No puede ser. Estaba sin empleo, sin dinero, sin padres que me ayudaran, sin estudio, sólo tenía mi apartamento y  a medias a mis hermanos, los gemelos Swan, Rosalie y Jasper, dos años mayor que yo, aunque eran todo lo contrario a mí. Ellos eran rubios, blancos, altos, ojos azules, labios grandes, rojos y carnosos y por supuesto muy guapos y millonarios. En cambio yo bajita, morena, blanca, ojos marrones y simple. Ellos vivían con sus esposos, Emmett y Rosalie y Alice y Jasper, que no vivían en la misma ciudad que yo, y por su trabajo, casi no nos veíamos, y además yo no permitía que me dieran algo. Otra de las razones por las cuales no nos habíamos visto en los últimos cinco años, sólo algunas tres veces, era que su cuñado en común era Edward Cullen, mi ex novio de hace cinco años, él se separó de mí diciendo que Tanya Denali era mejor para él que yo, ni siquiera me había dejado decirle que íbamos a tener una hija, sí, ni mis hermanos supieron, nadie, sólo yo, pero lamentablemente algo pasó con mi bebé que no la tengo entre mis brazos, sé que no murió, lo puedo sentir, pero en el hospital eso dijeron, pasé un año intentando recuperarme, pero sólo lo hago para buscar a mi pequeña bebé, sé que algún día la encontraré y seré feliz a su lado.

En fin, regresando a que no tengo nada, estaba en el sillón de mi apartamento con el periódico entre las manos buscando algún posible trabajo que pudiera realizar. Mi ventaja era el estar joven, con 23 años, ya que si fuera más vieja correría riesgo de no adquirir trabajo.

El teléfono comenzó a sonar dentro de mi bolsillo, lo tomé y me sorprendí al ver el número.

-¿Hola? ¿Rosalie?

-Oh, Bella, hace tanto tiempo que no nos vemos…-sollozó mi hermana desde el otro lado de la línea.

-Sí-suspiré triste.

-Necesito verte… He tratado de localizarte en los últimos dos años.

-No puedo ahora, Rose, no tengo nada, busco trabajo y no tengo mucho tiempo disponible.

-No importa… ¿Dónde vives?

Le dicté la dirección y me dijo que en seguida estaría allí. Aunque no entendía, ella vivía en otra ciudad, pero igual me hizo decirle.

Mientras tanto, busqué en el periódico y resalté los posibles anuncios con empleos como niñeras, sirvientas, cosas de ese estilo.

No pasaron ni veinte minutos desde que Rose había llamado cuando  llamaron a la puerta y rápido fui a abrir.

-¡Bella!-chilló Rosalie dándome un gran abrazo.

Ella estaba tan hermosa como siempre, vestía unos pants y una sudadera de color verde ambas, con tenis color blanco y una coleta alta, no tenía maquillaje y aun así se veía como una modelo más que arreglada por photoshop.

-Hola, Rose-dije con las lágrimas en los ojos.

Nos estuvimos así mucho tiempo, la verdad no sabía ni cuánto, pero había sido bastante.

-Bueno, no es una mansión, pero al menos puedes pasar para no congelarte del frío-le dije cuando nos separamos.

-No seas tontita, Bella, no  he olvidado que soy de familia simple y aun me sigue sin gustar el dinero, si pusieras atención en los espectáculos verías que ``ROSALIE CULLEN COMIENDO TACOS EN UN PUESTO DE LA ESQUINA´´-dijo riéndose a carcajada limpia.

Yo también me reí, sobre todo por su inútil intento de hacer una voz varonil, y es que su voz siempre había sido tan femenina y hermosa.

-¿Tanto así?-pregunté mientras cerraba la puerta.

Estábamos charlando como si no hubieran pasado esos cinco años de aislamiento total.

-Bella- me llamó Rosalie con tono tierno y preocupado-¿Qué es lo que te ha pasado? Después del… Imprevisto no te vimos dos años, el siguiente sólo hablábamos por teléfono y nos vimos a lo mucho tres veces en todo el año, pero pasa algo y es como si te tragara la tierra por dos años.

Suspiré recordando la razón, mi hija.

Sabía que no había nacido muerta porque la había oído llorar y sentía como si ella estuviera más cerca de lo que esperaba.

-Han pasado… Cosas-me limité a responder-¿Te ofrezco algo? Tengo agua, café, chocolate y leche.