3.10 Dolor
-¡Frena ya! – grité. Rápidamente salí del coche, aún en marcha. Abrí la puerta del lado en el que estaba Nessie de un tirón y la saqué de allí. Estaba completamente ensangrentada. Ella iba a perder el conocimiento, apenas se mantenía despierta. Intentaba balbucear algunas palabras, pero eran inteligibles. Me miraba con unos ojos inundados en dolor. Quería decirme algo, malgastaba sus pocas fuerzas queriendo decir algo que yo no era capaz de comprender. Por favor, mi amor, aguanta… Le supliqué que no se diera por vencido, no quería verla morir sin poder hacer nada, allí, entre mis brazos… Intente limpiarle la sangre, era lo único que podía hacer en ése momento… Estaba viendo como mi auténtico amor estaba a punto de morir y no podía evitarlo. De repente Nessie emitió un último grito desgarrador y se desplomó en mis brazos.
-¡Nahuel! ¿Qué le pasa? – pregunté con la voz quebrada. Las lágrimas estaban recorriendo mi cara, no me había dado cuenta de que estaba llorando. Sin querer iban cayendo sobre la cara ensangrentada de Nessie. Continuaba limpiándola. Estaba reviviendo el momento de su nacimiento, pero con mi verdadero amor. Había visto a su madre de una forma muy parecida, lo recuerdo como si hubiera sido ayer. Pero esta vez el dolor era mucho mayor. No, no iba a perderla, no podía perderla.
-No… No sé que puedo hacer… - comenzó a decir Nahuel- Nunca… Es decir, a mis hermanas nunca les había pasado nada parecido… Al menos que yo sepa…
-¡Nahuel, tenemos que hacer algo! ¡No pienso dejarla así! No respira, no tiene pulso… ¡Pero sé que no está muerta! ¡No puede estarlo! – gemí, ya desesperado.
-Jacob… Creo que deberíamos llamar a Edward. Él y Bella pueden estar aquí en un momento, y quizá sepan qué hacer. Al menos sabrán más que tú y yo… Y es su hija, deben saber qué le pasa. – me sugirió Nahuel. Sabía que estaba intentando utilizar su poder para tranquilizarme, pero al parecer en un hombre lobo no funcionaba igual, porque las lágrimas continuaban cayendo sin cesar.
Vi como Nahuel cogía el móvil y llamaba a Edward, pero no hice caso de la conversación. Mi mente estaba demasiado ocupada buscando una manera de despertar a Nessie. Seguía acunándola entre mis brazos, quería creer que ella lo sentiría. Quería que supiera que no la iba a abandonar en ningún momento, que no permitiría que nada ni nadie le hiciera daño, que nunca iba a estar sola…
-Nessie, te quiero, no me dejes por favor… - le supliqué.
De repente noté como su corazón volvía a latir muy rápidamente. Se estiró en mis brazos y gritó, como si estuviera aterrada.
-¡Nessie! ¡Cariño! ¡Despierta! – le susurré. Parecía tener mucho miedo. Gritaba. Sollozaba cosas incoherentes. Hablaba sobre una niña. Intentaba tranquilizarla. Era como si en lugar de estar muerta, hubiera estado dormida, como si hubiera tenido una pesadilla. Yo continuaba hablándole, estaba realmente asustada. Poco a poco se fue tranquilizando, hasta que llegó un momento en el que se quedó dormida.
-Nahuel, ¿vienen hacia aquí?
-Si, Edward dijo que llegarían en cinco minutos.- me respondió.
Bueno, al menos las cosas habían mejorado, ya no verían a su hija muerta. Nessie ahora tenía una expresión pacífica. Pero… ¿a qué se refería cuando hablaba de la niña? ¿Qué había visto? Cogí su mano y la apoyé en mi mejilla, buscando respuestas. Pero lo único que conseguí ver fueron nuestras caras, cómo nos besábamos. Parece ser que ella tenía los mismos sueños que yo, y eso me gustaba.
De momento no sabría a qué se refería con la niña, pero tenía tiempo de preguntárselo cuando estuviera mejor.
Un rugido me sacó de mis pensamientos. Pude ver a Bella seguida de Edward. Ella estaba muy enfadada. Al momento estaba medio metro escaso de mi.
-¿Qué le habéis hecho a mi niña?- volvió a rugir.
Bella estaba a punto de saltar hacia mi cuello…
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