Ajenos al destino (+18) ©

Autor: vickoteamEC
Género: General
Fecha Creación: 12/09/2011
Fecha Actualización: 14/02/2012
Finalizado: SI
Votos: 12
Comentarios: 164
Visitas: 72689
Capítulos: 20

 

¡FINALIZADO!

Isabella Swan, una exitosa empresaria decide dar un giro a su vida mudándose al pequeño pueblo en el que vivió cuando era niña.

Tras un gran agotamiento físico y mental; decide dejar a cargo de sus negocios a Ángela, su mejor amiga y socia. Y retirarse del ajetreo, las prisas y la adicción al trabajo que le ocasiona su vida en la gran manzana. Deja atrás computadoras, teléfonos celulares de última tecnología y coches modernos; para ahora enfrentarse a biberones y pañales. Entrega solicitud en una importante agencia de niñeras en Port Angeles, en la que es aceptada de inmediato.

Tras el inesperado cambio, toma la decisión de vivir de nuevo con su padre en el pequeño pueblo de Forks y retomar su antigua vida entre las montañas y los bosques.

El destino le tiene preparadas muchas sorpresas, entre ellas una pequeña que deberá cuidar como parte de su trabajo y que la hará retomar el curso de lo que, según ella, estaba en el pasado y jamás volvería a ocurrir.

 

*******************

Los personajes (y todos sus derechos) son propiedad de Stephenie Meyer. Sólo la trama es de mi creación.

 

PROTEGIDO POR REGISTRO DE DERECHOS DE AUTOR  SAFE CREATIVE

 

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Capítulo 9: NUESTRAS VIDAS EN MI SUEÑO HECHO REALIDAD.

 

 

 

Hola!!!!

Sólo tenemos una canción el día de hoy!!!

* Cuando te lavas la cara- Sergio Vega

 

Espero sus preciados comentarios... siiii???

 

Le dedico este capi a mis lectoras silenciosas.


Y agradezco especialmente a:

- Mi Mami Silmo!!

-Mi adorada Beta, SolCullen!!!

-Mi linda primita Ani!!

-GinnadeCullen, Gracias!!!

 

 

***********************


-¿Nos vamos?- preguntó Edward dudoso. Bella asintió y salieron juntos del lugar.

El silencio incómodo y lacerante no se rompió ni siquiera cuando estuvieron bajo el resguardo del techo de madera de la cabaña. A pesar de estar a media construcción y tener varias partes sin acceso; decidieron pasar esa noche en el único lugar libre de su futura casa: la recámara y la sala. Edward se encargó de prender el fuego mientras Bella se sentaba sola en la sala. Minutos más tardes la voz de él la sacó de sus cavilaciones.

-Lo siento. Perdóname- dijo con voz torturada a sus espaldas.

-¿Por qué lo pensaste?- murmuró sin voltear a verlo.

-Jamás debí dejar que el veneno de Victoria me afectara. Lo pensé por estúpido, por inseguro, por miedoso. Cuando te vi con el tal Jacob…

-¿Me seguiste?- dijo poniéndose de pie escandalizada.

-Lo lamento- contestó cabizbajo. Bella bufó y giró la cabeza hacia otro lado. –Sé que me comporté muy mal…

-¡No tenías por qué seguirme!

-Lo siento.

-Edward- llamó Bella levantando el rostro de él con una mano –Debemos tener más comunicación, más confianza. Si queremos que esto funcione…

-Por supuesto que sí. Vamos a trabajar en ello- prometió solemne.

-Siempre he pensado que unas de las bases importantes para cualquier relación es la comunicación y la confianza. Trabajemos en ello, ¿está bien?, hagamos que esto funcione- Edward pegó su frente a la de ella y posó sus manos en su cintura para atraerla hacia él.

-Te amo- susurró él.

-Te amo.

Esa noche de dedicaron a amarse sin prisas ni presiones. Todo fue como una suave caricia, como una delicada pluma recorriendo cada espacio de su piel y un amor que rayaba en el dolor por lo intenso de sus miradas. Cada día era un nuevo comienzo, pero a partir de esa noche, cada día sería un nuevo reto. Lucharían hasta el cansancio por defender su amor y su familia contra cualquier obstáculo, pero lo más importante: juntos.

Al otro día temprano fueron por Allie. Bella había desahogado su carga de trabajo con sus horas de buen empeño de días anteriores y ahora podía darse a la tarea de disfrutar libremente de un par de días. Cuando jugaban con la niña en la sala María llegó hacia Bella indicando que su padre la estaba llamando por teléfono.

-Qué raro, ¿por qué no llamaría a mi celular?- masculló antes de contestar –Hola, papá ¿qué pasa?

-Necesito que vengas a casa- dijo apremiante.

-¿Por qué? ¿Pasó algo malo? ¿Dónde está Sue?

-No hija, Sue esté bien. Pero por favor, ven a casa. Aquí te explico.

-Está bien, voy para allá.

-¿Qué pasó?- preguntó Edward viéndola interrogante.

-No sé, sólo me dijo que fuera a su casa- dijo ella preocupada.

-Vamos, yo te acompaño- dijo Edward poniéndose de pie y tomando a Allie en brazos.

Bella asintió y los tres se encaminaron hacia la casa de Charlie. No harían más de unos minutos en llegar, pero aún así, a Bella le pareció un viaje eterno y desesperante. En cuanto se apagó el motor del auto, ella pegó un brinco hacia afuera y corrió a la puerta. Sue abrió justo cuando Edward y Allie llegaban a la entrada. 

-Pasa, hija- dijo recibiéndola con un tierno abrazo.

-¿Qué pasa?- dijo entrando estrepitosamente a la pequeña sala de Charlie.

Bella se paralizó en su lugar al ver a la persona que estaba sentada en el sofá, cuando se vieron sonrieron abiertamente y sus ojos se llenaron de lágrimas.

-¡Mamá!- chilló Bella emocionada y se lanzó sobre los brazos de Reneé.

-Mi pequeña- dijo estrechándola fuerte entre sus brazos.

-¿Cuándo regresaste?- dijo separándose de ella para poder verla mejor.

-Hace un par de horas. Aproveché que tenía negocios en Seattle y me tomé mi tiempo.

-¿Te irás pronto?

-Sólo estaré dos semanas, Bells- Bella hizo un puchero, su mamá le sonrió para reconfortarla, luego vio a Edward y Allie y alzó una ceja -¿Edward?

-Hola- Reneé dijo ofreciendo su mano.

-Isabella… ¿te casaste?- dijo Reneé en tono de reproche mientras veía a la niña jugando entretenida en los brazos de su papá.

-Mamá…

-No- contestó Edward atrayendo su atención –Pero esperemos que pronto lo haga, ¿no es así, Bella?- ella no supo qué contestar y sólo atinó a ver a Edward con la boca abierta mientras sus mejillas se encendían.

-Entonces, ¿no es tu hija? ¡Vaya! Pero si es idéntica a ti, Edward.

-Sí es mi hija, Reneé.

-¿Pero Bella no es su madre?- Edward asintió –No entiendo, entonces… ¿no están juntos?

-Sí. Mira… mamá, es una larga historia- dijo Bella.

-Tengo toda la tarde para escucharla- dijo poniéndose cómoda en el sofá.

Sue y Charlie se integraron a la plática y estuvieron los cinco poniéndose al corriente de los últimos sucesos. Cenaron ahí y luego regresaron a sus pláticas en la sala.

-Así que este encanto sólo es creación de Edward- dijo Reneé mientras cargaba y hacía reír a Allie con caras graciosas.

-Pues… sí. Pero…-contestó Bella.

-¿Pero?- preguntó Sue. Edward y Bella se vieron sonrientes.

-Éste es creación de Bella y mía- dijo Edward posando su mano en el vientre de Bella.

-¿Qué?- exclamaron los tres, luego se hizo un profundo silencio que se interrumpió por la risa de Allie. Bella asintió a los tres pares de ojos que la veían.

-¿Por qué no me lo habías dicho?- dijo Charlie con reproche. Bella se encogió en su asiento.

-No sé- susurró.

-¡Oh, qué felicidad!- dijo el futuro abuelo pegando un brinco de su asiento y elevando a Bella por el aire para darle un abrazo apretado. Reneé pasó a Allie a los brazos de Sue.

-¡Qué buena noticia, seré abuela! Hija, me haces tan feliz- dijo Reneé en un tono sumamente dramático, abrazándola.

-Mamá…

-Hola, cosita bella- dijo inclinándose hasta su vientre y “hablar” de frente –Yo soy tu abuela Reneé, pequeña cosita amada.

-Ya, mamá- pidió Bella sonrojándose y a punto de llorar, igual que Reneé.

Después de los abrazos de sus padres, Bella recibió bendiciones y mimos por parte de Sue. Ese día terminó con más charlas, esta vez acerca del futuro miembro de la familia y todos los planes que tenían. Luego Edward, Bella y Allie se fueron a descansar a la casa Cullen.

Se preparaban para dormir en la habitación de Edward, que ahora era la suya, cuando él escuchó a Bella sollozar.

-¿Qué pasa, amor?- preguntó Edward.

-Es… es que…

-¿Qué cosa, Bella?- dijo él acercándose cuidadosamente.

-No me cierra- dijo mostrándole el cierre del pantalón de su pijama.

-Bella…

-¡No! no me digas nada. Me pondré gorda y fea…

-Mírame, Bella… mírame. No estarás fea, eres y siempre serás la mujer más hermosa del mundo.

-No es cierto- dijo enfurruñada.

-Sí, sí es cierto. Por lo menos para mí lo eres.

-De seguro eso le decías a la mamá de Allie.

-¡Claro que no! Sólo le decía que su panza era hermosa, porque Allie estaba ahí.

-A mí me estás diciendo lo mismo.

-No. A ti te estoy diciendo que toda completa eres hermosa y no sólo esta pancita- dijo acariciando su vientre.

-Ya no me vas a querer…- dijo haciendo un puchero.

-Bella, ¿de dónde sacas eso?

-No sé- dijo como niña pequeña.

-Te amo- dijo dándole un dulce beso –Vamos a dormir- dijo llevándola a la cama y dando por terminado su berrinche. Que de seguro era producto de sus hormonas.

Al siguiente día Edward desapareció casi todo el día, aunque a Bella no le pareció extraño porque supuso que estaría en la cabaña ultimando detalles y dando órdenes. Bella se dedicó a cuidar a Allie por completo y a convivir con su querida familia. Después de medio día Alice “secuestró” a Bella en su habitación para ponerla linda porque, según ella, tenía nuevos productos de belleza y debía probarlos en alguien.

No muy convencida, Bella accedió a cambiarse un poco más formal de lo habitual y a usar un maquillaje muy leve. Por la tarde Edward apareció en la casa usando un traje que combinaba a la perfección con el estilo del vestido de Bella.

-¿Qué es esto?                                                                   

-Iremos a cenar- dijo él como si fuera lo más natural del mundo.

-¿Qué clase de cena?- interrogó.

-Acompáñame y verás- dijo extendiendo su mano.

-Ok, sí voy. Pero primero…

-¿Qué?

-Esta princesa debe irse a dormir- dijo Bella tomando a Allie de los brazos de Esme.

Fueron a la habitación de Allie, Bella se sentó en la silla mecedora con Allie acomodada amorosamente en su regazo, luego se meció y tarareó con dulzura para la niña. Después de un rato los dos le cantaban quedito, mientras ella clavaba sus ojitos en la cara de Bella y jugueteaba con un mechón del cabello color chocolate de Bella. Cuando Allie comenzó a parpadear pesadamente Edward se acercó con su cobijita y la cubrió delicadamente. Después de un rato la niña cayó profundamente dormida, Bella la besó, se puso de pie, Edward también la besó y fueron a dejarla en su cunita.

-Vamos- invitó Edward después de que cerraran la puerta de la recámara de Allie, ofreciendo su mano a Bella.

Ella sonrió y tomó su mano. Bajaron las escaleras, se encontraron con los demás sentados cómodamente y disfrutando de una película.

-Alice y Rose, recuerden guardar su muñeca- dijo Edward. Luego se despidieron de todos y salieron.

-¿Qué fue eso de la muñeca?- preguntó Bella cuando estuvieron dentro del coche.

-Luego te explico. Ahora dime, ¿qué prefieres ver una comedia, una de terror o…?

-¿No vamos a cenar?

-Sí, pero primero vamos a ver una película, o ¿prefieres otra cosa?

-No, está bien- contestó Bella –Pero… si ellos veían una película, ¿por qué no nos quedamos en casa?

-Porque no hay lo mismo que en el cine, pero si no quieres…

-Sí quiero- dijo besando su mejilla –Me parece perfecto y me encantaría una ver una comedia.

Edward le sonrió hasta robarle el aliento y se dirigieron al cine. Disfrutaron de la película en uno de los asientos de la última fila, se comportaron como adolescentes y apenas  pusieron atención en la pantalla. Cuando Bella reía, Edward se la comía a besos y se ganaba más de sus risas.

Después de la entretenida película fueron a cenar. Al llegar Bella se emocionó reconociendo el lugar como un restaurante de comida mexicana, su favorita. Todo estaba decorado muy típico y acogedor. Bella estaba maravillada con las delicias que resplandecían en el menú, la música, el ambiente… todo era perfecto.

Después de la deliciosa comida, una música más notoria comenzó a inundar el lugar. Entre una charla y otra Edward hizo una proposición algo intrigante para Bella.

-¿Bailamos?

-¿Qué? Edward, aquí no hay pista.

-Claro quela hay- dijo señalando un espacio que quedaba al centro, bordeado por las mesas–justo ahí- puso ojos de rogón -¿Por favor?

Bella sonrió y accedió a su locura. En cuanto pusieron un pie al centro de la “pista” las baladas cesaron y una cumbia lenta comenzó a sonar. Bella lo vio preguntando con la mirada si debían seguir con su improvisado baile, él sólo la jaló con dulzura por la cintura para acercarla más y mecerse suavemente. Esa canción le había gustado a Edward desde la primera vez que la escuchó, le parecía perfecta y, hasta cierto punto, cómica. Se acercaron tanto que él pudo susurrarle la letra como si la supiera de memoria.

Bella sonreía en las partes en las que la canción hablaba de los complejos con su aspecto y de la devoción con la que él le cantaba que eso no importaba. Y su corazón daba un brinco cada vez que Edward decía con adoración la estrofa: ♫ Me gusta que seas vanidosa, pero más me gusta soñarte mi esposa . Bella sentía que estaba en el lugar correcto, en la noche correcta, en los brazos de la persona correcta y deseaba que así fuera por el resto de su vida.  

Cuando terminó Edward la besó con ternura. Bella lo vio divertida, pero antes de que pudiera hacer el más mínimo movimiento y huir hacia su mesa el sonido de las primeras notas de la música de un mariachi captaron su atención. En alguna ocasión, cuando eran adolescentes, mientras estaban recostados sobre el suelo de su prado, ella le contó a Edward que le gustaría escuchar uno alguna vez porque le parecía un tipo de música muy atractiva. Sí, definitivamente Bella estaba encantada deleitándose con la música del mariachi.

El lugar se alegró con la música típica, mexicana y romántica. Bella estaba encantada con la sorpresa, no podía dejar de sonreír, cantar las estrofas que se sabía y bailar suavemente con los brazos de Edward a su alrededor, su espalda recargada sobre su pecho y la barbilla de él en su hombro. Sonreía sin poder evitarlo, apretaba su labio inferior entre sus dientes y trataba de retener el casi inminente llanto de felicidad.   

Cuando la canción terminó se hizo un momento de silencio, antes de que pudiera voltear a agradecerle a Edward, Bella escuchó un grito de risas muy familiar y amado para ella. Volteó la vista automáticamente hacia el origen de la vocecita de Allie, sólo pudo ver una cantidad enorme de globos en forma de corazón de colores blanco y rosa. Miró a Edward, él asintió y Bella se fue acercando al lugar. Se abrió paso entre los globos para encontrarse con que todos estaban sujetos a una gran canasta en la que Allie estaba sentada en medio, sobre un enorme cojín rosado con letras bordadas de color morado.

La niña jugaba con una cajita de plástico rosa, en la tapa tenía bolitas de colores que hacían un cascabeleo cada vez que Allie la agitaba, parecía uno de sus juguetes. Allie no dejaba leer el mensaje, porque estaba sentada justo encima de él y Bella sólo podía ver un signo de interrogación de cada lado. Cuando la niña se dio cuenta de la presencia de Bella le miró y rió dulcemente, Bella la tomó en brazos y la llenó de besos. Le dio curiosidad el mensaje del cojín, así que agachó la mirada. Al leerlo se quedó paralizada, vio a la niña y regresó la vista al cojín. Decía:


Mami:

Son lo más importante para mi papito y para mí.

Queremos ser una familia.

¿Te casas con nosotros?


 

Bella salió de entre los globos, apretando fuerte a Allie entre sus brazos, dio varios pasos hacia Edward con la boca abierta por la sorpresa y parpadeando rápidamente para evitar soltar el llanto. Él se acercó hacia ellas, tomó el juguete de Allie, lo abrió para revelar un puñado de pétalos  de rosa rojos y blancos; al centro estaba una cajita de terciopelo negro, la sacó, cerró el juguete y se lo regresó a la niña. Luego abrió la cajita negra revelando un precioso y delicado anillo, se hincó frente a Bella y la miró mientras sonreía a Bella embelesado.

-¿Me concedes el honor?- preguntó Edward viéndola directo a los ojos.

Ver la expresión de Bella y esa mirada tan llena de amor lo emocionó tanto que sus ojos ardieron por el llanto de júbilo que estaba a punto de desbordarse. Bella sonrió, dejando que algunas lágrimas resbalaran por sus mejillas y asintió solemne.

-Sí- murmuró riendo y llorando. El público estalló en ovaciones mientras ellos no paraban de reír.

Edward tomó su mano, deslizó el anillo y se puso de pie. La vio por un momento, acarició la cabecita de su hija, luego se acercó lentamente a Bella hasta que dejó un beso en sus labios. Fue dulce y humedecido por las lágrimas de dicha que no se hicieron esperar y que acompañaron el momento. Las estrechó a ambas en un abrazo, la música del mariachi sonó de nuevo y se mecieron al son de la suave canción hasta que Allie se quedó dormida entre los brazos de los dos.

Regresaron a su pequeño lugar al lado de la chimenea de la cabaña. Esa noche casi no durmieron planeando con emoción todo lo que venía. Al siguiente día Esme ofrecería un desayuno para reunir a toda la familia, también irían Reneé, Sue y Charlie. Era la ocasión perfecta.

Cuando llegaron a la casa Cullen los estaban esperando para empezar el desayuno. Después de comer se reunieron en el jardín a pasar un rato agradable. Bella y Edward observaban a los demás, planeando cómo decirles lo que habían decidido.

-¡Hey, ustedes dos! ¿Qué tanto cuchichean?- preguntó Allie.

-Al, déjalos en paz- reprendió Jasper.

-¿Les decimos ya?- preguntó Edward a Bella. Ella sólo asintió.

-Bueno… es que… anoche pasó algo y…-comenzó Edward.

-¡Hermano! A nadie nos interesa tu vida nocturna con tu novia- dijo Emmett alzando las cejas bromeando. Se escucharon algunas risitas y todos apreciaron el inminente sonrojo de Bella.

-Emmett- siseó Edward.

-Es que, tomamos una decisión- dijo Bella.

-No me digan que se mudan a Nueva York- dijo Esme escandalizada.

-No es eso, mamá- dijo Edward.

-¿Entonces qué es?- intervino Charlie dudoso, igual que todos los demás.

-Nos casamos el próximo sábado- dijo Bella precipitadamente dejando a todos boquiabiertos.

-¡Pero estamos a domingo!- dijo Alice.

-¿Por qué tan rápido?- esta vez, intervino Rose.

-Sí, ¿por qué tan rápido?- preguntó Emmett –No me digan que se comieron la torta antes del recreo- dijo haciéndose el sorprendido, ganándose la risa de los demás.

-Es sólo que Reneé se irá pronto y es importante para Bella que esté presente…- comenzó a explicar Edward.

-Queremos hacerlo oficial. Además, ¿para qué esperar?- terminó Bella

-Hija, sabes que por nada me perdería esto- dijo Reneé.

-Lo sé, mamá. Pero no quiero complicar tu trabajo. Estamos en una época en la que todos estamos disponibles así que…

-Pues entonces… felicidades, hija- dijo Sue poniéndose de pie para abrazar amorosamente a Bella.

-Bueno… que más me queda- dijo Charlie resignado –Hasta que te saliste con la tuya- bromeó con Edward.

Todos se alegraron por la dulce locura de Edward y Bella, los apoyaron y comenzaron con los planes para todas las llamadas, compras y visitas que comenzarían a hacer a partir del día siguiente. María y Roger se unieron a la felicidad de la familia y a los planes para preparar todo para el próximo fin de semana.

Todo marchaba de maravilla, se sentían felices y dichosos. En calma. La dulce y encantadora calma que al mismo tiempo es terrible y temida. La calma que hay justo antes de la tormenta.

 

 

 


Capítulo 8: AMOR, DECLARACIONES Y DUDAS (PARTE II) Capítulo 10: SOÑÉ QUE CONTRUÍAMOS NUESTRAS VIDAS JUNTOS

 
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