Edward POV
Estaba llegando a Forks después de 2 años fuera de mi casa por un intercambio estudiantil, que me mantuvo fuera del país.
Me llamo Edward Cullen y tengo 17 años, luego de 2 años como dije, voy a ver a mi mamá Esme, que es decoradora de interiores, mi papá Carlisle, que es un reconocido doctor en Forks, mi hermano mayor Emmet, que me enteré está viviendo con Rosalie Hale que es una de las más grandes modelos del país y por último y no menos importante a Alice, mi hermanita melliza, ella en mi ausencia fue operada del corazón, tuvo un transplante y no pude estar con ella en la operación, porque mi presencia, según los médicos podía empeorar su situación, por emociones muy fuertes, así que tuve que sufrir su operación y convalecencia lejos.
Ella está curada, gracias a Isabella Swan, la hija del jefe de policía, este falleció y Bella, porque así le gusta que la llamen, decidió que Alice recibiera el corazón de su papá, ella era la única familiar viva y ahora está sola, bueno no sola, porque vive en mi casa y se queda en mi cuarto.
Esta decisión de Bella llevo a muchas promesas, dentro de ellas una, me tengo que casar, claro que estamos en el siglo veintiuno, pero ello no llevó a que pudiera negarme de tener que hacerlo, no la conocía, creo que la vi cuando ella tenía 10 años y luego se mudó, llegó a Forks justo cuando me fui y mamá dice que no me envía fotos, porque perdió las nuestras en una remodelación y como Bella no me conoce, yo tampoco debo conocerla, es horrible pero es mi realidad, Alice tampoco entro en razón y me dijo que lo bueno es la primera impresión pero cuando es “face to face” -algo así como frente a frente, en persona.
Mañana tenía que comprometerme con Bella y Alice se comprometería con Jasper Hale el hermano de Rosalie, luego de este teatro, porque estaba enterado de que Bella tampoco estaba de acuerdo con nuestro casamiento, nos uniríamos dentro de dos meses en una boda doble. Todo arreglado por Alice que gracias a dios y a Bella, estaba bien de salud.
Cuando faltaban unos kilómetros donde solo había árboles, mi volvo se quedó sin gasolina y comenzó a sonar mi celular.
-Emmet
-hola Ed. Como te habrás dado cuenta, te deje la gasolina justa para que pases la noche en la cabaña de la abuela-Emmet me dejó el auto en Port Ángeles, para dirigirme a casa luego del vuelo- no te canses llamando a la grúa porque no irán, descansa al aire libre y piensa mucho porque te vas a comprometer mañana quieras o no.
-Emmet- no me dejó hablar.
-no te canses hermanito y todos saben que llegas mañana. Besos, te quiero.- cortó.
Tomé mi celular, mis documentos y resignado comencé a caminar, por lo que vi, faltaba aproximadamente unos dos kilómetros para llegar a la cabaña, adentrándome en el bosque.
Al faltar como kilómetro y medio, vi a lo lejos una camioneta de donde se bajaba una rubia con una morena que solo llevaba una toalla, la rubia le sacó la prenda y la dejaron en el bosque, la morocha desde lejos parecía una visión, era perfecta, blanca como la nieve y su pelo color negro largo hasta la mitad de la espalda, un Ángel Desnudo, eso fue lo que vino a mi mente para describirla.
Me acerque mientras ella maldecía por lo bajo, mirando hacia donde se fueron los responsables de que ella estuviera frente a mi. Le toqué el hombro y la sensación que recorrió mi piel me estremeció y ¿si en realidad era un Ángel?, su piel era sedosa y su aroma al estar cerca era embriagador, perfecta.
Saltó ante mi contacto y al mirarme a los ojos ambos nos conectamos, algo mágico, nos pertenecíamos y nos estábamos esperando desde toda la vida.
Se tapó el cuerpo con sus manos, solo sus partes íntimas, entonces sin hablar comencé a desabrocharme la camisa.
-por favor no me haga daño- su voz sonaba como…coro de Ángeles, si definitivamente ella era mi Ángel Desnudo, bajada del cielo para mi.
-no, no pienso hacerte daño, solo quiero darte mi camisa, no llevas ropa.
-podrías darte la vuelta.
-claro.
Me saque la camisa, me costó desabrocharla, me di cuenta que estaba nervioso, como si fuera la primera vez que veía a una mujer desnuda. Se la tendí y me pareció escuchar “escultural”, pero creo que fue solo mi voz interior que lo pensaba de ella.
-gracias.- se la puso y cuando se terminó de abrochar los botones, me dijo- listo.
-Ángel, ¿te robaron?- negó con la cabeza- ¿porque estás aquí y así?.
-¿Ángel?- hizo un gesto de no importa- es una larga historia, pero solo te digo que es una broma de despedida de soltera, de mis dos hermanos.- me tensé, era lógico que un Ángel como ella tendría dueño, pero no lo quería escuchar, por alguna extraña razón, yo me sentía su dueño.
-mira, está oscureciendo y se que hay una cabaña por aquí cerca.-señale en dirección de la casa de mi abuela.
-si la cabaña de los Cullen, y se puede saber ¿que haces en el bosque?.
-si de los Cullen, también una broma de mi hermano, me dejó sin gasolina.- le señalé donde dejé el auto aunque no se veía desde allí.
-bueno, ¿vamos? porque no solo está oscureciendo sino que está por llover, raro en Forks no.- se sonrió tan bonito, que me quitó el aliento por unos segundo.
Comenzamos a caminar pero ella iba muy lento.
-apresúrate porque nos vamos a empapar.
-es que estoy descalza y me pincho.
-perdón no me di cuenta, si que te dejaron desnuda, un Ángel desnudo.- esto último lo dije para mí.
-de verdad que te parezco un Ángel, porque es curioso, ya que tu también lo pareces.
-genial, porque hoy solo vamos a ser Ángeles, uno en compañía del otro.
-me parece muy bien.
Comenzó a llover muy fuerte y en unos segundos ya estábamos chorreando agua, ella estaba tan sexy con mi camisa adherida al cuerpo y yo solo llevaba unos vaqueros, corrimos bajo la lluvia para llegar más rápido y porque estaba comenzando a refrescar, se sentía el frío en el cuerpo, me di cuenta porque temblábamos. Escuché un “hay” y me di cuenta que mi Ángel se había pinchado con una espina, solo fue un rasguño, pero teníamos que llegar, por lo que le pedí permiso y la levanté en andas hasta la casa.
La dejé en la entrada, pasamos y me dirigí al baño, donde tomé dos toallas y le tendí una.
-debemos secarnos y sacarnos la ropa mojada.- se lo dije temblando de frío, chasqueaba los dientes, pero me entendió.
Nos secamos dándonos la espalda y nos quitamos toda la ropa, luego de secarnos nos envolvimos en las toallas, fui a encender la estufa a leña y unas velas.
Puse un colchón cerca de la estufa, tomé una manta, ya que no había más, la pasé por mi espalda, me senté en el colchón en el suelo y me recosté en la pared, le pedí que se sentara entre mis piernas, dudó un momento, pero luego lo hizo, la abracé y nos envolví en la manta, luego de un rato de temblores el ambiente se templó y la respiración de ella se acompasó, por lo que me di cuenta estaba dormida en mis brazos.
Mi Ángel se comenzó a remover en su sueño, mi auto control comenzó a fallar y mi cuerpo a reaccionar.
Acaricié su cabello, luego sus hombros, bajé a su espalda y retiré la toalla, él contacto con su piel terminó por pronunciar mi erección, la recosté en el colchón y me coloqué encima, la besé rozando sus labios, cuando pasé mi lengua recorriéndolos, ella se tensó, abriendo los ojos, se despertó, sin dejar de mirarla continué besándola y pidiendo permiso con mi lengua, luego de unos segundo lo permitió, su aroma, su sabor, la calidez, su humedad, su lengua bailando con la mía, terminó por enloquecerme a tal punto de querer perder la razón en sus brazos.
Gimió cuando sintió mis manos en sus senos, por lo que los besé como si fueran el último manjar en la tierra. Recorrí su cuerpo llenándolo de besos hasta llegar a su olimpo, ese templo custodiado por sus piernas, ellas permitieron que mi lengua llegara a su entrada y se llenara de placer, al descubrir que estaba lista, tanto como yo en ese momento.
No emitíamos palabra, solo se escuchaba el canto del placer, sus gemidos mezclados con los míos en la habitación, ver su piel estremecerse ante mi contacto era como estar en el cielo rodeado de su aura, que la hacía resplandecer bajo la luz de la llama, proveniente de la estufa encendida.
Ya no aguantaba más, quería corromper el Ángel que tenía en mis manos y sus ojos me dijeron lo mismo, tomé de mi billetera un preservativo y me lo coloqué, ella solo observaba mis movimientos, abrí sus piernas muy lentamente y ella se sonrojó, podía ser posible que los Ángeles fueran tan perfectos, ella lo era en este momento.
Me coloqué en su entrada y la besé en los labios, en un beso profundo de esos que dejan sin aliento, la penetré de una sola vez, ella gritó de dolor, ¿dolor?, se tensó y me di cuenta de mi estupidez.
-yo… yo, no…- quería decirle que no sabía que era virgen, pero ya en ese momento no importaba, corrompí un Ángel, la hice pecar, iría al infierno por mi culpa y yo la acompañaría con gusto, moriría en este momento solo para poseerla para siempre.
- relájate o dolerá mas.
Sentí como intentaba relajarse, su respiración ayudó a que lo hiciera, permanecí en su interior pero sin moverme hasta que me lo pidió.
-Ángel, hazlo.- fue en un susurro, pero para mi fue como el mandato de dios, la poseí sin miedos.
Llegamos al orgasmo juntos y no se como describir lo que sucedía estando en contacto con su piel, no solo era deseo, necesidad, pasión, seducción, calor, suavidad, pérdida si se alejaba, era algo más grande, algo que no había sentido nunca en mis cortos 17 años, era AMOR.
Salí de ella y no pude evitar decirle.
-te amo, Mi Ángel Desnudo.
-lo se.
Nos entregamos a los brazos de Morfeo, abrazados, mi Ángel y yo, ella desde ahora me pertenecía y sería desterrada del cielo por mi culpa, pagaría con mi vida para cuidarla.
En la mañana, sentí el calor del sol sobre mi cuerpo, pero al abrir los ojos ella había desaparecido, solo fue una ilusión, un sueño, algo que imaginé, una sola noche de amor por mi sacrificio, por casarme con la persona que salvó a mi hermana.
Pero pude divisar que me dejó una nota y entre la manta estaba la prueba de su entrega, lo que hacía que sonriera, no era un sueño o una ilusión, era un indicio para buscarla, ya que desde ahora estaría vagando por la tierra y yo la encontraría.
Ángel.
Tengo un compromiso al cual no puedo renunciar, me gustaría solo por sentirme en tus brazos nuevamente. Gracias por dejar que descubriera el Amor.
Siempre tuya.
Tu Ángel Desnudo.
Me sentí mal al principio, y si el novio de mi Ángel se enojaba con ella porque ya no era pura, no había tiempo para el remordimiento, lo hecho, hecho está y fuimos felices.
Mi ropa estaba seca, me vestí, corroboré que estuviera bien apagada la estufa, acomodé las cosas y fui hasta mi auto.
Cuando llegué había una nota en mi limpia parabrisas.
Edward
Te dejé gasolina en el baúl del auto, te esperamos.
Emmet.
Ya en casa, fui recibido por mi familia, toda estaba ahí, pasamos el día y parte de la tarde entre abrazos, anécdotas, llantos, caricias y al final tuve que preguntar.
-¿Dónde está Isabella?
-está en su casa, va a venir justo para el compromiso.
-¿tengo que hacerlo papá?, porque conocí el amor y no puedes pedirme que me case con alguien que no amo.
-lo se hijo, ella me planteó lo mismo y vamos a cancelar hoy en la fiesta.- wow, eso dolió por alguna extraña razón.
No lo podía creer, durante un año y medio le pedí a mi padre que desistiera y ahora lo hacía sin chistar, era raro pero debía estar contento porque era lo que quería, estar libre para buscar a mi Ángel.
Llegó la hora del compromiso, ingresé a mi viejo cuarto y me inundó el aroma que provenía del mismo, era el de mi Ángel, pronto deseche la idea ya que traía la misma ropa de ayer y la camisa solo olía a ella.
Me bañe y vestí, cuando salí estaba Alice, estuvimos abrasados un buen rato, sin palabras, nos conocíamos y estábamos al tanto de que el otro era feliz.
Bajé a la recepción, pasé la mayoría del rato saludando a las personas, ya que hacía dos años que no veía a nadie y luego de un tiempo la vi.
Mi Ángel estaba hablando con un tipo alto, morocho que me resultaba conocido, este la tomó de la cintura para darle un beso, en la mejilla y ella sonreía, la rabia me inundó y fui directo a ellos, sin importar lo que pasaba alrededor.
-si tocas a mi Ángel otra vez, te corto los brazos.- ambos se dieron vuelta y me miraron.
-hermano, tanto tiempo, no te acuerdas de mi, soy Jacob.
-Jacob- me abrazó y correspondí al mismo, solo que en mi interior me quería morir, si mi amigo era su prometido.
Mi Ángel habló.- Jacob nos permites un momento.
-claro linda, nos vemos.- como podía llamarla linda.
Me tomó del brazo y me dirigió a un lugar un poco apartado, tenía tantas ganas de besarla.
-Ángel aquí no por favor, están mis padres, mis hermanos y mi prometido.- lo dijo mirándome a los ojos.
-lo se, es que no puedo ver que alguien te toque, te necesito y ahora que te encontré, no te voy a dejar ir.
-piensas que voy a estar con alguien después de lo que paso anoche, tengo que terminar mi compromiso, pero por la buenas, no quiero hacer daño a otras personas.-decía la verdad, los ángeles no lastiman.
-está bien- ya estaba feliz, se dibujó en mi rostro una sonrisa, ella pensaba hacer lo mismo que yo, estaríamos juntos después de todo.
Vi como venía Tania a nuestro encuentro, si la reconocí, disimuladamente me dirigí a otro lado.
Desde lejos miraba como hablaban y al encontrarme con Alice y Jasper, le pregunté.
-quién es esa chica.- señalando a mi Ángel.
-¡no!, por favor, cualquier cosa Edward pero no te enamoraste de Tania no, me muero de un ataque al corazón.- Jasper que estaba a su lado se tensó, igual que yo.
-no Alice como crees, por favor tu no digas eso ni en broma. La morocha de vestido azul, que está hablando con Tania. Ella es mi Ángel.- Alice y Jasper sonrieron, ellos sabían que estaba loco por una muchacha que no sabía como se llamaba.
-que sucede, habla Alice, Jasper.
-es Isabella.
En ese momento que me sentí en el cielo, bajé de golpe, mi papá llamó la atención de todos para decir que Isabella y yo, no estábamos preparados aún para un compromiso, aplazándolo para más adelante.
Caminé como pude hacia los dos escalones de la escalera, donde se encontraba mi padre, estaba allí para que todos los invitados lo vieran y lo interrumpí.
-disculpen, esas no fueron mis palabras papá- él me miraba tan extrañado y confundido por mi confesión- hola a todos –tomé aire- como uds. saben estuve mucho tiempo lejos y a pesar de que con Isabella- la señalé y le pedí que se acercara a mi, su cara era de asombro- nos mantenemos en contacto, no tuve la oportunidad de pedirle a mi Ángel- me quedé frente a ella tomándola de la mano, saqué el anillo que me dio Alice, según ella por la dudas de que me arrepintiera- quieres casarte conmigo.- se sonrojó, justo igual al momento en que la hice mi mujer.
-si.
La besé después de deslizar el anillo en su dedo, me olvidé de todo y todos, juntos llegamos al cielo, donde pertenecemos desde aquel día en el bosque, donde fuimos uno.
Fin.
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Hola a todos espero les haya gustado, les propongo dejar el punto de vista de Bella si es que hay más de 20 comentarios solicitándolo, sería muy divertido hacerlo, en el caso de que quieran, digan que parte los intriga.
Gracias por tomarse el tiempo de leer, comentar y votar.
Saludos desde Uruguay.
ec07.
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