-¿Puedo pasar?- me preguntó sensualmente, insinuándose.
-Claro-me reí.
Le cogí de la camisa y le atraje a mí cerrando la puerta de un portazo. Me besó, me besó como nunca alguien me había besado, lujuriosa y sensualmente. Tuve que separar mis labios unos segundos para poder respirar y seguir con su juego.
-Vamos a mi habitación-le susurré a apenas unos milímetros de sus labios. Ambos estábamos deseosos, aunque su reacción me impresionó. De pronto, me sonrió seductoramente y me cogió por completo apoyando mi cadera en su hombro mientras las piernas me colgaban al lado de su cabeza y la otra mitad de mi cuerpo colgaba por su espalda.
-¡Rob!-grité ante el susto que me dio al cogerme. Él se rió y subió las escaleras arriba, sin saber muy bien a dónde ir.
-¿Dónde está tu cuarto?-me preguntó riendo y asomándose a las numerosas habitaciones que tenía mi casa
-A la derecha- no podía pronunciar muy bien mis palabras, pues estaba colgada de un hombro a 1,85 metros de altura.
-¿Dónde? ¿Aquí?- abrió la puerta de mi habitación y entramos en ella mientras yo la cerraba con mi mano desde aquella altura.
Rápidamente me sentó sobre el escritorio, apartando todas las cosas que había en él, incluso hubo algo que tiró al suelo. Una vez sentada, le agarré de la camisa y le atraje a mi boca, besándola frenéticamente, necesitándola como el aire que respiraba. Sentí sus manos recorrer mis piernas hasta llegar a mis muslos y propagarme numerosas caricias que recorrían mi cuerpo como corrientes de electricidad, las cuales me hacían temblar.
Le quité la camisa mientras nos besábamos con desesperación y la tiré al suelo. Él hizo lo mismo con la mía. Separó sus labios de los míos y los depositó sobre mis hombros desnudos, mientras sus manos subían lentamente mi camiseta, hasta quitármela por completo y lanzarla al aire. Siguió besándome mientras me acariciaba, esta vez los pechos, por encima del sujetador, lo que me hizo soltar leves gemidos. Él rió al ver lo rápido que me había excitado tan solo con sus besos y caricias.
Siguió acariciándome los pechos hasta quitarme por completo el sujetador, lo cual le agradecí, estaba deseosa de sentir su lengua en mis pechos. Parecía que Robert me leía el pensamiento, pues cumplió mi deseo: lamió y succionó mi pecho derecho mientras acariciaba el izquierdo con una de sus manos y con la otra me sujetaba por la cadera, como si me fuese a escapar. ¿Creería que me escaparía? Jamás.
Siguió lamiendo mis pechos haciendo que de mi boca salieran gemidos que le provocaban más excitación aún. Yo quería acariciarle y rozarle con mi mano aquel bulto que sobresalía de su pantalón, pero mis manos quedaron aferradas por las suyas.
-Deja que sea yo quien te haga disfrutar- me susurró al oído, habiendo que su aliento me hiciera temblar.
-Te deseo-le respondí-penétrame hasta el fondo, solo como tú sabes…Robeert-puse un tono sensual, para excitarle más.
Lo conseguí, me cogió y me tumbó sobre la cama. Siguió besándome y mordisqueando mi cuello mientras le ayudaba a quitarse por completo la camiseta. Acaricié su pecho y su espalda mientras él desabrochaba mi short. Sus caricias me volvían loca. Me besó los pechos, descendiendo por mi abdomen y dejándome una serie de besos húmedos por el camino. Me tenía completamente aferrada a la sábana, no dejaba que le acariciara, pero me libré de su prisión y enredé mis dedos en su cabello.
Continuó bajando hasta llegar a mi tanga, el cual bajó lentamente dándome pequeños besos en mi intimidad. Agarró con sus manos mis muñecas y me las depositó a ambos lados de mi cabeza mientras metía su lengua en mi intimidad. Esto me hizo gritar fuertemente y arquear mi espalda ante el placer. Siguió jugando con su lengua dentro de mí. Mi intimidad estaba cada vez más mojada. Estaba a punto de llegar cuando sacó su lengua de mi sexo y me la introdujo en mi boca.
Le mordí el labio inferior, y entonces, él sacó de su bolsillo un condón y me miró con una sonrisa juguetona. Yo estaba sumida por el placer que me había causado su lengua dentro de mí, pero quité mis manos de sus muñecas y le desabroché el botón de su pantalón, ayudándole a quitárselo. Quedó en bóxers, pero no duró mucho, ya que él se los quitó liberando a su duro y erecto miembro.
Yo me incorporé y le hice girar para quedar yo encima de él. ¿Qué pensaba, que era el único que podía hacer disfrutar? Ni hablar. Coloqué la almohada en el cabecero de la cama y él se recostó sentado quedando yo encima de él. Le puse el condón mientras acariciaba su miembro e introduje de un tirón su duro sexo en mi vagina y comencé a moverme en círculos, proporcionando un exquisito roce que a ambos nos hizo gemir. Puse mis manos en su pecho y él en mis pechos masajeándolos mientras gemía.
-Beeellaaaa….no pareeeeesss….siiigueee-gimió sin poder abrir los ojos debido al inmenso placer que le estaban causando mis movimientos.
Comencé a moverme más rápido, esta vez había una mezcla de movimientos: subía, bajaba, subía, me movía en círculos, volvía a subir, volvía a bajar…
Robert y yo nos mirábamos fijamente, pudiendo ver en cada uno el placer que ambos nos estábamos proporcionando. Seguimos moviéndonos y gimiendo como dos perros en celo hasta alcanzar el orgasmo juntos, cayendo yo encima de él, intentando recuperar la respiración.
-Magnífica-su voz era entrecortada debido al placer. Me acarició la mejilla y me apartó el pelo que me caía a ambos lados de la cara.
-Único-le respondí con otro adjetivo refiriéndome a él.
Me acosté a su lado acariciándonos mutuamente y tratando de recuperar la respiración. Yo abracé su pecho y ambos quedamos dormidos.
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