Hola estuve un buen tiempo fuera por problemas técnicos y personales, quería pedirle a mi amiga Bichito hiciera su versión, pero como no pude comunicarme lo hice a mi estilo, espero les guste, ahora a disfrutar de la lectura.
Gracias.
ec07.
PRINCIPIO Y FINAL pov Bella
-ni loca.-le grité a mi amiga Alice.
-¿Bella que esperas?, debes de tener telaraña allí abajo.-señaló mi intimidad y yo la tapé en un movimiento rápido.
Nos encontrábamos en mi departamento charlando en el living, Alice era mi amiga desde que tengo uso de razón y no tenía pelos en la lengua para hablar conmigo de cualquier tema.
Ella tenía una relación desde hacía ya dos años con Jasper y con ello era activa sexualmente muy a menudo, todo lo contrario conmigo, hacía más de dos años que no estaba con un hombre en la intimidad, no porque fuera fea o poco sociable, estaba muy atareada y lo dejaba en segundo plano o como decía Alice, “no es en segundo plano sino enterrado aún con vida, ni te acuerdas como es un orgasmo”.
Tengo cabello y ojos color marrón muy parecido al chocolate por lo oscuro, de tez blanca y cuerpo normalmente proporcionado para la altura que no pasa de 1.65.
En esos días había tenido una crisis, todo por su culpa y sus arrebatos de amor con su media naranja, terminé viendo películas porno y masturbándome en mi bañera, le conté y estalló, según ella tenía que tener un hombre sin compromisos en mi casa ese mismo fin de semana. No pensaba ir de levante a cualquier bar, entonces a mi querida amiga se le ocurrió que pagara como si fuera algo normal.
-Alice no pienso llamar a una agencia solo para tener sexo.
-no te preocupes, yo ya lo hice y viene el sábado en la noche.
-mañana.
-hoy.-ya no recordaba que era sábado al medio día.
-estas completamente loca, no quiero estar con un desconocido y mucho menos que venga a mi casa, me muero de la vergüenza.-ya estaba roja de solo imaginarlo y me tapé la cara con ambas manos.
-la mayoría de los hombres pagan para tener placer y no sienten vergüenza, porque no podemos nosotras.
-¿porque me haces esto?.-lo dije ya entregándome a la situación, con mi amiga nunca se ganaba, la miré por entre mis dedos.
-mañana cuando venga me cuentas y te aseguro que lo agradecerás, el sexo es el mejor remedio para el estrés.
-no estoy segura.-golpeé mis manos en mi regazo al dejarlas caer sin fuerza.
-mira…-se sentó con un pie bajo su trasero, puso una de sus manos en mi rodilla y me miró muy tranquila, como explicándole a un niño.-la agencia es muy buena, los hombres son excelentes, sus medidas ni te cuento…
-¿la probaste?.-hablaba como si fueran los ingredientes para una torta.
-nop, pero Rosalie si y quedó encantada, ahora está con uno fijo, lo llama solo a él.-mis ojos fueron muy expresivos.-hay otras conocidas que también la usan, bueno volviendo al tema, no tienes que acostarte con ellos si no es de tu agrado, le dices que se vaya y cero problemas, otra cosa y es lo mejor, no tienes que pagarles en tu casa, si sucede algo y tienes sexo, llega la cuenta a tu tarjeta.
-no, me muero si dice motivo del gasto, “encuentro sexual”.-hice el gesto de escribir en el aire con las manos, Alice sonrió.
-¡no!, cuidan la privacidad, en la boleta dice “Azúcar”.
-¿azúcar?, que originales.
-esa es la palabra clave, se presentan y te dicen que vienen por azúcar, los dejas pasar y tienes sexo, quieres que te cuente como se hace porque hace mucho que no…
-Alice.-le hablé un poco enojada.
-está bien, está bien, Bella por favor disfruta, lo necesitas y no te arrepentirás.-se levantó porque ya era hora de que fuera por Jasper a su trabajo y almorzar juntos, pero antes de llegar a la puerta agregó.-nada de nombres y te dejé unos cuantos preservativos en tu mesita.
-gracias.
-recuerda sin protección NO.
-lo se, “más vale encerrados que desperdigados”.-nos reímos muy fuerte porque era la frase que siempre decía Rosalie.
Mi amiga desapareció por la puerta y yo por el baño, necesitaba aflojar la tensión o los nervios, porque la tensión esperaba que la aflojara con un poco de sexo esa misma noche.
Salí completamente desnuda del baño, la casa siempre estaba ordenada era un poco maniática y vivía sola por eso no me preocupé, estuve mirando toda mi ropa interior, pero nada era sexy, tenía razón Alice, hacía tanto tiempo que no estaba con un hombre que me despreocupé del tema y no tenía ropa interior provocativa sino cómoda, pero como siempre mi amiga piensa en todo, arriba de mi cama había una bolsita de papel negra con nombre dorado que tenía un conjunto de infarto.
Era negro de encaje con portaligas, sujetador con aro, tanguita diminuta y medias de nylon negras hasta la mitad de mi muslo con encaje en la parte superior, allí se prendía el portaligas y todo eso estaba acompañado con una bata trasparente negra muy cortita que se ataba con un lazo abajo del busto.
Cuando me terminé de vestir me sentía una “fem fatal”, tenía un poco de pudor en presentarme así ante un hombre desconocido solo para tener sexo, pero no tuve tiempo de nada, porque sonó el timbre y mi corazón saltó dentro de mi pecho, no tenía idea a que hora lo había citado Alice, pero esperaba que fuera él aunque era media tarde.
No quise mirar por la mirilla, simplemente abrí de golpe de par en par la puerta principal, allí estaba un Dios del olimpo, un adonis griego, ojos verdes fueron lo que llamó mi atención por completo, luego su cuerpo, llevaba una camisa azul desprendida los tres primeros botones, pantalón de vestir negro, cabello revuelto y completamente sexy así como alto, mi pecho subía y bajaba, estaba paralizada, no encontraba mi voz y al parecer él tampoco, ¿Alice lo habrá elegido por catálogo, sería de verdad o simplemente una aparición por mi falta de sexo?.
Después de que lo recorrí con la mirada no se cuantas veces, comprobando que era de carne y hueso, él hizo lo mismo, le dije casi en un susurro.-hola.
Sonrió de lado y sus dientes blancos iluminaron la habitación.-vine…vine por…azúcar.
No lo dejé hablar más, lo tomé con fuerza de la camisa y lo atraje hasta estampar mis labios con los de él, por un momento se quedó quieto, creo que yo estaba más desesperada de lo que creía, después de todo Alice tenía razón, ya debería de tener telaraña en mi intimidad, pero de esa noche no pasaba la usaría nuevamente como que me llamo Isabella Swan.
Seguía sin reaccionar, así que me asuste, lentamente lo dejé en paz y le volví a hablar, no quería parecer desesperada aunque fuera en vano porque ya se había dado cuenta.-¿no lo hice bien?.
-¿que?.-dijo recuperándose.
-es la primera vez que lo hago, ¿debo invitarte algo de tomar?.-no tenía clara las reglas de la empresa donde trabajaba, así que me tocó preguntar.
-¿una taza de azúcar?.-había confusión en sus palabras.
-después de que me hagas ver las estrellas.-intenté ser sexy, porque a lo mejor le tendría que decir que me gustaba y quería que se quedara, que no lo pensaba rechazar.
-¡¡¡que rayos!!!.
Luego que dijo esto se abalanzó sobre mí, me besó tan intensamente que no podía respirar, lo aparté de mi boca solo un poco y continuó por mi cuello, en ese momento de cordura cerré la puerta principal y lo empujé hasta mi cuarto.
Chocamos con la puerta lo que generó sonrisas nerviosas por lo que vendría, tomó mi cintura y me guió despacio hasta que caímos en la cama y con una mano tiré la bolsa que un rato antes contenía la ropa interior que ahora estaba en mi cuerpo.
No solo era sexy y tenía un cuerpo espectacular, olía como el más exquisito perfume, besaba como los dioses y tocaba mucho mejor, sabía como, donde y cuando.
-puedo desnudarte.-me dijo casi falto de aire, encontrándose encima de mi, el sentir aún con la ropa el rose de su cuerpo era tirarse al vacío sin paracaídas, así estaba mi estómago en ese momento comprimido al máximo, menos mal que no almorcé.
-si, arranca si quieres.-mi voz salió ronca, no conocía mi veta pervertida pero me encantó y a él también porque sonrió mientras hacía añicos mi sujetador luego de romper el lazo de la bata y tirarla por algún lado que no me importó saber.
Llevó su mano esta vez en forma delicada hacia mi seno y lo acarició suavemente, hacía tanto tiempo que no sentía la caricia de el sexo opuesto que logró no solo un estremecimiento del cuerpo en forma total, sino que gimiera un poco alto, me sonrojé, cuando escuché que había sido de mi boca el sonido.
-son pequeños.-no se porqué lo dije, parecía una virgen sin experiencia, me sonrojé otra vez, no los tenía grandes eran normales pero no tenía que decírselo.
-el tamaño perfecto, te lo aseguro.-sabía que le pagaban para decir esto, pero los miraba adorándolos haciendo que quemara el contacto inexistente con sus ojos, no podía fingir eso o si.
Bajó suavemente por mi cuello dejando besos húmedos que me hacían volar, me sentía flotar como si estuviera en el espacio con gravedad cero, lamió tomándose su tiempo cada uno de mis senos y los acariciaba con la mano cuando su boca no les daba cariño.
Me di cuenta que él estaba igual como había llegado, así que mientras me besaba todo el pecho le desprendí la camisa, no me atreví a romperla porque sabía que tendría que irse luego y no saldría desnudo, tenía envidia de las mujeres que lo habían visto antes.
Su pecho eran palabras mayores, cada parte estaba muy bien delineada, llevaría horas en el gimnasio para obtener un cuerpo así, yo no me daba el tiempo de hacer ejercicios, pero por suerte la genética había sido buena conmigo porque era delgada sin tanto esfuerzo.
Rompió la tanga de ambos costados casi sin ejercer fuerza, dejando mi cuerpo cubierto por las medias y el portaligas, pero tenía toda mi intimidad al alcance de sus ojos y caricias.
No sabía si él era el mejor o era mi deseo contenido, solo me dejé llevar por completo, no me hizo sexo oral y yo tampoco lo ofrecí ni pedí, pero el contacto con sus dedos que se deslizaron sin inconvenientes por mis pliegues fueron suficientes para llegar a un orgasmo prendida de sus hombros y su lengua en mi boca, de no ser por su beso todo el edificio se hubiera enterado que estaba teniendo el mejor sexo de mi vida sin haberme penetrado con su pene, que no había visto aún.
Desprendí un poco temblorosa el cinturón, luego el botón y bajé suavemente el cierre, puse mis manos en la pretina para bajar todo pero me encontré que no tenía ropa interior, creo que notó mi cara de sorpresa, ¿sería que era más cómodo para él, tendría más trabajos en esa noche?, no se porque me importaba, estaba conmigo en ese momento y disfrutaría lo que estaba pagando.
-aún sigo sin encontrar mi ropa interior en la mudanza.-no entendí nada pero tampoco ahondé en el tema, porque su masculinidad era enorme, creo que hacía mucho que no veía una en vivo y en directo por eso me sorprendió, llevé mi mano y la toque envolviéndola, gimió y sonreí, era mi turno, estaba completamente dura, caliente y casi húmeda, me relamí la boca mientras subía y bajaba mi mano lentamente y me dijo.-no aguanto.-casi desesperado en un ruego para que no lo hiciera esperar.
Abrió mis piernas de forma brusca pero muy excitante, casi muero y tengo dos orgasmos seguidos solo con el rose de su mano sin cuidado por mis piernas, logró que se corriera una de las medias.
Se posicionó en mí y lo frené.-protección.-dije casi sin aire, era un trabajador del sexo y me inundaron los miedos, no podía pensar en que estuviera en mi cuerpo sin cuidarse, no por embarazos sino por enfermedades.
-yo…-dijo apenado, no había traído, pero yo tenía, lo que me dejó pensando, Alice sabría que la mujer tendría que tener, pensé que ellos traían los suyos, me equivoqué.
Estiré la mano y saqué del cajón de la mesa de noche una caja envuelta en papel azul de la farmacia, costo un poco que lo desenvolviera pero lo logré con una sonrisa, para encontrarme con un papel celofán, me temblaron las manos y el súper hombre que tenía a mi lado, dijo tomándola él.-por aquí.
La caja tenía un abre fácil que logró deshacer solo con un movimiento, suspiré en forma audible gesto que hizo que sonriera. Le quité la caja para abrirla del todo y pude divisar que eran cincuenta, seguí sonriendo “Alice”, no se si era mi suerte, mis nervios, la ansiedad, la necesidad pero rasgué el cartón y salieron desperdigándose por toda la cama.
-tranquila.-me miró sonriendo.
-perdón, es que hace más de dos años que no estoy con alguien.-después de mi confesión me sonrojé, como pude decirle eso a un desconocido, que pensaría de mí, solo pagando tiene sexo.
-no te preocupes, lo haré despacio.-me enamoró por lo suave y tierno que habló, se suponía que los sentimientos no se asomarían pero no podía evitarlo con este hombre, que con solo respirar me quitaba el aliento.
Así fue, se colocó el preservativo despacio y me pareció la cosa más sexy que haya visto jamás, se puso suavemente sobre mí y jugó con su pene en mi entrada, rozaba de arriba hacia abajo dirigiéndolo con su mano, me encontraba gimiendo en cada jadeo que intentaba sin éxito tomar aire, cuando sentí que me penetraba, pensé que era jodídamente más lindo de lo que recordaba, pero mis pensamientos me jugaron una mala pasada porque lo dije en voz alta, me di cuenta cuando me contestó haciendo que quedara completamente bordó.
-y se va a poner jodídamente mejor.
Comenzó despacio sin dejar de mirarme a los ojos a entrar y salir de mi cuerpo, la fricción que ejercía enloquecía mis sentidos, mi razón, mi cuerpo, estaba en completo descontrol, pero no me importó lo quería todo, completamente todo.
Si en ese momento venía el Diablo en persona y me decía que si seguía me quemaría en el infierno, iría con gusto, porque no dejaría de hacerlo.
-¿como te llamas?.-dijo cuando estaba sintiendo llegar mi orgasmo, uno tan ansiado que no me había dado cuenta que lo necesitaba desde hacía tiempo.
-sin nombreeeeessssss-no pude hablar más y él tampoco, mi cuerpo convulsionó, mis manos apretaron sus caderas con fuerza atrayéndolo con demasía, si tuviera uñas largas se las hubiera clavado por completo, sudé como nunca me había pasado, ardía de tal forma que pensé que podría freír un huevo sin problemas en cualquier parte de mi piel, me acompañó luego de dos o tres embestidas más y no salió de mi cuerpo, gesto que agradecí porque quería recuperarme pero sin dejar de sentirlo.
-la próxima vez, no dejes pasar tanto tiempo es exquisitamente rico.-dijo con voz entrecortada.
-¿puedo llamarte?.-fue casi en un jadeo.
-cuando quieras.-sonrió y luego acotó.-para eso estamos los vecinos.-no se porque se llamó a él vecino, sería que se llamaban así en la agencia, como la palabra clave era azúcar, todo podía suceder.-no me quiero ir.-dijo mientras salía de mi y se quitaba el preservativo, lo dejó en la mesa de noche y tomó otro de encima de la cama.-¿aguantas otra ronda?.-lo levantó en el aire.
-si.-fue un si tan fuerte y desesperado que sonrió muy contento.
Lo tiré sobre la cama sin aviso y le quité el preservativo de sus manos para abrirlo con los dientes y colocárselo en su masculinidad que ya se encontraba lista como lo prometió, gemía mientras se lo ponía y al terminar me dijo.-nunca me lo habían puesto.
-¿quedó bien?.-yo nunca lo había hecho, pero con él me aventuré.
-perfecto, como tú.-me tomó de los brazos haciendo que cayera sobre él para poder besarme en la boca de forma sensual mientras nuestras intimidades se rozaban, mi pecho tocaba el suyo generando corrientes eléctricas ante su contacto, todo en él era sensual, me encantaba como deslizaba su lengua en mi boca, como acariciaba mis dientes y el sabor extraordinario que tenía.
Bajé una mano acariciando entre nuestros cuerpos hasta que tomé su miembro y lo guié hasta mi centro, esta vez me tocó hacerlo sufrir, apreté mi mano alrededor mientras lo introducía solo unos centímetros en mí, la mano era el tope, si no la retiraba no podría penetrarme por completo, no dejaba de besarlo mientras subía y bajaba, pero se dio cuenta que solo lo estaba provocando y bajó una mano intentando sacar la mía.
-espera un poquito.-le dije en sus labios, mientras continuaba saliendo y entrando solo un poco sin aflojar mi agarre.
-por favor, deja que te sienta, que me envuelvas con tus paredes calientes, que me encierres sin dejarme salir, por favor.-susurró en mi boca y su aliento hacía que perdiera la razón dejando de provocarlo sin darme cuenta.
Aflojé mi agarre y logró que sacara mi mano, no soltó mi muñeca la llevó hasta su boca y la besó hasta mi codo, subía y bajaba con sus besos mientras yo lo hacia en su dureza, cuando ya no podía me ayudó con sus manos en mis caderas a llegar hasta el final, al horizonte, al cielo, al infierno a donde sea que me llevó.
Caí rendida en su pecho, acarició mi pelo que continuaba húmedo del baño y de lo que sudé por el ejercicio, fue un gesto tan tierno que me desarmó, para estar fuera de forma no entendía como aún tenía ganas, aunque sabía que era él que me encendía.-eres exquisita.
-y tu insaciable.- al darme cuenta que ya se endurecía en mi interior nuevamente.
Nos hizo girar y quedó sobre mí otra vez, se arrodilló sin apartarse de mi cuerpo y llevó mis piernas hasta sus hombros, comenzó ese irreal vaivén que me enloquecía y hacía que quisiera más, mientras que con sus dedos enloquecía mi control.
Tardamos un poco en llegar otra vez al orgasmo, se podía escuchar no solo sus gemidos y los míos, sino el choque de los cuerpos al hacer contacto.
Al recuperarse se apartó para quitarse el preservativo y lo dejó con el anterior, me dio la espalda sentado en la cama para hacerlo y pude ver brillar su espalda con los rayos tenues del crepúsculo colarse por la ventana.
-¿quieres darte un baño?.-le dije mientras en un movimiento rápido me saqué las medias rotas y el portaligas dejando que quedaran desperdigados por el piso de mi cuarto, así como los preservativos en mi cama.
-encantado.-se dio la vuelta conectó nuestras miradas y habló sonriente.
Fuimos ambos sin perdernos de vista hasta la ducha, dejé correr el agua hasta que estuvo templada y entré dejando que me bañara completamente, sentí cuando se colocó detrás y acarició mis senos con ambas manos mientras pegaba su pecho a mi espalda, el rose de sus bellos hizo que me mordiera el labio para no gritar, bajó sus manos hasta mi vientre y más, cuando tocó mi intimidad sentí como crecía la suya, mordió levemente mi hombro con su boca, apretó mi pezón con una mano y con la otra se perdía dentro de mi cuerpo, sabía lo que vendría.
-por favor sin protección no.-no se porque mi miedo, aunque lo entendía no lo conocía, ni siquiera sabía su nombre.
-no te preocupes podemos hacer otras cosas.
-¿otras cosas?.-le pregunté mientras daba la vuelta para tenerlo de frente, no quería perderme sus gestos, los necesitaba.
-ambos a la vez.-no pregunté a que se refería, porque tomó mi mano y la llevó a su dureza, así como hizo lo mismo con la suya a mi intimidad.
Por momentos dejaba de moverme ante las sensaciones que me estaba haciendo sentir solo introduciendo sus dedos en mi interior, pero él no perdía movimiento y si yo no me movía embestía contra mi mano, gesto que me hacia dar cuenta que solo yo disfrutaba y le continuaba dando placer.
Terminamos ambos con la frente apoyada en el hombro del otro, su respiración en mi piel era calor puro, tenía ganas de poner el aire acondicionado en pleno invierno apagando la calefacción o simplemente bañarnos con agua fría.
Cuando nos recuperamos, miró en la bañera y tomó una esponja, le puso gel de ducha y cuando tuvo la espuma deseada la pasó suavemente por todo mi cuerpo acariciando y limpiando al mismo tiempo, nunca pensé que en la ducha algo cotidiano y necesario podía ser tan sensual y sexual, se tomó el tiempo que quiso, cuando ya estuvo satisfecho de su trabajo, comencé el mío.
Creo que nunca había prestado atención al cuerpo de un hombre como lo hice con este, todo hacía que quisiera más, era tan adictivo, parecía una droga poderosa, quería que fuera interminable y solo mía.
Cuando nos secamos uno al otro su cuerpo comenzó a reaccionar nuevamente por mis caricias y no pude contenerme de preguntar.-¿cual es tu record?.-mientras le señalaba su erección y la tocaba suave con la yema de los dedos haciendo que gimiera por mi rose.
-es la primera vez que paso de tres, eres tú la culpable.-no se si mentía pero me encantó que lo dijera, hacía que una se sintiera más que bien.
Solo sonreí, me dio la vuelta y me llevó empujándome con su cuerpo desnudo hasta la cama, hizo que me pusiera en cuatro patas y luego de la protección me penetró de forma brusca tomándome de las caderas, lo hizo sin preguntar si estaba lista o sin pasar sus manos en mi intimidad, pero como era de esperarse estaba completamente mojada al momento que me empujó con su desnudez hasta la cama.
Llegué a mi orgasmo y él todavía estaba en su búsqueda, hizo que me acostara sin abandonar mi cuerpo y como haciendo lagartijas embestía hasta que cayó rendido en mi espalda y yo pude disfrutar de otro orgasmo mucho más intenso que los anteriores, no llevaba la cuenta pero estaba segura que quería más.
-no te muevas.-pidió.
-¿que tienes en mente?.-pregunté, mientras lo intentaba seguir con la mirada sin moverme.
-ya verás.-se levantó y cambió su preservativo, abrió levemente mis piernas y pasó su mano entre ellas, si en algún momento pensé que estaba cansada con su rose lo descanté, porque mi cuerpo despertó completamente ante su contacto.
Aún estaba boca abajo sobre el colchón atravesada en la cama, su puso en mi espalda y sentí como su erección rozaba mi trasero, me tensé y lo frené.-no por favor.
-¿porqué no?.
-nunca lo hice.
-seré tierno.
-no quiero.-intenté levantarme pero me presionaba más fuerte, trataba de mover mi trasero pero era peor, ya que lograba que tuviera más acceso a él.
-lo haré de todos modos, así que relájate.-habló en tono autoritario.
No podía creer que si yo no quería él lo hiciera igual, pero no se porque lejos de enojarme o sentirme violada, me encantó que me obligara, definitivamente estaba loca o muy necesitada.
Humedeció mi trasero con mi propia humedad y luego lentamente y de a poco fue penetrándome, en ocasiones salía por completo y volvía a entrar para que no sintiera dolor, al principio lo sentí pero luego fue una sensación desconocida pero por lejos exquisita.
Al momento que me penetró por completo se detuvo, comenzó a jugar con mi control de placer enloqueciéndome hasta el límite, introduciendo uno o dos dedos en el proceso y mordiendo mis hombros suavemente sin dejar marcas, llegué a moverme antes de que él lo hiciera y así fue que se dio cuenta que ya estaba más que lista, envistiendo suavemente pero en forma constante hasta que sentí su orgasmo haciendo que llegara al mío.
-no fue tan malo, hay que entregarse a nuevas sensaciones.
Le sonreí mirando hacia atrás, de verdad que había tenido miedo siempre de hacerlo pero no me arrepentía, sería algo nuevo para seguir experimentando en siguientes ocasiones con él, ahora que había vuelto a la acción no quería frenar y mucho menos cambiar de hombre.
Salió lentamente de mí y en esta ocasión sentí un vacío extraño, no quería que se apartara-tengo sed, ¿quieres tomar algo?.-le pregunté, ya era de noche, solo entraban algunas luces de la calle por el ventanal de mi cuarto y el miedo de que se fuera me invadió.
-si, voy por el café ¿tu tienes azúcar?.-lo último lo preguntó, pero a estas alturas de la noche pensaba que la azúcar era yo, así que contesté.
-si.-lo dije en tono sensual pero un poco extrañada, no entendía nada y me encantaba todo.
Se puso su pantalón y la camisa muy rápido, salió de la habitación colocándose un zapato mientras daba saltitos, lo que me sorprendió fue que escuché cuando salía por la puerta principal, ¿a donde iría?, pensé que haría café en mi cocina.
Como pude me levanté, al día siguiente de seguro terminaría en la cama con dolores inimaginables ante una tarde completa del mejor sexo, menos mal que era domingo y no tenía que trabajar.
Acomodé el cuarto y deseche todos los preservativos que utilizamos, sequé el baño, levanté ropa y me puse una salida de baño celeste, no podía dejar todo desordenado era muy loca con eso y me di cuenta que tampoco quería que se fuera de mi vida este hombre, fui a la cocina y saqué dos tasas de café por la dudas y el azucarero, no sabía si en realidad se refería a eso cuando lo dijo, solo tenía que esperarlo, a lo mejor traía alguna bebida de su auto.
Abrí la heladera y de la botella tomé un poco de jugo, tenía la garganta seca, se estaba tardando demasiado o era mi impaciencia.
Al momento que mordí una manzana que se veía apetitosa como el chico que estaba esperando, escuché el timbre y se me dibujó una sonrisa pícara, tendría otra ronda de sexo, caminé despacio para que no notara mi desespero y abrí.
No era el Dios de hacía un rato, era otro, un morocho de ojos negros que me miraban en forma seductora, cuerpo atlético que por la camisa ajustada que llevaba se le podían distinguir cada músculo, no se si era que ya estaba mejor o era simplemente que no me atrajo, porque no llegó a modificar mi respiración o excitarme como lo hizo el rubio cobrizo de la tarde, ese se llevaba todos mis suspiros y removía todo mi interior.
-vine por azúcar linda.-tragué el pedazo de manzana que sentí como bajaba con dificultad por mi garganta.
-¿Qué?.-habría entendido mal, por eso pregunté.
-soy de la agencia, vine por azúcar.-habló sensual pero yo me paralicé, ¿que estaba pasando?.-puedo pasar.
-no.-le dije parándolo con la mano en el pecho porque ya estaba encaminándose a mi sala, era confianzudo y seguro de si mismo.
-¿no soy de tu agrado?, ¿no te gusto?, dame una oportunidad la vamos a pasar de maravilla.-sonreía de lado y tenía una expresión que me pareció vulgar.
Mientras decía esto el morocho, veo salir del departamento del frente al cobrizo descalzo con la camisa abierta por completo, un termo que supongo contenía el café que prometió y dos tazas.
-pero…-no sabía que decir, ni que preguntar, pero el morocho acotó enseguida cuando se dio cuenta que el cobrizo venía en esta dirección.
-perdón bonita, pero no me presto para tríos, hubieras aclarado en la agencia y te mandan a otro, a mi no me gusta compartir, soy egoísta.-acomodó su chaqueta que traía agarrada de su mano apoyada sobre su hombro.
-¿quién es este?.-dijo el cobrizo mientras se pasaba a mi lado dentro de mi casa, ¿quién le había dado tanta confianza?, de seguro yo por llevarlo a mi cama.
-eso quiero saber yo, ¿quién eres tú?.-le pregunté mientras no apartaba la vista de este impostor, porque de seguro el morocho era de la agencia, ya que él salió del departamento del frente.
-Edward Cullen, tu vecino.-tendió su mano como presentación, mientras que con la otra sostenía lo que había traído.
-¿que?, pero tu…-mi mandíbula se cayó, no podía creer que el mejor sexo de mi vida lo tuve con mi vecino, gratis y el colmo de los colmos, quería darle más.
Mientras levantaba levemente el termo con café y las tazas, me di cuenta de mi confusión.-yo solo quería una taza de azúcar.-dijo.
Vino por azúcar y obtuvo no solo un cuerpo que reaccionaba ante su contacto sino un corazón con un poco de telarañas, de una cosa estaba segura, si tenía que pagar con una taza de azúcar cada orgasmo tendría que ir al súper por más, no alcanzaba con lo que tenía en casa.
Fin.
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Hola a todos, ¿que me cuentan?, ¿quién quiere un vecino como Edward o una vecina como Bella?. Yo estoy segura que quiero…la opinión de ustedes. jaja.
Gracias por todo.
ec07.
Confiesen, ¿a quién no se le escapará una sonrisa cuando vea azúcar o tome un café?.
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