Jueves en la tarde, quién se mudaría un día de semana, yo Edward Cullen, porque no aguantaba un minuto más en esa casa, no podía negar que no había permanecido mucho tiempo en mi vieja casa desde que la encontré enroscada, por se poco vulgar, con su amigo Mike y a pesar de que terminamos en muy buenos términos, necesitaba tener mi espacio.
Se que soy un cornudo conciente, porque lo sabía pero no quería admitirlo, hasta que al llegar a casa estaban juntos en mi cama, lejos de enojarme sonreí como hacía mucho no lo hacía y le invité un whisky, después de todo era mi amigo y uno de los buenos porque se quedó con mi novia Jessica, se lo agradecía fue sacarme un peso de encima y si habrá sido bueno, que les dejé mi casa por los viejos tiempos, así que aquí estaba, con la mudanza en un nuevo edificio donde no conocía a nadie y por ser día de semana menos.
El departamento era muy cómodo y sin contar que venía amueblado lo que generó más tranquilidad, ya que no tenía tiempo para nada, con el trabajo y mi vida luego del desengaño, para lo único que me tomaba el tiempo que fuera necesario era para mi café, había encontrado desde hacía más o menos un año un lugar un poco apartado donde elegías tu propio grano y lo molías antes de llevarlo, espectacular, el olor que genera el café recién molido no se puede pagar con nada, para esto me tomaba el tiempo, había logrado con la ayuda de la vendedora del lugar una mezcla de granos que eran mi perdición, lo único raro fue que me sugirió lo probara con azúcar y Dios fue mágico, no más de tres cucharitas, lo justo, para perderse en la calidad, suavidad, olor, textura, lo cuidaba más que a mi mujer y así fue que terminé solo.
Durante dos meses viví con ellos, Jessica y Mike, morboso no!, era divertido no ser el que le cumplía sus locuras y de ser su pareja pasé a ser su amante, se escapaba alguna que otra noche para tener sexo conmigo, por un tiempo me gustó parecía que era mi venganza, pero luego me aburrió y decidí buscar otras mujeres, vaya que las encontré, nunca en mi vida salí con tantas, hasta que otra vez me cansó o me aburrí, decidí que hasta no encontrar el amor de mi vida no volvería a tener sexo mecánico solo para llegar al placer, quería creer en el amor, el romanticismo y que la mujer perfecta para mí existía y en definitiva no era Jessica.
Durante la relación con Jessica que duró tres años, tuvimos altibajos como todo el mundo, pero ya al final me di cuenta que costaba horrores excitarme con ella, tenía que pensar en otras mujeres en especial alguna que otra actriz, creo que fue eso por lo que me dejó o engañó, logré tener una erección sin problemas cuando se convirtió en mi amante.
El jueves en la tarde, cuando entré al nuevo departamento, todas mis cosas estaban allí, mi ex las había mandado mientras yo trabajaba, no pude hacer nada, solo encargué comida y me tiré sobre el colchón que todavía tenía puesto el nylon que lo cubría, dicho sea de paso a las cuatro de la mañana no aguanté el ruido que hacía cuando me daba la vuelta y terminé sacándolo.
El viernes no pude salir antes, cuando llegué acomodé algunos de los libros, en la biblioteca, como me gustaba mucho leer tenía de toda clase, llevó mucho tiempo, luego traté de buscar en todas las cajas mi ropa interior y las medias que no aparecieron por ningún lado, soñé que salía a la calle y la gente los usaba, calzoncillos, boxers y medias, porque no creía que Jessica se los hubiera quedado y no me dijera cuando la llamé o que la compañía de mudanzas los hubiera extraviado.
Me desperté como a las once de la mañana, por suerte no trabajaba y luego de ducharme me vestí con lo primero que encontré, una camisa y pantalón de vestir, no era para estar entre casa pero tenía que estar vestido, podría no hacerlo, pero me había acostumbrado a no vivir solo.
A eso de las dos de la tarde el living parecía un living y eso me dejaba orgulloso, claro que ni pensaba en que miraran dentro de algunas de las habitaciones o saldrían corriendo, si realmente podían entrar por la cantidad de porquerías que tenía, uno no se da cuenta de la cantidad de cosas inservibles que tiene en su poder hasta que se tiene que mudar.
Había comido las sobras del día anterior y empezó mi ritual por así llamarlo, prepararme el café, que lo hacía no de una manera común como todo el mundo, sino que había estudiado muy a fondo como hacer que el sabor fuera más intenso, no cuenta que tuve sexo con la vendedora sobre los sacos de café y me reveló alguno que otro secreto, por suerte para mí y mi especial combinación de granos, estuvimos revolcándonos una vez y terminamos siendo solo amigos.
Pasó lo que había temido por mucho tiempo, no tenía azúcar, el café no me preocupaba porque sabía perfectamente cuanto quedaba, ya que únicamente lo hacía yo y no solo no lo dejaba tocar por nadie, sino que no lo compartía, otro de los motivos de pelea con Jessica, quería a toda costa probar el café porque decía que olía maravilloso pero nunca la dejé, hasta llegué a guardarlo bajo llave, puede que sea loco y egoísta pero lo sentía como mi momento, creo que el día que encuentre a la persona con la que quiera de corazón compartir mi café, habré terminado la búsqueda de la mujer perfecta.
Busqué en todos los compartimientos de la cocina y no había, encontré hasta sopa instantánea, que odiaba con el alma, ya que mi mamá hacía que la tomara a la fuerza cuando era pequeño, eso me pasa por pedirle un favor a Jessica con la despensa de la casa, no quería por nada del mundo salir, estaba tan cansado y me parecía de viejita entrometida golpear alguna de las puertas de mis vecinos pidiendo una tasita de azúcar, ni siquiera los conocía, ¿que diría?.- hola soy su vecino Edward Cullen y necesitaría una tasita de azúcar.-patético.
Luego de dar dos o tres vueltas todos los cajones y puertas de la cocina desistí, sabía que no encontraría azúcar por ningún lado, no quería salir, así que decidí aunque fuera solo por esta vez pedirles a mis vecinos, fue cómico primero salí con una taza de té, pero antes de tocar el timbre di la vuelta como si fuera una puerta giratoria, ya en la cocina tomé otra taza en esta ocasión de café, porque era más pequeña y me parecía que no quería abusar de la gentileza del que se apiadara de mí y me diera su azúcar, otra vez terminé como la puerta giratoria y volví dentro de mi muy arreglado living.
-estoy loco, como se me ocurre molestar un sábado en la tarde, si trabajan en la semana estarán durmiendo o directamente desaparecieron de su casa para pasar con su familia.-pero sentí el olorcito que salía de mi cocina a café recién preparado y salí sin nada en la mano, después de todo solo pediría tres cucharitas no necesitaba más.
Me paré frente a la puerta del 207 que se encontraba frente al mío, respiré hondo, me sentía nervioso, como si los pensara robar, no a pedirles un préstamo que devolvería al día siguiente con creses.
Escuché cuando alguien se dirigía a la puerta luego que toqué solo una vez el timbre, no se detuvo a mirar por la mirilla porque apenas llegó a la puerta la abrió de par en par, dejándome paralizado no solo porque se trataba de una mujer, sino que de la forma en que se encontraba vestida, hacía que perdiera la razón y no recordara porque mierda vine a tocar su puerta y agradecía lo que fuera que hizo que la tocara.
Como si fuese un scanner recorrí su cuerpo lentamente grabando en mi memoria cada parte de su cuerpo que tenía expuesto frente a mí y si que vi bastante ya que olvidé que no pensaba tener sexo y por primera vez en mi vida me excité con una mujer solo con verla, no me tocó ni habló y ya estaba reaccionando mi miembro en los pantalones, agradecía no llevar ropa interior, me sacó del transe cuando dijo en un susurró.-hola.
Sonreí de lado como un tonto, la mujeres decían que esa forma que tenía de sonreír era matadora, así que por eso lo hice, era una mujer que tenía los ojos y el cabello color café, cuerpo de infarto, parecía dibujado por las curvas perfectas que hacían soñar con hundirse en su cuerpo, su piel blanca como el azúcar, la combinación perfecta.-vine…-si tan solo recordara porque vine.-vine por…-por que mierda vine, piensa Edward.-azúcar.
No dejó que hablara más, me tomó con fuerza de la camisa e hizo que probara sus labios, dulces y sedosos, pero no reaccioné, de seguro era una broma pesada de alguno o directamente me encontraba durmiendo, porque no podía ser otra cosa que un sueño, una mujer de infarto abriendo la puerta de su departamento casi sin ropa y que te invite a tener sexo sin preguntas, ni saber quién es el que golpea, no podía ser de verdad, era un juego de mi mente.
Se separó lentamente y dijo algo que no supe distinguir, de seguro algo así como “idiota porque no te avivas”.
-¿que?.-dije mirándola desconcertado.
-es la primera vez que lo hago, ¿debo…?-¿la primera vez que lo hacía?, ¿a que se referiría?, si nunca lo hizo ¿porque lo estaba haciendo ahora?, por alguna extraña razón quería ser el único con quién lo hiciera, pero ¿que quería hacer en realidad?.
Por la forma en que me miraba estaba esperando una respuesta.-¿una taza de azúcar?.-dije confuso porque no escuche su pregunta.
-después de que me hagas ver las estrellas.-lo dijo en un tono tan sexy que olvidé por completo todo, que no quería tener sexo, que mi exquisito café esperaba calentito en mi cocina y reaccioné.
-¡¡¡que rayos!!!.-pensé, aunque creo que salió en voz alta.
Me abalancé sobre ella y la besé como si se tratara del último beso de un condenado, el sabor de su boca solo intensificó mi deseo, necesidad de tenerla allí justo ahora, no quería sofocarla y que al no poder respirar se desmayara, la necesitaba con todos los sentidos porque la quería hacer sentir al máximo, así que besé su cuello mientras ella cerraba la puerta principal con el pie y me empujaba pienso que a su dormitorio.
Chocamos con la puerta ambos y sonreímos, tomé su cintura y la guié despacio, no quería que se golpeara otra vez, caímos en la cama y ella tiró una bolsa al piso, no se lo que contenía pero tampoco pregunté, me perdí en cada curva, en tocar, oler y besar usando todos mis sentidos.
-¿puedo desnudarte?.-le pregunté un poco agitado, ya me encontraba tan excitado que no podía controlarme y no quería ir rápido, quería tomarme el tiempo necesario para disfrutarla por completo.
-si, arranca si quieres.-su voz salió ronca y sin pensarlo, ni dejar de sonreír ya que nunca había roto ropa interior y no porque no quisiera, sino porque Jessica amenazaba con matarme si lo sugería, rompí mirando su reacción, pero estaba tan excitada que continué, dejando libres y a la vista, de mis oscuros ojos por el deseo, a sus perfectos senos.
Llevé mi mano y toqué como si se fueran a romper, delicado y suave, logrando que se estremeciera y gimiera alto, lo que no esperaba fue que sus mejillas se tiñeran de un leve color rojo, haciendo el momento especial, como si estuviéramos a punto de hacer el amor y nos conociéramos de toda la vida.
-son pequeños.-dijo haciendo que dejara de ver esos hermosos senos completamente excitados mirando en mi dirección y al mirarla a los ojos me perdiera en su color café profundo e intenso.
-el tamaño perfecto, te lo aseguro.-quería que supiera que me encantaban, que eran perfectos, los miré adorándolos notando como reaccionaba su piel cuando solo los miraba.
Mientras recorría lentamente y saboreando cada centímetro de su cuello hasta llegar a sus senos, los cuales besé y alterné caricias con mis manos, ella empezó a desprender mi camisa, me hubiera gustado que la rompiera, pero no preguntó y no lo sugerí, después de todo estaba entretenido tomándome el tiempo que fuera necesario para degustarla a fondo, como lo hacía con el café.
Rompí su tanga de ambos lados casi sin fuerza, fue fácil y me excitó aún más, ver su intimidad casi depilada por completo hizo que mi boca se aguara, pero no me atreví a hacerle sexo oral, ni pedirlo, me parecía que debíamos conocernos más, al menos daba la sensación de que ella era así.
Se dejó llevar por las caricias, introduje dos de mis dedos en su intimidad que para mi sorpresa ya se encontraba húmeda y caliente produciendo ganas de besarla con desesperación, así que mientras bombeaba en su interior sin parar la besaba en los labios, profundizando como quisiera hacerlo en lugar de mis dedos, gracias al beso que estábamos compartiendo, ahogó sus gemidos al llegar al orgasmo, probé su sabor sin que me viera, ya que estaba entretenida desprendiendo el botón de mis pantalones y bajando el cierre, noté que temblaba, pero no supe distinguir si era por el placer que había experimentado hacía unos momentos o por alguna otra razón.
Al mirarla a los ojos me di cuenta que estaba muy sorprendida que no llevara ropa interior, así que le aclaré.-aún sigo sin encontrar mi ropa interior en la mudanza.-no se si la convenció mi explicación, porque solo prestaba atención a mi erección que ya no aguantaba del deseo, necesidad de hundirme en su cuerpo, la envolvió con su mano mientras se relamía la boca y en esta oportunidad el que gemía alto era yo, ella reía, hasta que ya no pude más.-no aguanto.-dije casi desesperado rogando porque no me hiciera esperar.
No me había dado cuenta que realmente tenía urgencia de poseerla hasta que abrí sus piernas de forma brusca, deteniéndome solo un segundo para ver si estaba bien, lo estaba porque llegó a tener un orgasmo mientras mi manos recorrían sin cuidado sus piernas.
Cuando su centro rogaba por tenerme me posicioné en su entrada y casi falta de aire, mientras me frenaba dijo.-protección.-no había pensado en ello, me tenía tan loco, que había logrado perder la cordura, sin importarme nada, solo poseerla como desquiciado y que solo yo fuera el que la tuviera de ahora en adelante.
-yo…-no me salieron más palabras, como había pensado no estar con una mujer hasta que encontrara el amor, ni siquiera tenía en casa, por un momento me dio miedo, si por no tener protección no quería hacer el amor.
Estiró la mano y sacó del cajón de la mesa de noche una caja envuelta en papel azul de la farmacia, desesperada desenvolvió el papel con una sonrisa cuando lo logró, le temblaron las manos al ver que tenía un papel celofán y no lo podía sacar.-por aquí.-le dije, ambos estábamos desesperados y no quería que tardara tanto.
Saqué el papel y suspiró muy fuerte logrando que sonriera, creo que ella estaba más desesperada que yo y eso que ya no aguantaba, me sacó la caja para abrir el cartón, pero no se que hizo que salieron volando por toda la cama.-tranquila.-le dije mirando sus hermosos ojos café, mientras sonreía.
-perdón, es que hace más de dos años que no estoy con alguien.-se sonrojó y algo en mi interior gritó de alegría, ¿que me estaba pasando con ella?, ¿porque quería ser el único que la tuviera?, ¿porque pensaba que estaba por hacer el amor y no tener sexo?.
-no te preocupes, lo haré despacio.-hablé acariciando las palabras y muy tierno, quería que se sintiera bien.
La forma en que me miraba cuando me colocaba el preservativo hizo que me excitara más aún, si no la penetraba corría el riesgo de tener un orgasmo solo con su mirada, jugué con su intimidad, rozando con mi pene de arriba hacia abajo, gemía y jadeaba sin control, cuando no solo ella no aguantaba sino que yo pensaba morir, la penetré suavemente, para que sintiera cada milímetro que me hundía en su calor abrasador, su confesión hizo que sonriera.-es jodídamente más lindo de lo que recordaba.-dijo entrecortado, sonrojándose violentamente cuando le contesté.
-y se va a poner jodídamente mejor.
Muy despacio y sin dejar de mirarla entraba y salía de su cuerpo, el rose de nuestros sentidos, allí donde nos complementábamos, hacía que enloqueciéramos dejándonos llevar por completo, quería que gritara mi nombre en el momento de alcanzar el éxtasis, pero recordé que ni siquiera sabía como se llamaba, que clase de hombre era que no le pregunté su nombre antes de poseerla como un loco.-¿como te llamas?.-dije atropellado, casi sin voz, mientras sentía que ella comenzaba a llegar a su orgasmo.
-sin nombreeeeessssss-dijo casi sin habla y no pude preguntar el porque, ya que ambos llegamos casi juntos al más exquisito orgasmo, uno tan intenso que pensé nunca había experimentado con esa fuerza, me dejé caer sobre ella, tratando de que no sintiera todo mi peso hasta que me recuperé.
-la próxima vez, no dejes pasar tanto tiempo es exquisitamente rico.-le dije en su hombro, viendo su reacción ante mi respiración que chocaba sobre su piel.
-¿puedo llamarte?.-preguntó, mi corazón saltó ante su pedido, ¿que fue eso?.
-cuando quieras.-sonreí y agregué.-para eso estamos los vecinos.-no quería nombres pero yo quería que me encontrara y que supiera que estaba libre para ella cuando lo pidiera.-no me quiero ir.-pensé mientras salía de su interior que parecía echo a mi medida, saqué el preservativo y lo dejé sobre su mesa de noche, tomé otro y le pregunté.-¿aguantas otra ronda?.-no se porqué pero por un momento sentí que si me rechazaba dolería.
-si.-sonreí cuando no lo hizo.
Sin aviso me tiró sobre la cama, gesto que hizo me excitara al límite y mi erección doliera ante el deseo de ser poseído por este ángel, ¿como había logrado recuperarme tan rápido?, no lo se.
Abrió con sus dientes el preservativo en un gesto que nunca pensé fuera tan sexy, lo colocó en mi pene suave rozando lentamente y logrando que gimiera como si me estuviera masturbando, no pude evitar decirle que fue la primera.-nunca me lo habían puesto.
-¿quedó bien?.-con su pregunta imaginé o quería imaginar que ella nunca lo había puesto a otro hombre.
-perfecto, como tú.-hice que cayera sobre mi pecho y el rose intensificara la necesidad de perderme dentro de su calor, la besé de forma sensual recorriendo mediante caricias de mi lengua toda su boca, cada parte perdiéndome en la mezcla única de nuestros sabores.
Bajó su mano y guió mi pene hasta el lugar que necesitaba con urgencia, pero no dejó que me perdiera dentro, apretó envolviéndome y dejando que solo mi punta entrara un poco, enloquecí ante esa nueva provocación hasta que no aguanté e intenté sacar su mano para penetrarla con fuerza.
-espera un poquito.-le dijo en mis labios, ya que nunca dejó de besarme.
-por favor, deja que te sienta, que me envuelvas con tus paredes calientes, que me encierres sin dejarme salir, por favor.-susurré en su boca y no se porque funcionó, aflojó su agarre dejando que retirara su mano.
Ella misma sin ayuda se hundió hasta el tope de mi excitación, logrando que gimiera alto y comenzara a besar su brazo, desde la muñeca hasta su codo, mientras subía y bajaba chocando con fuerza, cuando se estaba cansando la ayudé para llegar en esta oportunidad juntos, haciendo que fuera más intenso.
Cayó en mi pecho y acaricié su pelo con suavidad, el olor que desprendía a fresas volvió a encenderme.-eres exquisita.
-y tu insaciable.-dijo cuando se dio cuenta que ya estaba completamente duro en su interior.
No quería que llevara el control, aunque no puedo negar que me encantó, no se si podría soportar otra provocación tan grande al no dejarme poseerla, así que hice que giráramos sin apartarme y después de arrodillarme y llevar sus piernas sobre mis hombros comencé a moverme, primero suave, luego fuerte, casi saliendo por completo de su cuerpo para entrar chocando en sus muslos, se escuchaba el choque de nuestros cuerpo así como los gemidos de ambos, para asegurarme que llegara acariciaba su clítoris con mis dedos, pude notar que disfrutó al máximo dejando que mi ego volara por ser el culpable.
Estallamos justo al crepúsculo en un intenso orgasmo, salí de su cuerpo y mientras sacaba el preservativo pensaba en que escusa encontraría para continuar a su lado, estaba de espaldas y por más que pensaba no se me ocurría nada.
-¿quieres darte un baño?.-su voz sonó como un coro celestial, sonriendo porque no fue necesario encontrar una escusa, ella la pensó, le respondí.
-encantado.-di la vuelta y conecté nuestras miradas, ya se había desnudado completamente.
Mientras la veía caminar hasta el baño, me dieron ganas de tomarla de la mano, pero no me animé, podía en cualquier momento pedirme que me fuera, que esto era todo y no quería, dejó correr el agua hasta que estuvo templada y entró, ver como la recorría generó celos, si, no se porque, pero me sentía celoso del agua, quería recorrerla de la misma forma y que de alguna manera fuera mía.
Por el momento me quedaba hacerla sentir, disfrutar, perder la razón y que quisiera más, me coloqué en su espalda mientras acariciaba sus senos, se estremeció al momento que la rose, bajé una de las manos hasta su intimidad y me perdí en ella, mientras mordía levemente su hombro pero sin marcarla, aunque me gustaría para que se enteraran que me pertenecía.
-por favor sin protección no.-dijo con miedo.
-no te preocupes podemos hacer otras cosas.-traté de tranquilizarla porque no quería que me temiera.
-¿otras cosas?.-preguntó mientras daba la vuelta para mirarme a los ojos.
-ambos a la vez.-le respondí mientras llevaba su mano a mi pene que ya estaba más que listo y volvía a perderme dentro de su cuerpo.
Su mano era maravillosa, la forma en que me tocaba hacía que volara, pero de todos modos siempre estaba pendiente de lo que ella sentía, no quería que dejara de disfrutar, por momentos paraba haciendo que envistiera en su mano para que reaccionara y siguiera dándome placer, como yo lo estaba haciendo con ella.
Terminamos ambos con la frente apoyada en el hombro del otro, mi respiración en su piel erizaba todo a su paso, tenía la sensación de que si me tocaba otra vez volvería a reaccionar.
Cuando nos recuperamos, miré en la bañera y tomé una esponja, le puse gel de ducha y comencé suavemente a acariciar su cuerpo, que sintiera cada rose con ternura, tomé el tiempo necesario para satisfacerme con cada rincón, obtuve lo que quería porque ella también se tomó el tiempo para recorrerme y mirarme de una forma que tendría que ser ilegal.
Cuando terminamos nos secamos el uno al otro y sucedió lo que temía cuando me tocó comencé a reaccionar y tener otra erección que solo clamaba su cuerpo.-¿cual es tu record?.-preguntó mientras tocaba suave haciendo que gimiera, no se porque lo preguntó, pero respondí casi sin pensar.
-es la primera vez que paso de tres, eres tú la culpable.-era la verdad no quería ocultarle nada, noté un brillo en sus ojos al escucharlo y sonrió.
Hice que me diera la espalda y la empujé hasta la cama, le pedí se pusiera en cuatro patas y la penetré casi tan rápido como pude ponerme un preservativo, era una necesidad, parecía que si no la tenía no vivía.
Se que fui un poco brusco porque la tomaba con fuerza de las caderas para que el enviste diera más placer, pero quería tenerla de todas las formas que se me ocurrieran mientras me permitiera entrar en su cuerpo, en su casa, en su vida.
Llegó a su primer orgasmo, lo noté al apretar mi miembro sus paredes con fuerza, logré que se acostara levantando levemente su trasero y caí rendido en su espalda cuando obtuvo su segundo round y yo llegué al paraíso.
-no te muevas.-pedí.
-¿que tienes en mente?.-preguntó, siguiéndome con la mirada pero sin moverse del lugar como le pedí.
-ya verás.-me levanté y cambié mi preservativo, no se que hacía esta mujer que con solo hablar me encendía, parecía un trabajador sexual incansable, como si hubiera tomado algo para estar toda la noche con una erección.
Abrí levemente sus piernas y pasé mi mano entre ellas, estaba completamente húmeda, al parecer nuestros cuerpos reaccionaban con el otro con un simple rose.
Lentamente me coloqué en su espalda y rosé con mi erección su trasero, noté cuando se tensó e hizo que frenara.-no por favor.
-¿porqué no?.-pregunté, quería hacerlo todo con ella, agotar las posibilidades mientras me permitiera seguir.
-nunca lo hice.-esta confesión hizo que saltara de alegría, podía ser el primero en su vida de alguna forma, no me olvidaría aunque ya no quisiera verme más después de esta noche.
-seré tierno.
-no quiero.-intentó levantarse pero la presioné más fuerte, algo se apoderó de mí, estaba fuera de control, la quería aunque fuera por la fuerza.
-lo haré de todos modos, así que relájate.-salió en un tono autoritario, me asusté por mi osadía, pensaba violarla si ella no accedía, yo no era así.
Fue extraño, no se enojó, se tranquilizó y dejó que continuara, hasta puedo llegar a decir que le encantó que la obligara.
Lubriqué su entrada con su propia humedad, para luego penetrarla suavemente, por momentos salía por completo para volver a entrar, era tan estrecha que mi erección se volvió más grande ante las sensaciones que producía.
Cuando logré entrar por completo en su cuerpo me detuve, jugaba con mis dedos en su clítoris para enloquecerla o perderlos dentro de su humedad, noté que al besar sus hombros gemía más alto, así que no solo los besé sino que alternaba pequeñas mordidas hasta que se comenzó a mover, accediendo a que la elevara al cielo, en esta oportunidad llegué primero no pude aguantarme ni un segundo más, pero me acompañó casi al mismo tiempo.
-no fue tan malo, hay que entregarse a nuevas sensaciones.
Sonrió mirando en mi dirección, no se que fue, pero logró iluminar la habitación con esa sonrisa, así como encender ese interruptor que permanecía apagado en mi corazón.
Salí lentamente de su cuerpo, no quería apartarme, pero no había más excusas que plantear para pasar no solo la noche con ella, sino el resto de mi vida si lo permitiera.
Habló suave, con un miedo en sus ojos, que no supe distinguir, pero que quería creer que era por mi alejamiento.-tengo sed, ¿quieres tomar algo?.-su invitación hizo que mi corazón volviera a latir con fuerza.
-si, voy por el café ¿tu tienes azúcar?.-después de que hablé caí en la cuenta que quería compartir mi café con esta extraña, que conocía en lo más íntimo que se puede llegar a conocer a una mujer.
-si.-lo dijo en tono sensual, pero un poco extrañada, a lo mejor no tenía azúcar y solo usaba edulcorante.
Me vestí como un loco, mi cuerpo por completo estaba al máximo de energía, como si me hubiera renovado su aceptación a tomar café, mi café, salí a los saltos de su cuarto mientras me calzaba, me paré frente a mi puerta y toqué los bolsillos del pantalón por fuera para ver donde tenía las llaves y para mi sorpresa nunca cerré la puerta.
Con una sonrisa en los labios y pensando, espero que no me hayan robado el café, entré a mi casa, para mi sorpresa estaba Jessica sentada en el sillón del living, apenas me vio se levantó y abrió su tapado negro que le llegaba hasta los tobillos, tenía una lencería erótica que solo hizo que sonriera más, pensé como le quedaría a mi vecina, seguro mucho mejor que a Jessica, que no se porque motivo ni un suspiro de excitación generó en mí, estaría saciado por esta noche, lo descarté porque si pensaba que la morocha me esperaba en su casa desnuda en la cama, ya reaccionaba.
-hola amor, ¿como estás?, llevo rato esperando por ti.
-Jessica, no es buen momento.-pero ella no escuchaba como siempre, hacía lo que le apetecía y eso ya no iba conmigo, hizo que me sentara en el sillón y me descalzó, así como desprendió mi camisa.
-ya está.-casi le grité y la paré con mi mano en su cara.
-¿porque?.
-estoy saliendo con alguien y me espera en su casa.
-ah…bueno, creo que me voy.
-te lo agradecería, no quiero problemas.
-¿amigos?.-preguntó, mientras se ponía su abrigo.
-claro Jessica siempre.
-¿ahora que hago?, Mike no llega hasta mañana.
-siempre te queda el portero.
-jaja tienes razón…¿ya sabías lo del portero?.-preguntó extrañada.
-lo sospechaba, ahora lo acabas de confirmar.
-¿que nos pasó Edward?.
-no lo se, tal vez la rutina o simplemente nos dejamos de querer.
Suspiró.-tienes razón.-se acercó y dijo.-me voy.-llegó hasta mi cara y besó mi frente, cuando estaba casi en la puerta se dio la vuelta para decir.-¿fue bueno verdad?.
-mientras duró.
-¿quiero conocerla?.-cuando yo lo haga, pensé.
-cuando esté listo, no quiero cometer los mismos errores.
-suerte.
-también tu.
Ella se fue y yo salí corriendo a mi cocina, allí estaba el café completamente frío, ni loco lo calentaba en el micro, así que comencé en forma muy rápida a preparar otro, era la primera vez que quería compartir mi café y no pensaba llevarle uno recalentado, demoró un poco y apenas estuvo listo lo puse en un termo y tomé dos tazas para salir en busca del amor verdadero, de la mujer perfecta.
Cerré la puerta para percatarme que había un hombre hablando con mi mujer, el corazón se saltó unos cuantos latidos y los celos inundaron mis sentidos, no se lo que le dijo ni que hacía allí, pero si se trataba del novio de mi vecina, pelearía por ella a punta de espada si era necesario.
Recordé que hacía más de dos años que no estaba con alguien, así que respiré más tranquilo.
Ese morocho que estaba en su puerta, la miraba de una forma vulgar, como queriendo comerla con la mirada, que se creía, venir a su puerta y regalarse o peor quería que ella lo hiciera, sobre mi cadáver, no lo permitiría.
-¿quién es este?.-pregunté un poco de mal modo, mientras que pasaba a su lado para que el morocho viera que había algo más que solo vecinos con esta diosa.
-eso quiero saber yo, ¿quién eres tú?.-preguntó sin dejar de mirarme, no la entendía, primero no quiere nombres y ahora frente a extraños me pregunta como si la estuviera engañando.
-Edward Cullen, tu vecino.-tendí la mano como presentación, mientras que con la otra sostenía las tasas y el café.
-¿que?, pero tu…-ya le había explicado que era su vecino, ahora sabía mi nombre no entendía porque estaba tan paralizada, como si se hubiera equivocado, ahora si que aparecerían diciendo “era una broma, la mujer de tu vida no existe”.
Levanté levemente el termo y las tasas mientras le decía.-yo solo quería una taza de azúcar.-para que recordara lo que le pedí cuando golpeé a su puerta, ella me dejó entrar y ahora iba a ser difícil que me quisiera ir.
Fin.
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Yapa (extra).
-disculpa, no tengo toda la noche, ¿que piensas hacer?.-le preguntó el morocho.
Ella no reaccionaba, no se que le sucedía pero yo no pensaba dejarla con este tipo, así que hablé.-¿que necesitas?.
-vine por azúcar.
-vas a tener que dar la vuelta, el azúcar que había en esta casa, me lo acabé por completo y no solo el de esta noche, sino el de toda la vida, buenas noches.-cerré la puerta en la cara del idiota que no dejaba de sonreír.
-¿que fue eso?.-preguntó casi falta de aire, con una manzana a medio comer en su mano.
-no se quién era, pero te aseguro que no te conviene.
-es una… horrible confusión, gracias por deshacerte de él.
-no es nada, ¿como te llamas?.-mientras le preguntaba me dirigí a la cocina, su departamento era igual al mío, ella me seguía.
-Isabella Swan, pero me gusta que me digan Bella.
-es un placer y cuando digo placer a eso me refiero.-le hablé de frente perdiéndome como en el primer contacto en sus ojos café.
Sonrió y luego preguntó.-¿en realidad, solo querías una taza de azúcar?.
-al principio esa era la idea, pero ahora te quiero a ti Bella.-se sonrojó, lo distinguí por la luz encendida en la cocina.
-hazme el amor Edward.-mi corazón se hinchó de alegría.
-no se lo que piensas que hicimos toda la tarde, pero te juro que te amé desde el primer momento en que te hice mía.
Sonrió y se mordió el labio inferior en un gesto muy sexy que logró encenderme otra vez en la noche.-ese tipo fue una horrible confusión, pero te aseguro que tú eres una muy dulce.
-lo único que quiero en este momento es perderme en la dulzura de tu cuerpo.-la levanté para que quedara sobre la mesada y abrí sus piernas apartando la bata que llevaba puesta, bajé mi cabeza hundiéndome en el dulce néctar de su centro.
Vine por azúcar y te aseguro que la encontré.
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Hola a todos, no es gran cosa, pero me gustaría que me den su opinión sobre este POV.
Gracias, saludos.
ec07.Erika.
PD. Subí un epílogo en “Mi ángel desnudo”, los espero si quieren pasar a leer.
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