—¿Crees que le tengo miedo al amor?—le preguntó y cuando ella asintió,había dicho—.Bueno tal vez…y tal vez es cierto que se necesite a uno para conocerse a uno.
Bella soltó un lento suspiro y reconoció que tenía miedo.El miedo le había impedido hablar con Edward cuando él había querido hablar con ella después de despertarse.Tenía miedo de ser herida.No por ser rechazada,ella sabía que él estaba dispuesto a ser su compañero de vida y Bella sabía que no era porque ella lo hubiera cambiado.Edward la amaba.Ella lo sentía cada vez que sus mentes se fusionaban.Ella le tenía miedo al futuro y a lo que podría hacerle a su amor.
—La vida no viene con garantías—le había dicho Tanya,pero tampoco el amor.Nadie sabe lo que le deparará el futuro,pero Bella sabía que el tiempo pasado con Edward había sido el más maravilloso en todos sus doscientos años.También sabía que si permitía que el miedo tomara la oportunidad de un futuro con Edward,el precio sería renunciar a tener la oportunidad de tener más de aquellos mejores momentos.Básicamente,esto no era el pago por tenerle miedo al amor,pensó y decidió que esta noche hablarían sobre el futuro.Estaba lista para arriesgarse.
—¿Bella?
Ella alzó su mirada ante el comienzo del sonido de su nombre y se encontró al Padre Aro en su puerta.
—¿Sí Padre?
—Aquí hay un hombre que quiere verte—anunció el sacerdote,entonces se dio la vuelta para que alguien se adelantara.
Nadie había venido a verla al refugio y Bella estaba comenzando a fruncir el ceño con confusión,cuando Edward se detuvo ante ella.
—¡Edward!—empujó su silla y se puso de pie,pero entonces hizo una pausa y refrenó el impulsó de correr alrededor del escritorio para lanzarse hacia él.Intentando mantener una actitud profesional por el bien del Padre Aro,Bella mantuvo un tono calmado cuando le preguntó—.¿Qué haces aquí?
—Estoy aquí para llevarte a casa—anunció él—.¿Lista para irte?
—Ah—Bella bajó su mirada hacia su reloj y frunció el ceño al comprender que había pasado el tiempo.Como era costumbre,siempre perdía la noción del tiempo.Su mirada se deslizó sobre su escritorio y gimió.
—Necesito guardar los expedientes y dejarle una nota a la muchacha que trabaja de día,entonces ella sabrá qué llamadas hacer y…
—Adelante—interrumpió Edward—.No me importa esperar.
Bella sonrió,entonces observó al Padre Aro.
—Gracias,Padre—murmuró,moviéndose alrededor de su escritorio hacia la puerta—.Gracias por regresar.
—¿Está todo bien entonces?
—Ah,sí.Él es un amigo—le aseguró.
—Ah—asintió el Padre Aro—.Bien—vaciló,entonces retrocedió hacia la puerta cuando Edward se deslizó en la oficina—.Sólo…—el sacerdote agitó su mano con vaguedad,entonces se giró y se fue por el pasillo.
Bella lo observó irse con preocupación.El Padre Aro no estaba durmiendo lo suficiente y esto estaba comenzando a preocuparla.Tenía ojeras lo suficientemente grandes para hacer una tienda de dulces en ellas y su complexión estaba tomando un tinte gris de mala salud.Suspirando cuando él salió de su campo de visión,cerró su puerta y se giró hacia Edward,jadeando con sorpresa cuando se encontró entre sus brazos y su boca descendió a la suya.
—Mmm—murmuró él y terminó el beso—.Hola.
—Hola—susurró ella fuertemente—.¿Tuviste que esperar mucho?
—Treinta y cinco años,por ti valió la pena esperar—le aseguró Edward.
Bella sonrió suavemente y besó la punta de su nariz,entonces dijo:
—Quise decir esta noche.
—Quieres decir esta mañana—le corrigió—.Aunque aún parece de noche pues aún no ha salido el sol.
—Es un poco confuso tener las horas opuestas cada uno—reconoció ella.
—Sí,lo es—concordó Edward—.Y la respuesta a tu pregunta,he estado esperando por media hora.Llevo aquí cinco minutos.En realidad,llegué a la ciudad con media hora de antelación y me detuve en una tienda de donuts para que no se me viera patéticamente impaciente por sentarme en el estacionamiento.
—Patéticamente impaciente,¿eh?—preguntó Bella con diversión,relajándose en sus brazos y jugando con los botones de su camisa.
—Probablemente sea bueno que te hallas detenido en una tienda de donuts.Dudo que estuvieras de tan buen humor si yo te mantuviera esperándome durante una hora.
Él se encogió de hombros ligeramente.
—No sabías que estaba aquí.