Disclaimer: Los personajes de la saga Crepúsculo son propiedad de Stephenie Meyer y su casa editorial.
Historia original, queda prohibida su adaptación, distribución y copia parcial o total.
Otra vez te cruzaste en mi vida y sin avisarme
No lo puedo negar
Mis labios se muerden por volverte a sentir
Es tan fácil decirle a mi vida que mire a otro lado
Lo difícil es que ande derecha y no busque el pasado
Tú te acercas y veo en tus ojos aquel buen amante
No te quiero mirar
Pues tú me provocas sin intensión
Tú sigues siendo mi ardiente tentación
Parecía ser un chico ejemplar, a excepción de su fama de playboy, “algún defecto debería de tener, nadie es perfecto”, me dije en voz alta. Me llevé las manos a la cabeza, sin poder dar crédito a que él fuera el dueño del hotel donde me citaba, ahora comprendía muchas cosas, porque siempre íbamos a la misma habitación, porque sabía lo de las cámaras en los elevadores y lo del servicio a cuarto las 24 horas.
No podía ser cierto lo que me estaba pasando, toparme con un desconocido que resultó tener más lazos conmigo que los que jamás imaginé, no sólo era cliente de mi novio sino que su hermana era cliente de la agencia y a pesar de que Audrey era quien llevaba esa cuenta, yo tenía que estar también en el evento, parecía que el destino se empeñaba en complicarme la vida.
Esa noche casi no pude dormir, tenía demasiadas dudas en mi cabeza y debía reconocer que una gran parte de mí iba a extrañar esos encuentros, pero me quedaba claro que ya no podían ser, no cuando él conocía a Jacob y cuando yo había comprobado que tenía a alguien en su vida, cualquiera que fuera la relación que llevaran, una cosa era tener la sospecha y otra muy diferente corroborarlo de primera mano, además ella era una buena chica, hasta podríamos ser amigas.
Al día siguiente llegue muy temprano a la oficina, tenía que mantener mi mente ocupada lo más que pudiera o me volvería completamente loca. Como a la media hora llegó Audrey que se sorprendió de verme ahí a esa hora.
A mediodía me llamó Kate para contarme que había peleado con Steve, al parecer su relación se estaba acabando de a poco, me llamó muchísimo la atención algo que me dijo “ahora entiendo que todo debe ser equilibrado, ni puro amor ni puro sexo, lo ideal es una combinación de ambas cosas, tómalo en cuenta Bella para cuando te cases, el deseo no es suficiente, si no hay amor en algún momento se termina la pasión”. Me quedé pensando en sus palabras y tenía razón, yo tenía el amor de Jacob y la pasión de Edward, ambos me daban el equilibrio, pero separados la balanza se inclinaba hacia alguno de los lados, que difíciles son las relaciones humanas.
Los días se me habían pasado volando, a pesar de que no dormía mucho y sentía la necesidad de llamar a Edward, pero ahora no podría resistir que su celular me mandara al buzón, además él no daba ninguna señal de querer estar conmigo y yo no iba a rogarle ahora que ambos sabíamos quiénes éramos en realidad.
Me miré al espejo después de terminar de arreglarme, hoy era la fiesta del lanzamiento de la línea de ropa de Alice Cullen y ella se había empeñado en que Audrey y yo vistiéramos uno de sus modelos. Mi amiga eligió el más atrevido, yo me quedé con uno verde que me llegaba justo arriba de la rodilla, tenía descubierta la espalda y se unía por el cuello en una tira que bajaba por ambos lados al frente, así que tenía un escote, era un poco volado y de una tela finísima. Me coloqué encima la estola verde también, tomé mi bolso y salí rumbo al conocido hotel que no había pisado hacía dos semanas, claro que el propósito de esta visita era muy diferente.
Fui la primera en llegar, me aseguré que todo estuviera en orden, la plataforma para el desfile estaba lista, las sillas acomodadas, la enorme mesa con los bocadillos y las bebidas, el lugar donde se colocaría la poca prensa que habría, los meseros perfectamente vestidos, un chico estaba haciendo la prueba de sonido, todo iba marchando de acuerdo a lo planeado. Minutos después llegó Audrey y dimos las últimas indicaciones a las edecanes que recibirían a los invitados.
– ¿No va a venir Jacob? – me preguntó Audrey mientras se retocaba el maquillaje.
– No, tuvo que viajar a San Francisco, creo que regresa el sábado.
– Ah ok, hace mucho que no lo veo.
– Yo también, bueno, desde el domingo que fuimos al cine, y tú, ¿por qué no invitaste a Nick?
– Tenía otro compromiso.
Alrededor de las siete empezaron a llegar los asistentes y mis piernas me temblaron al ver entrar a Emmett y Rosalie, señal de que Edward en algún momento se presentaría, era lógico que toda la familia estuviera presente y yo me debatía por dentro, a una parte de mí le daba miedo volver a verlo, pero la otra se moría de ganas de mirarlo aunque fuera a lo lejos.
Minutos después arribaron el Dr. Cullen y su esposa Esme, y me dio tanta tristeza al verlos tomados de la mano, sonrientes, felices y orgullosos, deseé que Renee y Charlie algún día se hubieran visto así, pero ni siquiera podían hablarse por teléfono, es más ni a mí me llaman por sus múltiples ocupaciones, según.
Un mesero pasó y de la charola tomé una copa de champagne que me bebí de un solo trago, necesitaba valor para el momento que inevitablemente ocurriría. La siguiente en llegar fue precisamente Alice, de la mano de su novio, del que no recordaba su nombre, pero que extrañamente su rostro me resultaba familiar, se parecía a alguien que conocía pero no sabía a quién. De inmediato los fotógrafos se acercaron a ellos y ambos posaron, ella con una gran sonrisa y él un poco tímido, se veía que no estaba acostumbrado a las cámaras.
Siguieron llegando más invitados, incluido Scott que iba con su esposa, de inmediato me acerqué a saludarlos y él me felicitó por lo bien que el salón lucía y por toda la organización del evento, tuve que recordarle que lo había organizado en conjunto con Audrey, pero él me sonrió y me dio unas palmaditas en el hombro. Me quedé platicando un buen rato con ellos y me bebí otra copa de champagne.
Después Alice se acercó a Audrey y a mí y nos saludo con un gran abrazo, de inmediato noté el hermoso anillo de oro, con un diamante al centro, que portaba en su dedo anular de la mano izquierda, debía ser de compromiso, sin duda.
– Muchas gracias chicas, todo está espectacular.
– No tienes nada que agradecer, es nuestro trabajo y lo hacemos con gusto – respondió Audrey.
– Y los vestidos les quedaron perfectos, ustedes también van a pasar a modelar, ¿eh?
– No Alice, de ninguna manera, te lo agradezco, pero no hay forma alguna de que yo me suba a esa plataforma – dije un tanto seria y con miedo.
– Pero si te ves hermosa Bella, aunque yo había pensado que te pusieras el vestido rojo, no es que se te vea mal a ti Audrey, para nada, pero los elegí pensando en sus respectivas personalidades.
– Por eso yo traigo el rojo, Bella es muy tímida y quiere pasar desapercibida.
– Pues yo percibo en ella un lado muy sensual que debería explotar – aseguró guiñándome el ojo.
– Alice, que cosas dices – exclamé muerta de la vergüenza, con la cara roja como tomate, si supiera cuanto había explotado esa parte con su hermano.
Entonces, vi que los fotógrafos corrían a la puerta y volteé motivada por la curiosidad y lo vi entrar, Edward Cullen en todo su esplendor, vistiendo un smoking y corbata negra de moño, con una camisa blanca, el cabello un poco más arreglado que de costumbre, pero sin perder su toque, era un monumento a la belleza masculina. Mi corazón empezó a latir a toda prisa mientras lo veía posar junto a Jennifer, quien lo tenía tomado por un brazo, no pensé que vendría con ella, pero claro, no podía llegar solo tampoco.
Me excusé con Alice al ver que caminaban directamente a ella y me fui a meter a la cocina, con el pretexto de ver si ya tenían listos más bocadillos. Me quedé ahí varios minutos hasta que escuché que el maestro de ceremonias le pedía a la audiencia que tomaran asiento porque estaba por empezar el desfile. Salí a ocupar mi lugar y en el camino me atajó Jennifer.
– Bella, ¡que sorpresa verte aquí!, ¿y Jacob? – exclamó abrazándome.
– No pudo venir, está en un viaje de negocios – respondí al separarnos.
– Ese hombre no cambia, no sabía que eras amiga de Alice.
– No lo soy, yo trabajo en la agencia de publicidad que organizó toda la promoción del evento y de la línea de ropa.
– ¿En serio?, ¿eres la responsable de los espectaculares que hay en la calle?, te felicito, están geniales.
– Bueno, en realidad mi compañera Audrey es la que lleva la cuenta, yo sólo estoy como apoyo.
– Buenas noches – dijo Edward parándose a su lado y pasé saliva al verlo.
– Buenas noches – respondí con voz ronca por la impresión.
–No pensé encontrarte aquí – agregó extendiéndome la mano para saludarme.
– Soy una de las encargadas de la logística del evento – dije estrechándole la mano que me acarició sutilmente con su dedo pulgar.
– Felicidades, el salón luce de maravilla – dijo mirándome de pies a cabeza.
– Gracias, pasemos a tomar asiento, el desfile ya va a comenzar – agregué nerviosa soltando mi mano de la prisión de la suya.
Me senté en una fila delante de ellos, en diagonal, el presentador anunció a Alice y ella subió y dio las palabras de bienvenida, agradeció a todos los presentes, incluida su familia y su prometido Jasper Hale, ahí supe porque su rostro me era familiar, era hermano de Rosalie, vaya sorpresa, supuse que por ella lo conoció.
El desfile dio inicio y yo sentía las insistentes miradas de Edward, eso me ponía más nerviosa y cuando volteaba a mirarlo me sonreía seductoramente. Hubo un momento en el que ya no resistí y hui de ahí, me metí a la bodega que se había adecuado como vestidor para las modelos y en la cual había un caos con gente entrando y saliendo. Me senté en un sofá, que había en una esquina, tratando de guardar la compostura, puse mis codos sobre mis rodillas y me llevé las manos a la cara cubriéndome los ojos.
– ¿Cansada o nerviosa? – escuché que me dijo con su hermosa voz.
– Cansada, ha sido una semana muy pesada – respondí después de aclarar mi garganta, levantando la cara, estaba parado frente a mí, sonriéndome.
– Necesitas relajarte – dijo poniendo su mano en mi hombro y apretándolo suavemente, ¿por qué insistía en torturarme?
– Gracias por el consejo, lo tomaré en cuenta – dije mirando hacia el suelo, conteniendo mi respiración.
– No es un consejo – deslizó su mano por mi brazo – es una invitación – agregó y bajó hasta llegar a mi mano que tomó.
– ¿Estás loco?, afuera hay un mundo de gente, incluida tu familia y tu novia, no voy a ir a esa habitación arriesgándome a que alguien nos vea – exclamé tratando de soltarme, pero no lo conseguí.
– La gente está muy entretenida con el desfile, incluida mi familia y mi amiga, además jamás mencione subir a la habitación – dijo mientras me hacía ponerme de pie – hay otros lugares, usemos la creatividad – agregó apretando mi mano.
– ¿Y qué paso con tus reglas? – pregunté tratando de controlarme.
– Ya son obsoletas, claro que si quieres, se pueden poner unas nuevas.
Comenzó a caminar y no me había percatado que al fondo había una pequeña puerta, la abrió y me hizo entrar. Me di cuenta que era una pequeña bodega donde guardaban cosas para el aseo. Entró y cerró la puerta, quedamos completamente a oscuras, sólo se colaba un poco de luz por debajo de la puerta y sentí miedo, la adrenalina estaba subiendo a mi cabeza, pero temía que alguien pudiera abrir la puerta.
Sentí sus manos en mi cintura, atrayéndome a su cuerpo y su boca besándome desenfrenadamente, con hambre y le correspondí de la misma forma, había extrañado tanto esos besos, aunque este era más intenso, mi cuerpo de inmediato se encendió, ese hombre era mi perdición. Subió lamiendo al lóbulo de mi oreja mientras una de sus manos apretaba mi nalga por encima del vestido, un jadeo se me escapó, su cuerpo estaba reaccionando de la misma forma que el mío. Mis manos se movían hacia su pantalón para desabrochárselo, las suyas subieron presurosas por mis muslos y las deslizó por debajo del vestido, alcanzó mi ropa interior y comenzó a bajarla, le ayudé a deshacerme de ella con las piernas.
Me recargó en una especie de estantería y sus dedos se dirigieron a mi parte íntima que comenzó a frotar en tanto yo lograba por fin desabrocharle el pantalón, se lo bajé un poco al igual que su bóxer y acaricié su erección. Segundos después, él se separó lo necesario para ponerse el condón, mientras yo sentía mi respiración agitada. Sentí que colocaba su miembro en la entrada de mi sexo y yo subí una pierna y la coloqué en su cadera. Él me ayudó, poniendo su mano en mi muslo mientras lo sentía entrar en mí con fuerza, me mordí el labio para no gritar, él se movía en mi interior ávidamente y al mismo tiempo me besaba para silenciar los gemidos que no podíamos reprimir, mis manos estaban aferradas a su espalda por debajo de la camisa que había desabrochado a la mitad. Rompimos el beso para respirar.
– ¿Me extrañaste? – susurré con la voz entrecortada.
– No tienes idea cuanto – respondió en mi oído con su voz distorsionada.
– Muéstrate que tanto – agregué apretando su espalda.
Él acelero más sus movimientos mientras lamía mi cuello, yo seguía aferrada a su espalda y la acariciaba, él me apretaba el muslo y su otra mano estaba en mi cintura, volvimos a besarnos ansiosamente, después nos separamos y lamí su cuello.
– Te extrañé tanto Bella – susurró en mi oído mientras seguía moviéndose en mi interior.
– Repítelo – pedí vuelta loca porque había pronunciado mi nombre.
– Te eché muchísimo de menos… Isabella.
Odiaba que me llamaran así, pero en su boca fue como música para mis oídos y sentí como una intensa corriente eléctrica recorría todo mi cuerpo al llegar al éxtasis total y ahogué el gemido en su cuello.
– Yo también te eché de menos… Edward – en ese instante sentí como llegaba él al orgasmo mientras me besaba con fiereza para evitar gritar.
Después se separó de mis labios y puso su cabeza en mi hombro, sentí su tibio aliento en mi piel y lo sujeté con más fuerza, su miembro seguía dentro de mí y él me abrazó fuertemente tratando de controlar su respiración al igual que yo.
Fragmento de la canción: Ardiente tentación.
Intérprete: Sentidos Opuestos.
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