Una mágica navidad con los Cullen.
Bella Pov.
14 de Diciembre. Diez días para Noche Buena.
Edward y yo estabamos sentados en el sofá, junto a la chimenea ya encendida de la gran casa Cullen.
Nessie jugaba en la nieve con Jacob, Emmett y Rose. Los veíamos desde la ventana.
Nuestra hija perfectamente podía representar a una niña de unos doce o trece años; una pequeña decidida, fuerte y sobre todo hermosa.
Edward acarició mi mejilla. -Estas pensativa, amor.- dijo y besó la mejilla que acariciaba.
Tomé su broncineo cabello entre mis manos y suspiré. -Solo quedan diez días para Navidad, y el engendro no se ha puesto loco.- le expliqué.
-¡Escuché eso, Bella!- exclamó Alice desde su habitación. En solo un par de segundos, estaba junto a nosotros. -Hablaste demasiado pronto, porque...¡ya tenía algo planeado!- anunció, dando saltitos.
Edward rió y yo rodé mis ojos.
Alice chasquió sus dedos y los chicos que estaban afuera la miraron, les hizo un signo con la mano para que entraran.
Emmett empezó a formar una bola de nieve.
Esme llegó corriendo y se puso en frente de la ventana.
-Que ni se te ocurra, ¿escuchaste?- le advirtió a su hijo.
Todos se rieron y entraron.
Jake venía con su cabello mojado por la nieve derretida en él, se empezó a sacudir como un verdadero perro.
-¡Jake! ¡No, basta!- le gritaba mi hija, ya que a ella le llegaba el agua.
Todos nos reímos. Nessie hizo pucherito, cosa que Alice le enseñó, y Jacob dejó de sacudirse.
-Nessie,- le dije a mi princesa, la cual me miró. -Ve por Jasper y por Carlisle ¿si?.- asintió y subió corriendo las escaleras hasta llegar al despacho de Carlisle.
La escuchamos pedirle a su tío y a su abuelo que bajaran, un par de risas y luego los tres bajaron.
Nessie llegó corriendo a los brazos de Rose, Jasper se acercó a Alice y Carlisle se sentó en el borde del sofá junto a Esme.
Alice se aclaró la garganta dramáticamente. -Creo yo, ¡que deberíamos empezar a hacer los preparativos para Noche Buena!- exclamó dando aplausos y saltitos.
Reímos, yo rodé mis ojos. En estos años, ya me había acostumbrado a las actitudes tiernas, pero un poco irritantes de Alice.
Nessie se rió muy fuerte y se bajó de los brazos de Rosalie para ir a donde Alice. -¡Si! ¡Si, si, si! ¡Esto era lo que quería!- exclamó, feliz, Renesmée, palmeando sus manos con Alice, a quien ya alcanzaba.
Jacob bufó. -Ok, es una reunión Cullen, ¿porqué sigo metido yo aquí?- bromeó.
Nessie lo miró con mala cara y Jake se calló.
Alice empezó con la típica charla de que Navidad se acercaba y bla, bla, bla. Dio todos los datos que necesitabamos saber, todos los nuevos adornos que tendríamos que comprar y como sería nuestra celebración de Navidad.
-¿Cómo que tenemos que comprar adornos nuevos?- preguntó Emmett. La duendecilla rodó los ojos como si la respuesta fuera la cosa más obvia del mundo.
-Los nuestros son viejos, ¡y las cosas que tienen las tiendas ahora estan como para morirse!- gritó con emoción; levanté una ceja. -No literalmente.- sonrió.
Le aseguró a Esme y al resto que los otros adornos se irían a caridad.
Trató de convencerme a mi y a Rose que la acompañaramos esa tarde, pero nos negamos con la excusa de que faltaban 10 días.
Bufó, saltó e hizo todo lo posible para que fuéramos, pero no nos convenció.
Jasper la tranquilizó y le dijo que iría con ella al día siguiente.
Luego de eso, Jacob se marchó, Emmett y Edward empezaron a jugar un video-juego en la Xbox, mientras Carlisle, el resto de las chicas y yo los mirabamos.
Pasaron dos horas después de eso, dos horas en las que Emmett estuvo gritando que Edward era un tramposo porque podía leerle la mente, dos horas en donde tuvo que limpiar el resto de los aparatos rotos.
Rose maldecía lo más bajo posible.
Nessie se empezó a reír, y un bostezo se le escapó.
Edward la miró con dulzura y la tomó en brazos.
Me levanté del sillón y tomé su mano. Pasó su brazo por mi centura y besó mi frente.
Los chicos nos dieron las buenas noches y nos fuimos a nuestra pequeña casita.
Renesmée había caído dormida en los brazos de su padre.
Los copos de nieve cubrían cada metro cuadrado de Forks, haciendo que la época Navideña fuera más especial.
Miré a Edward, quien me sonrió dulcemente.
Pasó el brazo que tenía en mi cintura, para ponerlo sobre mis hombros.
-¿Esta vez no te negarás a que te compre algo?- preguntó y puso ojos de cordero degollado.
Rodé los mios y le di un apretón a su mano.
-No mientras no sea algo excesivamente caro.- respondí.
16 de Diciembre. Ocho días para Noche Buena.
Bella Pov.
-Por favor, mamá, será divertido ¿si?- Nessie me decía respecto a las compras de los adornos con Alice, Rosalie y Esme. Entrecerré mis ojos, ella suspiró frustrada. -Las tías y Esme se pueden ir a hacer las suyas, nosotras las nuestras.- suplicó.
-¿A qué te refieres con "las nuestras"?- le pregunté a mi hija. Estabamos en la vieja habitación de Edward en la mansión, acostadas en su cama.
Rodó los ojos y puso su mano en mi cara, para mostrarme a lo que ella se refería.
Solo visualicé una imagen de Edward, Nessie y yo decorando nuestra pequeña casita, algo que siempre hacíamos pero con decoraciones viejas.
Sacó su manita de mi cara, dejandome con una sensación de vacío. -Incluso le podemos pedir a papá que nos acompañe, ¿siiii?- hizo un pucherito.
-Tú y tu ternura son invencibles, ¿verdad?- asintió y sonrió. -Está bien, iré, solo si compramos lo justo y necesario.- accedí finalmente.
-¡Si!- exclamó mi hija. -¿Escuchaste eso, Alice? ¡Me debes viente dólares!- gritó.
-¿Qué?- pregunté confundida cuando la figura de una resignada Alice apareció por la puerta con $20 en la mano.
-Lo siento, Bella, pero fuiste parte de una apuesta otra vez.- rió Alice y le pasó el dinero a mi hija y se fue.
-Le aposté a Alice $20 si es que convencía de ir, ella dijo que si ella no podía yo tampoco.- explicó Nessie. La miré con veneno. -Recuerdas que te amo y aprecio mucho, ¿cierto, mami?- parpadió inocentemente y rodé los ojos.
-Si sabes que igual iré.- le aseguré y sonrió. -Ve a decirle a tu padre que nos acompañe.- le dije y salió corriendo hacia la planta baja a buscar a Edward.
Escuché que le preguntaba si nos acompañaba, la respuesta inmediata de mi marido y luego los dos subiendo las escaleras.
Edward tenía una sonrisa torcida cuando llegaron a la habitación.
-¿Estas lista?- preguntó Edward.
Fui hacia su closet y tomé un abrigo que tenía ahí, para que pasaramos más desapersividos. -Si.- suspiré.
Nessie tomó su chaqueta que estaba en la cama y bajamos. Edward entrelazó su mano con la mia.
Alice nos miró cuando llegamos al primer piso y se levantó del lado de Jasper.
-Entonces, nos juntaremos en el centro de la plaza, junto a la fuente a las dos treinta.- dijo. -Y Edward, recuerda que tienes que...- Edward interrumpió al duende.
-Recuerda que puedo leer tu mente, Alice, gracias.- Edward le guiñó un ojo.
Nessie y yo nos miramos confundidas y reímos.
Nos despedimos de todos y salimos.
La nieve era de al menos dos centímetros de grosor, hermosa, pero un poco molestosa.
Nos subimos al Volvo de Edward.
Me senté en el asiento del copiloto, como siempre y tomé la mano de mi marido.
-Ponte una bufanda, cielo.- le dijo Edward a Ness.
Ella tomó una que había en uno de los asientos traseros y se la enroscó en el cuello, le sonrió a Edward quién la miraba por el retrovisor.
Empezamos a conducir hacia la plaza.
-Prende la radio, ¿quieres?- le dijo Ness a su padre.
Él encendió la radio, para complacer a su princesa.
Tomó mi mano y la entrelazó los dedos, como siempre. Con su pulgar acariciaba mi mano.
Sonreí y apoyé la cabeza en el asiento, cerrando los ojos.
Nessie iba tarareando la melodía de la canción que sonaba en voz baja.
Mi pequeña, mi pequeña grande. Estos años habían pasado rápido, pero como no hacerlo con esta familia.
Edward se estacionó y bajamos.
La plaza estaba decorada como si fuese el Polo Norte: adornos por aquí y por allá, árboles y ofertas por doquier.
Renesmée sonreía y tomaba a Edward de la mano que tenía libre.
-¿Qué compraremos primero?- preguntó mi hija.
Lo pensé un segundo. -Creo,- ambos me miraron. -creo que primero ciertos adornos para el interior y en un par de días más, el árbol, ¿si?- ofrecí.
Edward rió y sacudió la cabeza. -Ok, ¡a buscar pelotitas de plástico!- exclamó.
Nessie y yo nos reímos fuerte y fuimos a recorrer las tiendas.
No había muchas que llamaran la atención, ya que se repetía mucho de lo mismo.
Edward y yo íbamos caminando con las manos entrelzadas, Nessie estaba atrás con las manos dentro de los bolsillos de su abrigo.
Seguimos caminando, hasta que Edward se detuvo y me dijo que mirara para atrás.
Ahí estaba Nessie, prácticamente pegada al escaparate de una tienda, observando los adornos que habían adentro.
Reí y guié a Edward hacia Nessie.
-¿Te gusta algo?- le pregunté. Asintió sonriendo felizmente.
Miré al interior de la tienda y ententendí porqué mi hija estaba tan hipnotizada.
Al parecer era una tienda dedicada cien porciento a la época navideña.
Luces, adornos exteriores e interiores, cosas pequeñas y otras enormes; un verdadero paraíso navideño.
Nessie miró el nombre de la tienda en el escaparate.
-Christmas & Co.- susurró para sí.
Edward me dio un apretón en la mano y se acercó a mi oído. -Si quieres podemos colgar varios muérdagos en nuestra habitación.- susurró en mi oído.
Si hubiera sido humana, mi cara hubiera estado de varias tonalidades de rojo.
Lo miré y observé una gran sonrisa en su perfecto rostro.
Nessie chaqueó sus dedos para que nos saliéramos de nuestra burbuja, la miramos.
-¿Entremos?- sugirió y asentimos.
Adéntrandose un poco más a la tienda, en su escritorio, estaba la dependienta.
Una ancianita de unos sesenta y tantos años, de cabellos blancos como la nieve y piel arrugada. Sonrió al vernos.
-¿Puedo ayudarlos?- ofreció.
Nessie inmediatamente se puso a describir las ideas que teníamos: que queríamos algo simple, pero llamativo.
La señora se movió de su escritorio hacia los estantes llenos de adornos, mostrándonos cosas de acuerdo a nuestra petición.
Términamos eligiendo ornamentos de ángeles, renos y Santa Clauses para el árbol, todos parecían echos de cristal, junto con la estrella grande y dorada, claro.
También cintas doradas, rojas y plateadas, junto con las luces para el árbol blancas. Muérdagos para colgar y pequeños hombrecillos de nieve.
Por último, un par de renos para poner en nuestro pequeño patio trasero.
Le agradecimos a la señora y salimos de la tienda, cargados de pequeñas bolsas.
-¿Felices?- nos preguntó Edward.
-Si.- respondimos mi hija y yo felices, ella me abrazó.
-¿Qué hora es, papi?- preguntó Nessie, Edward miró su reloj de la muñeca.
-Dos veinticinco.- respondió. -Será mejor que vayamos a encontrarnos con Alice.-
Tomó nuestras manos, una a cada lado, y partimos hacia la fuente.
Dicha fuente estaba al menos a unas cinco tiendas más allá.
Sentadas ahí, estaban Rose, Esme y Alice, quién llegó corriendo hacia nosotros.
-¿Donde los consiguieron?- chilló feliz. Esme y Rosalie se acercaron.
-¿Los adornos?- preguntó Nessie y Alice asintió. -Los conseguimos en...-se detuvo abruptamente y levantó una ceja. -Espera, ¿como supiste?-
Alice rió. -Tuve una visión de ustedes tres decorando su casita con hermosos adornos.- explicó y rió otra vez. -Además, traen bolsas.-
Todos reímos. -No los abrumes, Alice.- dijo Esme, calmando al duende.
-Como a unas cinco o seis tiendas de aquí, hay una tienda que se llama Christmas & Co., creo que tienen de todo.- expliqué.
Rose levantó una ceja. -¿De todo?- preguntó y le sonrió a Alice.
-Si, creo.-
Se alegraron al instante.
Esme rodó los ojos y luego todos sentimos un ruidito, el estómago de Nessie.
Sonrió inocentemente.
-Nosotras irémos a ver.- aclaró Esme. -Mejor lleven a Nessie a algún lugar para que coma algo.-
Se despidieron y nosotros nos fuimos hacia una pequeña cafeteria que había cerca de la fuente.
Nos sentamos en una mesa que tenía cuatro sillas, dejamos las bolsas en la silla que sobraba.
Nessie miró el pequeño menú que estaba sobre la mesa, sonrió.
Le extendió la mano a su padre. -Ya sabes lo que quiero, ahora, ¿me das dinero?- sonrió.
Edward y yo reímos y él le pasó diez dólares para que ella fuera a pedir lo que qusiese a la caja.
Se fue y Edward puso su mano en mi pierna.
Se acercó a mi y me dio un pequeño beso en la mejilla.
Sonreí. -¿Y eso porqué?- le pregunté divertida.
Levantó la vista e hice lo mismo, para encontrarme con un pequeño muérdago colgado en el techo, justo arriba de nosotros.
-No iba a romper la tradición.- dijo y esbozó una sonrisa torcida.
18 de Diciembre. Seis días para Noche Buena.
Edward Pov.
Nuestra pequeña casita del bosque estaba perfectamente decordada, y al día siguiente iríamos a cortar un pino, porque ese día había una tormenta de nieve y era mucho frío para Nessie.
Ella se estaba quedando con Rosalie y Emmett en la mansión, haciendo una maratón de peliculas. Ambos eran como sus hermanos mayores.
Mi hermosa esposa y yo habíamos salido a cazar y en ese momento, estábamos acurrucados en nuestra cama; la chimenea de la casa estaba encendida, por lo cual la casa tenía un calor reconfortante.
Bella tenía su cabeza en mi pecho, yo le acariciaba los cabellos.
Suspiró. Yo reí y ella levantó su cabeza.
Desposité un beso en su frente. -¿Qué quieres para Navidad?- me preguntó.
Reí y moví mi cabeza. -No tengo mucho que pedir, Bella. Tengo una maravillosa familia, una hermosa hija y una esposa que se merece el mundo y más.- le dije.
Ella sonrió y puso ambas manos en mi pecho. -Ya, hablo encerio, hay algo que debes querer, algo que no me quieres decir.- dijo.
-Tu también debes querer algo, pero siempre que te hago la misma pregunta me dices "nada".- contraataqué, imitando su voz en la parte final.
Rió. -Porque no quiero nada, de verdad. Con un par de calcetines me conformaría.- dijo.
Me reí más fuerte y la besé. -No me conoces nada si crees que te regalaría un par de calcetines, Bella.- le regañé.
Entrelazó sus brazos en mi cuello y volvió a poner su cabeza en mi pecho.
-A ver...hagamos un trato ¿si?- dijo y asentí para que me lo explicara. -Yo te compraré lo que yo quiera y tu harás lo mismo, ¿ok?- ofreció y se mordió su labio inferior.
-Ok.- acepté.y besé su cabeza.
En realidad, yo ya le tenía pensado algo.
Un objeto caro, pero no exceso, algo pequeño que la hiciera feliz.
Me acomodé, dejando mi cabeza en la almohada, con la suya todavía en mi pecho.
Comencé a recorrer su espalda encima de las cobijas que nos cubrían.
No las necesitabamos, pero ella sabía que me encantaba la sensación de tenerla bajo cubiertas, protegida de todo y de todos aunque no necesitara protección, en mis brazos.
Cerré mis ojos, disfrutando de la sensación de su cálido cuerpo encima del mio. (N/A Recuerden que vampiros entre vampiros se encuentran la piel un poco cálida, no fría).
La respiración de Bella era tranquila, como si hubiera caído dormida.
El silencio era cómodo, pero decidí romperlo empezando a tararear la melodía de su nana.
Esbozó una pequeña sonrisa y volteó su cabeza, dejándola aún en mi pecho.
Desenroscó uno de sus brazos de mi cuello, para llevarlo bajo las cobijas y tomar mi mano libre para entrelazarla con la de ella.
Con el pulgar, acaricié la suave piel de su mano.
Bella empezó a hacer lo mismo con la piel de mi cuello.
Sus caricias mandaban corrientes electricas a través de mi columna vertebral.
Después de todos esos años, Bella seguía teniendo las mismas reacciones en mi desde el primer día en que mis ojos la habían visto.
No había palabras para describir cuanto la amaba.
Si, a veces peleabamos, pero éramos tan normal en ese sentido como cualquier otro matrimonio. Aunque, lo mejor de las peleas, eran las reconciliaciones.
Sonreí para mi mismo.
-Te amo, mi vida.- Bella susurró. Sonreí aún más al escuchar esas palabras.
-Te amo, mi cielo.- le dejé claro y besé su cabeza.
Toda esa noche estuvimos de ese modo, tranquilos, dándonos leves caricias y leves palabras, siendo felices en los brazos del otro.
20 de Diciembre. Cuatro días para Noche Buena.
Edward Pov.
Carlisle había accedido a acompañarme a la plaza para comprar los regalos de Bella y Nessie, ya que los del resto ya estaban comprados y guardados cuidadosamente en la maletera del auto de Bella.
Me había asegurado personalmente, de que Alice no viera donde los había puesto.
Nuestra casita ya estaba más que decorada, incluso ya tenía el árbol adentro. Uno que habíamos escogido y cortado nosotros mismos, en el bosque de pinos de Forks.
-¿Y qué tienes en mente, hijo?- me preguntó mi padre, en cuanto llegamos a la joyería.
-A Bella, un anillo bastante simple pero con sus detalles, qué por dentro tenga unas palabras grabadas.- le expliqué.
En ese momento, Carlisle tenía una sonrisa en su rostro.
Decidí meterme dentro de sus pensamientos, los cuales consistían en un recuerdo, cuando él había echo lo mismo con mi madre en una de las Navidades que ellos solo habían pasado con Rose, porque yo había estado en mi época de rebeldía.
Bajo la vista, aún sonriendo.
-Y a Nessie, un collar con dos fotos dentro de él: una de la primera Navidad que pasamos y una de una foto junto al árbol y la chimenea que nos sacamos ayer.- le terminé de dar la explicación.
Nos acercamos al mostrador donde estaba el dependiente.
Le aclaré mis ideas a él también, dándole todos los detalles necesario.
Me mostró varios modelos de collares en los cuales el colgante tenía el espacio para dos fotos.
Le elegí uno con la ayuda de Carlisle: un collar con la cadena y el colgante de plata. El colgante tenía forma de rosa, su flor favorita, y las dos fotos cabían perfectamente.
Luego, me mostró modelos de anillos que tenían un espacio para grabar.
Yo quería que el grabado fuese por dentro.
Todos eran o muy llamativos o muy simples.
Viendo la vitrina, mis ojos se abrieron al ver uno que llamo mi atención, uno que era perfecto para Bella.
-Ese.- dije, apuntando hacia la vitrina.
Bella Pov.
Estaba con Rose en el centro comercial de Seattle comprando los regalos para mi marido y mi hija.
Alice estaba de casa con Esme y Jasper se quedaba con Nessie. No tenía idea donde estaban Edward y Carlisle.
Íbamos caminando, mirando las vitrinas de cada tienda por la que pasábamos, solo observando.
Tenía mis manos en los bolsillos de mi abrigo, un gesto bastante humano en estos días de invierno.
-¿Alguna idea?- le pregunté a mi acompañante.
Ella rió. -Bella, en las últimas Navidades, todos los regalos que le has dado a mi hermano le han gustado, ¿Porqué tan insegura ahora?-
Me mordí el labio. -Es que, siempre dice que le gustan, pero nunca me convenso de que lo dice para no herir mis sentimientos o porque de verdad le gustaron.- confesé y Rosalie volvió a reír.
Rodó sus ojos. -Ugh, Bella: sea lo que sea que le regales le encantará solo porque fuiste tú quién se lo regaló.- me tranquilizó.
Pensé en sus palabras unos segundos. -Si, creo que tienes razón.- dije y sonrió. -A propósito, ¿Qué le darás a Emmett?- le pregunté.
Rose volvió a reír. -Es un secreto.- dijo simplemente.
Me estremesí solo al escuchar esas palabras. -No, no es eso.- aclaró, refiriéndose a lo que creí que sería. -Bueno, tal vez...pero, volviendo al punto, es un secreto, de verdad. Nadie sabe, ni siquiera Edward.- dijo.
Reí. -Ok y...¿alguna idea para Nessie?- sonreí.
-Unas luces de Navidad para su habitación, con un libro de recortes.- me dijo como si fuera lo más normal del mundo.
Mi boca estaba abierta en forma de "o". -Wow, ¿cómo lo sabes?-
-El otro día la encontré viendo fotos de habitaciones así en su computadora. Si le compras eso, la perfecta adición a los regalos de Alice, Esme y el mio.- explicó. -Vayamos por eso primero, luego por el de Edward, así tienes tiempo de pensar.- sugirió.
Acepté y nos encaminamos a una tienda experta en remodelaciones de habitaciones.
Le compré a Nessie lo que Rose me había dicho más un cobertor blanco y unas almohadas de color rosa para su cama.
Creo que tenía la idea perfecta de un regalo para Edward, algo que sería lindo para él, para Nessie y para mi.
Rosalie me miró y sonrió. -Tienes una idea.- no era una pregunta, era una afirmación.
Asentí.
Le conté mi plan y nos dirigimos hacia una de las tiendas especializada en fotografía.
Le iba a regalar un marco de esos electronicos, que pasaban varias fotos a la vez.
Aunque en realidad sería un regalo para los tres, ya que podríamos colgarlo arriba de la chimenea y el cuadro que estaba ahí dejarlo en nuestra habitación.
El chico que nos atendió fue muy simpático, se notaba que adoraba su trabajo.
Me pidió las fotos y suerte para mi que siempre andaba con algunas en mi celular, por lo cual salimos de ese lugar con nuestros regalos echos.
El marco era negro y bastante grande, tenía tres fotos: una de él y yo, otra de nosotros tres como familia y la última con toda la familia.
Nos fuimos a casa en mi auto, al fin con mi labor terminada.
22 de Diciembre. Dos días para Noche Buena.
Edward Pov.
Había ido a buscar los regalos de mis princesas en mi auto, y por las dudas, los había guardado en un pequeño compartimiento que mi auto tenía.
Volví a casa y me estacioné en el garage.
Entré a la mansión y vi a todos en la sala, terminando de decorar.
El enorme árbol que Alice y Esme habían escogido llegaba hasta el techo.
Estaba cubierto de adornos en cada una de sus ramas y en la punta, tenía a un ángelito el cual tenía una pequeña estrella dorada en sus manos.
Era divertido ver a Alice encima de la escalera y en puntillas encima de ella, colgando adornos por doquier.
Bella y Nessie colgaban algunos hombrecitos de nieve y uno que otro muérdago.
Carlisle, Emmett y Jasper estaban colgando las luces en la parte de atrás de la casa y Rosalie ayudaba a Esme a reordenar algunas cosas.
Era lindo ver a toda la familia unida.
Me acerqué a Bella y la tomé por la cintura para besarla.
-Hola.- me saludó.
-Hola, ¿necesitas ayuda?- le pregunté y acomodé un mechón de su cabello detrás de su cabeza.
Sacudió su cabeza. -Nop, terminamos, ¿A donde habías ido?- ya había empezado a florecer su curiosidad.
-Unos papeles del auto, nada importante.- mentí.
-Ah, pf, ok.- dijo y sonrió.
Volteamos y vimos a Emmett pegado a la ventana viéndonos.
-El amooooooor.- intentó cantar.
Rodé mis ojos y miré a Rosalie.
Ella tenía su mano apretándose el puente de la nariz.
"Inutil, bobo, idiota, estupido, hermoso, adorablemente ímbecil..." decían sus pensamientos.
Me reí.
Nessie se sentó en el sofá y prendió la televisión. Bella y yo fuimos a sentar a su lado.
-¿Tienes hambre?- Bella le preguntó a nuestra hija.
Nessie lo pensó unos segundo. -Un chocolate caliente estaría bien.- le respondió a su mamá.
Bella se paró del sofá. -¿Cuantos malvaviscos?- preguntó.
-Seis, de los pequeños.- respondió Nessie y Bella fue hacia la cocina.
Nessie se esitró en el sofá y puso su cabezita en mis piernas.
Le empecé a acariciar su sedoso cabello.
Suspiró.
Su mente era un revoltijo de cosas Navideñas.
Pero había algo que le inquietaba: no sabía que regalarle a Jacob.
Se estaba angustiando demasiado por eso, y me angustiaba a mi igual.
-No sabes que regalarle.- afirmé.
Miró hacia mi cara y se mordió el labio.
Suspiró otra vez. -Si, es que, ugh, Jake siempre me da regalos bellos y yo...cosas inservibles.- hizo un puchero pequeño.
Le acaricié la frente. -Princesa, sea lo que sea que le regales, mientras no sea un beso debajo del muérdago, será hermoso.- bromié.
Su carita de ángel enrojeció y se voltió. -Papá...- se quejó y rió.
Bella llegó con el chocolate en una taza blanca y una servilleta, Nessie se sentó y le resivió el líquido.
Tomó un sorbo y sonrió. -Mmm, gracias, mami.- dijo y siguió bebiendo.
Bella le sonrió de vuelta y se sentó a mi lado.
Tomé su mano y acaricié su anillo, el de nuestra boda. Me sonrió y puso su cabeza en mi hombro.
Emmett entró y se sentó al lado de Nessie.
"El control, por favor", pensó y me guiñó un ojo.
Rodé los ojos y se lo lanzé.
-Gracias.- dijo y cambio la tele.
Empezó a hacer zapping y paró en un especial navideño de caricaturas.
Lo miró con los ojos brillando de felicidad.
Nessie rodó los ojos y se acomodó en su hombro.
Voltié hacia Rosalie, quien nos miraba sonriendo.
Sacudió su cabeza y se sentó a mi lado.
Con el tiempo, nos habíamos vuelto más cercanos que antes, su relación con Bella y con mi hija me hicieron ser más cercano a mi hermana de lo que jamás había sido.
Apoyó su cabeza en mi otro hombro.
Poco a poco, toda la familia se fue sentando cerca del sofá, viendo la televisión.
Solo se cambiaban de posisiones.
Afuera solo se escuchaba el ruido de los autos pasando y la nieve chocando contra el piso.
En ese momento, Bella estaba recostada en mis piernas, junto con Alice, Jasper estaba sentado junto a mi.
En uno de los sitiales, estaba sentada Esme y en el borde Carlisle.
En el suelo, Rosalie, Nessie y Emmett; Nessie entre medio de los dos.
Todos viendo caricaturas en el más completo silencio, excepto por los ruidos del exterior y los de la tele.
Sentimos un largo suspiro y todos miramos a Nessie, quién había caído dormida en el hombro de Rose.
-¿Qué hora es?- preguntó Bella.
Esme miró hacia el reloj de la pared. -Doce y treinta y nueve, cariño. Será mejor que se lleven a Nessie a su cama.-
Bella y yo nos levantamos y yo tomé a Nessie en brazos.
Esme fue arriba por una manta, para que no enfermara.
Nos despedimos de todos y salimos.
La nieve caía suavemente, llenándonos con su belleza.
Bella tomó mi mano entre la suya y miró a Nessie, sonrió con calidez.
-Aún sigue siendo una bebita.- dijo Bella hablando de Nessie.
La miré, dormía placidamente en mi hombro mientras yo la cargaba.
-Si...siempre lo será, amor. Al menos para nosotros.- acordé con ella.
Llegamos a la casita.
Bella abrió la puerta y prendió el la luz.
Caminamos hacia la habitación de Nessie y la dejamos en su cama.
-Déjame despertarla para que se ponga la pijama.- dijo mi esposa y sonrió. -Espéreme en la habitación, señor Cullen.-
Reí y asentí.
Caminé hacia la habitación que compartía con Bella y me tiré a la cama.
Escuché a Bella despertando a Nessie, y a ella refunfuñando, los ruidos de las ropas cayendo y de las otras poniendose.
Bella arropó a Nessie, le dio las Buenas noches y un beso.
Apagó la luz de su habitación y llegó a la nuestra.
La agarré por la cintura y la atrajé a la cama conmigo.
Se apegó a mí.
-Tengo una sorpresa para ti.- dijo.
Reí y besé su nariz. -¿Y qué sería?-
Bella se metió la mano al bolsillo de su jeans y sacó un pequeño muérdago.
Lo puso encima de nuestras cabezas y me miró.
-¿Acaso romperá la tradición, señor Cullen?- dudó y levantó una ceja.
Me reí. -Por supuesto que no.- le respondí y la atraje para besarla.
24 de Diciembre. Noche Buena.
Bella Pov.
La noche que todos esperábamos llegó.
Decidimos celebrarla de una forma diferente: en vez de abrir los regalos a la mañana siguiente, los abriríamos a las doce en punto.
Charlie, Sue y Jake iban pasar la Navidad con los Clearwater, así que estarían bien.
Como nadie además de Nessie comía, decidimos no hacer cena como cuando pasabamos Navidad todos juntos. Haríamos una maratón de peliculas mientras ella comía lo que quisiese.
También jugaríamos y a las doce, los regalos.
Me estaba arreglando en la habitación, cuando Edward salió de la baño con una toalla en la cintura y su cabello mojado.
Habíamos ido a cazar hace poco, y habíamos quedado un poco sucios, él sobre todo, porque el viento empezó a lanzar las pocas hojas que quedaban de los árboles contra él.
Aunque lo había visto así un millón de veces, igual me quedaba asombrada con su belleza.
Chasqueó sus dedos frente a mi cara.
Me reí por lo bajo y bajé la cara para que mi cabello la cubriera, un gesto que no había perdido de mi humanidad.
Edward rió y me abrazó por la espalda.
Los musculos de su pecho desnudo se apretaron contra mi vestido de satén.
-Edward...-susurré y beso mi cuello.
-Te ves hermosa, cariño.- dijo. -No, me equivoco, eres hermosa.-
Me voltié y lo besé.
-Tú eres más que eso.- le dije a él. -No hay palabra para describir lo perfecto y hermoso que eres.-
Me besó otra vez y se alejó.
Fue hacia al armario y sacó su ropa, la dejó encima de la cama y se empezó a secar.
-¿Estas lista, Nessie?- le pregunté a mi hija quien se arreglaba en su habitación.
Abrió la puerta y salió en el mismo estado en que su padre: envuelta en una toalla blanca con el cabello mojado y alborotado.
-Dame quince minutos, solo quince minutos. En la casa le pediré a Rose que me arregle el cabello.- dijo, sonrió y cerró la puerta.
Rodé los ojos y miré a Edward, quien ya estaba vestido.
Sonrió y le devolví la sonrisa.
Traía puesto unos pantalones y zapatos negros, con una camisa de botones azul.
Se veía tan guapo.
Pasó por mi lado y me besó la mejilla.
Lo vi dirigirse a la habitación de Nessie.
Yo, por otro lado, me acerqué a mi mesa de noche y tomé mi celular.
"Nessie quiere que le arregles el pelo, estaremos allá en dos minutos." le mandé a Rose en mensaje.
Suspiré y fui hacia la habitación.
Abrí su puerta y los vi envolviendo algo en papel de regalo.
"El regalo de Jacob", pensé para mi y sonreí.
Cerré la puerta de su habitación con cuidado y esperé sentada en la cama.
Llegaron tomados de la mano. Nessie tenía el pelo húmedo.
-Ya le avisé a Rose lo del cabello.- le dije.
-Ok, gracias mami.- respondió.
Salimos de la casa, Edward tomó a Ness en brazos para que corriéramos.
En cuestión de segundos, estábamos en la puerta de la casa.
Edward abrió con su llave y entramos a la casa.
Rose apareció por la puerta de su habitación y le hizo señas a Nessie para que fuera.
Mi hija sonrió y subió las escaleras corriendo.
De la habitación de Alice y Jasper, salieron ambos, elegantemente vestidos.
Alice traía un vestido de color morado strapple con un bolero negro y sus zapatos de tacón negros, en su cabeza traía un gorro de Santa Claus.
Jasper traía unos jeans y una camiseta roja, junto con el gorro que, creo yo, Alice le había obligado a usar.
-¡Se ven muy bien!- nos dijo Alice.
Yo estaba de acuerdo con Edward, pero mi imagen seguía sin convecerme de mi aspecto.
Traía un vestido rojo apegado al cuerpo y unos tacones bajos, con mi pelo suelto y sería.
-Gracias.- contestamos mi marido y yo.
Miré hacia el árbol y me di cuenta que todos los regalos ya estaban debajo de él, y no eran pocos que digamos.
Carlisle y Esme salieron de la cocina con un chocolate caliente en las manos.
Nos sonrieron y Esme subió las escaleras para darle el chocolate a Nessie. Bajó luego de unos segundos.
Cuando abrió la puerta, entró ella y salió Emmett, vestido con unos jeans, zapatos marrones, un sueter navideño de lana y traía unos cuernos de reno junto con una nariz roja.
Todos nos reímos.
-¿Qué?- dijo. -Es porque soy muy sexy, ¿verdad?- bromeó y empezó a hacer modelitos.
En ese momento, Rosalie salió de la habitación y le pegó a la cabeza con la mano.
Se veía despanpanante, casual, pero aún así despanpanante. Traía puestos unos jeans, con unas botas negras y el mismo sueter de Emmett.
Edward se empezó a reír, mucho.
Rose lo miró mal. -Tú sabes lo que pasó ¿ok? Ahora déjame.- le dijo a mi esposo. El resto la miró interrogante. -Perdí una apuesta, ni que fuera la única.- explicó; Edward y Emmett se seguían riendo.
Nessie salió de la habitación.
Rose le había secado el pelo y dejado en una trenza para el lado, aunque igual se había puesto un gorro navideño morado.
Mi pequeña traía puestos unos jeans, unas zapatillas normales, una camiseta de manga larga y una chaqueta sin mangas.
Alice sonrió al verla. -¡Cambiemos gorros! ¿si?- le preguntó a su sobrina y puso cara de perrito.
Nessie sacudió la cabeza y asintió.-¡Yupi!- exclamó la duende.
Rose y Emmett seguían hablando en las escaleras, mientras Nessie bajaba.
Emmettt le sonreí a Rose, ella igual a él, pero no se notaba tanto.
Se tomaron de las manos y bajaron la escalera.
Esme sacó una cámara del mueble de la televisión.
Le sonrió a Alice y ambas empezaron a ordenarnos como ponernos.
A cada pareja nos hicieron sacarnos fotos debajo de un muérdago, distintos tipos de besos, pero mi favorita de esas, fue cuando Nessie se puso en medio y Edward y yo salimos dándole un beso en cada mejilla.
Luego cerca del árbol, en las escaleras, en el sofá, en donde fuera. Terminamos llenos de fotos.
-¡Hora de las peliculas!- gritó Emmett y se acercó al televisión para prenderlo.
También prendió el DVD y sacó una de las peliculas que había en el estante.
La metió dentro del aparato y comenzó.
Corrió la mesa de centro y se puso de estómago en la alfombra blanca, Nessie se puso junto a él.
Fueron al menos cuatro horas de cortos y peliculas navideñas.
Muchas eran graciosas y otras no tanto, pero igual buenas.
-¡Son las doce!- gritó Alice y todos nos acercamos al árbol.
-Bien, ¿quién abre los regalos primero?- dijo Carlisle.
-¡Yo!- dijeron Alice, Emmett y Nessie.
-Siempre es uno de ustedes tres.- dije yo. -Hagamos un cambio, yo propongo que Esme los abra primero.- sugerí.
El resto aceptó y Esme me sonrió.
Se sentó en medio de todos y empezó a abrir los regalos.
Edward le había dado un CD con canciones echas por él dedicadas a ella, Rose un collar y Emmett unos pendientes, Alice un vestido, Jasper unos zapatos, Nessie le había echo un brazalete y yo le había comprado un álbum de fotos para que tuviera sus recuerdos.
Era la hora del regalo de Carlisle.
Esme miró el paquete y sonrió.
Cuando lo abrió, se sorprendió bastante.
Era una foto de la primera boda de ambos, en 1943.
Carlisle solo atinó para abrazarla.
-Es maravilloso.- le susurró ella al oído. -Son todos maravillosos,- dijo en voz alta. -gracias.-
-¡Mi turno!- dijo Alice.
Todos reímos.
Básicamente, resivió una prenda de cada uno de nosotros, el único distinto fue el de Jasper, quien avisó que la llevaría a Paris para un desfile de modas de su diseñador preferido.
Alice, básicamente, saltó a sus brazos y le besó toda la cara.
-¡Gracias, gracias, gracias, Jazz! Te amo demasiado.- y con un pequeñó beso terminó la frase.
Era el turno de Emmett.
Ya que yo había sido un problema con su regalo, al igual que cada año, Edward y yo le habíamos comprado el regalo juntos.
Simplemente, eran cubierta de asiento para su auto y él, literalmente, si tiró encima de mi y de su hermano.
-¡Son lo mejor!- gritó.
Rose le pegó en la cabeza.
-Si, ya sabemos que son lo mejor, ahora sigue abriendo tus regalos, bestia.- le dijo y rió.
Emmett se levantó y besó su mejilla. -Bestia o no, igual me amas.- Rose rodó los ojos y asintió.
Abrió el resto de los regalos y sus reacciones fueron las mismas: lanzarse encima de quién se lo dio.
Alice le regaló una Xbox reforzada y Jasper los controles, reforzados también. Carlisle unos juegos y Esme un televisor para su Jeep.
Ness le regaló un peluche de oso.
-Solo lo vi en la tienda y pensé en ti.- explicó mi hija y lo abrazó.
Emmett carraspeó y miró hacia Rose.
-¿Qué?- dijo la aludida.
-Mi regalo, cariño, quiero mi regalo.- respondió el oso.
Rosalie rodó los ojos y buscó el regalo debajo del árbol.
Solo tomó un pequeño paquete y se lo entregó.
Emmett la miró mal y sacó una llave del paquete.
-Wow, gracias, creo.- comentó sarcástico.
-Está afuera.- dijo y apuntó hacia una moto de nieve que se veía desde la ventana.
-Oh Dios mio, es...es--Emmett se interrumpió a si mismo y besó a Rose. -Es perfecto.- logró finalmente decir.
Jasper y Carlisle fueron los siguientes.
Jasper recibió ropa y libros, pero de parte de Alice recibió una foto enmarcada de ellos dos y una guitarra nueva. Jasper
Carlisle, por otro lado, recibió ropa, una computadora nueva y de parte de Esme, un maletín de cuero con su nombre en una pequeña plaquita.
El turno de Nessie vino luego.
Alice y Jasper le regalaron un armario, con ropa incluída, Esme unos libros que ella quería hace mucho junto con un estante de parte de Carlisle, Emmett unas cajitas de madera con distinto diseño para que guardara todas sus cosas delicadas, Rose un set
de maquillaje y unos pendientes y pulseras, Edward le había dado un maravilloso collar con fotos, el cual se puso inmediatamente y yo lo que le había comprado.
Rose había tenido razón, los regalos se complementaban unos a otros.
Ahora era su turno.
Alice y yo le dimos ropa, Jasper y Edward le dieron accesorios para su auto, Esme un teléfono nuevo, Carlisle accesorios para el teléfono, Nessie un bolso y finalmente, Emmett le pasó un sobre.
Eran dos pasajes para Brasil, ya que Esme les había prestado la isla y ellos hace mucho que no tenían tiempo a solas.
Rose solo saltó a sus brazos y le dio un gran beso. -Te amo, encerio, gracias.-
Y el turno de mi adorado esposo había llegado.
Alice le regaló ropa y un par de zapatos, Rose un reproductor de música, Esme unos cuadros para que pusiera en su cuarto de música, Carlisle unas partituras encuadernadas, Emmett unos libros, su hija una chaqueta de cuero y yo le pasé mi regalo.
Al abrilo, sonrió y me abrazó.
Besó mi frente y mis labios.
-Está hermoso, amor.- me dijo al oído. -Lo dejaremos encima de la chimenea, el cuadro lo podemos dejar en nuestra habitación.- sonreí ante eso.- Te amo, Bella.- dijo en voz alta.
-Ahora es tu turno, ma'- comentó mi hija.
Cada regalo que me dieron era especial; Esme me había dado un vestido de primavera floreado, Alice, antes de entregarme su regalo, me dijo:
-Esto va totalmente en contra de mis leyes de la moda, pero espero que te haga sentir comoda.-
Abrí el paquete y me encontré algo que nunca me imagine: un par de jeans con una camiseta con un estampado simple.
-Wow, me encantan, ¡gracias!- dije, la abracé y continué abriendo el resto de mis regalos.
Carlisle me había dado un reloj de muñeca, Rose unas zapatillas bastante comodas, Emmett unos accesorios para el cabello, Jasper una pequeña colección de pulseras, Nessie una foto de escritorio de las dos y finalmente el regalo de mi adorado esposo.
Me pasó una cajita de terciopelo azul que en su interior, había un anillo.
Se podía ver que era de oro blanco, tenía pequeños detalles brillantes. Simple, pero elegante.
-Lee lo que dice por dentro.- susurró Edward.
Tomé el hermoso anillo en mis manos y lo observé por unos segundos.
Miré en su interior y tenía grabado: "Perfección no es suficiente para descrivir lo que eres, te amo."
Si hubiera tenido la posibilidad de llorar, lo estaría haciendo.
Lo abracé por el cuello y le besé todos los lugares que podía alcanzar, hasta que llegué a sus labios.
-Son la familia perfecta, los amo demasiado.- dije y terminamos todos abrazados.
FIN.
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