Pov Gianna.
Una suave brisa dio de lleno en mi rostro la cual alboroto mis cabellos. Di gracias a dios a esa brisa ya que me saco del trance en el cual estaba absolutamente perdida. Solo de pensar en ese maravilloso rostro angelical, en esas facciones llenas de inocencia y de ternura, en esos labios finos, pero a la vez tentadores, en ese dulce chico que me hizo olvidar todo el dolor... solo de pensar en Alec; solo...
- Basta ya Gianna - me dije a mi misma - solo es un niño.
Bueno; exactamente no era un niño, me superaba en edad; al menos más de cuatroientos años; pero tenía la apariencia de un niño de dieciseis, y yo tenía diecinueve años; ¿en que estaría pensando? nadie de este nuevo mundo se fijaría en mi; era una simple humana, la cual algún día matarían, o simplemente la convertirían... pero ni con esas. Nunca optaría por ellos.
Pero de nuevo su hermoso rostro vino a mi; había algo muy especial; un sentimiento nuevo nacía en mi; pero no sabía describirlo, era algo realmente tentador; tenía ganas de tenerle entre mis brazos, protegerle de cualquier mal; pero le veía tan lejano; tan...
- Inalcanzable - dije en un suspiro
Lo mismo me había pasado con Demetri; el nunca sería para mi; ni Alec tampoco. Me sentía desdichada; ¿es que nunca podría tener lo que quisiera por una vez en la vida? la respuesta era clara. No.
Aturdida camine por la calles de Volterra; admirando cada rincón, cada recoveco de esta maravillosa ciudad.
Mientras caminaba pude sentir algo; una presencia extraña y a la vez conocída. Por inercia giré mi cabeza intentando ver a alguien; intentando descubrir esa presencia; pero como era lógico no vi nada.
Estaba tan sucumbida en mis pensamientos que no me di cuenta de que me llamaban.
- Porfis; ¿me puedes pasar la pelota?
Una dulce voz me hizo reaccionar. Guié mi mirada para encontrarme con el dueño de esa voz. A lo lejos había un niño pequeño, aproximadamente de unos seis años; sus cabellos castaños estaban alborotados; en su rostro había felicidad. Sus ojos eran azules, pero un azul extraño; eran realmente fuera de lugar, pero a la vez hermosos.
- ¿Que? - pregunté sin saber; ya que me quede mirando al niño con ternura
- La pelota - dijo mostrandome sus perfectos dientes de leche y con uno de sus pequeños dedos señaló hacia mis pies.
Bajé la mirada y me encontre con una pelota mediana; de todos los coleres y con un dibujo en la parte central; un pequeño drácula con los colmillos llenos de sangre; pero su expresión era alegre. Irónico, ¿verdad?
Rápidamente me agaché y cogí la pelota. Lentamente me fui acercando hasta el niño, aún más feliz ya que le llevab la pelota.
- Ten mucho cuidado; no tires la pelota a la carretera - le dije mientras le entregaba la pelota
- Gracias; pero no te tienes que preocupar - dijo este mientras movia su dedo índice de lado a lado
- Eso espero - dije mientras le alborotaba aun más el pelo
Y sin más este se fue corriendo.
Un niño, ajeno a todo el peligro que escondía esta ciudad... por un momento observé el panoráma que tenia delante. Niños pequeños jugando, corriendo o simplemente comiendo chocolate, mientras que sus madres miraban con adoración; ilusión o con enfado debido a algunas de las travesuras de sus hijos.
Otro nuevo sentimiento afloró en mi; un sentimiento maternal; yo nunca podría ser una de esas madres.
Resignada seguí caminando; tenía ganas de volver a casa y olvidarme del mundo en el que vivía; en el cual había vampiros y seguramente otros seres extraños que no conocía. Quería concentrarme en el mundo de los humanos; hasta ahora solo iba del trabajo a casa. y de casa al trabajo; necesitaba salir, relacionarme con los de mi propia especie; pero lo veía imposible; no conocía a nadie; no tenía con quien salir; no temería por mi vida; no...
Y de nuevo esa extraña sensación me sacó de mis pensamientos. Alguien me vigilaba.
Harta de esta ''persecución'' me quede parada; en mitad de la calle esperando alguna señal.
- ¿Te ocurre algo?
Una voz detrás de mi hizo aparición.
Me di la vuelta y me encontré on un chico, más o menos de mi edad. Era musculoso; alto, sus cabellos eran negros y rizosos; sus facciones a pasar de su edad eran varoniles
- ¿Eh? - dije aturdida
- ¿Que si te ocurre algo?
- No ¿por que?
- No lo se; te estaba observando, te veía aturdida; y de un momento a otro te quedastes parada en mitad de la calle
- Oh... no es nada; gracias por preocuparte. Es mejor que me vaya a casa
- ¿Por que te vas? si quieres te puedo invitar a un café; de verdad no te veo bien
- Porque me voy, ya está. Y yo creo que me encuentro perfectamente
- Te lo digo de verdad; tu no estas bien.. venga ven conmigo - dijo este mientras me agarraba de la mano
- ¿Es que tu no entiendes mi idioma? No quiero ir contigo.
- No sea tonta, nos lo pasaremos bien - dijo con una sonrisa picarona
- ¿Y para ti como es pasarlo bien? - dije entre dientes
Este no me contestó, se acercó más a mi, pude ver a donde iban sus manos
- Asqueroso - dije mientras le cruzaba la cara
- Lo intente por las buenas - dijo mientras se acariciaba la mejilla - pero creo que tendra que ser por las malas
No se ni como paso, este me arrastro hasta un callejón; me acorralo entre sus fuertes brazos, impidiendome salir; con sus piernas bloqueaba mi parte inferior.
- No te resistas... dijo mientras acercaba su rostro al mio; pero de repente este salió disparado; como si alguien le hubiese cogido por la espalda y hubiese tirado de el.
El muchacho empezó a gritar de dolor; no sabía lo que pasaba. Me quede atontada mirando a la nada. Una dulce voz salió de la oscuridad.
- ¿No te han dicho que cuando una señorita dice que no es que no?
Seguía atontada, pero conseguía adentrarme en la oscuridad. Pude ver como una sombra acechaba al chico; no era una sombra cualquiera.
El chico estaba en el suelo, llorando por el inmenso dolor; la sombra parecía desquiciada
- Dejale en paz; no me hizo nada. Estoy bien - dije mientras me aferraba a la sombra.
Su contacto fue frío y aterrador. La sombra se dio la vuelta y pude ver su rostro.
- Alec - dije mientras jadeaba
- ¿Como quieres que le deje en paz? el intento... - dejo caer la frase
- Ya lo se; pero no lo hizo. Dejalo estar; aqui no puedes hacer nada - el ya sabía a lo que me referia - si se entera Aro ya sabes lo que pasara;en Volterra, en la ciudad no.
El muchacho se levantó dolorido y salio corriendo.
Por un momento me le quede mirando; y de nuevo ese hechizo me invadió.
Su rostro lleno de inocencia ahora estaba lleno de rabia.
- Gracias - dije en un susurro - es mejor que me vaya, tus ojos están negros... deberías alimentarte. Nos vemos mañana - le dije mientras me alejaba, pero algo me lo impidió.
Una mano fría me cogió por el antebrazo; su suave tacto me hizo enloquecer. Sentí como mi corazón latía con más fuerza.
Este me atrajo hacia el con delicadeza. No sabía lo que iba a hacer, no sabía nada de nada hasta que este lentamente fue acercando su rostro al mio. Pude sentir su aliento sobre mis labios.
Pocos centímetros separaban sus labios de los mios. Quería acortar esa distancia; pero a la vez quería...
Y este pensamiento se perdió en mi mente cuando Alec junto sus labios con los míos.
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