A lo largo de una semana sin ánimos de despedirme de los Cullen, y además sin haber recibido una abierta invitación a hacerlo, yo permanecía con ellos. Era fascinante como una sola decisión podía haberme llevado a tantas consecuencias tan buenas. El solo hecho de no haber escuchado a mi subconsciente y haber buscado a los raros de ojos amarillos había traído a mi hermana de regreso a mi lado además de un hogar luego de tanto tiempo de haberlo carecido. Conforme iba conociendo a cada uno de los miembros del clan me había dado cuenta de sus constantes formas de ser.
Además de haber comprobado que Jasper tenía otro don increíble, aunque me costara admitirlo, él era capaz de controlar las emociones. Genial. Aunque jamás lo aceptaría en voz alta. Aunque ya no se veía tan desconfiado como al principio, había surgido una ligera rivalidad entre él y yo, no había pasado a mayores.
Un día inesperado me dí cuenta de que siete días llevaba con los Cullen, y aunque no me hubieran echado ni nada parecido, yo me creía una intrusa por estar ahí. No quería seguir alterando su familia. Me aventuré a comentárselo a Carlisle una vez, de nuevo me dí cuenta de que esas personas no eran vampiros en absoluto.
Él iba caminando a lo largo del pasillo, dirigiéndose a su despacho, como hacía cada tarde, hasta donde yo me había dado cuenta, lo intercepté luego de escaparme de Alice, que me rodeaba con sus insultantes atuendos color rosa y me llenaba de todo tipo de perfumes, zapatos… era horrible, francamente. Intercepté a Carlisle:
–Oye Carlisle… –él me miró extrañado, ya que en todo ese tiempo con ellos, me había limitado a hablar con Alice y casi no hablaba con los otros vampiros.
–Dime Cynthia… ¿Hay algún problema?
–Ah… no –la simple idea de dejar a Alice me provocaba un nudo en la garganta imposible de ignorar –ah… verás… llevo una semana aquí y no te he dado… las gracias por aceptarme en tu hogar –le dije con sinceridad –te juro que es la primera vez que alguien me trata con… confianza. Gracias. Pero creo… que es tiempo de dejarlos continuar con sus vidas –la peligrosa sensación de dolor que me embargó hizo que me diera cuenta que no podría evitar llorar –estoy segura de que comprendes…
– ¿Quieres irte querida? –una expresión clara de tristeza lo embargó, no lo creí capaz de fingirla.
–Yo… creo que sería lo mejor –hasta yo me di cuenta de mi expresión de dolor –no quiero que comiencen a verme como…
–Cynthia si tiene algo que ver con nuestra dieta –interrumpió, tratando de convencerme –te aseguro que nosotros no te obligaremos a hacer nada… puedes continuar con tus antiguos hábitos.
–No… no Carlisle… no es nada de eso, no tengo más que agradecerles por haberme abierto las puertas a una nueva posibilidad para vivir no tan… vampíricamente…
Él se rió. Pero permaneció serio cuando comencé a explicar mis razones.
–Es sólo que, comienzo a creer que ustedes podrían pensar, o verme a mí como alguien… no tan bienvenido –frunció el ceño –me refiero a que llegué de una manera muy repentina a su hogar, y no me gustaría que creyeran que me estoy aprovechando.
–Cynthia tu eres totalmente bienvenida a nuestro hogar, y no sólo a nuestro hogar, sino también a nuestra familia, has de saber que eres totalmente bienvenida a permanecer con nosotros, ¿sabes? Desde tu llegada veo a Alice mucho más radiante, y nosotros, para serte sincero, nos reímos más seguido –sonrió –eres como un nuevo integrante de la familia del cual nosotros no teníamos idea, así que no te veas obligada a irte sólo por creer que eres “mala compañía”, de verdad eres bienvenida.
Luché para no comenzar a saltar de emoción en ese instante, Carlisle era la persona más buena que había conocido en mi vida. Aunque seguía teniendo dudas acerca de mi forma tan repentina de llegar.
–Pero Carlisle… no puedo dejar de pensar en que la manera en que llegué fue demasiado repentina… yo…
Él soltó unas risitas.
–Cynthia… creo que Alice no tardará en encontrarte para que sigan probándose su ropa, pregúntale a ella, pídele que te cuente como llegaron ella y Jasper a nuestra familia –palmeó mi hombro y pellizcó mi barbilla –por lo pronto siéntete totalmente bienvenida ¿está bien?
–Muchas gracias Carlisle –sólo pude decir –muchas gracias, eres el mejor.
Él sonrió y se dirigió nuevamente a su despacho.
Yo sonreí de oreja a oreja. Me querían. Aunque sólo fuera un poco, yo ya era parte de esa familia. Casi sufrí un ataque de euforia. Comencé a dar brinquitos por doquier, sólo que con las zapatillas tan grandes que Alice me había puesto, no estaba cómoda, lo cual me recordaba ¿Qué había querido decir Carlisle? ¿Sería buena idea preguntarle? Claro que sí. Me dirigí a su cuarto.
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