Una luz entre las sombras

Autor: Kenny
Género: Fantasí­a
Fecha Creación: 28/07/2013
Fecha Actualización: 20/11/2013
Finalizado: NO
Votos: 1
Comentarios: 3
Visitas: 26538
Capítulos: 30

Sinopsis:

Luego de la aparente victoria de los Cullen contra la amenaza Vulturi, aparece un nuevo punto de ambición para las capas negras. Alice Cullen, antes de ser inmortal vivía en Biloxi, Missisipi junto con su madre y sus dos hermanas: Cynthia y Evelyn Brandon. La historia se enfoca en la vida de Cynthia Brandon, la hermana mayor de las tres, quien fue separada de ellas al ser atacada por los vampiros. Ahora deberá aliarse con el clan Cullen para salvar lo único que jamás tuvo y en la inmortalidad consiguió al fin: una familia a quien amar.

 

Prefacio:

Incluso en el mundo de fantasía, de lo inexistente, puede llegar a existir el dolor en magnitudes en las que se llega a cuestionar lo que es real y lo que no.

Incluso yo, que después de vivir una eternidad valiéndome da vidas de humanos inocentes, al encontrar una luz en mis tinieblas no supe como manejarla.

Ni siquiera estoy segura de que fuera una luz. Tal vez sólo era una sombra diferente que llamó mi atención en la oscuridad. No lo sé. Y tampoco me importaba, ni siquiera entonces que podía ver el inmenso daño que le hacía a la gente a mí alrededor. Mi familia.

De entre todo el sufrimiento albergado a mi alrededor, sólo el de él me importaba. Tal vez sonara egoísta. Pero era la verdad y nadie podía cambiarla, ni siquiera yo. O él. 

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Capítulo 8: Una nueva Cynthia Brandon

En cuanto mi hermana me permitió abrir los ojos nuevamente me di cuenta de la barbaridad que había cometido. Me descubrí usando un vestido gris, hasta la rodilla que insulsamente estaba pegado a mi cuerpo, me daba miedo de verme así.  La claustrofobia llegó a un nivel superior al que hubiera creído posible, ya que con esa ropa tan fina no podría tener la confianza de caminar y correr a mi gusto. Cuando intenté caminar me di cuenta de otra fuente de terror innecesario. Un par de enormes zapatos, con tacones altísimos, los más grandes que vi en el armario se acomodaban a mis pies.

Caminé con sorpresa mientras Alice me dedicaba una sonrisa radiante y decía:

 

–Perfecta, total y absolutamente perfecta.

–Mm… Alice no sé si…

 

La mirada de suplica que me dirigió me derritió por completo y fui incapaz de reprocharle nada, di un suspiro y rectifiqué mis intenciones en la oración:

 

–Los tacones sean suficientemente altos…

 

Estaba completamente convencida que eran los más altos en su armario, por eso me arriesgué a decir eso. Ella frunció el ceño y dijo:

 

–Creo que estás en lo cierto… veré si Rosalie tiene…

–No, no, no, así me gusta, está perfecto.

 

Se rió y me arrastró un espejo, era extraño hacía mucho tiempo no me veía en uno. Viviendo lejos de cualquier estructura a la que se le pudiera llamar “hogar”, no había más espejos que los charcos que se formaban por la lluvia o algún río o arroyo cercano.

Aún así no me gustaba nada ver mi reflejo, esos ojos rojos, siempre al acecho de su próxima víctima me hacían deprimir.

 

Ella trajo el espejo y yo, a regañadientes eché un vistazo. Me quedé boquiabierta, y no por el hecho de que pareciera una de esas modelos de pasarela, no. Mis ojos. No eran negros ni rojo escarlata. Mis ojos eran de un sorprendente y brillante color ambarino, muy, muy parecido al de mis compañeros vampiros escaleras abajo. O a los de mi hermana.

 

–M-mis-s o-oj-oss-s… –tartamudeé. 

–Cynthia… ahora eres como nosotros. No te sigas empeñando en creer que eres un monstruo atroz que no tiene perdón alguno. Todos fuimos como tu alguna vez, cariño.

 

Sus palabras eran como un bálsamo, que se esparcía con cuidado en las heridas que tanto tiempo había luchado por ocultar. Me sentí, por primera vez en un siglo, feliz y comencé a creer que yo no era un total demonio, destinado a acabar con la luz del mundo. No era ya sólo un vampiro. Era parte de un todo… o casi. Alice se limitó a sonreír mientras nos dirigíamos nuevamente escaleras abajo.

 

Yo aún no terminaba de digerir lo ocurrido cuando me postré ante los demás vampiros, que sonrieron.

 

–Veo que Alice hizo de las suyas contigo Cynthia –dijo Emmett con astucia, estaba segura de que se burlaría, pero de repente la expresión más extraña nubló su rostro.

 

Me dí cuenta de que todos me miraban con extrañeza y sin creer lo que veían. Descubrí una pequeña e insignificante gota de ponzoña en mi mejilla, pero lo suficientemente grande para que todos la vieran. Al ser consiente de su existencia la tomé con la punta de mi fino dedo y la observé. Si era ponzoña y acababa de salir de mi ojo.

 

–Ups… –susurré.

 

Carlisle y Edward se miraron atónitos y Alice solo me miró con curiosidad, como si todo esto ya hubiera estado planeado. Claro. Ella lo había visto. ¿Cuándo lograría acostumbrarme a todo esto?

Miré a todos, como buscando apoyo.

 

–Oh, lo lamento… –dije aún mirando la gota de ponzoña, pero no mostré signo alguno de sorpresa.

 

Todos me miraron como retrasados. Jasper logró hablar por primera vez:

 

– ¿Esto te había ocurrido a ti alguna vez?

 

Me encogí de hombros y asentí.

 

–Hay momentos en los que incluso un vampiro se puede resquebrajar ante los acontecimientos que se dan. A mi me ocurrió un par de veces…

 

–A mí no… ni siquiera cuando nos vimos envueltos con el asunto de Nessie y los Vulturi –reflexionó Alice.

 

OK, OK. ¿Qué me perdí? ¿Habían tenido un encuentro con esos… Vulturi? Había escuchado de ellos y sabía cual era su función en el mundo de los vampiros ya que viviendo un siglo con esa condición debía conocer las reglas, pero jamás los había visto cara a cara, solo en mis visiones. ¿Ellos sí? ¿Y quién era Nessie? ¿Un guardia Vulturi?

 

Me quede mirando a Alice con la boca abierta, llenando mi cabeza con esas preguntas. Vaya que había mucho que aclarar.  No tuve el valor de pedir ninguna aclaración, eso tendría que esperar.

 

 

Capítulo 7: Conociendo a mí hermana Capítulo 9: Conociendo a mi nueva familia.

 
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