Ajenos al destino (+18) ©

Autor: vickoteamEC
Género: General
Fecha Creación: 12/09/2011
Fecha Actualización: 14/02/2012
Finalizado: SI
Votos: 12
Comentarios: 164
Visitas: 72694
Capítulos: 20

 

¡FINALIZADO!

Isabella Swan, una exitosa empresaria decide dar un giro a su vida mudándose al pequeño pueblo en el que vivió cuando era niña.

Tras un gran agotamiento físico y mental; decide dejar a cargo de sus negocios a Ángela, su mejor amiga y socia. Y retirarse del ajetreo, las prisas y la adicción al trabajo que le ocasiona su vida en la gran manzana. Deja atrás computadoras, teléfonos celulares de última tecnología y coches modernos; para ahora enfrentarse a biberones y pañales. Entrega solicitud en una importante agencia de niñeras en Port Angeles, en la que es aceptada de inmediato.

Tras el inesperado cambio, toma la decisión de vivir de nuevo con su padre en el pequeño pueblo de Forks y retomar su antigua vida entre las montañas y los bosques.

El destino le tiene preparadas muchas sorpresas, entre ellas una pequeña que deberá cuidar como parte de su trabajo y que la hará retomar el curso de lo que, según ella, estaba en el pasado y jamás volvería a ocurrir.

 

*******************

Los personajes (y todos sus derechos) son propiedad de Stephenie Meyer. Sólo la trama es de mi creación.

 

PROTEGIDO POR REGISTRO DE DERECHOS DE AUTOR  SAFE CREATIVE

 

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Capítulo 8: AMOR, DECLARACIONES Y DUDAS (PARTE II)

 

Hola!!!!!

Tarde pero segura!! :S

Aquí les dejo este capi nuevo!!! Les comento que me dio algo de pena que la convocatoria que lancé para el fin de semana pasado no tuviera resultados. Eso me enseñó una lección! jaja

Pero en fin....

Este capítulo no es mío, es de mi adoradísima Beta, mi tíita SolCullen. Que gracias a ella me he estado apurando para entregarles esto, gracias a su colaboración y excelentes ideas he tenido como resultado esta pequeña parte del fic, que es de ustedes y para ustedes.

¿Cómo agradecerles el preciado apoyo? No encuentro cómo decirles lo feliz que me hacen al estar leyendo esto, por tenerme paciencia y esperar 30 días!!!! a actualizar! Son l@s mejores!!!

En serio!! sigo con esta locura sólo por ustedes.

G R A C I A S

Son lo máximo!!!

Además de a tod@s mis lector@s dedico muy especialemente este capitulo a:

- Mi preciosa mami Silmo! Te adoro con todo el corazón!

- Mi querida prima Ani, Gracias Primis!! TQM!!

- Crazy_Jacob_Edwuard... Gracias, gracias, gracias!!!

- GinnadeCullen, no tengo palabras para agradecer tu apoyo.

- Flori!!! Hermana de mi corazón!!! Te quieeeekooo!!!!

 

En esta ocasión sólo tenemos tres cancioncitas:

* Duerme - Ricardo Arjona.

* Ayudame a creer - Los tigres del Norte.

* Dudas - Amanda Miguel.

 

Después de media hora de bla, bla, blaaa de mi parte: Aquí está el capítulo.

 

 

************************

 

Ángela y Bella prepararon todo al día siguiente, tal y como estaba programado. Ella y Edward tomarían un vuelo esa noche para regresar a Forks, en dos días él debía ir a su cita con el juez para dictaminar la custodia de Allie. Era un gran alivio para él tener a Bella a su lado, ahora ella y sus hijos eran lo más importante. En cuanto a Bella, ella tendría que monitorear la empresa desde Forks y regresar sólo en caso estrictamente necesario.

El viaje de regreso con su familia fue muy tranquilo, ella durmió la mayor parte del tiempo y él dormitó un poco, los nervios por su cita ya estaban apareciendo. Fueron a la cabaña, cuando el taxi llegó Bella se bajó de él un poco extrañada.

-¿Qué hacemos aquí?

-Está más cerca y supongo que estás agotada- ella asintió con pesar.

-Además, me parecería buena idea que comenzáramos a instalarnos- Bella lo miró con el ceño fruncido mientras dejaba los ligeros bolsos que él le dejó cargar en el piso –muero por dejar todo para mudarnos de una buena vez a nuestra cabaña- dijo enfatizando la palabra “nuestra”.

-¿NUESTRA cabaña?

-Sí, NUESTRA cabaña- dijo rodeándola con sus brazos, ella sonrió y se paró de puntitas para besarlo.

Edward rió sobre sus labios, la cargó estilo novia hasta la habitación y la dejó caer suavemente sobre la cama.  Él la dejó descansar un momento mientras acomodaba todo en su lugar, luego regresó de nuevo a su lado para ayudarla a cambiarse en un juego inocente y tierno. Se acomodaron bajo las mantas, con la espalda de Bella pegada al pecho de él y sus manos unidas sobre el vientre de ella. Bella se quedó un rato despierta, sintió cuando su amado hombre caía rendido en el más profundo sueño, luego se acurrucó más cerca, manteniendo siempre contacto con él y preguntándose cómo era posible que después de todo el tiempo que estuvo lejos estuvieran por fin oficialmente juntos o mejor aún… esperando un hijo. Entre una cavilación y otra Bella se dejó vencer por el sueño.

Al día siguiente se levantaron temprano para ir a casa de los Cullen. En el camino no dejaron de planear cómo darles la notica del embarazo y que estaban por fin juntos. Cuando estaban cerca el corazón de Bella latió furioso contra su pecho y sintió como si la bolsa de su chaqueta pesara una tonelada, justo en el lugar donde estaba celosamente guardada la primera ecografía de su bebé.

Esme, Carlisle, Rose y Emmett estaban sentados en el comedor cuando ellos llegaron. Fueron recibidos con los brazos abiertos, luego todos desayunaron rápidamente para atender sus asuntos; claro, no sin antes aclarar el rumbo que seguiría la situación con Allie. Bella y Edward se ofrecieron a levantar los platos para ayudar un poco a María. Habían dejado todo sobre el fregadero y comenzaron a discutir si Bella debería acompañarlo o no, mientras el resto de la familia discutía detalles de la junta de Edward con el juez. Se pusieron de pie y se encaminaron hacia donde estaban ellos.

-Por Dios, Bella. Ya no insistas- dijo Edward una vez más, tomándola gentilmente por los brazos.

-¿Qué pasa?- preguntó Esme.

-Edward…- rogó Bella.

-Bella, por favor. No insistas. Además, en tu estado no es bueno que te alteres- le dijo él ejerciendo todo su poder de convencimiento con su mirada.

-¿Qué estado?- preguntó Rose con recelo.

-Esto… yo… nosotros…- tartamudeó Bella.

-Estamos juntos- dijo Edward rápido, tanto que apenas se entendió lo que había dicho. Bella lo vio con desaprobación, esa no era la forma en la que tenía pensado decírselos.

Edward la abrazó por su costado y entrelazó sus manos. Sus padres sonrieron, Rosalie no les quitó la vista de encima y Emmett rió resplandeciente.

-¿No me digas, hermanito?- dijo sarcásticamente.

-Sí, así es- respondió Edward apretando ligeramente a Bella y besando su cabeza –Bella, es mejor que les digamos de una vez. De todas maneras, tienen qué saberlo y lo van a notar.

Esme caminó lentamente hacia Bella, la tomó de los hombros deshaciendo el abrazo de Edward y la vio directamente a los ojos.

-Bella… ¿es lo que creo? ¿Es… estás?- miró a Edward y después a Bella varias veces, esperando la respuesta de cualquiera de los dos.

-¡No!- dijo Emmett en tono bromista -¡Vaya! Ustedes no saben lo que significa “chiflando y aplaudiendo”

-¡Emmett!- regañaron sus padres, haciendo que el aludido se encogiera un poco y guardara silencio.

-Sí, mamá. Ella está embarazada. Serás abuela… otra vez- contestó Edward triunfante y sonriente; después de eternos segundos de silencio. Esme la soltó y se cubrió la boca con las manos.

-Oh, oh, oh- decía sin poderlo creer y con ojos llorosos -¡Voy a ser abuela de nuevo!- gritó emocionada.

-Sí, tengo seis semanas.

-Hija, muchas felicidades- dijo Esme para después envolverla en un cálido abrazo.

Carlisle los abrazó feliz y Emmett los elevó a los dos del suelo en un fuerte abrazo. Pero Rosalie, ella apenas los miró cuando dieron la noticia, apenas murmuró un bajo y monótono “felicidades”, cuando Bella y Edward presumieron la ecografía huyó del lugar y se fue a la sala de entretenimiento. Se sentía celosa, muy celosa. ¿Por qué Bella llega de repente y queda embarazada prácticamente a la primera y ella no? Luego salió corriendo al baño y lloró, pero no de alegría como Esme, lloró de coraje. Después de un rato salió, se fue de nuevo al salón de entretenimiento y se movió por la habitación con aire distraído. Unos golpecitos en la puerta no la distrajeron de su ensimismamiento.

-Adelante- murmuró débilmente.

-Hola- dijo Bella asomando la cabeza -¿se puede?- Rosalie se encogió de hombros, restándole importancia –Es que… quería que me ayudaras a preparar una sorpresa para Alice. Se le ocurrió a Esme, para decirle lo de…

-Sí, sí, sí… pero no tengo idea de por qué quieres que te ayude- contestó rápidamente y fría como hielo.

-Es… es que…- Bella titubeó concentrándose en otra cosa.

-¿Qué?- dijo Rose con aburrimiento y dándose vuelta para encararla.

Bella le sonreía débilmente, luego dio un paso torpe hacia atrás y se detuvo del marco de la puerta.

-¿Qué te pasa?- preguntó despectiva.

-Yo…yo- las piernas de Bella flaquearon. Rose corrió a su lado, la sostuvo y la llevó hacia uno de los sillones.

-¿Estás bien?- preguntó preocupada. Bella asintió mientras respiraba profundamente.

-Sólo fue un mareo.

-¿Segura?

-Sí.

Después de eso Rose y Bella se pusieron de acuerdo con la sorpresa para Alice; cuando ella llegara de sus clases la noticia la estaría esperando en medio del recibidor. Mientras preparaban todo con las cosas que habían salido a comprar, Rosalie vio a Bella detenidamente.

-¿Qué pasa?- preguntó cuando sintió la insistente mirada de Rose sobre ella.

-Lo siento- dijo apenada.

-¿Perdón?

-Por… mis celos. Bella, me sentí celosa de ti, de tu embarazo. Los odié- confesó apenada –Pero luego me asusté cuando te mareaste y…- las lágrimas no la dejaron continuar. Bella la abrazó y lloraron por un rato.

-No tengo nada que perdonarte.

-Pero…

-Shhh. Olvídalo, Rose- le sonrió, Rosalie sonrió y asintió para luego darle otro abrazo. Ella se atrevió a posar su mano sobre el vientre, Bella le sonrió para darle confianza y después de eso continuaron con su tarea.

Todos se prepararon detrás de un gran pilar que los ocultaría para esperar la entrada de Alice, se habían confabulado para darle la sorpresa. Era la única que no sabía nada con respecto al bebé. También era la que más había sufrido con la separación, aunque sabía que Bella regresaría, no podía evitar la tristeza por el asunto de su sobrina. Todos la consentían y les parecía justo que recibiera una sorpresa así. Los seis expectantes, ansiosos y sonrientes detrás del pilar; esperaron a que la pequeña Alice abriera la puerta. Algo bueno debía haber entre lo malo.

Escucharon el ruido de las llaves en la entrada. Se pusieron a husmear escondidos uno detrás del otro. Alice dio un par de pasos hacia dentro, alzó la vista y justo en medio de la mesita del recibidor se encontró con una caja rosa de madera que tenía encima un gran letrero con su nombre. Se acercó curiosa, quitó el letrero, arrebató los listones del moño y abrió la caja lentamente. Antes de revelar lo que había adentro miró hacia todos lados con el ceño fruncido y la mirada confundida. Terminó de dejar caer sus cosas en el piso y por fin destapó la caja. Su boca se abrió sorprendida, luego alzó el objeto que había adentro: un pequeño babero amarillo con letras de colores que decía “yo amo a mi tía”. Debajo de esto había un sobre blanco, ella lo abrió, encontró la ecografía y una nota que decía “Felicidades, tía. Edward y Bella”. Alice no lo podía creer, pegó un grito de alegría, se giró buscando desesperada que aparecieran y corrió hacia el cuarto que quedaba al lado contrario de donde todos estaban escondidos.

-¿Te gustó la sorpresa?- dijo Bella, Alice corrió y se estampó de lleno entre sus brazos.

-Es... ¡Ah! ¡Edward! ¿Dónde está?- dijo buscándolo para abrazarlo. Él la cargó tiernamente mientras ella se colgaba de su cuello –Me hacen tan feliz, me encanta, los adoro, felicidades, los amo- dijo muy rápido.

-Gracias,  Alice.

-¡Ah, hermanita!- dijo bajándose de encima de Edward para arremeter de nuevo contra Bella.

Sus papás, su hermano y su cuñada veían risueños la escena. Alice se sintió alagada de que hubieran considerado aquel detalle para darle tan tierna sorpresa; además, era una manera de recompensar su esfuerzo y buen desempeño en la escuela. No había pasado mucho tiempo cuando Alice hizo regresar a Jasper para enterarlo de la noticia y compartir su felicidad con el resto de la familia. Ahora sólo faltaba algo para que fueran completamente felices, o mejor dicho, alguien.

Esa noche, todos se quedaron sin excusas en la casa Cullen. Al otro día Bella y Edward se levantaron muy temprano para preparase para lo que venía. Todos se fueron a atender  sus deberes, dejando a Bella y Edward solos en la casa. Estaban pensativos sentados en la sala uno al lado del otro.

-¿Edward?

-¿Si?

-¿Y tu trabajo?

-¡Oh, eso! El restaurante está en reconstrucción y me dieron siete meses de descanso.

-Ah.

-Pero no te preocupes, Bells. No es como si lo necesitara…

-No, no lo digo por eso. Es porque me parecía raro que te fueras como si nada a buscarme hasta Nueva York y que no estés preocupado en qué más inventar en la cocina.

-Discúlpame, había olvidado decirte.

-Está bien, no te preocupes- dijo acariciando su mejilla. –Edward, hay otra cosa…

-¿Qué cosa?

-El día que me fui, ¿recuerdas?

-Sí. Por supuesto que lo recuerdo, ¿qué hay con ese día?

-Victoria estaba afuera de la cabaña.

-¿Qué?

-Sí, me dijo que me alejara de su familia, que ella se haría cargo de su hija, que tú la querías…

-¡Eso no es cierto! Yo sólo te quiero a ti.

-Lo sé, no has dejado de demostrármelo. Pero…  fue tan extraño. Ella sabía cosas que no deberían importarle.

-¿Cómo qué cosas?

-Sabe que tengo una empresa en Nueva York, sabía de mis problemas y mencionó detalles que nadie más sabía según yo.

-Lo mencionaré hoy. Ojalá que pueda regresar con Allie en brazos.

-¿Hoy mismo lo harán?

-Sí, en cuanto dictamine el juez Allie regresará conmigo o…

-¡No!, ni lo digas, regresará contigo. No puede ser de otra manera- se inclinaron para darse un tierno beso y a mitad del mismo el celular de Edward comenzó a sonar.

-Es hora- murmuró sobre los labios de Bella. Ella asintió.

-Te espero en la cabaña- dijo ella, Edward movió la cabeza afirmativamente y la besó de nuevo.

Sólo él sabía la lucha tan encarnecida que tendría frente aquella corte para pelear la custodia de su pequeña. Esos días lejos de ella habían parecido eternos y no sólo para él, Bella y la familia completa lamentaban la separación. Pero de igual forma tenían fe en que Allie regresaría.

Victoria no se dejaría vencer tan fácilmente, su maldad y egoísmo al saber que Edward era feliz con otra persona que no fuera ella; la hacían sacar a flote su peor lado como persona. Los celos que sentía por estar en el lugar de Bella eran tan grandes que no medía el daño que la hacía a su propia hija. Ni si quiera James, el hombre por el que había dejado todo, entendía por qué se empeñaba tanto en hacerle daño a Edward; no entendía cómo no era capaz de llegar a un acuerdo civilizado con Edward ni tampoco su decisión de llevar eso hasta las últimas consecuencias.

Allie debía estar en los brazos protectores y cálidos de su padre, y cerca de la familia que la amó incluso antes de nacer. Pero Victoria hacía todo lo contrario, nada le importaba, ni Edward, ni James, ni las consecuencias de sus actos. Sólo importaban su ambición y su deseo de éxito; quería que sus celos ganaran al tremendo amor de ellos hacia su hija…

Bella se encerró un par de horas en el estudio de la casa, imprimió un documento tras otro y se dedicó a leer cada uno. Más tarde tomó su pila de hojas, las llevó a la cocina, se hizo un tentempié y leyó, firmó y corrigió los documentos mientras comía.

-¿Bella, qué estás haciendo?- dijo Rose viendo con un poco de asco el “platillo” de Bella.

Tenía rodajas de pepino y tomate, pedacitos de lechuga y papas fritas. Había hecho una combinación rara en un tipo de “aderezo” de un color extraño con el aderezo césar y la cátsup. Y mientras revisaba unos documentos picaba una rodaja de algo con el tenedor, lo sumergía en su “aderezo” y se lo echaba a la boca.

-Estoy… cenando ¿por qué?

-No sólo…

-¿Gustas?

-¡No! No, provecho- dijo saliendo rápidamente. Bella se encogió de hombros y siguió con lo suyo.

Poco tiempo después Alice entró dando brinquitos danzarines en dirección a Bella.

-¿Cómo están?- canturreó sonriente.

-Bien.

-Sí, puedo ver que están bien… bien… ¡Bien antojados!

-¿Eh?

-Bella, sólo a ti y el bebé se les ocurre comer esa cosa- Bella miró el aspecto de su “aderezo” y luego hizo una mueca.

-Luce asqueroso, ¿verdad?- preguntó con una mueca. Alice asintió sonriente. -¡Pero sabe buenísimo!- aseguró Bella haciendo que Alice riera mientras negaba divertida.

-¡Hola bebé!- dijo acercándose hasta que pudo acariciar el vientre de Bella. Ella sonrió y volteó su mirada hacia el reloj y pegó un brinco.

-¡Charlie!

-¿Qué?- preguntó Alice con los ojos muy abiertos por el susto.

-Charlie. Ayer que hablé con él le prometí que hoy pasaría un rato por su casa.

-Entonces ve. Salúdalo de mi parte.

-Ok. Tú despídeme de los demás.

-Sip. Cuídate- le dijo dándole un beso en la mejilla -Pórtate bien, bebé- dijo acariciando el vientre de Bella.

Bella tomó sus cosas y salió con un rápido adiós para Rose que estaba en la sala y otro para María que estaba en el jardín. Estuvo en casa de su padre alrededor de una hora y luego se fue a la cabaña. Se sentía muy ansiosa, deseaba saber de una vez qué había pasado; muchas veces estuvo tentada a tomar su teléfono celular y marcar el número de Edward, pero luego se recriminaba en silencio y tomaba una dosis de paciencia, una llamada en mal momento no era lo más recomendable, Bella no sabía qué reacción tendría el juez y lo más probable es que Edward lo hubiera apagado.

Las horas pasaban y no sabía qué más hacer. Sólo se sentía atrapada en la cabaña, desesperada y ansiosa. Deambulaba por todas partes, había sacudido todo tres veces y pensaba si debía barrer de nuevo o no. Se sentó en uno de los sillones de la sala por enésima vez, comenzó a mover las piernas impaciente, de arriba a abajo y cuando creyó escuchar algo afuera casi se le para el corazón. Un movimiento suave la hizo despertar lentamente, se había quedado dormida ovillada en el sillón esperando el regreso de Edward. Cuando abrió los ojos vio que Edward la cargaba hacia la habitación, miró a su alrededor un poco confundida.

-Allie- murmuró medio inconsciente.

-Ahí está- dijo Edward apuntando a un lugar cerca de la chimenea.

Allie estaba sentada en su cochecito, jugando inocentemente con sus manitas y haciendo burbujitas con sus babitas. Bella pegó un brinco de los brazos de Edward y se apresuró para estar al lado de Allie. Se hincó frente a ella, su corazón dio un brinco de alegría y su llanto no se hizo esperar.

-¡Allie!- chilló emocionada.

La niña volteó su carita hacia Bella para sonreírle. Ella puso sus manos a los lados de la cara de Allie, la besó en la frente y las mejillas sin dejar de sonreír. Allie estiró sus bracitos para que Bella la cargara, ella no dudó en desatarla y apretarla entre sus brazos.

-Mi niña hermosa, bebé te extrañé tanto- le dijo, luego la niña comenzó a balbucear, Bella la apartó un poco para poder verla mejor y no dejó de abrazarla y besarla.

No había sido fácil la ausencia de su hermoso ángel, pero ahora podían estar tranquilos, Allie al fin estaba en casa, protegida y amada, en los protectores brazos de su familia. Se acostaron con Allie en medio, no podían estar más contentos, sus hijos estaban en donde pertenecían y por fin estaban en paz. Allie lucía feliz entre los brazos de Bella, y Edward no podía sentirse más agradecido con la vida por brindarle momentos tan dichosos como aquellos. Los Cullen se pusieron más que felices cuando llegaron los tres a casa, comenzaron a preparar todo para acondicionar la cabaña para los tres, bueno, en un próximo futuro cuatro. Mientras las construcciones se llevaban a cabo ellos se quedaron en la casa Cullen.

Desde que volvieron a Forks las cosas estaban mucho mejor entre ellos, estaban felices e ilusionados con la llegada del nuevo bebé, este parecía haber llegado en el momento preciso y  para traer algo de paz a tanta tormenta.

Edward se aferraba como un loco a la esperanza de que ahora Bella jamás se iría de su lado y así, al fin, podrían formar esa hermosa familia que tanto había soñado junto a Bella; la chica con la que había soñado toda su vida, aquella adolescente de ojos chocolate que había amado sin medida y sin razón. Por su parte, Bella quería creer con toda el alma que era merecedora del amor incondicional que Edward le entregaba, que esta vez sí podría ser feliz junto a él… junto a Allie.

Ya tenían algunos días con las obras en la cabaña y conforme avanzaban la iban convirtiendo en una casa. Bella trabajaba vía internet y Edward pasaba su tiempo a su lado cuidándola a ella y de sus hijos. De repente un día las conexiones a internet comenzaron a causar problemas en Forks, por lo que Bella tuvo que ir a diario a la plaza comercial en la que trabajaba su amigo Jacob para poder trabajar. Pasaba algunas tardes en compañía de él, había otras en las que se llevaba a Allie o Alice llegaba de imprevisto para asaltar las tiendas y hacerle compañía. Edward estaba muy ocupado en la construcción, guiando y ayudando así que dejaba a Bella en casa y para cuando él regresaba ella ya estaba de vuelta.

Una semana más de rutina entre familia, construcciones, visitas a la plaza comercial y ellos tres; Bella recibió un paquete muy particular: una invitación para una elegante e importante fiesta que se llevaría a cabo en Nueva York. Después de un día entero de pláticas Edward y Bella decidieron asistir juntos al evento mientras Allie se quedaba bajo el refugio de su familia.

Harían el viaje por dos importantes razones: la primera era  la invitación que le habían hecho a Bella, si bien no era una cena de negocios en sí, su presencia era importante para reafirmar sus relaciones públicas y futuras negociaciones. Y la segunda, pero no menos importante, era que  necesitaban un “tiempo” para ellos solos y entre más rápido fuera, mejor. Por mucho que Bella había insistido que podía viajar sola Edward no lo  consintió, por la simple razón de que no quería separarse de ella, mucho menos del Bebé.

El día del viaje, dejaron a Allie en la casa Cullen muy temprano. Bella se despidió de ella más de diez veces mientras no dejaba de dar instrucciones a todo mundo a diestra y siniestra.

-Y también recuerden su mantita para dormir y…

-¡Bella!- interrumpió Rosalie –Ella también es mi familia ¿recuerdas? Sé cómo tratar a mi adorada sobrina- Bella sonrió y por fin logró salir de la casa. Esa tarde Edward y Bella  llegaron a Nueva York justo a tiempo para estar listos para el evento.

Después de tanto estrés sentían que ahora más que nunca, necesitaban tiempo para ellos, para poder reencontrase y dar aunque sea un pequeño respiro a la dolorosa y tortuosa lucha que había costado recuperar a  Allie. Ya llevaban varias semanas sin hacer el amor, se extrañaban y necesitaban. Este viaje les caería más que bien para afianzar su relación.

-¿Estás lista amor?- preguntó Edward sonriendo, cuando la vio salir del baño. Siempre hermosa, enfundada en un lindo  vestido verde musgo con unos increíbles zapatos de tacón. Se levantó de la cama donde la esperaba, vestido con un impecable traje negro y camisa azul; luego la abrazó y besó dulcemente en los labios mientras acariciaba su vientre con ternura.

 

 

 

 

-Sí, vamos- contestó sonriendo de vuelta a la hermosa muestra de cariño de Edward.

Salieron del cuarto del hotel tomados de las manos como dos adolescentes enamorados. Caminaron por el amplio pasillo a tomar al elevador, deseando que  la noche terminara pronto, querían un tiempo para estar los dos solos.

Cuando subieron al elevador Edward abrazó a Bella por detrás y le dio un sensual e insinuante beso en el cuello. Esto sólo provocó que ella tuviera que cerrar fuertemente sus ojos para poder resistir a esa provocadora caricia, ya eran muchos días sin él, lo necesitaba y mucho; esto aunado a sus locas hormonas alborotadas por el embarazo, que tampoco eran de mucha ayuda; tenían como resultado a una muy acalorada Bella. Edward al notar lo que había provocado ese simple beso, sonrió ampliamente, y tuvo que hacer uso de todo su autocontrol para no tomarla en brazos y correr al cuarto para hacerle el amor como un loco.

Al bajar del elevador atravesaron el imponente hall de entrada del hotel Plaza y salieron a tomar un taxi.

-Al Waldorf Astoria- le pidió Edward al taxista una vez que estuvieron dentro de él.

Desde que bajaron del taxi, el encuentro con conocidos no se hizo esperar. Edward ofreció amablemente su brazo a Bella, se adentraron lentamente en la multitud, y entre saludos y elogios fueron entrando al salón donde el evento tendría lugar. La velada estaba pasando de manera agradable, la conversación era distendida y entretenida y todos parecían congeniar muy bien.

Unos metros más allá Victoria los observaba y sonreía maliciosamente; lo último que esperaba la feliz pareja, era encontrarse con ella ahí. Para su desgracia venía acompañando a James y había quedado de verse con su nueva amiga Tanya, que por cierto era la más ferviente competencia en los negocios para Bella. Victoria decidió dejarlos conversar con el resto de los invitados en paz unos minutos más, hasta que ellos se acercaran a ese importante cliente de Bella que, curiosamente, lo era también para Tanya y que, además, Victoria conocía por parte de James.

Tanya odiaba a esa insignificante mujer, siempre la había considerado un estorbo en su camino y en sus planes. La consideraba como una insoportable molestia para ella, todo el tiempo interponiéndose es sus negocios y en sus logros; nunca le permitía avanzar y ahora como presa del maldito destino Bella estaba en la mejor etapa de su vida y ella no. Bella tenía a Edward a su lado, un hombre que a distancia podía saberse que la amaba con locura. A Tanya no le importaba nada, y de ser su más grande y férrea competencia en los negocios, después de que se enterara de su embarazo pasaría a ser más que eso; sería su principal enemiga y la tendría que destruir. Su ambición era enorme, ya había fallado varias veces, pero ahora con Victoria de su lado se las arreglaría para derrocar a Bella de su puesto en el ranking de los negocios y ocupar su sitio.

Por su parte, Victoria no soportaba cómo Edward miraba a Bella, cómo la tocaba. Aquellas miradas que nunca fueron para ella, ahora más que nunca sabía que la muy maldita siempre estuvo presente silenciosamente entre ellos dos. Había cometido un grave error al dejado ir por su estúpido egoísmo, pero ahora no permitiría que fueran felices. Allie apenas y le importaba, inclusive le tenía celos porque siempre fue más importante para Edward, desde se enteró de su existencia; pero la ocuparía como medio para arruinar la felicidad de él.

Edward y Bella caminaron entre los invitados, felices disfrutando de su compañía de lo que la noche les deparaba.

-Isabella, que gusto tenerte en Nueva York nuevamente- saludo Marco Vulturi aquel importante cliente que Victoria esperó a que saludara a Bella para atacar.

-Marco, gusto en verte- saludo Bella correspondiendo su cálido abrazo, besándolo en la mejilla, cuando le iba a presentar a Edward, una muy altanera Victoria apareció.

-¡Oh, que ingrato! ¡Marco, querido!, ¿sólo tienes buenas palabras para Isabella?- dijo sarcásticamente escupiendo las palabras.

-Victoria, ¿óomo dices esas cosas? Sabes que también te aprecio mucho- contestó incomodo.

-Claro, lo sé. Sólo bromeaba- contestó Victoria como quien no quiere la cosa, dándole una inquisidora mirada a Edward y Bella.

Edward al ver sus intenciones aferró fuerte a Bella por la cintura, esperando atento para alcanzar a reaccionar ante el ataque de Victoria. Bella se lucía nerviosa, no sabía ni qué cosa esperar.

-Perdón mi torpeza- dijo Marco disculpándose ya que Victoria lo había interrumpido -Veo que andas bien acompañada, Bella. Mucho gusto, Marco Vulturi- saludó a Edward ofreciéndole su mano.

-Sí, así es Marco- atacó Victoria -Como ves Isabella anda bien acompañada de mi mari….

Pero Edward no la dejaría terminar.

-Edward Cullen, mucho gusto- saludo sonriente Edward mandándole una mirada de advertencia a Victoria.

-¿Edward Cullen?- preguntó curioso Marco como recordando algo- ¿No eres tu el famoso chef de uno de los mejores restaurantes de Seattle?

-¡Claro que lo es! Marco querido- exclamó Victoria colgándose del brazo libre de Edward -Mi Edward y yo fuimos juntos a la universidad e hicimos nuestra especialidad. Fue ahí donde nos conocimos y se enamoró de mí. Es un muy buen ingeniero pero a él le gusta más cocinar- afirmó dando a conocer que ella conocía más que perfectamente bien a Edward.

Bella observaba sorprendida y furiosa la situación. Sorprendida porque no sabía que él había terminado la maestría de su carrera y furiosa porque Victoria estaba empeñada en dejarla en ridículo, haciendo notar que Edward era el marido de ella. Además no le había pasado inadvertido el tono lacerante en el que dijo “MI Edward”. Él por su parte no permitiría que Victoria humillara a Bella frente a un cliente tan importante como Marco; ni frente a él ni frente a nadie, no se lo permitiría jamás.     

-Gracias, Marco por el cumplido. La verdad estudié Ingeniería en Administración de empresas, pero me gusta más ser Chef. Victoria y yo sólo somos conocidos…

-Muy bien conocidos- murmuró Victoria insinuante y un poco molesta.

-Como te decía, Marco- continuó Edward ignorándola –Puedes ver que sólo tengo ojos para esta hermosa mujer- contestó zafándose del agarre del Victoria para dejar un dulce y casto beso en los labios de Bella y acariciar tiernamente su vientre.

Esa acción no pasó indiferente para Victoria, hizo que pusiera todos sus sentidos alerta. Sintió su sangre hervir de tan solo pensar que esa posibilidad fuera cierta, ya lo averiguaría y si sus sospechas fueran acertadas las usaría a su favor.

-Victoria- llamó Edward, la aludida levantó la vista altanera mientras destilaba veneno ante el abrazo de él hacia Bella -¿Cómo está James? Tengo entendido que has venido acompañándolo- Victoria se quedó estupefacta.

Ni cuenta se había dado del momento en el que la mirada de Edward se había posado sobre ella mientras estaba estrechamente entrelazada  con James. Se hizo un silencio incómodo en medio del pequeño grupo que no dejaba de ser supervisado a distancia por Tanya.

-¿Hasta cuando estás en Nueva York, Bella?- preguntó Marco para cambiar la conversación ya que gracias a Victoria se sentía incómodo con la situación.

-Sólo unos días. Aunque, ya sabes, cualquier cosa que necesites puedes contar con Ángela. Ella estará encantada de ayudarte, pero si es muy importante no dudes en llamarme a mí. Fue un gusto haber hablado contigo- dijo Bella despidiéndose. Ya no aguantaba un segundo más al lado de Victoria.

Edward tomó de la cintura a Bella y la separó un poco de los invitados para robarle un apasionado beso en los labios. Quería indicarle con ese beso que todo estaba bien, que Victoria no lograría romper su perfecta burbuja.

-¡Edward!- exclamó Bella con sus labios sobre los de él.

-Ya no aguantaba ni un minuto más sin besar estos labios- dijo besándola de nuevo -¿Nos falta mucho para irnos?- preguntó impaciente con una seductora sonrisa -Te quiero raptar sólo para mí-

Bella sonrió ampliamente y negó con la cabeza. De pronto se sintió acalorada y un leve mareo la molestó.

-¿Qué tienes amor? ¿Te sientes mal?- preguntó preocupado Edward por su mujer y su bebé.

-No es nada, estoy bien. Sólo me ha dado algo de calor, iré al baño a refrescarme, ¿me esperas y me consigues un jugo helado por favor?

-No tardes- dijo Edward mirándola con adoración y dejando un beso en su frente. La vio partir hacia los baños y antes de que pudiera llegar a la barra alguien lo interceptó.

-¿Por qué hiciste eso con Marco?- preguntó Victoria furiosa.

-¿Qué cosa? ¿Dejarte en ridículo? Sólo defendí a MI mujer del veneno de una mala persona- Victoria estaba fúrica.

-Ni siquiera vale la pena.

-Victoria no…

-¡Nada! Edward, ¡por favor! No seas estúpido, ¿sabes qué hace ella mientras tú te entretienes jugando a “Bob el constructor”?

-¿Cómo…?- no dejaría impresionarse, sabía que Victoria estaría al asecho.

-Isabella se va a ver con su amante a la plaza comercial.

-Estás loca.

-Allá tú si no me quieres creer. Por cierto, el chico es muy guapo- dijo dándose vuelta.

-¡Victoria…!- cuando quiso encontrarla ya había desaparecido entre la gente. Bella ya debería haber regresado, se preocupó, Victoria sólo lo había alterado; así que decidió ir a buscarla.

Bella caminó hacia el baño, su respiración era realmente pesada, se sentía muy acalorada y mareada; a cada paso acariciaba su vientre con amor. Estaba a punto de llegar al baño cuando a medio pasillo una mano desconocida la tomó por la cintura y la hizo girar.

-Hola, preciosura- murmuró una desagradable voz cerca de su rostro.

-¿Qué quieres?- preguntó Bella con desagrado, el era la última persona con la que deseaba encontrarse.

Al parecer esta no era su noche, todas las personas más desagradables del mundo tenían que juntarse en el mismo lugar. Mike, un antiguo ex amigo que siempre tuvo malas pretensiones con ella y al que nunca le hizo caso; justo él tenía que encontrarla en aquel pasillo vacío.

-Sabes bien lo que quiero- susurró con su apestoso aliento alcohólico, inclinándose para besarla.

-¡No! ¿¡Qué haces!?- chilló asustada poniendo sus manos por delante para tratar de apartarlo.

-¡Oh, por favor! Tú me coqueteaste hace rato, cuando llegaste colgada del brazo del mandril ese.

-¡Él no es ningún mandril!... y ¿¡Que yo hice qué!?

-Me sonreíste al entrar- le dijo muy pagado de sí mismo.

-¡Mike, yo le sonrío a todo el mundo! ¡Pero eso no significa que coquetee!-contesto exasperada, esa situación era más que incómoda.

-Pero conmigo sí- se inclinó con torpeza sobre ella para nuevamente tratar de besarla.

Bella se agachó rápidamente esquivando los labios que le causaban asco, giró sobre sus talones logrando zafarse del torpe abrazo, hizo que Mike trastabillara y cayera hincado en el piso. Echó a correr en dirección contraria en busca de Edward, vio el bullicio al final del pasillo y apretó el paso. Cuando comenzaba a sentir la calma de verse sumergida en la seguridad de la multitud la mano de Mike se ciñó con fuerza de su muñeca y la hizo girar bruscamente.

-¡Suéltame!- gritó aterrada Mike ya no estaba en sí.

-No…

-¡Que la sueltes!- demandó la  imponente voz de Edward detrás de ella.

Mike aflojó su agarre, Bella se soltó y pegó un brinco a la protección de los brazos de Edward.

-¿Y tú quién eres?- preguntó Mike con voz pastosa mirándolo de arriba abajo.

-El que te va a partir la cara- dijo Edward con odio y una mirada envenenada apretando sus puños con fuerza, si Mike continuaba no dudaría en darle un buen par de golpes.

-¿Ah sí?- contestó con sorna. Edward se adelantó un paso hacia él, a punto de abalanzarse.

-No, Edward. Mírame- pidió Bella –No lo hagas, no vale la pena- dicho esto miró a Mike despectivamente. Edward la miró un par de segundos analizando la situación.

-Tienes razón, no vale la pena. Vámonos- dijo tomado su mano y conduciéndola de vuelta al evento.

No alcanzaron a caminar un par de metros hacia el interior cuando la voz de Mike se escucho fuerte y claro volviendo a atacar.

-¡Uy sí! ¡La mariquita se va con su noviecita!- se burló.

Edward  ya no aguanto más. Se giró de nuevo hacia él, de un salto salvó la distancia entre ellos y en un rápido movimiento estampó su puño en la mejilla de Mike mandándolo de bruces hacia atrás.

-Imbécil- dijo Edward escupiendo la palabra con desprecio con una mirada amenazante, advirtiendo a  Mike que no continuara pues le iría peor.

Se giró de nuevo hacia Bella, pasó un brazo por su cintura y la mano libre la entrelazó con la de ella.

-Vámonos antes de que alguien lo encuentre. Con la borrachera que se carga te aseguro que mañana ni se acuerda- susurró Edward. Bella soltó una risita, sin discutir sobre nada, caminaron hacia la salida y se fueron.

El camino de regreso al hotel pasó en un denso silencio que no se interrumpió en el elevador ni en el pasillo. Edward abrió la puerta para ella, echó el seguro y se giró para verla. Suspiró, perdido en su mirada café y le sonrió. Fue hasta donde estaba ella para abrazarla.

-¿Estás bien?- preguntó preocupado.

-Sí- susurró sobre el pecho de él. Luego alzó la vista y lo miró con una sonrisa –Mi amable caballero, es la segunda vez que usted me salva.

-Es lo que se hace cuando se tiene como premio un beso de tan bella dama- contestó él apretando más su abrazo, luego la besó lentamente.

Se besaron con ternura, sin prisa, disfrutando cada segundo de ese anhelado beso, de esa esperada intimidad. Sus lenguas danzaron codiciosas, explorando cada centímetro de sí. El beso se fue haciendo más profundo más intenso.

-Te extrañe- susurró Edward en sus labios.

-Y yo a ti Edward- contestó Bella en un sensual susurro al sentir los labios de Edward recorriendo su cuello dejando un camino de húmedos y excitantes besos.

Edward ya no aguantaba más, la necesitaba con locura, por muchos días había soñado con este momento y ya no soportaba más la ausencia de su cuerpo. La tomó en brazos como a una novia, lo que provocó que Bella soltara una risita nerviosa al ver su impaciencia. La recostó delicadamente en la cama, luego lenta y sensualmente fue sacando su ropa con mucho amor. Quería recorrer cada centímetro de su piel, embriagarse de aquel exquisito sabor. Besó cada rincón de su sedosa piel  con ardor querría hacerla desfallecer de pasión con su amor.

-Edward- lo llamó en un audible gemido cuando sintió que enloquecería de placer, el cual Edward entendió muy bien.

Ansioso se quitó su ropa y se recostó encima de ella con cuidado, la vio intensamente a los ojos para expresarle con esa mirada todo lo que la amaba y le hizo el amor toda la noche  hasta caer rendidos después de esa explosión de pasión. Edward se deleitó viendo dormir a su amada Bella, se sentía como en un maravilloso y afortunado sueño. Mientras pensaba en lo mucho que la amaba se dejó caer en el sueño y justo antes de sumirse en la inconsciencia se dio cuenta que había algo que nunca había dicho. (1)  

La mañana siguiente Edward despertó muy temprano, su corazón se hinchó de felicidad al notar que la noche anterior no había sido un hermoso sueño. Bella aun dormía desnuda, protegida entre sus brazos, se veía tan tranquila, adorable y sumamente hermosa. Era la mujer de sus sueños, se sintió el hombre más feliz del mundo y pensó que así era como quería despertar todos los días de su vida: con Bella entre sus brazos.

La observó dormir por unos instantes, su imagen le parecía divina, casi irreal, un verdadero ángel caído del cielo ¡Dios como la amaba! Pero a pesar de todo aún no se lo había dicho, no quería asustar a su dulce Bella y provocar que se fuera de sus brazos otra vez.

Sus ojos se llenaron de lágrimas, lágrimas de amor, de felicidad de sentir que eso que estaban formando con tanto esfuerzo cada día se hacía más tangible, más real.

-Te amo- susurró sin poder aguantarlo más dejando un dulce y casto besos en los labios de Bella.

Ella tenía despierta algunos minutos y al escuchar esa reveladora confesión su corazón latió desbocado por la emoción de sentirse tan amada, tan protegida y sintió que ya no podía demorarlo más. Ella también lo amaba con todo su corazón y su alma. Hoy no sería una egoísta, como lo había sido hace años atrás, como había sido Victoria con él. Edward no lo merecía, lo único que merecía ese hermoso ser que la mantenía protegida entre sus fuertes brazos era que ella lo amara con todo su ser.

Poco a poco fue abriendo sus ojos para encontrarse con las preciosas esmeraldas de Edward, cristalinas y llenas de emoción. Lo observó unos segundos enternecida y con mucho amor, se armó de valor y sin más habló.

-Yo también te amo.

La cara con la que Edward la miró fue absolutamente impagable, sus ojos brillaron resplandecientes, como ella nunca antes los había visto y dos cristalinas lágrimas cayeron por sus mejillas por la emoción.

Él sin poderlo creer aún la besó intensamente. Era un beso necesitado, con aquella necesidad de expresar todo ese amor contenido durante tantos años. Bella se aferró fuerte a sus cabellos mientras Edward acariciaba su vientre aún plano.

-Los amo, más que a mi vida- expresó Edward con solemnidad para volver a besarla apasionadamente.

Bella quería consentirlo, acariciarlo y tocarlo. Poco a poco hizo que Edward se recostara sobres su espalda. Fue dejando un camino de ardientes caricias y besos por su esculpido pecho, en su perfecto abdomen; haciendo que a Edward se le escaparan roncos y sensuales gemidos. La necesidad por él era abrumadora, absoluta, no tardaron mucho tiempo en querer fundirse en uno solo.

Edward la ayudó a ponerse a horcajadas encima de él para hacer el amor. Bella apoyó sus manos en su pecho y el posó las suyas delicadamente en sus caderas para ayudar al vaivén de sus movimientos. Se sentían en el mismo cielo, el roce era perfecto, delicioso, era absoluta y totalmente hermoso; les parecía lo más sublime el sentirse uno solo. Edward tomó una de sus manos atrayéndola hacia él para besar y lamer sus perfectos y redondos pechos, mientras sus movimientos se volvían más demandantes y urgentes. La pasión pronto los consumió y juntos llegaron  al éxtasis total, susurrando un te amo en sus labios.

Se quedaron abrazados disfrutando del cómodo silencio de su compañía y haciéndose mimos. Tomaron su desayuno en la cama y luego se bañaron juntos para comenzar el hermoso día que los esperaba.

Se pusieron ropa cómoda y salieron a recorren la cuidad. Nueva York era hermoso en esa época del año. Toda la cuidad estaba perfectamente decorada con motivos navideños, el ambiente por las próximas fiestas decembrinas se podía respirar en el aire, todas las personas se deseaban feliz navidad y cada ciertos tramos de sus recorridos un grupo de personas se reunía en las esquinas para cantar los típicos y hermosos villancicos.

Se sentían más felices y enamorados que nunca. Como dos adolescentes  recorrieron una calle tras otra, tomados de la mano, abrazados, no podían dejar de darse besos y de hacerse mismos de vez en cuando. Cuando la gente los veía sonreía y suspiraba de emoción, era precioso ver una pareja tan enamorada.

Se sacaron muchas fotos y recorrieron todos los lugares emblemáticos de Nueva York. Edward se divirtió como un loco comprando regalos para Allie y el bebé en las hermosas y elegantes tiendas de 5º Avenida.  Ya por la tarde comieron en una famosa pizzería de Time Square, para luego ir al emocionante acontecimiento que toda la cuidad y los turistas esperaban.

Cuando llegaron al Rockefeller Center, la emoción de las miles de personas allí congregadas realmente se podía sentir. Edward y Bella  se unieron a la multitud a esperar a que el alcalde de Nueva York encendiera el gigante y majestuoso árbol de navidad.

Edward abrazó a Bella por su espalda, posó sus manos en su vientre, entrelazó sus manos y apoyó su mentón en unos de sus hombros. Ambos podían sentir la esperanza y la fe que representaba este hermoso rito. Un nacimiento, como el próximo que ellos esperaban, más enamorados que nunca, llenos de ilusiones y fe.

El momento había llegado, un silencio sepulcral se hizo en todo el lugar. Cuando el árbol se encendió la desbordante emoción y las exclamaciones de asombró no se hicieron esperar.

Edward observó a Bella, en sus ojos brillaba la esperanza y el amor, entonces una hermosa paz los invadió.

-Pide un deseo- le dijo en su oído -Pero no lo digas… si no, no se cumplirá.

“Deseo que estemos juntos por siempre” pensó cuando noche de paz se comenzó a escuchar por todo el lugar.

Regresaron a Forks con una felicidad que resplandecía a distancia, se sentían los más afortunados. Por fin, después de esperar tantos años, podían estar juntos y ser la familia que siempre añoraron. En cuanto entraron a la casa percibieron el ambiente caótico, vieron en todas direcciones y se encontraron con una congregación de toda la familia alrededor de Allie. La niña lloraba y hacía pucheros cada que alguno de sus tíos o abuelos le mostraba algo para calmar su pena; ninguno sabía qué era lo que necesitaba y comenzaban a desesperarse. Bella se encaminó hacia ella, la tomó en brazos, se sentó en un sillón con ella en su regazo, luego acarició sus sonrosadas mejillas, acercó su cara y rozó su nariz con la de Allie. La niña rió y puso sus manitas en la cara de Bella.

-Tenía “mamitis”- dijo Alice con derrota. Todos rieron y les dieron la bienvenida.

Navidad cada vez estaba más cerca, Edward pasaba más tiempo en las construcciones, quería sorprender a Bella en navidad; por su lado, ella pasaba más tiempo fuera de casa buscando la señal de internet.

Un día Edward hizo un recuento de los días que habían pasado desde que habían llegado. Inevitablemente la duda lo asaltó, ¿qué hacía tanto tiempo Bella fuera de casa? Yendo en contra de su racionalidad y cegado por los celos se decidió por seguirla una tarde. La semilla de la discordia había sido sembrada y cuando Edward vio a Jake y Bella riendo y comiendo helado muy animados se sintió furioso. Sus celos crecían a cada minuto y su coraje se hacía cada vez más fuerte. Era una suerte que esa tarde Rosalie y Alice hubieran pasado a buscar a Allie para llevarla a pasear. En cuanto Bella entró a la sala de la cabaña Edward salió a su encuentro.

-¿Te divertiste?- preguntó él con recelo. Ella sólo se encogió de hombros -¿Hay algo que quieras contarme?- Bella frunció el ceño y negó.

-¿Quién es Jacob?- gruñó casi sin contenerse.

-¿Qué?- preguntó ella parpadeando varias veces.

-¿Jacob Black? ¿Te suena el nombre?- Bella abrió los ojos de par en par –Por supuesto que sabes- afirmó Edward sarcásticamente.

-¿Qué estás haciendo?- preguntó Bella en medio de un jadeo de sorpresa.

-¿Me vas a decir que no lo conoces?

-¿Por qué me hablas así?

-¿No me vas a contestar?

-¿De qué se trata todo esto?

-¿Me evades?

-Edward…

-Me evades- afirmó caminando hacia la salida.

-Ed…

-No, déjalo- dijo tomando las llaves de su auto.

-¿A dónde vas? Vamos a hablar de esto.

-Déjalo- dijo saliendo con un azote de puerta.

Bella se derrumbó en el sillón, después de un rato recordó a Allie y fue a buscarla a la habitación, pero no la encontró. Supuso que estaría en casa de sus abuelos y se dedicó a llorar otro rato. Se sentó desconsolada en la sala y se quedó dormida. El sonido de su celular la despertó del sopor que era su sueño, lo buscó con la mirada y se levantó a contestar sin ver el identificador.

-¿Diga?- nadie contestó.

Sólo escuchó mucho ruido, música y risas. Reconoció el lugar como un canta bar estilo mexicano al que algunas veces fueron ella y Edward cuando eran más jóvenes.

-¡No tengo auto! ¡Estoy en el “Mariachi Loco”!-  gritó Edward lo más fuerte que pudo y se colgó la llamada. Bella tomó sus llaves y salió a buscarlo.

Cuando entró se dio cuenta de que el ambiente estaba muy animado, no demoró mucho en dar con su objetivo. Edward estaba sobre el pequeño escenario de madera en medio de dos de sus amigos, mientras se mecían torpemente esperando a que apareciera la letra de la canción. Lo que él cantó acompañado de los otros dos le dolió a Bella en el alma y más grande fue su herida cuando la mirada fría de Edward se posó sobre ella. (2)

♫ Últimamente son más frecuentes tus ausencias ♫

y cada vez es más dudosa tu inocencia.

Aunque me jures que soy dueño de tu vida

ya son palabras que me saben a mentiras.

 

♫ De un tiempo acá tu indiferencia es tan extraña♫

y van creciendo, los rumores que me engañas

si yo que siento tanto amor por ti en el alma

quiero que hablemos, porque ya no puedo mas

 

♫ Ayúdame a creer, que no me mientes ♫

que son solo rumores de la gente

que me amas como siempre o más que antes

que no hay necesidad de algún amante.

♫ Ayúdame a creer por que los celos ♫

me llenan de dolor y desconsuelo

ayúdame a creer porque presiento

que nuestro amor, se acerca a su final

 

♫ Entre los dos por siempre fue nuestra bandera ♪

que nos diríamos la verdad aunque doliera

algo anda mal entre los dos es evidente

♪ si hay alguien más, no seas cobarde, habla de frente♫

 

Quisiera oír que son figuraciones mías

 ♫ y despertarme de esta horrible pesadilla ♪

la realidad es cruda y huele a despedida

aunque me duela quiero toda la verdad

 

Ayúdame a creer, que no me mientes

   ♪  que son solo rumores de la gente   ♪

que me amas como siempre o más que antes

que no hay necesidad de algún amante.

Ayúdame a creer por que los celos

me llenan de dolor y desconsuelo

 ♪ y aunque estoy decidido te confieso♪

que si te vas, me vas a hacer llorar.

 

Bella se tragó el nudo de su garganta, tomó valor y pidió el siguiente turno disponible para pasar al escenario. Cuando comenzó su canto, Edward creyó estar escuchando a un ángel y casi rompe en llanto cuando la letra caló en su conciencia. Al principio se sorprendió y se preguntó que hacía ella ahí, luego recordó la llamada que le había hecho y se dedicó a escuchar la verdad con la mirada en el piso; no tenía el valor para ver cómo Bella lograba unos increíbles agudos en un tono agónico y sufrido ni tampoco tenía el valor de ver la intensa mirada sufrida de Bella. (3)

 

♫ ¿Qué te hace pensar, qué te hace creer que no te soy fiel? ♪
¿Acaso dudas tú que el sol vuelva a salir mañana otra vez?
Quita de tu voz esa duda atroz, no tienes por qué...
♫ ¿Dudas tú que el mar deje de llevar en su agua la sal?♪
 
Mírame al hablar, ¡Yo nunca te mentí!
Bésame otra vez, que no es infiel mi piel...
 
♫ No escuches jamás mentiras ♪
la gente que habló se olvida,
se va por ahí, dejandote a ti
ponzoña y veneno.
 
♫ ¡Soy tuya nomás, mi vida! ♫
El pez sólo en mar respira...
No quiero otro amor, si yo con tu amor
de amores me lleno...
 
♫ Déjame reír mi celoso amor, no llores por mí, ♫
que para ser infiel necesito yo volver a nacer.
Pregúntame a mí qué es lo que hice ayer,
¡Nunca te mentí! Tampoco hoy lo haré.
 
♫No escuches jamás mentiras ♫
la gente que habló se olvida,
se va por ahí, dejandote a ti
ponzoña y veneno
 
¡Soy tuya nomás, mi vida!
♫ El pez sólo en mar respira...  ♫
No quiero otro amor, si yo con tu amor
de amores me lleno...
 
Quien diga que no te quiero, no sabe de amor del bueno...
♪  si no soy infiel no es por ser fiel, es porque no puedo.  ♫
 
 
Para cuando terminó la letra las lágrimas de Bella caían a 
raudales, se bajó del escenario incluso antes de que 
terminara de sonar la música. Cuando bajó una mano 
muy familiar la esperaba para ayudarla a bajar las 
escaleras. Ella dudó un poco pero al final la tomó y 
se apoyó en ella. Estuvieron de frente, en silencio, 
viéndose a los ojos con intensidad.

 


 


 

Capítulo 7: HOY SIN TI... Y YO GUARDANDO NUESTRO AMOR (PARTE I) Capítulo 9: NUESTRAS VIDAS EN MI SUEÑO HECHO REALIDAD.

 
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