Concurso Categoria 2: La durmiente ha despertado

Autor: kdekrizia
Género: Romance
Fecha Creación: 29/10/2012
Fecha Actualización: 09/03/2013
Finalizado: SI
Votos: 9
Comentarios: 12
Visitas: 6183
Capítulos: 1

Está es la historia de como conocí la Saga Crepúsculo y las consecuencias que acarreo a mi vida tranquila y ordenada.

Desde entonces me he planteado muchas cosa relacionadas con mi pasado, mi presente y mi futuro, si es que tengo alguno.

Aquí ha quedado reflejada una parte de mi historia...

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Capítulo 1: NOVIEMBRE 2009

NOVIEMBRE 2009

Ese día empezó como cualquier sábado normal. Mi hija volvió a pedirme si podía utilizar el DVD. Asentí pensando que por lo menos tendría un par de horas para dedicarme al ordenador. Seguramente volvería a poner otra película de Harry Potter por enésima vez.

Pero me equivocaba, lo que oía no era Harry Potter. Asome la cabeza y mire la pantalla, no definitivamente no era Harry Potter.

Mire a mi hija viendo lo concentrada que miraba la pantalla, raro en ella. ¿De qué película se trataba? Recordé vagamente que mi marido le había comprado un nuevo DVD la semana anterior cuando se habían ido de compras.

Cogí la caratula y mire el título no me sonaba “Twilight”.

Llego el día de su santo y mi hija insistía en que la llevara al cine ¿Qué otra  película querría ver está vez? En este caso se llamaba “New Moon”.

Pensé: otra película para niños. Me senté en el cine esperando que el tiempo pasara.  La película iba sobre vampiros. Vaya tema para una niña de 10 años. Me dormí. Qué vergüenza mi hija me despertó al final de la sesión.

No volví a pensar en ello, hasta las vacaciones de marzo. Mi hija me pidió el DVD de la última película que le había gustado. Se lo compre y al llegar a casa lo quiso ver. Bien tendría dos horas de libertad.

Con los días de vacaciones, volvió a ver las dos películas varias veces. Me picó la curiosidad y me senté con ella para verlas. Me gustaron.

Recordé que tenía los libros de esas películas ya que habían sido unos de los muchos regalos que mi hija había recibido en su cumpleaños. Decidí leerlos, ya que los míos, los había terminado, hacia unos días y no había comprado otros nuevos. 

Los leí de un tirón. Decidí comprar los que continuaban con la saga. En cuatro días me los había leído.

Me picó la curiosidad y volví a ver las películas.

Quería comprobar si la excelente atmosfera del libro había sido conservada en la película.

Volví a ver la primera película con unos ojos diferentes. Si en ella encontré la misma magia que me había envuelto al leer el libro.  Qué extraño y yo que creía que era un libro juvenil.

Volví al libro nuevamente y con cada relectura ya que efectué varias descubría matices nuevos en unos personajes que a simple vista no parecían contener demasiadas complicaciones. Pero esa impresión fue engañosa ya que si que existían unos personajes concretos y muy bien definidos con una profundidad que no suelen tener los personajes juveniles.

Encontraría esos matices en las interpretaciones de los actores. Si allí estaban cuando visione las películas.

Qué raro que dos directores completamente diferentes hubieran captado esa atmosfera y esa fantasía tan cercana a la obra de la autora. Normalmente no se suelen parecer nada las películas con los libros.

Aquí estoy yo, una mama divertida con las mismas películas que mi hija de 11 años. Teniendo que oírla hablando de Edward  Cullen, a todas horas y del actor que hace este papel.

No sabía que niñas tan pequeñas pudieran soñar con personajes  tan mayores y que confundan personaje con actor.

Se estreno la siguiente película del mismo actor “Remember me” y al día siguiente me arrastro mí hija al cine. Aunque reconozco que es una película que no es para su edad, le encanto evidentemente, menos el final trágico. Salió llorando del cine.

Me pidió que se la buscara en internet ya que quería volver a verla.

Volví al comedor al escuchar otra película, está si era de Harry Potter pero adivinas quien salía en la película, Robert.

Le pregunte a mi hija si sabía que era el mismo actor. 

-Claro mama por eso la he puesto-. 

-¿Cómo sabías que salía en esta película?- Ya que ese DVD tenía varios años. Era de la época que le gustaba Harry Potter.

-Fácil, mama,  lo recordé en cuanto lo vi en Crepúsculo.  Era el mismo por su especial sonrisa-.

Me dejo completamente chascada, que mi mocosa hija se fijara en un actor que también me había cautivado a mí, cuando nuestros gustos son completamente opuestos.

Se giro hacia mí y con su sonrisa inocente me dijo: mama este año yo cumplo doce años, él veinticuatro a continuación me hizo un juego matemático divertido.

- Que nos llevemos la misma cantidad de años.

-Cariño no tiene importancia él nunca sabrá que existes. Su mundo y el nuestro jamás nunca se cruzaran-.

-Mama no crees en la magia-.

-La clase de magia a la que tú te refieres no alcanza nunca a la gente normal como nosotras. Eso  solo pasa en el reino de la imaginación nunca en la realidad-.

-Bueno entonces puedo soñar con Edward Cullen-.

-Sí, pero guárdalo en el reino de la imaginación-.

Los inocentes comentarios de mi hija me recordaron que no era sincera, yo si había conocido esa clase de magia, pero el precio que pague por ella  fue demasiado alto.

Esa misma noche cuando todos dormían estuve pensando en las dos películas. Recordé la escena donde toca el piano con esa iluminación tan perfecta y la ejecución de la pieza sin encontrar ningún error al deslizarse por las notas de esa melodía íntima y hermosa.

Desde principio a fin encontré que su interpretación de contradicciones tan claras,  como no querer ser como su naturaleza lo ha hecho, era fantástica. Pero había algo más que me había cautivado y no era su estupendo físico, era algo más sutil aunque en un principio no conseguí saber el que.

Me llego como un flash, era su voz, una voz tan parecida a otra de mi pasado. Volví a poner la película y esta vez la escuche con mayor atención. Si,  utilizaba las mismas inflexiones de la voz de la misma manera, la única diferencia era el idioma.

Me trasporto a mi propio pasado hacia  tantos años sepultado en el fondo de mi mente. A mí  propio Edward, mi muy querido y amado Edward.

Bien no podía permitirme recordar o todo el dolor enterrado se abriría paso nuevamente en lo más profundo de mi alma.

No sé el tiempo que transcurrió, mientras intentaba volver a ese vació que tan familiar me era para sentirme a salvo. Cuando no pude más decidí llamar a mi mejor amiga Marta, esperaba que ya estuviera en la oficina.

-Hola Marta buenos días, como va todo por la oficina, podemos hablar-.

-Claro en este momento estoy sola, como llamas tan temprano, pasa algo te noto una voz rara, se encuentra bien mi ahijada-.

-Sí, se encuentra bien. Puedes hacerme un favor sin preguntarme nada-.

-Por supuesto, ya lo sabes, lo que tú quieras, que misteriosa estas hoy-.

-Puedes ver las películas Twilight y New Moon, obsérvalas en la forma que lo hacías en aquella asignatura que tenias en la facultad cuando me explicabas como mirar una de Kubrick o de cualquier otro director. Cuando las hayas terminado llámame y probablemente sepas el por qué-.

-Bien ahora mando al botones a que me compre las películas-.

-No hace falta te las mando yo con un mensajero, no mejor me acerco yo a tu oficina, salgo ahora espérame-.

-Bea, no me seas cateta, la tengo en pantalla, espera y relájate, cuando las termine te llamo-.

-Vale hasta luego-.

Transcurrieron cerca de cuatro horas y Marta no llamaba, ¿por qué tardaba tanto?. Por fin sonó el teléfono.

-Sí, Marta-.

-Ahora entiendo tu voz, te encuentras bien-.

-No-.

-Cómo puede tener el poder de hacerte daño trascurrido tanto tiempo-.

-Cuando amas a alguien le das el poder para destruirte-.

-Hablando de las películas, he visto las similitudes de situaciones, el personaje tiene un carácter parecido, atormentado como él. Además eres una tramposa por qué no me has dicho que las escuchara en inglés. Esa voz, incluso yo soy capaz de recordarla, esas inflexiones eran típicas de él.

Esa escena de contraluces tocando el piano, con esa melodía. Esa ruptura tan aplastante, prácticamente son sus mismas palabras si no recuerdo mal. No habrás conservado tu canción, la que nunca público-.

-Sí, aun la conservo, pero no he sido capaz de escucharla-.

-Tranquilízate dentro de un par de horas me paso por tu casa-.

-No a esa hora estarán mi marido y mi hija, no podremos hablar, quedamos mejor mañana por la mañana cuando la niña este en la escuela. Adiós y gracias-.

Ahora sí que busque la cinta donde estaban grabadas las canciones que había compuesto para mí.

Al oír mi balada note como las lagrimas acudían a mis ojos, furiosa me las seque, todos los recuerdos volvieron a mí como una película, pero esta vez no la veía como espectadora, era mi propia vida.

 

1985/ 86/87

EDWARD

Le conocí cuando yo tenía 18 años y trabajaba en una compañía discográfica por las tardes y por las mañanas acudía a la universidad. Él era locutor de radio y después presentador de televisión. Nos encontrábamos en todos los eventos y  desde el primer día me cautivo.

Su físico era sumamente atractivo, un hombre con un tipo proporcionado de una altura de metro ochenta y cinco, facciones atractivas, ojos de color miel, el pelo rubio oscuro,  una sonrisa burlona y con una voz sugerente, aterciopelada con unos matices extraordinarios con una dicción perfecta que le habían convertido en un locutor muy popular.

Su manera de moverse era la elegancia personificada que había aprendido en su adolescencia trabajando en el Consulado Suizo.

Mi trabajo en la compañía dependía del departamento de publicidad con lo cual me relacionaba con los promotores y con todo lo que conlleva este tipo de trabajo. Como por ejemplo recoger a cantantes en promoción y trasladarlos al hotel. Acompañarlos a las emisoras, proporcionarles lo que necesitaran, repartir discos de promoción a las emisoras, acudir a las presentaciones de discos, programaciones, estrenos de películas etc.

Todo ello me proporciono, la excusa perfecta para poder verlo sin que él supiera de mi fascinación. Ya que yo siempre permanecía en la distancia con la gente de mi trabajo, sin permitir que nadie notara nada.

En una cena de las típicas que realizaba mi jefe con locutores, promotores y demás personas del medio. Cuando llegue todos estaban sentados y la única silla vacía se situaba al lado de Edward.

Pensé en marcharme, pero en la fracción de segundo que transcurrió en mi mente el tomar la decisión él me miro con su media sonrisa cínica y aparto la silla para que yo pudiera sentarme. Estaba atrapada.

Sentí como el rubor acudía a mis mejillas y agradecí el ir maquillada ya que eso impediría que se viera. Gracias a mí jefe y a alguna de sus bromas el resto de la gente no noto nada en mí. Pasados unos minutos y recobrado mi control empecé a hablar con todos y conseguí disimular mi nerviosismo.

Durante esa cena lo pesque varias veces observándome aunque no me dirigió la palabra.

A la hora de marcharme a casa solía coger un taxi que siempre me pedía algún compañero, pero en esta ocasión al bajar las escaleras del restaurante había dos coches que acababan de traer los aparcacoches, uno era el de mi jefe y el otro era el de Edward que se mantenía apoyado en él con la puerta del acompañante abierta. Allí no quedaba nadie más de nuestro grupo.

Me miro y pregunto: te acompaño, mostrándome su sonrisa encantadora. Subí al coche sin ser capaz de articular ni una sola palabra. Estaba tonta o que, yo ya había hablado con él en multitud de ocasiones, que me estaba pasando esa noche, no podía ni siquiera ser  cortes.

Durante el trayecto no pude dejar de mirarle y deje que fuera él quien hablara, no soy capaz de recordar de que me hablo, simplemente recuerdo su voz melodiosa que me envolvía en la fría noche.

Estoy convencida de que si hubiera parado el coche en aquel momento, me  habría  echado encima de él con pasión desesperada. Era todo el conjunto: El coche potente, el hombre temerario y la adrenalina que me corría por las venas abrasando mi cordura. Traté de respirar lentamente, pero perdí el ritmo cuando él me acaricio la mejilla. Sentí fuego en la piel y volví la cabeza. Nos miramos a los ojos. Edward aparto la vista. La sonrisa había desaparecido, pero la tensión dentro del coche se había elevado más allá de lo posible.

Al llegar a mi casa salí huyendo del coche…

Oh Dios no quiero recordar. El dolor es demasiado intenso. Unas simples películas habían vuelto del revés mi vida. La durmiente ha despertado. ¿Qué voy ha hacer ahora? Pero esa será otra historia, que aun no está escrita…


 


 


 
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