It was you, Isabella.

Autor: Love_Carlisle
Género: Drama
Fecha Creación: 16/12/2011
Fecha Actualización: 23/02/2012
Finalizado: NO
Votos: 10
Comentarios: 36
Visitas: 12282
Capítulos: 11

Querido diario,

Hoy me he sentido muy extraña. Cuando me levanté por la mañana, todo estaba bien e incluso estaba feliz… mi madre se ha casado y es feliz. Estoy contenta por ella, pero a la vez me embarga una sensación de amargura cada vez que Phill le dice que se tiene que marchar. Ella se ve forzada a quedarse conmigo y no sé qué hacer. Últimamente he estado pensando que sería buena idea ir con mi padre, hace mucho tiempo que no le veo. A fin de cuentas, siempre he estado con Reneé y sé que probablemente le moleste la decisión que estoy pensando en tomar. Pero le quiero demasiado como para obligarla a estar conmigo, cuando sé que desea estar con él… también sé que me ama, es mi madre… pero el amor de una hija no se puede comparar con el que da un hombre, supongo. Y estos mareos tan repentinos. He preferido no decirle nada acerca de ellos… seguro se pasa.” -Bella.

 

"— ¿Y qué fue lo que te sucedió el otro día?

No podía dejar nuestra conversación así, a medias, sin lograr saber completamente lo que pasaba con ella. Miró al frente, con aparente tristeza y volvió a escribir.

—Falta de vitaminas —respondió.

Rechacé conformarme con eso.

—No creo que por simple falta de vitaminas te hagan tantos exámenes —dejé caer, reprendiéndome luego por ser tan imprudente. Quizá sí era cierto que ella no sabía nada, y sus padres debían tener un motivo lo suficientemente fuerte como para negarle el saberlo.

Clavó sus ojos chocolate en mí, crispada." -Edward.

 

"— ¿Una guerra? —exclamó Alice, levantándose de golpe. Intentó ver más allá de las palabras, pero no lo logró. Su poder no tenía tal alcance. Deseó que sí.

—He dudado si debía o no ponerme en contacto con los Vulturi, pedir una audiencia, ya sabéis… —dudó en su decir lo siguiente, temía que la tomasen por cobarde, pero tenía sus razones para no querer proceder, y eran respetables. —Vosotros sabéis nuestra postura para con los Vulturi. En principio no tenemos buena relación, y si tentamos a la suerte, puede que se decidan a terminar con nosotros al igual que lo hicieron con nuestra madre.

—Pero vosotros sois inocentes, no pueden hacer nada —Rosalie parecía frustrada. Tanya le simpatizaba, odiaba que tuviera que ser juzgada por un pasado que ella no había condicionado.

—Seré yo quien hable con Aro —dijo Carlisle, según lo previsto. Él tenía una buena relación con ellos, de modo que el único que podría intervenir a favor de Tanya era él." -Edward.

 

It was you, Isabella. Una lucha entre el amor, los principios y la lealtad. Una historia triste y conmovedora, que relata la lucha de una familia, por preservar su integridad, y dos jóvenes, que luchan por su amor... y por la vida eterna.

 

SI LES GUSTA, VOTEN Y COMENTEN PLIS, SUS ÁNIMOS SON MI MUSA!

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 10: Capitulo IX: Problemas.

 

La búsqueda empezó aquella misma noche, no sólo para los humanos, si no para nosotros también.

 

Las teorías que barajábamos tenían un objetivo claro sobre el cual especular: los rebeldes.

 

Tenían que ser ellos, a pesar de que Tanya y Jasper habían convenido en que más bien tardarían un tiempo en llegar, pues eran los únicos que podrían pretender transformar a alguien. ¿Pero qué sentido tenía convertir a humanos, para luego hacerlos luchar? ¿Cuál sería su modo de persuasión? Si los cabezas rebeldes tenían algún motivo por el cual enfrentarse al régimen arbitrario de los Vulturi, ¿cuál era? Tenía que ser algo  grande, pero todavía no lográbamos averiguar qué era.

 

Menos podía entender qué podían pretender de alguien como Ángela Weber, una chica más bien pacífica y sin ningún motivo por el cual inmiscuirse en cualquier lucha, fuera cual fuera la motivación.

 

—Nosotros patrullaremos la zona este—anunció Sam, el jefe de la manada de lobos—, vosotros peinad la zona oeste; Quil, tú acompaña a los vampiros, así podremos estar en contacto.

 

Durante toda la noche buscamos sin hallar rastro alguno de Ángela, ni del vampiro. Ambos se habían esfumado con el paso de las horas, y todo rastro de ellos también. Quil nos alertó de que sus hermanos lobos habían encontrado algo, y acudimos enseguida a ver de qué se trataba.

 

Lejos, en la frontera con Canadá, había una gran mancha de sangre con la fragancia de la muchacha, de ella, estaba impregnada una nueva nota.

 

“No nos busquéis, cuando sea el momento, seremos nosotros quienes vayamos. A veces precipitar los acontecimientos, puede acarrear grandes problemas.”

 

También había otro olor, distinto. No era nada humano, pero tampoco algo lo suficientemente sobrenatural como para pensar que no lo era.

 

— ¿Qué podemos hacer ante este tipo de advertencia? —preguntó Sam Uley, quien, al igual que todos nosotros se hallaba completamente fuera de lugar, como siendo participe de una lucha, los motivos de la cual todavía ignoraba.

—Vigilar por la seguridad los nuestros —contestó Carlisle, miles de pensamientos atravesaban su mente—. No sabemos a quién nos enfrentamos, pero tampoco sabemos si el plan es una masacre…

—En caso de serlo —interrumpí—, no tenemos ninguna garantía de salir victoriosos. Si Jasper tiene razón, y ellos nos superan en número, no sólo juega en nuestra contra eso, si no el hecho de que también sean más poderosos.

 

Odiaba tener que admitirlo, pero cuando algo así sucedía, no quedaba más remedio que admitir las debilidades. Éramos menos en número, y posiblemente también en capacidades que nos dieran clara ventaja.

 

—Lo único que sabemos ahora es que efectivamente buscan a un grupo específico de personas —Jasper cada vez estaba más convencido—. Deben tener a alguien capaz de verlo, y ese alguien tiene que estar ya entre nosotros.

—Quieres decir que ellos ya están aquí —intervino Alice.

—Entonces tenemos que buscarles —Emmett se mostró en claro acuerdo con enfrentarnos a la amenaza, antes de aceptar sus insistentes sugerencias de no inmiscuirse —, el olor es una pista.

—Pero buscar por todo el pueblo ése olor es difícil, tomaría días y días registrar todas las casas, una a una—añadió Rosalie. —Quizá debamos hacer caso a esa nota, y esperar a que lo que tenga que llegar, llegue.

— ¿Y arriesgarnos a que maten a alguien más? —Inquirí yo. Esperar, esperanzando en la nada, era arriesgarse a un mal peor. A la muerte de más gente… a la perdición de más almas inocentes… ella estaba en peligro… aquél neófito la había estado rastreando.

— ¿Por qué no dices claramente lo que piensas, Edward? —escupió, supe lo que venía después. —A ti lo único que te importa es la humana, pero no entiendo por qué te empeñas en mantenerla con vida. Ella morirá de todas formas.

 

¿Cómo podía caber tanto odio en un solo ser? Sabía yo de su egoísmo, pero no que superaba todos esos límites. Me juré a mi mismo que no diría nada, que sus palabras no valdrían nada para mí. Rosalie había rebasado todos los límites de mi paciencia, pero el respeto a la unión familiar me hizo echarme atrás al planear todo tipo de atrocidades en su contra. También su expresión al darse cuenta de lo que había dicho, de la gravedad de sus palabras.

 

—Rose… creo que no debiste decir eso… —murmuró Emmett. Ella le devolvió una mirada llena de confusión. Por primera vez él no compartía sus pensamientos, y no sólo eso, si no que además la juzgaba por ello.

—Esto me supera… lo siento…

 

Emmett corrió tras ella en el momento en que se marchó.

 

Al día siguiente, sólo Alice, Jasper y yo acudimos al instituto. Procuramos mostrarnos serenos e igual de conmocionados que el resto de los estudiantes, ante la desaparición de Ángela.

 

En cuanto salí de mi coche, y vi a Bella, fue como si mi corazón diera un vuelco. Sus ojos atravesaron la distancia que nos separaba, para investigar más allá de mi expresión, más allá de lo que había en la superficie. La fuerza de la interrogación que había en ellos me hizo daño, pero sólo por el miedo que tuve a la duda, a su duda. No pude mantener mis ojos fijos en ella por más tiempo, tuve que huir de su interrogatorio, esconderme de ella.

 

Procurando evitarla en todo momento, me sorprendí a mí mismo caminando por los pasillos con la vista y los sentidos fijos en un solo indicio que me indicase que ella estaba en las cercanías. Quería, deseaba y necesitaba verla, hablar con ella y explicarle que las sospechas que yo pensaba que ella tenía no eran ciertas.  Yo jamás podría hacerle daño a Ángela, no tan sólo por lo que eso significaría para mí, si no por lo que ella significaba en la vida de Bella.

 

Escuché los pensamientos de Jessica Stanley a la distancia, gritando su nuevo debate. Estaba dudando entre su podría o no encontrar las palabras para saludarme, y luego entregarme algo que otra persona le había encargado. Sentí pánico al saber quién era ese alguien. Ella se envalentonó y vino a mí. Procuré mostrar falsamente que ignoraba sus intenciones, a pesar de estar con los nervios de punta. No sabía lo que ese papel traía para mí.

 

—Edward —mi nombre sonó en sus labios con una exhalación, en un hilo de voz—, toma —estiró su mano y me extendió el objeto de mis temores—. Adiós.

 

La vi irse casi corriendo. No se podía creer que me hubiera hablado, y tampoco que por primera vez desde que había llegado al instituto, me hubiera rozado.

 

Dudé en si debía abrir la nota. No sabía si podría reunir la fuerza, el valor suficiente como para afrontar las palabras que había escrito ella, pero entonces la vi al final del pasillo, mirándome fijamente. Quise apartar mis ojos de ella, pero la súplica que había en los suyos me convenció de que no lo hiciera. Fue ella quien se rindió y entró en su siguiente clase. Yo abrí la nota, finalmente.

 

“No entiendo nada. Me confundes. Todavía intento saber quién eres en realidad, pero me resulta difícil no enfadarme si me ignoras tan deliberadamente. ¿Te he hecho algo? Necesitaba hablar con alguien, y esperaba... no importa. Ángela ha desaparecido, ¿lo sabías? La policía va a venir a interrogarnos.”

 

Me fue difícil comprender el mensaje, hasta que se cruzó por mi mente la sola idea de que fuera una simple advertencia. Pero entonces, ¿ella sospechaba que acaso fuera yo el causante de la desaparición de su amiga? Quería saber, preguntarle el porqué de su nota. Era todo demasiado extraño, incluso para mí que estaba acostumbrado a las anormalidades.

 

Al finalizar la siguiente clase, acudí a Alice para preguntarle qué veía, a partir de la nota de Bella.

 

—No veo nada Edward —dijo finalmente ella. —Tampoco comprendo el porqué de mandarte una nota diciendo sólo esto.

—Ella sospecha de ti —Jasper estaba completamente convencido—. Aunque si tienes dudas, deberías hablar con ella. Quizá eso ayude a que se quite esa idea de la cabeza.

 

Cuando mi clase terminó, me dirigí a la suya y esperé en la puerta. La espera había sido ardua, agonizante, y su llegada inminente hacía que tuviera miedo a su reacción. Pensé en que era inviable hacerle cambiar de opinión si ella estaba convencida, en ese caso ¿qué debía hacer? Sentí su aroma quemar mi garganta a su paso, cuando salió y consigo la ráfaga de aire caliente que la acompañó. Me apresuré a alcanzarla, intentando no pensar en su olor.

 

—Bella —musité, procurando ser lo más delicado que podía.

 

No quise tocarla, por ello me decidí a llamarla antes de que llegase a su destino. Funcionó e hice que ella se detuviera en seco. Se giró entorno a mí, y me sentí aturdido cuando una nueva ola de aire con su fragancia quemó cada recoveco mi ser. Ella pareció no notarlo, gracias a mis hercúleos intentos de no mostrar cuánto me estaba doliendo estar a su lado. Ese día, olía excepcionalmente bien.

 

—Edward —su voz sonó aliviada al mencionar mi nombre.

 

Un mechón de pelo calló por su rostro y ella lo apartó. Frunció los labios, la duda se reflejó en su rostro. Estaba pensando en decirme algo, pero todavía no sabía cómo hacerlo.

 

—Tu nota —la insté—, querías hablar conmigo.

 

Ella asintió, pestañeando de una manera cuya motivación desconocía. Soltó una bocanada de aire. Dejé de respirar. Su aliento era demasiado dulce, tentador. Me confundía en un momento en el cual debía mostrarme sereno.

 

—Ángela ha desaparecido.

 

Parecía envalentonada, o como si se lo estuviera infundiendo a si misma. Me miró, clavando sus ojos interrogantes en mí.

 

—Y bien… —inclinó su cabeza, presionándome con su mirada.

—Me enteré anoche mismo —le informé, restándole importancia a su forma de sonsacarme la verdad. —Mi padre nos informó que habían llamado al hospital, preguntando si ella estaba ahí. Ya sabes, el procedimiento típico.

 

Esperaba haber sonado lo suficientemente convincente, como para que se diera por vencida. Asintió, mordiéndose el labio inferior.

 

— ¿Qué crees que habrá podido sucederle? —preguntó.

 

Sonaba a pregunta fácil, de hecho, lo era. Pero resulta difícil responder a algo así cuando sabes que la persona que la formula, tiene un vínculo emocional con el desaparecido.

 

—No puedo saberlo…

—Hay muchos chicos que dicen haberte visto en el aparcamiento ayer, a la hora que ella desapareció —empezó a decir, acercándose más a mí, bajando el tono de su voz, siendo demasiando persuasiva en su hazaña—. Jessica dice que estaban sentadas juntas, pero que Ángela fue a por algo que había olvidado en su coche.

— ¿Qué intentas decir con eso? —no quise que mi voz sonase desafiante.

—Nada —soltó una bocanada de aire, sentí cómo su corazón latía cada vez más rápido al notar lo amenazante que era mi cercanía, a pesar de no pretender dañarla. Miró al suelo. —Sólo espero que tengas algo convincente para cuando mi padre venga a preguntar. Muchos piensan en señalarte a ti como principal sospechoso.

— ¿Y qué piensas tú? —sin poder controlarlo, mis pensamientos salieron a colación.

 

Su respiración empezó a ser más agitada, y el latido de su corazón cada vez más escandaloso. Me obligué a mí mismo a no hacer lo que seguidamente no conseguí. Tomé su barbilla entre mis dedos y levanté su rostro, haciendo que me mirase a los ojos. Quería poder ver en ellos que me creía, que no haría falta decirle nada más para que ella supiera que no era yo el causante de la desaparición de Ángela. Deseaba que ella pudiera saber que yo, a pesar de no tener alma, no era alguien tan malvado como para arrebatar vidas. Sus ojos se llenaron de lágrimas, que no llegaron a derramarse. Observé a una cercanía acuciante que el calor de sus mejillas aumentaba.

 

—Estoy aquí—dijo finalmente, haciendo que su aliento chocase contra mi rostro—, lo que significa que confío en ti lo suficiente como para pedirte, que si no tienes nada que ver, tengas una coartada que te exculpe.

 

Sus palabras tuvieron un efecto devastador en mí. Quise llorar, arrodillarme ante ella y decirle que sí, que era cierto, que no tenía la culpa, pero que lamentaba no haber ayudado a su amiga.

 

— ¿Por qué confías tanto en que no sea yo? —quise saber.

—No lo sé —ella frunció el seño, dubitativa.

 

Apartó sus ojos de mí, centrando sus pensamientos en algo que no logré vislumbrar, luego su mirada volvió a quemarme con su intensidad.

 

—Lo único que tengo claro es que confío…

— ¿Sin motivos? ¿Eres capaz de confiar en alguien a quien no conoces?

—Espero hacerlo pronto, porque quiero tener motivos.

 

Se separó de mí. Parecía confusa. Era como si todo lo que había dicho, hubiera salido de ella involuntariamente. La perdí de vista, cuando entró a los baños.

 

La duda, la búsqueda de una respuesta que me confirmase mis burdos deseos de ser alguien especial para ella, me mantuvo lo suficientemente inmerso en una burbuja en la que muy pocas veces me había visto abducido.

 

Los demás pensamientos se oían como un eco lejano y lo agradecí, porque había tantas ideas que no llegaría a concebir de modo contrario. A lo lejos, alguien pronunció mi nombre. Formaba parte del murmullo distante y para cuando me di cuenta, todos en la clase mencionaban mi nombre. Murmuraban entre ellos, especulaban, se preguntaban si el misterioso Edward Cullen tendría algo que ver en la desaparición de Ángela Weber. De modo que Bella tenía razón…

 

Acudí al llamado de megafonía, el cual decía que se me requería, al igual que había pasado con muchos otros estudiantes. Me apresuré a terminar con ello; declararía que no sabía nada, que sencillamente me encontraba en mi coche y que alguno de mis hermanos podía confirmar que en toda la tarde no me moví de casa.

 

*

*

*

*

*

*

*

—Hay un estudiante que afirma haberte visto entrar en el bosque, donde se encontraron las pertenencias de la chica —dijo el jefe Swan, mirándome fijamente.

 

No supe qué decir ante tal afirmación. Aquello había sido totalmente inesperado; es decir, no había sido hasta el momento en el que él formuló la frase, que yo me enteré. Me pilló totalmente desprevenido y me esforcé demasiado en buscar una respuesta coherente, algo que me exculpara, pero ¿qué podía decir? No había nada que pudiera justificarme, al fin y al cabo.

 

—Yo… sí salí de mi coche…

—… y fuiste al bosque —me interrumpió el jefe Swan, para terminar él mi asentimiento.

—Exacto, pero eso no significa que yo sea el culpable —sonreí, no encontré otra forma de que mi cuartada sonase convincente.

 

Charlie Swan suspiró, se llevó los dedos índice y corazón a sus sienes, y caminó por la estancia. Luego de unos segundos, volvió a su situación inicial.

 

—Verás Edward… —sopesó lo que iba a decir—… yo no creo que hayas sido tú quien secuestró a Ángela, sobretodo por lo que me has demostrado guardando mi secreto, pero esa no es la única razón. —Se sentó a mi lado. —Se te hace difícil pensar que el hijo de una de las mejores familias del pueblo sea culpable de un secuestro, con indicios de homicidio, y más cuando el chico parece incapaz de ello. Sin embargo…

 

No me hacía falta leer las mentes para saber lo que iba a decir a continuación.

 

—Sin embargo voy a tener que acompañarle a comisaría… —apuntillé.

 

Me volvió a mirar. Parecía y estaba realmente apenado, y yo me sentía en el fondo —y pese a todo lo que se me venía encima— ciertamente satisfecho por que el padre de Bella mostrara una especie de afecto hacia mi persona.

 

—No será nada escandaloso, te lo prometo. Sé que no vas a huir porque no eres el culpable, así que podrás ir en tu coche.

 

Me reí, irónicamente; él acompañó mi risa, con amargura.

 

—Creí que saldría esposado como en las películas. Ha frustrado mis fantasías.

 

Quería no tomármelo como algo de mucha importancia, a pesar de que la tenía. Finalmente, esperaba que surgiera alguna prueba que me exculpara, o la declaración de mis padres y hermanos.

 

—Quiero que comprendas que esto no es cosa mía, si no simple procedimiento. Habiendo un testigo… es difícil… —el padre de Bella parecía desesperado, estaba realmente apenado con toda la situación.

—Está bien, no importa —intenté tranquilizarlo, a pesar de que quien realmente necesitaba ayuda era yo.

—Ve a casa y habla con tus padres, yo intentaré hacer todo lo posible para sacarte de este problema. Te espero en una hora en la comisaría.

—De acuerdo —asentí, levantándome de mi asiento y le di la mano, él me atrajo hacia sí, para darme un abrazo que sentí como una muestra clara de su gratitud hacia mí.

 

Salí de la sala de profesores con prisa. Debía ir todo lo rápido que pudiera a avisar a Esme, hablar con mi familia facilitaría las cosas en el momento de declarar.

*

*

*

*

*

— ¡De ninguna manera Edward! —Espetó Rosalie, casi al borde del llanto—. ¿No te das cuenta de todo lo que significa el que la policía se inmiscuya en nuestra vida? Nos van a descubrir. Tenemos que irnos.

—Tranquila, cielo, todo irá bien —Esme se acercó a Rosalie, quien empezó a sollozar al ver todos los problemas que se nos venían encima, y la abrazó. — ¿Y has logrado averiguar quién dijo todo eso?

—No, intenté buscar en la mente de todos quién había sido, pero no encontré nada.

—Tal vez haya sido una persona de fuera… ¿no viste a nadie aquél día? —Jasper especulaba sobre quién podría ser.

—Eso no importa —intervino Alice—, lo que realmente es vital ahora es que vayas a la comisaría y declares. Estoy completamente segura de que todo estará a tu favor, lo veo.

—Carlisle está apunto de llegar, no te dejaremos solo en esto hijo. Nosotros sabemos que tú eres inocente, no vamos a permitir que nadie te culpe por algo que no has hecho.

 

Esme se acercó a mí, llenando mi cabeza de pensamientos tristes. Quería poder decirlo en voz alta, pero no pudo e intentó esconderlo en lo más profundo de su cabeza. Deseé poder ignorarlo, y también no reaccionar egoístamente en respuesta a la decisión que ella había tomado.

 

—No podemos irnos, mamá —susurré en su oreja, ella respondió con sollozos profundos.

—Sabes que no hay otro camino… si nos quedamos, nos descubrirán. ¿Quieres exponer a toda tu familia?

—Pero ella… está en peligro… si nos vamos, la dejaremos a la intemperie. Ellos la buscaron una vez…

—Nada nos puede asegurar que no fuera una simple provocación hijo, entiende. Tal vez lo mejor es que nos alejemos por un tiempo.

—Si nos vamos, sólo despertaremos sospechas.

—Si decimos dónde vamos a estar, no. Tu padre puede alegar traslado a otro hospital y total disponibilidad para colaborar con la investigación.

—Edward… —la voz de Alice se hizo cada vez más cercana, Esme se separó de nuestro abrazo—… el jefe Swan lo va a entender, he estado sopesando todas las posibilidades y lo he visto, podremos irnos y eso será provechoso para no vernos tan envueltos en el caso. Si nos quedamos, luego tendremos que irnos para siempre.

—Pero ella…

—… ahora tiene quién la proteja… —interrumpió Jasper. —Y nosotros estaremos en contacto con los lobos.

 

No podía creer que todo aquello hubiera sucedido de aquella manera, tan rápido, tan inesperado, con tantas repercusiones. Era demasiado difícil tomar una decisión, por todo lo que se quedaba tras cualquiera de los dos caminos. Mi familia y ella.

 

Cuando llegué a la comisaría, me hicieron pasar a una sala en la que estuve el resto de la tarde. Les oía, podía leer sus pensamientos tras el cristal, preguntándose si realmente era yo, porque les parecía alguien lo suficientemente amenazador, como para ser un asesino. No sabían cuánta razón tenían, yo era un potencial asesino de masas, pero no era culpable de la muerte de Ángela Weber.

 

Mi familia no tardó mucho en llegar, cada uno contestó a las preguntas que les hicieron de la misma forma en la que acordamos, y luego de haber declarado pude reunirme con ellos para volver a casa.

 

—Muchas gracias por vuestra colaboración y lamento mucho las molestias que les hayamos podido causar —se disculpó el jefe Swan.

 

Se sentía satisfecho y contento consigo mismo por haber recaudado las pruebas suficientes que me exculparan, pero ahora le quedaba toda una investigación por delante. Escuché la puerta de la comisaría cerrarse y abrirse, trayendo en el acto un aroma familiar. Giré mi vista en torno a ella.

 

—No se preocupe, es un placer para nosotros colaborar con la ley. Si hay algo más en lo que podaos ayudarle mientras estemos aquí…

 

Me miró, sin apartar sus ojos de los míos, acercándose cada vez más a donde estábamos.

 

— ¿Es que se van a ir? —preguntó el jefe Swan.

 

La muchacha se detuvo acto seguido, en la lejanía. Otra voz de alerta captó mi atención. Aquello volvía a pasar. Una mujer entrada en años se acercó a nosotros, para hablar con el jefe Swan. Lo atrajo hacia sí y le comunicó en voz baja lo que yo había leído ya en sus pensamientos.

 

—Jefe Swan, hemos recibido la llamada de una joven que dice haber sido atacada de camino a la reserva de La Push. Según ella dice que el atacante le ha golpeado y dejado inconsciente en su coche.

—Bien, ¿habéis enviado ya una patrulla? ¿Está ella bien?

—Sí, señor. Ella dijo que venía de camino, pero le hemos pedido que nos espere allí por si tuviera alguna contusión de mayor grado que pudiera afectarle al conducir.

—Buen trabajo.

—Seños, eso no es lo único… —dudó, porque tenía todavía sus dudas de que aquello tuviera algún tipo de relación—… la muchacha nos comunicó que no estaba sola, que había alguien más con ella…

—Entonces cabe la posibilidad de que esa persona la atacara…

—No, dice que todo sucedió en un forcejeo. Al parecer, un hombre irrumpió en la carretera, deteniendo su camino y… ella sospecha que ese mismo hombre se llevó a su hermano, mientras ella estaba inconsciente.

 

____

 Chicos, sé que soy horrible, pero enserio, es que no os imagináis qué horribles han sido estas semanas para mí. Primero, he estado como estancada en un agujero profundo de depresión y asuntos personales por resolver, mas trabajo, mas responsabilidades, mas que me he apuntando a la autoescuela, mas estudios y sus tareas... Sé que eso no es excusa, pero he tenido algunos problemas sentimentales por los cuales me era imposible seguir, pero bueno, que sepáis que todo está más o menos arreglado, salvo las responsabilidades nuevas y los estudios... pero bueno, lo puedo compaginar. 

Quería decir que... bueno, estuve pensando en dejar la historia porque he visto que, anteriormente, a pesar de que subía capítulos, casi nadie me comentaba... en otro sitio en el que lo estoy publicando es más de lo mismo, y sentí que muy en parte era culpa mía por hacer una historia tan sumamente aburrida y parecida a Crepúsculo, y ¿qué queréis que os diga?, sinceramente todo eso disminuyó mis ánimos para con la historia... porque para mí que quienes me leen, me sigan desde el principio hasta el final pues es importante... sin embargo, todos estos días he estado pensando y he hablado con una personita que me ha apoyado y me ha dicho que siga adelante, por las personas que me siguen, que no importa el número si no que te sigan y que tú puedas darles algo bueno que les haga permanecer.

Bueno, el caso es que procuraré hacerlo lo mejor que pueda, de verdad, no prometo que lo vaya a lograr pero sí que lo intentaré con todas mis fuerzas. Al menos, si mi historia es un asco, quienes la aprecian de verdad, puedan pasárselo bien leyéndola. Y no sé, pues ya no voy a decir nada más y voy a subir capitulo. Espero que os guste, mañana subiré otro capitulo que tengo preparado, no sé si empezar a subirlos enteros o por partes, digo para no alargarlo mucho. Bueno ya me diréis algo.

Quiero agradecer a Mimi y a Jim, que son los que han estado siempre comentandome y todo eso, y si sigo la historia es por vosotros, porque como ya véis... casi nadie me comenta, pero bueno, está bien, me pasé al modo conformista :D


Capítulo 9: Capitulo VIII: Astucia y maldad. Capítulo 11: Capitulo X. There's nothing else.

 
14966241 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 11049 usuarios