Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer.
La historia es mía. ¡No al plagio!
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Herederos de un Amor
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Prólogo
Londres, 1720
Mi padre falleció implorando perdón por abandonarnos, pero él ya no podía resistir la maldición que recaía sobre la Familia Cullen. Mi madre había muerto una semana atrás dejándolo desbastado, tanto, que su vida después de aquel triste acontecimiento no le valió de nada.
En esa época yo sólo contaba con doce años de edad y era el mayor de los hermanos, por lo que no permití que el dolor me consumiera. El miedo y la incertidumbre sobre que nos depararía el destino fueron mucho mayores, sobre todo porque debía cuidarlos.
La historia comienza cuando mi abuelo, William Cullen, se casó con Marie De l’ Lafontant. La amaba con devoción, lamentablemente, ella murió al lanzarse de un acantilado.
Nunca se supo la o las razones que la llevaron a suicidarse, pero la madre de esta ―quien era conocida por sus andanzas en la brujería, además de nunca aceptar la voluntad de su esposo, al conceder este, la mano de su hija a un integrante de nuestra familia―, juró mientras enterraban a Marie, que los Cullen nunca conocerían el amor y, si llegaban a hacerlo, morirían o se desvanecerían.
―¡Pero sufrirán, se los juro! ―sentenció a los presentes.
Nadie de la familia dijo algo respecto. ¿Qué se le puede decir a una madre en éstas circunstancias?
Al cabo de tres años mi abuelo se casó con mi abuela Eliane, con quien fue feliz varios años hasta que dio a luz a mi padre, el único hijo varón de la familia. Ella murió en el parto. Fue en ese momento cuando mi abuelo recordó las ponzoñosas maldiciones de la bruja: «Ningún Cullen conocerá el amor».
Y parece ser que así fue…
Una de las hermanas de mi padre murió en el viaje de bodas, cuando el barco en el que se dirigían a su luna de miel, se hundió en el océano. La otra perdió a su prometido a un mes de su boda y decidió refugiarse en un convento.
Mi padre por su parte, sufrió su primer desengaño amoroso, cuando su prometida huyó dos días antes de la boda con un Capitán francés y nunca más se supo de ella. Luego, su primera esposa murió al caer de las escaleras del castillo. Y por último mi madre, cayó de un caballo dejando a mi padre en una depresión tan profunda, que bebió veneno para unirse a su amada Kate.
Así nació la leyenda de «La maldición de los Cullen». Maldición que nos condena; sin embargo, tengo esperanza. Quiero creer que nada puede impedir que un corazón joven se enamore y deseo con fervor, que nuestra vida no sea heredera de un desafortunado destino, más bien que algún día, seamos herederos del amor.
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Capitulo 1: Prólogo
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