Esta es la historia de tres vagabundos inseguros que se encuentran compartiendo un gran convertible y conducen hacia Nueva Orleans no mucho después del huracán Katrina. El conductor del coche es un adolescente llamado Gordy (Eddie Redmayne), que duda de la mayor parte de lo que hace y parece que pedir disculpas sólo por estar allí.
En una tienda rural, se encuentra con Martine (Kristen Stewart), huyendo de su vida. Dice que está volviendo a Nueva Orleans. Sin razón. Ella se decide a venir. Sin razón. Se reúnen con un hombre tranquilo, reservado llamado Brett (William Hurt), y ella piensa que él debe venir. No hay ninguna razón en particular.
Ahora tenemos los ingredientes de una clásica foto de la carretera. Tres extranjeros, un destino mítico, las carreteras de Louisiana y un convertible grande y viejo. William Hurt ocupa el centro silencioso de la película. En muchas películas interpretariamos su reticencia como un encubrimiento de inteligencia. Aquí nos damos cuenta de que es una pizarra en blanco, y podría estar ocultando cualquier cosa.
Kristen Stewart es una actriz maravillosa. No debe tener las peliculas “Twilight” en su contra. En las recientes película tras película, muestra una mano segura y un poder intrínseco. La última vez que la vi fuen en “Welcome to the Rileys”, donde interpretó a una prostituta fuera de control de Nueva Orleans.
En las dos películas había muchas escenas con experimentados actores mayores de esa edad (Hurt, James Gandolfini). En tanto ella fue la roca sólida. La historia de Redmayne, que interpreta a Gordy, es inesperada. Se ajusta fácilmente en el papel del chico escuálido, un chico de Louisiana a sus 15 años de edad. Sin embargo, me entero que tiene 27, un británico que fue a Eton, un veterano de Shakespeare y Edward Albee.
Durante su odisea poco a poco se confian sus secretos . Ellos aprenden lecciones acerca de sí mismos, que se requiere en estas películas, pero lo hacen tan lentamente y de manera tan convincente que nosotros aqui se las perdonamos. Prasad hizo una maravillosa película británica en 1997, “My Son the Fanatic”. No habia visto ninguno de sus trabajos desde entonces. Ahora viene con este segmento de la vida del campesino sureño. Dado que los personajes están tan lejos de la vida de los actores y el director, se trata de una creación de la imaginación. Como debe ser. El final es de un tono melodramático, pero qué diablos. Es un pañuelo de color amarillo, uno en un centenar.