Había dormido como nunca, creo que tenía tiempo sin dormir así, estaba emocionada, frenética y feliz, esa es la palabra más importante, el dolor de espalda había cesado por completo, la herida seguía allí pero no molestaba, Edward Cullen no sólo sanaba heridas sino, corazones sin ánimo al amor. Todavía no sé si creer en lo envolvente de sus palabras, su melodiosa voz me atrapaba, es una adicción; su olor y mirada podrían matarme, no quería levantarme de mi cama, pretendía seguir idealizando mi existencia junto a la de él, no me alcanzaría la vida para cumplir tantos deseos que tengo junto su ser.
La hora de levantarse ya se estaba pasando, estaba sin ganas, corrí al baño para la ducha del día, esta vez decidí peinarme, peine mi cabello y me realice una cola de caballo alta, hoy hasta ganas de cepillarme el cabello tenía, tarareaba una canción mientras lo hacía, me coloque perfume, en fin estaba haciendo lo que las chicas comúnmente hacen. Mi madre estaba hablando fuerte en la sala, parece que llegó alguien, tal vez si era su adorada vecina.
- Hija tienes visita- gritó Renee desde el piso de abajo.
- ¡Voy!- grite. ¿Quién sería ahora?¿Edward?, vino a buscarme, baje corriendo de la emoción, al llegar a la sala, estaba alguien que no esperaba, no podía creer el descaro de este personaje, él estaba al tanto de mi desprecio hacía el, Black estaba parado en todo el centro de mi salón, vestía jeans, chaqueta impermeable negra, sacudiéndose las gotas de lluvia que llevaba en su cabello, me miró con su sonrisa fatal, la misma que le dedicaba a las porristas en cada juego de baloncesto, futbol o cualquier deporte donde hubiera minifaldas y gritos de guerra tontos, yo ni siquiera lo detalle, de sólo ver su ego paseándose por mi casa me provocaba nauseas.
- Hola Bella, ¿cómo amaneciste?- dijo sonriéndome.
- Bien. ¿qué demonios haces aquí Black?- dije frunciendo el ceño.
- Isabella por favor no seas mal educada con el vecinito, mira que vino a saber cómo te encontrabas- dijo mi madre observándome con esa mirada que yo tanto odiaba.
- Disculpa, estoy bien, gracias. Me imagino que ya te vas- dije tratando de evadirlo.
- No me voy, al contrario, me ofrezco como tu acompañante a la escuela, es para que no llegues solita, además al contrario a ti, tú me caes súper bien.
- Ni creas que llegare contigo Black, estas pero? erróneo en la vida- baje las escaleras para murmurarle cerca.
- Vamos, mira que tu mamá te está viendo- guiño un ojo.
- OK, déjame buscar mi bolso y nos vamos- dije sin más remedio que la resignación.
Subí a mi habitación a buscar a mi bolso, estaba tirado en el suelo, de sólo pensar que el tal Black, se estaba portando amable conmigo pero no pretendía aguantarme su rol de ?chico egocentrista?, si lo rechazaba, mi madre me juzgaría por ser tan mal educada, sabía cómo iba a reaccionar y no quería escuchar el sermón, me prepare, lista para irme, él seguía allí parado cerca de la puerta de mi casa. Tomamos el autobús escolar, estuve tentada a sacar de mi bolso el Ipod, sin embargo seguiría quedando como una grosera, me sentía culpable porque en realidad no lo estaba escuchando, hablaba sobre el equipo de baloncesto y el de futbol, además de las elecciones para el consejo estudiantil y de muchas cosas que para mí no tenían la significante relevancia.
Al llegar a la secundaria, todos, absolutamente todos notaron la herida en mi frente, me miraban como experimento de laboratorio, es más, me sentía como el primer día de clases, Black se alejo de mí por unos instantes para reunirse con su sequito, en ese momento vi a mis compañeros, estaban Melisa, Jessica y Ángela en uno de los casilleros, estaban observando fotos, Ben hablaba por teléfono y Mike charlaba con una chica del centro de estudiantes, ni se percataron de mi presencia, al voltear todavía Black seguía con su grupo, se estaban riendo no se dé que. Me acerque a los chicos, la primera que logro verme fue Ángela, en el cabo de unos segundos ya estaba rodeada con el más fuerte de los abrazos, después se unieron Ben y Mike, esos mimos jamás los olvidaría porque sé que venían del corazón.
Seguí con ellos hacia la clase de matemáticas, me sentía feliz, pero los números no me emocionaban, ale entrar al aula estaba llenos como siempre nos sentamos todos en el centro del salón, gire la cabeza hacia la izquierda del salón y se encontraba Edward Cullen, con una apariencia solitaria, inspiraba tristeza pero a la vez terror, debido a esa mirada de asesino en serie nadie se le acercaba, la clases se torno interesante, el profesor resolvía un logaritmo neperiano, esta vez deje que Edward fuera el centro de atención, me concentre en mi clase, el profesor tendía a confundir iba demasiado rápido y todos copiábamos sin cesar.
Salimos de la clase, las chicas no se separaban de mí, Ben seguía con su conferencia por teléfono y Mike con la chica del centro de estudiantes, creo que quiere inscribirse en la campaña estudiantil, entonces Edward me tomó del brazo con una mirada fija hacia mi rostro, este chico todos los días, colocándose lo que sea, para mí es el meas encantador y galante.
- Hola Bella, te ves mejor que anoche- dijo con su mano sosteniendo fuerte mi brazo.
- Si, tu visita me hizo sentir muy bien, gracias- dije haciendo una mueca con la boca.
- ¿A qué hora sales hoy?- preguntó con una sonrisa.
- Al mediodía. ¿Por qué?- fruncí el ceño.
- Bueno, te hare una propuesta extraña. Sí te digo que no entres a clase, ¿qué dirías?- su tono se torno serio.
- Wow, si es extraño, no debería, suena a ilegal- solté una risita.
- Está bien, no estás obligada a hacerlo, bueno nos veremos mañana- dijo con una seña de despedida.
Yo gire hacia el gimnasio, tenía deportes, cuando ví la hora, me di cuenta que iba tarde, otra vez, corrí lo mas que pude, al asomarme por la ventanilla, me fije que ya había empezado la clase, tome la manilla de la puerta, y me quede pensando en lo que dijo Edward, solté la manilla y volví a correr hacia él, pero no se encontraba en el pasillo, fui a ver a la entrada del recinto, y allí estaba, al mirarme se quedo atónito, no podía creer que no entre a la clase.
- Bella ¿te fugaste?- dijo mirando sorprendido.
- Así parece- dije nerviosa.
- Entonces vámonos- me tomo de la mano pero al mismo tiempo me soltó, alguien había aparecido para arruinar el momento.
- Bella, ¿Qué estás haciendo?- dijo Black tomándome del brazo, estaba furioso.
- Me voy. Dije sin descaro.
- No puedes hacerlo, ¿piensas fugarte de clases?- su tono subía aun mas.
- Suéltame Jacob, ya basta. Te dije que me voy, y sé que es ilegal, pero no me importa- solté una risita.
- ¿por qué lo haces? ¿ por él Bella? Ni siquiera lo conoces bien, te vas con un desconocido, de paso no entras a clases, te digo una cosa, te arrepentirás de lo que estás haciendo, tus decisiones lastimaran a mucha gente.
- Tu problema es porque no me estoy fugando contigo, deja la envidia Black. Ahora la que tenía un tono furioso era yo. ? es más no discutiré contigo. Adiós- dije dando un giro de 360 grados.
Sé que las acciones que estoy tomando afectarían a varias personas, me da igual lo que piensen, por primera vez en mi vida era feliz, completamente dichosa, tome de la mano a Edward y salimos por la puerta principal, sin pase ni nada, tal vez Black le contara a mi padres, seguía sin importarme pero me sentía culpable, lo estaba lastimando, pero a veces caemos en cuenta que nosotros mismos forjamos nuestro destino y que somos responsables de lo que hacemos y sentimos, estoy viviendo mi vida, después me tocara saber la consecuencia de mis decisiones.
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