Hasta los vampiros cometen errores.

Autor: Huellas
Género: Romance
Fecha Creación: 24/07/2010
Fecha Actualización: 24/07/2010
Finalizado: SI
Votos: 7
Comentarios: 31
Visitas: 33976
Capítulos: 16

¿Qué hubiera pasado si Reneesme no hubiera venido al mundo? Aquí les dejo un Amanecer alterno. Hasta los vampiros cometen errores.

 

 

 Todos los derechos de autor reservados a Stephanie Meyer autora de la Saga Crepúsculo, quien es la autora oficial de los personajes conocidos del siguiente FanFic.  

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Capítulo 8: Y Bella?

Micaela POV.

Perfecto, por fin dejaba de estar sola. Menos mal que Bella apareció en mi vida, porque no sé qué sería de ella sin mí. Es como una hermana mayor para mí, la hermana que nunca tuve en… en… no podía recordar mi vida humana, vaya que sonaba raro decir vida humana, ahora era vampira.

Bella era hermosa pero tenía una mirada tan triste. Después de explicarme que su dieta era basada en animales, y algo sobre unos tal Vulturi que nos matarían si no hacíamos las cosas bien, salimos de caza, como ella decía. Todavía me costaba decirlo en voz alta.

Tres días después, nos encontramos con Raúl, que después me enteré que era la persona que me había convertido. Él me pedía perdón constantemente por haberme convertido, ya que después que me mordió no quiso matarme.

Bella lo aceptó gustosa y al principio intentó macharse dejándome con él, pero no se lo permití. Por mucho que ella quisiera parecer fuerte, sé que en esos momentos necesitaba a alguien, pero no entendía por qué estaba tan mal.

Eso había pasado hace un mes, ahora estábamos en un hotel a mitad de la carretera. Por suerte Bella llevaba dinero, porque yo nada más tenía el jean, el par de tenis, y la blusa. Ella me prometió que saldríamos de compras, aunque se entristeció cuando lo prometió. Y Raúl también llevaba un poco de dinero, él también tendría que salir de compras. En el motel en el que nos hospedamos, tuvimos que decir que éramos hermanos, nos inscribimos bajo el apellido de Raúl, los hermanos Quant.  

 

Un año después.

 

Alice POV.

Me quedé petrificada en la sala mientras llevaba las flores hacia la cocina para el nuevo arreglo de Esme. Una visión me nubló la vista.

Un joven y una mujer, ambos vampiros, venían hacia acá en media hora. Estaban cerca, ya casi llegaban. El hombre era alto y delgado, cabello negro y ojos igual. La mujer era más joven, el destello de los ojos rubíes se estaba perdiendo dando paso a unos ojos azules, era de cabello castaño claro.  Venían tomados de las manos.

Llegué a la cocina.

-¡Familia! –grité para que todos llegaran. En un segundo, o dos, la familia entera estaba allí, menos Edward. Nos habíamos acostumbrado a que Edward no saliera de su cuarto, y no hablara sino lo necesario. Todos sufríamos con su actitud, incluso había empeorado cuando nos enteramos que la humana por la que Edward había dejado a Bella, o al revés, se había ido con su hermana de Forks.

-¿Qué pasa, amor? –me dijo Jasper enrollando mi cintura con sus brazos. Le di un pequeño beso y me volteé hacia los demás.

-Viene una pareja, un hombre y una mujer. Estarán aquí en media hora.

-¿A qué vienen? ¿Los conocemos? –preguntó Carlisle.

-No, son desconocidos. Tienen preguntas, creo, no lo sé –dije.

Media hora después, escuchamos sus pasos rápidos hacia nosotros. Nos formamos como siempre. Jasper y yo al lado de Emmett y Rosalie, y Esme y Carlisle atrás, en el porche.

-¿Familia Cullen? –preguntó la mujer, era pequeña como yo.

-¿Quiénes son? –preguntó Rosalie con apatía. El hombre puso a su pareja detrás de él y habló cordialmente.

-Mi nombre es Raúl Quant, y ella es mi novia Micaela Ebratt. ¿Ustedes son la familia Cullen?

-Sí. Mi nombre es Carlisle, ella es mi esposa Esme. Ellos son Rosalie y Emmett, y Alice y Jasper –explicó Carlisle dirigiéndose a cada uno. La mujer y el hombre se miraron extrañados, confundidos.

-¿En qué le podemos ayudar? –preguntó Esme.

-Bueno yo… Ohm… ¿Y… y Edward? –preguntó tímida Micaela. Todos nos quedamos petrificados, Carlisle se adelantó y caminó hasta ellos.

-¿De dónde lo conocen?

-No lo conocemos. ¿Dónde está? –Micaela dio un paso no calculado hacía delante y al instante todos los rodeamos. Raúl la cubrió con sus brazos y ella se ocultó temerosa.

-Explíquense –pidió Jasper a mi lado.

-Tú debes ser el tranquilizante –divagó Raúl, luego miró a Rosalie –, y tú la rubia despampanante –Emmett gruñó.

-Tú el oso, y tú la duende –dijo Micaela mirándome divertida –, Bella siempre decía que la duende era mejor que yo en las compras.

-¡¿Bella?! –gritamos todos al unisonó. Edward estuvo en la puerta en el mismo segundo, por primera vez lo veíamos levantado para otra cosa que no fuera la caza. Claro, la mención de Bella.  ¿Ellos la conocían? Carlisle se puso frente ambos y habló pausado pero decidido.

-¿Conocen a Bella?

-Tú debes ser el padre, y tú la madre –calculó Micaela.

-Ya basta, Micaela. Sí, conocemos a Bella –Edward sacudió a Raúl por los brazos, Emmett intentó separarlo con la ayuda de Jasper.

-¡Cálmate, Edward! –gritaba Emmett.

-¿De dónde la conocen? ¿Dónde está? ¿Cómo está? –preguntaba Edward.

-Tú eres Edward –masculló Micaela con desprecio. Raúl hizo el amago de pegarle.

-Con que tú eres Edward.

-Esperen, esperen. ¿Por qué no entran?

Entramos a la casa tensos pero con la esperanza a flor de piel, Bella estaba viva y bien. Por lo menos no había estado sola todo este tiempo.

-Ahora, por favor, cuenten todo lo que sepan de Bella. Se los suplico –pedí sentándome al lado de Jasper. Rosalie y Emmett se sentaron en el principio de las escaleras, y Esme y Carlisle se quedaron a un lado de nosotros, Edward en una esquina mirando todo perfectamente.

-Me encontré con Bella hace un año, un día después de mi conversión. A los tres días conocimos a Raúl, y estuvimos los tres durante varios meses. Los conozco porque cuando Bella se… cuando ella… -Edward se tensó y arrodilló poniendo sus manos en el rostro. Esme estuvo a su lado intentando levantarlo.

Micaela y Raúl lo miraron como si fuera pan de cada día.

-Continúen, por favor –pidió Emmett.

-Bella hacia lo mismo que Edward –explicó Raúl. Todos  nos quedamos en blanco.

-Se encogía durante días cuando veía una rubia hermosa –miró a Rose –o cuando íbamos de compras y yo me volvía loca en las tiendas, diciendo que yo me parecía a su duende –me miró a mí –, incluso cuando pasábamos por una tienda de peluches y veía osos –miró a Emmett.

-Una vez le pedí que se tranquilizara, y rogué por un poder que me permitiera tranquilizarlas a las dos –Micaela bajó la mirada –. Ellas estaban como locas porque un ratón había entrado a la habitación –se rió.

-Bella enseguida mató al ratón y se aovilló protegiéndose, diciendo que no había mejor tranquilizante que su rubio preferido –dijo Micaela con nostalgia  mientras miraba a Jasper.

-Una vez que estuvimos en una feria, vimos una familia. Los padres se afanaban sobre los pequeños –ambos miraron a Esme y Carlisle alternamente mientras él hablaba –Bella dijo que mejores padres nunca.

-¿Qué pasó? ¿Por qué no está con ustedes? –pregunté nerviosa. Algo no me gustaba.

-Bella se fue hace una semana. Estábamos en Port Ángeles y desapareció cuando entramos a ver una película. Ella estaba nerviosa, no paraba de mirar a todos lados, y por más que quisimos no logramos que se quedara con nosotros. Entramos solos al cine, y cuando salimos ella ya no estaba por ningún lado –dijo Raúl. Todos tragamos en seco, estuvimos tan cerca pero tan lejos a la vez.

Nos quedamos en silencio, cada uno asimilando las cosas desde su perspectiva.

Carlisle rompió el silencio cuando Edward al fin se levantó.

-¿Cómo sabían el nombre de Edward? –respondió Micaela.

-Cada vez que se aovillaba, luego de decir rubia, duende u oso, empezaba a murmurar su nombre muy bajo. A veces solo veía que sus labios se movían.  Daba pena verla, tenía la misma mirada de él –dijo señalando a mi hermano con la cabeza.

-¿No tienen idea donde está ahora? –preguntó Emmett.

-No. Los buscamos con todos los vampiros que encontrábamos, hasta que una familia en Denali  nos dijo dónde encontrarlos. Llegamos aquí en cuánto pudimos.

-¿Para qué vinieron? Sin querer ofenderlos –expliqué cuando Raúl me miró confundido.

-Queríamos ver si estaba aquí, estamos preocupados por ella.

¿Dónde rayos estaba Bella?

Capítulo 7: Palabras, solo palabras. Capítulo 9: Problemas.

 
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