ADVERTENCIA: En este capi hay lemon!!
Edward paró en el gran camino de entrada, más lentamente de lo que usualmente lo hubiese hecho. Eso solo me alertó de que algo estaba esperando por nosotros en la casa, pero incluso aunque él hubiese acelerado por entre los árboles como era normal, no creo que el gran letrero a lo largo de la casa me hubiera sorprendido.
¡Feliz Cumpleaños, Bella!
Edward y yo nos habíamos casado hacía exactamente un mes, en el enorme jardín de los Cullen. Desde ahí, el me había llevado en la más ridículamente extravagante luna de miel posible, viajando desde Londres a Estambul y a todos lados entre esos. Él quería que viera el mundo; Yo estaba feliz de estar con él.
Sinceramente, había sido un sueño. Edward me había dado la única experiencia humana que yo quería más que a nada –y me la había dado cada día desde entonces, algunas veces varias veces por día-. Una avalancha de calor se esparció por mi con la memoria de lo que habíamos hecho justo antes de dejar París…
“No puedo creer que ya ha sido un mes,” suspiré, tratando de forzar la maleta a cerrarse. Edward quitó mi mano y cerró el cierre con facilidad. “Podemos regresar tantas veces como quieras,” prometió, poniéndome entre el círculo de sus brazos. “Europa no se va a ir a ningún lado.” “No es Europa exactamente lo que voy a extrañar,” dije, acuchichándomele. “Sino que nos extrañaré, así, de la forma en q estamos ahora… no quiero que eso cambie.” “No cambiará,” dijo, “si crees que alguna vez seré capaz de mantener mis manos lejos de ti, estás demente.” Como para enfatizar su punto, sus manos se deslizaron más abajo, sobre mi cola. Su empedernida longitud presionó contra mi cadera y gemí su nombre. “¿Incluso cuando no sea humana?” Cuestioné sin aliento mientras él me guiaba de regreso a la cama. Empujó la maleta a un lado y de la nada yo estaba en su lugar. “Incluso entonces.” Sus labios cepillaron mi clavícula, expuesta por la camisa de tiras que llevaba. “Especialmente entonces.” Sus manos acariciaron mi piel. “No puedes imaginarte las cosas que quiero hacerte.” Me reí de modo inestable mientras movía torpemente el borde de su polo. “No soy tan inocente. Creo que puedo imaginarme unas pocas.” La camisa aterrizó audiblemente sobre el suelo. Sus fuertes dedos rasgaron fácilmente mi top en dos. “¿Debes seguir haciendo eso?” Pregunté, mi voz cómicamente débil mientras sus labios se cerraban alrededor de mi pezón. “A ti no te importa realmente,” murmuró, y yo estaba demasiado ocupada tocándolo como para discutir. Las marcas de músculo bajo su piel me distrajeron por completo, y él tomó ventaja de ello, hábilmente desabotonó mis jeans y me los quitó tirándolos, mi ropa interior yéndose con ellos. Sólo tres semanas atrás yo aún estaba apenada de estar así de expuesta en esta cara de toda su perfección. Ahora finalmente me estaba acostumbrando a ello –estás expuesta, eso es. Yo nunca sería inmune a su belleza. Sus manos estaban en todos lados a la vez –mis pechos, mis caderas, mis muslos. Luchaba por respirar con cada lenta y fría caricia. Él hacía mi piel hormiguear. Pasé apuros para encontrar suficiente claridad mental para mover mis manos a su cintura, donde sus jeans caían bajo en sus caderas. Tracé las suaves líneas de su pelvis, excitada por la perspectiva de adonde guiaba esa línea. Su respuesta fue un bajo ronroneo en mi oído que sólo sirvió para hacerme desearlo más. Sus labios rozaron mi cuello y luego alcanzaron mi boca. El sabor de él bajo mi lengua fue suficiente para evitarme el notar cuando perdió sus pantalones. Sólo lo noté cuando sentí su desnuda dureza presionarse contra mí. Di un grito ahogado por la sorpresa. “disculpa,” murmuró, retrocediendo unos milímetros. “No lo estés,” fue mi respuesta mientras presionaba mi cuerpo en el suyo una vez más. “Me gustó.” Él gimió suavemente, sosteniéndome hacia él, permitiendo que la cabeza de su erección se frotara de modo tentador contra mi centro. “Edward,” suspiré, enrollando mis piernas alrededor de su cintura, “por favor...” Normalmente, a este punto, él me provocaría por mi impaciencia. Esta vez –para variar- él parecía tan impaciente como yo lo estaba. Se deslizó en mi interior con un suave empujón. Este era mi momento favorito cuando hacíamos el amor, el momento de la máxima conclusión y la primera explosión de placer. Me colgué a su cuerpo, tan sólido y frío en tan extraña y excitante forma, mientras el se impulsaba dentro y fuera.Se movió a un enloquecedor ritmo continuo, perfectamente controlado y perfectamente calculado para sacarme de mis sentidos. Era más de lo que podía aguantar, el fuego que me consumió desde dentro mientras gradualmente aumentaba su tempo, hasta que yo estaba gritando y enterrando mis dedos en su espalda. Mis músculos se apretaron con fuerza alrededor de él ,es mucho mejor sentir cada pizca de él, y estaba perdida. Su gemido gutural en mi oído fue todo lo que escuché mientras caía por el borde. “Jesús, Bella,” respiró, a penas conteniendo su peso de mí. “Eres demasiado.” “Igual tú,” dije mientras luchaba por atrapar mi aliento. Acarició con su nariz mi garganta y sus fría piel se sintió maravillosa contra la mía, recalentada como estaba. “Maldición,” mascullé, recordando mi camisa rasgada. “Ahora tendré que desemparacar algo.” Él sólo se rió.
Las partes más inocentes de nuestra luna de miel también habían sido maravillosas, ver todas las cosas de las que sólo había leído, con Edward de mi lado, explicándome la historia que el supo por los relatos de Carlisle y su propia experiencia. Habíamos sostenido manos en París y abrazado en una góndola en Venecia, y yo había comido demasiadas clases de comida para contar mientras Edward miraba con desagrado y diversión, y habíamos comprado muchísimos recuerdos y más equipaje para guardarlos todos. Podía admitirlo ahora –estaba feliz por las experiencias que él me había dado, feliz de que no me hubiera apurado en el cambio, y feliz principalmente porque él había estado a mi lado. Cuando nos bajamos del auto, descubrí que no quería pelear la fiesta que sabía iba a encontrar dentro. No me importaba que hoy tuviera 19 años. En algún punto a lo largo del camino, los números habían parado de importar casi, con tal que Edward estuviera feliz y yo tuviera una eternidad con él. “¿No te importa?” Afirmó, su mano acariciando la parte baja de mi espalda mientras nos detuvimos en la puerta. “No,” sonreí. “Creo que va a ser un buen momento para comenzar a celebrar.” Él sonrió y me besó rápidamente antes de anunciarnos. La familia entera, incluso Rosalie, esperaba en la sala para recibirnos. Escuché varias exclamaciones de “bienvenidos a casa” y “feliz cumpleaños” mientras Alice corría a abrazarme. “¿Cómo estuvo la luna de miel?” preguntó alegremente. “¿Trajiste regalos?” Me reí. “La luna de miel estuvo maravillosa, y si, trajimos presentes –pero, ¿no debería yo estár haciendo esa pregunta?” La risa de Emmett resonó a mi lado, más cerca de lo que esperaba. “¿Qué, todo el tiempo con Edward no fue regalo suficiente?” El contoneo de las cejas de Emmett me dijo qué exactamente estaba sugiriendo, y me ruboricé; Edward gruñó levemente a mi lado. “Déjala sola, Emmett,” dijo, cruzando sus brazos sobre su pecho en un postura amenazante. Emmett se rió, como si nada. “Veo que echarte un polvo no te ha relajado un nada. Necesitas seguir trabajando en él, Bella.” “¡Emmett! ¡No la achantes!” Reprendió Esme mientras yo me sonrojaba furiosamente. Alice rió y me arrastró hacia el comedor, los otros nos siguieron. Escuché uno que otro golpazo que sugerían que Emmett y Edward aún estaban peleando tras de mí. El comedor estaba decorado con bombas y flores relativamente seguras, y sentí una gran confianza en que no habría repetición de mi última fiesta de cumpleaños, o las consecuencias que la siguieron. Edward y yo estábamos juntos para bien ahora, y si Jasper me daba un mordisco… bueno, eso sólo apuraría lo inevitable. Alice me dirigió hacia una silla a la cabeza de la mesa. Los otros permanecieron parados alrededor de la mesa, y yo comencé a sentirme más como la comida principal del banquete. Todo lo que faltaba era una bandeja de plata y una manzana metida en mi boca. Edward se acercó detrás de mí, descansando sus manos sobre mi cuello, y me relajé instantáneamente. “¡Hora de los presentes!” Gritó animadamente Alice, y salió como una flecha hacia la cocina solo para regresar una fracción de segundo después con una pila de paquetes. Algunos de ellos absurdamente grandes. “Oh, en serio, ahora. ¿Qué más podría necesitar?” Refunfuñé con sorpresa mientras la pila aterrizaba en frente de mí. Los regalos de la boda habían sido lo suficientemente malos. Obviamente, no habíamos tenido necesidad de los electrodomésticos y los muebles y cosas de cocina que generalmente aparecían como regalos de boda, pero eso no había detenido a Alice de registrarnos en varias tiendas, para mi pena. “No seas tontita, Bella, es tu cumpleaños,” discutió Alice. “No es sobre lo que necesitas; es sobre lo que tú quieres.” “Aunque algunas cosas son de hecho lo que necesitarás cuando desempaques tus cosas,” agregó Emmett antes que pudiera protestar. Al final, Emmett estaba en lo correcto. Dos de los regalos eran estantes para mis innumerables libros y un guardarropas – un muy encantador guardarropas antiguo, para ser precisa- que necesitaría para mi ropa, dado que el closet de Edward ya estaba casi lleno con el valor de casi un siglo de esta. Vampiros, como resultó, eran horribles guarda basura. Claramente, tendría que introducir el concepto de limpieza a fondo de vez en cuando a esta casa. Carlisle y Esme nos dieron un regalo más simple, una copia enmarcada de nuestra foto de boda. Considerándolo, pensé que finalmente parecía como si yo perteneciera a su lado. Eso no quería decir que yo aún no me veía ridículamente plana al lado de este belleza divina, pero era como si su felicidad irradiara sobre mí. Como si Edward amándome me hiciera más hermosa. Los labios de Edward tocaron detrás de mi oído como si hubiera leído mis pensamientos. “La cámara no te hace justicia,” murmuró. “¿Eso crees?” Dije elevada. “La cosa más bella que jamás he visto eres tu el día de nuestra boda,” dijo mientras giraba su cabeza para besar mi sien. Me derretí. Él merecía mucho más de lo que yo podría darle, y aún así, él me había dado tanto… Al menos yo había podido darle una boda. Ahora estaba feliz por no haber presionado tanto una huída cuando podía escuchar el gozo en su voz por la memoria. “Suficiente con eso, ustedes dos,” interrumpió Alice. “Es hora del evento principal.” Las luces se apagaron abruptamente y me tensé. Eso no parecía bueno, conociendo a Alice. Pero ella simplemente apareció a través de la puerta de la cocina, cargando una pequeña torta, encendida con velas. “19 para siempre,” leía el glaseado. Tuve que reírme. Alice la ubicó delante de mí, bastante lejos para que me fuera imposible chamuscar algo. “Pide un deseo,” demandó. Pensé sobre ello. Tenía todo lo que alguna vez quise. Si tan sólo pudiera hacer a Edward tan feliz…
Deseo que pudiera darle a Edward todas las experiencias humanas que él me ha dado.
Respiré profundo, soplé las velas, y entonces todo se volvió negro.
______________________________________________________
Espero q le haya gustado este primer capi se q las dejos un poco con intriga pero eso es lo emocinante no creen jejejej vote y comente x fa saludos
|