Después de unos minutos recobramos la compostura, le tendí su camisa a Edward y se fijó si venía alguien o no para salir de ese escaparate.
-no hay moros en la costa-susurró todavía un poco desorbitado.
Acepté su mano y salimos rápidamente.
-como si fuera un crimen-dije irónica para mis adentros. Creo que él no me escucho, si lo hizo no comentó nada en absoluto.
Me ruboricé colocándome detrás de él al ver a un encargado religioso frente a nosotros.
Edward le preguntó en italiano, por lo poco que entendí, sobre el sacerdote. Luego me explicó que era mejor irnos y regresar mañana. La verdad, después de lo que pasó, no me sentía digna de contraer matrimonio. Fue estúpida la forma en que actuamos. Después de todo, debíamos esperar.
Nos despedimos y salimos con la cabeza a gacha. No me animaba a hablar. Pero fuimos todo el camino tomado de la mano.
Una vez que me coloqué mi pijama, Edward seguiría con su interrogatorio.
-y ahora… ¿Qué hacemos?-preguntó una vez en la habitación principal.
-no te entiendo-mentí.
-si quieres, y todavía no me odias por cómo actué en la iglesia, sería un honor que compartamos esta bonita cama- me miró con esos ojos a los que se me era imposible decir no.
-tu ganas- dije y me tumbé en la cama- oh, me olvidé de decirlo, nunca te voy a odiar.
-lo que tu digas, mi Bella. Eres única.
-soy humana- recriminé.
No se a qué hora nos despertamos, desperté mejor dicho pero me encontré con una bandeja color negro noche con el desayuno en la cama y un bonito florero con una rosa roja.
-Buen día- me estrechó en su abrazo matutino, nocturno… siempre lo hacía.
-no era necesario-le devolví su beso y seguí-pero gracias.
-tomate tu tiempo, tenemos todo el día.
-¡agg! Lindo despertador tengo-me quejé en lo bajo y Edward reía sin disimulo.-Hola Alice, gracias por llamar. Sos un amor.
-Ponla al altavoz, así ambos escuchamos que tiene que decir mi hermanita.
-si si, lamento molestarlos, pero es que tuve una visión confusa, hasta le he preguntado a Jasper si podía decirme sus emociones, y casi nos peleamos.
-no pasó nada Alice, te lo aseguro, Bella está bien.
Le miré recordando el percance de la noche anterior. Edward pasó sus dedos sobre mi cara y finalizó en mis labios. Me estremecí.
-solo les puedo decir que tengan cuidado, en especial tu hermano, no te sabes controlar frente a ella, ya sabes que pasaría si…
-shhh Alice, cállate, ni se te ocurra.
-¿Qué me están ocultando?-pregunté algo molesta. Edward prometió que no habría más secretos.
-nada-se apresuró a contesta Edward pero Alice dudó por un momento y no dijo nada.
-Alice, si es sobre el vestido guardado en el placard, ya lo se. Llegaste tarde. Lo siento.
-¿¡que! Repite eso de nuevo Bella-Edward quedó helado ante mi confesión.
-fue sin querer. Lo siento.
-bueno, quería regalártelo, pero veo que ya lo sabes.
-lo usaré con gusto.
-¡HOLA! TODAVÍA SIGO AQUÍ, POR DIOS. RESPONDAN-vociferó una desconocida Alice Cullen-Edward, será mejor que vayan a cenar esta noche, no es correcto que vean al sacerdote aun, no después de su cita de anoche.
-¿Qué cita? El cura no salió con nadie-dije confusa.
-el sacerdote no, pero ustedes se entretuvieron esperando ¿eh?
Silencio. Alice era bruja. Asusta.
-¡aja! Así que piénsenlo bien. No diré nada. Adiós y de nada por la ayuda y gracias por la poca atención que me prestaron. Ya van a querer algo de mi. Ya verán.
Cortó.
-se enojó un poquito-me arrepentí, pobre Alice, siempre queriendo ayudar y nosotros éramos desagradecidos.
-es su culpa por meterse en lo que no le incumbe-resopló edward.
-en cuanto a la cena… es una buena idea.
-¿te parece? Es que pensé que no te gustaban esas cosas.
-si es verdad, pero necesitamos tiempo extra para no sobrepasar los limites, eso creo.
Asintió con cara confusa pero después de todo… estábamos mejorando, según diría mi futura cuñada favorita.
Pasamos largo rato decidiendo que haríamos mas tarde, Alice casi nunca se olvidaba los detalles, pero yo no quería ir a cenar afuera. Quería evitar a toda costa repetir el error.
Mientras hablamos apareció Anna, tan cálida y amigable, nos sugirió una buena idea. No me pude negar ya que se ofreció en cuerpo y alma, y no quería romperle el corazón. Ella haría la cena para nosotros, comeríamos en la casa. Sonreí ante esa ilusión.
Edward, como siempre, aprovechó la ocasión para regalarme una bonita blusa a rayas negras y blancas.
Me la puse y me sentí muy feliz al ver su cara resplandecer. Decidí ayudar a Anna con la cena, era justo, y Matteo secuestró a mi novio no sé donde, pero me prometió que estaría bien. Así, se me pasó rápido la hora, gracias al Cielo, porque ya quería estar con Edward, y no es que me quejara de la compañía de la tierna pareja de la casa, pero él era mío.
Por suerte conté con los ánimos de Clarice, eso me distrajo un poco y me ayudaba a estar al tanto de las vacaciones donde se suponía que me debería encontrar con el resto de mis compañeros, no debía fallar en cuanto a datos por si preguntaban Reneé o Charlie.
-ya Bella, vamos ¿si?-pidió Edward al tomar mi rostro entre sus manos- te va a encantar el lugar, lo prometo.
Creí en él sin dudar y dejé que mi mente vague en los recuerdos de nuestra primera salida juntos, reí ante mi memoria al ver a Charlie con esa cara de disgusto cuando lo vio, no podía evitar que Edward sea de su agrado.
-esta bien, vamos-sonreí y fuimos hacia la estancia muy juntos. Olvidé por completo el viento invernal, los caballos, la casa a nuestras espaldas…
-ya llegamos-dijo en tono culpable, me dio su sonrisa, mi favorita- traté de no escuchar los gustos de Alice, espero no haber fallado.
-me conoces demasiado, no te preocupes mi amor.
-y acá estamos… con esto… no cenaremos todavía- se disculpó al ver que mis dientes castañeaban un poco, quise pedirle a mi cuerpo que intente dejar ese ruido pero no pude, que vergüenza- será mejor que te lo muestre antes de que te me congeles-me abrazó fuertemente.
Hice lo mismo hundiendo mi cara en su pecho, a decir verdad, no era de ayuda que me abrace de esa forma ya que su piel era fría.
-¿mostrarme qué?-traté de desminuir el castañeo
-esta noche estrellada, mi Bella, pero será mejor que la veamos desde donde cenaremos.
-oh, esta hermosa realmente, y es Luna Nueva, ¿te diste cuenta?
-es verdad, no lo había notado- volteó hacia donde estaba mi mirada en el poco asomo que daba el brillo de luna.
Sentí que mis labios se tensaban cuando Edward me besó, odiaba ser humana en estos casos, mi débil cuerpo quedaba expuesto al efecto del clima que tanto odiaba, aunque dentro mío lo menos que sentía era ese inverno, en su lugar corría por mis venas un fuego cálido.
-creo que fue una mala idea, vamos a volver Bella-sentenció al desprenderse con ternura del beso.
-no te preocupes, quizás…- sugerí- si voy a buscar un saco esté mejor.
Negó con la cabeza y pensó por un momento esperando que dijera algo. Me interesé mucho.
-¿mono araña Bella?- susurró.
-¿qué?-inquirí pero ya estaba en su espalda amarrada a su cintura, súper protegida.
Apoyé mi cabeza en su hombro derecho tratando de no perder el juicio. Fue rápido y de esa manera llegamos a una pieza pequeñita que creí desconocer dentro de la cabaña.
Me bajó con cuidado y una vez con mis pies en la tierra, Edward colocó sus manos heladas en mis ojos, supongo que era otra de sus "sorpresas". No tenía idea de cómo iba el tema, pero ya me agradaba porque ese lugar era calentito, no dejaba entrar los fríos vientos.
-ya puedes ver-me quitó las manos de los ojos y se pasó la derecha por sus cabellos alborotados- estamos en el ático, pero si no te gusta, aun hay tiempo de ir a un sitio mas apropiado.
-esto no parece ser un ático, ¿Quién lo decoró tan lindo? Es un sueño-di un paso hacia delante y le abracé- me encanta. No nos vamos de acá.
Suspiró.
-en ese caso… bueno, no exageres, no está tan lindo como dices, y este… mmm… -me miraba perspicaz- lo decoré yo.
-me pareció eso, tiene tu estilo, tan perfecto.
-mejor dejemos los cumplidos para otro día, mi Bella, siempre exagerando…
Quise seguir halagándolo pero Edward se encargó de que mis labios estén sobre los suyos haciendo estremecerme por completo.
Nos sentamos en el centro de la pieza sobre unos almohadones negros con bordados de color oro viejo, la cena fue muy linda, pero sobre todo íntima. Éramos los dos, el resto ya no existía.
Me dejó esperando prometiéndome que volvería pronto. Para matar el tiempo, apoyé mi rostro en mis rodillas flexionadas y me desconcentré viendo como bailaban las débiles llamas de las velas que rodeaban todo este lugar. Cientos de cristales protegían a las velitas, dejando escapar su brillo y reflejando su calidez. Mi cabeza comenzó a zambullirse en memorias de días atrás, todas con Edward, tanto que oí una melodía única. Un susurro casi imperceptible.
No abrí los ojos, quería embriagarme de Edward al completo.
- "…abro un libro que habla de nosotros
Un amor con amor tu y yo
Tempo un sentimiento sin tiempo
Alas de oro en vuelo
Eres tan simple
Que tu belleza al rededor
Mi deshoja como un beso lento…"
No pude evitarlo, me fue imposible resistirme a su voz, sin darme cuenta Edward rozó con sus fríos labios mis ojos para depositar en ellos un beso fugaz. Antes de que pudiese decir algo, pasó con las yemas de sus dedos mi boca.
-"…imagina que el mundo
Es similar a lo que siento
Amor por amor somos nosotros
Tempo imagina tu tiempo
Tempo que corre en el mío
Amor por amor tu y yo…"
Hizo una pausa para mirarme con esos ojos de ángel tan suyos, y luego siguió.
-"…Pasa la gente y no nos ve
Que corremos por la vida que tenemos
Otro día para comprar
Si, te vestirás de sol
Eres así
Frágil
Que tu belleza interior
Me escapa como agua y viento
Imagina que el mundo
Es similar a lo que siento
Un amor por amor sentimos nosotros
Imagina tu tiempo
Que corre en el mío
Un por amor tu y yo
Te busqué en cada lugar donde
Era solo un hombre solo
Manos y pies sobre las calles contigo
Imagina que el mundo
Es similar a lo que siento
Un amor por amor sentimos nosotros
Imagino el plateado
De tus cabellos un día
Seremos siempre jóvenes tú y yo…".
Estaba llorando, esa canción era tan nuestra. Nunca la había escuchado en esa versión, la de Edward. No podía creer que el sintiese eso, era mucho pedir.
-seremos siempre jóvenes tú y yo-cité el último verso de la canción.
-te prometo amor eterno y para siempre- susurró.
|