Un Verano En Paris.

Autor: Nataliarendon2121
Género: Romance
Fecha Creación: 21/01/2013
Fecha Actualización: 07/03/2014
Finalizado: SI
Votos: 13
Comentarios: 53
Visitas: 38716
Capítulos: 24

Tras la muerte de su madre, Isabella no encuentra otra solución que pedir ayuda al único familiar que tiene. Su tía, Rene -como le dicen de cariño- es un duquesa viuda. Su tía reside en París desde su juventud.

 

Entre el glamour y las fiesta de principios del siglo XX; Isabella, es cortejada por El ilustre Jasper Whitlock... pero no con buenas intenciones....

 

Isabella se ve envuelta en un drama de amor y espionaje, intrigas y malas decisiones.

 

Los personaje pertenecen a Stephenie Meyer.   = )

 


Estos son mis otros fics:

 


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Capítulo 10: Mujeres, todas son iguales...

 

"Mujeres, todas son iguales pensó Jacob. Siempre le cuestan a un hombre mas de lo que pueden gastar". Al hablar, miro codicioso el montón de libras esterlinas de oro que Lord Cullen vacío de su bolsillo y coloco en el tocador.
 
La chica francesa que salía con Jacob le estaba haciendo gastar mas de lo que ganaba. Llevaba dos semanas si enviarle dinero a sus hermanas y se avergonzaba de si mismo. Las francesas tenían algo, pensó, que se metía en la sangre y en la piel de uno  y las hacia irresistibles.
 

Jacob apiló las monedas con cuidado. Jamás se atrevería a tocar un centavo del dinero de Lord Cullen por mas tentaciones que sintiera. Al mismo tiempo se preguntaba si debía atreverse a pedir un aumento de sueldo. Sabia que sus hermanas, necesitaban del poco dinero que les enviaba, pero era incapaz de resistir aquel acento lánguido y la pequeña mano codiciosa que siempre le estaba pidiendo algo.

La cena en la embajada fue idéntica a todas las cenas que se ofrecían en el enorme comedor: un lacayo corría detrás de cada silla, enormes ornamentos dorados y pesados candelabros intercalados con orquídeas y zarzaparrillas.

Lord Cullen se sentaba al lado de la hermosa condesa de Voltera, que le contaba  las novedades de la Corte Inglesa, mezcladas con sus revolucionarias ideas sobre el socialismo, doctrina que había adoptado para horror de sus amistades.

-Como esta su majestad? -Pregunto Lord Cullen.

-Decaído y a veces muy irritable -contesto lady Sulpicia de Voltera-, Pero todavía tiene ojos para las damas, como lo descubrió Paris el año pasado.

La señora Renata lo mantiene entretenido: de hecho, no va a ninguna parte sin ella pero, aunque ya esta viejo, aun sabe apreciar una cara bonita.

Lady Sulpicia, que había sido una de las grandes bellezas de su época, suspiro:

-Todos nos estamos haciendo viejos. Es muy deprimente. Aproveche su juventud, mi querido Lord Cullen, es algo que solo se tiene una vez.

-Usted siempre será hermosa -añadió Lord Cullen con el tono de un hombre que dice una verdad y no un cumplido.

Ella sonrío, con la sonrisa gentil y mundana de quien, por muchos años, ha estado acostumbrada a los elogios.

-Gracias -repuso-. Y de quien esta enamorado por el momento?

-De nadie -respondió el con honestidad.

-Pero que perdida de tiempo! los hombres siempre deben estar enamorados, mas enamorados que las mujeres que cortejan. El la única forma de conservar el balance entre los sexos.

-Debo creerle, ya que tiene usted mucha experiencia -musito Lord Cullen con un brillo en los ojos.

Lady Sulpicia sonrió.

-Tanta experiencia -dijo-, que algún día escribiré un libro. Se esta volviendo de moda. Lo incluiré a usted en el, como un joven difícil y peligroso.

-Peligroso?

-Si, porque es tan reservado y dominante , que hace que las mujeres se derritan de amor mientras usted se reserva para si mismo. Por eso es inevitable que queden con el corazón destrozado.

 El semblante de Lord Cullen se ensombreció.

-Temo que milady tiene muy mala opinión de mi -repuso.

Su voz era áspera y Lady Sulpicia que le había hablado con suavidad se sobresalto. Luego, desde un rincón de su mente, recordó las murmuraciones que circulaban acerca de Lord Cullen: una bella mujer mayor que el, lo trato con crueldad cuando el era joven. Lo sedujo, lo engaño y lo dejo en ridículo cuando corrió tras alguien mas importante que aquel joven inexperto.

"Así que no lo ha olvidado" -pensó-. "La herida todavía duele. Tal vez por eso sea tan cínico".

En voz alta dijo:

-Estaba bromeando, y le pido disculpas. Se que usted es siempre un ejemplo de amabilidad y consideración con el sexo débil.

-Eso suena muy aburrido! Me temo que las referencias que tiene de mi no son  muy exactas.

-Si usted se aloja en Voltera cuando este por la corte, le prometo que are una evaluación mas cálida de su carácter -dijo lady Sulpicia sonriendo.

-Acepto encantado. Me han dicho que habrán excelentes faisanes este año.

-Debe venir cuando este el Rey -añadió Lady Sulpicia-. Sabe cuanto le agrada un buen cazador.

Lord Cullen le dio las gracias, diciendo al mismo tiempo que por nada del mundo asistiría a una de las sangrientas matanzas que tanto divertían al Rey Marcus, y que muchos deportistas disfrutaban.

Sintió alivio cuando termino la cena y la embajadora hizo señas a las damas para que dejaran solos a los caballeros.

Sabiendo que su deber era hablar con el Sultan, acerco una silla junto a la de el y se sirvió otra copa de oporto.

La velada fue larga y tediosa. Cuando los caballeros se unieron a las damas, un cantante de la Opera los deleito con áreas de "Carmen".

Lord Cullen se alegro cuando el Sultan se dispuso a retirarse.

Lo acompaño a su coche y cuando al fin regreso al salón, encontró al embajador bostezando.

-Creo que hicimos un buen trabajo esta noche, Cullen -dijo.

-Así lo espero su excelencia.

-Creo que me las arregle para explicar el punto de vista ingles de una forma mas clara que nuestros presuntuosos políticos -comento el embajador-. De cualquier modo esperemos a ver los resultados.

-Así es, su excelencia -dijo Lord Cullen sin tener la menor idea de que se trataba. En realidad no estaba al tanto de las complicadas cartas cruzadas entre Marruecos e Inglaterra.

-Buena noches -dijo el embajador-. Creo que va a salir, No es así, Cullen? A Maxim's?

-Si, su excelencia.
-Gracias a Dios, estoy viejo para esos trotes. Mañana tenemos una comida con los Alemanes ; si o duermo bien, perderé el control sobre ellos y eso seria fatal.

-Es verdad, su excelencia -musito Lord Cullen y ahora sabia con detalle cuanto dependía de la comida de mañana.

-Buena noches, Cullen, que se divierta -repitió el embajador y Lord Cullen pudo entonces quitarse las condecoraciones y dárselas a Seth. Tomando su sombrero de copa y un bastón, se subió al automóvil que lo llevaría a Maxim's.

Tanya le había enviado un mensaje antes de la cena de la embajada, diciéndole que se encontraría allí con el. Se había reído leyendo la nota perfumada, torpemente escrita. Sabia muy bien por que Tanya quería llegar al Maxim's antes que el.

Según ella era para evitarle problemas, pero lo cierto es que quería mostrar el collar de esmeraldas a sus amistades y recibir sus elogios y exclamaciones de envidia.

Al pasar por La Rue De Madeleine se pregunto si las amigas de Tanya lo consideraban un tonto o un benefactor. Estaba seguro de que con solo levantar un dedo, cualquiera de ellas estaría feliz de ocupar el lugar de Tanya. No era tan modesto como para no valorarse a si mismo, pues aunque había muchos hombres ricos en Paris, pocos eran jóvenes, apuestos y con un titulo de nobleza.

Mas aun, muchos eran casados, y una esposa significaba problemas. Era difícil que la gente de sociedad y las mujeres de vida alegre se conocieran, pero siempre existía la sensación, así se lo había dicho Tanya en un momento de intimidad, que la esposa era una enemiga que trataba de destruir a la amante de su marido.

-Experimentas un siniestro presentimiento -había seguido diciendo Tanya-, como si alguien a tus espaldas te acechara con un cuchillo, además de saber que siempre esta rezando para que te valla mal. Es mas divertido que seas soltero.

-Ya es tiempo de que siente cabeza -había replicado Lord Cullen-. Poseo una casa en Inglaterra, una gran propiedad y tarde o temprano debo tener  un heredero.

-Crees que me veré bien con una corona? -había preguntado Tanya-. Cásate con migo y lo descubrirás.

Ella bromeaba, pero los dos se rieron con la sugerencia. Las francesas de la vida alegre conocían bien su lugar y muy pocas veces usurpaban lo que solo estaba reservado para las esposas.

Para su pesar, aquella conversación volvía a la mente de Lord Cullen. Un heredero! Si, debía pensar en tener uno muy pronto, pero se le encogió el corazón al recordar a las debutantes que, acompañadas de sus madres, rondaban los salones de bailes londinenses. Comprendió que Tanya tenia razón al decir que era aburrido tener un protector casado.

Los hombres casados debían quedarse en casa con sus esposas y Dios sabia que, con la clase de chicas que había conocido hasta ahora, pronto se aburría sin remedio.

"Que me sucede? Por que estoy tan serio esta noche?', se pregunto. Sabia, que si era honesto con sigo mismo, no tenia deseos de ir a Maxim's ni de ver a Tanya luciendo el collar de esmeraldas que le costo tanto dinero.

A la primera persona que vio en Maxim's, fue a su primo Jasper, que estaba sentado en el bar, al parecer muy deprimido.

-Aquella no es la duquesa? -pregunto refiriéndose a un ruidoso grupo de personas que estaban en una esquina y pensando que era imposible advertir la rubia belleza marchita de Rene de Forks, sus joyas espectaculares y las siniestras facciones del Barón Sioba Knesebech, quien se sentaba a su lado.

-Toda la vieja pandilla, pero no la pequeña Isabella -dijo Jasper melancólico.

-Supongo que la duquesa la encerró en su habitación para protegerla de lobos como tu -Bromeo Lord Cullen.

En aquel momento vio a Tanya aproximarse a el. Lucia muy hermosa, observo satisfecho. El vestido de chiffon blanco que llevaba hacia resaltar a la perfección el collar de esmeralda. Se adornaba la roja cabellera con una pluma de águila y llevaba un abanico similar en la mano.

-Que puedo hacer? -pregunto Jasper-. Debes ayudar a un amigo, Edward.

-Encárgate un momento de Tanya -le dijo-. Veré que puedo averiguar.

Atravesó la habitación y al llegar a la mesa de Rene de Forks se inclino sobre su silla.

-Puedo darle las gracias por la encantadora fiesta de la otra noche? -pregunto.

La duquesa volvió el rostro y lanzo un grito de placer.

-Oh! Lord Cullen que amable de su parte! Pero soy yo quien debo agradecerle. Me entere que fue muy bondadoso con mi pequeña sobrina cuando llego inesperadamente a media noche.

-Fue un placer ayudarla. Espero que ya haya descansado después de un viaje tan largo.

-Isabella esta mucho mejor ahora, pero. por supuesto no podía venir con migo esta noche. Usted comprende, no seria apropiado para una jovencita.

Lord Cullen estaba demasiado sorprendido para responder nada. El Barón se acerco y le dijo algo al oído de la duquesa y después de un momento la duquesa continuo diciendo:

-Debe venir a visitarnos para que ella en persona le de las gracias. Que le parece mañana, a tomar el te?  Le prometo tener te ingles. Yo siempre lo tomo.

-Acepto su amable invitación para mañana por la tarde -repuso  lord Cullen con voz queda.

-Entonces lo espero. La tarde no estará completa sin usted, pero venga a tomar el te tranquilamente, solo con migo y Isabella. Hablaremos sobre Inglaterra, la echo mucho de menos y creo que también mi sobrina. A las cuatro y media; no me defraude.

Le extendió la mano y Lord Cullen entendió que podía retirarse. A la vez, se quedo perplejo. Luego, de súbito, su mente se aclaro. La duquesa quería lo mejor para su sobrina y, Quien mejor que el?

La idea lo enfureció, mas aun al ver la sonrisa petulante en los labios del Barón.

 

Capítulo 9: Tanya Buring tomo el collar ... Capítulo 11: Isabella estaba convencida...

 
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