El resto de los días que pasé con mi asesino, nos dedicamos a explorar la isla. Me llevó a una preciosa cascada en donde almorcé la mañana del domingo, aunque la mayor parte de la semana nos la pasamos en casa o en la playa. En ésta última, descubrí que Edward brillaba a la luz del sol. Todo ocurrió cuando nos bajamos a jugar al ajedrez a la orilla del mar y observé que en su cuerpo comenzaron a resplandecer pequeños brillos, como si tuviera diminutos diamantes incrustados en la piel. Al principio ignoró mi curiosidad por el tema, algo que me molestó, pero después de acabar la partida, hecho que nos llevó alrededor de dos horas ya que Edward era mejor jugador de lo que esperaba, lo admitió.
También me provocó, más de las veces que me gustaría recordar, para que volviésemos a mantener relaciones, pero me negué. Me daba vergüenza tener que recordarle que se pusiera un preservativo antes de hacerlo, y lo peor, es que a él ni se le pasaba por la cabeza tal pensamiento.
La mañana del jueves, me desperté de golpe, topándome con los penetrantes ojos de mi compañero de cama observándome desconcertados. Había tenido una especie de trance; me sentía mentalmente cansada y me escocía la cicatriz de la mano. La miré, y ahí estaba al rojo vivo y siendo rozada por las manos de Edward, quien al ver mi reacción se levantó de inmediato.
-¿Por qué no me lo dijiste?
-Decirte ¿qué?-hablé confusa, intentando controlar el dolor de cabeza.
-¡Que ni siquiera te acuerdas de nuestra primera noche juntos!-gritó exasperado.
-¿Cómo te has enterado de eso?
Guardó silencio, sin parar de mirarme desesperado la muñeca. No podía ser verdad…. Edward no podía leerme la mente con solo tocarme esa cicatriz… ¿o tal vez sí?
-Y encima, ni siquiera usamos precauciones.-dijo entre dientes.
-No USASTE precauciones.-remarqué el sujeto de mi oración.
-Podías estar embarazada y no tenías ninguna intención de decírmelo ¿verdad?-hizo una pausa para pensar.-Aunque… tener un hijo arreglaría las cosas entre nosotros.-sonrió amargamente.
-Estás loco.-le incriminé.-CEGADO… por mi aroma.
-Tu aroma es solo una de las cosas por las que estoy cegado.
-¿Sabes qué? No pienso seguir discutiendo, voy a llamar a Alice.
-¿Para qué?
-Estará preocupada, ya que no la he vuelto a oír su voz desde el incidente de hace unos días.-le recordé como destrozó mi antiguo teléfono.
Me levanté, marqué su número, y esperé a que descolgara con la inquisitiva mirada de Edward clavada en mi espalda.
-Alice, soy yo.-respondí antes de nada.-Siento no haber podido llamarte antes, es que… bueno Edward tuvo un pequeño problema con mi móvil y me ha comprado uno nuevo. Agrégame otra vez con este número ¿vale?
-¿Bella?-oí la voz de… ¿no, Jacob?
-¿Jake? ¿Qué…?
-¿O sea que es verdad que te has ido con él?-me cortó.
-Jake, escucha, yo…-dije torpe y apresuradamente por la sorpresa.
-Eres una suicida,-me acusó.-voy a ir para allá y voy a hacer algo que debería haber hecho hace ya mucho tiempo.-y sin más colgó.
-¡Jacob, espera!-grité inútilmente.-¡Pensemos las cosas un momento!
-Mira quién lo dice.-replicó Edward tranquilamente.
-¡Vete al infierno!-le chillé impaciente, soltando con rabia el móvil sobre la almohada.-¡Tú tienes la culpa!
Estaba harta de ese numerito de bueno e inocente que pretendía venderme. Edward me había hecho demasiado daño desde que apareció en mi vida, y no sé si algún día sería capaz de perdonarle.
-Bella que seas tan impulsiva, no tiene que ver conmigo. Si hubiéramos discutido las cosas como personas maduras e inteligentes, no la habrías liado.-dijo político.-Te recuerdo que solo quedan 24 horas para que te marches. ¿No eres capaz de aguantar un día más? ¿Tan mal te caigo?-me provocó.-Aunque si tanto me odias, no comprendo por qué te dejas besar y acariciar por mí.
-Déjame en paz, ¿quieres?-le supliqué, sentándome cabizbaja sobre la cama.
-No, no quiero… ni puedo.
Antes de poder decir o hacer algo más, Edward se arrodilló ante mí, aferró sus manos a mi rostro y comenzó a besarme dulcemente la cara. Mi frente, mi pequeña nariz, mis mejillas hasta acabar en mis labios, en donde me besó dulcemente pero a la vez queriendo devorarme. Yo me sentía demasiado estresada y cansada para luchar contra algo que sabía que no podría evitar, así que dejé que hiciera conmigo lo que quisiera.
“Hoy Edward sería mi guía, mi director, y yo su muñeca de trapo”
Sus caricias dejaron de ser tímidas para llevarme a todo un mar de sensaciones. Me terminó de acostar sobre la cama, con él encima, y continuó besándome apasionadamente en los labios. Sabía perfectamente que nadie lograría besarme de esa manera jamás. Descendió por mi cuello y mis hombros, hasta quitarme la camiseta. Sus labios tocaron todas las partes de mi cuerpo que podían, sedientos de mi piel. Como yo estaba en la fase pasiva, me obligó y colocó mis manos alrededor de su espalda para que lo tocase.
-Bésame, Bella…-susurró contra mi boca.-Acaríciame, te lo ruego.
Como buena alumna, le obedecí y mis manos dejaron de ser tímidas para quitarle la camiseta. Me sentó sobre él, casi en su misma posición y terminó de desnudarme sin apartar su ardiente mirada de mis ojos. Pero antes de llegar a la fase final, y antes de que pudiera pestañear, sacó la caja de preservativos que había guardado en mi maleta y regresó a mi lado con uno.
-Nunca he usado uno.-me confesó tímido.-Soy demasiado tradicional.
-¿Estás de broma?-pregunté incrédula. Pero en su mirada deduje que era tan inexperto en esos ámbitos casi como yo. –Vale, supongo que no será tan difícil.-dije para mí, quitándoselo.
Y en efecto, tuve que ponérselo yo. Patético, lo sé, que un vampiro de casi dos siglos no supiera colocarse un preservativo. Después de ese penoso inciso, seguimos.
Entró en mí con fuerza, pero esta vez ya no me dolió. Estaba claro que Edward nunca había mantenido relaciones con nadie hasta ahora, se le veía demasiado desesperado y preocupado por hacerme disfrutar, podía notarlo en sus jadeos y gruñidos y sobre todo en la manera en la que me tocaba. Cuando estuvimos a punto de llegar al cielo, sus labios se movieron hasta llegar a la cicatriz de mi muñeca, la cual mordió con ganas, proporcionándome un placer incluso mayor que los anteriores, y llegando, por supuesto, al codiciado orgasmo. Fue una sensación de lo más extraña pero satisfactoria, era como si hubiera sentido el orgasmo multiplicado por dos, como si hubiera sentido fusionar nuestras almas en una sola y nuestros pensamientos leídos por el otro mediante un abrasador contacto.
Una vez que solo nos quedaron las cenizas, le miré exhausta; sus ojos negros tenían un peculiar brillo que me absorbió, su pelo estaba todo despeinado por mis caricias, y su boca medio abierta y cubierta de mi sangre. Levanté mi brazo mordido y le acaricié el rostro suavemente, como queriéndole agradecer que me haya hecho pasar el mejor rato de mi vida, mientras seguía bajo el hechizo de sus ojos. Movió la cabeza y me cogió la mano para llevarla a su boca y chupar mis dedos ensangrentados.
“Si volvía hundir sus dientes en mi muñeca, perdería la poca cordura que me quedaba.”-pero al parecer mis plegarias fueron escuchadas, y solo se dedicó a compartir el sabor de mi sangre con mis labios. Y para finalizar, depositó un tierno beso sobre mi frente y me dejó descansar.
Había experimentado demasiadas emociones en tan poco tiempo, por lo que caí inmediatamente dormida sobre las finas sábanas de la cama con el recuerdo de unos fríos dedos acariciando mi espalda.
Desperté del sueño gracias a unos extraños y sonoros sonidos. Me incorporé, notando mi soledad en la habitación, y agudicé el oído: eran voces discutiendo, unas voces muy familiares y cercanas, entre las que no pude confundir la de Jacob y Alice.
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Chicas siento la tardanza en publicar, espero k os haya gustado el capi keria hacerlo algo más interesante y bueno aquí esta la primer parte del misterio ^^ k pasara si Alice y Jacob han viajado hasta allí? Se llevarán a Bella, si, no? Y sobre todo... como reaccionara Edward? jajajaj tendreis k esperar hasta el proximo capi para saberlo y no os preocupeis k no tardaré tanto en subirlo, besos a todas :)
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