Noche sin tregua

Autor: neni_bella
Género: + 18
Fecha Creación: 21/07/2011
Fecha Actualización: 21/07/2011
Finalizado: SI
Votos: 4
Comentarios: 5
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Capítulos: 14

-si, soy una puta. -cada uno trabaja en lo que el gusta. -no me gusta mi trabajo. esa noche pretendía ser como otra cualquiera pero un incidente hará que su vida cambie para siempre.

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Capítulo 10: Mala y buena ¿Cual prefieres antes?

Noche sin tregua

Edward se negó a tener más relaciones sexuales hasta que Bella estuviese del todo recuperada, lo que frustró a la chica ahora que había encontrado una pareja que la satisfacía. Había intentado convencerle y seducirle de todas las formas posibles pero, sorprendentemente, Edward seguía en sus trece.

Jasper se había vuelto a Forks con Alice para cuidarla y Bella se había mudado a la casa de Edward. Él había hablado con su padre y este había viajado a Forks para llevar el tratamiento de la enferma personalmente. Todos los días mandaban reportes sobre como avanzaba la investigación y Bella estaba feliz por su hermana. Aún así, le sabía mal que Edward pagase todo e intentaba ayudar en lo que podía. Él la había tratado de convencer de que su familia tenía dinero de sobra y de que le bastaba con tenerla a su lado pero ella no estaba de acuerdo. Un día le soltó que no quería ser como esas esposas de hombres ricos que lo único que hacían era esperar en casa a sus maridos y como mucho hacer la comida. Ese comentario le dolió al hombre ya que entendido indirectamente que Bella no quería casarse con él y lo que más deseaba en ese mundo era hacerla su mujer legalmente. Tuvo que disimular.

-¿y que quieres que haga yo, Bella?-le preguntó.

-quiero trabajar, Edward-contestó ella tercamente.-necesito que me ayudes. Puedo hacer lo que sea. ¡Limpiaré portales si es necesario!

-no dejaré que andes limpiando portales.-repuso él cortante.

-¡eres un puto clasista, Edward! ¡Incluso el más pobre tiene derecho en este mundo!-chilló ella de repente.- ¡un jodido machista que no quiere que trabaje porque cree que las mujeres somos inferiores!

Dicho eso se giró y salió de la cocina donde estaban en ese momento dando un portazo sin darle tiempo al hombre a decir nada. Él, tardó un par de segundos en percatarse de lo que estaba ocurriendo y salió corriendo escaleras arriba detrás de ella. La encontró tumbada en la cama boca abajo sollozando. Se acercó rápidamente y la alzó para sentarla en su regazo y abrazarla fuertemente contra su pecho. Ella le correspondió rodeándolo con sus brazos y enterrando su cara en su torso. Lloró amargamente un rato mientras Edward frotaba acompasadamente su espalda una y otra vez.

-tranquila, amor.-susurró él.-tranquila.

Ella lloró un rato más y luego se quedó callada sorbiendo de vez en cuando por la nariz.

-lo siento.-susurró con voz baja.-me he portado como una estúpida.

-sh…tranquila, amor, da igual.-murmuró.-todo el mundo tiene malos días.

-lo siento.-repitió apenada.

-da igual.-dijo separándola y mirándola a la cara.-pero no lo entiendo. ¿Qué ha pasado? Parecías bipolar…tú no sueles ser tan feminista.

-no lo se.-aseguró.-me pasa mucho últimamente. Lo siento.

-no pidas perdón.-la besó rápidamente y luego cambió su semblante.-lo siento, amor, no quería que pensases eso antes abajo. No era lo que pensaba.

-lo se, he sacado las cosas de quicio.-dijo ella.-pero no quiero tener que depender de ti.

-puedo cuidarte, Bella.-aseguró él.

-pero no quiero.-negó.-soy independiente. Te quiero, Edward, se que puedo confiar en ti y que te tendré siempre que te necesite pero quiero sentirme útil.

-está bien, amor, te ayudaré.-respondió conciliador.- ¿de que quieres trabajar?

-no lo se pero estoy desesperada.-dijo.-no tengo estudios, solo los que estudié en el orfanato. He preguntado en un par de negocios pero todos piden estudios básicos con diplomas reales.

-vale, tranquila, pensemos.-hubo silencio durante unos segundos.- ¿Qué se te da bien? ¿Cantar…? ¿Bailar…?

-¿acaso me ves con cara de cantante o bailarina?-preguntó sarcástica.

-tengo muchos amigos.-contestó socarronamente.-podría meterte con enchufe donde quisiera con un poco de talento.

-solo canto en la ducha.-enumeró.-y bailar…tengo el sentido de equilibrio de un elefante.

-vale… ¿entonces?-repitió.- ¿Qué sabes hacer?

-bueno…se me daba bien escribir.-susurró enrojeciendo.-mis amigos siempre me felicitaban pero dudo mucho que tenga el talento necesario…escribir era más bien un hobby…

-¿tienes algo por ahí escrito?-cuestionó ignorando ese último comentario.

-si.-se levantó y cogió unos papeles de un cajón.-tengo demasiado tiempo libre.

-déjamelos.-pidió él.

Edward estuvo una semana leyendo los bocetos de la chica y ella no comentó nada pero aún así estuvo buscando trabajo, aunque no lo logró.

Era domingo y Bella estaba tumbada en el sofá viendo una película. La cena, lasaña casera de Bella, estaba preparada hacía rato y se enfriaba encima de la mesa de la cocina. Suspiró por enésima vez al mirar al reloj. ¿Dónde narices se había metido Edward? Ya eran las diez de la noche y ni siquiera era día laboral para que fuese a trabajar. Estaba ya cabeceando cuando escuchó la puerta principal abrirse. Se levantó a toda prisa y se dirigió hacia allí.

-¿eres tú, Edward?-preguntó tontamente; ¿Quién iba a ser sino?

No le dio tiempo a salir del salón siquiera porque Edward apareció, la alzó en brazos y la besó de lleno. Bella se enganchó a su cuello sorprendida pero le respondió con ganas. Él anduvo con ella de espaldas hasta chocar con el sofá y cayeron sin dejar de besarse. La chica enredó los dedos en el sedoso cabello de él sonriendo feliz. ¿Sería el día? ¡Por fin! Deseaba tanto a Edward que estar sin él se estaba convirtiendo en un suplicio. Sin perder tiempo, subió una de sus piernas y rodeó la cintura de él juntándolo más a su cuerpo. Se besaron hasta quedarse sin aire y entonces él pegó sus frentes.

-que efusividad.-dijo ella sin aliento.-me encanta.

Intentó volver a besarlo pero él la detuvo dejándola confusa.

-tienes que dormir y descansar, amor.-le dijo.

-¡Edward!-se quejó ella.-estoy descansada. Demasiado.

-no, cariño, mañana tienes que madrugar.-avisó él.

-¿para que?-bufó ella.-de todos modos ya me han dejado claro que con mi curriculum no podría trabajar ni de basurera.

-estás equivocada.-ella lo miró alzando una ceja.-he movido algunos hilos y he hablado con un amigo mío de la casa del libro. Me debía un favor y ha aceptado leer tu manuscrito.

-¿Qué?-exclamó ella.-Edward, no quiero que utilices tus influencias para que yo trabaje. No puedes utilizar ese favor que te deben para obligarles a que me acepten.

-no lo entiendes, Bella.-negó él.-el favor ha sido que acepte leer el manuscrito pero no han aceptado por eso. ¡Les ha encantado! Dicen que tienes mucho talento y les encantaría publicarte un libro.

-¿en serio?-preguntó con ojitos brillantes.

-¡pues claro!-afirmó.-he concertado una reunión mañana en mi despacho para que te conozcan y podamos hablar sobre todos los detalles. Por eso tienes que descansar.

-¡gracias, Edward!-lo abrazó besándolo repetidamente. De repente, se tensó.- ¡no tengo nada que ponerme!

-estarás genial con cualquier cosa que te pongas.-aseguró él.

-¡no eres objetivo!-le reprendió.

-¡claro que no!-rió besando su nariz.-a mi me encantas.

-pero nada de mi ropa es para llevar a una entrevista, Edward.-dijo preocupada.-yo no tengo nada elegante.

-tranquila, amor, la entrevista es a las 12 así que podemos ir de compras si crees que es necesario.

-¿de verdad?-preguntó ilusionada pero luego se sonrojó.-pero…no tengo dinero. ¿Puedes…puedes prestarme un poco?

-me encanta que me lo pidas.-dijo él abrazándola más fuerte.

-te lo devolveré-prometió.

-no quiero que me devuelvas nada, Bella.-le dijo serio.-si tuvieses que devolverme todo lo que te he dado tendrías que darme mi corazón, ya que fue tuyo el día que te vi por primera vez.

Bella se quedó mirándolo sin decir nada sumergida en sus orbes esmeralda. Edward frunció el ceño al de un rato al ver que no decía nada pero justo cuando iba a decir algo ella habló.

-¿Cómo puedes hacer que una conversación así acabe conmigo anonada?-le preguntó.-me deslumbras completamente.

-¿te deslumbro?-cuestionó divertido acercando sus labios a los suyos.

-frecuentemente.-contestó ella embelesada.

-lo tendré en cuenta para futuras peleas.-comentó él divertido.-oye, ¿quieres que te acompañe mañana a comprar? Puedo llamar y decirle a mi secretaria que prepare ella todo.

-¡ni hablar!-negó ella rápidamente.-tú tienes que ir y preparar todo para que esté perfecto. No puedo dar mala imagen. ¿Y si no les gusto?

-amor, les vas a encantar, tranquila.-susurró.-respira, Bella.

-vale, me tranquilizo.-dijo respirando profundamente.-pero de todos modos no puedes venir; le diré a Jake.

-¿Por qué?-cuestionó confuso.

-porque quiero que sea una sorpresa.-susurró seductoramente.

A la mañana siguiente Bella se despertó a las 6 de la mañana para preparar todo. Cuando Edward se despertó a las 7, ella estaba terminando de peinarse. Se acercó a ella por la espalda y la abrazó rodeando su cintura.

-¿Por qué tan temprano despierta?-preguntó besándole el cuello suavemente.

-he quedado a y cuarto con Jake; va a venir a buscarme.-contestó.

-llámame cuando vayas a llegar-pidió él.

-muy bien, cariño.-contestó ella levantándose. El timbre sonó.-ese debe de ser Jake.

La pareja bajó a la entrada y se encontraron con un sonriente Jacob en la puerta.

-llegas pronto, Jake.-le dijo Bella.

-te dejo terminar de prepararte sin prisas.-contestó él.

-voy a por mi bolso y bajo.-dijo perdiéndose por las escaleras.

-no dejes que se preocupe por lo que se está gastando.-le pidió Edward al chico cuando se quedaron solos.

-descuida, colega.-contestó divertido el otro.

-¡ya estoy!-anunció ella bajando hasta ellos-¡vamos, Jake!-se acercó a Edward y lo besó suavemente.-hasta luego, cariño.

-¡dejaros de carantoñas!-gritó divertido Jacob.- ¡no se come delante de los pobres!

Cuatro horas más tarde Edward estaba en su despacho sentado terminando los últimos retoques. Quedaba media hora para la reunión así que Bella debía de estar por llegar. Se preguntó que se habría comprado; ella estaba hermosa de todas formas pero le daba curiosidad verla vestida de forma elegante. Se echó hacia atrás en lasilla suspirando cansado. Entonces en interfono sonó con la voz de su secretaria hablando.

-señor Cullen, tiene una visita.-dijo.-la señorita Bella.

-dígale que pase.-contestó apresuradamente mientras se levantaba ansioso por verla.

Casi contó los segundos hasta que tocaron la puerta. Contestó un rápido "pasa" y la puerta se abrió. Su quijada se abrió de golpe al ver la imagen que tenía ante él. Bella estaba en el umbral, sonriente e impresionante. Llevaba una falda de cuero negra de tubo que le llegaba unos dedos por encima de las rodillas. Unas finas medias de color oscuro y unos botines de tacón medio de punta en los pies. Por encima llevaba una camisa algo pegada negra con finas rayas verticales de color azul oscuro. Su pelo estaba recogido con diversas horquillas dejando su cara despejada con ondas caídas por sus hombros. Estaba maquillada de forma muy fresca y natural. Elegante pero sencilla; como ella misma.

-y… ¿Qué te parece?-la interrogó ella divertida.

-estás… ¡guau!-exclamó acercándose a ella.-no tengo palabras.

-me alegra que te guste.-sonrió.-pero… ¿estoy bien para la reunión?

-estás perfecta para todo.-contestó mirando sus labios que estaban pintados de un rosa chicle.-estás irresistible. Tus labios…parecen dulces fresas que me llaman a besarlos.

-¿y que te lo impide?-cuestionó pasando sus brazos por el cuello de él.

-se que no me bastará con un solo beso.-explicó él.

-te lo he dicho; esta abstinencia a la que nos estás obligando es mala.-comentó ella divertida.

-todo sea por tu salud.

-señor Cullen, los señores Vulturi han llegado.-anunció la voz de su secretaria por el interfono.

-Hágales pasar.-ordenó.

Edward soltó la cintura de Bella para ponerse a su lado a la espera de los visitantes. Ella se tensó y empezó a alisarse repetidamente la falda y la camisa.

-¿tengo bien puesta la ropa? ¿Y el pelo?-comenzó a preguntar nerviosa.- ¿se me ha corrido el maquillaje?

-¡Bella!-Edward la besó de llenó para callar su sarta de preguntas.- ¡estás perfecta!

-estoy nerviosa.-reveló.

-se nota.-comentó él.-pero tranquila, yo voy a estar a tu lado y todo va a salir bien.

-¿me lo prometes?

-te lo juro.-tocaron la puerta.- ¡adelante!

A la sala entraron una decena de personas y Bella abrió los ojos de golpe a la par que se tensaba completamente. ¿Por qué había tanta gente ahí? ¿Iban todos a la reunión? No estaba preparada para eso. ¡Demasiada gente! No…ella no estaba preparada para eso…

Edward en cambio parecía en su salsa. Saludó a todos los presentes y los guió a una sala continua. Bella analizó a todos los que iban entrando a la sala hasta que vio algo que la dejó helada. ¿Qué hacía él ahí? Rezó para que no lo reconociera y al parecer no lo hizo porque simplemente la miró de arriba abajo sin ningún signo de que la reconociese. Tragó saliva sonoramente y se quedó quieta. Edward la llamó cuando todos los demás hubieron entrado pero sus pies parecían haber echado raíces.

-Bella, vamos.-le dijo pero al ver que no se movía se acercó a ella.- ¿Qué pasa?

-no puedo entra ahí.-dijo con cara de pavor.

-Bella, tranquila, todo va a salir bien.-la consoló.-no tengas miedo.

-no. Tengo miedo por eso pero no es esa la cuestión.-dijo.-yo…conozco a uno de los que está ahí dentro.

-¿conocer? ¿De que?-Bella puso cara obvia y él comprendió.- ¡no me jodas!

-el tipo alto joven de pelo negro y piel olivácea.-le explicó.-ahora mismo no recuerdo su nombre.

-¿Demetri?-preguntó Edward.

-¡ese!-afirmó ella.-fue mi cliente una vez.

-¿solo una?-cuestionó él con semblante duro.

-si, una.-asintió ella.- ¿Por qué preguntas?

-porque te acuerdas bien de él.-contestó él completamente celoso.

-es difícil olvidar a un cliente que hizo que me disfrazase de conejita y bailarle.-murmuró enrojeciendo.

-vale, da igual.-dijo él.- ¿crees que te ha reconocido? Yo se que has cambiado pero puede que quiera influir en los demás si dice algo.

-no quiero que nadie sepa de mi pasado.-dijo ella tajante.-yo ya no soy esa chica.

-por eso mismo, amor.

-no me ha reconocido, creo.-dijo ella.-encima después de estar conmigo fue adonde mi otra compañera al día siguiente pensando que era yo…

-entonces todo está bien.-cogió su mano y tiró de ella hacia dentro.-yo estaré contigo, amor.

-mejor me sueltas la mano, Edward.-dijo ella avergonzada.-puede que vean mal que estemos juntos.

-no me importa lo que piensen.-aseguró él.-tú eres mi novia y quiero dejarlo claro.

Sujetó su mano con más fuerza y entraron juntos a la sala. Los Vulturi ya estaban sentados en la mesa. Había tres hombres que parecían ser los mayores y jefes y otro tres más jóvenes entre los que estaba Demetri. La parte femenina eran solo 5; tres mujeres mayores y otras dos más jóvenes. Todos miraron a los recién llegados de arriba abajo parándose al final en sus manos entrelazadas. Las mujeres soltaron un "aw" al unísono como si estuviesen sincronizadas mientras que los hombres no dijeron nada.

Edward empuñó las manos al ver como no solo Demetri la recorría con la mirada sino también Félix y Alec. Luchó por mantener una sonrisa en la cara y un gruñido que luchaba por salir de su garganta dentro viendo como miraban descaradamente las piernas de su novia. Bella se dio cuenta y le apretó la mano. Cuando él la miró, ella le sonrió cálidamente. Se aclaró la garganta.

-buenas tardes, señores, señoritas.-saludó educadamente.-primero de todo quisiera presentaros. Bella, ellos son Alec, Félix, Demetri, Aro, Cayo, Marco, Heidi, Jane, Dydime, Sulpicia y Athenodora. Señores, ella es Isabella Swan, la escritora de la cual habéis leído el manuscrito.-y después de dos segundos añadió.-y mi pareja.

Volvieron a escucharse "aws" de todas las mujeres, sonrisas de los hombres mayores y caras de desacuerdo de los tres jóvenes. Edward pasó el brazo por la cintura de Bella orgulloso y la condujo hasta su silla. Ella se sentó completamente sonrojada y la reunión comenzó.

Tres horas más tarde habían cerrado el trato y los Vulturi se iban contentos por el negocio. Edward se ofreció a acompañarles hasta la puerta diciéndole a Bella que lo esperara en su despacho. Ella cerró la puerta tras de si y anduvo hasta la mesa. Se sentó en ella para descansar sin tener en cuenta que estaba en un despacho y que cualquiera podía entrar. Pero al fin y al cabo ella era una chica simple y natural y sentarse en una mesa era algo que la gente informal hacía alguna vez en la vida.

Edward volvió en unos minutos y entró cerrando tras de si suspirando sonriente. Vio a su novia sentada en la mesa y se acercó a ella.

-¿ves como yo tenía razón?-le dijo.-todo ha salido a pedir de boca.

-gracias, cariño.-ella sonrió mientras él llegaba a su par y se colocaba enfrente de ella.-no podría haberlo hecho sin ti.

-tenemos que celebrarlo.-opinó él.

-¡vamos, saca champán!-dijo ella en bromas pero feliz.

-tengo una idea mejor…

Rodeó su cintura con sus brazos y la besó posicionándose entre sus piernas. Bella gimió al saborearlo y no tardó en enroscar los dedos en sus cabellos cobrizos atrayéndolo a su cuerpo y profundizando el beso. Él se pegó más a ella sintiendo como encajaban como dos piezas de un mismo puzzle. Cuando se quedaron sin aire, Edward abandonó su boca pero deslizó sus labios por su mejilla, bajando por su mentón mordisqueándolo. Ella jadeó al sentir su lengua deslizarse por su cuello y luchó por introducir aire a su organismo. Solo consiguió reaccionar cuando la mano de Edward dejó su cintura para adentrarse poco a poco bajo su falda y acariciar pierna desnuda.

-Edward, tienes que parar.-susurró casi sin voz.-estamos en tu despacho.

Pero él la ignoró lamiendo con más ansia la piel de su cuello mientras su mano ascendía por su pierna haciendo que ella gimiese inconscientemente. Bella se movió ligeramente sin fuerzas ni ganas de que parase. Pero un rayo de cordura cayó sobre ella haciendo que se resistiera un poco.

-Edward.-gimió-cualquiera puede entrar. Tu secretaria…

-no te preocupes por eso.-le susurró él dejando sus labios a milímetros de los de ella.

-pero…-él la calló poniendo un dedo en sus labios.

Ella obedeció y Edward movió su mano hasta pulsar el botón del interfono.

-señorita Stanley.-llamó a su secretaria mientras seguía ascendiendo con su otra mano hasta la rodilla de Bella.

-dígame, señor Cullen.-contestó una voz a través del aparato.

-quiero que cancele todas mis reuniones hasta dentro de dos horas.-siguió subiendo por sus piernas y ella jadeó abruptamente.-mejor que sean las de todo el día.

-muy bien, señor Cullen.-contesta con voz monótona ella.- ¿desea algo más?

-si. No quiero que me pases llamadas; da igual quien sea.-la respiración de Bella era cada vez más irregular.-y no quiero que nadie entre en mi despacho.

-de acuerdo, señor Cullen.-un chasquido anunció el final de la comunicación.

-¿ves? Todo arreglado.-le susurró con voz seductoramente sensual a Bella.

Acto seguido estampó sus labios contra los de ella sin miramientos. La chica la correspondió moviendo su boca con ahínco sobre la de él pero cuando Edward alcanzó sus braguitas bajo la falda y la acarició por encima perdió el control sobre ella misma y solo pudo gemir. Él sonrió muy pagado a si mismo al ver la reacción de Bella y deslizó sus dedos por sus piernas queriendo quitarle las medias primero. Se sorprendió enormemente al darse cuenta de que eran solo hasta medio muslo con los bordes de encaje. Subió la falda hasta su cintura para verlas y sintió como su miembro se endurecía ante esa imagen.

-tan sexy…-susurró besando su piel.

Edward subió sus manos más arriba pasando por sus muslos desnudos hasta llegar a sus braguitas. Enganchó los bordes con sus dedos y tiró de ellas para sacárselas. Ella abrió los ojos sorprendida por la rápida iniciativa del hombre.

-creí que no querías hacerlo.-comentó soltando después un jadeo por los traviesos dedos de Edward que habían alcanzado su entrepierna.

-que no debiese no significa que no lo quiera.-contradijo.-no puedes llegar a hacerte a la idea de todo lo que te deseo, Bella.

-yo también te deseo.-se sinceró ella.

-llevo aguantando tanto tiempo…y tú no ayudabas en nada tratando de provocarme cada noche…-susurró con voz sedosa.-y hoy has hecho que llegue a mi límite.

-me alegra oír eso.-gimió ella.

-ha pasado suficiente tiempo, y estás curada.-murmuró acariciando por encima su entrepierna.-creo que no puedo soportar más tiempo la abstinencia, Bella.

-Edward.-gimió ella moviendo inconscientemente su pelvis hacia su mano.

-voy a hacerte el amor, preciosa.-dijo con voz sensualmente aterciopelada.-y voy a hacértelo ahora.

Bella gimió altamente solo con escucharle decir aquello y se aferró con fuerza a sus hombros. Edward empezó a lamer con ganas su cuello mientras intercalaba pequeños mordiscos y ella clavaba sus uñas en su piel. La chica no pudo soportarlo y lo atrajo a sus labios besándolo con fiereza haciendo que el hombre gimiese en su boca y la penetrase con un solo dedo. Bella se arqueó contra él mientras lanzaba un grito que por suerte se perdió en la boca de él. Empezó a bombear dentro y fuera de ella haciendo que se mojase poco a poco. Siguió un rato, deleitándose con la calidez del interior de su amada, deseando estar de nuevo dentro de ella llenándola por completo.

Ella por su parte palpó todo su cuerpo por encima de la camisa hasta que se cansó y decidió deshacerse de la estorbosa camisa. Empezó a soltar los botones pero que Edward estuviese hurgando ahí abajo no ayudaba en absoluto y hacía que sus manos temblasen. Consiguió desabrochar el primero después de haberle quitado la chaqueta y la corbata pero perdió la paciencia; dio un tirón fuerte y seco a la camisa y esta se soltó rompiendo todos los botones. Edward se separó de ella y paró sus dedos asombrado por el arrebato y la miró interrogante. Ella tiró la camisa al suelo después de quitársela.

-era demasiado molesta.-fue lo único que dijo ella antes de atacar sus labios posesivamente.

El hombre no tardó ni medio segundo en corresponderle y reanudó su trabajo con sus dedos. Bella movió sus manos con rapidez deleitándose con la textura del duro pecho del hombre mientras seguían besándose. Fue bajando sus manos y soltó el cinturón de él y le bajó la cremallera del elegante pantalón de pinza que en ese momento no quería ver ni en pintura. Ese movimiento hizo que rozase el miembro ya erecto del hombre y este jadeó abruptamente. Bella lanzó los pantalones hacia abajo dejándolo solo en boxers. Se permitió echar un vistazo hacia abajo y se lamió los labios al verlo totalmente preparado para ella.

-tan sexy…-repitió las palabras de él.

Volvió a atacar sus labios mientras su mano palpaba sobre sus boxers la parte más estimulada del hombre y este gemía sin poder evitar temblar. Ávida de más, esquivó la tela y metió su mano dentro abarcando su miembro en toda su longitud. Se sintió vencedora cuando Edward dejó caer su cabeza en su hombro derrotado luchando por coger aire.

-Bella.-gimió.

-te amo, cariño.-susurró ella con voz seductora moviendo su mano a lo largo de él.

-¡oh, joder, Bella!-gruñó él antes de subir la cabeza y devorar la boca de la chica.

Las manos de Edward se movieron por si solas abriendo más aún las piernas de la chica y posicionándose entre ellas más cerca. Bella movió las suyas para colocarlas en su trasero y empezar a bajar la última prenda que tapaba al hombre. Él entendió rápido y terminó por sacársela él mismo. Se alejó unos segundos de ella, en los cuales ella gimió en disconformidad, y fue hasta el cajón de su escritorio. Lo abrió y cogió una caja de la cual sacó una paquetito cuadrado que Bella reconoció como un condón. Ella se alegró de que él hubiese tenido la cabeza fría de acordarse ya que ella estaba tan metida en las sensaciones que él le provocaba que lo había olvidado por completo. Edward volvió hasta ella y abrió el paquetito.

-¿tienes condones en el cajón de tu escritorio?-preguntó ella al darse cuenta de lo que había pasado.

-más vale prevenir que curar.-contestó él colocándose el condón en su sitio.

-parecería que te acostases con tu secretaria.-murmuró ella celosa.

-los tengo ahí desde que estoy contigo.-dijo acercándose y besándola.

-¿habías planeado esto?-cuestionó divertida mientras se acariciaban mutuamente y él se pegaba a ella.

-es mi fantasía cuando estoy aquí desde que estoy contigo.-murmuró él.-no te imaginas las veces que te he imaginado justo como estás ahora.

Ella gimió en voz alta al oírle y sentirle pegada a él. Edward sujetó firmemente sus caderas y la miró a los ojos.

-Bella…-empezó.

-hazlo, Edward.-exigió ella.-ámame.

-te quiero, pequeña.-susurró antes de penetrarla de una sola estocada tapando la boca de Bella con la suya misma para que sus gritos no alertasen a los de fuera.

Se empezó a mover lentamente al principio pero ninguno tenía paciencia para delicadezas; Bella apretó las piernas en torno a su cintura atrayéndolo a ella incitándolo a acelerar y él agradeció internamente eso. Sus movimientos se volvieron bruscos mientras sus lenguas jugaban en bocas ajenas. Bella se apretó contra el cuerpo de él pegando sus pechos y acariciando su espalda fuertemente.

-dame más, Edward.-rogó ella entre jadeos.-más.

La velocidad aumentó más mientras la estancia se llenaba de gemidos y jadeos ahogados por sus bocas. Una fina capa de sudor cubría sus cuerpos haciendo que la camisa de ella se pegase más a su torso y que a él se le erizase la piel cuando había algún soplo de viento contra su húmeda piel. Edward abandonó los labios de Bella para lamer la piel del cuello de ella con sabor salado por el sudor mientras que seguía embistiéndola una y otra vez.

-Edward.-gemía ella balanceándose contra él mientras se sujetaba fuertemente a sus hombros.-Edward.

Él solo gruñó clavando levemente las uñas en la piel de las caderas de Bella lo que hizo que ella gritase mezcla de excitación y dolor. Ambos sintieron como iban llegando a su clímax poco a poco.

-Bella, no voy a aguantar mucho más.-avisó él en un gruñido.

-yo tampoco.-contestó con voz débil entre jadeos.-vámonos juntos.

-¡Dios, Bella!

-¡hazlo más rápido, Edward!-rogó ella y él obedeció.

Al de unos segundos ambos llegaron al orgasmo al mismo tiempo. Bella enterró su cara en el cuello de él mientras se convulsionada sin parar. Edward gimió roncamente y se puso a besar el hombro de la chica para no gritar de forma que hasta la gente en el primer piso se enterase. Se abrazaron como si su vida dependiera de ello y aún cuando alcanzaron el final de su clímax no se soltaron; estuvieron ahí un rato, abrazados y temblando. Al de un rato, Bella le dio un beso en el cuello y se separó.

-deberías taparte.-le dijo dulcemente.-cogerás frío.

-Habrá merecido la pena.-aseguró él.

Aún así, le hizo caso y salió de ella. Se quitó el preservativo y lo tiró a la basura para luego ponerse los boxers y el pantalón. Miró de reojo a la chica, que seguía inmóvil encima de la mesa, mientras se ponía la camisa. Se dio la vuelta y fue hasta donde ella. Recogió las braguitas del suelo y se las puso con cuidado para después colocarle bien la camisa y la falda. Ella lo miró agradecida.

-siento lo de tu camisa.-susurró avergonzada.

-me gusta más así.-ella frunció el ceño.-hace calor.

-¡Edward!-dijo pegándole juguetonamente en el brazo.

-da igual, amor, ya te lo he dicho; todo ha valido la pena.-se acercó a ella y la besó suavemente.-incluso el haberme quedado sin mi camisa favorita.

-te compraré otra.-ofreció ella.

-no quiero otra camisa, te quiero a ti otra vez.-susurró.

-¿ahora? ¡Estás loco!-exclamó ella.

-lo estoy.-asintió.-por ti…

-Edward, para.-dijo riendo ella mientras él besaba su cuello.-tengo que ir a casa.

-¿para que? No tienes nada importante que hacer…-dijo él.

-tengo que comprar un par de cosas.-explicó separándole.-además, tengo que llamar a Jasper y le he prometido a Jake que quedaría con él cuando supiese el resultado.-se sonrojó.-y ya me he retrasado mucho…

-está bien.-refunfuñó.-yo adelantaré trabajo que tengo para los próximos días.

Bella rió y bajó de la mesa. Se acercó a él y le dio un suave beso.

-le diré a Jake que te traiga una camisa.-le dijo.

-si, mejor.-afirmó él.

Jacob llegó media hora más tarde a la oficina con una camisa nueva. Hubo tanda de preguntas a lo que Edward contestó que se le había caído el café encima. Claramente, su amigo no le creyó ni una palabra y menos después de que Bella se sonrojase como un tomate maduro. Estuvo haciendo bromas hasta que salieron de allí y cuando se fueron todavía llamaba a la chica tigresa. Ella le contó todo a Jake tomando un café; como había ido la reunión, como les había encantado y hasta el pequeño accidente de Demetri. Claramente se abstuvo de contarle su finalización de abstinencia con Edward. A las 7, el chico dejó a Bella en su casa y se fue.

Bella entró en casa y se dejó caer agotada en el sofá. Vio su móvil encima de la mesa y es que lo había dejado a posta ahí ese día para no tener distracciones. Lo cogió y vio que tenía diez llamadas perdidas y un mensaje de voz. Frunció el ceño y se preocupó dado que todas eran de Jasper. Abrió el buzón y se quedó helada al escuchar.

-Bella, soy Jasper.-decía con voz realmente apurada.-ha habido un problema. A Alice le ha dado un ataque. Estamos camino al hospital de Seattle con Carlisle. No he podido contactar contigo; me ha sido imposible. Llámame cuando puedas. Tengo que colgar.

La comunicación terminaba ahí y Bella se empezó a poner histérica. Marcó con rapidez el número de móvil del novio de su hermana pero este daba apagado o fuera de cobertura. Lo intentó tres veces más hasta desistir. Empezó a hiperventilar. ¡Tenía que hacer algo! ¡Tenía que ir a Forks! Llamó a Edward para hablar con él pero la secretaria le dijo que había salido. Decidió llamar ella misma al aeropuerto para coger un pasaje.

-¿Cómo que no quedan plazas?-preguntó exaltada Bella cuando le dijeron que el avión estaba lleno.

-lo siento, señorita, pero todos los vuelos están completos.-le dijo la recepcionista al otro lado.-el primer vuelo con destino a Seattle que hay libre es el de mañana al mediodía. A las doce.

-¡pero lo necesito ahora!-gritó.

-lo sentimos mucho, de veras.-contestó la chica.

-¡mierda!-colgó y volvió a llamar a Jasper y a Edward; ninguno contestaba.- ¡mierda!

Se levantó y anduvo nerviosa haciendo círculos por la habitación hasta que de repente le dio el bajón. Se tiró al sofá y se puso a llorar amargamente. Estuvo así lo que le parecieron horas antes de caer en un estado de zombie. No podía creerlo; puede que en ese mismo momento su hermana estuviese muerta. Gimió dolida. Levantó la cabeza para mirar la hora pero su mirada se cruzó con el minibar. Se levantó y lo abrió. Ella nunca había probado el alcohol ya que nunca había tenido tiempo para salir a divertirse. Se preguntó porque Edward tenía alcohol allí si nunca le había visto beber. Cogió una botella sin mirar siquiera que tenía y la abrió. El primer trago le quemó la garganta entera pero lo ignoró ya que el dolor que sentía en la cabeza era peor que el físico. Volvió a beber un trago y ese quemó menos.

Edward llegó a casa a las diez a casa con ganas de estar con Bella. Todavía tenía en mente lo bien que había sentado volver a hacerle el amor y deseaba con todas sus fuerzas hacerla suya de nuevo. Por lo que fue una verdadera sorpresa encontrarse a Bella en el estado que se la encontró. Ella estaba todavía con la ropa solo que se había quitado los botines. Estaba sentada en el sofá, con el cuerpo arqueado hacia abajo y una botella de whisky en la mano. Pudo ver que estaba por la mitad y recordó que estaba entera cuando la compró.

-¿Bella?-la llamó.

Ella levantó la cabeza y clavó sus ojos en él. Estaban vidriosos y se le notaba a la lengua que estaba borracha. Levantó la botella y le dio un nuevo trago largo.

-Bella, ¿Qué haces?-preguntó Edward.-tú no bebes.

-ahora si.-masculló con voz gangosa.-la vida es una mierda.

-¿Qué coño haces?-cuestionó él algo enfadado.- ¡no puedes emborracharte así de repente!

-¡cállate!-gritó ella exaltada.- ¡tú no entiendes nada! ¡Alice se está muriendo!

-esa no es razón parar beber.-contradijo.-eso solo lo hacen los borrachos.

-¡pues seré una borracha!-contestó ella.

-dame eso.-fue hasta ella y le quitó la botella.

-¡dame!-chilló ella y trató de levantarse tambaleante para quitarle la botella.- ¡la quiero!

-es suficiente, Bella.-dijo serio él.-deja de comportarte como una niña caprichosa. Eso no ayuda a Alice.

-¡tú no entiendes nada! Claro…como tú tienes tu vida hecha…-soltó ella destilando veneno.-eres un egoísta. ¡No puedo estar con un tío que solo piensa en si mismo y en follar! ¡Eres como todos los demás!

-Bella, amor, tranquilízate.-le pidió él más relajado viendo que no era el mejor momento para discutir.

-¡no me llames amor! ¡No soy tu amor!-chilló ella.-no soy nada tuyo.

-Bella, respira.-rogó él con algo de miedo de que cortase con él.

-¡no respiro!-negó.-no quiero nada contigo. ¡Necesito un hombre que se preocupe por mí y me entienda! ¡Lo nuestro se ha acabado!

-vale, Bella, estás muy nerviosa.-dijo él.-será mejor que duermas y mañana hablamos.

-¡no quiero dormir!-negó ella.- ¡y no quiero hablar contigo! ¡Ya he dicho todo lo que quería decir!

-voy a prepararte un café para bajar esa borrachera.-comentó Edward.-y una tila para que te relajes.

Edward salió del salón para ir a la cocina sin escuchar las réplicas de Bella. Ella se quedó quieta. Había esperado a que Edward llegase con la esperanza de que pudiera ayudarla pero él no la entendía. Necesitaba ir a Forks pero él no iba a ayudarla en eso; le diría que se tranquilizase y que durmiese. Ella no quería eso…y él debía entenderlo. Sin hacer ruido que lo alertase y sin ponerse zapatos siquiera y cogiendo solo el móvil, anduvo tambaleándose hasta la entrada y salió por la puerta. Una vez cerrada la puerta, corrió como alma que lleva al diablo y llamó al ascensor. Este no tardó en llegar y ella entró cerrando tras de si rápidamente antes de que Edward descubriese su huída. Una vez que salió a la calle, cogió su móvil y tecleó un número con dedos temblorosos.

-¿diga?-se oyó al otro lado del teléfono.

-Jake.-sollozó ella.

-¡Bella! ¿Qué pasa?-preguntó preocupado.- ¿donde estás? ¿No estás con Edward?

-Jake, necesito tu ayuda.-rogó ella.

Capítulo 9: todo queda claro Capítulo 11: En busca de Bella

 
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