BPOV
Desde que recibí la nota de Edward aclarando sus sentimientos hacia mí, ya había pasado algunos días sin saber de él. No quise llamarle porque me hice la promesa que iba a respetar lo que me pidió, esperar.
Me morí de ganas por escucharle aunque haya sido un momento, pero me las aguanté, sabía que llegaría el momento para verle de nuevo. Él estaría preparándose para su examen y no quería ser inoportuna.
Mis primeros días en el trabajo fueron muy agradables, conocí a mucha gente que sería de gran ayuda y apoyo en mi labor en el hospital. Carlisle me había visto unas pocas veces solo para saber como me iba sintiendo y si de alguna manera me adaptaba. Vio que estaba muy bien y que me estaba manejando en mis labores y mis nuevas responsabilidades. Me puse feliz al saber que él estaba muy conforme con mi ingreso.
Me moría por preguntarle por Edward, pero me daba vergüenza al hacerlo y me quedaba con las ganas de saber de él. Cada día que llegaba a casa me quedaba durmiendo leyendo la nota de Edward. Suspiraba y me quedaba en blanco, solo pensando en el día que estuviera junto a él.
Ansiaba con sentirlo cerca, sentir sus labios…cuánto lo añoraba, era tan frágil mi corazón que ahora sabía que había encontrado al adecuado.
Me impacientaba pensar cómo sería nuestro primer encuentro después de habernos confesado, me impacientaba nuestro primer beso. Iba a ser el primero de mi vida, solo sabía la teoría, no quería echarlo a perder, quería que fuese especial. Ansiaba tenerlo, sabía que él era el primero que me hacía sentir sensaciones nuevas sin haber estado aun con él.
Era viernes, estaba terminando mi turno del día y me iría a casa, a pesar de estar feliz en mi nuevo trabajo, me sentía cansada, pero no agotada, quería estar en mi casa, hacer un poco de vida familiar, aunque sabía que con Charlie era difícil porque siempre estaba en su trabajo y lo veía poco durante el día. Pero ansiaba estar con él y conversar como lo hacíamos por teléfono día a día, pero ahora estábamos juntos.
Al llegar a casa ya estaba Charlie, me sorprendí porque no era hora para que estuviera ahí.
-¿papá que haces tan temprano en casa?- le pregunté sorprendida.
-sí solo vine por ropa hija, me ausentaré por esta noche y mañana sábado, ya que tengo cosas que hacer, en un caso complicado- me dijo con tono de preocupación por dejarme sola.
-¡oh papá! Y yo que quería pasar este fin de semana en familia- dije con tono de decepción.
-Lo siento hija, pero tú sabes cómo es mi trabajo, lo dejaremos para otro día, ¿ok?- me dijo con pena en sus palabras.
Me resigné en pensar que estaría sola, pero bueno pensaría algunas cosas que hacer, ordenaría mis cosas que aun seguían en cajas, asearía mi dormitorio…muchas cosas, añoraba ver a Edward, solo me conformaba con verlo aunque fuese de lejos. Lo anhelaba tanto, tanto, que con solo pensar en él mi corazón latía con gran velocidad.
Charlie ya estaba listo para irse.
-amor cualquier cosa me llamas al celular, ¿ok?- me dijo Charlie.
-no te preocupes papá, estaré bien, en todo caso no dudaré en llamarte por cualquier cosa- le dije.
Me besó en la frente y se fue, yo subí a mi dormitorio y después de unos minutos sentí la puerta sonar, pensé que a Charlie se le habían olvidado las llaves y bajé deprisa y abrí.
Me quedé inmóvil al ver que el que estaba parado fuera de la puerta no era mi padre si no que era la persona que añoraba con tenerlo cerca y deseaba verlo. Era Edward, se veía adorable, con ropa deportiva y sobre todo su rostro y cabello sudoroso. Se veía tan sexy, sus mejillas rojas por la actividad, aunque juraría que se le pusieron más intensas cuando me vio al abrir la puerta.
-¡Hola!- Me dijo. -Pasaba por aquí y Charlie me dijo que estabas un poco aburrida y no dudé en pasar a saludarte.
-¡Hola!- Le respondí mordiendo mi labio inferior y mirándole. Que lastima que pasaste porque mi padre te pidió que pasaras y no fue por tu propio gusto- le reproché.
-¡No!, iba a pasar igual, aunque no me atrevía, no sabía como lo tomarías al verme así todo sudado- Me dijo con pena.
-Te vez adorable así, más apetecible que nunca- no se de dónde salieron esas palabras, le dije viendo cómo se esquivaba de mi mirar y ruborizado.
-¿De verdad piensas que soy apetecible?- Me preguntó tomando mi mandíbula inferior y subiéndola para verle sus ojos.
-¡Sí! No sabes cuánto- le dije sin dejar de mirarlo fijamente, haciendo que mis palabras me hicieran agitarme tanto que mi respiración se tornó más rápida y mis piernas empezaron a temblar al estar tan cerca de él.
Sin decir nada, no sé cómo Edward se acercó tanto que sin darme cuenta sus labios los posó encima de los míos y me besó tan suavemente. Fue un beso tierno, casto, tan puro pero con tantas ansias. Sentí como Edward se estremecía al estar sintiéndome. Era mutua la sensación, yo estaba igual, mi cuerpo flotaba como una pluma. Era mi primer beso, mis labios vírgenes recibían uno iguales a los míos. Noté que para Edward también era la primera vez. No fue un beso torpe, pero los dos hicimos lo mejor.
Sus labios estaban salados porque su sudor se estaba enfriando en su cuerpo y en su rostro, pero era un sabor exquisito, a pesar de su traspiración su olor era mezcla de perfume con hombría. Se veía tan sabroso. Nunca pensé que un hombre en ese estado me haría estremecer mi cuerpo y mi alma.
Nos separamos un momento y nos dimos cuenta que estábamos en la entrada, lo jalé del brazo y nos entramos. Estando solo él y yo, me dejé influenciar por mi impulso y sin decir nada le tomé del cuello, y lo besé con más pasión. Fue un beso de desesperación. Sentí como sus labios respondieron a los míos y cómo nuestros cuerpos se fundían al estar tan cerca. Se separó para respirar y se me salió una risa.
-¡Qué bueno que viniste! ¡Te extrañe todo este tiempo!- Le dije mirándole.
-No sabes cuánto lo hice yo- me respondió tomando su cintura entre sus manos.
-¿Cómo fue tu primera semana en el hospital?- Me preguntó.
-¡Bien!- le respondí. -solo que no hallo la hora de que esté un médico que tiene que llegar, es un cirujano plástico- me miró riéndose -necesito que me haga unos arreglitos por algunas imperfecciones que hay en mi cuerpo- le miré a su ojos como confesándome que le añoraba cerca.
-No creo que necesites de esa cirugía, estas perfecta- me dijo dándome un besito en la frente haciendo que no le viera su sonrojo.
-¿De verdad te gusto Edward?- Pregunté con inseguridad.
-¡Claro!, no sabes lo que has hecho en mi vida, a cambiado mucho, no hay momento que no pienso en ti y de estar así, juntos. No hallaba la hora de verte, era una necesidad tan grande, no sabes que me has hecho nena, te confesaré que es la primera vez que me pasa, no se si tu sabes, pero nunca he tenido una novia, nunca había dado un beso a ninguna mujer, solo a mi madre y hermana en la mejilla, me reí avergonzado, pero nuestro primer beso fue lo más hermoso- me dijo con timidez en su voz mirándome fijamente.
-Edward yo también nunca he tenido novio, ni tampoco había dado un beso, así que es mi primera vez también- le dije mirándolo con unos ojos llenos de emoción, brillando de amor.
Estaba tan emocionada con este encuentro, no lo pensaba así, pero fue perfecto, nos abrazamos tan fuerte, que sentí una necesidad de no separarme de él, pero lo tenía que hacer.
Nos separamos y me dijo que tenía que irse a bañar antes que se hiciera más tarde. Le hice un mohín y le pregunté cuando nos veríamos de nuevo.
-Más tarde, te vendré a buscar para que salgamos a dar una vuelta, ¿ok? ¿Saldrías conmigo?- me preguntó.
-Le sonreí, ¡claro que te espero y que saldría contigo a donde tú quieras llevarme!- Dije besando sus labios.
-Entonces me voy ¡ya!, pero dejo mi corazón con el tuyo- me besó y salió por la puerta rumbo a su casa.
Le quedé mirando por la puerta hasta que se alejó. Había tenido mi primer beso con el hombre más hermoso del mundo, más adorable, más… sentía como que Edward y yo estábamos destinados a estar juntos.
Reaccioné después que mis pensamientos estaban en las nubes y me di cuenta que en unas horas más me vendría a buscar a cenar. Tendríamos nuestra primera cita. No supe que ponerme, mi ropa era tan aburrida, era tan casual, no tenía que ponerme. No sabía si íbamos a algo elegante o algo más sencillo.
Conociendo el poco tiempo a Edward pensé que sería un lugar elegante, él era tan caballero, pero a la vez con una timidez adorable. Creo que esa cualidad era una de las cosas que más me gusta de él y una de las cosas por la cual me cautivó.
Comencé a soñar despierta, pensando en sus cálidos y suaves labios. Me estremecí al recordar sus labios rozar y saborear los míos.
-¿si fue su primer beso, entonces es virgen también? Oh Dios, tenemos eso en común. Espero que el día que me entregue a alguien sea un hombre como él. Y si es él, sería perfecto.
-¿Bella te estás viendo en el futuro con Edward?- me pregunté sin sacar una conclusión.
Ya era hora, Edward ya estaría en cualquier momento tocando mi puerta, así que debía dejar de pensar tanto y terminar de alistarme en espera de mi hombre.
|