Pov Gianna.
Renata y yo llegamos a la gran sala en la cual estaban todos presentes. Por primera vez no quise recorrer con la mirada a la guardia; no me quería encontrar con su rostro, el de Demetri. Tenia que aprender a vivir sin el, tenía que olvidarle por completo, ya que su rechazo, sus cambios de personalidad me hacían daño. En cuanto me vio Aro se levanto de su trono y vino hasta mi, Renata se despegó de mí y se coloco entre los tronos de Marco y Aro. Este venía hacia mí con cara de preocupación, ¿tal vez me hubiese escuchado llorar? Poco a poco le iba cogiendo cariño a Aro; pero me seguía extrañando su comportamiento. Yo nunca había tenido una figura paterna en mi vida; siempre me había cuidado sola, pero la actitud de Aro me agradaba. Este se acercó a mí y acunó mi rostro entre sus manos.
- Mi dulce pequeña - dijo con cariño - ¿que te ocurrió? ¿te encontrabas mal?
Vacilé por unos momentos, pero al final le contesté
- Para que mentirte - dije intentando sacar una sonrisa - si... pero ya estoy mejor
- Me preocupas Gianna; no me gusta verte así, ¿quien te hizo llorar? - dijo mirando a Demetri
- Nadie, nadie tiene la culpa, solo la tengo yo. Pero no pasa nada; ya esta solucionado - y lo que decía era verdad, ese dolor que sentía muy pronto se iría; ya que había tomado la decisión correcta
- Mi Gianna... - dijo mientras me acariciaba la mejilla
- Gracias por preocuparte Aro
Y en ese momento me salió del alma; le di un beso en la mejilla; el intentaba ayudarme, intentaba ser un padre para mi; el ya había visto lo mal que lo había pasado, e intentaba hacerme olvidar el pasado y por así decirlo feliz. Este se sorprendió ante mi gesto, yo lo único que hice fue sonrojarme, ¿y si había hecho mal?
- Lo siento si te molestó... - dije agachando la cabeza
Aro con una de sus frías manos subió mi rostro para poder encontrarme con su mirada.
- No permito tus disculpas - dijo mientras me sonreía - ahora ve y colócate al lado de Renata, que al parecer os habéis hecho grandes amigas, y eso me gusta. - dijo mirando a Renata - enseguida vendrán Heidi, Jane, Santiago, Félix y Alec.
- De acuerdo - dije mientras me separaba de el
Mientras que iba caminando hasta los tronos me di cuenta de que Sulpicia y Athenadora no estaban presentes. Mire confundida a Renata. Cuando llegué a la posición que me indicó Aro le pregunte el porque de su ausencia; pero justamente cuando iba a abrir la boca para preguntarle ella me cortó
- Ya se lo que me vas a preguntar... y yo también debo decirte que me parece extraño, pero no tanto como aparenta... creo que se los motivos
- ¿Y cuales son?
- Yo creo que debería decírtelos luego, ¿no crees? - dijo con una sonrisa
Entonces aparté la vista de ella y me centre en los demás; había algunos que estaban escuchando nuestra conversación, y el primero de ellos era Demetri, este en cuanto me vio apartó la mirada de mi, parece que el había captado el mensaje, mejor así.
- Tienes razón - dije mientras la volvía a mirar
Pasaron los minutos y yo todavía seguía de pie, me estaba cansando, los demás estaban como estatuas en su sitio, mirando al frente, y yo ya no sabía lo que hacer.
- Tranquila Gianna - me dijo Marco sin ninguna expresión - ya vienen, están entrando al castillo
- Ya era hora - dije en un susurro
Ante mi comentario Marco sonrió. Era vez que le veía una sonrisa en la cara; siempre estaba aburrido.
Por unos momentos le mire incrédula hasta que sentí como las puertas de la gran sala se abrían. En la gran sala entraron todos; Heidi, que ni siquiera me miró; Jane, me miró con indiferencia; Félix que me guiño un ojo, en ese momento las palabras de Renata pasaron por mi cabeza ''se lo que sientes por Demetri, yo también siento lo mismo por Félix'' mire por el rabillo del ojo a Renata; su mirada estaba centrada en Félix. Seguido de este entro Santiago; cuando le vi mi corazón dio un pequeño vuelco y ante ese vuelco a mi cabeza vino mi sueño, y con el un escalofrío, este me miro con adoración. A decir verdad le había echado de menos, lo menos que puede hacer fue dedicarle una de mis mejores sonrisas, y el último en entrar fue Alec. Su rostro era el más angelical que había visto, un rostro lleno de ternura, de dulzura y de inocencia; sabía que tenía trece años, pero aparentaba dieciséis, algo dentro de mi me hizo reaccionar, fue como una brisa de aire fresco. Me le quede mirando durante unos segundos; este se dio cuenta de mi mirada y también me miró; en el había una expresión extraña; pude notar como una conexión se entrelazaba ante nuestras mirados; algo dentro de mi quería protegerlo, cuidar de el... apenas había cruzado cuatro palabras con el, pero era un sentimiento tan fuerte. Pude ver como Aro hablaba con Jane, pero no le hice caso, mi mente estaba en otra cosa, en la dulzura de Alec. Podía sentir que el también había sentido algo extraño al mirarme, lo intuía, seguimos mirándonos hasta que Alec desvió la mirada y se centro en Aro. El hechizo se apagó, desperté de esa mágica conexión. Por un momento, al mirar a Alec se me olvido todo el dolor que sentía, y eso lo agradecía. Aturdida mire a Santiago, este estaba con la mirada perdida en alguna parte, pero parecía que estaba dolido, ¿por que sería?
- Me alegra teneros de nuevo a mi lado - dijo Aro con una sonrisa - tal vez tengáis sed, ¿no?
- La verdad es que si amo - dijo Jane
Pude ver como Heidi se adelantaba un paso, esperando las palabras de Aro, pero este en vez de mirarla me miró a mi.
- Querida ven por favor - me dijo alargando una de sus manos - ¿Si? - dije mientras me colocaba a su lado
- ¿Por que no haces tu el trabajo de Heidi?
Del pecho de Heidi nació un leve gruñido, estaba molesta y confundida
- ¿Por que ella? - preguntó Jane
- Querida mía - dijo Aro con una sonrisa - no sabéis lo que os habéis perdido. Gianna sabe perfectamente escoger a nuestras victimas; verdaderamente una delicia; y a decir verdad conseguía más turistas que Heidi...
La cara de Heidi era todo un poema; la habían humillado en público; tenía que hacer algo, yo no quería tener otra enemiga más
- Aro - dije interrumpiéndole - creo que es mejor que lo haga Heidi, lo mío fue pura suerte. Prefiero que lo haga ella; ya sabes como sentí cuando lo hice... no me gustaría estar de nuevo en esa situación, aunque si tengo que hacerlo lo haré; pero es el trabajo de Heidi
- Entiendo... bueno Heidi, ve y haz tu trabajo - dijo Aro resignado
Heidi me miro llena de rabia, perfecto... otro problema más que añadir a mi vida. Heidi se fue dejando un profundo silencio.
- Es mejor que me vaya; ¿alguna cosa más antes de irme? - dije mirando a Aro
- No querida, te puedes ir a casa. Te veré mañana; y por favor Gianna no me hagas sufrir, ¿quieres? - dijo mientras me dedicaba una sonrisa. Yo ya sabía a que se refería.
- Descuida Aro - dije mientras le guiñaba un ojo.
Mientras iba caminando hacia la salida pude sentir una mirada nueva sobre mi, la de Alec.
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