficial. De pronto, sin saber cómo, supe exactamente lo que seguía.
-Mmmm… un ratito más, ¿sí?- mi mente me decía que no era la primera vez que me decía esto… pero me parecía raro, porque desde que él empezó a venir por las mañanas, nunca me lo había dicho. Me pregunto si me lo decía antes de… Sí, de seguro así era.
-Edward…- susurré en su oído.
-Tan solo un rato… un ratito más…- no sabía si reírme por el puchero que estaba haciendo o seguir con mi plan de quedar libre.
-Cariño, tengo que levantarme. Ya es de mañana.- seguí susurrándole.
-Pero… no quiero despertar… no.- sus brazos me apretaron más, inmovilizándome completamente.
¿Y ahora?
Ah, ya sé.
-Amor, ya son las 7 y Charlie no tardará en…- tal como pensé, funcionó.
-Charlie… ¡Charlie!- se levantó más rápido que lo que canta un gallo y cuando me di cuenta, ya se había puesto de pie y estaba buscando su ropa. Sin poder contenerme más, me eché a reír por su reacción. ¿Siempre se había comportado así? Pues, sí que le teme a mi padre. No podía parar de reírme. La cara de horror que puso cuando nombré a Charlie no tuvo precio. Sentí su vista en mí, así que levanté mi cabeza y me topé con una mirada desaprobatoria.- No me causa risa, amor. Si tu padre me encuentra aquí, estoy seguro que querrá asesinarme.- y seguía con lo mismo. ¿En serio creía que mi padre, Charlie, lo acribillaría a balazos? ¿Mi padre? Yo no lo creía así.
-Edward, no seas exagerado. Charlie sería incapaz de hacer eso.
-¿Eso crees? Pues te aseguro que no. Tú no hablaste con él. Tú no fuiste la que recibió su “sutil” advertencia. No digo que tu padre sea un gruñón; es más, nunca pensé que mi suegro fuera tan comprensible. Pero, digamos que no es de mucho agrado que un padre se imagine a su querida hija y a su novio teniendo relaciones sexuales, y en su propia casa. Lo hablé con Carlisle una vez. Según lo que me dijo, es mejor ignorar “esas” cosas, y aún pudiéndose imaginar que su princesa no es virgen, una cosa es suponer y otra cosa es estar seguro de ello, y conocer al culpable de eso. Así que, amor, es mejor que vayamos abajo, finjamos que acabo de llegar y actuar como siempre.
Bueno, si lo ponía de esa manera, tal vez, tal vez justifique un poco su reacción, pero aún así me seguía pareciendo un tanto exagerado.
Me levanté, busqué ropas cómodas en mi clóset y me dirigí al cuarto de baño… pero antes, decidí picarlo un poco.
-Te diría que me acompañaras en la ducha, porque quiero que me frotes la espalda, pero como estás taaan desesperado por bajar a la sala, me conformaré con entrar sola.- le dije parándome en la puerta del baño. A propósito, hice que uno de los tirantes de mi bata se cayera por mis hombros, revelando el nacimiento de mis pechos. La mirada de Edward se perdió en ellos y después de lo que pareció una eternidad, subió su vista a mi rostro.
-Bueno…- carraspeó, aclarándose la garganta- no estoy taaan desesperado que digamos.- uy, sí, pero hay otro que está más que desesperado ahí abajo- Puedo entrar contigo y…
-No te preocupes, Cullen, será en otra ocasión.- le dije controlando el tono de mi voz, ya que quería reírme de su expresión y su vano intento por entrar conmigo. Así que ahora no te acuerdas de Charlie.
-Pero…
-Otro día, Cullen.- y sin más entré al baño y cerré la puerta con seguro. Me recosté en ella y tapé mi boca para que no saliera mi carcajada. Había sido cruel, pero se lo merecía. ¿Cómo es que ahora, de pronto, se olvidó de Charlie? ¿No que le tenía mucho miedo y eso?
Escuché un fuerte suspiro proveniente de mi habitación y un casi gemido ahogado. Luego, oí sus pasos, saliendo de mi cuarto y bajando las escaleras pesadamente. Sí que le afectó.
Me bañé con rapidez y luego me vestí a la misma velocidad. Ya me quedaba poco tiempo para preparar lo que tenía planeado. Quería darles una sorpresa y, siguiendo el plan de Edward, diríamos que se lo preparamos juntos, con mucho cariño. Salí de mi cuarto, bajé las escaleras y justo ahí, en mi sofá, se encontraba el más bello de todos los hombres sobre la tierra… MI Edward. Al parecer, estaba perdido en sus pensamientos, porque ni volteó a verme cuando bajaba las escaleras. Me acerqué con lentitud y tomando como apoyo el sofá, besé tiernamente su cuello. Él pareció despertar de su ensoñación y volteó la cara hacia mí, rozando sus labios con mi mejilla izquierda. Depositó un besito y se alejó sonriéndome. Luego, me erguí y me dispuse a hacer lo que tenía previsto. Le dije a Edward lo que quería preparar, y él me dijo querer ayudarme. Después de unos huevos quemados y café derramado por doquier, terminé el gran desayuno para mis padres.
-Definitivamente, soy un desastre en la cocina.- me dijo frustrado, apoyado en la encimera.
-No es para tanto. Tan solo fueron unos cuantos huevos. Además, puedes aprender. Yo te enseñaré.- le dije con cariño.
-¿Unos cuantos huevos? Fueron más de 6. No sirvo para esto.
-Cariño, no te vas a poner así porque no sabes cocinar. Yo no lo hago cuando me caigo a cada segundo, cuando practico atletismo. Yo sí soy un caso perdido. Tú puedes aprender. Vamos, regálame una sonrisa.- me miró aún no convencido- ¿por favor? No me gusta verte así.
Él accedió y me dio esa sonrisa torcida que tanto amo. Luego, abrió sus brazos para mí y yo, casi corriendo, me hundí en ellos. Me abrazó cálidamente, y yo le respondí igual. No sé cuánto tiempo nos quedamos en esa posición, pero los suspiros seguidos que daba Edward, me hicieron sospechar que quería decirme algo, pero no se atrevía a hacerlo.
Me separé de su rostro, enterrado en mi cuello y lo miré fijamente.
-¿Qué sucede? Sabes que si quieres decirme algo, debes hacerlo sin dudar. Yo te escucharé.- él no me respondió, pero sí me quedó mirando y yo no aparté mis ojos de los suyos. Quería saber qué escondían. Luego de unos minutos, Edward quitó una mano de mi cintura y la llevó a mi mejilla.
-¿Hay… alguna posibilidad de que… estés embarazada? Dime la verdad. Y ya sabes lo que pienso si así fuera. Solo dime.- nuevamente era el tema de mi posible embarazo. Pero, claro, en la madrugada no le había dicho si había probabilidades de que seamos padres.
-No… no hay posibilidad de que esté esperando un hijo.- le dije sin desviar mi mirada.
-Pero, me dijiste que no tomabas anticonceptivos, y si yo no me protegí… ¿estás segura de eso?
-Sí, totalmente.- había duda en su rostro, así que me dispuse a explicarle- Digamos que… Alice piensa en todo.
-Explica eso.
-Bueno, eso quiere decir que ayer fue 13 de agosto, es decir, 6 días antes de mi periodo menstrual. Claro, eso sabiendo que soy regular… ¿me entiendes verdad?- me estaba avergonzando hablarle de esto… ridículo, después de lo que hicimos ayer y hoy en mi habitación… pero es que ¿él no sabía esto del ciclo menstrual? Parecía que no, porque me miraba interrogante.
-¿Y eso qué tiene que ver con que, según tú, no estés embarazada? No entiendo.
Suspiré resignada- Eso tiene mucho que ver. Según el ciclo menstrual, durante los 10 días anteriores a tu periodo, eres infértil. O sea que así tengas relaciones sexuales tooodos esos días y no te protejas ni te cuides, sería imposible de que salgas embarazada. Se les llama días secos. ¿Ahora sí entendiste?- solo asintió- Menos mal. Se supone que esto lo debiste aprender en el instituto.
-Bueno… digamos que no estaba muy interesado en esos temas. Tan solo imaginarme que cada mes, mi organismo expulsará sangre por…
-No hablemos del periodo menstrual, ¿sí? A mí tampoco me causa gracia. Menos cuando esos días son tan dolorosos, al menos para mí- la conversación se fue ablandando poco a poco- Así que ya no estés más preocupado. No estoy embarazada… por ahora.- su rostro no mostró alivio por lo que le dije, así que no pude evitar preguntarle- ¿qué sucede? Te noto… raro.
-Nada… todo bien. Uhm… entonces…- se acercó más a mí y me arrinconó en las barandas de la escalera- ¿nos quedan 6 días más?- su cercanía me aturdía… ¿qué me había preguntado?... Ah, sí.
-¿Más… días… p-para… qué?- Ashhh… ¿tengo que tartamudear siempre cuando nos encontramos así de cerca?
-Seis días para… ya sabes… los dos… solos… en la cama… desnudos…- me susurraba sensualmente en el oído- yo sobre ti… o tú sobre mí… me encanta cuando estás sobre mí… ¿ya te haces una idea de a qué me refiero?
-S-sí.- Sé fuerte… sé fuerte. Devuélvele la jugada. ¿Vas a dejar que te controle así? Respiré hondo y me dispuse a responder su ataque. No más control sobre Bella Swan… ahora, sería al revés… prepárate Edward Cullen- ¿sabes? Yo prefiero cuando estás sobre mí…- me pegué más a él, rozando nuestras caderas y hablando muy, muy cerquita de su oído, rozando con mis labios su lóbulo- y levantas mis piernas en tus hombros… mmm amo esa pose… ¿y sabes por qué?- le pregunté mordiendo esa partecita de su oreja. No me respondía, así que lo presioné- ¿lo sabes?
-N-no.- Sí, Cullen, sufre lo mismo que yo.
-Porque te siento tan… tan… pero tan profundo que con tan solo imaginarlo, me dan ganas de hacerlo aquí y ahora- me froté en él, sintiendo ya su notoria erección… lástima… ahora sería imposible, pero sí que me divierto provocándolo- pero no estamos solos, así que…- sin decir más, lo alejé de mí y me dirigí a la cocina, dejándolo ahí parado, con una erección, su mirada oscura y la boca ligeramente abierta.
No sé cuánto tiempo pasó, pero Edward ya llevaba bastante sosteniéndose de las barandas de la escalera y con los ojos cerrados… pobrecito… ya me estoy arrepintiendo de lo que le hice…
¡No, Bella! No sientas lástima… además, no se va a morir… él pensaba lo mismo cuando lo hacía contigo… aunque, bueno, nunca te dejó en ese estado… pero él se lo buscó.
Un poco más recuperada de conciencia, alisté las vajillas y los cubiertos en el comedor. Ahora, solo tenía que esperar que mis padres se levantaran. Y no faltaba mucho para eso.
Dicho y hecho, a los pocos minutos, sentí movimiento en la segunda planta. Poco después, oí cómo bajaba mi madre.
-¿Edward? ¿Te encuentras bien?- preguntó Reneé con preocupación. ¡ay, rayos! Edward aún seguía en su estado de recuperación.
-Sí, estoy bien. Solo… me dio un poco de sueño.- oh, oh… mala idea.
-Oh, ya veo.- y aquí viene- Y… ¿dormiste bien? ¿eh?- le preguntó con una sonrisa cómplice y qué decir de su mirada juguetona. Sabía a lo que se refería. Edward se la quedó mirando y no respondía. Sentí que mi padre se aproximaba.
-¿Quién no durmió bien?- preguntó Charlie. Ya era suficiente. Tenía que intervenir, o si no… estaría en problemas. Vi cómo Edward se tornaba pálido. Me acerqué con rapidez y me coloqué a su costado. Lo tomé del brazo.
-Edward… él tuvo una mala noche porque… comió algo anoche que no le cayó bien.- miré a Reneé para que no dijera nada sobre la estancia de Edward en casa ayer por la noche. Ella me entendió, así que seguí con mi mentira improvisada- Sus padres… salieron a cenar y Alice y él pidieron comida… y pues al parecer no la hicieron bien.- ojalá que me haya creído… por favor.
-Oh, entiendo. Pero, si no te sientes bien, creo que sería mejor que vayas al hospital. Bella puede acompañarte.
-No, no es necesario. Solo tenía un poco de sueño, pero ya se me pasó.- el color volvió al rostro de Edward. Gracias a Dios, Charlie no era muy perceptivo que digamos y no se dio cuenta.
-Ok, como tú digas, hijo.- fijó su atención en mí y me sonrió con calidez- Gracias por lo de ayer, hija. Fue un gran detalle de tu parte.
-No tienes nada qué agradecer, papá. Se lo merecían. Espero que les haya gustado y se hayan divertido.
-No sabes, hija. Estuvo fenomenal. El restaurante tenía un ambiente tan romántico. Me sentía como una adolescente.- me contaba animada Reneé. Sorpresivamente para todos, Charlie se puso detrás de ella, y la abrazó por la espalda.
-Y yo me sentía igual. Me hizo recordar aquellos tiempos… cuando usabas esos vestidos que me volvían loco- Ok, demasiada información… no quería presenciar cómo Charlie le daba sus alabes picantes a mi madre. Así que, carraspeé pidiendo atención. Ellos posaron sus miradas en mí, así que me dispuse a hablar.
-Qué bueno que se la hayan pasado bien. Me alegra no saben cuánto. Uhm… Edward y yo les preparamos el desayuno. ¿Nos acompañan?- jalé a Edward conmigo, que seguía callado. Mis padres nos siguieron tomados de la mano. Nunca los había visto tan cariñosos, me sentía extraña verlos así.
Desayunamos tranquilamente. Una vez terminamos, pasamos a la sala y nos sentamos en los sofás para charlar un momento. Mi madre me seguía contando con detalles cómo fue la recepción y la exquisitez de los platos que ordenaron. Edward se incorporó a la conversación, poniendo al día, como siempre, a Charlie en los últimos juegos de fútbol, béisbol, básquet, y todos los deportes habidos y por haber.
-Charlie, Reneé, quería pedirles su autorización para que hoy Bella y yo podamos salir por la noche.
-Oh, ¿y qué piensan hacer?- preguntó Reneé con picardía en su mirada. ¡Que no se dé cuenta Charlie! ¡Que no se dé cuenta Charlie!
-Bueno, quería llevarla a la nueva discoteca que han abierto en Port Angeles. Mi hermana me la ha recomendado. Así que me pareció una buena idea ir con Bella.- explicó Edward con tranquilidad. ¿Por qué no me había dicho sobre sus planes para hoy?
-¿Y Alice también irá?- inquirió Charlie.
-No, ella tiene un compromiso hoy, así que no podrá acompañarnos; pero prometió hacerlo en otra oportunidad.
-Oh, bueno. Yo no le veo problema. ¿Tú, Charlie?
-Bueno, supongo que le haría bien salir a Bella… pero ¿a una discoteca? Creo que a ella no le gustan mucho esos sitios y…
-Papá, quiero ir con Edward.- ya estaba empezando con sus excusas.
-¿Estás segura? No sé, tal vez podrían ir a otro lugar… a un restaurante puede ser, o…
-Charlie, quiero ir a la discoteca con Edward, ¿ok?- lo miré fijamente, desafiándolo. Veamos si me contradice. Y si lo haría, igual iría con Edward. Soy mayor de edad, ¿no? Charlie sostuvo mi mirada y al final suspiró y me asintió- Bien. ¿A qué hora saldremos, cariño?
-Estaba pensando que a las 8 pm. Me parece que…
-¿8 pm? Creo que es muy tarde. Sería mejor a las 6 pm o…- tenía que parar a Charlie, pero ya.
-A las 8 está bien. Estaré lista puntual.- interrumpí a mi padre.
-No lo dudo. A diferencia de mi hermana, tú no tardas 5 horas alistándote encerrada en tu habitación.
-¿5 horas? Wow… pensé que la mujer que más se tardaba era Reneé. Si supieran cuánto tenía que… ¡auch!- mi madre estaba un poco ruborizada, pero aún así le dio un codazo a Charlie para que parara de hablar. Hoy mi padre estaba más que raro. Estaba empezando a pensar que las pastillas que le dio mi madre tuvieron efectos secundarios.
-Bueno, creo que los chicos tienen sus cosas que hacer, así que nosotros nos retiramos.- indicó Reneé poniéndose de pie. Sin embargo, Edward también lo hizo.
-De hecho, yo tengo que irme.- dijo Edward.
-¿Tan pronto? Pensé que te quedarías a almorzar.- le dijo Charlie.
-Bueno, me gustaría, pero tengo que resolver unos asuntos en casa. Lo siento.
-No te preocupes, será para otro día. Entonces… nos estamos viendo.
-Adiós, Charlie. Nos vemos, Reneé.- se despidió de ambos con un abrazo.
-Adiós, Edward. Te veré por la noche.- mi madre le guiñó el ojo. Seguidamente, mis padres se retiraron al patio y yo acompañé a Edward a la puerta.
-No me habías dicho que te irías tan pronto.- le dije abrazándolo.
-Lo siento, amor. Lo olvidé.
-¿Es necesario que lo hagas?
-Sí, tengo que resolver esto y luego nos veremos.
-Ok, te esperaré. A las 8 en punto.
-Estaré incluso antes aquí. Hasta la noche.- me besó prolongadamente y yo disfruté cada segundo. Luego se separó de mí, se dio media vuelta y se fue. No entré a mi casa hasta que no haya visto su Volvo desaparecer.
Con un suspiro, cerré la puerta y me encaminé a mi habitación. Muchos recuerdos atacarían mi mente, pero si quería que el tiempo se me pasase rápido, tenía que hacer algo. Así, ordené mi habitación, lavé mi ropa, ayudé a mi madre a cocinar, por no decir que yo cociné todo, ya que Reneé no era muy buena en la cocina.
Luego, llamé a Jacob. Nos pasamos horas hablando. Me contó que su relación con Vanessa iba progresando. Ella había descubierto que su supuesto novio la engañaba y a la persona que escogió para refugiarse y contarle lo ocurrido fue Jacob. Él la recibió en su casa a altas horas de la noche, pero poco le importó eso. La escuchó y le ofreció su hombro para que llorara sobre él. A Jacob le dolía en lo más hondo de su alma verla sufrir de tal manera y quería hacer hasta lo imposible por remediar eso, pero cada vez que en su cabeza aparecía la imagen de ella completamente feliz, también aparecía él acompañándola y siendo el originador de tal felicidad en ella. Por eso, no se rindió. Al contrario, pasaba mucho tiempo con ella… o el que podía. Sus guardias le quitaban tiempo, pero siempre había un lugar reservado para ella, y eso significaba mucho para Vanessa. Ella misma se lo había dicho. Ambos salían a bailar, a cenar, a pasear por los parques, o incluso a caminar por la playa. Se estaban volviendo cada vez más cercanos y eso hacía feliz a Jacob. Solo esperaba que Vanessa se dé cuenta del tesoro de hombre, después de Edward obviamente, que tenía en frente y lo escoja.
Después de haberme contado todos sus “avances” con Vanessa, Jake se despidió diciéndome que justo en ese momento, ella había ido a buscarlo. Emocionado, me deseó suerte para la noche y me colgó en seguida.
A eso de las 6 pm, me fui a ducharme, ya que estaba sudada por la actividad de todo el día. Me relajé un largo tiempo y luego me empeñé en escoger mi atuendo. No sabía qué ponerme. ¿Escogía la ropa que estaba acostumbrada a usar o la que Alice me había estado regalando? Después de sopesarlo bien, decidí por usar los atuendos de Alice.
Estaba indecisa entre un vestido o un pantalón. Una voz inesperada me recomendó ir por el vestido, así que le hice caso. Busqué un abrigo para que a Charlie no le dé un infarto cuando me vea y luego escogí los zapatos; nada más y nada menos que unas sandalias de taco alto, de tirantes, color plateado. Luego, me dispuse a ponerme el vestido… pero, hey, la lencería. Escogí un conjunto negro. Quería algo cómodo, ya tenía suficiente con el vestido y los tacones. Ya estando todo listo, fui a tratar de hacer algo con mi cabello. Gracias a Dios, conservaba la secadora que me había prestado Alice. Una vez el cabello seco, definí mis rizos con la ayuda de un gel que tenía y me puse unos cuantos ganchos en los costados para darle forma. Me maquillé naturalmente como siempre. Una vez lista, me encaminé a colocarme las prendas.
Terminé de alistarme a eso de las 7:45 pm. Me di los últimos toques y con algo de temor, me miré en el espejo. No estaba mal. Me había puesto un vestido corto azul de strapless muy lindo. Según Alice, el vestido me caía muy bien y me hacía ver sexy. También, escogí un abrigo con tonalidades de azul oscuro y negro, que tenía un lazo en la cintura. (N/A: El modelo del vestido y el abrigo están al final de la pág.) Me apliqué un poco de colonia y loción de perlas en los brazos, pecho y piernas. Ya estaba lista. Ahora solo me quedaba esperar a Edward.
No pasaron ni 10 minutos, cuando oí su auto estacionarse. Me había puesto un poco nerviosa. ¿Le gustará cómo me había vestido? Esperaba que así sea. Oí que Charlie me llamaba, así que después de respirar hondo, me encaminé a la planta baja. Bajé lento las escaleras, ya que no quería caerme. Lo vi sentado en uno de los sofás, junto con mi padre. Edward levantó la vista y después de observarme, me sonrió de esa manera que adoraba, y más el brillo especial de sus ojos… era el hombre más hermoso. Vestía una camisa negra manga tres cuartos, con rayas casi invisibles de color plateado, con los primeros botones sueltos; y jeans negros. Simplemente… perfecto. Se puso de pie al instante, y justo en ese momento, Charlie volteó a verme. Su expresión no se alteró mucho. Felizmente, se me ocurrió lo del abrigo. Mi madre salía de la cocina y al verme, me dedicó una mirada cariñosa y una sonrisa. Terminé de bajar las escaleras y me paré ahí.
-Uhm… ya estoy lista. ¿Nos vamos?- mi voz salió tranquila… gracias a Dios.
-Claro, amor.- se volteó hacia Charlie- La traeré a más tardar a la 1 am, aunque lo más probable es que estemos aquí a las 12.
-Está bien. Te la encargo, hijo. Cuídala.
-Con mi vida, Charlie.- mi padre solo asintió y después de darle un apretón de manos, lo dejó acercarse a mí. Una vez junto a mí, tomó mis manos y se las llevó a sus labios.
-Estás mucho más que hermosa, amor.- diciendo esto, me besó ligeramente. Luego, se volteó hacia mis padres, que ahora se encontraban juntos- Bueno, ya nos vamos.
-Adiós, hijos.- se despidió Charlie.
-Los acompaño a la puerta.- se ofreció mi madre. No me daba buena espina eso.
Cuando estaba por bajar del porche, Reneé me detuvo. Edward siguió su camino.
-Ya planeé lo de hoy. Estaba pensando en darle nuevamente la pastilla para dormir a Charlie. De esa manera ustedes pueden quedarse en un romántico hotel y ya mañana vienes. Claro, calcula la hora, porque tienes que llegar antes de que tu padre despierte, porque si no…
-Espera, mamá. ¿De qué hablas? Yo voy a venir hoy, o más bien, en la madrugada.
-Ay, hija. Diviértete. Sé que ambos quieren pasar más tiempo juntos y a solas. Además, hoy no quiero escuchar ruidos extraños por la noche, y saber que ustedes están haciendo “eso”.- me ruboricé al instante. Felizmente, no me eché rubor.
-Mamá, qué cosas dices. Hoy no planeo hacer “eso” con Edward.
-Créeme, hija, “eso” no se planea. Vamos, yo también fui adolescente. Siempre que se haga con cuidado, no hay problema. Es normal. Así que, ve, y disfruta tu noche. Yo me encargo de las cosas aquí.- sin dejarme decir nada más, me empujó hacia la calle y luego entró a la casa rápidamente.
Ya Edward me esperaba con la puerta del copiloto abierta para mí. Entré y una vez él dentro, nos dirigimos a la dichosa discoteca.
Cuando llegamos, el lugar estaba rebozando de gente. Pero, claro, nosotros entramos sin hacer cola, mientras la gran cantidad de personas esperando su turno por entrar nos pifiaba. Una vez entramos, tenía que admitir que el lugar no estaba mal. El ambiente era agradable. Edward me dirigió a un VIP, en el que habían pequeños sillones. Nos sentamos y pedimos algunas bebidas.
La temperatura empezó a subir, así que opté por quitarme el abrigo. Me puse de pie, ganándome la mirada de Edward. Desvié mi mirada de él. Poco a poco me fui quitando el abrigo y a cada segundo sentía los ojos de él sobre mí. Una vez libre de tal prenda, me volví a sentar. Edward seguía mirándome y sin dejar de hacerlo, se puso de pie y se acercó a mí. Me ofreció su mano.
-¿Bailamos, bella señorita?- sonreí ante sus palabras. Me encantaba ese lado caballeresco que tenía.
-Encantada, apuesto caballero.- tomé su mano y juntos nos dirigimos a la pista de baile.
La música era muy movida, y Edward me mantenía cerca a su cuerpo todo el tiempo. Me susurraba cosas al oído, que me hacían ruborizar y por momentos bajaba sus manos a mis caderas, para luego situarse en mi cintura y bajar nuevamente. De pronto, sonó la canción I’m still inlove with you de Sean Paul, y de un impulso, me volteé pegando mi espalda en su pecho. Sus manos nunca dejaron su lugar, mientras yo me movía. Cerré los ojos y me dejé llevar. Por momentos, recostaba mi cabeza en uno de sus hombros y volteaba mi rostro hacia su cuello, depositando un suave beso en él. Edward suspiraba fuertemente y cerraba los ojos conmigo. Su agarre se volvió más fuerte y fue ahí cuando sentí “esa” protuberancia en mi espalda. Oops.
Me volteé nuevamente, quedando frente a frente con él. Terminó la música y le dije que vayamos a sentarnos un momento. La estaba pasando genial, pero si seguíamos así, terminaríamos en un hotel, como me había dicho Reneé.
Esta vez, Edward me sentó en su regazo- mala idea- y empezó a acariciar mis piernas. Yo enredé mis manos en sus cabellos, como siempre solía hacer, y pegué mi cabeza con la suya.
-Estás causando que una infinidad de hombres posen sus miradas en ti, cariño. Debo ser la envidia de todos.- me susurró al oído, causándome un estremecimiento.
-¿Ah, sí? Pues, tú no te quedas atrás. Todas las mujeres aquí, ponen sus ojos en ti descaradamente.
-¿Celosa?- me preguntó juguetón.
-No sabes cuánto.- le seguí el juego.
-No tendrías por qué estarlo. Sabes que soy tuyo.- dejó un beso en la base de mi cuello y apretó su agarre en mis piernas. Luego, rozó sus labios con mi mejilla y dejó suaves besos, en busca de… Instintivamente, volteé mi cara y pegué sus labios con los míos. Nos besamos con ternura al inicio, pero eso se fue convirtiendo en pasión, y cuando la cosa se estaba poniendo más caliente, mi vejiga empezó a protestar. Tenía que ir al baño, que estaba muy cerca al VIP, así que no sería mucho problema. Me separé de los apetitosos labios de mi novio y me dispuse a pararme.
-Tengo que ir al tocador. Ahora vuelvo.- él me cogió del brazo y me detuvo.
-Voy contigo.- me dijo decidido.
-¿Estás loco? Está a unos pasos, y no tardaré nada, ya lo verás.
-No dejaré que vayas sola.
-Tranquilo, amor. Nada me pasará aquí. El baño está a unos pasos y si quieres me puedes vigilar desde aquí. Solo será un minuto. Te lo prometo.
-Bella…
-Ahorita regreso.- me zafé de su agarre y me fui corriendo al baño. Entré rápidamente y felizmente estaba vacío. Una vez terminé, salí, me mojé un poco la cara y salí. Apenas lo hice, dirigí mi mirada a Edward, quien no estaba solo.
Empecé a ver todo rojo cuando observé cómo una mujer, plástica a la vista, estaba más que cerca a él y lo tomaba de la mano. La expresión de Edward era de disgusto y se notaba que trataba de ser sutil al momento de rechazarla, pero ella no entendía, o tan solo lo ignoraba. Comencé a caminar a paso apresurado para dejarle claro a esa… que él era mío. Ya estaba a 3 metros de él, cuando alguien me tomó del brazo. Era un sujeto, que se aproximó demasiado a mí. Lo primero que sentí fue la fuerte loción que se había echado. Me ardía la nariz, así que volteé mi rostro. Edward aún seguía intentando sacarse de encima de la mujerzuela esa.
-Hola, preciosura. ¿No quieres acompañarme esta noche?- el individuo trataba de sonar sexy, mas no lo conseguía.
-Lo siento, pero he venido acompañada, así que si me permite…- intenté zafarme, pero él apretó su agarre.
-Vamos, no te resistas. Sé que también lo quieres. Deja al perdedor con el que viniste. Conmigo te divertirás aún más.- sentí su otra mano bajar por mi costado y justo cuando estaba llegando a mi muslo, me solté y le di una más que fuerte bofetada, que le hizo doblar su rostro. Él se llevó una mano a la mejilla impactada y me miró con ira.- Maldita, perra, así que te resistes, ¿eh? Ahora verás. A mí nadie me rechaza, y menos me golpea. Me las vas a pagar.- se acercó decidido a mí, y vi cómo levantaba una de sus manos, dispuesto a devolverme el golpe que le había dado. Cerré instintivamente los ojos y esperé el impacto, pero nunca lo recibí. Abrí los ojos y pude ver el justo momento cuando Edward llegaba donde nosotros y detenía al sujeto.
-No te atrevas a ponerle una mano encima.- le dijo casi gruñendo. El hombre rió.
-Déjame decirte que llegas tarde. Ya le puse más que una mano, y como a todas las zorras, estoy seguro que le gustó.- seguía diciendo el infeliz. La expresión de Edward se distorsionó y fue la primera vez en que pude ver tanto odio en su mirar, que daba miedo.
-Ella no es ninguna zorra, imbécil.- el hombre solo reía en su cara, como provocándolo. Lo siguiente que vi fue el puño de Edward impactar en el ojo izquierdo del sujeto. Este cayó al piso y Edward se lanzó sobre él. Así, empezó una pelea entre ambos y yo no sabía qué hacer. Me acerqué un poco a ellos para tratar de calmar a Edward.
-¡Edward! ¡Detente, por favor! ¡Ya déjalo! ¡Edward!- gritaba, pero él no me hacía caso- ¡Por favor, ya para, Edward!
-¡Pídele disculpas, infeliz! ¡Discúlpate, ahora!- le decía gritando al hombre, que ahora sangraba por doquier.
-D-discúlpeme… p-por… f-favor.- yo solo asentí, y luego miré con súplica a Edward para que ya lo dejara. Él soltó con rudeza la cabeza del sujeto, al que tenía inmóvil en el suelo, y después se levantó. Se acercó a mí, mientras veíamos cómo los guardias de seguridad se acercaban. Claro, debí imaginármelo. Ya Alice me había platicado sobre los guardaespaldas secretos que tenían a su cuidado. Levantaron al desmadejado hombre y se lo llevaron. Edward les asintió y nuevamente posó sus ojos en mí. Tomó mi rostro en sus manos.
-¿Estás bien?
-Yo, sí. Pero mira nada más cómo terminaste.- tenía el ojo izquierdo un poco hinchado y por un borde de sus labios, salía un hilo de sangre- No debiste hacerlo.
-Sí, sí debí. Ese maldito tenía que aprender a respetar a las mujeres, en particular a ti. No lo iba dejar así, y menos cuando te insulta deliberadamente. No, Bella.
-Está bien… ahora, ¿vámonos, sí? Tenemos que curarte estas heridas. Vayamos a tu casa. Así será más fácil y no necesitarás ir al hospital. Vamos.- pasé mi mano por su cintura y lo jalé hacia el VIP para recoger mis cosas y retirarnos. Una vez todo en mis manos, salimos de la discoteca y nos encaminamos al auto. Edward insistió en abrirme la puerta y así lo hizo. Ya de regreso, llamé a Alice y le conté lo ocurrido. Me dijo que tendría lo necesario listo para ayudarme a curar a Edward.
Llegamos a la casa de los Cullen y Edward y yo entramos. Ahí ya nos esperaba Alice, y junto a ella, Esme.
-Hijo, por Dios, ¿qué pasó?- Esme se acercó con rapidez a Edward y se empeñó en revisarlo con cuidado. Luego, se fijó en mí y puso expresión de disculpas- Lo siento, hija, no te he saludado, pero es que al ver a mi niño así, me desesperó.
-No te preocupes, Esme. Justamente vinimos a curar esas heridas.
-Pero, ¿qué sucedió, Edward?- le preguntó su madre.
-Un imbécil que se quiso propasar con Bella y la insultó. No pude contenerme, madre. Él tenía que disculparse.
-Ay, hijo, pero ¿tenían que llegar a los golpes?
-A veces, se requiere de ello para que alguien opte por hacer lo correcto, madre.
-Mi niño… ven, vamos a curarte ahora mismo.- lo jaló hacia la sala y lo sentó en un sofá. Alice le pasó el botiquín y como toda madre esmerada, Esme comenzó a curar las heridas de Edward. Mientras tanto, le conté a Alice lo que había sucedido y luego, ella me contó qué tal le fue su cena con Jasper.
-Bien, hijo, ya estás.- Esme se levantó del sofá.
-¿Y papá?
-De guardia. Bueno, ¿necesitas algo, hijo? ¿Un café? ¿Un mate?
-No, madre, gracias por tus cuidados.
-Nada, hijo. Cualquier mamá haría esto por sus hijos. Bueno, si no hay nada más que necesites, me voy a acostar. Estoy un poco cansada.
-Ve, mamá. Buenas noches.
-Hasta mañana, hijito. Adiós, Bella, sabes que si gustas puedes quedarte.-asentí en silencio- Buenas noches, hija.- seguidamente, se fue a su habitación.
Yo me acerqué a Edward, y me lancé a sus brazos. Había tenido miedo y me sentía culpable. ¿Por qué siempre me tiene que pasar algo? Levanté mi rostro y deposité un tierno beso en su nariz. No quería lastimarlo.
-Tengo que llamar a mis padres, tengo que decirles. Tal vez, Charlie acepte venir por mí a estas horas…
-Ni hablar, Bella. Te quedas. Aquí hay suficiente espacio, y Alice puede prestarte una bata o algo, ¿no es así, hermanita?
-Por supuesto, hermano. Bella lo sabe.
-Ok, entonces, ve y llama a tus padres y avísales que te quedarás aquí.- suspiré. No me quedaba de otra. Además, si Edward quería que me quedara, así lo haría.
-Está bien. Entonces, si me disculpan, ahora regreso.- me puse de pie y me dirigí al patio para hablar con mi mamá, ya que suponía que mi padre ahorita estaría privado en su cama.
Dicho y hecho, Charlie ya estaba inconsciente. Hablé con Reneé, le conté lo ocurrido y también le avisé que no iría a dormir a casa. Después de hacerme recordar que “disfrutara” mi noche, me colgó. Suspiré resignada y me encaminé a la sala. Se oía las voces de Alice y Edward. Estaban charlando de algo, que parecía importante, porque hablaban en voz baja. Llena de curiosidad, me acerqué de puntillas y escuché.
-¿ya tienes todo arreglado?- preguntaba Alice.
-Sí, está todo listo. Ya programé el viaje, compré un departamento… todo está en su lugar. Solo tenemos que ir allí y ya.
-Pero, aún no se lo has dicho a ella, Edward. Te dije que se lo mencionaras. Ya la conoces. No debes ocultarle nada.
-Tranquila, hermana. Lo haré, pero ahora no. Aún no es tiempo.
-Mira que son varios años que tú y Bella estarán fuera. También tendrás que…- decidí hacer acto de presencia.
-¿Qué viaje? ¿De qué hablan? ¿Y por qué no me lo habías dicho, Edward?
Pude ver cómo él cerraba los ojos y bajaba la cabeza y Alice me miraba con expresión de disculpa.
-¿Edward? Respóndeme. No te quedes callado.- le exigí. Tal vez, mi voz salió algo más elevada de lo normal, pero me desesperaba que Edward no me respondiera. Él levantó la vista y me miró.
-Tenemos que hablar.
Holaaa chicas... aki stoy de nuevo!!.... k tal??? les gustó????..... okz, uhm el sgt cap no avanzará mucho, pero desde el cap 16 correré como bala... no lo sé... siento k el fic va muy lento y k se está haciendo muy laaargo... y la verdad... KIERO ACCIÓN!!!!.... k regrese Tanya!!!!.... hahaha k dicen?? k regrese???....... hahaha weno, tons nos leemos hasta el prox yyyy spero sus coments y votitos k son muy importantes para mí... okz ahora sí me despido.... hasta lueguito!!!! cuidense mucho mucho
Lyhaane.
Un agradecimiento a: Vampiressa, Jazz_666, Kriss, Marie10, Maacri_Cullen, Lolovampira, Silmo, Rosiecullen, Rosemarycullen y MT_Cullen.... yy gracias tb a las chikas k no dan señales de vida, pero k están ahí... gracias por seguirme y por sus comments...
SILMO: Te digo nuevamente, no me llegó tu mensaje privado =(... y yo k tenía muchas ganas de saber tu teoría y tb adelantarte cap jiijijijiji, si es k acertabas.... weno, a ver si me lo envías okz... muchas muchas gracias por seguirme, por tus palabras k me hacen muy feliz.... por todo! nos leemos... byee
MT_CULLEN: Holaaaaaa casi tocaya... hahaha.... aiiinnnssss si supieras k yo soy una llorona de lo peor.... lloro de TODO... pero en serio de TODO... no lo puedo evitar... yy yo k pensé k era la única llorona, ahora veo k tb tenemos eso en común... somo lacrimógenas hahahaha... weno, muchisimas gracias por tu coment, me alegra k te esté gustando el fic yyy con respecto a no hacer sufrir a los personajes... sorry, pero no puedo asegurarte nada... Tanya es una f****** b**** y no será fácil de vencer.... okz, no puedo decirte maaasssss... nos leemos prontito byeeee
Vestido de Bella
Abrigo k usó Bells
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