La Lista del Odio (+18)

Autor: NalaMatter
Género: Drama
Fecha Creación: 31/03/2013
Fecha Actualización: 22/09/2013
Finalizado: NO
Votos: 16
Comentarios: 18
Visitas: 12062
Capítulos: 11

Hace cinco meses, el novio de Isabella Swan, Edward, abrió fuego en la cafetería escolar. Al lanzarse para detenerlo, Isabella inadvertidamente salvó la vida de una compañera de clases, pero se vio implicada en el tiroteo por la lista que ella ayudo a crear. Una lista de las personas y cosas que ella y Edward odiaban. La lista que él usó para elegir a sus objetivos.

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Capítulo 8: Capítulo 7

Beteado por Aleja Rodriguez, Beta Fanfiction Twilight Hispanoamerica.

DISCLAIMER: Los personajes pertenecen a Stephanie Meyer. La historia es de Jennifer Brown.

 

Capítulo 7

 

[DESDE EL CONDADO DE FORKS RAIN-TRIBUNE

3 DE MAYO, 2008. REPORTERA ZAFRINA DASH]

 

Ángela Weber, 16 años. Weber, con el rol de estudiante de honor, fue reportada diciendo adiós a sus amigos antes de entrar al primer período de clases cuando sonó el primer disparo. Según los testigos, Weber parecía ser un blanco deliberado; Masen se había agachado para dispararle cuando ella se metió debajo de la mesa.

-Ella gritaba: ¡Ayúdame Jess!, cuando él se agachó y le apuntó con el arma- dijo Jessica Stanley de penúltimo año. -Pero realmente no supe qué hacer. No sabía qué estaba sucediendo. Ni siquiera escuché el primer disparo; y todo pasó tan rápido. Todo lo que sabía era que la señora Miller gritaba que nos metiéramos debajo de las mesas y nos cubriéramos la cabeza, eso hicimos. Justamente me oculté debajo de la mesa donde estaba Ángela; y él la atrapó. No le dijo nada en absoluto. Sólo se inclino, apuntó el arma a su rostro, le disparó y se marchó. Estaba realmente quieta después de que le disparó. Ya no me pedía que la ayudara, y pensé que estaba muerta. Parecía muerta.

No se pudo dar con la madre de Weber para que comentara al respecto. Su padre, quien vive en florida, describe el incidente como "la peor clase de tragedia que un padre podría imaginar." Agregó que regresará a la región para ayudar Weber a pasar por la extensiva cirugía plástica que los doctores dicen que se requerirá para reconstruir su rostro.


 

- ¿Así que, tu mamá volvió a trabajar hoy? – preguntó Alice. Estábamos en la fila para el almuerzo, llenando nuestras bandejas. Habíamos salido juntas de inglés. La clase había sido tensa pero soportable. Un par de chicas de pasaban notas de una a la otra y, la silla de Ángela estuvo vacía, pero además de eso las cosas estaban calmadas.

La señora Cope, mi profesora de inglés, era una de las pocas que habían firmado la carta de agradecimiento de parte de la junta del colegio. Sus ojos se pusieron medio llorosos cuando entre al salón, pero no dijo nada. Sólo me sonrió y asintió. Luego dejó que me sentara y comenzó la clase. Gracias a Dios.

- Sí.

- Mi mamá dijo que tu mamá la llamó el otro día sólo para hablar.

Me detuve, las pinzas llenas de ensalada ensuciaron mi bandeja.

- ¿En serio? ¿Cómo resultó eso?

Alice no me miró, en cambio siguió moviéndose con sus ojos enfocados en la bandeja de almuerzo. Nadie podría haber sabido con sólo mirarnos si estábamos juntas, o si sólo era la desafortunada que tenía que pararse a mi lado en la fila del almuerzo. Probablemente ella lo quería de esa manera. Era mucho más seguro para ella ser la desafortunada.

Tomó un bol de gelatina arcoíris y lo puso en su bandeja. Hice lo mismo.

- Sabes cómo es mi mamá – comentó – le dijo que ya no quería que nuestra familia fuera asociada con la tuya. Piensa que tu mamá es una mala madre.

- Wow – dije. Sentí algo extraño en mi estómago. Casi como si me sintiera mal por mi mamá, lo cual no me había permitido hacer mucho. La culpa me desgarró. Era mucho más fácil pensar que ella creía que era la peor hija del mundo, la cual había arruinado su vida. – Auch.

Alice se encogió de hombros.

- Tu mamá le dijo a la mía que le dieran por el trasero.

Eso definitivamente sonaba como mamá. Aún así apostaba que después se había encerrado en su cuarto y había llorado. Ella y la señora Brandon habían sido amigas por quince años. Ambas estábamos calladas. No sé qué le paso a Alice, pero yo volvía a tener ese estúpido nudo en mi garganta que no me dejaba hablar.

Tomamos nuestras bandejas y pagamos por la comida, luego fuimos al cafetín para buscar asiento y comer nuestros almuerzos.

Normalmente esto sería algo que haría sin pensar. Antes del año pasado, Alice y yo tomaríamos nuestras bandejas e iríamos a la parte más lejana, a la tercera mesa del fondo. Besaría a Edward y me sentaría entre él y Seth; comeríamos todos juntos, riendo, quejándonos, destruyendo servilletas, lo que fuera.

Alice caminó enfrente de mí, deteniéndose a tomar kétchup del kiosco de aderezos. Sólo estaba tratando de no mirar alrededor y ver cuántos rostros se dirigían a mí. Tenía idea que eran más que pocos. Ella tomó su bandeja, como si supiera que estaba detrás, y la seguí. Quizás por el hábito, pero probablemente era más porque no sabía que otra cosa hacer.

Efectivamente, la pandilla estaba sentada en la mesa del fondo. Seth estaba allí. También Peter, Jasper, Irinia y el hermanastro de Irina: Laurent. Seth nos miró, saludó a Alice con la mano; y luego se fue marchitando mientras sus ojos se posaban en mí. Me dio un saludo poco afectivo que murió a mitad de camino. Lucía muy incomodo.

Alice apoyó su bandeja en el último lugar libre de la mesa, entre Jasper y Seth. Inmediatamente Jasper comenzó a conversar con ella – algo acerca de YouTube – y comenzó a reírse con él, chillando.

- ¡Oh, sí! ¡Lo vi! – Me quedé allí parada a unos pocos pasos de distancia de la mesa, sin saber qué hacer.

- Oh, sí – dijo Alice mirándome. Tenía una mirada casi de sorpresa, como si no se hubiera dado cuenta de que la había estado siguiendo. Como si no hubiéramos caminado juntas en la fila para el almuerzo. Como si no me hubiera hablado. Miró a Jasper y luego a mí.- Sí, em… - Apretó sus labios – Bella… supongo que nos quedamos sin sillas–. Jasper la rodeó con los brazos y, nuevamente esa sonrisita de superioridad se posó sobre sus labios.

Seth comenzó a parase como si se estuviera levantándose para buscarme una silla, o para darme la suya. Él no estaba comiendo. Casi nunca lo hacía.

Jasper pateó la silla de Seth, exaltándolo. No miró a Seth cuando lo hizo, pero Seth se detuvo y se volvió a sentar. Levantando los hombros como con timidez y volvió a mirar a la mesa, tan lejos de mí como podía. Jasper comenzó a hablarle a Alice nuevamente, muy cerca de su oído. Ella soltó una risita. Incluso Seth se veía absorto por algo que decía Irina. Era como que sin Edward, la "familia" me hubiera desterrado. O quizás yo misma me había desterrado; no lo sé.

- No hay problema – dije, aunque ninguno pareció escucharme – me puedo sentar en otro lado. No es gran problema.

Lo que en realidad quise decir era, que me escabulliría e iría a sentarme sola afuera en algún lugar donde nadie me molestara, y más importante, donde yo no molestara a nadie. Era lo mejor, de verdad. ¿De qué les habría hablado de todas maneras? Ellos habían pasado el verano viviendo sus vidas. Yo había pasado el mío luchando desesperadamente para construir una nueva.

Me di la vuelta y miré la cafetería. Era raro, todo parecía como antes. Los mismos chicos se sentaban juntos. Las mismas chicas delgadas comían las mismas ensaladas. Los deportistas subían su ingesta de proteínas. Los mismos nerds invisibles en una esquina. El ruido era ensordecedor. El señor Banner deambulaba por las mesas gritando: "las manos sobre la mesa, niños. ¡Manos sobre la mesa!"

La única que había cambiado era yo.

Tomé un respiro profundo y seguí caminando, tratando de ignorar las risas de Alice y los chillidos a mi espalda. Esto es lo que querías, me dije a mi misma. Tú querías alejar a Alice. Tú querías volver a Forks. Tú querías probar que no tendrías que ocultarte. Tú querías esto, ahora lo tienes. Es sólo el almuerzo. Sólo sopórtalo y sigue. Mantuve los ojos en mi bandeja y en el suelo frente a mí, mientras caminaba hacia el pasillo.

Presioné mi espalda en la pared justo fuera del cafetín, eché mi cabeza hacia atrás y cerré mis ojos. Dejé salir un suspiro profundo. Estaba sudando, y mis manos comenzaban a sentirse frías alrededor de la bandeja. No tenía hambre en absoluto. Y deseaba que este día se terminara. Lentamente me hundí en el piso y puse la bandeja en el suelo frente a mí. Recosté mis codos en las rodillas y dejé caer la cabeza en mis manos.

En mi cabeza regresé al único lugar seguro que conocía: Edward. Recordaba estar sentada en el piso de su habitación, con un joystick en la mano gritándole.

- Más te vale no dejarme ganar. Maldición Edward, me estas dejando ganar. ¡Basta!

Y él haciendo esa cosa que hacía con su boca cuando se ponía insoportable; sacando su lengua ligeramente para un costado, con una sonrisa en la boca, soltando risitas a cada segundo.

- Edward, dije que te detengas. De verdad, no me dejes ganar. Odio cuando haces eso. Es insultante.

Más risas cada pocos segundos y luego una furiosa abatida, perdiendo a propósito el juego.

- ¡Maldición, Edward! – Grité, golpeándolo con mi joystick en el brazo, mientras mi personaje aparecía en la pantalla con una pose victoriosa. – Te dije que no me dejaras ganar. ¡Dios! – Crucé mis brazos por el pecho y desvié mi mirada de él.

Ahora se reía fuertemente, empujando su hombro con el mío.

- ¿Qué? – Dijo - ¿qué? Ganaste justa y honestamente. Además, eres sólo una chica. Necesitabas ayuda.

- Oh, no te atreviste a decir eso. Te enseñaré lo que es ayuda – gruñí, tirando mi joystick a un lado y prácticamente tacleándolo, haciéndolo reír aun más fuerte.

Lo golpeé juguetonamente en el hombro y el pecho con mis puños, su malicia arruinando mi mala cara. No lo veías muy seguido en Edward, pero cuando estaba de ánimo para hacer tonterías, era contagioso como mil demonios.

- ¡Oh, no! No lo hagas, gran bestia – continuaba diciendo en esa voz alta y burlona entre risas. – Auch, me estás lastimando.

Me lancé aún más fuerte, gruñendo y empujándolo. Rodamos y de repente me encontré atrapada debajo de él. Sostenía mis manos contra el piso, ambos respirando pesadamente. Se inclinó cerca de mi rostro.

- Está bien que alguien te deje ganar a veces ¿sabes? – dijo, poniéndose serio – no siempre tenemos que ser los perdedores, Isabella. Ellos quizás quieran hacernos sentir de esa manera, pero no lo somos. A veces logramos ganar también.

- Lo sé – dije, pero me preguntaba si él se daba cuenta de lo mucho que yo sentía que había ganado, sólo por estar en sus brazos.

- Puedes venir a sentarte conmigo – dijo una voz, sacandome de mí ensueño. Abrí mis ojos, preparándome para el resto de la broma. Puedes venir a sentarte conmigo… cuando el infierno se congele. O puedes venir a sentarte conmigo… ¡no! Pero en cambio lo que vi me dejó sin aliento.

Rosalie Hale estaba parada frente a mí, su rostro no mostraba emoción alguna. Estaba vestida con su uniforme de voleibol y su cabello en una coleta.

Rosalie prácticamente reinaba en la secundaria Forks. Fácilmente la más popular, también podía ser la más cruel, porque todos querían ser ella y harían cualquier cosa para complacerla. Leah Clearwater podría haber comenzado con el sobrenombre de Hermana Muerte, pero Rosalie me llamaba así en una voz tan fría y desdeñosa que me hacía sentir pequeña y estúpida. Había sido quien había incitado a Quil Ateara para hacer tropezar a Edward en los pasillos y quien había dicho al señor Banner que fumábamos hierba en mi auto, en el estacionamiento por las mañanas; lo cual era una completa mentira, pero igual nos había conseguido una detención. Era quien ni siquiera se molestaba en burlarse de nosotros a nuestras espaldas. Lo hacía en nuestras caras. Ella estaba en la lista del odio más de una vez. Su nombre subrayado. Con signos de exclamación.

Era quien debería tener la cicatriz en su muslo. Quien probablemente debería haber estado muerta. Ella era a quien le había salvado la vida. Antes de Mayo había odiado a Rosalie. Ahora no tenía idea de cómo debía sentirme acerca de ella.

La última vez que había visto a Rosalie Hale, estaba asustada frente a Edward, sus manos cubriendo su rostro. Gritando, con todas sus fuerzas. Casi delirando por el miedo. Sin embargo, todos los que estaban en el cafetín sentían lo mismo.

Recordaba que tenía una mancha de sangre sobre sus jeans y algo de comida en su cabello. Desde entonces había pensado cuán irónico era que fuera la persona más indignada que había visto en mi vida, pero no me iba a jactar de eso por lo que había sucedido. Realmente debería haber disfrutado verla así, pero no podía porque era horrible.

- ¿Qué? – dije.

Señalo el cafetín.

- Puedes comer el almuerzo en mi mesa, si quieres – dijo. Aún sin una sonrisa, sin fruncir el ceño, ninguna emoción en su rostro. Me sentí como en una trampa. De ninguna manera Rosalie Hale me estaba preguntando seriamente si quería sentarme con ella. Me estaba tendiendo una trampa, lo sabía.

Sacudí la cabeza levemente.

- Está bien. Gracias de todas formas.

Me miró unos minutos, ladeando su cabeza levemente y mordiendo su mejilla desde adentro. Extraño, no recordaba haberla visto masticar su mejilla así antes. Parecía… vulnerable, de alguna manera. Seria. Quizás incluso un poco asustada. Era una mirada que no estaba acostumbrada a ver en ella.

- ¿Segura? Porque solo estamos Kate y yo allí, y Kate está trabajando en alguna clase de investigación para física de todas formas. Ni siquiera sabrá que estás allí.

Miré más allá de ella hacia la mesa donde normalmente se sentaba. Seguro, Kate estaba sentada allí, su cabeza inclinada a un cuaderno, pero también había otros diez chicos. Todos del grupo de Rosalie. Dudaba seriamente que ellos no fueran a notar que estaba allí. No era tonta. Y tampoco estaba desesperada.

- No. En serio. Es muy amable y todo, pero no lo creo.

Levanto los hombros.

- Como gustes. Pero puedes venir cuando quieras.

Asentí.

- Lo recordaré.

Empezó a marcharse, pero se detuvo.

- Um, ¿te puedo preguntar algo? – Preguntó.

- Supongo.

- Mucha gente se pregunta por qué volviste a Forks.

Ah, así que ahí estaba. Aquí es donde ella me insulta, me dice que no soy querida, se burla de mí. Sentí que comenzaba a construirse una muralla familiar en mi interior.

- Porque está es mi es escuela – dije, probablemente muy a la defensiva – no debería marcharme más que cualquier otro que esté aquí. La escuela dijo que podía volver.

Masticó el interior de su mejilla una vez más, luego dijo:

- Tienes razón. Tú no le disparaste a nadie.

Desapareció en el cafetín y fui golpeada por un pensamiento que me exaltó: ella no se estaba burlando de mí. De verdad sentía lo que me decía. Y no estaba imaginando cosas, Rosalie Hale no lucía como normalmente lo hacía. Se veía cambiada de alguna manera.

Levanté mi bandeja y tiré la comida en el cesto de la basura. Ya no tenía hambre.

Volví a sentarme en el piso y me doblé para poder ver hacia el cafetín.

Mira lo que hay realmente allí, Isabella; dijo la voz del doctor Cullen en mi cabeza.

Tomé mi mochila, saqué mi cuaderno y un lápiz. Miré a los chicos adentro. Los observé hacer lo que normalmente hacían y los dibujé haciéndolo, una manada de lobos inclinándose sobre sus bandejas, sus largos hocicos gruñendo, burlándose y riendo. Excepto Rosalie. Su cara de lobo me miraba delicadamente. Estaba casi sorprendida de mirar lo que había dibujado y ver que su cara de lobo se parecía más a la de un cachorro.


awww emocion moden on :'( es tan triste la útima parte a que si? u_ú Ven si mi Edward no era tan malote.

¿Qué les parecio? no sé ustedes pero soy una llorona sin remedio y fue inevitable no hacerlo al imaginarme a Bella sentada sola en el piso de la cafeteria :C

Como les dije en el cap anterior el día del tiroteo sigue en el siguiente capítulo +O+ aah y no se olviden de dejar su opinion :D amo leerlas es super duper ;)

Nos vemos en otra actualización bye bye

con cariño Nala :*

Capítulo 7: "¡Oh, Dios Mío! ¡Alguien! ¡Ayuda!" Capítulo 9: "¿No recuerdas nuestro plan?"

 
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