El Chico de Ipanema(+18)

Autor: solcullen
Género: + 18
Fecha Creación: 05/11/2012
Fecha Actualización: 19/12/2013
Finalizado: SI
Votos: 99
Comentarios: 138
Visitas: 133089
Capítulos: 1

FIC RECOMENDADO POR LNM

Summary:

Isabella Black, escritora erótica, sexualmente frustrada, decide dejar a su marido para emprender una loca aventura: "Encontrar el pene más perfecto del mundo que la haga gritar de placer". Lo que no sabía, es que en esa loca aventura no solo encontraría placer, si no que también, estaba poniendo en juego su corazón.

 

Disclaimer: Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer, la historia es completamente mía.

¡No al Plagio! Este Fic esta protegido por safecreative.

 

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Las invito a pasar por mi otro Fic que está en la página 1 de los fics populares de LNM, Tambien ha sido recomendado  ya por la página: "Mi corazón siempre será tuyo"

Aquí el Link: solo dale Clic al nombre

'' Mi corazón siempre será tuyo''

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Capítulo 1: Adiós al hombre Maní

El Chico de Ipanema

 

 

Capítulo 1: Adiós al hombre maní.


Viernes 6 de Enero de 2012, 7 am.


—Vamos nena vente, vente para mí —jadeaba con esfuerzo su aliento en mi oído con cada arremetida.


“Si, si Christian, dame, dame duro por favor” rogaba mentalmente en un grito desesperado, intentando concentrarme, intentando llegar al éxtasis total.


Imaginaba sus ojos grises contemplándome ardientes, aquel cuerpo del pecado enredado con el mío, su masculina anatomía creada para dar placer, su musculosa y sudorosa espalda… ¡Mis uñas enterradas en esa musculosa y sudorosa espalda! ¡Madre santa! Ahora si lo conseguiré, ahora si, por favor por favor…supliqué al cielo cerrando mis ojos tan apretado como pude y aferrándome fuertemente a su espalda perdiéndome en el abismo de cada supuesta dura embestida…

Pero….

— ¡Diablos Bella! Deja de clavar tus uñas en mi espalda —gimoteó como niñita, explotando mi perfecta, pero débil ensoñación donde por primera vez en mi joven y adulta vida lograba llegar al maldito y negado orgasmo mediante la penetración.

Abrí mis ojos para encontrarme con los suyos, negros, febriles clavados sobre mí, mientras mi cuerpo se deslizaba hacia arriba de la cama con cada arremetida y me comenzaba a pegar en la cabeza con el respaldo de la cama que crujía al mismo compás de cada movimiento.

Crujidos, vaivén, golpes en mi cabeza, jadeos, proferidos solo de él por cierto, una combinación para nada perfecta y más bien patética, sobre todo cuando te comienzas a sentir una puta muñeca inflable, vacía, hueca, incapaz de sentir absolutamente nada…

Juro solemnemente que por todos los santísimos libros eróticos que había escrito y leído en mi vida, que esta situación no la aguantaba un minuto más. Había llegado el momento de dejar de fingir, estaba desesperada por sentir, o más bien porque un miembro enorme y duro me hiciera arder entre mis piernas hasta partirme en dos, por sentir que había muerto y me había ido al puto cielo incapaz de soportar tan infinito placer.

Miré a mi marido por última vez. Su cara era una mueca distorsionada, caliente, bueno al menos alguien que lo estuviera…

¿Qué acaso no se deba cuenta que fingía? ¿Que no me hacía sentir absolutamente nada?

Esperé un par de estocadas más y cuando estaba a punto de llegar al clímax lo detuve.

Esta sería mi pequeña venganza, por tantos años de placer frustrado, por hacerme esperar ilusionada por él, para después no entregarme nada, por sus promesas eróticas rotas y por mis años fingiendo que me hacia gozar para no destruir su ego, porque supuestamente era el hombre amaba.

¡Dios como había estado tan equivocada!

— ¡Jacob detente! —Lo empujé por el pecho con toda la fuerza que fui capaz para sacármelo de encima— ¡para! ¡Para!

Pero estaba tan absorto en alcanzar su orgasmo que no me oía.

Saqué fuerzas, la verdad ni siquiera sé de donde, hasta que logré quitarlo de encima de mi cuerpo, solo tenía más que claro que no lo quería dentro de mí un solo segundo más.
Jacob rodó sobre su espalda con sus manos desmadejadas por encima de su cabeza, resoplando, giró el rostro dándome una mirada furiosa, intentaba calmar su respiración, mientras yo estaba como si no hubiese caminado ni una cuadra.

— ¿Me puedes explicar qué diablos te pasa Isabella?

Pero no le contesté, mis ojos estaban concentrados en aquel pequeño objeto de mi “supuesta” adoración. Erecto, duro e ínfimo, malditamente ínfimo, si hasta me daba la impresión que tendría que mirarlo con lupa para poder verlo mejor.

Una carcajada nerviosa y burlesca escapó de mis labios al reparar por primera vez después de tres condenados años, que el condón le quedaba absolutamente grande, parecía más bien que el condón le pertenecía a un elefante.

Eché mi cabeza hacia atrás y me morí de la risa por unos instantes de mis divertidas comparaciones y cuando fui capaz de recobrar el aliento de mis satisfactorios espasmos, ¡Vamos algún espasmo satisfactorio que tenga! Me paré de la cama de un salto y anuncié feliz como si estuviese recitando las mejor de las noticias.

— ¡Me voy Jacob! Me cansé de fingir, ¡quiero el divorcio y me voy! —sentencié auto felicitándome y dándome palmaditas imaginarias en mi espalda por haber tomado de una vez por todas esta genial y osada decisión.

Sus negros ojos se abrieron incrédulos, no dando crédito a mis palabras.

— ¿Qué? —preguntó frunciendo el seño sin entender.

—Eso mismo que escuchas Jake, simple y claro. Quiero el divorcio, por lo menos para mí, esta relación ya no da para más.

—Pero, pero —se rascó su cabeza intentando encontrar alguna repuesta para mis inesperadas confesiones y tomó asiento en la cama— no entiendo si recién estábamos haciendo el amor…

—Tu Jake, tú estabas haciendo el amor, no yo, y por eso mismo quiero el divorcio, porque no aguanto fingir un puto orgasmo nunca más en lo que me queda de vida.

— ¿Fingir? —Ay pobre hombre, si ya hasta me comenzaba a dar pena.

— ¡Vamos Jake! ¿Qué acaso en los tres años que llevamos casados nunca te has dado cuenta que no me haces sentir absolutamente nada? que llevo años esperando, porque un milagro pase, pero bueno, no creo que Dios conceda ese tipo de milagros la verdad —solté sarcásticamente divertida pensando como ilusamente casi prendía velitas para que el tamaño de ese ínfimo pene no fuera verdad, para que despertara a la mañana siguiente y solo fuera nada mas una mala broma del destino.

Pero frente a mis ojos estaba aun erecta mi triste realidad.

— ¡Te has vuelto loca Isabella! ¿Fingir? ¡Fingir! —Se comenzaba a enfurecer y también se paró de un salto de la cama— creo que esas absurdas novelas calientes que escribes te están comenzando a afectar, además ¡no me puedes dejar así! —exclamó malditamente cabreado apuntando con ambas manos a su maní, perdón su pene.

—Sabes Jake, aquellas absurdas novelas eróticas como tú las llamas te bridan la perfecta vida de oso que llevas y no me desafíes, que claro que te puedo dejar así, total con un par de sacudidas de tus grandes manos se te pasa y ya— dije encogiéndome de hombros, presta a salir de la habitación y buscar mi maleta.

Hace mucho tiempo ya que se había acabado el amor…

—Eres una ilusa —me acusó saliendo junto a mi del cuarto casi pisándome los talones— te apuesto lo que quieras que te irás, para cumplir esas absurdas ideas de sexo desenfrenado las cuales te han hecho perder la cabeza.

¡Dios esto era increíble! ¡Y tenía la desfachatez de acusarme todavía!

Me di la vuelta para encararlo furiosa.

—Esas absurdas ideas como tú las llamas— lo acusé poniendo el dedo índice en su pecho deteniendo su andar— son el sueño que cada mujer que pisa esta maldita tierra desea, el sueño por el cual me hiciste esperar y jamás fuiste capaz de cumplir. Lo siento Jake, no me importa cuánto reclames, ni cuanto me digas, esto se acabó y no hay vuelta atrás.

— ¡Son solo sueños Bella! ¿Cómo no te das cuenta que el sexo no es así? Que esas ideas solo salen de tu imaginación y si no puedes gozar de él, es porque estás tan loca que tú misma en tu cabeza te lo niegas y nada tiene que ver con mi habilidad o el tamaño de mi miembro a la hora de tener sexo.

Remilgado…

Bueno, aunque en eso, el tenía un punto. Se suponía que todo ese asunto del tamaño del pene era un mito ¿o no? Quizás realmente me había chiflado pensando todo el día en sexo y en miembros de descomunal tamaño, tal vez ya era hora que dejara de “vitrinear” por internet…

Mordí mi labio inferior dudosa, ¿Sería verdad?... Pero es que esa cosa sobrepasaba lo pequeño… Por lo demás ¿quien le dijo a este hombre que apenas saliera por la puerta de esta casa iría dos segundos después en busca de eso? solo estaba desesperada y caliente, muy caliente por sentir, nada más…

— ¡Nunca lo encontrarás! Si no sientes nada, es porque tú estás fallada, no yo —soltó cruelmente.

Di dos pasos hacia atrás no pudiendo creer sus palabras ¿fallada yo? ¡Por favor! ¡Si él, era el dueño del maní, no yo!

Y en ese preciso instante, con sus palabras aun haciendo eco aun en mi cabeza, tomé una importante decisión, quizás la más importante de mi vida.

— ¿Crees que jamás lo encontraré verdad? —Pregunté desafiante, elevando el mentón y apretando firmemente mis puños a mis costados—. Que son alucinaciones mías, que estoy loca.

—Estoy más que seguro —anunció suficiente— nunca. Y si, estás loca, mucho a decir verdad.

—Entonces Jacob Black, ve como salgo al mundo y te demuestro que eres el peor amante que ha pisado esta tierra, que tú eres el que esta fallado con esa mínima porción de carne que tienes pegada al cuerpo y como que me llamó Isabella Swan. —Poco a poco fui alzando la voz, recalcando el Swan, para dejarle bien claro que ya no era Black—. ¡Te juro aquí y ahora! que encontraré el pene más grande del mundo, ese mismo con el que sueño cada noche y cada día y ese mismo será el que me mate de placer, el placer que jamás en la vida me darás tú. —sentencié firme y segura.

Y así lo dejé clavado en el piso en el pasillo contiguo a nuestro cuarto en busca de mi maleta, en busca de mi nueva vida, con una importante misión de por medio. Si, encontraría aquel miembro perfecto con el que al fin podría gozar de los placeres carnales de esta vida, ¡sí! gozar, gozar, ¡como me moría por gozar!

Pensando en aquel lugar sexy y caliente que destilaba sexo, cerré la puerta de mi casa, prometiéndome jamás volver, había llegado la hora de disfrutar, de vivir, de dejar atrás mis frustraciones.

Comenzando a tatarear la Chica de Ipanema y con las suaves notas del Bossa Nova bailando en mi cabeza, me fui sin mirar atrás.

¡Si operación encontremos el pene más grande del mundo para Isabella Swan aquí vamos!

“Mira qué cosa más linda, más llena de gracia, es esa muchacha, que viene y que pasa, con su balanceo, camino del mar”

 


Hola Chicas aquí estoy con una nueva historia, esta será cortita y espero la disfruten tanto como yo al escribirla. Espero sus comentarios ansiosa y si creen que lo merezco sus votitos. Recueden que solo los votos de usurias registradas son los que valen. 

Besos Sol

 


 


 


 
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