Narra Alma
Noté sangre, una sangre tan deliciosa, ese aroma me resultaba tan familiar asta que pude ver de quien se trataba pero cayó al suelo. Todo por mi culpa.
- ¡Jacob! –grité.
¿Cómo había sido capaz de darme su sangre?
- Abuelo haz algo.
- Tranquila, dentro de cinco segundos abrirá los ojos, no lo has matado porque es un hombre lobo y aguanta.
- Jake… por favor… despierta…
Puse mi mano en su mejilla y le mostré lo agradecida que estaba y lo disgustada a la vez, entonces abrió sus ojos y me sonrió.
- Estás bien, mi pequeña… -intentó incorporarse pero no pudo.
- Lo siento, tanto…
- Pero ahora lo que importa es que bebas más a menudo, ¿vale?
- Lo siento. –me disculpé ante todos.
- Alma, casi mueres por culpa de la sangre, ¿Cuánto tiempo llevabas sin…?
- Creo que cinco meses. Empecé con los exámenes y estaba tan agobiada…
- Pensaba que bebías por eso no comías en casa.
- Mamá… -dijo mi madre tan cabreada.
- No has comido nada durante cinco meses… ¡Estás loca Alma Cullen Swan! –gritó mi madre.
Agaché la cabeza y mis ojos se encontraron con los de Jake, mi Jake.
Puse mi mano otra vez en su mejilla.
Te amo, lo siento lo de hoy… Te voy a cuidar. –sonreí.
- Vale. –dijo Jake sonriendo.
- Mamá… esta noche.
- Vale, pero te recuerdo que tienes que estudiar.
- Sabes perfectamente que voy de sobrada. Tú tranquila.
- Vale.
Narra Bella
Cuando nos fuimos a casa Edward y yo nos sentamos en el sofá y nos mirábamos como el primer día que hablamos en el hospital. Esas mariposas aunque estaban muertas, yo aun las seguía notando. Aunque fuese vampiro, esos sentimientos estaban allí dentro de mí.
- Te amo, Eddi. –piqué a Edward.
- No me lo creo. –dijo con una sonrisa perfecta.
- No te lo creas.
Entonces el timbre de la puerta nos interrumpió un casi beso que no llegó.
Fui abrir y era…
- ¡Hola familia! –gritó Emmet y detrás de él estaba Rosalie.
- Emmet… -suspiró Edward.
Rosalie me miró con una media sonrisa y nosotras empezamos hablar de nuestras cosas mientras Edward y Emmet de sus cosas.
- ¿Cómo está Alma? Me han contado lo que le ha pasado –me dijo mi cuñada.
- Sí, está mejor. Pero Jacob tiene que descansar.
- Ese perrito caliente casi se convierte en polo… -rió Emmet.
- ¡Emmet! –le grité. – Ese perrito es el novio de mi hija, respétalo.
- Lo sé cuñadita. Tenemos que hacer un pulso, acuérdate.
- ¡Cuando quieras! –dije sonriendo.
- ¡Ahora! –gritó él y salimos afuera y pusimos nuestros brazos en una roca.
- Gánale Bella. –me dijo Rose.
- Lo aré. –dije enseñándole a Emmet mis dientes con una sonrisa incluida.
- No te hagas daño amor. –me dio un beso Edward.
- Tranquilo hermanito… intentaré no hacerle daño.
Empezamos hacer le pulso y Emmet tenía fuerza pero yo jugaba con ventaja y le gané, quiso la revancha unas diez veces asta que me cansé.
- Eso no vale. –dijo molesto.
- Mira… has ganado tú, ¿vale? –le dije para que no se enfadara.
- Algún día te ganaré. –y se rió a lo malvado. –muajajajamuaaaajajaja.
Nos entró la risa a los tres restantes.
- Monito mío no hagas eso. Que me da miedo. –dijo Rose.
- Tranquila barbie mía.
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