 Desde noviembre pasado, cuando Valentina nos convenció que a sus 10 años bien podía disfrutar (sin sorpresas desagradables) de ver la película Twilight, se convirtió en una fan (con todo el peso de la obsesión y toda la densidad de candor que puedan tener las tres letritas) de los libros de la hoy célebre Stephenie Meyer, autora del fenómeno editorial equiparable al de Harry Potter. Vale vive su temporada de niña "influenciable".
Todo el año pasado se la pasó conociendo, viendo y escuchando a las niñas Disney en casa del herrero azadón de palo: a su mamá Disney siempre le ha sacado ronchas-; Valentina se aficionó con un desfile que no termina de pasar, desde The Cheetah Girls (la cosa comenzó con mi hija como televidente de las chitas y más o menos terminó luego de que nos echamos uno de sus conciertos en Dallas); Alyson Stoner (la llevé a conocerla y a fotografiarse con ella); Hanna Montana (desde la tele hasta en la sopa); Selena Gómez (puso sus fotos de guarda pantalla en la computadora desde hace varios meses); pasando por los musicales con Vanessa Hudgens y Zac Efron, hasta Demi Lovato de quien le regalé (óiganme decirlo) un buen disco (Don't Forget) en la Navidad pasada... pero para entonces ya habíamos visto la película Twilight dos veces y ya estaba terminando de leer ese libro.
De hecho entre diciembre y enero se echó los cuatro libros: Twilight (del 2005) New Moon (2006), Eclipse (2007), y Breaking Dawn (2008) y en febrero o a finales de enero pasado comenzó la relectura, volvió a leer los cuatro (díganme si no es clavo) y en el ínterin su mamá le hizo el paro de ver la película, misma que volvió a ver con su hermano Octavio, quien vino de visita (es uno de mis hijos mayores de mi primer relación de pareja)... y encima ya se imaginarán la parafernalia, póster y disco incluidos.
En sus vacaciones de invierno Vale se comunicó con su maestra para acordar cambiar el libro que debía leer en esos días... sí, acertó, escribió su reseña sobre Twilight y además, cuando ante su clase la leyó, deslizó: "aunque me gusta más el tercero porque matan a Victoria". El Twilight soundtrack lo llevaba siempre consigo y lo alternaba en el tocadiscos del auto de su madre o en el mío, se aprendió las canciones y disfruta la música, especialmente le gustan ("la número uno y la dos"), Supermassive black hole de Muse y Decode de Paramore.
Se enamoró por igual de Bella Swan que de Edward Cullen, los personajes interpretados por Kristen Stewart y Robert Pattinson, o para ser más justo debo decir que se identificó con Bella y se enamoró de Edward y su desvarío la llevó a querer saber más de Kristen, por ejemplo, pues me hizo desempolvar y volver a ver (ahora con ella) la violenta The Panic Room donde Kristen Stewart -entonces una niñita como Vale hoy- aparece como la hija diabética del personaje que hace Jodie Foster; por supuesto desde que supo la fecha en que saldría el DVD de Twilight comía ansias, aparecería el 21 de marzo pero daba la casualidad de que en esa fecha andaríamos de viaje, lo que la llevó a postergar las ansias.
Aquí entra su amiga Mariana, una niña de su misma edad y a quien Margarita le regaló, uno a uno, los tales libros y entonces Mariana, que estaba en la ciudad cuando salió la película en DVD, tuvo el detalle de regalárselo de sorpresa: cuando volvimos del viaje la aguardaba el DVD, así que predeciblemente uno o dos días después la estábamos viendo juntos en la sala de cine familiar... sí sí sí yo "arrastrado" por ella. Hemos desarrollado la costumbre de ver cine juntos, por ejemplo nos gusta ver (y me gusta ver que le gusten) los musicales de las décadas pasadas o las de Audrey Hepburn seguiditas como en un ciclo en el hogar, hemos visto algunas de Barbra Streisand... Con Across the universe, el musical de Julie Taymor pasó algo similar, la ha visto alrededor de 10 veces y sin duda para mí resultó más gratificante saberla clavada con la música de los Beatles que con vampiros.
Con el soundtrack sucedió lo mismo (encantadora cantando (With) A little help from my friends) Puso la cinta en su iPod, colgó su póster, se clavó con Jim Sturgess más que con Evan Rachel Wood (rentamos 21 por ejemplo, por su insistencia) pero no dejó de idealizar a Lucy, el personaje de Wood; en sus asomos supo de Thirteen (una controversial cinta basada en las experiencias de Nikki Reed que no excluye escenas de sexo, drogas y autoagresión) pero como ven es un drama no apto para esta etapa que Vale vive y, en fin, volviendo a la influencia de Stephenie Meyer, me parece vislumbrar que pronto saldremos de ahí, creo que en algo puedo contribuir a ello, pues al final de la enésima vez de Twilight vimos los "bonus", entre ellos estaba el video de Paramore, banda de rock pop de Tennessee que aporta por lo menos dos piezas a la película; el clip que vimos es Decode y... recordándolo el otro día en Barnes and Noble tuve la maquiavélica idea de regalarle uno de sus recientes discos (The Final Riot!)... así que se me hace que pudiera irse saliendo de Disney, y aunque Algo me dice que no me haga muchas ilusiones igual me froto las manos.
Por cierto algo interviene señalándome que veo a la Vale muy metida en el absorbente mundo de la música en inglés, pero es la realidad, es su cotidianidad. Está expuesta 24-7... Un poco como tantos niños de México, como todos los de Gringolandia y no sé si los de más allá de México, ¿a poco no? Denle ustedes vuelta a las páginas de su periódico, equiparen (en una fecha cualquiera) el espacio destinado a los grupos de música contemporánea y calculen los porcentajes destinados a los que cantan en inglés y los que cantan en español y ya me dirán... o en fin vean cómo reciben a los Jonas Brothers o a Miley Cyrus o a cualquier grupo impulsado por Radio Disney, éstos artistas son los primeros en expresar el mayor asombro al percatarse de lo que no tenían ni idea: son ampliamente conocidos en México, un país que algunos de ellos ni siquiera sabían dónde estaba.
Los reciben multitudes de chavitos, niños y adolescentes que se desgañitan prendidos de su vehemencia. Pero... ¡ah!, miren ustedes, y sin embargo... acabo con esta maravillosa anécdota: Hace unos días volvíamos a casa. Ita venía en el asiento del pasajero y yo manejaba, Valentina venía en el asiento de atrás y no recuerdo ni de qué veníamos charlando Ita y yo cuando de pronto la escuchamos, ensimismada, cantar. Nos callamos sin voltear a vernos, sólo la seguimos escuchando, fue algo mágico.
Cantaba a capela, la música en su cabeza, la canción completita, varios minutos... (Si hubiera sido necesario me sigo dando vueltas para no interrumpirla pero no fue necesario porque faltaban varias cuadras para llegar a casa). Venía concentrada mirando al exterior, ignorándonos a nosotros y todo a su alrededor: ..."tú me decías que estabas triste con la vida, pero yo, nunca te creí"... Julieta Venegas, canciones de amor. Bueno, no todos son vampiros en Forks, Washington.
|