DISCLAIMER: Los personajes le pertenecen a la grandiosa Stephenie Meyer... la admiro tanto!... okz okz... yo solo plasmo las ocurrencias de mi mente y juego con sus personajes.
EDWARD POV
Abrí los ojos.
Apenas enfoqué la vista y noté que los primerísimos rayos del sol se asomaban por mi ventana, con las ventanas corridas como las dejaba desde hacía semanas, me levanté de un salto y emprendí lo que ya se había convertido en rutina desde hace 3 semanas. Vi el reloj que reposaba en mi velador. 4:30 am. Como siempre, la misma hora de todos los días. Quería darme prisa; bañarme, cambiarme y desayunar en menos de 5 minutos, y lo haría, pero eso no cambiaría que lo que tanto desespero me causa no está disponible sino hasta las 5 am, bueno, siempre tocaba la puerta a las 4:59:59 am. Así de exacto.
Haciendo de lado la cuestión del tiempo, que cada vez me sacaba más de quicio, entré al cuarto de baño y prendí mi iPod. Nunca lograba estar más de 2 minutos en la ducha, así que dejaba que sonara la música que más me gustaba para así distraerme y permanecer bajo el chorro de agua un tiempo máximo de 6 minutos. No soportaba más. Lo había intentado, de verdad, pero no lo lograba.
Sin embargo, esta vez la música que sonó no fue la misma que la de hace 2 semanas y media, pero la reconocí un segundo después. Era imposible olvidar esa melodía, y más aún cuando recordaba en qué momento la había escuchado por primera vez. Oh, sí que lo recordaba bien. Fue durante unas semanas antes de terminar el instituto. Bella me mandó a dejar unos libros en la biblioteca y de paso sacar otros. Ese día, desde que la fui a recoger a su casa para llevarla a la escuela, se había estado comportando raro. Lo dejé pasar. Tendríamos tiempo para conversar sobre ello una vez yo llegara a su casa, como todas las tardes. Cuando aparqué en su casa, me extrañó ver todas las cortinas cerradas, de ambos pisos, incluyendo el de su habitación. Sin esperar más, toqué la puerta, mas nadie me abrió, así que preocupado llamé al celular de Bella y ella me contestó diciendo que estaba en la ducha y que pasara, que la puerta estaba abierta… ambas puertas: la de entrada y la de su habitación. En otras palabras, me estaba diciendo que suba. Más preocupado aún, subí rápidamente, pero me quedé helado justo en la puerta de su cuarto. Bella estaba parada justo en el centro de la pieza… bueno, parada era quedarse corto. El ángulo que formaban sus piernas convertían a su figura de por sí ya tentadora, en una imagen jodidamente erótica (N/A: Al final de la página están las prendas que usó Bells.). Como por arte de magia, empezó una melodía y ella me llamó moviendo su dedo índice. Yo entré como un autómata y así empezó lo que consideré el momento más erótico de toda mi vida. Bella me dio un show que me dejó totalmente duro y luego… luego… creo que está de más decirlo.
Tan solo recordar ese día. Sus movimientos, sus insinuaciones, sus caricias, incluso sus palabras… nunca había escuchado hablar sucio a Bella. Eso causó que mi miembro se pusiera aún más duro ese día. Pero esa dureza no se comparaba con la que tenía justamente ahora. Una piedra sería blanda a comparación con mi amigo. Sentía que si lo tocaba, me iba a venir sin más. Mi mente se puso en blanco, luego las imágenes de Bella bailándome invadieron mi cabeza y… me dejé llevar. Desde que estaba con Bella no recurría a la masturbación, pero ahora sí que estaba necesitado. Sabía que era muy poco tiempo para que ella diera ese paso, nuevamente, conmigo… pero, es que ¿acaso no había tenido ni un… ni siquiera UN recuerdo de nuestras noches y días de pasión y desenfreno? Era increíble. Yo aquí muriendo de ganas por estar con ella, pero por su parte… ¡Ya cálmate! Pareces un maldito ninfómano! No es para tanto. Han sido solo unos meses… Meses, meses en los que hasta ahora solo había llegado a besarla y abrazarla, y acariciar su baja espalda. Luego, sentía cómo ella se tensaba y yo me detenía. ¡Maldición! Ni siquiera había podido tocar su hermoso trasero… y ya lo extrañaba…
Sin darme cuenta, habían pasado 15 minutos. Salí corriendo de la ducha, sin molestarme en rodearme con la toalla y me lancé a mi clóset. Cogí unos jeans y un sweater y salí disparado escaleras abajo. No desayuné. Subí directamente a mi auto y aceleré al máximo. Pase lo que pase, nunca llegaría tarde donde ella… donde mi niña.
Aparqué en su casa. El auto patrulla aún seguía ahí. Miré el reloj de mi auto. 4:57 am. Casi no lo había logrado. Solo por 3 minutos. Respiré hondo y me tranquilicé. Tenía que despejar mi mente. No podía entrar en esa casa, saludar y quedarme un rato con Charlie y Reneé y yo con una erección notoria, debido a los recuerdos candentes con su hija. Me sacarían a patadas. Apenas el reloj marcó 4:59 am, salí disparado de mi auto y me dirigí a la puerta. Toqué lentamente, simulando paciencia. Pero no la tenía. Quería verla… esperar a que sus padres se vayan a sus trabajos y que eso me permitiera subir con libertad a la habitación de mi niña y recostarme a su lado. Cuando, una semana atrás, ella me pidió que me acostara a su lado, sin pensarlo y queriendo gritar de la emoción, me deshice de mis vaqueros y me eché. Desde ese día, venía haciendo lo mismo cada mañana, por eso cada vez me desesperaba más en llegar a su casa.
Reneé me sacó de mi ensoñación. Me saludó calurosamente y me hizo pasar. Charlie tomaba café como todos los días; y ella, leche.
-¿Cómo estás hoy, Edward?- me preguntó Reneé.
-Muy bien. Cada día, me despierto aún más feliz.- Ella me sonrió con cariño y Charlie solo soltó una imperceptible sonrisa, por la cara de idiota que estaba poniendo, seguro.
-¿Deseas algo? Hay café, leche, chocolate, té…- ofreció Reneé.
Iba a negarme, pero mi estómago reclamó alimento.
-Sí, por favor. Café estaría bien.- mi suegra se puso de pie y después de un minuto, regresó con mi café. Lo tomé y no pude negarme tampoco a los sándwiches de Reneé. Eran deliciosos. Satisfecho, vislumbré a Charlie ponerse de pie y acercándose a Reneé para despedirse, la besa y sale por la puerta. Escucho el coche patrulla alejarse. Sonrío. Solo falta mi suegra. Ella ya tiene puesto su uniforme de dependienta. Trabajaba en una boutique recién abierta y sí que era grande.
-Bueno, Edward, ponte cómodo… como siempre.- me dio una mirada cómplice. ¿Acaso ella se había dado cuenta de que…?- ¡Ay, vamos! Es normal. Son novios, ¿no? Solo… protéjanse, ¿sí?- sentía cómo mi rostro perdía color. No sabía qué decir.
-Yo… no… ella y… yo…- Reneé me prestaba poca atención. Tomó su bolso y se encaminó a la puerta. Antes, se volvió hacia mí.
-Solo háganlo, ¿ok? No tengo cara de abuela, ¿no crees?- me guiñó un ojo y se marchó.
Me quedé sentado en el sofá. No me moví. Mi mente procesaba la información que había recibido. Reneé sabía que cuando ella y Charlie se iban a trabajar, yo no me quedaba esperando como niño bueno a que Bella se despertara… no. Ella sabía que yo me acostaba con ella, es decir, no acostarse en ese sentido, aunque lo deseo como el mismo aire, pero que dormía con ella hasta que se despertaba. ¿Acaso había regresado un día por algo que olvidó y me vio durmiendo con Bella? No lo sé. La cuestión es que lo sabe. ¿Se lo habrá contad a Charlie? No, no creo. De haber sido así, me hubiera botado a patadas hace ya días o, en todo caso, hoy. Entonces, por el momento no me encuentro en riesgo de una muerte segura. Sí.
Al fin solo.
Solo… no…
SOLOS
Me paré como un rayo, y usando la misma velocidad, subí las escaleras. Antes de entrar, respiré hondo, para calmarme como siempre y convencerme de que ella seguía ahí, que no me había dejado. Suena tonto, pero yo aún seguía temiendo que un día ella decidiera seguir su propio camino. Despacio, abrí la puerta.
Ella estaba ahí, durmiendo plácidamente, con las sábanas enredadas en sus piernas, como siempre, y su edredón desparramado al pie de la cama. Su cabella era un revoltijo castaño que se extendía desordenado por toda la almohada. Sus labios estaban entrecerrados y temblaban un poquito. Una de las razones que más me llevaban al desespero por llegar a su lado todas las mañanas era que si no llegaba a tiempo, no la escucharía hablar en sueños. Me encantaba oírla. Decirme que me ama… confirmándomelo, aunque cuando está despierta solo me suelta un “te quiero”, pero sé que si no me ha dicho “te amo” aún es porque recién está acostumbrándose. A pesar de que sus recuerdos van llegando cada vez más rápido y constante, todavía existen huecos que ella quiere rellenar y hasta que eso no ocurra, no será la misma de antes. Como por ejemplo, Tanya. Un día, Bella me preguntó sobre ella y yo solo le dije que era una ex novia que tuve antes de conocerla. Al parecer, había recordado imágenes mías con Tanya y eso le había inquietado, porque los recuerdos vienen, pero no del modo “20 de enero: Tanya y Edward besándose en el aparcamiento”. Ella solo ve imágenes, pero estos no se le ubican en un tiempo exacto, por lo que sospecho que ella está insegura sobre si esos momentos con Tanya ocurrieron antes o durante mi relación con ella. Trato de ponerme en su lugar, y lo entiendo. Por ello, prefiero dejarle su espacio y sobre todo darle tiempo.
Mi mente vuelve al mundo real al escuchar un ronroneo de Bella. Eso indica que el espectáculo va a comenzar. Me dirijo al pequeño sofá que está al frente de la cama y me siento cómodamente. Me saco los zapatos y el sweater. Espero. Se ve tan… hermosa. Estoy seguro que así un día llegue y la encuentre llena de arrugas, igual sería la criatura más hermosa que había visto en mi vida.
-Edward…
Y aquí vamos.
-Te amo…- una sonrisa se dibujó en mi rostro. Me daban ganas de correr hacia ella y responderle diciéndole que yo también la amaba… más que a nada en el mundo, y que mi vida era de ella. Pero sabía que eso era imposible. Tal vez, más adelante, cuando ella me diga esas preciosas palabras frente a frente.- Ed…- una especie de hipo le impidió terminar de pronunciar mi nombre. ¿Se estará ahogando? ¿La despierto?- no…- ¿no?- no me… dejes- ¿qué?- yo… te amo… quédate… conmigo…- lágrimas empezar a rodar por sus mejillas y se perdían en su nariz y labios, hacia la almohada. ¿Estaba teniendo una pesadilla? Yo nunca la dejaría…
-Edward…- su voz sube de volumen y sus manos, que reposaban a ambos lados de su cabeza, se cierran en puños, apretando tanto que empiezan a temblar.
Alarmado, me acerco a ella. Recojo el edredón del suelo y la cubro con ella. Llego a su posición y pegándome a su rostro, alcanzo algunos mechones rebeldes que se pegaban a su cara y los coloco en su sitio. Acaricio su mejilla y ella se relaja un poco. Me subo a la cama y me acuesto a su lado; beso sus cabellos y la envuelvo con mis brazos. Ella se relaja más, suelta las manos, deshaciendo los puños que antes había formado.
-Shhh… aquí estoy, mi vida. No me iré.- le susurro al oído.
-Edward…- esta vez, su voz no es más que un sonido agudo casi inaudible.
-Sí, amor, estoy contigo.
Finalmente, ella se calma y su respiración se vuelve acompasada. Aprovecho que ya está totalmente dormida para sacarme los pantalones y meterme bajo el edredón. La tomo en brazos nuevamente y la atraigo hacia mí, dejando su espalda pegada a mi pecho. Mi rostro se pierde entre sus cabellos y me preparo para dormir con ella.
-Te amo, Bella.- le susurro al oído. Luego, me dejo llevar por el sueño.
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Siento un contacto húmedo en mi mejilla. Imaginándome su origen, abro lentamente mis ojos. Nuevamente, quedo cautivado con lo que tengo enfrente de mí y a poquitos centímetros se distancia.
-Buenos días.- me dice ella con una sonrisa que me roba el aliento.
-Me encanta despertar así. Muy buenos días, amor.- respondo yo rozando nuestros labios, ya sin poder contenerme más. Ella toma una de mis mejillas y une nuestras bocas por completo. Me gustaba que ella iniciara nuestros besos. Eso me daba más seguridad. La beso con ganas… pero con ganas. Ella pasa su mano por mi mandíbula y va más allá. Llega a mis cabellos y entierra sus dedos en ellos. Yo aprieto su cintura y la acerco más y más, lo cual es un poco peligroso si tomamos en cuenta que en cualquier momento, alguien más hará acto de presencia. Sin embargo, al sentir cómo Bella pasaba una de sus piernas por mi cadera, me apego más. ¡Dios bendito! ¡Qué bien se sentía!
Sentía que mis pulmones se secaban, pero me rehusaba a dejar su piel. De modo que, libero sus labios, mientras voy saboreando la suave piel de sus mejillas. Sigo bajando y me quedo disfrutando de su estilizado cuello de cisne. Lo beso, lo lamo, lo chupo… con delicadeza, claro. Pero no puedo contenerme. Su olor único me invade y mi boca pide más. Sigo bajando. Alcanzo el nacimiento de sus pechos y mi cuerpo se tumba encima de ella. Bella primero cede, pero al sentir mis labios seguir bajando, se tensa. Sé que no debo seguir. Pero es casi imposible parar… casi. Empleando toma mi fuerza de voluntad, me separo poco a poco de ella y ruedo sobre mi espalda. Ambos tenemos la respiración agitada. Permanecemos en silencio. Después de unos minutos, ya calmados, empiezo a hablar.
-Hace calor, ¿no crees?- no se me pudo ocurrir mejor idea. Claro, calor; cuando afuera está lloviendo a cántaros. Solo era yo el que estaba caliente y no por la temperatura del ambiente… o eso creía.
-Sí. Mi padre compró un nuevo sistema de calefacción y lo instaló en toda la casa. Debo decir que en verdad es muy efectivo. Podría andar en shorts y top de tirantes y no sentiría frío.
-Ah.- no sé qué más decir.
-Voy a… cambiarme.- dice ella levantándose de la cama. Coge con rapidez lo primero que encuentra en su clóset y se encierra en el cuarto de baño.
¡Maldición! Había estado más cerca hoy. Pensé que por fin se daría lo que he estado soñando las últimas noches, pero me había equivocado. Frustrado, otra vez, me levanto y me dirijo hacia donde se encuentra mi ropa. Me las coloco sin ganas y me siento a esperar a Bella. Cuando ya estaba empezando a pensar que quizá se había desmayado, la puerta del baño se abrió lentamente y ella salió algo nerviosa.
-Uhm… voy a preparar el desayuno. ¿Vienes?- me quedo mirándola un momento y no le respondo. Cuando ella mueve sus cejas instándome a darle una respuesta, reacciono.
-Claro, vamos.- tomo su mano y así nos dirigimos al primer piso.
Bella prepara su desayuno y yo solo la miro…la observo… nunca me cansaré de hacerlo. Cómo la había extrañado. Ya no más miradas furtivas. Ahora podía admirar su belleza sin temor a que ella se dé cuenta y rehúya de mí. Su estrecha cintura se había vuelto aún más angosta si eso era posible y sus caderas estaban más voluptuosas. Su cabello largo caía como seda por su espalda. Y sus piernas… ¡Dios! Sus piernas me tentaban todo el tiempo. Ella descubre mi intensa mirada, me sonríe y sus mejillas se colorean ligeramente como era común.
-¿No quieres nada?- ¡Oh, sí quiero! Carraspeo y me dispongo a contestar.
-No. Reneé me preparó algo cuando recién llegué.- Ella empieza a comer y mientras lo hace conversamos de cosas realmente triviales. Cuando termina, lava los utensilios y una vez hecho, se vuelve hacia mí y se acerca.
Cojo sus manos y la atraigo. Me abrazo a su cintura y entierro mi cara en su estómago, ya que sigo sentado. Abro mis piernas y la acorralo, pero ella logra moverse y cambia de posición. Se pone de costado y se sienta en mi regazo para luego rodear mi cuello con sus brazos cuales tenazas. Descansa su mejilla en mis cabellos y suspira profundamente.
-¿Hoy vendrá Alice?- No respondo en seguida. No había hablado con Alice, ya que había salido demasiado rápido de mi casa.
-No lo sé. Supongo que…- un claxon me interrumpe, pero me da la respuesta- sí.
Bella ríe y se pone de pie para abrir la puerta. Sin embargo, cuando llega a la sala, Alice ya está aporreando la puerta con ganas. Bella niega divertida con la cabeza y por fin le abre a mi efusiva hermana, quien apenas tuvo pase, se lanza a los brazos de mi novia.
-¡Bells! ¿Lista para la tarde de chicas?- ¿Tarde de chicas? ¿Qué demonios?
-Uhm, creo que no. No me lo habías dicho, Alice. ¿O sí?- Bella frunce el ceño y se muerde el labio.
-Creo que no lo mencioné. Pero no te preocupes. Igual, ya está todo planeado. Bueno, no será exactamente una “tarde de chicas”. Eso implica salir de compras, y comer fuera, y salir de compras, y pasear por un parque, y salir de compras, y comer un rico y enorme helado, y… ¿mencioné salir de compras?- Bella ríe divertida mientras despeina a mi querida hermana.
-Sí. Lo mencionaste más veces de lo necesario. Pero entonces, ¿de qué trata tu tarde de chicas?
-Bueno, pasaremos el día con Rose aquí en tu casa haciendo actividades de chicas. Haremos la pedicura, la manicura, te peinaremos, nos daremos un baño exquisito con sales relajantes, veremos películas… en fin, será genial.
-¿Y qué hay de los chicos?
-Sí, ¿y qué hay de NOSOTROS, los chicos?- le pregunto a mi hermana levantando una ceja.
-¡Ay! Sean creativos. Salgan por ahí… no sé. Busquen algo que hacer. Nosotras los llamaremos cuando hayamos acabado.
-Alice no creo que…- pero no me dejó terminar.
-Alice nada. Tú tienes a Bella todos los días, todo el día. ¿Y nosotras qué? Somos sus amigas. También queremos pasar tiempo con ella, no solo media hora al día. No es suficiente. Así que, ya está dicho. Hoy, Bella será nuestra.
-Pero…
-Rose está en camino y supongo que Jazz y Em también, ya que vienen por ti. Digamos que a ellos tampoco les gustó tanto la idea, pero no les queda de otra.
-¿Ah, sí? Pues a mí sí me queda. Puedo quedarme si así lo quiero.
-Eso es lo que tú crees. No me provoques, Edward.
-¿Y si lo hago, qué?- sin darnos cuenta, nos habíamos ido acercando poco a poco, hasta quedar frente a frente y mirándonos furiosos. Hace tiempo que no discutíamos.
-Hey, creo que están exagerando las cosas.- Bella se interpuso entre nosotros y me empujó hacia atrás.
-¿Exagerando? Vengo hoy con todas las ganas de estar contigo y Alice me viene con su tarde de chicas.- ella me toma de las mejillas y me mira fijamente.
-Edward, entiéndela. Ella tiene razón. No paso mucho tiempo con mis amigas. Solo será hoy… ¿verdad, Alice?- pregunta sin volverse a ella.
-Sí. Anda, Edward, no seas malo; llevo esperando este día hace mucho.- veo a mi hermana y me doy cuenta que la voz de inocente que estaba usando no tenía nada que ver con su expresión burlona. Estaba disfrutando del momento.
-Ya lo ves. Además, serán unas horas. Y cuanto más pronto empecemos, más pronto acabaremos. Tal vez, nos quede tiempo para estar juntos luego. No te enojes, ¿sí?- me planta un beso en los labios y luego se separa, pero me sigue mirando. Un movimiento detrás de ella me distrae. Desvío mi mirada y veo a mi hermana burlándose de mí. Se regodeaba de su triunfo. Y me hacía caras raras. Yo solo ruedo los ojos y vuelvo mi mirada a la hermosa mujer que está a unos centímetros de mí. Suspiro resignado. No puedo negarle nada.
-Está bien. Pero no tarden mucho, ¿sí?
-Te prometo que lo haré lo más rápido posible. Te echaré de menos.
-Y yo a ti.- entierro mi cara en su cuello y rodeo su cintura con mis brazos. Se oye otro claxon afuera. Le dejo un pequeño beso a la altura de su clavícula y me separo con pesar de su cuerpo.
Alice se dirige a la puerta y al abrirla una muy animada Rosalie entra y Jazz y Emmett la siguen no muy contentos.
-¡Alice! ¡Bella! ¿Listas?
-¡Síííííííííííí!- grita Alice.
-Sí… supongo.
-Ok, entonces… chicos, fuera.
-Rosie, cariño, ¿es necesario que nos vayamos? ¿No pueden hacerse la manicura mientras nosotros vemos la tv o algo?- Alice chasquea la lengua y se dispone a contestarle.
-Lo siento, Em, pero hay cosas que un chico no puede saber… cosas… de chicas.- Emmett hace una mueca que parece que va a hacer un berrinche como un niño pequeño, pero se contiene.
-Dicho esto, fuera… pero ya, chicos.- Alice me separa completamente de Bella y me arrastra hasta la salida. Rosalie lleva a Emmett y Jazz nos sigue desganado.
-Los llamaremos, ¿ok?- apenas Alice dijo esto, cerraron la puerta.
Jazz, Emmett y yo nos quedamos mirándonos.
-¿Y ahora qué hacemos?- pregunto.
-No tengo ni la menor idea.- contesta Em. Miramos a Jazz.
-A mí ni me miren. Había planeado un lindo día con mi novia y me vienen con esto.
-Pues fue precisamente tu novia quien organizó esto, querido Jazz.- le digo con ironía.
-Genial.- bufa Emmett.
Reina un silencio que me saca de quicio.
-¿Les apetece una partida de billar? Podemos ir a mi casa.- ofrece Em. Jazz y yo nos miramos para luego desviar nuestra vista hacia Emmett.
-Está bien.- respondemos al unísono.
Nos subimos al auto de Emmett y nos encaminamos a su casa. Esta tarde será divertida… pero que muy divertida… claro.
BELLA POV
Definitivamente, las últimas semanas han sido las mejores de toda mi vida… que recuerde. Mi relación con Edward cada vez iba mejor y mantenerlo así se había convertido en un trabajo a tiempo completo, pero estaba encantada de hacerlo; y más si se tiene a una pareja como él. Simplemente, Edward es fantástico. No entendía cómo en algún momento pude haber creído que él me había hecho daño. Era imposible. Cómo no serlo, si pasaba todo el día mimándome, diciéndome palabras maravillosas al oído, cantándome, acariciando mi piel con sus estilizados dedos, robándome besos siempre que podía y yo aprovechando esos momentos, en fin… todo él me demostraba el amor que sentía por mí… amor que yo correspondía, pero que aún no me había atrevido a admitir en voz alta. Era una cobarde y también me avergonzaba. No sabía si también me avergonzaba antes, pero con cada día que pasaba, me convencía de que el momento en que le diría esas maravillosas palabras se acercaba más y más.
Mientras tanto, él solo me esperaba, esperaba a que yo estuviera “preparada” para decirlo. Sí que era paciente… ¿Existirá alguien más perfecto que él? No, imposible. En su lugar, yo ya estaría hecha un lío, con mis inseguridades y pesimismo. Pero él no. Siempre venía todas las mañanas y se recostaba conmigo, lo cual se me venía siendo más difícil, teniendo en cuenta el contacto entre nuestros cuerpos. Cada día me acaloraba más, y qué decir de mis sueños tan vividos… todos los días. Ya no estaba segura de si serían momentos de pasión entre Edward y yo, en el pasado, o fantasías creadas por mi imaginación. Sea como sea, mis ganas de estar con él crecían más y yo trataba de expresárselo con mis acciones, ya que las palabras no me salían; pero él no… parecía estar de acuerdo conmigo. Siempre que pensaba que por fin lo había logrado y que lo haríamos, él se detenía. Yo pensaba que él también quería estar conmigo en ese sentido, pero al parecer me había equivocado. ¿Su deseo por mí había desaparecido de repente? No lo creo… ¿o sí? Lo averiguaría.
Con todas estas cosas, aquí estaba yo, desayunando en la mañana más acalorada que había tenido y recordando aún cómo solo hace unos minutos yo estaba gritando de alegría en mi mente porque por fin haríamos el amor, pero no pasó. Él se detuvo como siempre. Desencajada por un instante y frustrada en el siguiente, bajamos a la cocina, donde ahora me encontraba con él viéndome comer. Una vez terminé, me acerqué a él cual imán y me senté en su regazo y abrazándome a él, haciendo que empiece a sentir esa tranquilidad que me invadía siempre que estaba con él. Le pregunté por Alice, pero justo entonces escuchamos un claxon y él me dijo que ahí tenía mi respuesta.
Cuando Alice hizo acto de presencia, no se me pasó por la cabeza que iríamos a pasar una tarde de chicas. Quería pasarla con Edward, recuperar el tiempo perdido. Desde la mañana de ayer, me había estado preparando para conversar con él, para preguntarle qué iba mal en cuanto a eso. Pero, bueno, por algo sucedían las cosas. Además, también tenía que pasar tiempo con Alice y con Rose. ¡Vamos! Sería solo una tarde; no días, semanas o años. ¡Una tarde!
Convencí a Edward y esperamos a que llegaran los demás. Tanto Emmett como Jasper no se notaban tan animados que digamos. Después de un rato, vi cómo se iban; fueron despedidos “amablemente” por Alice. Luego, esta se volvió hacia Rose y a mí y su cara se fue iluminando y su sonrisa ensanchándose cada vez más, tanto que no sabía si debía causarme risa o miedo.
-¡Por fin se fueron!- Ella y Rose comenzaron a dar saltitos graciosos. ¿Tenía que unirme a ellas? ¿Yo hacía eso antes? Ambas al verme dejaron de saltar- Supongo que no recuerdas aún los momentos en que Rose y yo saltábamos y tú rodabas los ojos, mientras yo tiraba de ti para que saltaras con nosotras de la emoción, pero cuando lo intentabas…- tanto ella como Rose contenían la risa- digamos que era mejor que te quedaras viéndonos.- en mi cara se dibujó una sonrisa, respondiendo la de ellas.
-No, no lo recuerdo aún, pero ya me imagino a mí saltando, o tratando de hacerlo.
-Sí, te veías muy graciosa.- respiró hondo y prosiguió- Pero bueno, ¿qué tenemos para hoy, Alice?- preguntó Rose.
-Uhm, pues una sesión de spa en casa, películas románticas…- se volvió hacia mí con cara de súplica- lo siento, Bells, pero el día de nuestra pijamada sé que vimos Resident Evil y yo te había dicho que también me gustaba, y así lo creía, pero… no fue exactamente así. Te juro que no pude dormir en semanas, pero no te lo dije… así que hoy traje pelis románticas- terminó con una expresión de culpa por haberme ocultado eso. Sí que recordaba esa pijamada, cuando me hizo posar en ropas que yo no solía usar y cuando le conté lo de mis sentimientos hacia Edward. Fue fácil recordar ese momento, tan solo bastaron las fotos en donde yo me encontraba en poses “sexys” según Alice, y gracias a su ayudita pude lograr que todo ese acontecimiento regresara a mí, con puntos y comas.
-Está bien, Alice. No hay problema.- la tranquilicé.
-¡Uf! Gracias a Dios. Me quitas un peso de encima. Ok, volviendo a nuestras actividades, sellaremos con broche de oro con “la conversación”- Rosalie lanzó un chillido de emoción, mientras yo me ponía nerviosa. ¿Les tendría que contar todo? ¿TODO?
-¿Bella? ¿Bella, estás bien?- Rose me había estado hablando, pero no le había prestado atención.
-¿Eh? Sí, sí estoy bien.- respondí más rápido de lo que me propuse.
-¿Segura? Creo que tú necesitas esa conversación con urgencia- comentó Alice con un tono de voz de analista.
-¿Qué? No, no. Cómo crees.- las dos me quedaron mirando y sabía que si eso continuaba, descubrirían lo que me pasaba… Edward.- ¿Y a qué hora empezamos?- les pregunté lo primero que vino a mi mente.
-Pues, son exactamente las 10:05 am, así que comenzaremos a las 10:15 am mientras preparamos todo.- las tres nos seguimos mirando en silencio, hasta que Alice lo rompió- Vamos, chicas. En marcha. Tenemos mucho que hacer y ya quiero empezar. ¡Qué emoción!- diciendo esto, salió corriendo rumbo a su auto y al de un minuto, regresó con una caja mediana en manos. Siguió su camino de frente a la escalera. Rose la siguió al siguiente segundo y yo lo hice poco después. Subí lentamente. ¿Una tarde? Para mí, serían años.
…
Mi “tortura” comenzó con un intento de baño relajante. La imaginación de Alice podía volar muy alto. Cuando le dije que si planeaba que todas tengamos un baño con esencias y sales, sería imposible porque yo no tengo bañera sino ducha. Ella lo pensó un rato y luego se puso de pie directo a mi cuarto de baño. Se la pasó fregando y fregando la ducha y luego la llenó con toda el agua que cabía, ya que mi ducha estaba separada del retrete por un pequeño muro de 20 cm, por lo que llenó de agua esos 20 cm, o casi, ya que si lo llenaba al tope, el agua se rebalsaría cuando entremos. Así, Alice consiguió lo que quería de una manera poco común, pero al menos no mandó a que le trajeran una bañera y la colocaran en mi baño.
Lo que le siguió, y en eso estamos AÚN, fue la manicura y la pedicura. No sabía cómo ambas podían aguantar tantas horas masajeándose, limándose y pintándose las uñas de las manos y los pies. Yo estaba por decirles que lo sentía pero ya no soportaba, que quería llamar a Edward. No sé qué expresión tenía en el rostro, pero Alice se dio cuenta de que algo no iba bien.
-Bells, ¿qué sucede?
-Nada. ¿Por qué?
-¿Cómo que por qué? Se nota a leguas que no te estás divirtiendo. Sé que hacer esto nunca fue tu actividad favorita, pero siempre lo disfrutabas. ¿Algo va mal?
-No, es que…- no sabía cómo seguir. Lo único que quería todo el tiempo era estar con Edward. Sentía que si me separaba de él, no lo volvería a ver, o se iría sin mí a algún sitio lejano.
-¿Es por Edward, verdad?- intervino Rose.
-Lo siento, pero… sí. No tiene nada que ver con ustedes, es solo que…
-Tranquila, lo entendemos. Hasta hace un tiempo, no la estaban pasando tan bien que digamos. Es lógico que ahora quieran pasar juntos todo el tiempo. Pero es que Rose y yo te extrañábamos también y planeé esto.
-Y aprecio mucho que me incluyan en sus planes, en verdad. Lo que pasa es que, cuando no estoy con él, siento como si algo hará que siempre estemos alejados, no lo sé, una fuerza que va en contra de lo que sentimos el uno por el otro, esa fuerza que hizo que nos separáramos 2 veces… tengo miedo.- confesé en voz baja. Ambas se acercaron a mí y me abrazaron. Yo les respondí el gesto y nos quedamos así un tiempo. Después, se separaron poco a poco, pero Rose se quedó aferrada a mi mano.
-¿Quieres hablar de ello?- preguntó Alice. Yo solo asentí- ¿Cómo les está yendo hasta ahora?
-Pues… supongo que es como antes. Él es muy cariñoso conmigo y me dice siempre que me ama, aunque yo no le respondo… es que me da un poco de vergüenza. Espero que me entiendan…
-Claro que sí. También te costó decirlo antes.- dijo Alice, cortándome- Entonces, ¿todo está perfectamente bien?- dudé en responder afirmativamente, pero lo hice.
-Uhm… sí.
-Ah, ah. Algo va mal. Ese sí no sonó como un “SÍ”.- no sabía qué decirle. Si seguía con esto, tenía que decirles cuál era mi verdadero problema. ¿Creerían que soy una aguantada pervertida?
-No intentes ocultarle nada a Alice. Al final, te sacará todito. Te lo digo por experiencia.- me aconsejó Rose.
-Y tú también lo sabes, Bells. Pasábamos horas hablando de tu relación con mi hermanito. Me contabas todo… y cuando digo todo, es TODO. Con detalles.
-¿Y no me daba vergüenza?- pensé en voz alta.
-Obvio que sí, pero puedo ser muy persuasiva e insistente, así que suelta de una vez. No me iré hasta que me cuentes.- tal vez no sería mala idea que le contara. Quizá hasta me ayude en solucionar mi inconveniente.
-Ok. Digamos que mi relación con Edward está… inactiva.- ambas me miraron algo confundidas.
-¿Inactiva?- preguntó Rose.
-¿Hablas de inactiva, inactiva…?- decía Alice, pero terminé por ella.
-Sexualmente.- dije por fin.
-Oh.
-Ah.- como ya había empezado, decidí continuar.
-Y no entiendo por qué. Yo nunca le he dicho que no quiero o que no me siento lista, o cosas así.
-Entonces, eso quiere decir que tú sí quieres, ¿pero él no?- preguntó Alice sorprendida. ¿Sorprendida?
-Sí… supongo.
-¿Supones?- me presionó.
-Es que… digamos que en un momento nos besamos y eso se va intensificando más y más, llegamos a las caricias, cada vez más allá… pero cuando pienso que vamos a hacerlo, él solo se detiene y… ya. Luego, cambia de tema hacemos cualquier otra cosa. Hoy, de hecho, pensé que por fin lo haríamos, pero me dejó… ya saben.
-¿Edward, mi hermano, te dejó con ganas?- preguntó Alice con voz más alta.
-No lo digas tan fuerte. Mis padres pueden llegar y escucharte.
-Lo siento. Es que no puedo creerlo. ¿Mi hermano? Pero si se nota a millas que quiere eso contigo. ¿Estás segura? ¿Y han hablado de esto? Tal vez, él piense que tú no te sientas preparada y por eso se detiene.
-Pero yo nunca le he dicho eso. Nunca lo detengo.
-Bella, mi hermano siempre suele deducir cosas que según él son correctas, pero no lo son. Mira lo que hizo hace un tiempo. Pensó que ya no lo querías en tu vida. ¿Y fue cierto? No. Yo creo que es eso. El muy tarado piensa que tú aún no quieres dar ese paso, que por cierto ya dieron hace mucho tiempo, y por eso se detiene.
-¿Tú crees?
-Pues, sí.
-Estoy con Alice. A veces, Edward puede ser todo, menos sensitivo. Siempre cree lo que no es correcto. Es lamentable eso.- intervino Rose.
-Entonces, ¿cuál es el plan?- me pregunta Alice.
-¿Plan?
-Ajam.
-Uhm, no tengo ninguno.
-¡Ay, Bella!- Alice pone una expresión de decepción falsa- ¿Qué dices, Rose? Esta chica necesita ayuda, pero ya.
-Tienes razón. Hay que darle a entender a Edward que Bella está más que dispuesta y que ha sido más que tonto.
-Exacto. Y ya se me está ocurriendo algo.
-A mí también.- ambas se quedaron mirándose con una sonrisa que daba miedo. Luego, se volvieron a mí.
-¿Serás capaz de hacer todo lo que te digamos?- me estaba poniendo nerviosa. Pero era lo que quería ¿no?
-Sí.
-Ok. Manos a la obra. No tendrás que esperar más mi querida amiga. Hoy mismo tendrás lo que tanto deseas… y luego nos contarás qué tal te fue.- Rose y Alice rieron bajito.
Vi cómo las chicas se movilizaban. Rose se encargó de vaciar mi clóset, según ella buscando las prendas adecuadas y Alice se la pasó llamando a no sé quiénes. Al de un rato, me explicaron lo que harían. Rose había escogido un conjunto de shorts cortos y un polo de tiras negros; me los tendría que poner. Les dije que me moriría de frío, pero Rose me dijo que para eso estaba el sistema de calefacción; subirían la temperatura para no caer enferma de un resfrío. Alice se había encargado de mis queridos padres. Llamó a un restaurante de Port Angeles y reservó una mesa para dos, para esta noche. Luego, le compró un vestido y zapatos a juego a Reneé vía internet y se los envió a su trabajo. El remitente: yo. Junto con esas cosas, le mandó una nota donde le hacía saber que hoy tendría una cita con mi padre en el restaurante indicado, como regalo de mí para ellos, por su amor incondicional y más cosas que Alice había incluido en la nota. Lo mismo le mandó a mi padre. De esa manera, me dijo Alice, ya se había deshecho de mis papás, los únicos que podrían impedir mi oportunidad hoy. Mientras me decían todo esto, mi cara pasaba de la sorpresa al agradecimiento. Estas chicas juntas eran imparables, y todo lo estaban haciendo por mí. Claro, siempre me recordaban que les contaría todo mañana mismo. Y que no olvide que Edward tenía que regresar a casa a las 10:00 pm, ya que mis padres volverían a eso de las 11:00 pm.
Luego de explicarme las cosas, me trataron peor que barbie. Hacían conmigo lo que querían. Me cambiaron, cepillaron mi cabello, me maquillaron naturalmente y hasta me aplicaron crema en brazos, piernas, estómago, hasta en mis senos. Fue embarazoso, pero ella me decían que eran mujeres y que era normal, y que además no eran lesbianas y estaban más que satisfechas con sus hombres.
A eso de las 3 pm, ya todo estaba listo. Alice se encargó de llamar a los chicos y cuando estos llegaron, no hicieron que Jasper y Emmett pasaran, me desearon suerte, salieron por la puerta rápidamente, antes que los susodichos se entrometan y me vean en shorts y polo de tirantes y escuché 2 motores de autos alejarse. Como lo habíamos planeado, me recosté en uno de mis sofás de la sala, levanté las piernas descubiertas y las crucé recostándolas en el reposa brazos del sofá y fingí estar leyendo un libro.
Sentí la puerta cerrarse lentamente. Se suponía que ese era Edward… pero no dijo nada. Ni un “hola”… nada. Por ello, bajé el libro y eché una mirada. Ahí estaba él por fin, pero no me miraba a mí… bueno, no miraba mi rostro, sino mis piernas. Sonreí para mis adentros y las moví un poco. Me senté logrando su atención y él pasó sus ojos a los míos. Pero nada. Ni una palabra. Así que, empecé yo.
-Hola, Edward.
-H-hola, cariño.- dijo carraspeando un poco.
-Ven. Siéntate conmigo.- lentamente se dirigió hacia mí. Se sentó a mi costado, aunque a una distancia considerable. Yo lo quería más cerca. Pasé mis piernas por su regazo y las crucé, como las tenía antes. Subí un poco el libro e hice como si estuviera leyendo- ¿Y qué hicieron tú y los chicos hasta hace un rato?- pregunté fingiendo no tener mucho interés en ello.
-B-bueno… fuimos a la casa de Emmett a… jugar al billar.- estaba nervioso. Sus muslos estaban algo tensionados y su voz… su voz temblaba. Iba bien.
-Ah. ¿Nada más?
-Vimos… TV.
-¿Y se divirtieron?
-… Algo.- se quedó en silencio. ¿Y ustedes qué hicieron?- al momento en que terminó su pregunta, sentí el tacto de uno de sus dedos recorrer una de mis pantorrillas. Esa sola caricia, produjo que me calentara… ¡Dios! Creo que después de todo, sí soy una pervertida aguantada. Traté de controlar mi voz.
-Bueno, lo mismo de siempre.- Edward colocó su palma completa sobre mi pierna y fue subiendo. Mi pulso se aceleró.- Tomamos un baño relajante…- su mano subía y bajaba lentamente- Nos hicimos la manicura y la pedicura, que duró una eternidad y... conversamos un momento.- si seguía hablando, mi voz saldría distorsionada.
-¿Y las películas?- tenía que hacer algo, sino se daría cuenta de que su toque me estaba afectando enormemente, y se suponía que tenía que ser al revés. Entonces, bajé el libro y vi que él tenía la vista en mi rostro. Nuestras miradas se encontraron y le dediqué una sonrisa. Luego, me corrí hasta su sitio y me senté en su regazo. Escuché claramente cómo sus latidos se alteraban. Bien.
-Pues, no aguanté estar más tiempo sin ti, y les dije que lo dejáramos para otro día.- recosté mi rostro en su cuello y le di besitos alternados. Su pulso, sobre el cual tenía mis labios, se aceleró.
-¿Ah… s-sí?- su voz casi se había quebrado.
-Ajam.- mis labios se paseaban saboreando su piel. Él colocó una de sus manos sobre mi cintura. Estaba yendo bien.
-Bella…- susurró.
-¿Sí?
-No hagas eso.
-¿Qué cosa?
-Eso… con tus labios.- los alejé de su cuello pero no levanté la cabeza.
-¿no te gusta?
-Sí… sí me gusta… demasiado. Pero creo que si sigues…- no dijo más.
-Si sigo, ¿qué?
-Si… si sigues… querré hacer algo que tú no.
-¿Y qué cosa es esa?- volví mis labios a su cuello, repartiendo no solo besos, sino mordiscos y lametones por todo el contorno de este. Alcé mis manos, soltando el libro que cayó no sé dónde, y las enterré en su cabello.
Él no respondió, así que yo seguí con mi faena. Moví mis piernas, colocándolas a ambos lados de sus muslos; con una mano, cogí la suya y la puse sobre mi muslo izquierdo, y me senté completamente en su regazo. Hasta este momento, su pulso ya parecía ir a la velocidad de los aleteos de un colibrí.
-Bella… por… favor.- él apretó su mano en mi muslo y eso me hizo excitar más. Ya me sentía mojada y debajo de mí, sentía un bulto cada vez más grande.
-¿Qué?
-No sigas… por favor.
-No quiero.
-No te quiero… obligar a hacer… algo que no… quieres.- Edward no podía controlar su voz. Esta salía quebrada y con una agitación palpable.
-No me obligarás a hacer nada que no quiera.
-Bella…- pero si no será tan terco. Decidí cambiar el rumbo de mis actos. Me haría la chica rechazada. Preparé mi expresión y me alejé de su delicioso cuello.
-Edward… ¿es que no quieres?- mi voz salía en un hilo, para hacerlo más creíble.
-¿Eh?- me miraba confundido.
-Yo quiero estar contigo… y tú me rechazas… ¿por qué? Ya no me deseas, ¿verdad?- hice ademán de levantarme, pero él me detuvo.
-Bella, no. Yo…
-Está bien, no hay problema. Si no querías, me hubieras dicho.- Forcejeé contra sus brazos, pero él no me soltó.
-No, no. Yo pensé que tú no…
-¿Pensaste qué? ¿que no quería?
-Es que tú…- lo corté.
-Yo nada, Edward.- coloqué de nuevo mis manos en sus cabellos y suavicé mi voz. Ya estaba bueno.- ¿Por qué se te ha pegado esa manía de especular y colocar palabras y pensamientos que yo no quiero decir ni pensar?
-¿Entonces…?
-He estado deseando tenerte así… he deseado… hacer el amor contigo… pero tú siempre te detenías y pensé que…- bajé mi mirada con un poco de vergüenza fingida. Él me tomó de la mejilla y me subió el rostro- Yo… te necesito, Edward.- mis manos masajeaban sus cabellos y enterraba mis manos más en ellos. Mi rostro se pegó más al suyo y mi voz se convirtió en un susurro- Quiero sentirte… te quiero… en mí.- Eso fue todo. Se lanzó a mis labios y por fin podía celebrar mentalmente mi triunfo. Cuando nos hizo falta el aire, alejamos nuestros labios, mas no nuestros rostros.
-¿Soy yo o está muy caliente aquí?
-Está muy caliente aquí… pero eso se puede arreglar.- sin despegar nuestros rostros, desabotoné su camisa y se la saqué. Tenía frente a mí a su glorioso pecho… desnudo. Se me hacía agua la boca. Pero me sentía muy tapada ahora. Así que…- Y ahora que lo dices, sí que hace calor.- cogí mi polo de los extremos y me lo saqué por la cabeza. Ahh, ahora sí. Edward colocó sus manos en mi cintura e hizo figuras en mi piel. Rodeé su cuello nuevamente y acerqué mis labios a los suyos. Este beso fue más intenso y salvaje. Las manos de Edward subían y bajaban hasta llegar a mis muslos, los que apretaba y masajeaba. Yo estaba jadeando y me sentía aún más húmeda. Sus manos llegaron a mis pechos y se quedaron mucho tiempo allí, pero no me quitaba el sujetador. ¡Ay, hombres! Lo hice yo. No podía esperar más… no quería. Lo necesitaba ya. Él se dio cuenta de mi desespero y llevó sus manos a su cinturón y lo soltó. Siguió con su bragueta, el cual abrió y se quitó los jeans.
Ahora solo nos separaba mis shorts y sus bóxers. Cuando me disponía a deshacerme de mi última prenda, ya que no llevaba bragas, perdí el control de mis brazos y todo mi cuerpo cuando sentí sus labios en mis pechos. ¡Dios! Era aún mejor que en mis sueños. Besaba, mordía, lamía mis senos y los masajeaba con sus suaves manos. Al de un rato, empecé a sentir nuevamente mis brazos y piernas, así que dirigí mis manos hacia abajo. Juro que no quería llegar ahí. Yo quería quitarme los shorts, pero mis traviesas manos no fueron a parar a mi prenda, sino a la suya… ahí. Al sentir mi tacto, Edward jadeó fuerte, así que cambié mis planes. Agarré totalmente su dura y prominente erección y la masajeé como en mis sueños… de arriba abajo. Él comenzó a gemir y yo me aproveché de ello. Mordía sus labios, ronroneaba sobre ellos, mientras seguía masajeando su miembro. Sus gemidos se fueron haciendo más constantes y yo quería más. Froté mi entrepierna sobre su miembro, lo cual hizo que Edward gimiera más alto, al igual que yo.
De repente, él quitó mis manos y se deshizo de sus bóxers a una velocidad increíble. Acto seguido, hizo lo mismo con mis shorts. NO había nada entre nosotros, solo nuestra piel. Sus manos volaron a mis caderas, pero no se quedaron allí. Una se dirigió a mi baja espalda y la otra bajó pero por la parte delantera. Cuando sentí sus dedos ahí, creí que iba a desfallecer. Eché mi cabeza hacia atrás y él aprovechó eso para apoderarse también de mi cuello, el cual lamió sin pudor alguno. Sus dedos se adentraron en mi feminidad y yo sentía que iba al cielo. Gemía y gemía. No paraba de hacerlo, y al parecer a él le encantaba eso.
-Me encanta cómo hueles… eres tan… ¡Dios!- mis manos ya se habían apoderado de su miembro y lo masajeaba con más intensidad. Sus dedos se adentraban más en mí y yo aceleraba el movimiento de mis manos. Nuestros gemidos se convirtieron en gritos, hasta que… silencio. Solo se oían nuestros jadeos y el repiqueteo de nuestros corazones, luchando por calmarse. Mas, no era suficiente.
Mis labios se unieron a los suyos… por milésima vez.
-Te amo, Bella… te amo.- susurró sobre mis labios. Era el tiempo.
-Y yo a ti.- en ese momento, abrí mis ojos, hasta ahora cerrados. Él me miraba.- Yo también te amo, Edward… más que a nada en el mundo.- Una sonrisa se formó en sus labios y sus ojos brillaron hermosamente- Pero también te deseo… no sabes cuánto.
-Yo creo que sí.- él tomó su miembro y lo frotó en mi entrada. Me estaba buscando… y me iba a encontrar. Como había vuelto a cerrar los ojos por la sensación de esa parte que tanto quería dentro de mí, cuando abrí los ojos, me sentía otra. Una parte de mí salió a la superficie y se apoderó de todo mi ser. Quité su mano de su miembro y lo tomé yo. Ambos nos mirábamos a los ojos. Mi lengua cobró vida y lamió sus labios. Él comenzaba a jadear de nuevo y yo ya no podía aguantar más. Guié su miembro a mi entrada y lo hundí en mí. Nuestro contacto visual nunca se rompió y así un sonido gutural salió de nuestros labios, los que se unieron sin poder evitarlo. Edward apretó sus manos en mis caderas y me impuso una velocidad, pero yo no quería eso. Iríamos a mi ritmo. Quité sus manos y las coloqué en mis pechos. Al instante, él los masajeó y pellizcó mis pezones, excitándome aún más, si era posible. Mi mano derecha bajó por su pecho, hasta colocarse ahí donde nuestros cuerpos se unían.
Más.
Mis movimientos se hicieron más rápidos y profundos. Mis manos se apoyaron en sus hombros, para adquirir fuerza al impulsarme. Cada vez sentía su miembro más dentro de mí y eso hacía que gritara su nombre cada vez más fuerte y él, el mío.
-¡Bella… Dios santo! Sigue…- le hice caso, pero aminoré mi velocidad, lo cual no le agradó mucho- no… no… hazlo rápido…
-¿Te… gusta rápido, eh?
-Lo sabes… y no me… provoques.
-¿Y si lo hago… qué?- él abrió sus ojos, y se encontró con los míos, que no se habían cerrado en ningún momento. Ahora, el color de sus orbes se habían oscurecido completamente, y en su rostro se formó una sonrisa… que me hizo humedecer más. Ya casi sentía que mis líquidos caían por mis muslos y se perdían en la entrepierna de Edward.
De pronto, me vi recostada en la alfombra y Edward sobre mí.
-Ahora… sabrás lo que… sucede cuando… me provocas.- sentía la adrenalina fluir en mi sangre sin control. Y si no me equivocaba, sabía lo que me esperaba… y estaba más que ansiosa por recibirlo. Mordí mis labios y hasta pude sentir cómo mis ojos se oscurecían. Él también me miraba… como a una presa que quería cazar… bueno, en este caso, follar.
Entonces, lo sentí. Sus arremetidas eran fuertes y profundas. Me estaba llevando nuevamente al cielo. Yo no paraba de gritar su nombre y él gemía en mi oído. Colocó sus manos en mis nalgas y las levantó, haciendo aún más profundas sus estocadas. Mi cuerpo empezaba a temblar por la intensidad de las sensaciones que estaba sintiendo. Mis ojos se cerraban, pero no quería hacerlo. Quería terminar mirando sus ojos. Pero no resistiría mucho tiempo. Así que bajé una de mis manos hacia su masculinidad y desviándome más abajo, cogí sus testículos, que gritaban por ser atendidos. Los masajeé y los apreté a mi antojo. Eso hizo gemir aún más fuerte a Edward, que aceleró sus movimientos y los intensificó. Casi sentía su miembro en la garganta. Me estaba volviendo loca de placer.
-¡Dios! Edward… más fuerte… ya casi…- gritaba como demente, pero él me obedeció. Juro que empecé a ver todas las constelaciones existentes en el cielo. Él apretaba aún más mis nalgas, como signo de que también estaba a punto de llegar al clímax. Cinco estocadas después, ambos gritábamos a todo pulmón. Dios quiera que los vecinos no hayan escuchado nuestros gritos. Aunque eso era lo que menos me importaba ahora. Después pensaría en ello.
Sentía que mi alma estaba a punto de separarse de mi cuerpo. Me sentía exhausta, pero más que satisfecha… por ahora. Esto aún no terminaba… y teníamos horas para disfrutar el uno del otro.
Edward acarició mis mejillas y me miraba intensamente… con amor, ese sentimiento que yo también sentía.
-Te amo tanto, Bella. Y esto… fue simplemente… increíble. No tienes ni idea de cuánto llevo deseándolo.
-Créeme… te sorprenderías si supieras desde hace cuánto llevo esperando yo. Pero no es suficiente para mí.- una sonrisa se extendió en su rostro.
-¿Ah, no?
-Nop. Tenemos horas y horas, así que… quiero aún más.
-Y yo también. Pero, ¿y tus padres?
-No te preocupes. Ellos no llegaran sino hasta las 10 ó 11 pm. Se dieron una escapadita… ya sabes, para recordar viejos tiempos.
-¿Entonces, te tengo solo para mí toda la tarde?
-Y parte de la noche.- sus labios fueron hacia mi cuello, y dejaron besos cortitos en él.
-Uhmmm… me encanta esa idea. Ah, y una cosa- levantó la cara- nunca me cansaré de ti… nunca.
-Demuéstramelo.
-A sus órdenes. Pero de ahí no te quejes.
-Nunca.- colocó sus manos nuevamente en mis nalgas y me levantó. Recogió nuestras prendas, que yacían regadas en toda la sala y así unidos aún, nos dirigió hacia el segundo piso… mi habitación. Ahora sí deseaba que las horas parecieran años.
Holaaaaaa chicas... me tardé mucho? a k no? sorry si así fue...
espero k les haya gustado el cap... esta vez no termina como k en un suspenso k cause furor por el prox cap... así k espero sus comments para k me digan cómo está yendo hasta ahora el fic okz... weno, nos leemos pronto okz byeeeeee se me cuidan toditas okz...
Lyhaane.
Un agradecimiento a: Vampiressa, Jazz_666, Kriss, Marie10, Maacri_Cullen, Lolovampira, Silmo, Rosiecullen y Rosemarycullen.... yy gracias tb a las chikas k no dan señales de vida, pero k están ahí... gracias por seguirme y por sus comments...Silmo, no me llegó tu pm... hasta ahora no he recibido nada... ahahaaha siii espero k aciertes... nos leemos byeeeeeeeeeeee yyy muchas muchas gracias por tu comment....
ufff... pobre Edward no creen??
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